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2.2.

2 Argentina

Argentina rige la actividad minera mediante el Código de Minería de 1886

y las respectivas modificaciones posteriores, la última de las cuales se realizó

mediante Ley 22,2569 de 1980. En el citado instrumento legal se establece:

“Artículo 7: las minas son bienes privados de la Nación o de

Las Provincias, según el territorio en que se encuentren.”

Este señalamiento se encuentra fortalecido por el artículo 10 en relación

con la naturaleza jurídica, y que se refiere al poder que ejerce el Estado sobre el

territorio como de “dominio originario del Estado”.

A su vez, la norma 9 del mencionado Código dispone que:

“El Estado no puede explotar ni disponer de las minas,

Sino en los casos expresados en la presente Ley.”

Existe otra disposición importante dentro del Código Minero de la

Argentina que aclara el concepto de dominio originario del Estado, su naturaleza

y alcance. Nos referimos al artículo 352 que establece que:

“la prescripción no se opera contra el Estado propietario

originario de la mina.”
Norma que s e introdujo mediante Ley 22.259 de 1980 y a través de la

cual se hicieron modificaciones del Código de Minas.

De la legislación minera argentina se pueden concluir dos aspectos

importantes, uno que reconoce que las minas son bienes privados de la Nación

o de las Provincias en que se encuentren; y el otro que el Estado puede dar a

los particulares el derecho de propiedad, que es distinto del derecho de

propiedad del Estado, pero que coexiste con él; ya que el dominio originario del

Estado sobre las minas es permanente, y existe antes, durante y después de la

concesión. Esto no es obstáculo para que durante la concesión se establezca

una propiedad particular. El derecho preexiste, coexiste y subsiste.

“En una palabra, esta enmienda establece a favor del

concesionario un derecho de propiedad con determinadas

características que no tienen el derecho común. El Estado

en efecto no actúa como propietario que vende su cosa,

sino que crea un derecho especial de propiedad sobre el

subsuelo en favor del particular”.

2.2.3 Bolivia:

La actividad minera en Bolivia está regida por el Código de Minas de

1965 aprobado mediante Decreto Ley 7148 de 1965 y las modificaciones

posteriores, de las cuales, la Ley 1243 de 1991, constituye la última.


En la citada Ley 1243 se establece que:

“ Pertenecen al dominio originario del Estado todas las

sustancias minerales, cualquiera que sea su origen o

forma de yacimiento, hállense en el interior o en la

superficie de la tierra”.

Esta concepción de la propiedad minera car dentro del dominio regalista

originario de la legislación española, posteriormente modificado por las

corrientes liberales en que el Estado se convierte en regulador.

En Bolivia, la concepción de dominio originario, tiene rango constitucional

ya que el artículo 136 de la Constitución boliviana dispone que:

“Son bienes de dominio originario a los que la Ley les da

finalmente esa calidad; el suelo y subsuelo con todas sus

riquezas naturales”.

2.2.4 Chile:

La actividad minera chilena es regulada mediante la Constitución Política

del Estado de 1980 y por la Ley Orgánica Constitucional sobre Concesiones

Mineras aprobadas mediante la Ley 18097 de 21 de enero de 1982 y por el

Código de Minería de 1983.


“La cuestión sobre el dominio de los recursos mineros en la

legislación chilena configura y estructura uno de los sistemas

más sofisticados e inéditos a nivel mundial.”

De la Constitución chilena extraeremos los siguiente:

“El Estado tiene el dominio absoluto, exclusivo, inalienable

e indescriptible de todas las minas, comprendiéndose en

éstas las covaderas, las arenas metalíferas, los salares,

los depósitos de hidrocarburos y las demás sustancias

fósiles, con excepción de las arcillas superficiales, no

obstante la propiedad de las personas naturales o jurídicas

sobre los terrenos en cuyas entrañas y limitaciones

estuvieran situadas. Los predios superficiales estarán

sujetos a las obligaciones y limitaciones que la ley señale

para facilitar la exploración, la explotación y el beneficio de

dichas minas.” (Artículo 19 de la Constitución de Chile

Nº 24, inciso 6)

De lo expresado en la cita, podemos concluir que, tanto el concepto como

la definición del dominio de los recursos minerales en Chile están comprendidos

dentro del sistema de dominio público minero de carácter regalista (radical)

dominal-patrimonial de la Nación o el Estado. Esto se desprende particularmente

de la exclusividad, la inalienabilidad, la imprescriptibilidad y lo absoluto del

dominio del Estado en relación con sus recursos minerales.


“Sin embargo... la realidad es otra sustancialmente diferente,

por cuanto el contenido, naturaleza jurídica, caracteres y

efectos configuran otra estructura jurídica legal respecto del

dominio sobre los recursos minerales de Chile...”

Esta estructura jurídica que contradice lo expresado como dominio

absoluto de los recursos mineros de Chile es el denominado “Dominio Minero

Subsidiario”. Este carácter subsidiario resulto indispensable para adecuar la

norma al modelo global de la economía, o sea lo que comúnmente se llama

“globalización” o economía de mercado.

La concepción constitucional de la propiedad minera resulta estatista y

socializante lo cual imposibilitaba dictar otras normas que facilitaran la

modernización de la actividad minera en Chile. A esta necesidad de

actualización y flexibilización de las normas se agregaron otros argumentos de

orden conceptual y practico como los siguientes:

a. El valor de los recursos mineros o de otra índole que hay en explotación hoy

resulta mayor que el de los no explotados.

b. los recursos minerales no tienen valor en sí mismos sino en cuanto a la

posibilidad de ser usados, y dicho valor está determinado por la situación

tecnológica y factores coyunturales que se estén viviendo.


c. cualquier recurso mineral (o de otra índole) reservado para el futuro puede

dejar de tener valor económico, por sustitución o caducidad de tal recurso.

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