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INTRODUCCIÓN 11

propio de este lugar, es evidente que el esclarecimiento que, a


este propósito, hayamos de hacer no puede tener como finali-
dad el demostrar, comprendiéndola, la naturaleza del devenir
de la filosofía, sino solamente el hacer de ella una noción
provisional.
Ahora bien, este devenir no es, simplemente, un aparecer
inactivo, algo así como la aparición del sol o de la luna, por
lo menos tal y como nosotros nos la representamos; no se trata
de un simple movimiento, sustraído a toda resistencia en el
medio del espacio y del tiempo. Lo que tiene que desfilar ante
nosotros, en nuestra mente, son los hechos del pensamiento
libre; se trata de exponer la historia del mundo del pensa-
miento, tal como ha nacido y se ha manifestado. Es un viejo
prejuicio el de que lo que distingue al hombre dd animal es el
pensamiento; pero nos atendremos a esto. Lo que el hombre
tiene de noble, lo que hace de él algo más que un simple ani-
mal, es, según eso, el pensamiento; todo lo humano, cualquiera
que sea la forma que presente, sólo lo es porque el pensa-
miento obra y ha obrado en ello. Pero el pensamiento, aun
siendo lo esencial, lo sustancial, lo eficaz, guarda relación con
muchas cosas. Hay que considerar, por ello, corno lo más exce-
lente aquello en que el pensamiento no se dedica a otra cosa
ni se ocupa de nada que no sea el pensamiento mismo -lo
más noble de todo, según acabamos de ver-, en que sólo se
busca y se encuentra a sí mismo. Por tanto, la historia que
tenemos ante nosotros es la historia de la búsqueda del pensa-
miento por el pensamiento mismo. Y lo característico del"
pensamiento es que sólo se encuentra al crearse; más aún, que
sólo existe y tiene realidad en cuanto que se encuentra. Estas
manifestaciones del pensamiento, en las que éste se encuentra
a sí mismo, son las filosofías; y la cadena de estos descubri-
mientos, de los que parte el· pensamiento a descubrirse a sí
mismo, es la obra de tres mil quinientos años.
Ahora bien, si el pensamiento, que es esencialmente eso,
pensamiento, es en y para sí y eterno y lo verdadero sólo se
contiene en el pensamiento, lcómo explicarse que este mundo
intelectual tenga una historia?
La historia expone lo mudable, lo que se ha hundido en la
noche del pasado, lo que ya no existe; y el pensamiento, cuando
es verdadero y necesario -el que no lo sea no nos interesa
aquí-, no es susceptible de cambio. El problema implícito en
la pregunta anterior figura entre lo primero que es necesario
examinar.

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