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Puedes entrenar a tu cerebro para no

tener que usar anteojos


Por Austin Frakt 29 de marzo de 2017

Un ejemplo de un Parche de Gabor

En la madurez, el cristalino de tus ojos se endurece y se hace menos flexible. Los


músculos de tus ojos batallan cada vez más para que cambien su forma de manera que
puedan enfocarse en estas letras.

Sin embargo, una nueva forma de entrenamiento cerebral puede retrasar la inevitable
pérdida relacionada con la edad del enfoque visual a corta distancia para que no
necesites anteojos de vista cansada. Varios estudios señalan que funciona, aunque
ningún tratamiento de ningún tipo funciona para todos.

La creciente dificultad para leer letras pequeñas que comienza en la madurez se llama
presbicia y viene de las palabras griegas para “hombre viejo” y “ojo”. Es
extremadamente común y, a pesar de su etimología, también afecta a las mujeres.

Cada cinco años, el adulto promedio de más de 30 años de edad pierde la capacidad de
ver una línea de la tabla optométrica encontrada en todos los consultorios de los
oftalmólogos. Para los 45 años, la presbicia afecta aproximadamente al 83 por ciento de
los adultos en Estados Unidos. A partir de los 50, es prácticamente universal.
El declive visual es incómodo pero también peligroso, pues causa caídas y accidentes de
auto. Los lentes bifocales o graduados pueden ayudar a leer a quienes tienen presbicia,
pero también contribuyen a las caídas y accidentes porque pueden dañar la sensibilidad
al contraste (la capacidad de distinguir entre tonos de gris) y la percepción de la
profundidad.

Tengo 45 años. No necesito corregir mi visión por presbicia aún, pero siento que no
falta mucho. Me imaginaba que cualquier año de estos, mi doctor me diría que era
tiempo de considerar unos lentes bifocales. Luego me sometí a un régimen extenuante,
que duró meses, diseñado para entrenar a mi cerebro a corregir lo que mis músculos
oculares ya no pueden manejar.

Este enfoque se basa en el aprendizaje perceptual, la mejoría del desempeño visual


como resultado de un entrenamiento demandante con imágenes específicas. Algunos
expertos han expresado su escepticismo acerca de que funcione, pero una buena
cantidad de estudios proporcionan evidencia de que puede mejorar la agudeza visual, la
sensibilidad al contraste y la velocidad de lectura.

El entrenamiento consiste en mirar imágenes llamadas Parches de Gabor en distintas


condiciones. Los parches estimulan de manera óptima la parte del cerebro responsable
de la visión. Gran parte del entrenamiento implica tratar de ver Parches de Gabor que
están ubicados entre dos flancos distractores y cercanos. En el entrenamiento, el espacio
entre los flancos varía, baja el contraste del objetivo y las imágenes aparecen en una
pantalla por fracciones de segundo, a tal punto que uno apenas puede ver el objetivo.

Un ejemplo de un parche de Gabor usado en un tutorial Credit GlassesOff

Haz esto y otros ejercicios similares cientos de veces en múltiples sesiones a la semana.
Continúa durante meses y, poco a poco, la presbicia disminuye, según muestran varios
estudios.
Un estudio también analizó las funciones del mismo ojo y encontró que ninguna de
estas mejorías se debe a cambios en ese órgano: todas están en el cerebro.

Varias aplicaciones de teléfonos inteligentes declaran ofrecer este tipo de entrenamiento


para mejorar la visión. Yo usé una llamada GlassesOff, la única que encontré respaldada
por estudios científicos.

El aprendizaje perceptual puede mejorar la visión de personas que ya ven bastante bien
y a aquellas con otros padecimientos. Por ejemplo, un estudio lo analizó en 23 adultos
de 24 años, más o menos. En comparación con un grupo de referencia de veinte adultos
jóvenes, el grupo de tratamiento aumentó la velocidad de reconocimiento de letras. Un
entrenamiento similar es un componente eficaz del tratamiento de la ambliopía, también
llamada “ojo vago”, la causa más frecuente de pérdida visual en bebés y niños y la cual
afecta al tres por ciento de la población. También puede mejorar la visión de quienes
tiene miopía leve.

Hay que reconocer que algunos investigadores que participaron en muchos de estos
estudios tienen vínculos financieros con GlassesOff. Sin embargo, otros estudios sin
relaciones comerciales obtuvieron resultados similares, y varios científicos con los que
hablé, incluyendo aquellos sin vínculos con GlassesOff, piensan que la ciencia detrás de
la aplicación es creíble.

Los científicos no saben exactamente cómo el aprendizaje perceptual alivia la presbicia,


pero tienen algunas pistas basadas en la forma en que nuestro cerebro procesa la
información visual.

Después de captar los “datos sin procesar” de una imagen a través de los ojos, distintos
conjuntos de neuronas en el cerebro la procesan como características diferentes, tales
como bordes y colores. Luego el cerebro debe coordinar la actividad a través de los
conjuntos de neuronas para ensamblar esas características en objetos reconocibles,
como sillas, rostros, letras o palabras. Cuando leemos a nuestra velocidad normal, el
cerebro tiene solo cerca de 250 milisegundos para hacer este trabajo, hasta que los ojos
se mueven automáticamente hacia la siguiente letra o palabra. Una vez que lo hacen,
captamos más información de cualquier cosa en la que los ojos se enfoquen a
continuación. Si todavía no hemos procesado el conjunto previo de información, no
podemos entenderla. El tiempo de procesamiento visual es desafiado y desacelerado por
las imágenes con ruido, el contraste bajo o la información demasiado cercana (como las
letras pequeñas). Se hace un cuello de botella en el cerebro cuando trata de construir y
luego comprender la imagen.

Así, aumentar y hacer más rápida la capacidad de procesar los componentes de las
imágenes —a través del aprendizaje perceptual— mejora una amplia gama de funciones
visuales.

Lo sorprendente es que esto pueda pasar en los cerebros de adultos. La neuroplasticidad


—la capacidad de las funciones de procesamiento del cerebro de cambiar para adquirir
nuevas habilidades— se asocia más fuertemente con la niñez. Es más pronunciada en
los niños que en los adultos, pero el cerebro es más maleable de lo que se pensaba para
algunas habilidades, incluyendo la visión.
El entrenamiento con GlassesOff es largo y retador. Al principio se me hizo divertido,
tal vez porque era algo nuevo. Pero después de algunas semanas, empecé a temer la
monotonía en esa tarea. Sin embargo, después de un par de meses, la aplicación notifica
que puedo leer letras de casi un tercio del tamaño que podía ver cuando comencé, y con
mucha mayor rapidez. De acuerdo con la retroalimentación de GlassesOff, mi visión
después del entrenamiento es equivalente a la de un hombre cerca de diez años menor.
Si llego a los 50 —la edad en la que casi todo el mundo necesita lentes correctivos para
leer— y todavía no necesito los lentes de vista cansada, podré concluir que el
entrenamiento valió la pena.

En términos de aplicaciones, GlassesOff no es barata. Pagué 24,99 dólares por tres


meses de uso, lo suficiente para cubrir el programa inicial. Cuando terminé, me
invitaron a pagar otros 59,99 dólares anuales para entrenamiento de mantenimiento. Es
una buena opción, pero el trabajo arduo y el precio probablemente signifiquen que el
mercado de los lentes bifocales seguirá siendo fuerte.

Austin Frakt es un economista en temas de la salud con participaciones de distintas


modalidades en gobierno y el mundo académico. Escribe un blog en The Incidental
Economist y puedes seguirlo en Twitter: @afrakt.

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