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Es con gran preocupación que observamos la infiltración de la nación alemana por oleadas de
millones de extranjeros y sus familias, la infiltración de nuestro idioma, nuestra cultura y
nuestras características nacionales por los influencias extranjeras. Sólo en 1980, pese a la
congelación de las contrataciones, el número de extranjeros registrados creció en 309.000,
incluidos 194.000 turcos. Nuestra tasa de natalidad es actualmente la mitad de la tasa necesaria
para asegurar la perpetuación de nuestra nación. Algunos alemanes son ya extranjeros en los
lugares en que viven y trabajan.
La inmigración de extranjeros fue estimulada por el Gobierno Federal por razones relacionadas
con el descontrolado crecimiento económico, visto ahora como un fenómeno dudoso. No se
dieron explicaciones al pueblo alemán sobre el significado y consecuencias de dicha política, y
tampoco fue consultado al respecto. Es por ello que llamamos al establecimiento de una
asociación que, al margen de partidos e ideologías, trabajará por la preservación del pueblo
alemán y su identidad espiritual sobre las bases de nuestro legado occidental y cristiano. Sobre
la base de la Constitución rechazamos el nacionalismo ideológico y el racismo, así como el
extremismo de derechas o de izquierdas.
Desde el punto de vista biológico y cibernético, las naciones son sistemas vivos muy ordenados,
con diferentes características de sistema que se transmiten genéticamente y mediante la
tradición. La integración de amplias masas de foráneos no alemanes y la preservación de
nuestra nación no puede, por tanto, conseguirse simultáneamente; nos conducirá hacia las bien
conocidas catástrofes étnicas de las sociedades multiculturales.
Todo pueblo, incluido el pueblo alemán, tiene el derecho natural a preservar su identidad y su
individualidad en su hábitat. El respeto hacia otros pueblos requiere su preservación pero no su
fusión (“Germanización”). Nosotros contemplamos Europa como un organismo de pueblos y de
naciones que debe preservarse en base a su historia común. “Cada nación es una faceta única
de un Plan Divino” (Solzhenitsyn).
Sólo familias alemanas vigorosas e intactas pueden preservar nuestro pueblo para el futuro.
Nuestros propios hijos son la única base para el futuro de Alemania en Europa.
El desarrollo tecnológico ofrece, y cada vez lo hará en mayor medida, oportunidades para hacer
innecesario el trabajo de todos los extranjeros. Adaptar la máquina al ser humano, en vez de el
ser humano a la máquina, debe ser el principio principal para la economía.
El problema debe ser atacado en sus raíces, y ello significa una asistencia concertada para el
desarrollo que mejore las condiciones de vida de los trabajadores extranjeros en sus países
nativos, no aquí, en nuestro país. Para la República Federal Alemana, que es uno de los países
más densamente poblados del mundo, el retorno de los extranjeros a sus tierras nativas
supondrá un alivio ecológico y social.
Para conseguir una respuesta pública sostenida, hacemos un llamamiento a todas las
organizaciones, asociaciones, grupos de ciudadanos y otros grupos para que se dediquen por sí
mismos a la preservación de nuestro pueblo, nuestro idioma, nuestra cultura y nuestra manera
de vivir, y a constituir una organización común que permita la participación de individuos y de
grupos manteniendo su independencia y libertad. Podría acordarse un comité para supervisar el
trabajo de dicha organización y proteger su independencia ideológica y política