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SOSIEGO Ramiro Calle

El maestro le insistía a su discípulo, una y otra vez, sobre el sosiego.

– Deja que tú mente se remanse, se tranquilice, se sosiegue. Silencia el


griterío de tus pensamientos.

– Pero, ¿qué más? Preguntaba impaciente el discípulo.

– De momento, sólo eso.

Y cada día exhortaba al discípulo a que se sosegase, superando toda


agitación, y encontrase un estado interno de quietud.

Un día, el discípulo, harto de recibir siempre la misma instrucción, preguntó:

– Pero, ¿por qué consideras tan importante el sosiego?

– Acompáñame, le pidió el maestro.

Lo condujo hasta un estanque y con un palo comenzó a agitar sus aguas.


Entonces, preguntó:

– ¿Puedes ver tú rostro en el agua?

– ¿Cómo lo voy a lograr si el agua está agitada? Así no es posible -protestó


el discípulo pensando que el maestro se burlaba de él.

– De igual manera, mientras estés agitado no podrás ver el rostro de tu yo


interior.

En la reconfortante quietud de la mente, cuando el griterío de los


pensamientos es silenciado, brota la voz del ser interior.

Fuente: “Cuentos espirituales del Himalaya” de Ramiro Calle.

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