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Economía de fichas
Es una técnica que trata de que
siempre que el niño tenga la
conducta deseada, tenga una
consecuencia positiva, dándole
una ficha o sticker que puede
cambiar con cierta cantidad de
estas, por un reforzador o
recompensa previamente
acordado.
1. Fase de implantación:
Elegir el tipo de fichas (puntos, estrellas, pegatinas) más apropiadas para cada
grupo-niño/a: en niños más pequeños las pegatinas y estrellas son reforzadores
simbólicos muy atractivos y motivantes, en cambio, con los niños mayores los
vales canjeables o los puntos tienen mayor poder de motivación y poder de
atracción.
Especificar las condiciones de canje: nº de estímulos necesarios para conseguir
el reforzador objetivo. Es muy importante atender a la edad del niño a la hora
de establecer el cambio por el premio, cuando los niños son pequeños el número
de estímulos debe ser pequeño o medio, a medida que se van haciendo mayores,
o en los niños mayores el número de puntos para cambiar por el reforzador
debe ser mayor.
Elaborar un registro para las fichas donde conste el número de fichas ganadas,
canjeadas, extraviadas y ahorradas. También en este caso hay que atender a las
características y la edad de los niños, cuando son pequeños el registro debe ser
grande (una cartulina), con colores y letras grandes. En cambio los niños
mayores, no es necesario que el registro sea tan colorido, pero sí es
imprescindible que esté muy bien explicado, bien ordenado y organizado.
2. Fase de desvanecimiento:
Que los reforzadores hayan sido bien seleccionados, de modo que si se aplican
en una situación de grupo, todos los participantes encuentren reforzante al menos
alguno de ellos.
Que se maneje correctamente la demora del refuerzo. Al principio conviene que
se entregue las fichas muy frecuentemente y que se puedan cambiar
rápidamente por reforzadores. A medida que avance el programa, sin embargo
se iran entregando las fichas más espaciadamente, el objetivo es que a medida
que se refuerce la condcuta se vuelva hábito y las recompensas sean de valor
simbólico y dependan menos del reforzador tangible.
Si no se tienen en cuenta estas recomendaciones, puede darse el problema que
pasa con las técnicas que se sobresaturan, la conducta sólo se mantenga mientras dure
el programa.
Asegurarnos de que entienden el sistema, que saben utilizarlo y que tiene unas
normas claras y establecidas y las trampas están penadas (castigo o coste de
respuesta.) Una forma sencilla y muy práctica de saber si el niño ha entendido la
técnica es pedirle que nos lo explique y comprobar así que ha comprendido
L
o
s castigos
Muchos padres en su desespero suelen utilizar como única
opción el castigo, ya sea quitándole cosas materiales o
algún beneficio castigo positivo, sólo cuando otros
procedimientos de reforzamiento positivo fallan en
alcanzar las conductas objetivo.
7. Variar el castigo
Incluso el castigo
físico
sistemáticamente
utilizado puede seguir
siendo aversivo, pero
dejar de tener efecto
en la reducción de la
conducta a castigar.
Variar el tipo de
castigo
intercambiando
distintas modalidades
(tiempo-fuera,
reprimenda, coste de
respuesta), facilita que se mantenga su función: reducir la conducta inadecuada. Las
variaciones en el tipo de castigo a utilizar eficaz tanto para la reducción de una
conducta determinada (e.j. gritar) como para la reducción de diversas conductas (e.j.
gritar, decir tacos, no estudiar,
no recoger la mesa, etc.).
NOTAS:
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