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" De Dios es Todo, La Siembra Cómo la Cosecha "

Dice el Salmo 24:1 “De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los


que en él habitan, porque El la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre
los ríos”. Cuando la Biblia dice que “Dios es” se refiere a Su naturaleza,
pero cuando dice que “De Dios es” se refiere a Su propiedad.
Propiedad de Dios quiere decir que: “Todo es de Dios, nada es nuestro”.

Un propietario es aquel que tiene derecho exclusivo sobre un bien.


Adquirimos un bien por herencia, por compra, por canje o por
donación. Dios no es propietario por ninguna de estas cosas, es
propietario por creación. Propiedad de Dios quiere decir que: “Todo es
de Dios, nada es nuestro”. ¿Qué trae el hombre cuando nace, y que se
lleva cuando muere? ¡Nada!. Todo es de Dios.

Hay 4 cosas en el Salmo 24 que son propiedad de Dios: La tierra, su


plenitud, el mundo, y sus habitantes. Estas cuatro cosas son los bienes de
Dios. En Malaquías 3:8 hay una pregunta que dice ¿Robará el hombre a
Dios? Ningún hombre puede robarle a Dios lo que es suyo o le
pertenece.

Dios es el propietario del macrocosmos y del microcosmos. Por ejemplo:


El macrocosmos de Dios es el universo y el microcosmos de Dios es el
hombre. El universo y el hombre son propiedad de Dios por creación,
por preservación, por disponibilidad, y por redención.

Cuando Dios creó al hombre, le delegó la administración de su tierra,


cuando le dijo en Génesis 1:28 “…llenad la tierra, sojuzgadla, y señoread
en ella”. Observa que Dios aquí delegó sin renunciar a su exclusivo
derecho de propiedad. ¿Qué somos nosotros? Somos los
administradores de los bienes de Dios y no los propietarios.

La palabra es del griego eikonomo que significa “mayordomo,


administrador, economista y superintendente del cuidado de una casa
o empresa”. Tú eres el mayordomo de Dios. Eres el economista de los
bienes de Dios. ¿Qué se le exige a un administrador? Se le exige
responsabilidad. La responsabilidad no admite excusas o pretextos.
¿Qué es una responsabilidad? Es una obligación, es un compromiso de
fidelidad.

La responsabilidad no viene sola, la acompaña la recompensa. La


siembra no viene sola, la acompaña la cosecha. La recompensa es
proporcional a la responsabilidad. ¿En qué campo de los bienes de Dios
entra nuestra obligación, nuestra responsabilidad o compromiso de
fidelidad? Entra en el campo de la Iglesia. La obligación con la Iglesia es
un asunto de mentalidad y de actitud. ¿Cuál debe ser? Que todo es de
Dios, y nada es nuestro.

Si partes de esta mentalidad y actitud, entonces, Dios te prosperará.


Prosperidad es tener necesidades suplidas. El campo de administración
y la primera obligación de mayordomía de un cristiano es la Iglesia.
Mayordomía implica cuidar. ¿Cómo cuidas tú a la Iglesia? La cuidas por
medio de tu sembrar, de tu ofrendar.

¿Qué es una ofrenda? Es el fruto de tu trabajo. La ofrenda de Caín fue


el fruto de su agricultura, y la ofrenda de Abel fue el fruto de su
ganadería. Tú ofrenda a la Iglesia es el fruto de tu trabajo. Todo es de
Dios, nada es nuestro.

Nuestra ofrenda es una obligación con la Iglesia. Nosotros somos los


sustentadores de la Iglesia. El enemigo en tú corazón de la ofrenda es la
avaricia, que es idolatría. La avaricia es la inclinación a guardar. La
avaricia es el endiosamiento del dinero. Jesús dijo que hay que darle “A
Dios lo que es de Dios”. El dinero de tu ofrenda es de Dios para la Iglesia.

2 Corintios 8:1,2 dice “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia


de Dios que se ha dado a las Iglesias de Macedonia; que en grande
prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza
abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que
con agrado, han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus
fuerzas”. Observa que la ofrenda es una riqueza de tú generosidad.
Pablo dio testimonio de que los santos en la Iglesia de Macedonia
daban con agrado.

¿Cómo debes ofrendar? Debes hacerlo en una actitud de


agradecimiento. ¿Qué ama Dios? Dios ama tú actitud, ama ofrendas
dadas con agrado, con gusto. La Iglesia recoge tú agradecimiento.
Pablo dijo de los Macedonios, “Doy testimonio de que con agrado han
dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas.” . Fíjate que
los santos en Macedonia daban sus ofrendas con “agrado” y “más allá
de sus fuerzas”. Este dar tiene que ver con la palabra “fidelidad”. Te
pregunto: ¿Estas siendo fiel en la siembra? ¿Te has estado gastando lo
que no es tuyo? ¿Das con agrado? ¿Das más allá de tus fuerzas
económicas?.

Bajo la ley, el que no daba sus diezmos, el cielo le cerraba sus ventanas,
pero bajo la gracia, el que no ofrenda, la tierra le cierra las
oportunidades de la prosperidad, ¿Por qué? Porque tu prosperidad
viene como resultado de la siembra.

Una cosa es dar conforme a mis fuerzas y otra es dar más allá de mis
fuerzas. Una ofrenda conforme a tus fuerzas es escasa y una ofenda
más allá de tus fuerzas es generosa. 2 Corintios 9:6 dice “Pero esto digo:
El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que
siembra generosamente, generosamente también segará”.

Cada vez que ofrendes, da más allá de tus fuerzas, sé generoso con la
Iglesia que te alimenta en la palabra de gracia. Ofrenda como una
obligación y no como una opción.

Dios ha prometido dar semilla al que siembra y enriquecer toda


liberalidad. El que tiene liberalidad abastece, suple necesidades, no
considera suyo lo que tiene, siembra más allá de sus fuerzas. Todo es de
Dios, nada es nuestro.

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