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Grado 1º, 2º y 3º PROYECTO VARAYOC Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

La noche está estrellada y ella no está conmigo.


DECLAMACIÓN DE POEMAS:
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Poema 15 Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.


Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado La misma noche que hace blanquear los mismos
y parece que un beso te cerrara la boca. árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los
mismos.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
y te pareces a la palabra melancolía.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Me gustas cuando callas y estás como distante. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Déjame que me calle con el silencio tuyo. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis


Déjame que te hable también con tu silencio
brazos,
claro como una lámpara, simple como un anillo. mi alma no se contenta con haberla perdido.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Aunque éste sea el último dolor que ella me
causa,
Me gustas cuando callas porque estás como ausente. y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan. El beso
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Con candoroso embeleso
Poema 20 y rebozando alegría,
PUEDO escribir los versos más tristes esta noche. me pides morena mía
que te diga... ¿Qué es un beso?
Escribir, por ejemplo: " La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". Un beso es el eco suave
de un canto, que más que canto
El viento de la noche gira en el cielo y canta. es un himno sacrosanto
que imitar no puede el ave.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
Un beso es el dulce idioma
En las noches como ésta la tuve entre mis con que hablan dos corazones,
brazos. que mezclan sus impresiones
La besé tantas veces bajo el cielo infinito. como las flores su aroma.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Un beso es...no seas loca...
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
¿Por qué me preguntas eso?
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. ¡Junta tu boca a mi boca
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. y sabrás lo que es un beso!

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.


Y el verso cae al alma como pasto el rocío.
POEMA DE LA DESPEDIDA O puede ser un gesto,
un modo de mirar,
Te digo adiós, y acaso te quiero todavía. o ciertas calles, o un botón mal puesto,
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós. o una hoja seca que voló al azar.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos. Y de alguna manera
tendrá que recordarme, sin querer,
Este cariño triste, y apasionado, y loco, escuchando unos pasos en la acera
me lo sembré en el alma para quererte a ti. como los míos al atardecer.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así. Será en algún momento,
no importa cuándo o dónde, aquí o allá,
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo, porque el amor, por parecerse al viento,
y el corazón me dice que no te olvidaré; parece que se ha ido y no se va.
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé. Y si en ese momento ella suspira
y él pregunta por qué,
Te digo adiós, y acaso, con esta despedida, le tendrá que inventar una mentira
mi más hermoso sueño muere dentro de mí... para que nunca sepa por qué fue.
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti. Y él no verá esa huella,
eso tan mío en lo que ya perdí;
Y, aunque la pueda amar más que yo a ella,
Ella amará a otro hombre. ella no podrá amarlo más que a mí!…

Ella amará a otro hombre. Poema del renunciamiento


Yo voy lejos, andando hacia el olvido.
Y puede suceder que alguien me nombre Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
pero ella fingirá no haber oído. Pasarás en silencio por mi amor, y al pasar,
fingiré una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte ... y jamás lo sabrás.
Ella amará a otro hombre: el tiempo pasa
y el amor finaliza, Soñaré con el nácar virginal de tu frente;
y es natural que lo que fue una brasa soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar;
acabe convirtiéndose en ceniza. soñaré con tus labios desesperadamente;
soñaré con tus besos ... y jamás lo sabrás.
Aunque nadie lo quiera,
Quizá pases con otro que te diga al oído
envejecen las vidas y las cosas, esas frases que nadie como yo te dirá;
y es natural también que en primavera y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
los rosales den rosas. te amaré más que nunca ... y jamás lo sabrás.

Es natural. Por eso, Yo te amaré en silencio, como algo inaccesible,


como un sueño que nunca lograré realizar;
ella amará a otro hombre, y está bien. y el lejano perfume de mi amor imposible
No sé si ya olvidó mi último beso, rozará tus cabellos ... y jamás lo sabrás.
ni me importa con quién.
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,
Pero quizás, un día, -el tormento infinito que te debo ocultar-
oyendo una canción, yo te diré sonriente: "No es nada ... ha sido el viento".
Me enjugaré la lágrima... ¡y jamás lo sabrás!
sentirá que esa vieja melodía
le cambia el ritmo de su corazón.
Discreto amor
O será algún vestido
Mi viejo corazón toca a una puerta,
que yo le conocí, mi viejo corazón, como un mendigo
o el olor del jardín cuando ha llovido, con el afán de su esperanza incierta
pero algún día ha de pensar en mí. pero callando lo que yo no digo.
Porque la que me hirió sin que lo advierta, Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
la que sólo me ve como un amigo
si alguna madrugada está despierta Volverán las oscuras golondrinas
nunca será porque soñó conmigo...
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
Y sin embargo, ante la puerta oscura
y, otra vez, con el ala a sus cristales
mi corazón, como un mendigo loco
jugando llamarán;
va a pedir su limosna de ternura.
pero aquéllas que el vuelo refrenaban
Y cerrada otra vez, o al fin abierta, tu hermosura y mi dicha al contemplar,
no importa si alguien oye cuando toco, aquéllas que aprendieron nuestros
porque nadie sabrá cuál es la puerta. nombres...
ésas... ¡no volverán!

La novia abandonada Volverán las tupidas madreselvas


de tu jardín las tapias a escalar,
Yo conozco la pena sin olvido y otra vez a la tarde, aun más hermosas,
sus flores se abrirán;
de tu melancolía de mujer,
pero aquéllas, cuajadas de rocío,
como un rosal que nunca ha florecido
cuyas gotas mirábamos temblar
o que no lo dejaron florecer. y caer, como lágrimas del día...

El corazón te duele en un latido ésas... ¡no volverán!


que lo atraviesa igual que un alfiler,
pues no hay amor, por triste que haya sido, Volverán del amor en tus oídos
más triste que el que nunca pudo ser. las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
Y es que tu amor era una flor prohibida, tal vez despertará;
y ya no hubo más flor para su vida pero mudo y absorto y de rodillas,
calladamente fiel a un solo amor; como se adora a Dios ante su altar,
y ése es el luto que hay en tu mirada, como yo te he querido..., desengáñate:
ese luto de novia abandonada, ¡así no te querrán!
tan parecido al de un rosal sin flor....

Los Heraldos Negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!


Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas obscuras


en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,


de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos
quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como


cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

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