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ducción. Este es un tema crucial cuyo análisis no compete directamente a


t A largo de los últimos veinte aflos es decir, tanto durante la década
1o
de los aflos setenta, en que se gesta materialmente el conflicto,
como en la
la psicologfa social, pero que debemos tomar muy en cuenta, por 1o que década de los ochenta, cuando se desata formalmente la guerra
civil, varios
tiene de determinante para comprender los comportamientos de grupos y grupos no militares han jugado y siguen jugando un papet
crucial para ra
personas, asf como su sentido ideológico, es decir, los intereses que ope- evolución de los acontecimientos en El salvador. rres áe esos grupos,
de
rativizan. El caso de los militares, por un lado, o el de los "altos ejecuti- muy diverso carácter y signo polftico, son la Asociación Naciánal
de la
vos," por otro (ver Wright y otros, 1982), son a este respecto de particular Empresa Privada (ANEP), un grupo muy combativo de Ia
extrema dere-
importancia en las sociedades latinoamericanas. cha, representante de los intereses capitalista de la oligarqufa y
alta bur_
guesfa salvadoreñas; la Asociación Nacional de Educadóre,
Ciertamente, la identidad de los grupos funcionales no se enüende sino ¿. ¿:r salvador
(ANDES), grupo gremiar también muy combativo, pero
en su contexto histórico, referidos como están: (a) a un orden social con- de orientación iz-
quierdista; y la Iglesia católica, institución crucial én la
creto, que es el que define el encargo (de acuerdo a sus necesidades) y las estructura social
condiciones en que debe realizarse cada rol (de acuerdo a los intereses domi- del pafs. Los tres grupos representan casos concretos de grupos funcio-
nales, cuyo poder ha desempeñado un significativo papet
nantes), asf como @) a oUos grupos funcionales, que le abren un espacio, Jn át conflicto.
le asignan un lugar y status, y le reclaman una actuación. Todo ello lleva uülizaremos el ejemplo de este úrtimo grupo, ra Igleiiicatólica, para
exa-
minar el carácter del poder en un grupo funcional.
a la conclusión de que la funcionalidad gremial es una funcionalidad supe-
ditada al orden en el que se da, que privilegia a quienes se benefician de ese Ante todo, es claro que, a diferencia de ANDES y, en parte, de ANEp,
orden, 1o cual no quiere decir que, como tal, su servicio no serfa necesario la Iglesia católica salvadoreña no es un gremio ocuiaciona; se
trata, más
en otros órdenes sociales o para otros sectores de la población. Cierta- bien, de una organización compleja, coñ numerosos niveles de membre-
mente, el médico no sólo es necesario a los sectores pudientes, sino a cfa. Dado su carácter fuertemente jerárquico, el núcleo de la
organi zación
todos, lo mismo en un sistema capitalista que en uno socialista; sin em- estarfa compuesto por los obispos, es decir, la jerarqufa
católiJa (supedi-
bargo, el actual funcionamiento del gremio médico en pafses como El fada, asu vez' a la jerarqula suprema del papa enRoma, representado
local-
Salvador resulta funcional casi únicamente a una minorfa privilegiada. y, mente por un Nuncio apostólico o delegado papal); en un
nivel organi_
en el caso del gremio militar, es diffcil decir que su servicio beneficie a al- zacional todavfa central se encontrarfa elclero, sobre todo
los sacerdotes;
guien más que a las clases dominantes, cuyo dominio preservan orien- seguirfan los religiosos de las diversas órdenes, con sus divenas
institu_
tando su poder de coerción contra los reclamos ---económicos, polfticos y ciones, y, por frn, en el nivel más extemo, estarfan los fieles,
desde aque_
sociales- de las mayorfas populares. llos más integrados de manera organizada, hasta aquellos que
sóro eventual
o circunstancialmente toman parte en alguna acüvidad religiosa
de la Igle_
3. El poder de los grupos funcionales sia. Al interior de cada uno de estos niviles o subgrupor
f,oarrun estable-
cerse nuevas diferenciaciones, de acuerdo con diversoi
Al examinar la idenüdad de los grupos funcionales ha habido que hacer criterios: ubicación
regional, división laboral, tendencia ideorógica. Asf, hay
frecuente mención de su poder, 1o que confirma la idea de que el poder de obispos y sacer-
dotes más conservadores o progresistas, hay religiosos
un grupo depende de su identidad, pero, a su vez, su identidad es en parte traba]ando en ta
definida por su poder. conviene, con todo, dedicar una atención particular
educación o en la promoción sociar, hay fieles iinculados
nidades eclesiales de base o al movimi.ntb d" renovación
i lu, .orr-
a este aspecto esencial de la realidad de un grupo y, para el caso, de los gru- carismática. To_
das estas y otras muchas divisiones ponen de manifiesto
pos funcionales. Ahora bien, puesto que, de acuerdo con nuestra visión, el la complejidad de
esta organización que se conoce como Iglesia católica.
poder es una realidad que surge y existe como tal sólo en las relaciones en-
tre las personas y los grupos, la mejor manera de analizar el poder de los Pero la complejidad organizacional de la Igresia catórica
sarvadoreña no
grupos funcionales será utilizando un caso concreto. Y, para elIo, recurri- anulasu carácter de grupo funcional. La Iglesia existe puru..rponder
a una
remos a la reciente historia de El Salvador. necesidad social, a una exigencia de "servicios espirituales,"
tinto más im_

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verderá útulos académicos en lugar de formar a sus estr¡diantes, y la lgle-
poftante cuan¡o más central sea el papel de la religión en la cultura de una sia aportará auxilios mat€riales mifs que simMlicos o espirituales. De he-
población y, en est€ caso, del Fleblo salvadoreño. cho, en un pafs como El salvador (y lo mismo prede decirse de prác-
ticamente todos los pafses latinoamericanos), bueña parte del poder de la
3.1. Raíces del poder de los gtrupos funcionales Iglesia católica no le viene de su función oomo "prov@dora de servicios
El poder de un gnrpo esEiba en el diferencial favorable de recursos que espirituales," sino como suministradora de servicios educativos, sanitarios
puede poner en juego ftente a otro gn¡po en una sin¡ación concreta. La u otros.
iomprensión del poder lBmite, por tanto, al análisis de los recursos sig- Ia importancia social de un grupo funcional en una detemrinada situa-
nificativos en cada circunstancia. ció¡ no puede apreciarse simplemente a partir de la importancia y magni-
gnrpo funcional? tud de la necesidad objetiva; es preciso ponderar lo que pudiéramos llamar
¿Cuáles son los rccr¡r§os propios de un
meñte, aquellos que logra al realiza¡ zu rol social, es decir, al responder a la "necesidad subjeüva," es decir, el deseo, ta coniientia y vivencia ex-
la necesiáad sociat que le constituye como grupo funcional. Por consi- presa de una necesidad. Es claro que las necesidades tienen unnivel
de exi-
guiente, son la naturaleza y las dimensiones de la necesidad o exigencia gitividad vital muy diferente: la saüsfacción de la necesidad de comer, de
iocial atendida en cada caso las que definirán el tipo y cantidad de recursos beber o de dormir no admite grandes dilaciones, a diferencia de la necesidad
de que dispondrá en principio un grupo funcional. se dice "en principio" de amor o de encontrarle sentido a la propia existencia. y, sin embargo, es
porque, a partir de tos fecursos consegUidos mediante el ejercicio de su fun- evidente que, para muchas personÍs y en no pocas circunstancias, las ne-
óiOn, et grupo funcional puede extender o diversificar sus recursos, inde- cesidades menos vitales tienen preponderancia. La coniente existencialista
pendientemente de que tengan o no relación con la necesidad que le da sen- ha insistido mucho, y con razón, en esta prima¡iedad de las necesidades
su-
tido funcional como gruPo. periores, que dan sentido a la existencia humana (ver Frankl, l9g0).

la función de la Iglesia cató- Esa aparente inversión jerárquica no ocune rÍnicamente con necesidades
¿Qué necesidad social es la que da origen a
licien El Salvador? Una demanda "espiritua1," que se puede definir psico- superiores de amor y sentido, sino con necesidades mucho más prosaicas,
socialmente como aquella necesidad de las personas por encontrar un inducidas por los intereses industriales o comerciales. como en el caso de
sentido total para su existencia. La Iglesia responde a esta necesidad ofre- las drogadicciones, es una experiencia frecuente observar sectores muy hu-
ciendo un sentido metahistórico, que sinia la vida humana en el plan de un mildes de la población que anteponen, por ejemplo, la compra de un tele-
ser trascendental y todopodeloso, Dios. La voluntad de Dios se revelarfa visor a la instalación de un servicio higiénico en sus vivienáas, o el poder
en la historia humana, ofreciendo la salvación definitiva a aquellos que vestirse a la moda en lugar de tener una adecuada alimentación. se dan asf
acepten guiar su vida de acuerdo a unos principios y nonna§ prácticas, ba- lo que se llaman "falsas necesidades," es decir, exigencias de servicios so-
jo la dirección de la propia lglesia. ciales que pueden ser muy secundarios y hasta contraproducentes, pero cu-
ya demanda es real y vuelve importantes a los grupos funcionaleJ que
las
Salta inmediatamente a la vista el diverso carácter que van a tener los satisfacen. El deseo de estos servicios es alimentado por una eficaz publi-
recursos peculiares de cada grupo funcional segrin la necesidad a la que res- cidad comercial, y estimulado por el efecto de demostiación de quienes son
pondan: asf; mientras los empresariós de ANEP dispondrán de diversos erigidos como modelos sociales.
oU¡ etos que satisfacen necesidades materi as (comida, vestido, aloj amiento,
transporte, etc.) y los educadores de ANDES contarán con su capacitación Marx tildó a la religión de constituir un "opio del pueblo,', es decir, de
pedagógica y sus conocimientos para responder a la necesidad de educa- servir como mecanismo de enajenación social; la religión no serfa tanto
ción, el recurso fundamental de un grupo funcional como la Iglesia será dt: una "falsa necesidad" cuanto unanecesidadcompensatoria, es decir, que ser-
carácter simMlico, es decir, su posesión de un universo simbólico con cl virfa como alivio ante la opresión social, a la que harfa "digerible." No
cual dar sentido trascendente a los diversos acontecimientos de la vida. cabe duda que la reügión y, en concreto, la Igleiia católica, ña cumplido
Ahora bien, con frecuencia el empresario ofrecerá sfmbolos más que oh cn no pocas circunstancias esta función alienante (ver Martin-Baró,
jetos (por ejempo, sfmbolos de status, de prestigio social), el educatlgt 1987b).En el caso de El salvador, el carácter profundamente religioso de

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MI
flicto afecta en forma directa sus intereses, es decir, el ámbito de 1o que
la mayola de la población welve más importante el servicio de la Iglesia considera su función, y por tanto, de su incumbencia, la Iglesia suele reac-
t" de siüsfacción de esa necesidad. De ahf que la Iglesia salvado- cionar poniendo enjuego todo su poder social.
"o.o'futt
reña disponga de un notable poder moral, sobre todo a la hora de dar sen-
tido a lirealidad y, por tanto, de interpretaf los acontecimientos. Esto ex- El ocultamiento y aun negación ideológico del poder no es algo pecu-
plica el impacto sociopolftico que tenfa la predicación de MonseñorRome- liar a la Iglesia católica, sino que suele ser común a los grupos funciona-
ro y que precipitó zu asesinato por fuerzas oficiales. les, sobre todo en sus pretensiones tecnocráticas. Asf, por ejemplo, cada
vez que los empresarios de ANEP pretenden imponer al gobiemo sal-
La importancia de la religión puede variar, segrln las circunstancias. vadoreño polfticas económicas en beneficio de sus propios intereses gre-
Parece claro que el alto nivel de satisfacción material logrado por ciertos miales (y de clase), presentan sus planteamiento como técnicos, no como
pafses (por ejómpo,los europeos), y la multiplicación y trivialización de polfticos. Pero, en caso de conflicto, son capaces de realizar "paros empre-
ios sfmbotos, vuélve la funcionalidad de las iglesias muy secundaria. Por sariales" y aun de promover un golpe de estado con tal de salvaguardar
el contrario, en sitr¡aciones de gran penuria material, la necesidad de dar esos intereses. Todo lo cual corrobora que, de hecho, cada grupo funcional
sentido a la existencia se welve mayor; y, en una circunstancia de ggerra, está usufructuando un poder social no sólo para ejercer su tarea, sino para
como la de El salvador, donde la población es puesta en una pelmanente defender su status, y que ese poder sólo aparecerá con claridad en los mo-
situación-lfmite, entre la vida y la muerte, esa necesidad resulta casi peren- mentos conflictivos.
toria. Asf se entiende el que ciertos sectofes de la población salvadoreña
hayan acudido a las iglesias evangélicas (pentecostales, fundamentalistas) Uno de los aspectos cruciales del quehacer cotidiano de los grupos fun-
,.r-but"u de un sentido y una paz que ya no encontraban en la Iglesia cató- cionales, en particular con respecto a su utilización del poder, estriba en su
lica, y que, para recuperar su decreciente clientela y consigUiente poder, la dirección. Elsurgimiento formal del grupo funcional en cuanto or-
Iglesia catOtica haya "contra-atacado" ofreciendo un sentido similar me- ganizado, la importancia e impacto de su papel social, eI lugar que ocupe
Oiante el llamado movimiento de renovación carismática (Martfn-Baró, en su relación con otros grupos, puede depender de una manera esencial de
1988e). su dirección y liderazgo. De ahf la importancia de examinar esta dimen-
sión del ejercicio del poder de los grupos funcionales.
En sfntesis, los grupos funcionales logran poder mediante la respuesta
a una demanda social, ya sea material o espiritual, objetiva o subjetiva- El liderazgo de los grupos funcionales
3.2.1.
mente importante. De ahf que los grupos tiendan a generar mecanismos
para *aniener la demanda de sus servicios, o que busquen extender su po- Entre los aspectos más significativos de la historia contemporánea de
der a otros campos, adquiriendo recursos distintos a los requeridos para la Iglesia católica salvadorefla se encuentra, sin lugar a dudas, el liderazo
satisfacer la necesidad que les dió origen. ejercido por el Arzobispado de San Salvador, Monseñor Oscar A. Romero,
desde que fue elegido para ese cargo, en 1977, hasta su asesinato en 1980
3.2. Ejercicio del poder de los grupos funcionales (verMartfn-Baró, 1980, 1981b). El sucesorde MonseñorRomero, Monse-
ñor Arn¡ro Rivera, se encontró desde el principio con un doble legado: por
En el dfa tras dfa rutinario, el poder de los grupos funcionales no apare-
un lado, con la interrogante de los salvadoreños sobre si continuarfa en la
ce abiertamente e incluso es negado por los que 1o ejercen. Dada su fun-
lfnea de su precedesor, tanto si consideraban esa continuidad positivamente
ción y su discurso espiritual, un grupo como la Iglesia catóIica tiende a
como si la juzgaban negativamente; por otro lado, la mayor parte de las
negar sistemáticamente que sus actuaciones se basen en el poder social,
iglesias y organismos de otros pafses que habfan admirado y apoyado el
miterial o moral, de que dispone. Es caracterfstica la pretensión de la je-
liderazgo de MonseñorRomero asumfan como obvia esa continuidad e im-
rarqufa de "estar por encima" de partidos y grupos y, por consigUiente, de
plfcitamente parecfan suponer que Rivera darfa seguimiento a ese lide-
"actuar desintereJadamente," Sin involucrarse en los conflictOs sociales. El
fazgo.
carácter ideológico de este discurso aparece continuamente, ya que de una
forma u otra la lglesia toma partido, apoya unos intereses u otros en cada Muy pronto apareció que Rivera no era otro Romero: bajo su direc-
circunstancia, ya sea por acción o por omisión. Más aún, cuando el con- ción, 1a Iglesia que habfa jugado un papel crucial en la definición de los

y2 343
pfocesos durante los tiltimos aflos, empezo a marginarse en forma cre- Todo eIIo muestra que los cambios observados en el funcionamiento de
ciente; la creatividad, iniciativa y dinamismo observ ados anteriormente fu e- un grupo como la tglesia católica salvadoreña no pueden ser simplemente
ron siendo sustitufdos por un burocratismo administrativo, más preocu- atribufdos a los rasgos personales de un dirigente excepcional, como fue
pado por "administrar las rentas" que por rcsponder a los gravfsimos pro- Monseñor Romero, sino que involucran otros muchos factores del propio
blemas enfrentados por el pueblo cristiano en el pafs; la incorporación grupo, de las circunstancias históricas y del medio ambiente, mediato e in-
masiva de nuevos miembros y aun de grupos enteros a la actividad de la mediato. Pero eso prueba también que el liderazgo constituye un proceso
Iglesia católica salvadoreña se fue convirtiendo en un lento alejamiento, histórico complejo que no se puede comprender si se reduce al análisis abs-
con sabor a desencanto, sobre todo de las personas y sectorcs más com- tracto y descontextualizado de la figura de un lfder.
prometidos con ideales de cambio social. un examen superficial podrfa llevar a la conclusión de que el cambio
Serfa no sólo injusto, sino falso, atribuir estos notables cambios en el
experimentado por la lglesica católica salvadoreña entre la dirección de
Romero y la de Rivera respondió a la transición de un perfodo crftico a
funcionamiento de la Iglesia católica salvadoreña tras el asesinato de Mon-
una fase de normalización y, por consiguiente, al proceso que weber cali-
señor Romero a la diferente personalidad de su sucesor. Sin duda, la iden-
ficó como "rutinización del carisma." para weber (lg22tlg61 pág. 193),
tificación con las personas en cargos dirigentes juega un papel muy im-
portante para la consolidación y el dinamismo de un grupo (Freud, el carisma constituye aquella "cualidad que pasa por extraordinaria... oe
una personalidad, por cuya virtud se la considera en posesión de fuerzas
l92lll972), y Rivera nunca fue ni pretendió ser como Romero; sin em-
sobrenaturales o sobrehumanas --{ por lo menos especfficamente extraco-
bargo, el cambio de la Iglesia católica salvadoreña tras la muerte de Ro-
tidianas y no asequibles a cualquier otro." Asf, pues, el carisma consistirfa
mero se debió también a otros muchos factores. Ante todo, eI asesinato
en r¡na caracterfstica personal cuyo reconocimiento grupal da a la persona
del Arzobispo no fue sino uno más, aunque el más importante, de una ma-
una forma de autoridad social que le permite ejercer un liderazgo. como
siva campaña de represión oficial contra la Iglesia, que no sólo supuso la
persecución, hostigamiento, tortura, asesinato y "desaparición" de varios
dice Rainer Lepsius (1986, pág. 53), el carisma "es tanto una cualidad
especffica que se atribuye a un indivuo como un tipo especffico de relacio-
sacerdotes y religiosas, asf como de cientos de catequistas y miles de fieles
nes sociales."
entre 1980 y 1982, sino que incluyó también el desmantelamien¡o progre-
sivo de aquellas estn¡cturas eclesiales que hablan posibilitado la eficacia segun el mismo Lepsius, la relación social carismática se caracfenza
funcional de la Iglesia con Romerc. En segundo lugar, en 1981 se desata por cuatro propiedades: (l) los seguidores tienen una confianza absoluta en
formalmente la guerra civil en el pafs (ver Martfn-Baró, 1981a). La el lfder; (2) se diluyen los criterios normativos que suelen controlar el
situación de extrema polarización social, en la que cada aspecto de la vida comportamiento de las personas; (3) se produce un vfnculo emocional ca-
social es medido por la vara de la identificación polftica con uno u otro de racterizado porla devoción hacia el lfde[ y (4) el liderazgo requierc pro-
los contendientes (ver Mardn-Baró, 1983a) volvió muy diffcil el accionar barse y tener éxito.
de la lglesia que, al menos en principio, pretendfa apoyar las justas aspi- como han subrayado numerosos autorcs, el liderazgo carismático tien-
raciones de las mayorfas populares salvadoreñas, aunque consideraba que de a surgir en tiempos de crisis social, es decir, durante perfodos de cam-
no podla involucrarse en el conflicto ni mucho menos"tomar partido." En bio social radical que generan malestar e insatisfacción en algrin sector de
tercer lugar, la subida al gobiemo de Partido Demócrata Cristiano obnu- la población (para el caso de los grupos religiosos, ver Bámes, l97g).
biló el sentido crfüco de amplios sectores de Ia lglesia, ya que ese partido Esto coincidirfa con la teorfa de Robert J. House (1971), conocida como
habfa surgido en El Salvador de organizaciones católicas y pretendfa desa-
la teola del "path-goal" (camino hacia la meta), según la cual el liderazgo
r¡ollar la llamada "doctrina social" de la Iglesia. Finalmente, fuertes pre- es una función complementaria, consistente en ofrecer a los miembros áe
siones se ejercieron desde Roma, sede central del catolicismo, para que la un grupo aquella gufa y apoyo que no encuentran en el ambiente. El lfder
Iglesia salvadoreña evitara los peligros de una "iglesia popular," a la que carismático cumplirfa en forma excepcional esta tarea, ofreciendo inspi-
se consideraba como la amenaza más grave de cisma que podrfa producirse
ración y orientación en tiempos de crisis, es decir, frente a la desintegia-
en los pafses latinoamericanos. ción de las formas institucionalizadas de la vida social.

w y5

J
La orientación personal del lfder caris¡nático tratarfa de ser institucio- y enÍe ambos y un lfder polftico (ver cuadro lg). obviamente, Kennan y
nalizada y prolongada r¡na vez superada la crisis y como forma de resolver Hadley están claros de que el acceder a un puesto polftico a través de elec-
las causas de esa crisis en perfodos de mayor estabilidad social. Asf, un ciones puede lograrse presentando al candidato de acuerdo a las expectativas
grupo conservará la inspiración que lo orientó durante la crisis mediante la y expeñmzas del electorado, y en probar eso consiste precisamente su
tra-
"rutinización" del carisma de su lfder, es decir, articulando en principios y bajo. Pero la victoria electoral no hace de la persona un lfder polftico; lo
nonnas 1o que el lfder ejerció por su propia iniciativa y autoridad (ver convierte, eso sf, en un dirigente. para lograr un liderazgo poliiico el diri-
gente necesita, segrín Kennan y Hadley, (a) una clara ideologfa
Weber, 192211969, págs. 197 -2M). @) la capa-
cidad de avanzar y hacer avanzar hacia el maflana, (c) la capaiioaode arras-
¿Es este el caso en el cambio del funciona¡niento de la Iglesia salva- trar a la gente, y (d) la capacidad de imponer unos principios y normas, y
doreña entre el perfodo de MonseñorRomero y el de MonseñorRivera? De
hecho, tras el asesinato de Romero hubo ciertos intentos por insti-
tucionalizar alguna de zus prácticas y enseñanzas; asf, por ejemplo, se Cuadro 18
mantuvo la práctica de Romero de incluir en sus homilfas dominicales un Diferencias entre el administrador y el líder político
recuento de los principales acontecimientos nacionales, o de dar una con-
Administrador empresarial Administrador político Uder político
fercncia de prensa tras la misa. Sin embargo, ni siquiera estas prácücas
mantuvieron el carácter crftico ("profético') que tenfan con Mon§eflor Ro- Su responsabilidad principal Su responsabiüdad principal Su responsabilidad pincipal
mero y, en conjunto, el funcionamiento de la Iglesia católica salvadoreña consiste enpromover y man- consisten en
reestablecer, consiste en mejorar, promo-
como grupo funcional cambió significativamente. El poder social Ete tener a la empresa operando promover y mantener al go- ver, propiciar y crerir r¡n go-
Romero supo capitalizar pafahacer de la Iglesia una instancia decisiva en adecuadamente. biemo (local o nacional) ope- bierno y direcciones mejo-
rando adecuadamente. res.
la marcha de los acontecimientos fue disminuyendo, a medida que los gru-
pos en el poder, particularmente el gobiemo, lograban encauzar en su be- Es responsable último a cor- Es responsable de la eje- Es responsabe la ejecución a
neficio (co-optar) los aspectos más crfticos del rabajo eclesiástico. Esto to plazo. cución y control presu- largo plazo, sin que el con-
resulta tanto más notorio cuanto que la crisis social salvadoreña, en cuyos puestario a corto plazo. trol presupuestario de por sí
comienzos surgió la figura de Romero, no se ha cerrado todavfa e incluso, sea un parámetro importante
de evaluación.
bajo muchos aspectos, se ha agravado con la profundización de la guerra ci-
vil. El trabajo de la Iglesia católica salvadoreña no puede contar, por Es nombrado por la direc- Es nombrado por el partido Es nombrado por el partido
consiguiente, con una situación de normalidad, sino que sigue enfrentando ción y aprobado por los ac- y aprobado por los votantes. y aprobado por los votantes.
los mismos problemas fundamentales que enfrentó en tiempos de Romero cionistas.
más onos nuevos.
No se espera o no se le per- Ni se espera ni se le permite Se espera que introduzca y
Aparece asf la necesidad de distinguir enre lfder y dirigente: un mite que inüoduzca y ejecu- introducir y ejecutar cam- ejecute cambios importantes
dirigente puede ser un buen administrador, en üempos normales o en üem- te cambios significativos/ bios significativos/impor- significativos y que logre
pos de crisis, pero no necesariamente un lfder. Lo peculiar de [a relación importantes sin la aproba- tantes sin la aprobación del que el gabinete/congreso/se-
ción de los directores y ac- gabinete/congreso/senado y
social del liderazgo estriba en ciertas caracterfsticas del dirigente, aun cionistas.
nadofu otantes los aprueben.
los votantes.
cuando esas caracterlsticas personales no sean de naturaleza carismáüca.
Monseñor Rivera es un dirigente, pero no un lfder; Monseñor Romero Se espera que acnie en los Actuar en los márgenes de Se espera que cree su propio
además de dirigente fue lfder. márgenes de las políticas las expectativas de los vo- ma¡co de operaciones aun
empresariales más que crear tantes más que intentar crear cuando ello signifique crea-
Nadav Kennan y Martha Hadley (1986) han planteado las diferencias los suyos propios. rmos propios. ción y cambios.
entre un administrador y un lfder polftico al analizar cómo hacer una cam-
paña para que un candidato gane unas elecciones en el contexto de la po-
Fuenle: Kernan y Hadley, 1986, frg. 163.
lftica norteamericana de las dos riltimas décadas. Concretamente, examinan
las diferencias entrc un adminisuador empresuid y poUtico, por un lado,
v6 347

¡
de hacerlos aceptar. De nuevo encontramos que la diferencia enre el sim-
ple dirigente y el lfder esuiba en una serie de caracterfsticas o capacidades
Figura ll
Rejilla del liderazgo
personales que afectan signifiativamente la rclación social.
Perc, ¿necesiun lfderes los gnrpos funcionales? Para Freud (lg?1l
1972),1a respuesta no ofrece duda alguna: no hay verdadero grupo si no l-9
Liderazo de 9-9
hay un lfder con el cual se identiñquen los miembros o seguidores. para Liderazo de
alguien como House (1971), la respuesta estarla condicionada a la si- club de campo
equipo
tuación" dado el cuácter sustituo o complementario del liderazgo, sólo ne-
cesario cuando las circunstancias no oftecen una orientación clara- 7
En nuestra opinión, todo grupo necesit¿ un liderazgo cuando confronta
6
situaciones crfticas o nuevas; en otras circunstancias, basta con un buen di-
rigente o administrador, que aplique las normas que hacen funcionar al gru- r
po como sistema (ver Cranach, 1986). Ahora bien, un lfder (o, quizá me- ptr las
jor, un proceso de liderazgo) puede sacar a un grupo de una situación para persmas
4
conducirlo a otra nueva, independieritemente de que las circunstancias in-
mediatas lo reclamen o no, llevarlo a niveles superiores de realización so- 3
cial y aun cambiar su carácter como grupo organizado. En el caso de los
grupos funcionales, un prcceso de liderazgo puede conducir a una orga- 2
Liderazgo
nización o a un gremio a dar un salto cualitativo en eI servicio prestado a empobrecido
la sociedad o en cambiar significativamente su misma funcionalidad, es de- I l-1
cir, la necesidad social a la que responde. Este fue el caso de la lglesia ca-
tólica salvadoreña bajo la dirección de Monseñor Romero. 012345 6789
Preocupación por el logro de objetivos
A la hora de analizar el liderazgo grupal, se ha solido distinguir entre Fu¿nte: Blakz y Mouton, 1g61,
fig. 10.
las dos grandes funciones atribufdas a los grupos: hacia fuera, su tarea (el
logro de objetivos) y, hacia dentro, la atención a los propios miembros. (Fiedler, l9U, 1967, l97g; Fiedler
y Chemers, l9M). La tesis funda_
Es clásica la llamada "rejilla del liderazgo" administrativo propuesta por menral consisre en que la efectividu¿
Rober R. Blake y Jane S. Mouton (1964), segin la cual hay cinco tipos depende "de la adecuición precisu.*.
á. ,os grupos,r-Jr¡[i*.ion",
ro, atributos de la personatidad del
posibles de liderazgo, segin sea el énfasis otorgado por el lfder del grupo lfder, que reflejan su estructura motivocional,
(ver Figura l1): el liderazgo orientado a la tarea, que se basa en la impo-
y el grado en que el lfder
tienen conrrol e influencia soure
ü riruu.-ion,i(ü;ffi, ,rr},"peg. ool.
sición de la autoridad, sin mayor consideración a las personas; el orientado
hacia las necesidades de las personas; sin preocupación por ra tarea ("club
concretamente, Fieüer. propone qr;
realización de tareas obtienen me¡oÉs
l;; lfderes morivados hacia la
,orttuoo, en aquelas condiciones
de campo"); el que no atiende ni a una cosa ni a otra ("empobrecido"), que en que su contror sobre la situación
es o muy grande o muy pequeño,
diffcilmente representa alfun tipo de liderazgo; el que trata de atender a am-
hacia las;iilo;;, iriJñ.oonul..
mientras que ros lfderes moüvados
bos aspectos mediante la negociación ("punto medio"), y el que maximiza obtienen mejores resultados uqu"ua, condiciones en que su control
tanto la atención a los objetivos como a las penonas ("liderazgo de equi- ", sOio moOá.uOor.
influencia sobre la situación son e
po").
Quizás el modelo psicosocial más popular sobre el liderazgo sea el pro-
, Fiedler ha popularizado un mébdo para determinar el carácter de un lf-
der' consisterlte en preguntar a ras peisonas
quién es el miembro de un
puesto por Fred E. Fiedler, conocido como el modelo de la contingencia grupo y organización con el que peoito
han pasado pararealizar una tarea:
(Fiedler,

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Er-ar-ror¡cA orNTtAt 349
arrtat.,r.t '¡ ¡¡ r'¡trllh
¿
en témims técnicos, su cmpafbro de trabajo "merns preferido" ("least- de claridad organizaüva asf como de unas relaciones jerárquicas legftimas y
preferred cowotter" o LFC). Segrtn Fiedler, tres factores son cruciales para relativamente armoniosas,lo que no siempre es el caso.
el desempeflo de un Uden (a) zus rclaciones con los miembros del gnrpo' Ahora bieru el modelo de Fiedler atiende al poder en ra relación entre el
@) la estructura de la tarea gnrpal (la claridad de los objetivos y los pro- dirigente o el lfder y los miembros del grupo, pero no en la relación entre
cedimienos para lograrlos), y (c) la autoridad formal o poder del lfder. el grupo y otro§ grupos sociales, que es la que en deñniüva va determi-
Estos tres factores constituyen un continuo al que Fiedler caracteriza como nando la funcionalidad y status de cada grupo concrero.
"control situacional" (Fiedler y Chemers, 1984). Los estudios, tanto de la-
un modelo diferente sobre el liderazgo es el propuesto por James Mac-
boratorio como de cam¡ro, han llevado a Fiedler a la conclusión de que
Gregor Bums (1978) y que nosotros hemos utilizádo para analizar el li-
aquellos lfderes que califican a sus compañeros menos preferidos de trabajo
derazgo de Monseñor Romero (ver Martfn-Bar.ó, lgglb). según Bums, el
en forma muy negativa (fderes LPC bajos) tienden a ser más efectivos en
liderazgo lo constituyen una serie de relaciones de poder poi ta, que una
condiciones de mucho o muy poco control sin¡acional; "en las situaciones
determinada persona (el lfder), con ciertos motivos e inienciones, y en
más ambiguas y delicadas de control moderado, causadas por la falta de
conflicto o competencia con otras personas, moviliza determinados récur-
compromiso y apoyo de los miembros del grupo o por un problema os-
sos a fin de activar o satisfacer los motivos de otras personas o grupos
curo o diflcil, el estilo más orientado hacia el grupo, más participativo y
(sus seguidores). Dos son los elementos esenciales de ésta concepcion:
abierto del lfder LPC alto logra una mayor moüvación de los seguidores y et
considerar que el liderazgo es una forma de poder y el indicar que se pro-
un comportamiento más creativo para la solución de problemas" (Ctrc-
duce en un contexto conflictivo.
mers, 1987, fig.255).
En primer lugar, el liderazgo es una forma especial de poder y, en cuan-
Muchos estudios empfricos realizados con este modelo han producido
to tal, un tipo de relación entre personas. para Bums, el podeies (a) una
resultados que confirman su utilidad para predecir el desempeño de un gru-
relación, no una cosa; (b) implica la intención o propósitós tanto de quien
po (ver, por ejemplo, Strube y Garcia, 1981). Con todo, un reciente exa-
lo detenta como de quien lo recibe; y (c) es colóctivo, no la simpleion-
men meta-analftico detecta una mayor confirmación del modelo en los es-
ducta de unapersona. A partirde estos supuestos, Bums define el poderco-
tudios de laboratorio que en los esn¡dios de campo (Peters, Hartke y Pohl-
mo un proceso en el que "los detentadores del poder (p), que poseen cier_
mann, 1985). Ciertamente, el modelo de Fiedler ha inspirado la mayor
tos motivos y objetivos, tienen la capacidad de asegurai cambios en la
parte de los modelos sobre el liderazgo que se han elaborado en psicologfa
conducta de un respondente (R), humano o animal, y en el medio am-
social durante las dos rÍltimas décadas, y que han puesto el énfasis en uno
biente, utilizando los recursos en su base de poder"
u otfo aspecto, aunque Sin suponer planteamientos fundamentalmente nue- iBr-s, 197g, pág.
l3). Asf, pues, el poder se compone de dos faCtores esenciales: los moti-
vos. Las principales crfticas que se le hacen estriban en su pobre trata-
vos y los recursos. El liderazgo pone en relación los motivos particulares
miento de la personalidad, en su inadecuada medición de la situación y en
del lfder con los motivos de sus seguidores y esta rclación requiere la
la carencia de un análisis más claro de los procesos comportamentales que
movilización de determinados recursos. Tanto el poder como el liderazgo
llevan al desempeño grupal (ver Rice y Kastenbaum, 1983).
"se miden por el grado en que producen los efectoi pretendidos', (pág.2i¡.
Del modelo de Fiedler se sigue que aquellos grupos funcionales cuyos
El segundo lugar, el liderazgo brota en un contexto colecüvo, en el que
dirigentes se acoplen mejor a las circunstancias en que tienen que actuar
la persona apela a sus seguidores, en competencia con otras personas,
lograrán un mejor rendimiento y, Por tanto, un mayor poder social. Pa- cada
una de ellas como concreción de determinados grupos o intereses sociales,
recerfa seguirse también que, en tiempos normales, un grupo funcionará
o menos contrapuestos. Bums considera que e1 poder permea toda re-
mejor con un dirigente relativamente más orientado hacia las personas Jnás
lación humana, pero el liderazgo presupone que tosieguidbres dispongan
(alto LPC), mientras que, en tiempos de crisis, será mejor un dirigente
de un cierto grado de libertad o posibilidad dé opción. ipor el contrario,
orientado hacia la tarea (bajo LPC), aunque esta conclusión presupone el
poder desnudo no admite competencia ni conflicto hay compromiso"
que, en tiempos normales, los grupos (sobre todo las organizaciones, que
es el tipo de grupos más atendido por el modelo de Fiedler) suelen gozar
(Bums, 1978, pág. 18). -no

350 351
resarse por las necesidades y problemas de las mayorfas oprimidas
Bums distingue dos üpos de liderazgo: el de intercambio y el transfor- del pue-
mador. En el liderzgo de intercambio, el lfder simplemente ofrece a sus se- blo salvadoreño, independientemente de que fueran o ,o parte de la tglásia,
1o que constituye sin duda alguna un nivél motivacional y
guidores algo a cambio de algo, un trueque de cosas de valoc empleos a moral ,rp".ior.
La posibilidad de reaüz¿r este cambio suponfa desarrollai un fuerte poder
cambio de votos, privilegios a cambio de apoyo público, unos servicios a
cambio de otros. En el liderazgo transformador, el lfder se compromete social, no sólo frente a las expectativas, sino frente a las presiones y apre-
mios, morales, económicos y ffsicos (a represión), de otios gropos. y es-
con sus seguidores: reconoce sus necesidades o demandas (asf como las su-
te poder pudo lograrlo la Iglesia católica con el liderazgo de Monsenor
yas propias) y trata de satisfacerlas, P€D ffata sobre todo de llevar a sus se- Ro-
guidores a un nivel superior de necesidades y de moralidad. Por consi- mero, por lo que tenfa de vocero de las necesidades populares más senti-
guiente, este tipo de liderazgo compromete tanto al lfder como a los segui- das, de aglutinador social, y de modelo simbólico co, ei que identificarse
socialmente (ver Martfn-Baró, 198 1b).
dores en un proceso de cambio.
EI modelo de Bums resulta útil para analizar cómo los grupos funcio- 3.2.2. El paro y Ia huelga
nales ejercen el poder, sobre todo en la medida en que los lfderes poten-
ciales son vistos como representantes de fuerzas sociales y, por tanto, si el valor y la importancia social de un grupo funcional radican en el
servicio que presta, la intemrpción de ese serviCio constituye en principio
como portadofes o canalizadores de diversos intereses en conflicto en una
su recurso de poder más valioso, su principal instrumento de presión frén-
detemrinada sociedad. De acuerdo con su üpologfa, un lfder de intercambio
posibilitará et logro de algunos bienes que los miembros del grupo de- te a los otros grupos. En la medida en que la necesidad insatisfecha sea
más importante y vital para la sociedad, o más valorada por algrin
sean. Ahora bien, este intercambio interesado no tiene por qué reducirse a sector
social, mayor será la fuerza del paro y la huelga como instru.n.nlto, de po-
la relación entrc el lfder y sus seguidores; un buen fder contribuirá a que
der. Esa es una de las razones de por qué muchas legislaciones prohiben
el grupo pueda intercambiar bienes y servicios con otrcs grupos, eso sf,
expresamente la huelga en los servicios públicos, que se consideran vita_
en beneficio tanto de los miembros del grupo como del propio lfder y, por
les para el funcionamiento de la vida social. Asf, ei poder de que dispone
consiguiente, de aquellas fuerzas sociales a las que representa más o me-
un grupo funcional en cuanto tal (no por otros recursos que hiya pooioo
nos conscientemente. Asf, por ejemplo, bajo un lfder de intercambio, un
conseguir, pero que nada tienen que ver con la naturalezi de zu función
sindicato obrcro podrá obtener buenas prestaciones a cambio de su sumi-
social) aparece en toda su claridad cuando deja de prestar su servicios y la
sión, y una empresa podrá añanzarse económica y socialmente orientando
sociedad o el sector social afectado enfrentan la insitisfación de una de
su producción preferencialmente a determinados sectores de la sociedad sus
necesidades.
(dependiendo del tipo de producto). El liderazgo capitalizará el poder del
grupo bien sea para que el sindicao obtenga más y rnejores prestaciones, El algunos casos, la huelga afecta directamente al grupo con el cual se
bien sea para que la empresa logre imponer sus servicios o haga aceptar su da el conflicto: el propietario deja de percibir las gananciás de su
empresa,
producto frrente a otJos grupos competidores. el patr'ón se queda sin los servicios necesarios pira su bienestar. pe¡o las
más de las veces la huega constituye un proceso que sólo de forma
En el caso del üderazgo transformador, el lfder moviüza a un grupo de- indi-
recta afecta al grupo contra el cual se dirige. cuandb el gremio de
sarmllando las necesidades de sus miembros, incluso generándole nece- conduc_
tores paraüza el transporte colectivo o cuando los trabajádores de la
sidades nuevas y, de esta forma, activando, incetivando y aun incremen- banca
detienen sus labores, normalmente aquellos a quienes ie plantean las
tando su poder social. El hecho de lograr el cambio del grupo significa un de-
mandas no sufren directamente la falta del transporte (disponen
cambio de sus relaciones frente al resto de los grupos y, por tanto, de su de vehfculo
propio) ni del servicio bancario (rara vez sus propios recr.sos se
sentido social. Con Monseñor Romero, la Iglesia católica como grupo ven afec-
tados). Son otros los que sufren el impacto dé la huelga; pero son precisa_
funcional dejó de mirar preferencialmente sus intereses adquiridos, se des-
mente esos otros lo que se constituyen en grupo que presionari por la
centró perceptiva y motivacionalmente de sus propias exigencias religio-
solución del conflicto a fin de volver a recibiiel iervicio necesario. De es_
sas, entendidas en un sentido restringido (un nivel de motivación y mo-
ralidad cenuando fundamentalmente en la propia organización), para inte- te modo, la huelga tiene la virnrd de generar un efecto social en cadena

3s2
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BIBLIOTECA CEHTfiAT
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353

J
que, en determinadas condiciones, puede constituirse en una inesistible pre- Monseñor Romero ordenó suspender todas las misas del siguiente dorr^
sión masiva. En la medida en que el servicio suspendido sea más necesario
go en todas las parroquias corespondientes a su jurisdicción, y celebrar
y alcance a más y más amplios sectores de la población, más se desarti- una sola misa en la catedral metropolitana. El paro del servicio religioso
culará el funcionamiento social y, por tanto, más poder se ejercerá sobre dominical sirvió para patenüzar simbólicamente ante todos los sectores de
el grupo demandado para que acceda a las demandas de los huelguistas. la población la protesta de la Iglesia. un tiempo después, tras el asesinato
de otros varios sacerdotes y centenares de catequistas y simples fieles cató-
Precisamente porpe la huelga sólo suele afectar indirectamente a aquel licos, el clero organizó una procesión de protesta: varios cientos de sacer-
grupo contra el cual va dirigido, requiere ir acompañada por una serie de dotes y religiosos, revestidos con sus indumentarias ütúrgicas, desfilaron
elementos que multipliquen su efecto. De ahf Ia exigencia de dramatizar en silencio por las calles centrales de san salvador portando una cruz y
las demandas, de generar sfmbolos socialmente inteligibles, de adquirir la una sola manta en la que se lefa "l Bastaya!". Al paso de la procesión, las
mayor publicidad posible, y aun de arrastrar a la misma huelga a otros gru- calles más bulliciosas del centro de Ia ciudad se reveslan de silencio y
pos solidarios. Por eso, uno de los elementos más caracterlsticos de las muda aprobación.
huelgas son las manifestaciones públicas, es decir, aquellas marchas por
las calles de una ciudad que publicitan las razones de los demandantes, las Las huelgas y manifestaciones arrastran a menudo acciorrcs violentas.
dramatizan y asf tratan de despertar la conciencia del resto de la población En ocasiones, los mismos huelguistas recurren a ciertos actos de violencia
y obtener su apoyo. Parte de la fuerza de las manifestaciones públicas es- para posibilitar su movimiento o para dramatizar sus demandas. Formas
triba en la presión moral que se ejerce sobre el grupo contra el que se diri- tfpicas son los piquetes para evitar la entrada de esquiroles o rompehuel-
ge la huelga, al exhibir su presunta injusticia social y al identificarlo co- gas, o la quema de ciertos objetos, simMlicos (muñecos, banderas) o ma-
mo responsable riltimo de los daños que pueda estar sufriendo la población teriales (vehfculos). Pero, como los movimientos de acción no violenta
directa¡nente afectada por la huelga. han puesto de manifiesto en situaciones y circunstancias muy diversas (a
India de Gandhi, los Estados unidos de Martin Luther King, el Brasil de
En un estudio sobre la dinámica psicosocial de tres grupos sindicales Monseñor Helder camara), al desmontarse el orden social con el paro
independientes de El Salvador (Rivas y otros, 1986), se encontró que una pacffico de los huelguistas, emerge la violencia estrucnral mantenedora de
de las fuentes fundamentales de su poder, que permitfa a cada sindicato rea- ese orden, pero que en el dfa tras dfa se encuentraagazapada tras las rutinas
lizar huelgas y llevarlas a término, era la solidaridad de otros sindicatos, y las normas de comportamiento habituales. un reciente caso patético
que ayudaban financieramente (permitiendo asf la subsistencia de los huel- ocurrió en Rio de Janerio en enero de 1988, cuando un carro militar
guistas y aliviando la presión para que se reintegraran aI trabajo) y mo- "IJrutu" se situó frente a un centro prlblico de salud mental, la colonia
ralmente, mediante paros simbólicos y la participación en algunas mani- Juliano Moreira, cuyo personal discrepaba de tas directrices oficiales sobre
festaciones de protesta. Parece que la solidaridad social como recurso de po- salud mental y apoyaba solidariamente a la dirección destitufda de ot¡o
der de los grupos funcionales remite a la conciencia de clase, ya que in- centro psiquiátrico, el Pedro II. paradójicamente, la forma más dramáüca
volucra la participación en un conflicto que, en su aparente formalidad, no que puede adquirir una huelga es aquellas en que los huelguistas dirigen el
afecta más que a un determinado grupo funcional, en nuestro caso, un sin- máximo de violencia "no violenta" contra sf mismos, es decir, la huelga
dicato. de hambre. Algunos de los principales triunfos de Gandhi fueron logradós
El carácter que puede adquirir un paro, una huelga y una manifestación mediante huelgas de hambre.
quedó patentizado en El Salvador por dos acciones realizadas por la Iglesia
La huelga suele involucrar serios riesgos para ros huelguistas. I¡s tres
católica bajo el liderazgo de Monseñor Romero. En 1977, un sacerdote de más importantes son: ( I ) el que se décida prescindir definiüvamente del ser-
una parroquia rural, el P. Rutilio Grande, y dos campesinos que viajaban vicio paralizado, por ejemplo, cerrando la fábrica o empresa; (2) el que se
con é1 (un anciano y un niño) fueron asesinados por terratenientes locales, despida y sustituya a todos los huelguistas, por ejemplo, contratando un
furiosos por la actividad conscientizadora y organizativa que la Iglesia pro- nuevo equipo de controladores aéreos; y (3) el que se someta a los huel-
movfa entre los campesinos y trabajadores de la zona. Ante este hecho, guistas a represión ffsica, por ejempo, hosügándoles, apaléandoles, po-
que marcó el inicio de una sangrienta represión contra la Iglesia católica,

354 355
niéndoles en prisión y aun matándoles o "desapareciendoles" (métodos es- dose constantes otras condiciones, cuanto más corrciencia social tenga
un
tos dos últimos que puedenparecerexagerados sobertodo a quienes viven individuo, mayor será la probabiüdad de que participe en un pam o en una
en pafses europeos, pero que son moneda relativamente común en los paf- huelga (ver Texto 24). Sin embargo, esta formulación no resuelve total-
ses centroamericanos). mente el problema ya que, si la conciencia social y la de clase representan
una continuo, no se indica en qué punto de ese continuo el indiviáuo se in-
Todos esos peligros welven más diflcil y significativa la participación
clinará a participar en un paro o huelga. Esta decisión más bien parece que
de las personas en un paro o huelga. Por supuesto, no es 1o mismo que se
será el resultado complejo, no sólo de la conciencia del individuo,
vayan al paro los trabajadores de una empresa a que se vayan al paro los sino de
los otros tres factores: el miedo a las consecuencias, el liderazgo grupal y
mismos empresarios, como ocurrió en EI Salvador en febrero de 1987
el carácter de la huelga. L¡ actual quiere decir que, en deterrñinadas cir-
para protestar contra las polfticas económicas del gobiemo; los peligros
cunst¿ncias, ni siquiera aquellos con una fuerte conciencia se animarán
señalados afectan al empleado (incluyendo a los profesionales) y al obrero, a
participar en un movimiento huelgufstico.
no a propietarios y patrones.
Hay por 1o menos cuatro factores fundamentales que determinan la par-
ticipación de una persona en un movimiento huelgufstico: su conciencia
social, el miedo al riesgo inherente, su percepción de los lfderes grupales,
Texto 24
y el carácter de la misma huelga (ver Rivas y otros, 1986). La incorporación a la lucha sindical

En primer lugar, /c conciencia social. Se trata de aquel saber sobre el El motivo por el cual yo me incorporé a la lucha sindical ha sido por
grupo mismo y sus necesidades, los problemas que enfrenta y cuáles son una serie de factores; hay tanta injusticia, la he vivido, la he sufrido;
esto
sus caus¿ls. La conciencia social sólo llega a conciencia de clase cuando el me ha servido a tomar conciencia de la lucha. ya a los ocho años
de edad
conocimiento desborda la realidad del grupo funcional mismo para penetrar yo iba a vender gasensas y cuidaba c¿uros. Eso me ha servido para
ir viendo
en las rafces estructurales de los problemas y se traduce en una actividad por qué nuestros padres nos han tenido asi las condiciones
en que ellos
consecuente. Por tanto, toda conciencia de clase es conciencia social, pero han estado, po"o que han ganado... Todos estos factores son tos qu" a
1o
no toda conciencia social es conciencia de clase. Este saber consciente no uno le han ido dando la pauta para ir despertando y el por que áe
U
necesidad de uno de ir integrándose a la luchá. En un piinciiio yá pensaua
constituye una altemativa radical del "todo o nada" (o se tiene o no tiene
que por medio de la lucha se logran aumentos salariales
conciencia social o conciencia de clase), sino que constituye un continuo en forma pacifista,
pero después me fui convenciendo de que los aumentos
de más o menos. Además, este continuo no es simple, es decir, confor- no son la solución
a los problemas de los trabajadores, sino que es parte de
un paliaüvo de las
mado por un solo elemento de carácter cognosciüvo; por el contrario, se necesidades que tenemos todos los rabajadores.-Esto signifiL que
tenemos
trata de un saber complejo, mezcla de diversos conocimientos, intrfnse- que seguir dando una lucha más trascendental que venga
a suplirista esruc-
camente vinculados a sentimientos y prácticas. Por ello, cuando se habla, tura de dominación a la cual estamos sometid-os tanto obreros como
cam-
por ejemplo, del "máximo de conciencia posible", que es el conocimiento pesinos.
más profundo que sobre la propia realidad de un grupo pueden adquirir sus
miembros mientras no cambie la realidad grupal (su confrguración, sus (Del testimonio de w sindicalista salvadoreno.)
componentes, sus prácticas), no se hace referencia a un simple proceso Rivas y otros, 1986, póg.70.
cognoscitivo, como serfa afirmar que existe un solo esquema disponiblc
con el que no se pueden captar más datos sobre el grupo; a 1o que se re-
fiere es a una situación donde la propia estructura y funcionamiento del
El segundo factor determinante de la participación de un individuo en
una huelga es su miedo a las consecuencias. yá hemos
grupo, los intereses creados y las normas imperantes, impiden la modifica- señalado anterior_
ción de los esquemas existentes o la elaboración de otro nuevos. T-.lq los peligros a que se expone er trabajador en huerga en pafses como
EI salvador, desde la pérdida de su empleo hasta la de si propiu
vida. Las
¿Que grado de conciencia es necesario para que un trabajador participc campañas masivas de represión, el terrorismo de es[ado, no
uan dirigidos
en una huelga? En principio, parece que se puede afirmar que, mantenién-

BlúLlüTÉ,Ü¡ ürirrl )'¡:.1:!. ¡357


BItV¡I[rF¡rr,lr trt :rñ ñ,\AWn,f* i J,t

J
únicamente contra los oposiorcs polfticos, sino conEa todos aquellos sec-
tores de la población que constituyen potenciales apoyos objetivos o sim- Texo 25
paüzantes de la oposición. Y en esta categorfa entran todos aquellos tra- El miedo a la represión como mecanismo de segrridad
bajadores que participan en algun movimiento huelgufstico, particular-
mente sus lfderes. En varias oportunidades durante la presente década del Los temores existen como ser humano, lo vernos como üem(tr, miedo,
ochenta, cuando los transportisas salvadorcflos amenazaban con paralizar decimos precaución... Sabernos que el enemigo es poderoso, sabemos
su seryicio, cada conductor recibfa la visita de algún grupo miütar o pa- cuánta gente ha desaparecido, entonces nosoúos no quisiéramos desaparecer
antes del tiempo. Algunas personas di@n: "éste es miedoso," pero otras
ramilitar que le avisaba que no participara en el paro o que se atuviera a
que no han sido miedosas ya no se ericuenmn vivas.. Io importante es
las consecuencias. Y es bien sabido, por mencionar un caso muy distante,
qué más se puede hrcer, aprovechando el miedo... Entonces el mie& hace
cómo las trop¿ls israelfes fuerzan a abrir sus establecimientos a los comer- reflexionar a la persona y conocer cuándo debe retirarse, conocer cuándo se
ciantes palestios que participan en paros nacionalistas o dinamitan las casa puede avanzar, avisar cuándo se puede hacer una cosa cuándo no... De lo
de aquellos sospechosos de promover los movimientos huelgfsticos. conEario, si no existiera el miedo, la lucha desde hace mucho tiempo se
Elfzabeth Lira (1988) señala qt¡e, entne las consecuencias psicosociales hubiera perdido... La lucha no se pierde por el miedo, se gana por el mie-
más importantes de la represión polftica, se encuentra el miedo inhibi- do, porque eso le da al individuo capacidad de táctica, le da capacidad de
deci¡: "Miren, hasta aquí lleguemos."
torio. "Entr€ las corductas ligadas al miedo en situaciones polfticas, el
comportamiento de las mayorfas tiende a ser silencioso, inexpresivo, in- (Del testirnonio de un siltdicalista salvadoreía.)
hibitorio, autocensurado y, de esta manera, ha sido descrito reiteradamente Rivas y otros, 1986, ú5. 85.
como despolitización" (Lira, 1988, pág. 152; ver, también, Lira, Weins-
tein y Salamovich, 1986).
Resultarfa erróneo o ingenuo (por no decir cfnico) afirmar que una cosa El tercer factor que influye en la participación de un individuo en una
es el activismo y la represión polfticas y otra el activismo y la represión huelga es su percepción d¿ los lfderes grupales. No es 1o mismo la situa-
laborales. La historia del movimiento obrero en todo el mundo, sin excep- ción de un obrero o campesino que percibe que quienes dirigen al grupo se
ción, muestra la intrfnseca conexión entre las luchas laborales y el orden encuentran seriamente comprometidos con los intereses grupales, que no
polftico. Pero en una situación como Ia de El Salvador la conexión es
pretenden ganancias exclusivas para ellos y que son consecuentes con sus
todavfa más patente: a pesar de que la constitución actual reconoce el de- planteamientos, que cuando se percibe en los dirigentes intereses perso-
recho a la huelga, en la práctica toda huelga es decretada casi automáti- nales creados, ganancias individuales o, simplemente, incoherencia entre
camente ilegal y, en consecuencia, es calificada como "subversiva". Y es 1o que predican y lo que hacen. En este sentido, es indudable que Freud in-
que, de hecho, tan amenazadora para el orden socioeconómico es la lucha tuyó una realidad muy profunda de los procesos grupales, cuando señaló el
que desarrolla la insurgencia armada como las simples reivindicaciones papel crucial de la identificación de los miembros con sus dirigentes:
laborales, cuya satisfacción requerirfa precisamente un cambio sustancial diffcilmente un trabajador se irá a la huelga si no siente que quienes lo di-
de ese ordenamiento socieconómico.'Nada de extrañar, entonces, el miedo rigen tienen un mfnimo de credibilidad y coherencia; más aún, diffcilmen-
que puede experimentar el grupo funcional en su conjunto a la hora de lan- te un sindicato podrá lanzarse a una huelga si sus dirigentes no tienen al-
zarse a una huelga o cada trabajador en concreto en el momento de deci- guna de esas caracterfsticas, ya que corren el peligro de no ser seguidos por
dirse a participar en ella; lo que está en juego no es sólo su empleo, sino el resto de trabajadores (ver Texto 26).
su propia vida. Y, frente a esta amenaza represiva, la inhibición ("dcs-
politizada") es una respuesta bien comprensible y normal, incluso un mc- El último factor determinante de la participación de un individuo en
canismo de seguridad (ver Texto 25). una huelga es el carácter de la huelga misma o, dicho de otra manera,
cuáles son las causas y objetivos que llevan a la huelga, las circunstancias
en que se produce asf como sus perspectivas de éxito. El carácter de una

358 359
cundario de la vida laboral. cuanto más importante sea
er derecho
quebrantado y más patente su violación, *ás
Texto 26 disposición habrá a
participar en el movimiento reivindicativo. En
El liderazgo sindical otras palabras, la par_
ticipación en una huelga esrá en reración con ra
de la injusücia que la desencadena.
rro;p"id del grado
El sinücato de aquf habíra venido en decadencia- Por ejemplo, un se-
cretario general que hubo... A ése sólo lo que le gustaba era el dinero. Era O) cuando los problemas sean de naturaleza colectiva, es decir, afecten a
inteligente, pero le gustaba tomar (beber) mucho. De altf vinieron otros todos o al mayor n1|m:ry de trabajadores de un gremio y
organiza_
compañeros iguales... Pusieron a otro directivo general que era malo para ción, habrá más posibilidades de qüe los miembroí del gnipo
decidan
trabajar, no hizo nada. Otra compañera decia que si no le daban dinero a participar en un paro o huelga. se incluyen aquf
aquelio.'"uro, qu.,
uno, entonces que no agafrara nadie... La directiva del sindicaüo no $vo pre-
sencia. Los asesores sólo venfan a regaflar, les declan a los rabajadores que
aunque directamente só10 afecten a un individuo o á *
pequeño nri-
mero de trabajadores, son percibidos como casos ejemplares
que pue-
éramos aquí, que éramos allá, y no se daban cuentia de los problemas in- den aplicarse a todos. Este es el caso cuando ,, ,*puiru
temos.
de una em-
presa a un trabajador por realizar algo que
es práctica común de la
Yo en ese tiempo no me quedaba a una asamblea, porque yo ya sabía mayorfa o por plantear arguna reivindicaóion qúe representa
el sentir
cómo venía trabajando. Yo más bien estaba decepcionado... Por eso más colecüvo.
que todo no me involucraba en nada del sindicato. Incluso el año pasado
me propusieron para aceptar el cargo de secretario general. "No," dije yo.
(c) A fin de participar en un paro o huelga el individuo
debe percibir (co-
"Yo no puedo aceptar en esas condiciones porque si uno va a trabajar, pues rrectamente o inconectamente, ésa es otra cuestión) qu".t
problema
que sea a conciencia." Hasta hoy he visto que ha entrado otra clase de gente es rcsoluble y que depende de aquella instancia contía
ia que se rcahza
a trabajar un poquito más. Incluso yo ya he participado en marchas y en la demanda. ciertamente, hay oportunidades en quc toslrupos
oeci-
hacer otras cosas para el sindicao. den plantear reivindicaciones qué de antemano saben
no püeden ser sa_
tisfechas, precisamente para hicer aflorar un conflicto. pero
en esos
(Testirnonio fu un obrero salvdoreño.) caso§' que por lo generar son de carácter predominantemente
polftico,
Rivas y otros, 1986, págs.77-78 o-se trata de grupos con un elevado nivel de conciencia
de clase, o
bign se aniesgan a sufrir un serio y rápido fracaso po.
rata de segui-
miento.
huelga tiene, por tanto, dos aspectos: uno, objetivo, y otro psicosocial. (d) Finalmente, el paro y sobre todo la huelga deben ser percibidos
como
El aspecto objetivo se refiere a la realidad de Ia huelga misma: en qué el tiltimo recurso p.ara resolver un problema. precisainenáporque
ra
consiste, contra quién se dirige, cuáles son sus razones y objetivos, con huelga entraña serios peligros, su réalización debe qu.our
qué apoyos intemos y extemos cuenta, qué peligros entraña, etc. Todos
ri..pre co-
mo la altemativa ñnal, una vez fracasadas otras rormas
de resolver el
ellos son factores que, de manera más o menos consciente, influyen para conflicto. Dicho de otra manera, las personas sólo verán
que un individuo decida participar o no. A partir del estudio de Rivas y
como ra-
zonable su participación en una huergaiuando
sientan que no cuentan
otros (1986), de otros varios estudios (ver, por ejemplo, un valioso ya con otras altemativas para lograr aquellos
objetivos que consideran
estudio psicosocial de Wanderley Codo con sindicalistas aeronáuticos nece§arios, justos y urgentes.
brasileños; Codo, L987), asf como de diversas observaciones sobre los
conflictos laborales en El Salvador durante las dos últimas décadas, sc . -BP. luaúo tr¡n¡os se preden sintetizar afirmando que la participación
de los individuos en un p:rro o huerga está en relación
pueden plantear cuatro hipótesis sobre la participación de las personas en cbn et üntido y ne_
ccsidad que perciben en esa acción. Et esrudio oe nivas y
una huelga que deberán ser todavfa más corroboradas empfricamente. ooo.irggol t u
mostnado que los miembros de los tres sindicatos
(a) salvadóreño,
Para que un trabajador acepte participar en un paro o huelga debcrá o¡taban dispuestos a cofrer riesgos incluso grandes "rruoiu¿o,
siempre y cuanoo vie-
percibir que se trata de un problema importante, no de un aspecto sc-

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los lfderes pretenden llevar a sus seguidores más allá del lfmite de su re-
ran con claridad que la acüvidad tenfa un significado, un valor, una impor-
sistencia o a áreas de confrontación más aniesgadas; por ejemplo, al man-
tancia. Era el sentido de la actividad 1o que más les determinaba a parti-
tenimiento de una postura inflexible o a la realización de alguna acüvidad
cipar o no en una actividad, y no tanto la inhibición producida por el mie-
de protesta violenta. En esos casos y, en general, a medida que se radica-
dó o las presiones grupales. Ahora bien, como ya se ha indicado, la signi-
ficación de una actividad como una huelga depende también de la con- liza un movimiento huelgufstico, se va produciendo una pauiatina cuando
no una acelerada desección de los participantes. Como en otros tipos de
ciencia de los individuos, ya que aquellos con mayor conciencia ven el sen-
movilización social, a medida en que un grupo se radicaliza, eI númiro de
tido de una acción en la que otros con menos conciencia no perciben máS
sus miembros se reduce a aquellos más conscientes, convencidos o fanati-
que sus costos y riesgos.
zados, según el caso (ver Milgram, 1969; Brown, 1972, págs.732-7g7)
La participación en una huelga puede producir consecuencias muy dife-
rentesin taJpersonas, según sea su carácter, su duración y, Sobre todo,
sus resultadoJ. En general, la participación en un movimiento huelgufs- BL/t¡lA' utuDES,stL.oF /
tico tiende a incrementar la conciencia social de los participantes e incluso
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su conciencia de clase. Esdiffcil que, independientemente de su resultado, Pt,)lvtP tst htAD[ra .

A1u¡lro tnAp, ul¡jlltl /


el huelguista no perciba las conexiones de lo laboral con Io polftico, asf .á- ttis/uar'-
como las rafces estructurales de los conflictos, que los hacen mucho máS
complejos de 1o que pueden aparecen desde una visión superficial. El he-
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NO ESTATN
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cho miimo de pasar a la ación y no quedarse en el simple conocimiento, l._l
abre perspectivas nuevas sobre la realidad del propio grupo y de su enrai-
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zamiéntoen el Sistema social imperante asf como sobre el mismo orden


social, es decir, ampÍa el ámbito sobre el que el individuo puede tomar
conciencia. La importancia que pan la realización de una huelga tiene su senüdo
sin embargo, una mala conduccción de la huelga, su prolongación ex- nos lleva a una última observación. Al analizar la situación de un "pueblo
cesiva o un grave fracaso pueden ocasionar el sentimiento de inutilidad c joven" peruano, tensionado entre la necesidad de integrarse a la cultura do-
impotencia frente al poder del grupo demandado (a patronal, la dirigencia minante (criolla) y la de conservar la propia identidad cultural y social
de una empresa, el mismo estado),la frustración e incluso el desengaño dc (indfgena), cristina Herencia (1988) encuentra que al trabajo se lé asigna
los participantes. El agotamiento de los recursos para sobrevivir asf como un valor supremo; para esta población indfgena,la laboriosidad es la ma-
el cansancio ¡nr Ia tensión generada por el conflicto, hacen que la prolon- yor virud de hombres y mujeres, de individuos y grupos. Es el trabajo la
gación de una huelga resulte insostenible para algunos e incluso la ma- fuente no sólo de subsistencia, sino de identidad y de status. Frente a este
yorfa de los participantes. valor, real y simMlico, del trabajo, el paro y la huelga consütuyen ac-
ciones cuyo sentido no es fácilmente comprensible y qué más bien se pres-
Una de las experiencias más frystrantes suele ser la comtpción de los
tan a interpretaciones peyorativas.
lfderes de un movimiento huelgUfstico, que "traioionan" a sus seguidorcs
y "Se venden" por ganancias personales; el desengaño que esto produce ctt La observación no sólo es válida para la población indfgena del peni,
un grupo suele tener consecuencias de muy larga duración y puede prc sino también para otros pueblos latinoamericanos. hecisamente porque
cipitar el desmembramiento e incluso la desintegración del grupo. Hay si uno de los estereotipos más caracterfsticos que se aplican al latinoameri-
tuiciones, sin embargo, en que los lfderes logran con realismo aquellos cano, en particular al indfgena, de manera similar a como se aplicaron aI
arleglos que, dadas las condiciones, máS benefician al grupo que lidereall, colonizado, es elde ser"haragán," "vago" e "indolente" (verAlátas,1977;
pero que son ma1 interpretados por los miembros del grupo o por algútt Fanon, 1972; Memmi,lgTl; ver, también, Montero, l9g4; Marln Baró,
iectoimás radicalizado, 1o que puede conducir también al desmembri¡ 1987a,1988a), el paro o la huelga puede constituir en ocasiones r¡na ac-
miento o desintegración grupal. Por el otro extremo, existen casos en (ltl('

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no da eI sentido adecuado de la actividad de una organización,
ción de sentido social equfvoco. Para el pueblo salvadoreño en particular, como un
hospital o una fábrica.
cuyas circunstancias de sobrepoblación, opresiva miseria y desempleo
masivo le llevan a valorar en alto grado la laboriosidad y el contar con una Esto no quiere decir que el profesionar o rabajador gremiar pueda
defi_
ocupación remunerada, el paro y la huelga no collstituyen sfmbolos de nir arbitrariamente o a su antojo su actividad funcional,és decir,
como mé_
fácil comprensión. dico o abogado, como zapatero o carpintero. Ante todo, la propla
natura-
leza de su quehacer le impone unas exigencias técnicas, quL
individuo
4. La actividad de los grupos funcionales tiene-que asumir, y que.incluso le obligan a actualizarse ór, so"i profesión
Adicionalmente, la institucionahzacióÁ y legalización de los gremios
De acuerdo con el esquema planteado, la actividad propia de un grupo al
interior de cada sistema social suele involucrar el establecimiento
constituye su tercera caractelstica esencial. En el caso de los grupos fun- de una
serie de norrnas profesionales, de un código ético y de unos
cionales esta at'irmación resulta casi redundante ya que, por definición, un criterior mi_
nimos de funcionamiento y caridad, que ét indiviáuo no puede
grupo funcional es aquel que cumple una función, es decir, que realiza una ignorar,
sino que tiene que aceptar para su práctica.
tarea en respuesta a una necesidad o exigencia social. Es su acüvidad en re-
Esta¡ normas y exigencias suponen un contnol social sobre
lación con otros grupos al interior de un orden social 1o que da su iden- .
siones liberales güe, en algunos pafses como los Estados unidos,
ras profe-
tidad al grupo funcional como tal. han ido
minando la tradicional autonomfa del profesional. segrln Marie
Es importante subrayar que la actividad de un grupo no se reduce a al- R. Haug,
lo que se está produciendo constit,ye una desprofesiínafizción, entendida
gunos de sus actos concretos y mucho menos a la conducta de alguno de
como la desaparición-del prestigio y confianza que anteriormente
sus miembros. La actividad funcional supone una secuencia organizada de la pobla_
ción_ tenla en los profesionales riberares, to qué priva
actos (grupales) y/o de comportamientos (individuales), estructurados entre a esos gremios del
"poder para establecer sus propias regras respec[o a lo que
sf y orientados hacia el logro de un objetivo, que consiste precisamente en co,-nsütuye un
trabajo saüsfactorio" q{aug, 1973, pág.196). De fondo, io qu,
aquello que responde a la necesidad o exigencia social: la elaboración de un oru*, ,r_
producto, larealización de un servicio. El sentido de lo que un grupo fun-
grin Haug, es que la cüentela de ros profesionales ya
mgnte en un "paciente" o en un "cliente," atado al médico
no **irt simple-
cional hace se encuentra en el todo de su actividad, y no en los actos o o al abogado lo_
cal, sino en un "consumidor" que puede contrar con altemativas
comportamientos parciales que lo constituyen. Por eso, el atomismo ca- y que eli_
ge la que más le parece.
racterfstico de ciertas corrientes piscosociales, que pretenden tomar como
unidad básica de análisis una conducta o un acto aislado, puede oscurecer un enfoque altemativo mantiene que ro que se está produciendo qs una
el carácter del quehacer grupal y, ciertamente, dificulta la comprensión de proletarizacion de las profesiones tiuer¿es. No
sólo ón tos jarses oesa_
su sentido histórico y social, es decir, de lo que cada grupo funcional repre- rrollados, sino que también en nuestros pafses se observa
la'tenderrcia a
senta y aporta socialmente. formar equipos intra e interdisciplinarei: ros médicos, poie¡Lpro, s"
juntan en equipo para abarcar las diversas
Hay una significativa diferencia entre la actividad de los gremios y la dc especiaridadeie inóluso orga-
nizan una clfnica u hospital, donde requieren los servicios
las organizaciones: en muchos casos, la actividad gremial es realizada por de ouos grc-
mios, como enfermeras, secretarias o encargados de la
cada miembro del gremio en particular, mientras que, por principio, la ac- rimpieza. otro
tanto hacen los abogados, 10s arquitecüos o loi economistas.
tividad de una organización requiere el aporte complementario de varios in- ú¿s arln, es
claro que la mayor parte de las vices son organizaciones yu
dividuos, cada uno de los cuales pertenece a un gremio diferente, es decir, ,*isrnt , u
organizaciones nuevas, iniciadas por quienes disponen
desempeña distintos roles. Por consiguiente, el sentido de la actividad dc de tos recursos
económicos necesarios,las que contratan estos equipos pluri
los gremios puede estar en el quehacer del individuo, mientras que, en cl o interdisci_
plinares. Asf, es cadavez más frecuente que el prorésiona
caso de las organizaciones, ese sentido debe buscarse en el trabajo del gru- no rabaje por
su cuenta, sino que se¿ contratado por una organización
po como un todo. Asf, un médico o un abogado, un zapatero o un car- y, por tanto, que
se convierta en un proretario que no ofrece ,ái que
pintero, pueden realizar por sf solos la actividad correspondiente a su ,u t uúájo «por técnico
que sea), sobre el cual ni siquiera tiene un
profesión u oficio. En cambio, el trabajo de un solo profesional u obrenr control üotal, ya queiale.arqura

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