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VEINTICINCO

Mi nombre es María. María como el nombre más común entre las mujeres y el anexo de
varios nombres compuestos. Un nombre bonito para la mayoría, pero odioso por mí,
porque vayas donde vayas, aun estando con veinticinco personas alrededor tuyo, estoy
segura de que alguien se llamará María o parte de su nombre compuesto tendrá María,
sin excepción y totalmente corroborado por parte mía. Que cuando vas por la calle y
alguien de pronto grita “María” tengo la obligación de mirar porque pienso que es por
mí y te das cuenta que más de una persona se voltea para ver si es a esa persona llamada
“María” a la que está llamando la atención.

La historia de mi vida es bastante aburrida con momentos puntuales de emoción,


tristeza, enfado, de momentos de tocar fondo y eso que tan sólo tengo veinticinco años.
Veinticinco años que equivalen a un cuarto de siglo, una comparación bastante ridícula
pero real y que realmente esos años no significan nada en la vida porque no has vivido
aún todo lo que te queda por vivir hasta el triste momento de dejarlo todo y partir al
descanso eterno. Sí, he de reconocerlo, soy bastante pesimista a lo que el paso del
tiempo se refiere, pero intento mirar el lado bueno.

Y todo este conjunto de palabras son sólo un pedazo de mi vida y de mi memoria y de


lo que uno dice que siente por dentro y que llama sentimiento. Estas palabras están
dirigidas a mi ángel guardián, a la persona que hace unos años me dejó en este mundo
para descansar por fin en paz y que quiero plasmar en este texto para que dentro de unos
años, cuando vuelva a leerlo ya con algunas arrugas en mi cara, recuerde que en ese
entonces te echaba de menos y que te lo seguiré echando pasen los años que pasen.

Estas palabras te las dedico a ti, que me enseñaste que la gente buena al final tiene su
recompensa y que hay gente malvada que no sabe apreciar a este tipo de personas y
suelen jugar con ellas. Aun hoy no puedo olvidar tu mirada triste mientras te dabas
cuenta de que la mayoría de las personas que estaban a tu alrededor desaparecían,
incluso aquellos que presumían de ser de tu propia sangre, quedándonos solamente
mamá, yo y la “peque” contigo. Cómo me enseñaste que se podía luchar día a día y
sonreír ante los malos momentos para que nosotras mismas no nos pusiésemos tristes al
verte, porque sabías muy bien que si tú estabas mal, nosotras lo estaríamos contigo y
querías evitar a toda costa aquella sensación. Descubrí que soy una persona valiente y
fuerte que supo llevar la situación de tu enfermedad con entereza y que siempre estuve
ahí para lo que necesitabas. Que para mí fue un honor cuidarte como lo hice a pesar de
dejar de lado otros asuntos de mi vida que en ese momento carecían de importancia
porque tú eras más importante y, sinceramente, no me arrepiento de ello, ni siquiera de
haber faltado a clases cuando tenía que ir contigo al médico y se me pasaban las
mañanas volando porque aun estando enfermo, mirabas la vida con optimismo y
procurabas que no fuese muy pesado para mí.

Pero dejémonos de tristezas, porque la verdad es que hoy en día puedo decir que soy
feliz, muy feliz a decir verdad. Hace pocos días cumplí veinticinco años y aunque tú no
estés, sé que desde donde te encuentres estarás felicitándome y deseándome lo mejor. Y
yo como agradecimiento te escribo esta carta que te prometo que no será muy larga. Sé
que es un poco tarde para decir estas cosas, o tal vez parezca una locura hacerlo, pero
ahora mismo comprendo muchas cosas que antes no entendía y me sentía con fuerzas
para escribirte estas palabras. Voy a ello.

¿Recuerdas cuando era pequeña y quería ser maestra? Pues ya no lo quiero ser, me he
dado cuenta que la educación no es lo mismo porque tengo muy poca paciencia para
enseñar y seguramente acabaría siendo un desastre de profesor; así que en su lugar, voy
a estudiar pedagogía, no es lo mismo que ser profesor, simplemente, en lugar de enseñar
a los niños quiero ayudarlos, ayudarlos más de lo que me ayudaron a mí en mi infancia,
aunque no tengo ninguna queja de ti, nunca la podría tener porque estuviste cuando
debías estar e hiciste lo que debías hacer. Me gusta mucho y tras haber abandonado mis
estudios porque me volví alguien bastante vago, he vuelto a retomarlo con muchas
ganas y tengo el objetivo claro de conseguirlo con esfuerzo para que puedas sentirte
orgulloso de tu niña.

Pero pasando a otro tema, porque mi destino estudiantil es algo bastante obvio que
sabes que sacaré adelante porque tú mejor que nadie me conocías y que siempre consigo
lo que me propongo cueste lo que cueste, aunque no te negaré que sigo siendo bastante
vaga, para qué negarlo, en eso aún no he madurado. En cuestiones personales y de
amoríos no te voy a decir nada, no has cambiado para mí, porque te conozco, y el saber
que tengo un novio y que posiblemente no haya estudiado derecho, no te guste mucho la
idea de que me vea con él, pero estate tranquilo, que por ahora no tengo relación alguna
con nadie y por el momento no voy a tenerlo, no me apetece, estoy bien estando soltera
para tu agrado.

Tengo que avisarte de que ganamos el mundial, porque sé que tú eras un forofo del
fútbol y que si hubieses estado con nosotras seguramente hubiesen gritado gol en cada
anotación de nuestro equipo con el grito intenso de esa palabra que a veces me causaba
gracia porque vivías el partido con emoción y te vas a extrañar, pero me sigue
encantando el fútbol, es una de las cosas que disfrutaba viendo contigo y todavía sigo
disfrutando y por extraño que parezca, soy de las típicas chicas que gritan gol cada vez
que anota el equipo de la que soy fan.

Bueno, pasando del fútbol que siempre termino enrollándome y eso que no te he escrito
como va tu equipo favorito, pero no te lo voy a decir, porque si lo llegases a saber
seguramente te enfadarías, así que mejor no te escribo nada en relación esto.

Y bueno, como tengo veinticinco años, te preguntarás qué es de mi vida laboral…, pues
bien, es un completo fiasco. Llevo año y medio sin trabajo porque justamente cuando
tengo la suerte de ponerme a trabajar tras estudiar resulta que estalla una crisis
económica en el país, bueno, y en el mundo. La mayoría de los jóvenes acabamos sin
trabajo por el simple hecho de no tener experiencia y las empresas tienden a contratar a
gente con experiencia y de eso lamentablemente no tengo porque preferí estudiar como
a ti te hubiese gustado, pero que conste que no es un reproche, no me arrepiento de
haber estudiado.

Pero cambiando el tema de los estudios, ahora mismo estoy viviendo en casa, donde
vivíamos todos, porque no tengo trabajo y si no tengo trabajo, no tengo dinero y si no
tengo dinero, no tengo casa, ni carnet de coche, ni coche, ni vacaciones de verano… y
gracias a que mamá trabaja en lo que se le da bien y por el Ayuntamiento, aunque sea
sólo unos cuantos meses, sino estaríamos peor, sin duda. No sabes la suerte que has
tenido en este punto, de no estar, porque seguramente estarías agobiado con llegar a fin
de mes, sin trabajo seguramente porque trabajabas en la construcción y estarías
decepcionado del país y de los bancos como nos ocurre a la mayoría de las personas que
convivimos en esta época y que vivimos anclados a no saber si mañana esto mejorará o
no. Aún así que conste que hubiera preferido mil veces tenerte aquí con nosotras.

Así que no me quejo mucho, tengo a mamá conmigo que me ayuda, tengo a la “peque”
que da alegrías con las notas que saca en la carrera y bueno, no te lo he puesto antes,
pero tenemos un perro, uno grande que si te pega un ladrido por la ventana seguramente
no te atrevieses a entrar en casa, porque es un perro grande, pero realmente “Layka”,
como se llama, en honor a la primera perrita lanzada al espacio por los rusos, no es lo
que parece, te aviso, ya que es un pitbull mezclado con bóxer, y hace honor a la frase
“perro ladrador poco mordedor” porque es un pedazo de pan y muy cariñosa, es una
pena que no llegases a conocerla, aunque no se yo que hubieses pensado si hubieses
visto como nos dejó el sofá un día que nos ausentamos de casa. También tenemos un
par de pájaros que no sé ni qué son y un pez solitario, pero no te diré porque está solo,
es bastante triste la historia, sólo puedo decirle que le salvé la vida, y supongo que estos
bichos no se pueden catalogar como animales de compañía, así que no te hablaré más de
ellos.

Creo que ya no tengo que decirte nada más, mis amigos me ayudan cuando pueden,
aunque cada uno tiene sus defectos, pero también tienen virtudes que les hacen grandes
y han estado presentes cuando les he necesitado.

Bueno, también el hecho de que sigo pensando que soy de las personas que nacen
estrelladas en esta vida, pero lo supero con las pocas y grandes alegrías que me llevo
por mí misma y que me dan los demás, opacando el resto de situaciones adversas que
tengo en mi día a día y que siempre te recuerdo porque sé que me hace sentirme bien y
con fuerzas, porque el mejor recuerdo que me llevo es que fuiste un hombre luchador y
que veló por los demás, sin pedir nada a cambio.

En fin, papá, ya te he escrito lo que creo que es una reflexión personal sobre mí y mi
vida y te la dedico a ti, porque eres mi fuente de inspiración cuando tengo que escribir,
cuando tengo que enfrentarme a los malos momentos y porque sabes que estés donde
estés, siempre tendré un cachito de mi corazón guardado para ti y tu recuerdo, porque sé
que si no me hubieses educado como lo has hecho, no sería la misma persona que soy
ahora y sinceramente, ahora mismo estoy muy contenta de ser como soy. Que desde que
te fuiste, a eso que muchos llaman cielo, no me di cuenta de lo fuerte que soy y de la
falta que me haces en algunas ocasiones y que cuando estuviste no supe valorar.

Tras escribir esta carta, voy a mandarla en un rinconcito de mi escritorio, pero cada letra
y cada expresión estará destinada a formar parte de mi corazón y que cada palabra es lo
que me hubiese gustado decirte y que ahora sólo tengo que escribirlas como reflexión de
mí misma.
Pseudónimo: Ayxa

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