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No importa cuán distante una persona viva de otra en este planeta, la manera de pensar y
preferencias entre suelos terráqueos se asemeja, especialmente al inicio. el niño puede nacer en
Santa Cruz, Vladivostok, Ulán Bator, Begawan, Yangon o Bulawayo, y le agrada, pero de verdad, los
automotores. Es un hecho que desde muy temprano, los mozalbetes demuestran tal atracción por
la velocidad, que sueñan estar sentados en un señor auto (¡y mucho mejor si, en un fascinación,
ellos se ven acompañados por una despampanante pelada, quien ce a sus brazos, al admirar su
destreza al volante, como un corredor de Fórmula 1!). A los muchachos se los encuentra debajo de
un auto, pringados de aceite y grasa hasta el jopo, en los cuatro puntos cardinales del globo.
Uno se imagina que, con el amor que estos cuchuquís demuestran hacia las movilidades, cuando
lleguen a grandes, llegarán a ser unos excelentes mecánicos, y que van a ganar la gran plata en
esta noble profesión. Pero, aunque parezca mentira, un estudio de la Universidad de Houston, que
una vez más confirma otros, que solamente entre 5 y 9% de los jóvenes, quienes dañinean los
fierros, tienen la aptitud requerida para estudiar en serio, y convertirse en verdaderos mecánicos.
Pero Lucho no se restringe solo a los lujosos automóviles, jeeps y camionetas de la famoso fabrica
alemana, donde el adquirió tanto conocimiento y experiencia. Su destreza nata hace que a Lucho
no lo amilane ninguna marca. Trabaja, y trabaja a conciencia todos los modelos, que le pongan a
su alcance. Visitar su a taller Autocrom, ubicado en la avenida Santa Cruz 845, al lado del surtidor
La Vertiente, teléfono 347 1697, es toda una experiencia. Llegan los carros hechos trizas, y Lucho
los transforma en un santiamén. En adición a la mecánica de punta que les hace, los chapea y los
pinta, como si fueran salidos de la fábrica. Así que ya sabe.
Entregue su carro a Lucho, con toda confianza. Y no se olvide también de llevar su Mercedes.
*PhD., consultor