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Calle
Por un lado está la soledad y por otro el sentimiento de soledad. A esa soledad
profunda que a veces sentimos, incluso aunque estemos rodeados de seres
queridos, le denomino "la soledad del ser" y es una constante en todos mis
relatos espirituales. No es solo la vivencia lúcida del propio desamparo o
desvalimiento del ser humano, sino la íntima y a veces abrumadora sensación
de la propia impotencia y finitud o de la falta de estar completo en uno mismo.
Es también el vacío existencial. De acuerdo a un leyenda, al nacer colocan un
cuenco vacío dentro de nosotros y cuando sentimos esa vaciedad, esa
incompletud, ansiamos, por un enfoque equivocado, a llenarnos y completarnos
de lo exterior, de lo ajeno, sin darnos cuenta de que solo podemos cubrir ese
cuenco con nosotros mismos. Unos se percatan de ello y comienzan a trabajar
sobre sí mismos, otros siguen toda la vida corriendo hacia ninguna parte y
pronunciando el vacío.
Cuanto más vivamos y revelemos esa soledad del ser, más nos iremos
completando, rindiendo el ego y siendo humildes. A veces vendrá el llanto; a
veces la risa. A veces nos sentiremos como niños inmermes, otras como el
vendabal vigoroso. Un día moriremos solos, aunque haya mil personas
alrededor, porque es la propia muerte. El ego siempre se siente separado y
solo; en el Ser, en la Presencia, el sentimiento de soledad comienza a ceder. A
veces la soledad espanta, pero hay que conciliar con ella y ponerla de nuestro
lado. Porque estoy insatisfecho, busco la satisfacción; porque estoa
descontento, busco la alegría interior. En la soledad me puedo desencontrar,
pero también hallar. Siempre me lo he preguntado: ¿Se siente solo mi gato
Emile? ¿Se siente sola una flor, un árbol, una mariposa?.
Porque el ser nos llama, nos reclama, nos invita a emprender el viaje de
retorno hacia el Origen, y esta, sin duda, es una de sus maneras de hacerlo.
En el sentimiento de lo Uno hay plenitud, en la dualidad hay soledad. Me gusta,
por ello, recordar tan a menudo como puedo unas palabras del Yoga Vasishtha
que aconsejan:
Y vuelvo a preguntarme: ¿se sentirá solo mi gato Emile, y una flor, y un árbol, y
una mariposa? >