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Los procesos históricos de América latina, desde mediados del siglo XX, se han
visto atravesados por una serie de conflictos sociales y económicos, con diversas
expresiones bélicas y autoritarias, las que han influido de manera importante en la
forma en que los estados latinoamericanos diseñan la política en sus
correspondientes espacios territoriales. Estas políticas toman forma en la realidad
latinoamericana, en tanto el estado expresa con estos lineamientos las disputas de
poder entre distintos actores sociales que se desenvuelven en las sociedades
latinoamericanas de finales de siglo XX.
Hacia el último cuarto del siglo XX en América latina –y en gran parte de los países
que conforman el Cono sur – se comienza una paulatina liberalización en los
estados, que luego de diversos hechos de violencia, lograron encausar un proyecto
político hegemónico a partir del neoliberalismo como doctrina política y económica.
Bajo distintas reformas, el estado permite la entrada al territorio de conglomerados
y capitales transnacionales con el fin de lograr una estabilidad interna, para al mismo
tiempo favorecer la explotación de recursos naturales. En definitiva, esta política de
explotación deriva en un extractivismo económico agresivo, en pos de la
acumulación privada y capital extranjero como eje principal de las políticas
neoliberales; aspecto que se comienza a agudizar a partir de la década del noventa
y se consolida durante la primera década del siglo XXI.
Por otra parte, se nos hace necesario también considerar los trabajos de Eduardo
Gudynas y Alberto Acosta referentes al desarrollo del extractivismo, los modos de
apropiación y las alternativas al postextractivismo para América latina. Por último,
hacemos referencia a los planteamientos de Gerardo Damonte, frente al discurso y
política extractivista en Perú y la reproducción de las desigualdades sociales.
Por tanto, el consenso de Washington promovió una restructuración del rol del
estado, así como también la creación de un nuevo aparataje político institucional,
que derivó en una futura profundización del modelo de acumulación neoliberal a
partir de la explotación de materias primas o commodities (principalmente
minerales, hidrocarburos y gas) que configuraron el modelo extractivista en América
Latina.
Con lo anterior, Svampa nos señala otros rasgos característicos que posee el
extractivismo como forma neoliberal de desarrollo económico, entre ellas: la
envergadura de las inversiones capitales (capital-intensivas, que no se condicen
con el nivel de empleabilidad), el carácter de los actores involucrados y la
concentración económica (a partir de grandes conglomerados), la especialización
productiva (producción de cobre, gas, soja, petróleo, etc.) y los impactos que
presentan los proyectos extractivistas en ámbitos económicos, sociales y
ambientales (Svampa, 2012)
En razón de ello, es que el consenso de los commodities logra establecer nuevas
reglas a partir de la aceptación de las desigualdades ambientales y políticas, que
tanto países de gobierno progresista (que en cierta medida han puesto en duda el
modelo neoliberal), como aquellos países que han profundizado su matriz de
gobernanza conservadora en el contexto del neoliberalismo, han implementado bajo
la consigna de desarrollo económico.
Entre las reformas estatales que dieron lugar a la producción extractivista minera,
se encuentran nuevas reglas de inversión, más claras, estables y que favorezcan al
sector privado; a través de la Agencia para la Promoción de la Inversión Privada
(Proinversión), el Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemnet) y el
Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (Osinergming). Por otra
parte, la normativa ambiental también sufrió algunas modificaciones, entre ellas
nuevos instrumentos de regulación ambiental como los Estudios de Impacto
Ambiental (EIA) y la creación del Ministerio de Energía y Minas (MINEM). Por último,
se ha buscado también, durante las últimas décadas, desarrollar “nuevas reglas y
procedimientos para la redistribución territorial de la renta minera” (Damonte, 2016)
enfocándolas en la inversión pública de plantas mineras en territorios productores
de minerales.
Ahora bien, así como la institucionalidad estatal ha sufrido una serie de cambios y
transformaciones en pos de la inversión capitalista minera; el sector privado,
también ha ido modificando su accionar frente a la implementación de actividades
extractivistas en el territorio. Bajo este punto, es posible señalar aquel discurso de
la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) que pregonan las empresas
extractivistas a nivel global, y que, para el caso del Perú, las empresas capitalistas
han desarrollado áreas de comunicación corporativa, en donde difunden las
bondades del nuevo desarrollo minero en el país. Por otra parte, es necesario
considerar también como un cambio en la institucionalidad privada minera, el
desarrollo de áreas y unidades de gestión comunitaria y de desarrollo comunitario
que las empresas hacen para legitimar su explotación mineral. En este caso,
podemos hacer referencia al establecimiento de nuevas infraestructuras (escuelas,
consultorios, sedes vecinales, etc.), como también el desarrollo de actividades que
favorezcan al desarrollo de las comunidades (cursos de capacitación, entrega de
becas de estudio, etc.).
En definitiva, podemos señalar que tanto los cambios institucionales como los
privados, se dan en un marco general neoliberal, en donde las influencias externas,
es decir, desde organismos supranacionales como el FMI, BM, FID, y las influencias
internas a partir del aprendizaje y formas de institucionalidad interna, contribuyen al
desarrollo de nuevas prácticas extractivas y la perpetuación del modelo económico
neoliberal.
Extractivismo minero y conflictos socio-ambientales
Por tanto, si consideramos los datos de las ONU (2006) con respecto a la
disponibilidad de agua en diversos países, vemos que, para el caso del Perú se
ubica en rango de “suficiente”, con una disponibilidad per cápita de 1.790 m3 al año;
lo cual, en comparación con otros países de suramérica, vemos que la disponibilidad
per cápita sobrepasa los 10.000 m3 en Brasil, Colombia, Argentina y Chile
(Fernández, 2009), haciendo del Perú uno de los países con más escasos recursos
hídricos para su explotación.
Ahora bien, Gustavo Fernández (2009) menciona la movilización que han llevado
las comunidades indígenas, en un afán de sobrevivir y defender sus culturas y
modos de vida, de las decisiones gubernamentales tomadas por las elites de los
países latinoamericanos; sin consulta previa a las comunidades (como lo estipula el
convenio 169 de la OIT). Con lo anterior, vemos como proyectos de desecación de
humedales, construcción de represas y contaminación de ríos y napas por las
compañías mineras, han afectado fuertemente a las comunidades, desplazándolos
y coartando el libre uso de los recursos hídricos y territoriales.
Para el caso de Perú, la Defensoría del Pueblo de la Nación da cuenta de que los
conflictos por la actividad minera concentran el 70% de los conflictos
socioambientales y de que éstos, a su vez, representan el 50% del total de conflictos
sociales en ese país, no casualmente uno de aquellos donde más acelerada y
descontroladamente se ha dado la expansión minera (De Echave, et al. en Svampa,
2012). Así, la organización de las comunidades a derivado en el estallido de fuertes
movimientos de carácter socio-ambiental, en donde se pone en disputa una nueva
forma de concebir el desarrollo, a partir de la comunidad y la autodeterminación de
los pueblos indígenas. Este carácter ha sido ampliado bajo nuevas miradas hacia el
ambientalismo y las nuevas propuestas políticas y culturales para el desarrollo
económico de los pueblos de América.
Es así, como el desarrollo de los conflictos socio-ambientales, hoy en día son una
vía de resistencia decolonial (Machado, 2010) a las reformas y medidas adoptadas
por los estados neoliberales y los modelos de explotación extractiva de los capitales
internacionales, que si bien, ponen en duda el modelo de desarrollo, no han logrado
generar cambios profundos en el rol de los estados, la orientación económica y la
apropiación de nuevas formas de explotación de los recursos. Con lo cual se hace
necesario generar nuevas conexiones entre las luchas socio-ambientales que no
solo se enfoquen en un bienestar de la propia comunidad, sino que propongan
desde la acción política y cultural, formas de apropiación de la tierra en pos de
generar una nueva forma de concebir el desarrollo a partir de una cosmovisión de
los pueblos americanos.
Conclusiones
A partir del desarrollo de este ensayo, hemos dado cuenta del rol que han jugado
las políticas y reformas del sistema neoliberal a la orientación político-económica de
los estados latinoamericanos. Desde el conceso de Washington (1989) hasta el
desarrollo del consenso de los commodities, se ha potenciado la implantación de
nuevas formas de explotación de los recursos naturales, generando nuevas formas
de apropiación de estos recursos y la posterior acumulación capitalista
transnacional.
Con todo, vemos como hoy en día, surgen diversas organizaciones que se oponen
al desarrollo de la minería a gran escala en el Perú, proponiendo nuevas formas de
explotación en base a planteamientos comunitarios propios de la cosmovisión
indígena. Así, planteamientos como el Sumak Kawsay y Kume Moyen se instalan
como una solución planteada desde el Buen Vivir de las comunidades indígenas a
los modelos de explotación neoliberal, sin embargo, esto requiere un esfuerzo
mucho más grande a desarrollar; en la media que las reformas al rol administrativo
de los estados no conlleva necesariamente un desarrollo del Buen vivir. Es a partir
de un trabajo político constante y cambio de las formas de vida y cosmovisiones, la
manera de llevar a cabo una nueva forma de desarrollo económico en los países
que han sido explotados sistemáticamente por la actividad capitalista neoliberal.
Bibliografía
Machado, H. (2010) “El agua vale más que el oro. Grito de resistencia
decolonial contra los nuevos dispositivos expropiatorios” en Delgado-Ramos
coord. (2010) Ecología Política de la Minería en América Latina. Aspectos
socioeconómicos, legales y ambientales de la mega minería. (Mexico D.F.: CEIICH)
pp. 59- 96