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Wallerstein sobre el liberalismo

Al definir la ideología como "una agenda política integral a largo plazo destinada a movilizar a
un gran número de personas" (1995: 94), Immanuel Wallerstein sostiene que desde la
Revolución Francesa ha habido tres ideologías que han dominado el discurso público en el
sistema-mundo : conservadurismo, liberalismo y radicalismo (aunque el radicalismo no se
diferenció del liberalismo hasta 1848). Todos estaban reaccionando a la Revolución Francesa,
que estableció el principio de que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos, y la
sociedad debería evolucionar hacia la protección de los derechos de los ciudadanos en la
práctica. Los conservadores defendieron un lento proceso de cambio hacia la igualdad,
controlado por élites tradicionales. Los liberales propugnaban un cambio razonado, no
demasiado rápido y no demasiado lento, dirigido por técnicos y especialistas; los liberales
creían en un "reformismo consciente, continuo e inteligente" que llevaría a la buena sociedad
(1995: 76). Los radicales defendieron un cambio rápido dirigido por las organizaciones de
trabajadores. Las tres ideologías tenían una retórica de hostilidad hacia el estado, pero las tres
en la práctica fortalecieron las estructuras de los estados, porque encontraron el estado
necesario para la implementación de sus proyectos (Wallerstein 1995: 75-85, 95-100, 148-49,
235, 255-56).
Wallerstein sostiene que los conservadores llegaron a reconocer que algunas concesiones a las
clases populares de trabajadores, campesinos y migrantes eran necesarias para la estabilidad
política, por lo que se movieron hacia el liberalismo, formando una versión conservadora del
liberalismo. Al mismo tiempo, los radicales llegaron a comprender la sabiduría del enfoque
más razonado, y así llegaron a adoptar una variante radical del liberalismo. Así, las tres
ideologías finalmente representaron el liberalismo, caracterizado por la creencia en un cambio
gradual hacia la protección de los derechos de todos los ciudadanos, expresado en las dos
variantes del liberalismo conservador y el liberalismo radical (1995: 96-101, 235-37).
El liberalismo, con sus dos versiones, fue la ideología dominante del sistema-mundo de 1789 a
1968, con organizaciones, líderes, intelectuales y académicos compartiendo sus premisas, ya
sea que se llamaran conservadores, liberales o radicales (Wallerstein 1995: 89 , 240, 273). El
liberalismo tuvo éxito durante este período porque su programa de concesiones a las clases
populares centrales se financió mediante la apropiación de la plusvalía de las regiones
periféricas y semiperiféricas, una superexplotación justificada por la creencia de que los
pueblos de estas zonas eran "bárbaros". "Diferente de las naciones" civilizadas "(1995: 153).
En el plano internacional, el liberalismo llegó a significar la protección de los derechos
soberanos iguales de todas las naciones, y también hubo una visión de un proceso gradual de
cambio en el que el mundo se movería en la práctica hacia la igualdad entre las naciones. La
visión liberal aplicada a nivel mundial fue desarrollada más plenamente por Woodrow Wilson,
con su llamado a la autodeterminación, y por Franklin Delano Roosevelt, quien visualizó el
desarrollo económico de las zonas periféricas y semiperiféricas. Esta visión fue adoptada por
las naciones recién independizadas en África y Asia en la década de 1960, que previó el
desarrollo nacional que les permitiría alcanzar a las naciones de Occidente. Sin embargo, el
liberalismo a escala mundial no podría ser tan exitoso como el liberalismo en las naciones del
núcleo, porque la economía mundial capitalista funcionaba sobre la base de la
superexplotación del trabajo en las regiones periféricas y semiperiféricas. Se podrían hacer
concesiones a las demandas de los trabajadores principales, pero esto no podría duplicarse a
escala mundial (Wallerstein 1995: 102-4, 113-15, 162-63, 238-39, 259-62).
De acuerdo con su interpretación de las ideologías del sistema-mundo, Wallerstein considera
que el leninismo es una variante del liberalismo. Wallerstein reconoce que Lenin criticó a la
socialdemocracia por su evolución hacia el liberalismo, y buscó regresar a las raíces
genuinamente radicales del marxismo. Pero, sostiene Wallerstein, en la evolución de la Unión
Soviética, hubo una evolución hacia el liberalismo, un proceso acelerado con Stalin y que
culminó con Gorbachov. Esto se puede ver en el hecho de que la Unión Soviética buscó
industrializarse y convertirse en un estado poderoso en el sistema mundial. En el plano
internacional, el leninismo evolucionó de la revolución mundial al antiimperialismo y la
construcción del socialismo en naciones particulares, lo que Wallerstein interpreta como
consistente con la visión liberal del desarrollo económico gradual de las naciones del mundo.
Aunque Wallerstein reconoce que hay diferencias significativas entre Lenin y Wilson, sostiene
que no debemos estar ciegos a las similitudes, y por lo tanto se refiere al paquete de reformas
Wilson-Leninist para el Tercer Mundo, que él ve como la aplicación del liberalismo en una
escala mundial (1999: 13-14, 102-3, 109-16, 49, 137-38, 156, 239-40).
Wallerstein sostiene que el liberalismo ha perdido legitimidad, estableciendo así una crisis de
ideología en el sistema-mundo. Él describe la caída del liberalismo como una disminución de la
fe en la capacidad de los gobiernos para adoptar políticas y desarrollar programas que mejoran
poco a poco las condiciones en que vive la gente. En el caso de las clases trabajadoras y medias
del núcleo, esta pérdida de fe fue impulsada por la disminución de la capacidad de los Estados
para responder a las crecientes demandas de las personas. En el caso del Tercer Mundo, fue
establecido por el fracaso de los gobiernos de liberación nacional del Tercer Mundo para
superar el subdesarrollo que era un legado de la era colonial. Wallerstein sostiene que la
"Revolución de 1968" fue un factor importante para socavar la legitimidad del liberalismo, ya
que criticó los tres tipos de movimientos contra el sistema: comunismo en Europa Oriental y
Asia, socialdemocracia en Europa Occidental y América del Norte, y nacional liberación en el
Tercer Mundo (1996: 64-65, 89, 106, 116, 240-41, 265-66).
Wallerstein señala que hubo cuatro excepciones al patrón predominante de radicalismo
convirtiéndose en liberalismo. Cuatro naciones se negaron a aceptar las reglas impuestas por
los Estados Unidos: China, Vietnam, Argelia y Cuba. Estas naciones persiguieron ferozmente la
autonomía política (1995: 51-53). Wallerstein sostiene, sin embargo, que las cuatro
excepciones operaron en el marco de la visión del mundo de la Ilustración del siglo XVIII.
Estaban en contra del sistema pero del sistema (1995: 189).
Para el Tercer Mundo, Wallerstein ve tres posibilidades. Primero está la "opción de Khomeini",
que él describe como ira y denuncia de Occidente. En segundo lugar, está la "opción de
Saddam Hussein", o la transformación económica a través de la adquisición de estados más
grandes por la fuerza militar. Y la tercera opción es la migración (1995: 21-22, 189-90, 243-45).
En posts posteriores, me esforzaré por analizar críticamente la visión de Wallerstein de las
ideologías del sistema-mundo y las posibilidades que existen hoy para el Tercer Mundo.

Reseña: Después del Liberalismo de Wallerstein. Cap.


3: ¿Qué esperanza hay para África? ¿Qué esperanza
hay para el mundo? Cap. 6: El concepto de desarrollo
nacional, 1917-1989: Elegía y Réquiem. Cap. 9:
¿Geocultura del desarrollo o la transformación de
nuestra geocultura?
Waili Tatiana Gamboa Martínez.
Immanuel Wallertein: “(Nueva York, 1930) Sociólogo e historiador estadounidense. Inspirado
en los trabajos de Fernand Braudel, ha desarrollado el concepto de «economía-mundo
capitalista», en el que sostiene la necesidad de analizar el capitalismo de forma unitaria y con
perspectiva histórica, es decir, las relaciones entre centro, periferias y semiperiferias como
partes de un único sistema mundial dentro del cual se da también el fenómeno de la división
del trabajo entre países explotadores, explotados e intermedios. Entre sus obras
destacan Cambio social (1966), El moderno sistema mundial (3 vols., 1974-1980), Economía
del mundo capitalista (1983), El capitalismo histórico (1988), Raza, nación y clase (1991) y El
futuro de la civilización capitalista( 1997).”[1]
El Marxismo-Leninismo había llegado a ser más una variante del liberalismo wilsoniano que
una alternativa, aunque expresaban sus ideas con lenguajes diferentes, para Wallerstein
concordaban en visiones del mundo:

“1)Ambas defendían el principio de autodeterminación de los pueblos; 2) Ambas abogaban por


el desarrollo económico de todod los estados, entendiendo por ello urbanización,
comercialización, proletarización e industrialización, con prosperidad e igualdad al final de arco
iris; 3) ambas afirmaban su creencia en las existencias de valores universales, aplicables a
todos los pueblos por igual; 4) ambas afirmaban su fe en la validez del conocimiento científico
[…] como única base racional del avance tecnológico; 5) ambas creían que el progreso
humano era tanto inevitable como deseable, y que para que ese progreso se produjera tenía
que haber estados fuertes, estables y centralizados; 6) compartían la creencia en el gobierno
del pueblo –la democracia-, pero l definían como una situación en la que en efecto se permitían
a expertos reformadores racionales tomar las decisiones políticas esenciales”[2]

La población, después los años 1980 entra en una desilusión frente a los regímenes del poder
producto del deterioro de la estructura, declinación de los servicios gubernamentales pero
sobre todo por el fracaso de la promesa del “desarrollo”.

Desde el siglo XVI los pensadores europeos discuten como aumentar la riqueza del reino. Los
debates acerca del mercantilismo se centraban en torno a cómo asegurarse que ingrese más
riqueza de la que salía del Estado.[3]

Para cuando llegó la primera guerra mundial que países europeos occidentales habían llegado
al “desarrollo” o por lo menos iban en camino a serlo. Todos los países del tercer mundo
buscaban eliminar el regazo y alcanzar el “desarrollo nacional” y para eso buscaban
donaciones y préstamos en otros países.

El primer choque fue la revolución del 68, que rompió “la costra ideológica” poniendo en
evidencia la polarización Norte-Sur, además surgió de la sensación de que el desarrollo
nacional no había ocurrido. El segundo fue el estancamiento económico mundial del periodo de
1970-1990, el fracaso económico de casi todos los gobiernos de las zonas periféricas y
semiperifericas y la caída de los estados socialistas.[4]

La presión por la transformación política era negativa, pues no eran dirigidos por la esperanza,
sino por la desesperación producto del descontento popular con el régimen y la desilusión
política de los países periféricos durante los años 80’s.

Vale le pena hablar, del papel de la cultura en un proyecto de desarrollo. Para 1945-1970, la
cultura era entendida como un obstáculo para el desarrollo, pues la cultura representaba lo
tradicional, concepto contrario a lo moderno, se decía entonces que las zonas periféricas eran
arraigadas a las tradiciones y eso impedía la modernización y por ende el desarrollo. [5]

Cuando el desarrollo como se había predicado en 1945-1970 no funciona, se considera


entonces que la cultura sería la salvación, pues podía ser la resistencia a la degeneración y el
empeoramiento de la situación política y económica, es entonces como la UNESCO busca
respetar los valores culturales para asegurar el “progreso social de los pueblos” y se empieza a
hablar del “desarrollo sostenible”.

Wallerstain llama la atención a la necesidad de la “acción a nivel local”, pues esta es la que
determina como salir de la crisis actual del mundo global, y para esto es también necesario
“limpiarnos” de categorías y conceptos que no permiten ver las reales opciones históricas que
tenemos o podemos llegar a tener.[6]

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