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MEMORIAS DEL PROCESO
Trabajo Integrador Final: “Bocha, vida y

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militancia del formoseño fusilado en
Margarita Belén”
Florencia María José Zanello

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Legajo 19586/1
Directora: Alcira Martinez

FACULTAD DE PERIODISMO Y COMUNICACIÓN SOCIAL


UNLP

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Diciembre 2016

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MEMORIAS DEL PROCESO
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Trabajo Integrador Final: “Bocha, vida y
militancia del formoseño fusilado en
Margarita Belén”
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Florencia María José Zanello
Legajo: 19586/1
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Directora: Alcira Martinez

FACULTAD DE PERIODISMO Y COMUNICACIÓN SOCIAL


UNLP

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ÍNDICE
El Bocha 4
El desparecido 5
El Montonero 7
La Memoria 10
La política 11
La Revista 13
El libro 14
Los capítulos 18
Los viajes 19
Los lazos 20
Lo que falta 22
Bibliografía 23

3
El Bocha
La primera vez que escuché la historia de Bocha Pereira me sacudió la cabeza. No
sólo por la atrapante historia de su secuestro -se lo llevaron el día anterior a su
casamiento con el traje puesto- sino también por su militancia estudiantil y el poco
conocimiento y reconocimiento de su aporte a la historia formoseña, por parte de la
sociedad y del Estado provincial. Desde ese momento creí que había que hacer
público ese relato.
Los antecedentes del primer acto referido al último golpe cívico-militar en Formosa
por parte del gobierno provincial, dan cuenta de “una jornada de charlas y
testimonios en el centro cultural "Vuelta Formosa", donde se presentará un proyecto
de asistencia psicológica a víctimas y testigos del terrorismo de Estado1”. Fue en
2008, cuatro años después de que el ex presidente Néstor Kirchner descolgó los
cuadros de los ex- genocidas de la Casa de Gobierno.
Tuvieron que pasar dos años más para que se realice el primer homenaje a los
desaparecidos y ex-presos políticos de la provincia, según el Diario local “La
Mañana”. Del mismo participaron funcionarios que estuvieron detenidos en esa
época, militantes de la Juventud Peronista, como la Senadora por el Frente para la
Victoria, Graciela De La Rosa y el ex- Secretario de Derechos Humanos, José
“Pajarito” Saavedra.
Desde ese año, cada 24 de Marzo, el gobierno homenajea a sus desaparecidos y
ex-detenidos, con un acto oficial en las instalaciones públicas. Y si bien, entre ellos
aparece la imagen de Bocha, nunca tuvo ningún reconocimiento oficial por haber
estado en la gesta que promovió la creación de la Universidad Nacional de
Formosa, ni por parte del gobierno ni por parte de la institución. Los homenajes de
este estilo siempre estuvieron a cargo de organismos militantes de derechos
humanos o sus propios familiares.
A diferencia de la provincia vecina de Chaco, donde las primeras conmemoraciones
por la Masacre de Margarita Belén, se realizaron desde el primer año de
recuperación democrática. Entre ellos, también aparecía Bocha Pereira.
Otra cuestión importante a tener en cuenta en materia de políticas de derechos

1 Diario El Parlamentario, 20 de marzo de 2008. http://www.parlamentario.com/noticia-13637.html


4
humanos de la provincia de Formosa, es que si bien hay algunos pocos familiares
que levantaron las banderas de sus desaparecidos, no se organizaron en
asociaciones como Madres o Abuelas, ni de Ex-Presos Políticos. Ésta última
también existe en Chaco desde hace muchos años atrás y cuenta con el
reconocimiento y el apoyo del gobierno de esa provincia.

En este contexto, me interesó reconstruir la vida y militancia de Bocha Pereira y a


través de él la de los demás militantes desaparecidos formoseños (muchos de los
cuales quizás ni sabemos de su existencia aún), no sólo porque me interpeló su
historia, sino también para empezar a filtrar entre el estigma duro de la sociedad
formoseña, otras voces que den cuenta de otras historias que también pasaron en
Formosa y que no son menos o más importantes, sino igual de necesarias para
construir la memoria colectiva formoseña.

El desparecido
A partir de la investigación previa que realicé, puedo afirmar que hay dos puntos
relevantes que le sucedieron -y suceden- a los desaparecidos de la última dictadura
cívico-militar, y más precisamente a Bocha: el primero es la negación o el reniego
de su militancia por parte de sus familiares. El segundo, es su condición de
desaparecido.
Por un lado, parafraseando a Emilio Crenzel, las familias de los desaparecidos no
reaccionaron de la misma forma ante la misma situación: “una proporción
significativa ejercitó inicialmente, una “memoria privada” de lo sucedido. En otras, el
ocultamiento, la falsificación o renegación del desaparecido ilustró la eficacia del
discurso dictatorial que responsabilizaba a “la subversión” y a los padres por la
suerte de sus hijos2”. Con esto quiere decir, que había los que reconocían su
condición de militantes, pero se lo guardaban para el ámbito más íntimo; o los que
negaban esa condición, alegando a sus desaparecidos como “inocentes”, en esa

2 Emilio Crenzel, “La historia política del Nunca Más. La memoria de las desapariciones en la Argentina” (2008). Editorial Siglo
XXI. Buenos Aires, Argentina.

5
dicotomía que el propio terrorismo de Estado instauró culpabilizando y
estigmatizando a la militancia social devenida en lucha armada. También estaban
los que ignoraban la militancia política de sus desaparecidos o el compromiso e
intensidad de la misma.
El segundo punto, dice Crenzel, tiene que ver con que el ocultamiento de los
cuerpos, perseguía el intento de borrar el recuerdo sobre el desaparecido. “La
muerte tras la desaparición es más que la muerte privada, es la muerte despojada
de identidad3”.

En éste sentido, en la provincia de Formosa, la política de derechos humanos y “la


construcción de una política pública de memoria colectiva 4”, encabezada por el
gobierno del ex-presidente Kirchner y prolongada por Cristina Fernández de
Kirchner, siempre estuvo muy verde a comparación de otras provincias.
Si bien, el histórico pedido de perdón de Néstor Kirchner en la Ex ESMA marcó un
antes y un después en políticas de derechos humanos para el país, en Formosa
tardó un poco más.
Por ejemplo, para el año 2010, en casi todo el territorio argentino, los 24 de marzo
se celebraban actos por el Día de la Memoria, desde hacía unos años. En cambio,
en Formosa recién desde ese año, se realizaron oficialmente con el aval del
gobierno de la provincia. Esos homenajes, siempre suelen ser cuidados y con
oradores entrevistados anteriormente. Los desaparecidos que se recuerdan o los
ex-presos políticos que participan son presentados como militantes de la Juventud
Peronista o trabajadores del gremio del Poder Judicial, desconociendo si tuvieron
militancia en alguna otra organización armada.
En este sentido no hay investigaciones académicas ni periodísticas acerca de las
políticas de derechos humanos en la provincia. En algunos diarios locales se toca el
tema, pero como notas informativas acerca de los homenajes que mencionaba más
arriba y que podemos tomar como primeros antecedentes.

3 Emilio Crenzel, “La historia política del Nunca Más. La memoria de las desapariciones en la Argentina” (2008). Editorial Siglo
XXI. Buenos Aires, Argentina.

4 Gabriela Cerruti, Sandra Raggio “La memoria del Estado y el estado de la memoria. Comunicación y Memoria. Oficios
Terrestres” (2004). Ediciones de Periodismo y Comunicación (EPC). La Plata, Argentina.

6
Respecto a la restitución de cuerpos, en Formosa hubo tres -incluído el de Bocha-.
El primero fue el de Gladys Lucía ”Lucy” Gómez, oriunda de Pirané, Formosa, en
abril de 2011; luego el de Juan Alberto Benítez, desaparecido en La Plata y
restituido en octubre de 2014; el último fue el de Bocha, en noviembre del mismo
año. Todos tuvieron sus respectivos velorios tradicionales y sepelios, en lugares
íntimos y con la presencia de funcionarios provinciales, pero llevados a cabo por los
familiares de cada uno. Sin embargo, el único registro que hay es el de diarios
locales y regionales. El caso de “Lucy” Gomez, lo registró sólo el Portal de la Casa
de la Memoria de Chaco5; los de Bocha y Juan Alberto6, sí fueron informados por
periódicos locales.
De la restitución de los restos de Lucy Gómez, participaron Graciela De La Rosa y
José “Pajarito” Saavedra, entre otros funcionarios de la localidad piranense. En
cambio, el de Juan Alberto y Bocha tuvo la presencia de diputados provinciales y
nacionales, el Secretario de Gobierno y otros administrativos de esa índole.
Al pensar estas diferencias hay que tener en cuenta que pasaron casi cuatro años
entre una restitución y las otras.

El Montonero
El 5 de octubre de 1975, un grupo de Montoneros llegó al Regimiento Monte Nº 29,
con el objetivo de robar armas, pero se encontró con los soldados que hacían la
colimba durmiendo la siesta.
“El comando de ataque arribó a la ciudad después de realizar tareas logísticas, y se
calcula que participaron de la operación unas 300 personas. Las acciones se
desarrollaron con al menos seis meses de anticipación7”
Este hecho, fue determinante en la sociedad formoseña. No sólo porque en el
enfrentamiento que se generó, fallecieron soldados jóvenes que estaban de guardia
-aunque de Montoneros no sobrevivió casi nadie- sino también porque creó un
estigma social sobre la militancia setentista y por supuesto, de la lucha armada.
5 http://comisionporlamemoria.chaco.gov.ar/sitio/?p=52
6 https://issuu.com/diarioformosa/docs/505915102014_miercoles
7 Angela Medina, Sergio Guzmán “Montoneros en Formosa, la participación de la guerrilla local en la década del ‘70”. Tesis de
grado (2013). Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata. Formosa, Argentina.
7
“Veintiocho cuadros montoneros acoplados en seis camionetas F-350 ingresaron a
la Unidad. Con un saldo de ocho muertos en principio y tras un duro combate con la
guardia y los conscriptos que estaban durmiendo la tradicional siesta formoseña, el
comando de asalto escapó en un vehículo, el único utilizable en ese momento, hacia
el aeropuerto “El Pucú”, tomado por sus compañeros. Allí, los esperaban quienes
habían secuestrado un Boeing 737 de Aerolíneas Argentinas, con rehenes, entre los
cuales estaba Juan Carlos Taparelli, interventor de la provincia. El avión partió con
heridos y armamentos capturados, aplicando sueros y transfusiones para descender
al norte de Santa Fe, donde los esperaban autos particulares para ayudarlos a huir,
en medio de una confusión nacional.
El saldo del ataque al cuartel formoseño fue analizado por la Conducción
Nacional de Montoneros: se habían alzado con un botín que consistió en una pistola
9 mm y 18 FAL, una por cada montonero muerto en la operación8”.

Con el correr del tiempo el estigma creció. Desde que era una nena mi abuela me
contaba la historia de “los pobres soldaditos que estaban durmiendo la siesta y los
malos guerrilleros que los entraron a matar, porque sí nomás, porque eran malos y
asesinos. Por eso después los militares tuvieron que hacer lo que hicieron, para que
en el país no se genere una guerra incontrolable”.
Ese discurso fue pasando de boca en boca hasta construir hegemonía en la
sociedad formoseña hasta el día de hoy, complementado con políticas de
reconocimiento a los familiares de soldados caídos y sobrevivientes del hecho, por
parte del gobierno provincial.
“Participaron militantes montoneros que llegaron a la ciudad de Formosa desde
otras provincias. En cambio, los activistas locales de esa organización no tuvieron
intervención alguna en ella. Sin embargo, en el imaginario social, aún en la
actualidad, sigue vigente el discurso que los involucra directamente con el suceso, y
se los identifica con la criminalización de la política, con los jóvenes de la militancia
de la “juventud maravillosa” en vinculación estrecha con los grupos armados9”.

8 Angela Medina, Sergio Guzmán “Montoneros en Formosa, la participación de la guerrilla local en la década del ‘70”. Tesis de
grado (2013). Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata. Formosa, Argentina.

9 Angela Medina, Sergio Guzmán “Montoneros en Formosa, la participación de la guerrilla local en la década del ‘70”. Tesis de
grado (2013). Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata. Formosa, Argentina.
8
El periodista de derecha, Ceferino Reato, escribió un libro que se llama “Operación
Primicia” donde narra el Copamiento al Regimiento y refuerza esta teoría de los dos
demonios, desconociendo el contexto en que se encontraba el país en el ‘75 y
entrevistando sólo a los familiares y sobrevivientes del Regimiento.
En Formosa convive constantemente ésta teoría: los 5 de octubre de cada año el
gobierno provincial homenajea a los soldados caídos y los sobrevivientes del
enfrentamiento. El primero fue en 1980, con la inauguración de un mural “ubicado
en la intersección de la Avenida González Lelong y Marcial Rojas, fue una iniciativa
de Clotilde de Rossi, realizada con la colaboración de Pablina Salinas y Carlos
Hermosa10”. Durante esos actos, en los que están presentes las autoridades
provinciales y las 13 familias afectadas, se refuerza la figura de “héroes formoseños”
construída sobre estos ex conscriptos y reproducida en la mayoría de la sociedad.
Por otro lado, en Agosto de 2015, el gobierno provincial, señalizó como espacio de
memoria el Regimiento Monte Nº 29, principal Centro Clandestino de Detención
(CCD) de la provincia. En esa ocasión, el gobernador Gildo Insfrán, anunció la
creación de un Espacio de la Memoria, en otro CDD conocido como “La Escuelita”
en el barrio San Antonio, de la ciudad capital11.
Este hecho histórico en materia de derechos humanos, sucedió en el mismo predio
en que se realizan los homenajes a los “héroes formoseños” los 5 de octubre de
cada año.
Ante este panorama, aunque el Bocha Pereira haya sido uno de los que estuvo en
la gesta de la manifestación que logró la apertura, primero del Instituto Universitario
y luego de la Universidad Nacional12, nunca se lo reconoció porque “era Montonero”.
Aunque lo más paradójico, es que Bocha Pereira no participó activamente en esa
organización, según los testimonios recogidos a ex-presos políticos de Chaco que
compartieron militancia con él.
Estas diferencias acerca de los prejuicios que existen en Formosa, en relación con
otras provincias, se pueden ver en el cotidiano de los días: mientras en La Plata

10 Diario “La Mañana”, 04 de octubre de 2014, Formosa, Capital. http://xn--lamaanaonline-lkb.com.ar/noticia/23366-homenaje-


del-rimte-29-a-38-anos-del-ataque-montonero
11 Diario Formosa, 14 de Agosto de 2014, Formosa, Capital. http://www.diarioformosa.net/notix/noticia/42501_el-gobernador-
insfran-dispuso-que-la-tristemente-recordada-la-escuelita-sea-un-espacio-para-la-memoria.htm
12 Ver capítulo 5 “El Zapiolazo”, del libro “Bocha: vida y militancia del formoseño fusilado en Margarita Belén”.

9
cantamos “Con el fusil en la mano y Evita en el corazón, Montoneros, Patria o
Muerte”, en Formosa, reivindicar la lucha de los Montoneros, es mala palabra y un
acto de apología a la violencia.

La Memoria
Me interesó la historia de Bocha para reconstruir la memoria colectiva formoseña.
La memoria expresada en una forma narrativa y entendida como la “manera en que
el sujeto construye un sentido del pasado. Una memoria que se expresa en un
relato comunicable, con un mínimo de coherencia13”.
Siguiendo con esta idea, los que deben darle sentido a ese pasado son individuos o
grupos de individuos en interacción con otros que recuerdan, intentan transmitir y
todavía imponer sentidos del pasado. En este sentido, tenemos por un lado pasados
autobiográficos, de experiencias vividas en carne propia que pueden marcar un hito
central en la vida y la memoria del agente activo.
Pero por otro lado, están quienes no tuvieron la experiencia pasada propia: son lxs
otrxs. Para ellos “la memoria es una representación del pasado construida como
conocimiento cultural compartido por generaciones sucesivas y por diversos/as
otros/as14”. Es acá a dónde pretendo llegar con este Trabajo Integrador Final (TIF).
No sólo por una cuestión de temporalidad, sino también porque la memoria, no es el
futuro, sino el presente y porque un Pueblo que no conoce su historia está
condenado a repetirla.
“Las memorias se encadenan unas a otras. Los sujetos pueden elaborar sus
memorias narrativas porque hubo otros que lo han hecho antes y han logrado
transmitirlas y dialogar entre ellas15”.
El TIF intentó encadenar las memorias setentistas de ex-presos políticos, de
familiares, de amigos y vecinos del lugar, no sólo de Formosa sino también de

13 Elizabeth Jelin “Minorías y luchas políticas. Comunicación y Memoria. Oficios Terrestres” (2004). Ediciones de Periodismo y
Comunicación (EPC). La Plata, Argentina.

14 Elizabeth Jelin “Minorías y luchas políticas. Comunicación y Memoria. Oficios Terrestres” (2004). Ediciones de Periodismo y
Comunicación (EPC). La Plata, Argentina.
15 Elizabeth Jelin “Minorías y luchas políticas. Comunicación y Memoria. Oficios Terrestres” (2004). Ediciones de Periodismo y
Comunicación (EPC). La Plata, Argentina.

10
Resistencia, Chaco. Esta provincia vecina tuvo mucho que ver con la formación
militante de Bocha y su posterior secuestro y muerte. Porque él estudió, vivió y
estuvo preso ahí y formó parte del plan sistemático de exterminio en Margarita
Belén, como único formoseño reconocido.
Además, Formosa y Chaco están pegadas, pero la historia de la militancia durante
la última dictadura cívico-militar fue distinta. Si bien ambas provincias tenían
organizaciones militantes del campo, como las Ligas Agrarias, Chaco y Corrientes
tenían algo que Formosa todavía no: Universidad. El lugar donde hizo ebullición la
militancia setentista, junto con las fábricas y el campo.
Partiendo de que la memoria como construcción social narrativa implica una
situación de luchas por las representaciones del pasado, centradas por supuesto en
el poder por la legitimidad y el reconocimiento de esos discursos, es que considero
que este TIF, intenta reconstruir una memoria que narra una parte del contexto
político y social de una de las provincias que más relegó a sus desaparecidos y a
esa época de su historia.
Para desestigmatizar el discurso de la teoría de los dos demonios y empezar a
construir otros discursos posibles, que den cuenta de otras historias que también
son formoseñas.
“Estas luchas implican, por parte de los diversos actores, estrategias para
“oficializar” o “institucionalizar” una (su) narrativa del pasado16”.

La política
Este TIF se enmarca dentro del contexto político y social en que lo imaginé y que
atravesó toda mi adolescencia. Un tiempo histórico que me hizo problematizar y
reflexionar sobre “esos pobres soldaditos y esos malos guerrilleros” que me contó
mi abuela cuando era chica.
Tenía 12 años cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia de la Nación y 13
cuando lo ví bajar el cuadro de Videla y Bignone.
Ese mismo año, promovió la declaración de la nulidad de las leyes de Obediencia

16 Elizabeth Jelin “Minorías y luchas políticas. Comunicación y Memoria. Oficios Terrestres” (2004). Ediciones de Periodismo y
Comunicación (EPC). La Plata, Argentina.

11
Debida y Punto Final por parte del Congreso de la Nación. Aunque recién en el 2005
la Corte Suprema de Justicia de la Nación proclamó la inconstitucionalidad de las
mismas, dando paso a la reapertura de las causas judiciales.
Desde ese hecho histórico, se condenaron más de 600 genocidas, se procesaron
otros 900, se restituyeron más de 120 identidades a hijos de desaparecidos y se
llevaron adelante cientos de juicios por causas de lesa humanidad. Uno de ellos, fue
el juicio oral y público de la Masacre de Margarita Belén, ocurrida el 13 de diciembre
de 1976. Empezó el 3 de junio de 2010, duró once meses y terminó con ocho
genocidas condenados y un policía absuelto por falta de pruebas.
Además, en la política de derechos humanos impulsada por Kirchner y profundizada
por los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner, se pusieron en funcionamiento
más de cuarenta Espacios de Memoria, que resignifican ex-Centros Clandestinos de
Detención en lugares de formación, promoción y construcción de una cultura que
promueve el conocimiento y respeto por los derechos humanos. También, en esta
misma gestión, fueron señalizados cientos de lugares que fueron usados para
torturas, en todo el territorio nacional.

Otra medida importante en política de derechos humanos, fue la de subsidiar el


trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y el funcionamiento
del Banco Nacional de Datos Genéticos bajo la órbita del Ministerio de Ciencia,
Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. En la actualidad, el EAAF ha
identificado más de 600 cadáveres NN, exhumados de fosas comunes a pedido de
jueces que se hacen cargo de los juicios por delitos de lesa humanidad.

Bocha fue uno de esos cuerpos identificados y restituidos a su familia después de


38 años de su desaparición. El regreso no sólo fue posible por la lucha incansable
de su prima Estela y su tía Carmen, sino también por las organizaciones militantes
de derechos humanos y las decisiones políticas de un proyecto de país, que puso
fin a la impunidad de la época más nefasta del país y sus artífices, para construir un
país más justo y memorioso.

Gabriela Cerruti y Sandra Raggio, proponen los conceptos de memoria del Estado y
estado de la memoria para pensar estas cuestiones. Las autoras plantean que ”si el
12
Estado argentino tiene la obligación moral y el deber ético de generar una política
pública de memoria colectiva alrededor del terrorismo de estado es porque muchas
de las condiciones que lo hicieron posible siguen vigentes en el presente 17”. Una de
estas cuestiones podría ser la teoría de los dos demonios que todavía se reproduce
fuerte en Formosa.
En este sentido, el escrito plantea que la dictadura militar se propuso una política de
olvido, no sólo de los crímenes que cometió sino también de aniquilar la memoria de
luchas, resistencias y conquistas sociales transmitidas de generación en
generación. ”Por eso una política de Estado de memoria colectiva tiene que buscar
recrear la voluntad de cambio, dar sentido de pertenencia, de continuidad
histórica18”. Como las políticas que planteó el gobierno kirchnerista durante sus tres
periodos consecutivos: terminar con la impunidad de los militares genocidas, reabrir
las causas judiciales, recuperar los relatos de los ex-presos políticos y familiares de
desaparecidos, resignificar el discurso de las organizaciones revolucionarias y
reconstruir la memoria colectiva para empoderar al Pueblo sobre sus derechos y
sobre la necesidad de un Estado transparente.

La Revista
Este TIF empezó en el 2013 como una revista que apuntaría a reconstruir con cada
número la historia de un desaparecido formoseño. El número 0, sería el de Bocha.
Presenté el Plan de tesis, en ese momento, con esta perspectiva. Luego, en el
proceso de investigación, me di cuenta que la revista no tiene principio y final, y este
material de estudio se reducía a un espacio que podía ser contenido por el libro.
Además, los datos que recogía eran ricos en información y, la mayoría inéditos, para
escribir sólo notas informativas con un recorte tan acotado, como en secciones de
una revista. Por otro lado, pensar en una edición por desaparecido implicaría que en

17 Gabriela Cerruti, Sandra Raggio “La memoria del Estado y el estado de la memoria. Comunicación y Memoria. Oficios
Terrestres” (2004). Ediciones de Periodismo y Comunicación (EPC). La Plata, Argentina.

18 Gabriela Cerruti, Sandra Raggio “La memoria del Estado y el estado de la memoria. Comunicación y Memoria. Oficios
Terrestres” (2004). Ediciones de Periodismo y Comunicación (EPC). La Plata, Argentina.

13
algún momento los desaparecidos a tratar escasearan y ahí es donde perdía
coherencia el proyecto.
En el 2014, me vine a vivir a La Plata y me encontré con quien por suerte, aceptó
ser mi nueva directora, Alcira Martínez. Ella me abrió un campo de posibilidades
sobre qué hacer y cómo trabajar tanta información. Alcira me sugirió el soporte libro
porque genera un espacio de distribución, lectura y memoria para los Pueblos, ya
que los podemos encontrar en bibliotecas, escuelas, hacer reimpresiones y
reediciones.
Así nació el libro sobre la vida y militancia de Bocha Pereira.

El libro
Este libro se construye como un Perfil, porque a través de la historia de Bocha, que
no pudo dar testimonio, se reconstruyen otras historias de otras personas, militantes
o no, en ese contexto de terrorismo de Estado de la última dictadura cívico-militar.
Elegí el Periodismo Narrativo en formato crónica, porque es un estilo que abre el
campo de lectores y no se cierra sobre sí misma como sucede con otros textos
quizás más de investigación académica. Y además, el periodismo narrativo te
permite reconstruir esas escenas previamente investigadas, interpelando al lector
más que desde el dato, desde las sensaciones que producen ese dato.
Leonor Arfuch, propone la categoría de “espacio biográfico19“ para pensar a estos
espacios narrativos “no meramente como un reservorio de géneros canónicos“,
como biografías, autobiografías, memorias, diarios íntimos y sus sucesivas
transformaciones, sino como “un horizonte de inteligibilidad para analizar lo que leía
como un síntoma: esa ebullición cultural, mediática y hasta política que caracteriza
nuestro presente y que hace de la persona y su peculiar circunstancia, de sus
emociones y experiencias, de lo que acontece en el devenir de una “vida real“ o en
las diversas invenciones del “yo“, una narrativa privilegiada que a menudo
desdibuja e infringe los límites de los géneros“. Acá es donde quiero llegar con este

19 Leonor Arfuch “Autobiografía, memoria e historia” (2014). Cepsidra. Revista Interdisciplinaria de Estudios sobre Memoria..
Buenos Aires, Argentina.

14
perfil narrativo, ir más allá de la historia individual de Bocha Pereira, para hacerla
colectiva.
“El cruce entre lo biográfico y lo memorial, la manera sutil en que se entraman, en
diversas narrativas, la experiencia individual y la colectiva, en el camino de una
memoria histórica20“.
Arfuch también plantea que “el testimonio fue -y continúa siendo, en la medida en
que se abren nuevos juicios - un género privilegiado en los trabajos de la
memoria21“. En este trabajo, las principales fuentes consultadas son las
testimoniales. No sólo porque el material bibliográfico escasea, sino también porque
interesa la mirada que esas voces que cuentan tienen respecto a ese hecho político,
es decir, cuáles son sus memorias. Y a partir de ahí reconstruir otros relatos
diferentes.

En este sentido, en otro de sus escritos, Arfuch propone pensar a la entrevista como
una narrativa, un relato de historias diversas que refuerzan un orden de la vida, del
pensamiento, posiciones sociales, las pertenencias y pertinencias. Legitima
posiciones de autoridad, diseña identidades, desarrolla temáticas, nos alecciona
tanto sobre la actualidad de lo que ocurre, los descubrimientos de la ciencia o la
vida.

Para María Moreno, la mejor entrevista es aquella donde el entrevistado dice algo
que no sabía que sabía y es el primero en sorprenderse. “El segundo sería el
entrevistador. Porque la mejor pregunta es la que no se sabe de dónde llega y,
recién por lo que provoca, descubrimos que era la pregunta adecuada hecha en el
momento adecuado22“. En este recorrido me pasó, sobre todo con algunos ex-
presos políticos, que si bien declararon en juicios y tienen un discurso bien claro
sobre su historia, pero no sobre la historia de Bocha Pereira y lo que conocieron de
él. En algunos casos fue un ejercicio retrospectivo, en su mayoría espontáneos.

20 Leonor Arfuch “Autobiografía, memoria e historia” (2014). Cepsidra. Revista Interdisciplinaria de Estudios sobre Memoria..
Buenos Aires, Argentina.
21 Leonor Arfuch “Autobiografía, memoria e historia” (2014). Cepsidra. Revista Interdisciplinaria de Estudios sobre Memoria..
Buenos Aires, Argentina.
22 Maria Moreno “Vida de vivos: conversaciones incidentales y retratos sin retocar” (2005). Editorial Sudamericana. Buenos
Aires, Argentina.
15
Parafraseando a Tom Wolfe, en su libro “El Nuevo Periodismo23”, la unidad
fundamental que un periodista descubre cuando se pasa del texto informativo a ésta
forma de periodismo, es la escena. Por ende, “tu problema principal como reportero,
es sencillamente, que consignas permanecer con la persona sobre la que vas a
escribir el tiempo suficiente para que las escenas tengan lugar ante tus propios
ojos24”. Y si la persona no está en lo físico, como es el caso de éste TIF, transitar
por los lugares que él transitó, conocer a las personas que conoció pero también
compartir escenas con esas personas, como la noche que los amigos del
secundario de Bocha me invitaron a comer chupín de pescado y me llenaron el
reporter de anécdotas adolescentes. Porque lo importante, como dijo Leila Guerreiro
en el Seminario “Narrativa y Periodismo25”, no sólo son las cosas que la gente dice
de sí, sino la forma en que las personas actúan en su cotidiano, que dicen mucho
más de sí mismos.
Cuando fui a entrevistar a María del Carmen Almirón y Estela Díaz, a su casa
familiar en el centro de la capital formoseña, charlamos durante casi cuatro horas:
de la infancia de Bocha, de anécdotas familiares, de sus padres, de la historia de su
hermana Bety y la esclerósis múltiple que contrajo después de la desaparición de
Bocha. Pero cuando María del Carmen me invitó a conocer a Bety y la vi postrada
en una habitación acondicionada como hospital, con una cuidadora a su lado,
acostada como un bichito bolita, con los puños apretados con fuerza, los ojos
desorbitados y sin poder cerrar la boca ni decir una palabra con todas las sílabas,
me dijo mucho más que cuando supe que tenía “esclerosis múltiple”. Ese encuentro
me ayudó a registrar las marcas de la enfermedad en su cuerpo y fue mucho más
rica que entrevistar a un médico que me explicara por qué las personas contraen
esclerósis múltiple.
En esa misma visita, también María del Carmen Almirón, me mostró el piano de pie
que Bocha solía tocar en la casa de sus padres. En ese que tocaba el vals “Desde
el alma” a la mamá de su amigo Juan Carlos o con el que tocaba “la marchita”, los
días de lluvia en su casa familiar. También me impactó y me ayudó a reconstruir e

23 Tom Wolfe, “El nuevo Periodismo” (1973). Editorial Anagrama. Barcelona, España.
24 Tom Wolfe, “El nuevo Periodismo” (1973). Editorial Anagrama. Barcelona, España.
25 Leila Guerreiro, “Seminario Narrativa y Periodismo”. (2010). Fundación Santillana, Fundación Universidad Internacional
Menéndez Pelayo e Instituto Tecnológico de Monterrey. Santander, España.
16
imaginar las escenas de Bocha haciendo música con ese instrumento.
Algo parecido dijo Martín Caparrós en el Taller de Periodismo y Literatura de la
Fundación Nuevo Periodismo26, al referirse a la fuerte diferencia de los modelos
periodísticos -ficcional o no- entre decir o poner en escena. Caparrós sostiene que
la crónica elige poner en escena, por eso “necesita más espacios para desarrollar
situaciones, personajes, porque apunta a producir en el lector la sensación y no a
decirle “la sensación es ésta”. Sino lograr que el lector vea con el periodista ciertas
cosas y reaccione en consecuencia, sin decirle por qué debería pensar esas cosas.
En el capítulo 7 del libro, se reconstruye el momento de la masacre de Margarita
Belén. Dice un párrafo: “Dos celdas más adelante, otro agente lo llevó del brazo a
Bocha y lo empujó hacia adentro de la celda. El Bocha cayó de costado y gimió en
el suelo. De los oídos y la boca le brotaba la sangre espesa que manchó el
cemento”. No sería lo mismo, si hubiese escrito “Un agente llevó a Bocha hasta su
celda. El preso estaba adolorido y tenía sangre en el cuerpo por los golpes”. Esa
reconstrucción de sentir en la piel lo que se lee, es lo que permite el periodismo
narrativo.

En ese Seminario de Narrativa y Periodismo, Guerreiro agregó: “El periodismo


narrativo tiene sus reglas y la principal, perogrullo dixit, es que se trata de
periodismo”. Es decir que lo que escribimos no nace de nuestra imaginación o de
algún flash cósmico, a diferencia de la ficción, sino de trabajo de campo periodístico
que implica entrevistas, búsqueda de archivos documentales, otros libros, fotos,
causas judiciales y se extiende todo lo que el periodista considere.
En ésta misma línea Gay Talese, en “Contando historias reales”, dice “escribo no
ficción como una forma de escritura creativa. Creativa para construir personajes, no
me tomo libertades con los datos; conozco a gente de verdad a través de la
investigación, la confianza y la construcción de relaciones. El escritor de no ficción
se comunica con el lector sobre gente real en lugares reales. De modo que si esa
gente habla, uno dice lo que dijo. Uno no dice lo que el escritor decide que dijeron”.
Esas son dos grandes diferencias con el texto ficcional: las cosas que se escriben
pasaron de verdad y se las escribe, tal y como pasaron. Por supuesto, que como

26 Martín Caparrós, “Taller de Periodismo y Literatura”. (2003). Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, Corporación
Andina de Fomento. Cartagena, España.
17
todo periodismo no es objetivo, sino que los discursos que construye el periodista
indefectiblemente van a estar cargados de subjetividad dependiendo de su universo
cultural, sus experiencias y construcciones sociales; pero no es lo mismo construir
un discurso desde ahí, que decir que hubo un personaje donde no lo hubo sólo
porque queda mejor en el relato, porque eso es ficción.
Otra cosa son las decisiones que el periodista tomará al respecto de qué escenas
contar de la información recolectada. Seguro dependerá, obvio de su matriz de
pensamiento, pero también de lo que el periodista imagina que puede interesar al
lector. Por ejemplo, en el capítulo 6 del libro, se reconstruye los inicios de la
militancia de Bocha Pereira contextualizando con el clima político Formoseño; no
sólo porque es clave para entender algunas decisiones que tomó sino también
porque al lector formoseño, sobre todo que vivió esa época, lo puede interpelar
desde varios lugares. Del mismo modo, el capítulo 5, narra El Zapiolazo: la
manifestación estudiantil encabezada por Bocha que dio lugar a la creación de la
Universidad Nacional de Formosa (UNAF). Era un hecho que debía estar, no sólo
porque fue relevante para la militancia de Bocha, sino también para la historia
formoseña, ya que en ningún archivo de la historia de la UNAF, aparece ese hecho
como un antecedente.

Los capítulos
El libro está compuesto por ocho capítulos que se complementan para cubrir todas
las facetas de Bocha Pereira.
El primero, es corto, pero pretende captar la atención del lector con la parte más
impactante de la historia de Bocha: el secuestro el día antes de su casamiento, su
ex-futura mujer yendo a buscarlo al Regimiento y los invitados esperando en la
iglesia.
En el segundo capítulo, “El familiero”, se reconstruye la infancia y adolescencia de
Bocha vista desde la mirada de la única familia que le queda, su prima Estela y su
tía Cami. También acá narra la historia del núcleo cerrado de la familia Pereira-
Almirón: sus padres y su única hermana, su vida antes y después de Bocha y sus
respectivas muertes, para poder contextualizar el seno familiar en que nació y se
18
crió Bocha.
El tercero, también reconstruye su adolescencia y algo de su juventud, pero desde
el punto de vista de su barra de amigos. Todos ellos formoseños, ninguno militante,
aunque sí simpatizantes y la mayoría sin haberse ido a estudiar a otra provincia,
como sí lo hizo Bocha. En ese capítulo se contrasta los imaginarios de sus amigos
que dan cuenta de una ingenuidad o descreimiento de la militancia política de
Bocha. Por ejemplo, cuando me invitaron a comer el chupín de pescado en la casa
de Eduardo Donkin, que compartimos varias horas de charlas, Juan Carlos me
contó que el Bocha practicaba tiro. Que iban a una chacra que tenía su familia y
mientras él manejaba un auto a 40 km/h el Bocha abría la puerta trasera y disparaba
al campo. Esa información a mí me dejó descolocada, pero más en “off side”, me
dejó la inocencia con la que su amigo, después de treinta y ocho años, la contaba,
para rematar diciendo, “pero no tengo certezas de que haya sido Montonero o
militado en la lucha armada”.
En el quinto capítulo, narra la manifestación de “El Zapiolazo” como hecho que
antecede la creación de la Universidad en Formosa. Intenta rescatar las diferentes
versiones recogidas y contar cómo vivió cada personaje esa noche. Además,
contextualizarlo en un determinado momento histórico.
El sexto, narra todo lo que fue el inicio de su vida en la universidad de Resistencia y
en la militancia. Rescata los testimonios de militantes formoseños que compartieron
la vida sólo universitaria y de otros militantes chaqueños que dan testimonio sobre
su lugar de militancia en la política.
En el séptimo, se reconstruye todo lo que fue el posterior secuestro, torturas,
traslados hasta la Masacre de Margarita Belén.
Por último, el octavo, narra lo que fueron los juicios y la restitución de los restos,
tanto de Bocha como de otros desaparecidos de la Masacre.
Estos ocho aspectos de la vida de Bocha pretenden construirlo íntegro para el relato
del libro.

Los viajes
La experiencia de este proyecto me llevó a recorrer en profundidad la ciudad en la
19
que nací, me crié y crecí. Pero también me dio la posibilidad de conocer la provincia
vecina de Chaco, no sólo geográficamente, sino también en su política de derechos
humanos.
La primera vez que viajé a Resistencia, Chaco, no conocía a nadie. Me tomé el
primer colectivo del día y llegué a las siete de la mañana, una hora antes de la cita
que había acordado con los responsables de la Casa de la Memoria. Esa vez, la
visita fue sólo de observación e intento de conseguir algunos contactos. Conocí la
Brigada de investigaciones, el ex- centro clandestino donde alguna vez torturaron a
presos políticos. Saqué fotos, tomé notas, anoté algunos números telefónicos.
La segunda vez, fui con una agenda de citas en mano. Me encontré con Ricardo
Ilde y Juan Carlos Goya en la Casa de la Memoria. Tenía una entrevista pactada
con Dito Saliva, pero llegó sobre la hora y en media hora salía mi colectivo. Me
buscó por la Casa de la Memoria y me llevó hasta la terminal, en el camino
charlamos un poco y acordamos otra entrevista.
Volví muchas otra veces, no sólo para otras entrevistas pactadas, sino también para
actos y homenajes a los desaparecidos. La última vez, pasé para ver un mural que
habían inaugurado recientemente sobre Margarita Belén.
En Formosa, la bitácora fue parecida. Si bien, por una cuestión lógica fui a lugares
por los que había pasado o en los que había estado muchas veces antes, también
me tocó recorrer otros lugares por los que no había transitado. Algunos barrios
populosos con formas de laberinto en los que sólo me ubicaba preguntando a los
transeúntes.
Estos recorridos me marcaron y me dieron seguridad, sobre todo teniendo en
cuenta que hacía pocos meses me había venido a vivir a una ciudad completamente
nueva, como La Plata.

Los lazos

En éste camino conocí muchas personas que me ayudaron con sus valiosos
testimonios. Estela y Cami, la familia que le quedó a Bocha, que me abrieron las
puertas de su casa y me dieron la confianza para hacer este trabajo.
20
Eduardo Donkin y los demás amigos de Bocha, pero sobre todo Donkin, que no sólo
me recibió en su casa, sino que se juntó conmigo cada vez que lo necesité, me llevó
hasta Margarita Belén cuando homenajearon a Bocha y me contactó con otras
personas que quisieron dar su testimonio. Además, se comunicó conmigo ante cada
hecho: cuando falleció Bety, cuando apareció el cuerpo, cuando iban a
homenajearlo.
“Florencia. Buenas tardes, sólo para avisarte que esta mañana falleció Bety, la
hermana de Bocha. Seguramente en algún rinconcito del cielo se encontraron. ¿Te
podés imaginar ese diálogo?”, decía el mensaje que me llegó el 2 de septiembre de
2014.
Eduardo me confió escritos que hizo sobre Bocha en los momentos más íntimos de
nostalgia, me regaló un libro sobre Rodolfo Walsh y me invitó al canal local de
noticias para que cuente sobre éste trabajo e invite a los que nos estaban mirando a
colaborar con el mismo. Podría decir que Eduardo me tuvo de referencia siempre
que algún hecho tuviera que ver con Bocha y por supuesto, eso ayudó mucho en
ésta investigación.
A Juan Eduardo Lenscak y Luis Zapiola, los primeros entrevistados en esta
investigación, por ser referentes de la militancia de derechos humanos en la
provincia. Ellos me contactaron con otros posibles entrevistados que podrían
conocer a Bocha como por ejemplo Rosa Bresanovich. Sobre todo Luis Zapiola, que
me contactó con Oscar Liébana, un compañero de Resistencia, Chaco. Además
Luis, fue el primero que me habló de Bocha como posible militante Montonero.
Oscar Liébana, fue un compañero que me llamó cada vez que necesité y me pasó
los nombres y números de teléfono de ex presos políticos que compartieron cárcel o
conocieron a Bocha Pereira. Hablamos muchas veces por teléfono y chat, pero
nunca nos conocimos personalmente. Falleció el año pasado producto de un ACV.
Siempre voy a estar agradecida por la enorme mano que me dio en éste trabajo.
En Resistencia conocí a Ricardo “Ñunfi” Ilde, Juan Carlos Goya, Carlos “Ratón”
Aranda y Eduardo Dito Saliva. Con Dito también tuvimos unas conversaciones muy
especiales, porque era la primera vez que hablaba con alguien de Bocha en ese
tono. Eran amigos aunque se frecuentaban poco. Ñunfi Ilde y Juan Carlos, sobre
todo éste último, me aclaró el panorama respecto a la militancia de Bocha, que era
un enigma desde que empecé a investigar.
21
Con Dito me pude encontrar dos veces y luego falleció, pero con los otros tres
retomé las conversaciones cada vez que necesité.
A María del Carmen Olmedo, quién hubiera sido la esposa de Bocha, la entrevisté
dos veces. Primero cuando hice un trabajo cuando cursaba Historia Argentina, en el
segundo año de mi carrera y después para este TIF. La segunda vez la fui a buscar
a su negocio de ropas y al principio se resistió. Estaba negada a hablar de Bocha
porque siempre que lo hizo utilizaron sus dichos para fines políticos partidarios. Se
convenció cuando le expliqué de qué iba la mano y pudimos conversar varias horas
en confianza.
Julio y Teresa Cossio, también me recibieron en su lugar de trabajo. El contacto me
lo hizo Alicia, la ahijada de Julio y amiga de mi familia.
Miriam Machuca era amiga de mi abuela y fue vecina de la familia Pereira cuando
Bocha era un nene. También me recibió en su casa y me contó lo que había vivido.
Roberto Greca y Antonio Prieto también hicieron sus aportes.
Luego del homenaje a Bocha cuando apareció su cuerpo, algunos presentes se
acercaron a ofrecer el relato de su historia con Bocha, entre ellos Marta Frutos y
Victor Gimenez.
A todos y cada uno estaré siempre agradecida por abrirme las puertas de sus casas
y trabajos y confiar en mí para registrar su historia.

Lo que falta
Este TIF pretende marcar antecedentes sobre la historia de los desaparecidos en
Formosa. Cuando inicié la investigación no pude encontrar otros trabajos
académicos o periodísticos que den cuenta de esa parte de la historia olvidada.
Hubo que empezar de cero, con los testimonios que fui recogiendo en el camino.
Por eso, apuesto a que este TIF sirva para otras personas que estén interesadas en
trabajar la memoria en Formosa. Si bien los desaparecidos formoseños no son
miles, como en otras ciudades más grandes y politizadas, pero sí son bastantes y
aún así han sido relegados al olvido. Estoy convencida de que si no conocemos
nuestra historia como provincia es muy difícil que entendamos nuestro presente y
proyectemos el futuro, por eso creo que hay que aprovechar este tiempo que nos
22
queda para investigar y reconstruir nuestra historia reciente.
Y también para desestigmatizar nuestros desaparecidos y contar que en Formosa
también hubo represión, secuestros, torturas, desapariciones, restituciones y sobre
todo jóvenes que soñaron y lucharon por una Patria más justa, libre y soberana.

Bibliografía

● Angela Medina, Sergio Guzmán “Montoneros en Formosa, la participación de


la guerrilla local en la década del ‘70”. Tesis de grado (2013). Facultad de
Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
Formosa, Argentina.

● Emilio Crenzel, “La historia política del Nunca Más. La memoria de las
desapariciones en la Argentina” (2008). Editorial Siglo XXI. Buenos Aires,
Argentina.

● Elizabeth Jelin “Minorías y luchas políticas. Comunicación y Memoria. Oficios


Terrestres” (2004). Ediciones de Periodismo y Comunicación (EPC). La Plata,
Argentina.
● Gabriela Cerruti, Sandra Raggio “La memoria del Estado y el estado de la
memoria. Comunicación y Memoria. Oficios Terrestres” (2004). Ediciones de
Periodismo y Comunicación (EPC). La Plata, Argentina.

● Leila Guerreiro,“Seminario Narrativa y Periodismo”. (2010). Fundación


Santillana, Fundación Universidad Internacional Menéndez Pelayo e Instituto
Tecnológico de Monterrey. Santander, España.

● Leonor Arfuch “Autobiografía, memoria e historia” (2014). Cepsidra. Revista


Interdisciplinaria de Estudios sobre Memoria.. Buenos Aires, Argentina.

● Maria Moreno “Vida de vivos: conversaciones incidentales y retratos sin


retocar” (2005). Editorial Sudamericana. Buenos Aires, Argentina.

● Martín Caparrós, “Taller de Periodismo y Literatura”. (2003). Fundación


Nuevo Periodismo Iberoamericano, Corporación Andina de Fomento.
Cartagena, España.

● Tom Wolfe, “El nuevo Periodismo” (1973). Editorial Anagrama. Barcelona,


España.
23
FUENTES PERIODÍSTICAS

● Diario “La Mañana”, Formosa, Capital. Argentina.

● Diario “Formosa”, Formosa, Capital. Argentina.

● Diario “El Parlamentario”, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Buenos Aires.


Argentina.

● www.comisionporlamemoria.chaco.gov.ar

24
BOCHA
Vida y militancia del formoseño fusilado
en la Masacre de Margarita Belén
BOCHA
Vida y militancia del formoseño
fusilado en la Masacre de Margarita Belén

Trabajo Integrador Final


Florencia María José Zanello

Directora
Alcira Martínez

Facultad de Periodismo y Comunicación Social


Universidad Nacional de La Plata
2016
A Milena, porque siempre es hoy.
«Un intelectual que no comprende lo que pasa en su
tiempo y en su país es una contradicción andante; y el que
comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología
del llanto, no en la historia viva de su tierra».
Rodolfo Walsh
prólogo

Pensando en vos siempre

Este trabajo de investigación pretende reconstruir quién fue


-es- el Bocha Pereira.
De más está aclarar que no tuve la suerte de conocerlo, pero
a través de las voces que escuché cómo lo recordaban, hoy su
historia ya es mi historia y lejos de sonar auto referencial, tengo
ganas de contar por qué.
Gracias a este trabajo, que construí durante años, pude inte-
riorizarme en la historia de Bocha, conocer personas que com-
partieron con él un pedacito de su vida, desde el colegio hasta
una celda en la cárcel. Todos me preguntaban “¿Por qué Bocha?,
¿Sos familiar de él por eso te interesa?, ¿Qué buscás investigando
sobre él?”. Mi respuesta siempre fue la misma: Desde un princi-
pio, algo despertó en mí cuando supe de él. Quizás porque era un
militante universitario, tal vez porque lo mataron cuando tenía
mi edad, o puede ser porque fue -es- una persona tan particular
que sentí que no cabía su historia en éste mundo. O todas juntas.
Pero todas las respuestas remiten a una sola: Por la memoria. Me
interesa reconstruir su historia para mantener viva la memoria
de Bocha Pereira y a través de él, la de todos los compañeros y
compañeras formoseños que padecieron las mismas injusticias;
para que Formosa no se olvide de quién fue -es- Bocha Pereira, o
mejor dicho, para que empiece a recordarlo.
Agradezco con el corazón a esas voces que se cruzaron -o me
cruzaron- en éste camino, porque me hacen sentir parte, porque
ante cualquier eventualidad que sucedía con Bocha me llamaban
para contarlo, como cuando falleció Bety o apareció su cuerpo.
Por eso, hoy la historia de Bocha también es mi historia.
Y ojalá, en algunos años, también sea la historia de aquellos
que se emocionen, como yo, al contarla.

¡Por tu memoria, Hasta la Victoria, Bocha!

11
¡GRACIAS!

A mi familia, sobre todo mi vieja, por confiar en mí y dejar-


me elegir mi camino, siempre.
A Milena, porque con sus cinco años de vida, me entendió,
me bancó y mimó, cada vez que mamá no podía jugar porque
tenía que escribir su tesis.
A mis amigas formoseñas, por tanto amor y aguante.
A mis amigxs y compañerxs peronistas que La Plata me hizo
conocer, por el apoyo de siempre: Tora, Agui, Pica y Santi.
A Agustín, por bancarme en mi enroscada vida y estar ahí
para darme el amor que necesitaba cuando me veía superada y
quería mandar todo al carajo.
A mi directora Alcira, por estar siempre cuando la necesité y
ser tan operativa con mis demandas.
A mis compañerxs de la Gloriosa Agrupación Rodolfo Wal-
sh, por hacerme sentir parte de ese hermoso colectivo y poner
el cuerpo todos los días por la Patria que soñamos.
A las voces que me permitieron contar sus historias:
Eduardo Donkin, por la confianza y transparencia de siem-
pre en sus relatos. Por tenerme en cuenta ante cada hecho y
abrirme las puertas al mundo de Bocha.
Estela Díaz y Cami Almiron, por dejarme entrar a sus casas
y confiar en mí para contar la historia de Bocha.
María del Carmen Olmedo, por permitirme contar la histo-
ria de amor más fuerte que le tocó vivir.
Juan Carlos Arévalo, Oscar Sorucco, Jorge Puppo y Miguel
Perez Labarthe, por dejarme entrar a su grupo de amigos y com-
partirme sus historias más divertidas y aventuras más secretas.
Julio y Teresa Cossio, por la predisposición y la confianza.
También a Alicia Gómez por el contacto.
Juan Eduardo Lenscack y Luis Zapiola, por el contacto con
los primeros entrevistados. Sobre todo a Zapiola por el contac-
to con Oscar Liébana de Resistencia.

13
Oscar Liébana y su memoria, por ponerme en contacto con
otros ex-presos políticos y militantes chaqueños.
Ricardo “Ñunfi” Ilde, Juan Carlos Goya, Carlos “Ratón”
Aranda, Eduardo “Dito” Saliva y su memoria, por recibirme
siempre que fui a Chaco y abrirme las puertas a ese mundo.
Rosita Bresanovich, por recibirme en su hogar y permitirse
emocionarse delante mío contando su historia.
Miriam Machuca, por su aporte. A Mamama, por el contac-
to y el amor, de siempre.
Marta Frutos, por buscarme para que registre su historia de
amor y militancia.
Víctor Gimenez, Roberto “Patón” Greca, José “Pajarito” Sa-
avedra, Antonio Prieto, por recibirme en sus casas y laburos, y
prestarme su tiempo para contar sus historias de vida. A Nata-
lia Greca por el contacto con su papá.
Natalia Borgner por responder mis dudas sobre la historia
de su tío.
A la Casa por la Memoria de Chaco, al Registro Único
por la Verdad y sus militantes, por democratizar la informa-
ción y la lucha.
Al gobierno de la provincia de Formosa y la Facultad de
Periodismo, por el convenio que firmaron creyendo en la de-
mocratización de la educación, que me dio la posibilidad de
estudiar esta carrera que me enamoró desde el primer día.
A Néstor y Cristina, por devolvernos los sueños en los que al-
guna vez militantes como Bocha creyeron y hacerlos una realidad
efectiva. Por hacernos enamorar de la política y creer en ella como
herramienta de transformación de los Pueblos. Por terminar con la
impunidad de la época más nefasta de nuestro país y hacer justicia
por lxs compañerxs que dieron su vida por la Patria.
A todxs lxs que pasaron por mi vida en éste tiempo que fui
tesista, de idas y venidas, de bajones y alegrías, de locura y cal-
ma, pero siempre con amor.
Gracias por bancar.
Florencia
UNO
EL NOVIO

- ¡Tenemos que ganarle a éstos, porque no te dejan vivir!


Cuánto antes nos tenemos que casar y formar una familia.
Julio Andrés Pereira, el Bocha, tenía 24 años. Cursaba el ci-
clo superior de ingeniería en la Universidad Nacional del Nor-
deste de Resistencia, Chaco.
Hacía nueve meses que estaba de novio con la salteña María
del Carmen Olmedo. Quizás se lo dijo una de esas calurosas
siestas formoseñas mientras ella le cebaba un tereré y él dibuja-
ba sus planos. Tal vez, se lo propuso una de esas noches en que
ella volvía cansada de trabajar y él la sentaba en la cocina de su
casa para masajearle los pies.
Carmencita, como le decían, 26 años, recolectó sus joyas de
oro, regalos de antiguos pretendientes, y las mandó a fundir
para confeccionar las alianzas. Bocha, volvió a la ciudad vecina
para cursar.
La fecha pactada fue el viernes 3 de septiembre de 1976: por
la mañana sería el civil y luego la ceremonia eclesiástica.
Esa mañana de septiembre, a comparación del resto de la
semana, el cielo estaba gris y amenazaba con dejar caer algunas
gotas. El lugar citado era la Capilla de Las Hermanitas Cru-
zadas, en la calle Saavedra entre Julio A. Roca y Córdoba, al
lado del ex edificio del Colegio privado General San Martín.
La habían elegido porque era la iglesia a la que iban todos los
domingos antes de que Bocha se volviera a Resistencia. La no-
tradicional para la sociedad conservadora formoseña. La “que
presidía el Padre Benito” para ellos.
Eran casi las diez y los invitados llegaban. Miguel Perez La-
barthe, compañero del secundario de Bocha, pidió permiso en
el juzgado civil donde trabajaba para ir al casamiento. Salió
apurado y llegó sobre la hora.

17
Trabajo Integrador Final

Los novios no llegaban.


Tampoco los familiares ni testigos del casamiento.
Pasó la hora. Miguel tenía que volver a su trabajo, porque
sólo había pedido unos minutos, pero Bocha y Carmencita aún
no se presentaban.
Un murmullo atosigó sus oídos. Vio algunas personas cruzar
de vereda. Otras, correr para adentro de la iglesia. La mezcla de
voces aumentaba, pero Miguel no podía distinguir las palabras.
Confundido, se acercó a un grupo alborotado, una de las muje-
res se tapaba la cara con su abanico beige.
- No van a venir- escuchó Miguel.
Ahora era parte de ese barullo de preguntas:
- ¿Se habrán arrepentido?- dijo un hombre de traje.
- ¿No les avergüenza dejar a los invitados así?- co-
mentó una mujer.
- Es una falta de respeto- respondió otra.
- ¿Cómo qué no van a venir?- Miguel repitió la pre-
gunta que estaba en boca de todos.
Entonces, volvió a escuchar:
- Anoche se lo llevaron a Bocha.

***

El jueves 2 de septiembre, a las cinco de la tarde, Bocha pisó


tierra formoseña. En su ciudad natal, el sol quemaba el asfalto.
En la casa de sus padres, un caserón situado en la calle Juan
José Silva, altura 36, entre Belgrano y San Martín, llamó por
teléfono a su prometida para acordar que la pasaría a buscar
por la peluquería, unas horas más tarde.
Preparó un tereré. Le cebó algunos a su papá, Don Julio.
Se encontró con su mamá Doña Dora Almirón, Doris para las
vecinas del barrio.
- ¿A mí no me invitas tu tere? – su única hermana
Bety lo miraba tímida, apoyada en el marco de la puerta.
Bocha sonrió. La abrazó fuerte contra su pecho y le besó
la cabellera negra azabache.

18
Florencia María José Zanello

- No sabés lo que te extrañé mitacuñaí1- le alcanzó


un tereré y le hizo un lugar en el sillón.
A las nueve de la noche, mientras tomaba mate con su viejo,
Bocha se probó su traje azul de novio.
Se miró al espejo. Se acomodó el cuello de la camisa. Se ima-
ginó llegando al altar del brazo de Carmencita y un escalosfrío
le recorrió la espalda.
Don Julio lo observaba a lo lejos y una mueca de sonrisa se
le dibujó en su cara.
Desde afuera se escuchó la frenada brusca de un auto. Las
puertas que se abrieron y cerraron al unísono. El sonido del
taconeo subía el volumen con el recorrido.
Tres golpes secos en la puerta.
- Somos de Coordinación Federal
Bocha salió sin dudar. Diez uniformados lo rodearon en la
puerta de su casa.
- Agarrá tus documentos y vení, por averiguación de ante-
cedentes.
Volvió a entrar. Del otro lado, su padre lo miró descon-
certado.
- Me piden los documentos. No se aflijan. Ya vengo.
Tomó sus lentes de contacto y se fue con el traje puesto.
Afuera, el automóvil verde no arrancaba: lo hicieron empu-
jar unas cuadras.
Arrancó, lo metieron en el asiento trasero, lo tiraron al piso
y le taparon la cabeza. Bocha no pudo ver nada más.
Carmencita, en la peluquería, se cansó de esperarlo y tomó
un remís.
Tres minutos más tarde, entre sollozos, Doris marcaba el
teléfono de su hermana María del Carmen.
- Lo vinieron a buscar en son de averiguación- su voz
se entre cortaba.
La noche se puso gris y un viento sur se levantó en la ciudad.
Juan Carlos Arévalo, su amigo, volvió de una carrera de au-
tos, en Guaycolec, a 60 km de Capital. Marcó el número de
Bocha y preguntó el horario del casamiento.
1
Derivación de mitãkuña, que en guaraní significa muchacha, chica, niña.

19
Trabajo Integrador Final

- ¿En serio? ¡¿Vos me estás jodiendo?!- atinó a decir


por el tubo del teléfono.
“Esto tiene que ser una excusa. Bocha se habrá rajado a Méxi-
co, donde tiene su tío”, pensó cuando cortó la conversación.
Veinte minutos después, un tío de Bocha salió del domicilio de
los Pereira. Caminó media cuadra hasta Belgrano y bajó dos hasta
Junín. En la esquina, tocó la puerta con el nudillo del medio.
Carmencita abrió desconcertada.
- Vení que te quiero decir algo.
Mientras tanto, el coche que trasladaba a Bocha, bajó por
la calle San Martín, que tres cuadras después, cruzando la Ave-
nida Gonzalez Lelong, se rebautiza Marcial Rojas y siguió seis-
cientos metros más hasta cruzarse con la Masaferro. Allí, en la
intersección de esas calles, se sitúa el Regimiento de Infantería
Monte 29 de Formosa.
En el centro de la ciudad, Carmencita corrió a buscar a su
tío, amigo íntimo del Teniente Coronel Luis Alberto Plechot,
Segundo Jefe del Regimiento. Quince minutos más tarde, toca-
ron la puerta de su casa, que se ubicaba dentro del predio.
- ¡¿Qué es lo que pasa? ¿Cómo le van a hacer esto a mi so-
brina? Se casa mañana a las diez de la mañana! ¿Dónde está el
novio?
- Está detenido acá por averiguación de antecedentes- le
contestó a sangre fía un soldado que estaba de guardia.
Entre insultos, gritos y llantos de Carmencita, se retiraron
del lugar.

***
En la noche del viernes 3 de septiembre, caía la lluvia sobre
la ciudad de Formosa. Las calles estaban desiertas y repletas
de barro.
A las ocho en punto, bajo una fina garúa, Carmencita volvió
al Regimiento en compañía de un vecino de la familia Pereira,
que era soldado de reserva.
El predio, hasta la actualidad, ocupa casi cuatro manza-
nas y está compuesto por varios edificios: casas de los jefes
del ejército, comedor, lugares de descanso para los soldados,

20
Florencia María José Zanello

salón de usos múltiples y un playón extenso donde solían rea-


lizarse los actos oficiales.
Ahí, en el dominio de la oscuridad, estaba parada Carmenci-
ta esperando una respuesta. Le había llevado una muda de ropa
a Bocha y las gotas para sus lentes de contacto. Cada tanto una
luz tenue se prendía desde algún edificio.
Antes que la lluvia empiece a caer con fuerza, volvió un sol-
dado, que sin soltar palabra, le entregó en sus manos el traje de
Bocha. Lo apretó fuerte y se fueron en silencio.
En su casa, lo revisó en detalle. Tenía la esperanza de encon-
trar algún papel, una nota o señal que ella pudiera interpretar
para saber de Bocha. Pero sólo observó el pantalón tajeado en
varias partes, de la ingle a la pierna.
- Tenelo vos nomás, Carmencita. No quiero que la ma-
dre ni se entere del estado de ese traje- le pidió Don Julio.

***

21
dos
EL FAMILIERO

Estela Díaz y María del Carmen “Cami” Almirón de Díaz,


son madre e hija. La segunda es hermana de Dorila Clementina
Almirón de Pereira, la mamá de Bocha.
- Cuando a Bocha lo secuestran, la noche antes de su
casamiento, desde ese día, no hablaban de Bocha. O sea
primero lo buscaban, lo buscaban, lo buscábamos todos,
pero después comenzó viste, parece que hubo una nega-
ción por parte de la mamá y el papá. Dejaron de hablar
de Bocha y a nosotros también nos dijeron que no hablá-
ramos- recuerda Estela.
- Prohibido teníamos- asiente María del Carmen.
- Y la pieza de Bocha se convirtió en una oficina y
empezaron a desaparecer las cosas de Bocha. Vender, re-
galar, ocultar, o sea era como que nunca existió y eso fue
más terrible.

***

Bocha Pereira nació una mañana del 20 de mayo de 1950,


en la Clínica de Mayo, de la capital formoseña. Sus primeros
rasgos eran similares a los de su madre.
Tres años y casi un mes más tarde, el 11 de junio, nació Bety,
su única hermana.
La casa de Cami Almirón es el típico hogar de abuela for-
moseña. Un living con dos sofás individuales enfrentados, uno
doble a un costado y la mesa ratona en el medio. En una punta
un televisor encendido en algún canal de noticias sin sonido.
Frente a la puerta de entrada, hay un modular con muchos por-
tarretratos de distintos modelos y tamaños, y algunos adornos
de porcelana.
A primera vista hay un perfil de Bocha joven y sonriente, el
mismo que se repitió tantas veces en los homenajes por el Día

25
Trabajo Integrador Final

de la Memoria. Al lado, la imagen de Luciano Díaz, su ex mari-


do. En el otro extremo, un cuadro de Patricio, su primer nieto,
con el vestuario del Boca campeón ‘92. Y en el medio, una foto
de ella, cuando salió reina de la tercera edad.
- Yo la tengo acá a la hermana del chico que vos que-
rés datos. Si falleció el papá, la mamá y es mi única so-
brina, yo la traje a vivir conmigo. Ella es maestra y conta-
dora, trabajó veinte años en la provincia pero a raíz de lo
que le hicieron al hermano ella dejó de hacerlo, no quiere
hablar ni caminar, así que ella es una cosa ahí encogida.
En septiembre va a hacer once años que la tengo.
Cami tiene ojos grandes pero párpados caídos, las cejas
finamente dibujadas y una mueca constante en la sonrisa.
Usa el cabello corto, en un tono castaño claro y siempre
está arreglada.
- Yo le dije a mi hija que venga, acá nomás vive, ense-
guida viene. ¿Cuántos años tenés vos? Yo en marzo cum-
plí 80.
A la izquierda del salón, hay una abertura que da a otro
ambiente de la casa. Desde el sillón que da la espalda a
la puerta, se puede ver el lugar: hay una mesa con una
variedad de santos y vírgenes, con velas y rosarios, con
flores y manteles. Al lado, la mesa del teléfono, por el que
minutos más tarde llamaría a su única hija para apresu-
rarle el paso.
- Cabezoncito era, por eso le decían Bocha de chico –
recuerda y los ojos café se le cristalizan.

***

En 1956, Bocha ingresó a la Escuela Nº 1 “José de San Mar-


tín”, la primera institución pública de la ciudad, cuya entrada
principal es sobre la calle Maipú entre Padre Patiño y Dean Fu-
nes y se extiende una manzana hasta la calle Juan José Silva, a
pocas cuadras de su casa. En esa época, la escuela era exclusiva
de varones. Las nenas debían cursar en la Escuela Nº 2 “Sar-
miento”, que se encontraba unas cuadras más adelante.

26
Florencia María José Zanello

En esa escuela conoció a Juan Carlos Arévalo, que vivía a una


cuadra y media de su casa, por la Belgrano entre Pringles y Maipú.
“Íbamos a misa todos los martes con él”, recuerda Juan Carlos.
Jugaba al fútbol en una canchita improvisada, en el barrio Fe-
rrocarril, en la intersección de las calles Corrientes y San Martín,
cerca de su casa. Así conoció a Oscar Sorucco, que vivía a dos
cuadras y media, casi en la esquina de Junín y Rivadavia.
“Nosotro’ jugábamos en patas, así noma’ sin nada. Y el apa-
reció con un equipo de arquero, impecable. Camisa amarilla,
pantaloncito negro, medias amarillas, pero era un arquero pro-
fesional que en ese tiempo se vestían así. Y eso a mí me impacto
la primera vez”, comenta Oscar.
También jugaba al básquet y practicaba taekwondo.
“Era boy scout y edecán de la Virgen del Carmen, uno de los
primeros”, sonríe su tía y se le infla el pecho de orgullo.
Con los hermanos Cossio, Julio y Teresa, la relación iba más
allá de lo fraterno. La abuela paterna de ellos era comadre de
la abuela de Bocha.
Julio nació cuatros años antes. Tiene los ojos grandes y ce-
lestes, la cabellera blanca ondulada y un andar lento. Habla
rápido pero con énfasis, rasca su paladar al pronunciar las erres
y acompaña sus palabras con las manos.
“Lo conozco de niño, no teníamo’ una relación frecuente,
cotidiana con él, pero veinte vece’ al año nos encontrábamo’
nos saludábamo’, y mi viejo con el viejo de él, mi madre con la
abuela, con lo otros. Éramos dos familias cercanas”.
Teresa, muchos años menor que Julio, de tez blanca como la
leche y ojos ídem a los de su hermano, era compañera de Bety
en el colegio.
“Bocha se destacó siempre por ser un chico muy amoroso”,
recuerda.
También eran vecinos, junto con Juan Carlos y Oscar, de los
hermanos Pereira. Compartían las calles de tierra del particular
barrio San Martín, que hoy compone el micro centro de la ciudad.
Los domingos por la tarde se realizaba el cine parroquial, en
el salón que está al lado de la Iglesia Catedral. Bocha, con diez
años, se encargaba por voluntad propia de acompañar y cuidar
a las amigas de Bety.

27
Trabajo Integrador Final

“Cumplía su papel de hermano mayor, claro que sí”, dice


Teresita que también formó parte del grupo.

***

A Estela Diaz el rubio le sienta bien. Tiene el pelo lacio, los


labios pronunciados y los ojos de su madre. Está bien maquilla-
da y usa un pantalón con camisa de vestir. Se sienta en un sillón
individual y apoya unos papeles amontonados en la mesa. Ha-
bla suave, con acento formoseño pronunciado:
- Mi mamá seguramente te está contando ¿no?
- No todavía, estamos hablando de otras cosas- le
contesta Cami, que se levanta e intenta cerrar la puerta
de entrada.
- Mamá, no cierres ¿eh? Demasiado oscuro queda.
- Pero ¿no querés que…?
- No, no. ¡Así nomás! – la interrumpe Estela.
Sonríe y se acomoda en el sillón.
- Yo te cuento lo que me acuerdo de mi primo. En rea-
lidad, más me acuerdo de la época en que yo era adoles-
cente y comenzaba a salir, entonces, me voy a remontar
un poquito antes.
En 1967, asistió al acto de finalización del secundario de
su primo. Recuerda el patio grande, las sillas ubicadas proli-
jamente en filas, la línea imaginaria que dividía el público del
escenario y a Bocha portando la bandera argentina de punta
en blanco.
- En nombre de todos los padres habla mi tío y me
acuerdo que tenía un papel para hablar mi tío, el padre
de él. Y después habla mi primo y mi primo hablaba sin
papel, ¿entendés? ¡De la facilidad de palabras que tenía!-
sonríe y sus ojos verdes brillan.
María del Carmen se levanta a silenciar un ladrido que venía
del fondo, Estela no permite distraerse. Habla sin titubeos y ges-
ticula con sus manos de pedicuría: las uñas largas y esmaltadas.
El primer año que Bocha fue a estudiar a Resistencia, Chaco,
regresaba todos los fines de semana a visitar a su familia. Su tío

28
Florencia María José Zanello

Luciano, “Monchi”, el padre de Estela, siempre le prestaba su


Ami 8 color rojo. En ese auto, él la llevaba a su prima y amigas
a los cumpleaños de 15 y las fiestas del colegio. Siempre acom-
pañado por uno o dos amigos, no sólo las dejaba en la puerta,
sino que entraba con ellas para conocer el lugar. A Estela se le
inflaba el pecho y a sus compañeras se les caía la baba.
- Mi primo era re lindo. Encima de ser inteligente, era
re lindo. Entonces ¡ay yo, orgullosa! Y él me miraba y me
hacía así, como que se iba para otro lado y andaba por
ahí pero yo ya sabía que estaba.

***

Todas las tardes, a las tres en punto, Doris Almirón, se pos-


traba a rezar. Se había convertido en un ritual desde que se
llevaron a su hijo.
Todas las tardes, hasta que el 6 de noviembre de 1992, un
cáncer en el pecho derecho terminó con su vida y su sufrimiento.
“Uno convive con el dolor y en éstos momentos en que nos
haces las preguntas viste, decís ¡aijue! ”, reflexiona Estela.
“Uno revive… ¡qué tristeza!”, completa la frase su madre.
Cuando Dora y Julio Pereira –padre- se casaron, fueron a
vivir a la que sería su casa familiar, de Juan José Silva al 36.
A Dora la recuerdan muy creyente, sencilla, humilde.
“Andaba en bicicleta negra, me acuerdo. Sí, Doña Doris,
cómo que no. Excelente también, así afable, bueno tema de ve-
cindario viste, de barrio, que todos nos conocíamos ¿entendés?
todo era algo familiar” hace memoria, Miriam Machuca, una
vecina de la infancia de los Pereira.
Don Julio, fue profesor de mecanografía en la Escuela “de
niñas” Nº 2, durante el horario nocturno. Y también fue “un
antiguo militante dirigente político del peronismo” en palabras
de Julio Cossio.
Algunas versiones sostienen que fue Ministro de gobierno
de la gestión de Horacio Carlos “Papucho” Gorleri, un santafe-
sino de familia formoseña, que se destacó por su militancia en
el movimiento justicialista y a quién la misma Isabelita designó

29
Trabajo Integrador Final

como Interventor de la Provincia a fines de 1975. Su cargo du-


raría hasta el golpe de Estado en marzo del año siguiente.
“Cuando llegó a ministro, hacían espera para que el papá les
atienda porque era reconocido como buena persona, y Bocha
dice que les hacía entrar por atrás, jaja, ¡para que no esperen
tanto!”, recuerda Cami Almirón.
“El papá fue funcionario de ese gobierno peronista, que era
un peronista también de la época, Don Pereira. Creo que fue
ministro de gobierno o secretario general de la gobernación
pero me inclino más por ministro y Bocha también aparecien-
do como secretario de su papá, secretario privado”, coincide
Miguel Perez Labarthe.
“Fue funcionario de algo, estuvo en el gobierno peronista
del ’73, Don Pereira”, es la versión de Cossio.
Don Julio Alberto Pereira murió después de cumplir 80
años. En el año 2003, mientras un periodista del histórico dia-
rio La Mañana le realizaba una entrevista sobre Bocha. Sacó
una foto de su hijo desaparecido y su corazón se paró.
Era la primera vez que hablaba de Bocha desde el secuestro.

***

- Yo te digo que sus llegadas acá, a Formosa, inevitable-


mente no pasaban de ser percibidas. Siempre se sabía que
estaba Bocha, porque era muy querido, porque había movi-
miento en mi casa, “Hoy viene Bocha”. Se cocinaba más.-
Estela revisa los papeles que previamente apoyó en la
mesa. Pasa las hojas, se detiene unos segundos en algunas.
- Mirá, ésta es una fotocopia que una parte habla de
Bocha, pero éste no te puedo dar porque como se desapa-
reció mucho sobre Bochita, porque el papá le entregó a
una abogada, este es lo único que tengo como documento.
María del Carmen se levanta y desaparece por la abertu-
ra continua de la sala. Estela sigue buscando en el mon-
tón y elije una fotografía.
- Acá está Bochita ¿ves? Esto lo tuvimos que hacer
enviar al Colegio de Escribanos porque no contamos con

30
Florencia María José Zanello

nada. Bocha es como si estuviera vivo todavía, estamos


en el tema de la presunción por fallecimiento, después la
sucesión de Bocha.
La imagen es una especie de foto carnet que en la actualidad
se replica en varios informes y homenajes de las organizaciones
de derechos humanos. Parece la foto de su documento de iden-
tidad que llevaba encima cuando lo secuestraron.
- Si habría fotocopia te daría esto- Cami regresa a la es-
cena con un papel en la mano.
Es un tríptico con la misma fotografía que mostró Estela
de encabezado. Se trata de un folleto que repartían en el 2011,
en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de
Formosa, donde una agrupación que llevaba su nombre dispu-
taba la conducción del centro de estudiantes.
El volante, en blanco y negro, es el típico universitario:
adentro, presenta una foto de Bocha portando la bandera ves-
tido de traje. Debajo, lo enuncia como militante de la Juventud
Universitaria Peronista y estudiante de Ciencias Económicas
en Resistencia, Chaco. Arriba, con lápiz negro, está escrito un
número de celular seguido de “María del Carmen Olmedo” en
letra cursiva.
Estela sigue mirando la foto que agarró entre los papeles.
- Era muy lindo, aparte de ser muy inteligente y muy
bueno, no era para ésta tierra. Con los ojitos así, color
miel ¡era un bombón! Y ya cuando venía después con an-
teojitos, pero siempre lindo- suspira y vuelve a acomodar
la foto entre su archivo de hojas.
La escena se silenció.
- Sabés quién era su muy amigo y medio parecido
¿no?- rompe el silencio Cami.
- Carlos Donkin- le contesta Estela.
- Carlitos Donkin. ¿Lo conocés? Así era, alto. Fueron
compañeros en la escuela de varones, después fueron a la
Normal, se recibieron de maestros. Después se abrieron,
uno fue para Córdoba, el otro para Chaco.
Carlos Donkin es odontólogo y fue diputado nacional por
Formosa del Frente Para la Victoria en las elecciones de 2011.

31
Trabajo Integrador Final

Estela bebe un sorbo de agua fresca y continúa:


- Yo era chiquita y tenía 10 años, su novia en ese en-
tonces era Marilen Gonzalez, ¡mirá, me están saliendo
cosas!- se emociona.
En ese entonces, Marilen era una de las chicas más lindas del
Colegio Santa Isabel, una unidad académica administrada por
monjas y exclusiva para mujeres. En esa época, las estudiantes
se recibían de maestras y realizaban las prácticas en los grados
inferiores de la misma institución.
Estela estaba cursando la escuela primaria y Marilen prac-
ticaba en su curso.
- Y vos sabés que yo estaba tan orgullosa que mi pri-
mo, que era tan lindo salga con ésta chica que era bonita
también, tan linda.
No dudó. Se levantó en medio de la clase y sin titubeos lar-
gó: “¿No es cierto señorita que usted es la novia de mi primo
Bocha?”
- Me dijo que sí y siguió dando clases, no se cómo.
Después me dijo que fue el papelón de su vida- ríe Estela,
con la misma inocencia.
María del Carmen, aún con el volante en las manos, se-
ñala:
- Pereira es con i latina. Está mal acá- y se retira a la
cocina.
- Vos sabes que él tenía una moto que le permitía mo-
verse. En esa época, pocos eran los que tenían auto y los
que tenían moto, también- recuerda Estela.
En esa moto, Bocha se trasladaba a la facultad, pero tam-
bién cruzaba a diario el puente que divide la ciudad de Resis-
tencia con la capital de Corrientes, que lleva el mismo nombre.
Allí, dicen, iba a visitar a una novia.
- La cuestión es que un compañero iba a dejar de es-
tudiar porque la había dejado embarazada a una chica.
Bocha, al enterarse de la situación, decidió cambiar su moto
por un carrito panchero, que en ese momento se empezaban a
imponer en Corrientes y hoy son populares en la costanera de
la ciudad.

32
Florencia María José Zanello

Con éste cambio, el futuro padre, pudo trabajar para man-


tener a su familia sin dejar sus estudios.
- Era una cosa increíble lo que era ese muchacho, por
Dios.
En silencio, Cami recarga los vasos con agua. Vuelve a ofre-
cer té. Se acomoda a su izquierda.
- Allá lo recuerdan más que acá- asegura.
- Allá, sí- coincide Estela- Yo me acuerdo cuando lle-
gaba todo transpirado de tanto bailar en Bumba.
Bumba era una comparsa del barrio de Bocha, integrada por
vecinos y vecinas que la mantenían a fuerza de pulmón y pasión
por los carnavales.
En esa época, y durante muchos años, los corsos se realiza-
ban en la Av. 25 de mayo, frente a la Catedral, arrancando en la
calle Moreno y llegando hasta una cuadra antes del puerto. La
columna de Bumba, salía desde la esquina de Belgrano y Juan
José Silva, para acomodarse al desfile.
- ¡Ja, ja, ja! Nosotras siempre con mi hermana le an-
dábamos atrás- agrega Cami.
- Mi mamá le enseñaba a mi tía cómo le tenía que
reforzar las costuras del traje, porque las abría para la
noche, ¿entendes?.
El perro en el fondo, volvió a ladrar. Cami intenta callarlo.
Por la ventana del living, se ve que la tarde oscureció y la
temperatura bajó. Se escuchan algunos bocinazos.
- Sí, cuando a él lo secuestra pensamos que lo volve-
ríamos a ver- dice Cami.
- Yo no, vos sabes que fue una intuición increíble. Yo
percibía, no sabía mucho de lo que pasaba, no sabía en
detalles pero cuando lo llevaron a Bocha yo dije: no lo
veo nunca más. Y cuando lo llevaron a mi papá también.
La noche anterior al secuestro de Monchi Diaz, Estela sintió
un dolor en el pecho y sólo atinó a buscar a su papá para abra-
zarlo y llorar sin razón aparente. “Papá, a vos te van a hacer
algo” le repetía entre sollozos.
- ¡Hemos hecho tanto para encontrar los cuerpos!- se
queja Cami.

33
Trabajo Integrador Final

- El jueves vienen los antropólogos, el centro de an-


tropología forense ¿puede ser? Ya por segunda vez. Pri-
mero vinieron por papá, ahora vienen por el tema de
Bocha y la línea genética. A mí me sacaron sangre por el
ADN para identificar por si aparecen los restos de Bocha
pero dicen que es más directa la línea paterna, o sea que
del padre le saquen, entonces exhuman el cadáver y van
a sacar una muestrita de hueso- explica Estela.
Cami asiente con un gesto.
- Lo de mi papá acá, aparentemente donde hicieron
una fosa y los tiraban o enterraban, se transformó des-
pués en un basurero municipal, entonces todas las mues-
tras están re contaminadas.
Una mueca de disgusto se dibujó en los labios de Cami.
- Y lo de Bocha decían que habían sido enterrados
en un lugar donde después se construyó una plaza y más
adelante, el cementerio nuevo de Chaco. Aparentemente
construyeron la plaza para que algunos no tengan posi-
bilidad de encontrarlos.
- Así es mi Bochita, mi corazón- suspira su tía.
- Te digo, es casi inexistente la posibilidad.

***
Una madrugada de domingo, en que Bocha estaba de visita
por Formosa, ocurrió un accidente frente a Casa de gobierno,
que en ese momento se ubicaba por la Av. 25 de mayo esquina
Belgrano. En ese suceso murió una chica, que estuvo en el lugar
por horas, sin que nadie la asistiera.
“Yo me enteré que Bocha la socorrió, por el Lote 4, ahí
murió”, sostiene Cami.
El lote 4, es un barrio aledaño al centro de la ciudad, al cual
se accede por una larga calle, cercana al Río Paraguay y lo que
hoy conforma la Costanera formoseña.
Ese domingo, a las 10 de la mañana, Bocha, Estela y toda la
familia asistieron a la misa del padre Martina.
La iglesia estaba repleta de creyentes. Estela y sus padres pu-
dieron conseguir lugar para sentarse, pero mucha gente, entre

34
Florencia María José Zanello

ellos Bocha, quedó parada. Al costado de los bancos, él escu-


chaba la celebración.
El cura daba la homilía, explicando versículos del antiguo
testamento de la Biblia, que había leído con anterioridad. No
paraba de hablar ni para tragar saliva.
Bocha, desde su lugar, se adelantó dos pasos, alzó la mano y
en voz alta pidió la palabra. La gente a sus costados, retrocedió
sorprendida. Estela, desde su asiento, levantó la cabeza para fijar
la mirada en su primo. Miriam Machuca, su vecina, pensó “¿y
éste?”, sin entender la situación, en el otro extremo del salón.
“No, no me acuerdo exactamente qué dijo. Pero el mensaje
era éste: parece que muchas palabras y pocas acciones, porque la
dejaron a la chica morir, porque nadie la asistió”, confirma Estela.
“Yo me quedé pedaleando en el aire, porque antes no está-
bamos acostumbrados a eso ¿entendes? En una iglesia vos no
te vas”,recuerda Miriam.
Pero Bocha, con diecinueve años, sus anteojos de marco
grueso, la voz marcada y parado frente al altar, en la misa más
concurrida de la semana, reclamó a la Iglesia y a toda su cúpula
eclesiástica, la demagogia e hipocresía con que se manejaban.
La repercusión del suceso duró varios días. Algunos que es-
tuvieron presentes, como las compañeras de trabajo de Cami,
comentaban horrorizadas: “Ay! cómo se atreve el Bochita a ha-
blar así”.
“Y eso que con el padre eran amiguísimos ¿eh? Porque ese cura
quería que Bocha fuera sacerdote” asegura María del Carmen.
Pero para otras personas, fue un punto de inflexión.
“¿Y vos sabés que a través de eso yo aprendí a ladrar? Algo
que no me gusta, me acuerdo de ese ejemplo y ahí, te largo,
¿entendes?” sonríe Miriam Machuca.

***
El 7 de septiembre de 1976, habían pasado cinco días que
Coordinación Federal sacó a Bocha de su domicilio y lo man-
tenía preso e incomunicado. Esa noche, minutos después de las
12, cuatro hombres golpearon con armas largas la puerta de
Cami Almirón.

35
Trabajo Integrador Final

- Abran en nombre de Coordinación Federal.


Monchi abrió enseguida.
Cami abrazó a su hija contra su pecho.
Los visitantes patearon las sillas del comedor. Tiraron al
suelo un velador encendido. Cortaron los cables del teléfono.
En ningún momento Cami soltó a Estela. Los miraba fijo,
con los dientes apretados mientras las lágrimas le caían hasta
las comisuras: “Hijos de puta, hijos de puta” pensaba.
Esa fue la última vez que lo vieron.
- Tenemos una causa. Le apuntamos todo a Borrini, él
es el culpable, pero así también dice el refrán “no morirás
pero te irás secando”, parece mango chupado el Borrini-
gruñe entre dientes María del Carmen.
- Está libre él- continúa Estela.
- Ah, sí! Si él era jefe de policía. Pero no importa, allá
arriba, hay uno que lo ve todo- contesta Cami y levanta
sus ojos al cielo.
Luciano Diaz era policía provincial pero se recibió en la Es-
cuela de Comercio. Por eso, hacía el trabajo de contador y lle-
vaba la cuenta de los libros del club policial.
- Era muy amigo de Borrini. Pero tuvieron un choque
muy fuerte.
La versión familiar sostiene que Monchi detectó irregulari-
dades en los fondos y denunció ante la Asamblea que los inte-
grantes de la cúpula policial se llevaban el dinero de los socios
para arreglar sus casas.
- En una reunión una amiga pasó y escuchó, el mari-
do habrá estado en algún grupo donde estaba Borrini y
dice que estaba comentando porque la gente desaparecía.
Dice que dijo “Che, vos sabes que se llevaron a Bochita,
el hijo de Julito Pereira” y rápido dice que dijo Borrini
“Ah, entonces ahora le falta al hijo de puta de Diaz”. Eso
me contaron en la escuela- asegura María del Carmen.
En el ambiente de la militancia, sostienen que Luciano
Monchi Díaz era un militante montonero y eso le costó el
trabajo y la vida.

36
Florencia María José Zanello

Estela bebe agua. Vuelve a hurgar entre sus papeles y selec-


ciona una hoja de color amarilla, rectangular.
- Mirá- lee - “cumplo en comunicarle que su hijo Ju-
lio Andrés Pereira logró fugar y aún se encuentra prófu-
go…”
- Y estaba todo destrozado- suspira Cami.
- Por eso ni el cuerpo nos entregaron.
Estela observa minuciosamente las letras de máquina de
escribir borrosas escritas sobre el papel.
- Te digo que lo único que tenemos es esto, porque no
hay nada de él.
- Vivimos momentos tan feos – María del Carmen
mueve la cabeza hacia un lado y hacia otro.
- En el setenta y seis. Treinta de diciembre – Estela si-
gue con los ojos en la hoja amarilla- Y esto había pasado
el 2 de septiembre.
Se desparramó en el sillón. Suspiró y clavó la mirada en un
punto fijo.
- A Bocha lo llevan el dos de septiembre y a mi papá,
el siete. ¡Qué mes de mierda!.
Estela se reincorporó, bebió el último trago de agua y se
levantó de su lugar. Comentó que tenía algunas actividades que
resolver. Besó a su madre y desapareció por la puerta principal.
Cami volvió a ofrecer té.

***

Bety Pereira terminó el secundario en el Instituto Santa Isa-


bel. Luego del secuestro de su hermano, se recibió de contadora
pública y trabajó por muchos años como empleada del Estado
provincial.
A los 40 años, contrajo una enfermedad que los médicos
del momento no sabían diagnosticar. Mareos seguidos de des-
mayos, endurecimiento de algunos músculos, disminución del
habla, pocas ganas de moverse.
Una tarde, María del Carmen Olmedo, su ex cuñada, la vio
cruzar por la vereda de su casa, tambaleándose, hasta terminar

37
Trabajo Integrador Final

en el piso. La auxilió, sin entender la situación, pensando inclu-


so que podía estar borracha, pero Bety no supo explicarle su
padecer. Tiempo después, María del Carmen comprendió.
“Pero no nos dejaban entrar a visitarle. Según quién era abrían
la puerta o no. A vecinos muy amigos, por ejemplo Lucy, la deja-
ban entrar. Por ahí el mismo día iba yo y no, no me dejaban”.
Teresa Cossio fue una de sus amigas de la escuela secundaria
que luego la siguió frecuentando.
“Pero fue una familia muy cerrada, hermético era. Ella se
fue degradando de a poquito”, recuerda.
Bety no tuvo hijos, ni se casó, al menos con su consentimiento.
Cuando la enfermedad avanzó mucho sobre su cuerpo, la
obligó a dejar de trabajar por la discapacidad que implicaba. Sus
padres habían muerto y vivía con unas empleadas domésticas
que estaban a su cuidado y administración de ingresos. Una de
ellas la persuadió para que se casara con su novio del momento.
“Se casaron legalmente, le costaron años de combate anular
el matrimonio. Bety estaba absolutamente discapacitada ya, no
sabía ni lo que hacía y le hicieron firmar el papel”, asegura Julio
Cossio.
La casa céntrica que Bety había heredado de sus padres, era el
principal interés de ésta pareja.
Pero esa tarde-noche, fresca de julio, la actual casa de Bety es
la de su tía Cami, que a través de abogados pudo rescatarla de la
tutela de las empleadas y conseguir ser la curadora de su sobrina.
- Ahí está. No se, no te invito nomás a verla para no tener
un cuadro tan triste- dice María del Carmen, mientras con la
cabeza señala la abertura contigua del living.
La cuidan entre seis señoras: unas a la mañana, otras a la
tarde y otra los domingos. Apenas dice cinco o seis palabras. No
se mueve, está acostada. Tiene masajistas y peluqueras. El once
de junio cumplió sesenta y un años. Bety tiene esclerosis múltiple.
- El mal de ella que es a raíz de un gran estrés. Es como el
cable dicen, viste que tiene el forro el cable, bueno ese forro
se va acabando, entonces ella va endureciéndose por parte.
La esclerosis múltiple es una enfermedad progresiva del
sistema nervioso central que provoca lesiones múltiples en la

38
Florencia María José Zanello

mielina que recubre los axones de las neuronas y constituye la


sustancia blanca, en forma de placas diseminadas. Es decir, va
deteriorando el sistema nervioso, endureciendo músculos, ex-
tremidades y haciendo perder la motriz al que la padece.
- Son cinco o seis las que siempre la visitan. Las compa-
ñeras dicen ¿por qué sufre Bety? ¿Será que está esperan-
do que aparezca el cadáver del hermano? ¿Eso será? Así
dicen las chicas- María del Camrne se levanta del sillón y
desaparece por la abertura.
Detrás de la abertura, se extiende un pasillo oscuro, a la
izquierda, la puerta abierta de una habitación. Bety estaba pos-
trada en una cama tipo de hospital. A su izquierda, firme, su
cuidadora de turno. Arriba, en la pared, colgada una televisión
con el programa de Jorge Rial.
Tiene un camisón blanco. El pelo corto y oscuro, los ojos
perdidos. No puede cerrar nunca la boca, no se le ven los dien-
tes. Tiene los puños apretados, la espalda encorvada, como si
nunca pudiera relajar su cuerpo. Como si quisiera hacerse una
bolita y desaparecer.
- ¡Bety! – la llama su tía en voz alta, casi gritando. Bety la
busca con sus ojos desorbitados, siguiendo la voz.
- Hola mi cielito- La toma de las manos- mirá, acá te
quieren ver.
“Hoa” dijo, sin poder coordinar las letras para formar la
palabra.
-¿Cómo estás? ¿Te duele algo? – pregunta Cami y Bety in-
tenta levantar la mano – No mamita, bajá la manito.
Su tía le toma del puño izquierdo.
- ¿Viste? Así mantiene. Cierra. Es todo nervioso.
Bety, con los puños más apretados que nunca, se acomo-
dó en la cama como pudo. Balbuseó dos o tres cosas. La
mujer a su izquierda la asiste.
María del Carmen salió de la habitación. Volvió al pasillo
para cruzar a la siguiente habitación y se detuvo.
- Éste era el piano de Bocha. Yo lo guardo.
Señala un bulto tapado por una tela oscura.

39
Trabajo Integrador Final

- ¿Querés mirar el piano? Sí, éste era el piano. Ella tam-


bién tocaba – señala con la cabeza la pieza donde estaba
Bety.
Con ambas manos, levanta la tela polvorienta.
- Es un piano alemán.
Detrás de la tela apareció un piano de pie, color marrón
claro. Modelo antiguo, de casi un metro y medio.
- Los dos tocaban. Y él ¿sabes qué? Los días de lluvia, la
marcha peronista.
Camino al living, manoteó un libro que resultó ser un álbum
de fotos.
- Mirá, Bochita y Bety.
Señala una imagen de dos niños con una mujer joven.
Después otra foto de un auto antiguo. La participación
del casamiento de la madre de Bocha.
- Andrés Almirón es mi papá. Acá hay muchos Andrés.
Mi hermano que falleció, mi papá, Bocha. Éste era el
papá de Bocha, ¿ves? Gordito era.
En la imagen un hombre robusto con una mujer, Dorila, su
esposa. Las hojas del álbum están pegadas por la humedad, al-
gunas despintadas. Entra tanta foto en blanco y negro, aparece
una en color: una mujer, con la piel arrugada, el pelo corto y la
mirada dulce, rodeada de mujeres.
- Mirá, ésta es Bety, que vienen las amigas a visitarle.
La mujer de la foto es antagónica a la que está postrada
en la habitación contigua.

***

El 2 de septiembre de 2014, Bety se despertó, desayunó mate


y miró la tele. En un momento, su cuidadora la dejó sola y
cuando volvió ya no respiraba.
Sus restos fueron velados en una sala privada y su cuerpo
descansa en el panteón familiar del cementerio Virgen del Car-
men, en el centro de la ciudad.
Bety Pereira, que sufrió en su carne la desaparición de su
hermano, la muerte de sus padres y la estafa de sus empleadas,

40
Florencia María José Zanello

falleció un dos de septiembre, el mismo día que se llevaron a


Bocha. El mismo día que ella decidió no volver a nombrarlo y
lo lloró en silencio.

41
Trabajo Integrador Final

Bocha de bebé. (Archivo Familiar Pereira Almiron [AFPA]

Bocha cursando segundo año en la Escuela Normal

42
Florencia María José Zanello

Bocha abanderado en la Escuela Nº 1, Gral. San Martín (AFPA)

Bocha de Boy Scout con el Obispo Monseñor Scozzina (AFPA)

43
Trabajo Integrador Final

En el extremo derecho, fila de arriba, Bocha con el equipo de fútbol infantil (AFPA)

En el medio Bocha, a su derecha su mamá Doris y al otro lado, su hermana Bety (AFPA)

44
Florencia María José Zanello

Bocha con su mamá Doris (AFPA).

45
Trabajo Integrador Final

Bocha en la fiesta de egreso de su hermana Bety (AFPA)

Bocha y su hermana Bety, en el patio de su casa familiar

46
tres
EL AMIGUERO

- Habremos sido diez adolescentes que comenzamos y


terminamos juntos el colegio. De esa promoción, mantene-
mos con algunos lazos muy fuertes. Tal es así que nos jun-
tamos una o dos veces por semana y la verdad que siempre
está presente el Bocha.
A Eduardo “el Tape” Donkin se le llenan los ojos de lágri-
mas. Tiene el cabello blanco y lacio con la raya peinada a un
costado. Siempre está bien afeitado. Su nariz es pronunciada y
sus ojos, caídos. La sonrisa le sobresale en cualquier lugar.
Él, junto con Oscar Sorucco, Juan Carlos Arévalo, Jorge
Puppo y Miguel Perez Labarthe, se conocieron en el año 63’
cuando empezaron el secundario, en la Escuela Normal “Repú-
blica Oriental del Paraguay”.
En 1967, terminaron los estudios y se recibieron de maes-
tros primarios. Desde ese día se reencontrarían cada año.

***

Un viernes templado de Agosto, en la casa del Tape, Oscar


preparaba la cena: “chupín” de pescado. La típica comida, en-
tre mezcla la carne blanca con trozos de verduras de dedicada
preparación. Se acostumbra consumir en las bajas temperatu-
ras, esas que a Formosa no llegan ni en el invierno.
El Tape Donkin ocupa la cabecera. Cuenta que Miguel Perez
Labarthe no pudo llegar por estar volviendo de un viaje. A su
izquierda se sienta Juan Carlos y del otro costado, Jorge. Oscar
se acomodó en el lugar más próximo a la cocina, al otro extre-
mo de la mesa.
- Nosotros hablamos con mucho sentimentalismo,
podemos equivocarnos- aclara Juan Carlos.

49
Trabajo Integrador Final

- No, con la realidad también- lo corrige Sorucco.


Oscar es de piel morena. De baja estatura, con algunos pelos
en la cabeza. Sus ojos son grandes y oscuros. Tiene labios
gruesos, las cejas tupidas y la frente arrugada. Siempre habla
entre dientes.
- Yo lo conocí en la Escuela Normal, en primer año- re-
cuerda Puppo.
- Ahí comenzamos de primero a quinto año- confirma Oscar
- Y ahí nos conocimos todos y permanecimos juntos has-
ta ahora. Lo destacable de Bocha es que siempre ha sido una
persona con una inteligencia muy brillante.
- Fue muy buen alumno. Abanderado- asiente Juan Carlos
- Tocaba el piano. Era muy buen deportista y nosotros
detrás de él.
- Sí. Se iba a casa y tocaba el piano vite, como a mi vieja
le gustaba, siempre desde El alma le tocaba, ese vals- Juan
Carlos sonríe.
- Tocaba a cuatro manos con Miguelo, ¿te acordás o no?.
Eduardo sirve en platos de vidrio porciones exageradas de
la sopa de pescado. Descorchan el vino, abren una soda y se
entregan al banquete. Y al recuerdo.

***

- El primer viaje que hicimos fue a Clorinda – asegura Oscar.


- No, no, no - lo contradice Jorge.
- ¡Sí, el primer viaje a Clorinda! En segundo año.
No, no, están equivocao’. El primer viaje que hicieron uste-
des con Bocha Pereira fue el primer año que se fueron al sur,
allá al mar.
- No, Jorge pero ese no fue en grupo.
- ¿Y cuándo se fueron al sur, allá en el mar?- desafía Jorge.
- Sí, nos fuimos a Pehuencó, Provincia de Buenos Aires. Pri-
mer año.
- Primer año, que yo no fui. Porque me llevé todas las mate-
rias a rendir, las quince materias me llevé y mi vieja no me
dio permiso.

50
Florencia María José Zanello

- Pero ese no fue en el grupo – insiste Oscar- sino el primer


viaje que hicimos juntos fue cuando estábamos en segundo
año que fuimos a Clorinda.
Clorinda, es la segunda ciudad más importante en términos
poblacionales de la provincia. Queda a más de cien kilómetros
de la capital y sólo a cuatro, de la frontera con Paraguay.
El grupo de amigos, tenía un compañero que fue a vivir allí,
donde la familia abrió un hotel. Salieron una mañana fresca de
julio. El objetivo era visitar a su antiguo compañero y también
aprovechar la estructura del hotel.
“Nosotros no teníamos un peso, éramos todos pelagatos”,
recordará más adelante Miguel Perez Labarthe.
Durante la estadía, cayó una fuerte lluvia en la ciudad e im-
posibilitó el regreso de los amigos. La ruta aún era de tierra.
Debieron quedarse tres días más.
“Siempre había una persona que llevábamos como responsable
para que nuestros viejos también se quedaran tranquilos”, aclara.
Miguelo habla pausado pero sin parar. Modula cada pala-
bra. Usa anteojos y el cabello negro. Tiene una gran contextura
física y una papada prominente.
“Un viaje importante no lo pude hacer a San Juan y Mendo-
za. Las cosas de la vida, mi mamá tenía cierta aversión al tema
terremoto. Se fueron todos menos yo.”
En esa ocasión, el grupo visitó una bodega de vinos en Men-
doza. Todavía da vuelta por los archivos de Bocha una foto
de ellos: Eduardo, Juan Carlos, Jorge, Oscar con los primeros
vellos en la cara.
En cuarto año, realizaron un viaje a la localidad de Lapachi-
to, provincia de Chaco. Lapachito es una ciudad, actualmente,
con menos de mil habitantes. Se ubica en el kilómetro 66 de la
Ruta Nacional 16, la cual es la principal vía de comunicación.
En ese entonces, se instaló en medio del campo un empren-
dimiento de tecnología francesa, que tenía que ver con enviar
ondas electromagnéticas al espacio y poder fotografiarlas. El
grupo de estudiantes serían los primeros en probar el sistema.
Esa noche, habría un eclipse que permitiría visualizar el pro-
cedimiento en el cielo.

51
Trabajo Integrador Final

“Ese día fuimos todos, con las chicas, se nubló y una de


las dos ondas que mandaron se cayó en medio del monte, se
rompió y algo se pudo recuperar después de un tiempo. Pero no
se pudo concretamente llegar a lo que pensaban los franceses.
Pero fue toda una movida para nosotros irnos a conocer eso,
estar presentes”, relata Miguelo.
En esa ocasión, aprovechando los medios y tras el fallido
viaje de estudio, rumbearon a la ciudad de Itatí, al norte de la
provincia de Corrientes, a orillas del Río Paraná.
Itatí es reconocida por ser uno de los centros de peregrina-
ción más importantes de nuestro país. En cualquier momento
del año, los fieles se acercan a venerar a la Virgen, que está
guardada en la imponente Basílica, de más de ochenta metros
de altura. La estatuilla, tallada a mano por los pueblos origi-
narios, representa a la Virgen María. Es considerada milagrosa
por muchos fieles católicos y creyentes.. La forma más popular
de peregrinar es caminando, desde cualquier parte de Argenti-
na. Incluso, algunos optan por las rodillas, si el pedido es muy
fuerte.
El grupo de estudiantes, fue en colectivo hasta la entrada en
la Ruta Nacional 12 que vincula con la Ruta 20, la principal vía
de ingreso a la Basílica. Desde allí, tuvieron que caminar casi
diez kilómetros hasta el lugar.
“No llegábamos nunca, era una locura. Los hombres llevá-
bamos a las chicas arriba, en fin, fue una experiencia pero ¿qué?
teníamos dieciséis, diecisiete años. Fuimos a la iglesia, ahí cada
uno pidió lo que tenía que pedir, agradeció lo que tenía que
agradecer y volvimos”.
La memoria de Miguel sigue intacta.
En el último año del secundario, realizaron muchas activi-
dades y venta de comidas para juntar fondos en conjunto con
sus compañeras. Pero a mitad de año, surgió la posibilidad de
acompañar al Seleccionado de Vóley Femenino Formoseño, al
9no Nacional de Vóley, que se disputaba en la ciudad de Lin-
coln, Buenos Aires.
“Eran, ponele vos, veinte y consiguieron colectivo para
cuarenta personas. Nosotros nos enteramos que había veinte

52
Florencia María José Zanello

lugares y entonces ‘¿muchachos qué les parece si nos vamos?’


Meta, Vamo’ vamo’. Las chicas contentas, calculá veinte chicas
y nosotros doce, trece vaguitos” recuerda Oscar.
“Nos fuimos con las chicas de la delegación pero con nin-
guna de nuestras chicas del colegio, que habían trabajado con
nosotros de igual a igual. Y nosotros nos fuimos con la plata
de todos y a la vuelta le trajimos un paquete de caramelos a las
chicas jaja. Hasta hoy creo que nos retan si nos encuentran por
ahí”, rescata Miguel.
- Hay un viaje muy importante del Bocha, que esta-
mos dejando pasar, de un viaje que hicimos a Asunción.
Asunción, es la ciudad capital de la República del Para-
guay. El grupo de amigos, consiguió, a través del Consu-
lado paraguayo en Formosa, el alojamiento en un centro
de reclutamiento en las afueras de la ciudad.
“Viajamos también por intermedio de padres que hicieron
contactos. Mi papá fue uno de ellos, estaba muy conectado con
la prefectura porque vendía lanchas, fue uno de los primeros
en el rubro, entonces estaba muy en contacto con el prefecto”
recuerda Miguelo.
En ese entonces, corría el año ’65 y en Formosa, goberna-
ban los radicales. Una de las dirigentes más reconocidas del
momento, era la Gorda Luz, una famosa vecina del barrio San
Miguel. Luz vivía en la calle Dean Funes, a veinte metros de la
Avenida Lelong. Le debía el apodo a su excesivo sobre peso.
Los jóvenes fueron a verla para que les gestionara algún me-
dio de transporte. La Gorda, les hizo el contacto con uno de
sus amigos del conocido supermercadito Al-Pen, que solía estar
en la Avenida Lelong y Padre Patiño. Los dueños de Al-Pen
les facilitaron un camión que transportaba mercaderías de la
empresa.
“Viajamos como ganado, pero qué, teníamos catorce, quin-
ce años”.
Salieron una madrugada de invierno. Durante el viaje, atro-
pellaron una vaca mal cruzada en el camino y tuvieron que
quedarse.

53
Trabajo Integrador Final

“Así que ayudados por un tractor o no recuerdo si otro ca-


mioncito, llegamos a Clorinda, desesperados porque ya teníamos
prácticamente la mitad de la jornada ocupada”, confirma Miguel.
A través de contactos y con ayuda del padre de Puppo, pu-
dieron llegar de Clorinda a Puerto Pilcomayo. De allí fueron en
lanchas de la prefectura hasta el puerto de Asunción.
“Cuando Stroessner se entera que estábamos nosotros y que
éramos alumnos de la Escuela Normal del Paraguay, dice ‘invi-
ten a esos muchachos a mi despacho”, asegura Puppo.
“La idea era ir a las Cataratas de Iguazú, en patota. Pero
para pedir el viaje, no dependía de nosotros, había que hablar
con el cherubichá1, el jefe, que era Stroessner en ese momento”,
es la versión de Miguelo.
Alfredo Stroessner, fue militar del Partido Colorado y el
dictador más nefasto de la historia paraguaya. Durante su ré-
gimen, que duró 35 años, se masacraron más de cuatro mil
personas, en cifras oficiales, acusadas de ser comunistas.
El grupo de amigos, lo fue a ver a su despacho presidencial.
Miguel llevó regalos, hechos por una maestra del colegio: unas
artesanías con palmas.
Los viajantes, que eran alrededor de veinte compañeros, se
acomodaron en fila. Stroessner los saludó uno por uno, estre-
chando las manos, con la frase “mucho gusto”. Sobre el gran
escritorio del primer mandatario, lleno de papeles y fotos, se
divisaba un atado de Camel.
En las paredes había cuadros de paisajes paraguayos.
Tocaron varios temas de conversación: el turismo en el país, los
deportes, la Escuela Normal, incluso, los hechos de la actualidad.
“En ese momento, Bocha estaba hablando que, ese día, se
produjo el golpe de Estado en Santo Domingo. Los marines de
Estado Unidos invadían Santo Domingo, me acuerdo porque
salía en la radio”, recuerda Jorge. Se refiere a la rebelión militar
que exigía la restauración de Juan Bosch, el primer presidente
democrático de República Dominicana, que dos años antes ha-
bía sido derrocado por el Golpe de Estado encabezado por el
coronel Elías Wessin y Wessin.
1
Cacique.

54
Florencia María José Zanello

Cuando el encuentro llegaba a su fin, el dictador Stroessner


volvió a estrechar las manos de cada uno.
“Nos dijo ‘Bueno mis hijos, yo los saludo y los aprecio mu-
cho a ustedes porque son como paraguayos, son hijos de pa-
raguayos. Porque no sé si saben que Formosa en una época
perteneció al Paraguay”, recuerda Oscar.
El presidente de facto se refería al conflicto de la pertenencia
de Formosa a las tierras guaraníes, porque antes de la absurda
guerra de la Triple Alianza, el territorio formoseño era propie-
dad paraguaya. Cuando la guerra terminó, el gobierno Argen-
tino trazó sus fronteras con Formosa adentro, reconociendo
como límites el Río Paraguay y Pilcomayo.
- ¿Así se expresó? Yo le entendí como que dijo que For-
mosa era de la República del Paraguay- contrapone Puppo.
- No, no no. Así se expresó- asegura Sorucco.
- Yo recuerdo de ese momento, cuando me parece que
Stroessner hizo el comentario “ah si ustedes son de For-
mosa y Formosa perteneció al Paraguay”- aporta Eduardo.
- Pertenece. Yo le entendí “pertenece”- sostiene Jorge.
Cuando escuchó lo que dijo Stroessner, el Bocha abrió los
ojos y la yugular se le llenó de sangre.
“Saltó y dijo ‘no no, discúlpeme señor presidente, eso no es
así. Esto es así’. Hizo toda la fundamentación de ese hecho, se
remontó a la guerra” recuerda el Tape Donkin.
“Bocha Pereira salió, no a contradecirlo, pero a hablar de
historia argentina e historia paraguaya, dejarle bien sentado lo
nuestro cómo fue, cómo se logró y también lo de ellos. Él con
todo respeto, le refutó algunas cosas”, agrega Miguelo.
“Si Bocha no estaba y estaba todo el grupete como está-
bamos, ninguno le iba a refutar a un tipo así. Ninguno, a esa
edad”, asegura Jorgito Puppo.
Stroessner tampoco salió al cruce con Bocha. Mantuvo su
postura diplomática y le bastó con no cederle los medios para
realizar el viaje a las Cataratas. Pero eso no les amargó la esta-
día en el país vecino, disfrutaron los tres días restantes antes de
volver a Formosa.

55
Trabajo Integrador Final

“Lo posicionó a Bocha, por lo menos para mí, como algo que
se venía muy grande, independiente de su capacidad de retener
datos históricos, de encarar, perder cierto temor que uno siempre
tiene de decir ‘noo, cómo le voy a decir al presidente si el Río
Pilcomayo tenía animales o no’ por decirte algo. Él lo hizo”.

***
- Hay anécdotas que no te podemos contar, ¡eh!.
Juan Carlos sonríe. Bebe un sorbo de vino y vuelve a su
plato. Mastica, se limpia la boca y sin titubear, larga:
- Bocha robaba gallinas.
El resto de los comensales sueltan carcajadas al aire. La esce-
na se alborota. Oscar no se contiene y estalla de risa. Al Tape se
le escapan unas lágrimas de alegría mientras se agarra la panza.
- Robábamos gallinas para viajar. Para juntar fondos
De fondo seguían sonando las risas.
- Y después las vendíamos, sí.
- No, los eventos de las gallinas no tenés que mencio-
nar- se pone serio Puppo.
- No, no, que mencione- insiste el Tape.
- No, porque los vecinos nos van a correr.
- Daah, ¡ya prescribió eso!.
En esa época era común que los formoseños criaran gallinas en
los patios de sus casas para consumo de sus huevos. Algunos galli-
neros estaban mejor preparados y otros se improvisaban al paso.
- La cuestión era así: en la semana se hacía el trabajo
de inteligencia, es decir, ‘¿en tu patio qué vecinos tenés?’
‘Y en mi casa hay un gallinero, linda, gordas están las
gallinas esas’- explica Sorucco.
- Una colorada, una blanca, ja ja ja.
- Estaban las distintas técnicas. Una que teníamos era
quemar azufre, entonces le atontaba a la gallina y ahí
nomás le agarrabas y a la bolsa. Otra era que tenías que
ponerle maíz con un anzuelito.
En una ocasión, el objetivo fue la casa de la vecina de Bo-
cha: una colona, como se llamaban popularmente a las inmi-
grantes. En el patio había un gallinero que Bocha conocía a la

56
Florencia María José Zanello

perfección. Ambos patios estaban separados sólo por alambres


tejidos.
Era de noche y los amigos se dispusieron a conseguir algu-
na gallina: necesitaban juntar plata para viajar a San Juan y
Mendoza. Bocha vestía su pijama celeste para disimular. Juan
Carlos, Oscar y Jorge, se acomodaron en un rincón del patio
de su amigo.
Bocha, cruzó sigiloso el tejido del territorio enemigo. Calzó
una gallina pequeña del cuello. El pájaro empezó a aletear, se
volvió loco, quería zafarse de las manos. Bocha se la pasó a
Juan Carlos, que con ayuda de los otros, la metió en una bolsa.
A los diez segundos se prendió una luz: “¿Quién está por ahí?”.
Los amigos, del otro lado del tejido, se tiraron cuerpo a tie-
rra y quedaron inmóviles.
- Bocha se quedó quietito, no sé cómo hizo para salir.
La cuestión es que no nos pescó, pero después llegó el
viejo de Bocha- relata Juan Carlos.
Cuando pasó el susto y retomaron sus posiciones, se en-
contraron llenos de mierda de gallina. El pijama celeste
de Bocha era una mezcla de colores y olores.
- Y nos agarró el viejo de Bocha ‘¿qué hacen ustedes?’
Y nada. Despelote- recuerda Jorge.
- Nos cagó a pedos- agrega Juan Carlos.
- En una de esas redadas hasta cayó un pavo.
- Vendíamos las gallinas, depositábamos cerca de la
casa de Sorucco y las que quedaban vendíamos, porque
se comían todos ellos. Nosotros llegábamos a ligar un
garrotazo pero ellos se comían las gallinas.
Vuelven a estallar las risas.
- De esas gallinas nunca se vio un peso- larga una car-
cajada el Tape.
- Pero viste que Bocha siempre fue un tipo muy serio,
no hacía ninguna cagada ¿o se mandaba cagada?- inte-
rroga Juan Carlos al resto.
- No, no. Tenía sus andanzas con mujeres ¿eh?
- Nosotros teníamos una novia entre los dos- sonríe
Juan Carlos.

57
Trabajo Integrador Final

- ¿Cómo una novia entre los dos?


- Con Bocha teníamos una novia entre los dos.
- ¡Compartían!- ríe Sorucco.
En ese entonces, Bocha manejaba su moto de 50 cilindradas.
Pasaba a buscar a su amigo e iban hasta el barrio San Francisco,
que en ese momento aún tenía calles de tierra y la mayoría de las
viviendas eran precarias. Ahí vivía la novia.
- Estaba un ratito con su novia él, después salía, hablaba con
la suegra y estaba un ratito con mi novia yo. Pero te juro, es para
reírse nomás, pero era así.
- Ja ja ja. ¡Un tipo pintón era!- acota Jorge.
- Muy querendón- remata Oscar, entre risas.
El Tape sirve la segunda ronda de chupín. Oscar presume su
buena mano en la cocina. Jorge comenta que sus hijos están estu-
diando en otra provincia. Abren otra botella de vino.
- Bocha era un chico solidario también. Tenía una
motito cuando iba a la Escuela Normal, una Zanella 50,
que en ese momento era un privilegio mao meno- recuer-
da Oscar.
- Todos andábamos en bicicleta.
- Era un privilegio porque la escuela de nuestra casa
era muy lejos viste, quince, veinte cuadras.
- Los días que cursaban educación física, a la sies-
ta, Bocha acostumbraba buscar a sus compañeros en la
moto y llevarlos hasta la escuela.
- Igual él le prestaba a todo el mundo esa Zanellita-
acota el Tape.
- En ese sentido te digo que era solidario y buen com-
pañero.
- Buen compañero- repite Juan Carlos asintiendo con
la cabeza.
- En el lenguaje de ahora, era un tipo muy exitoso, en
todo. En la música, en el deporte, en el estudio, con las
mujeres. Es así ¿o no?- pregunta Jorge.
- ¡Sí!
- Y nosotros, cola de perro- sonríe Juan Carlos.
- No, nosotros por ahí ligábamos alguito viste, no era
tanto ja ja ja.

58
Florencia María José Zanello

- ¡Tanto no era! Tan inútiles no éramos- se divierte


Eduardo y los amigos ríen.

***
En el año ‘67, el grupo de amigos terminó el secundario.
Algunos se quedaron en Formosa, otros como Oscar y Miguel,
fueron a Corrientes. Juan Carlos, encaró para Buenos Aires. Y
Eduardo y Bocha, decidieron ir a Resistencia.
El Tape, salía hacía unos meses con Dora, su primer novia
de la juventud. Era febrero del ‘68 y los amigos habían viajado
a la capital del Chaco para gestionar su estadía y las inscripcio-
nes a la facultad.
Después de una larga jornada de papelerío, los amigos se
sentaron en una plaza a descansar un rato.
- Che, Bocha, vos sabés que estoy re cagado.
- ¿Qué te pasa, boludo?- preguntó Bocha con el gesto
del montoncito.
- Dora está embarazada y no se qué hacer- la voz le
temblaba- No se qué hacer boludo, ¿qué hago?.
- ¿Y qué vas a hacer?- se sorprendió su amigo.
- Es que yo vine acá a buscar un diploma para mis
viejos, no a darles un nieto.
- Y bueno boludo, pero ¿qué vas a hacer? Vas a ser
papá y Dorita va a ser mamá- sentenció.
“Como que yo buscaba otra respuesta o quería que él me
aliente a otra cuestión como para zafar ¿viste? Pero él planteó
la vida, en la adolescencia, cuando éramos dos pendejos. Como
que descartaba de plano otra posibilidad o alternativa”.
Cuarenta y cinco años después de esa charla, al Tape los ojos
se le llenan de lágrimas y la voz se le entrecorta al recordar.
“Y resulta que esa nena nació y hoy es una doctora. Y para mí,
lo que Bocha me dijo en ese momento trasciende a la vida de él
y convierte a esa criatura en una doctora, que es justamente para
salvar vidas, como él salvó de alguna manera la vida de esa bebé”.

***

59
Trabajo Integrador Final

El treinta de diciembre de 1971, Miguel Perez Labarthe de-


cidió casarse con su actual mujer. Los amigos, Jorge, Juan Car-
los y Oscar, junto con otros colaboradores, le organizaron una
despedida de soltero sorpresa.
Gestionaron una vaquillona, que fueron a buscar al campo
de un ex-compañero que apodaban Escuelita, por ser el más
viejo de la promoción. Acordaron con los dueños de una popu-
lar churrasquería, situada sobre la Avenida 25 de mayo, asar la
vaca a cambio de consumir el resto de comida en el lugar.
Esa noche no había una pizca de viento. Estaban amigos
y ex-compañeros estudiantes en otras provincias, entre ellos,
Bocha y Eduardo.
“Había uno que fue un gran amigo mío, Jorge Luis Oviedo,
que también fue compañero de Bocha desde el primero al quin-
to año. Él decidió la carrera militar, en pleno caos, y ya estaba
trabajando en una base aérea militar como piloto. Vino como
testigo de mi casamiento”, recuerda Miguel.
Cenaron respecto a lo acordado y cuando finalizó la comi-
da el novio propuso hacer un brindis en el Balneario local, que
quedaba a pocas cuadras.
- Esperenme, voy a buscar una sidra- dijo y se fue.
Mientras tanto, el resto de los invitados se trasladó al
lugar, que era una especie de costanera con la diferencia
que podías meterte al agua sin ninguna restricción. Co-
rría viento del río y el paisaje conectaba con la ciudad
vecina de Alberdi. Se usaba mucho como zona pesquera.
Eran las doce de la noche. Los amigos se sentaron en ronda
sobre la arena, descorcharon la sidra y abrieron una sandía.
Después del brindis, entre copa y copa, charlaron de diver-
sos temas: sus vidas actuales, sus aventuras en el colegio, sus
sueños y deseos para el futuro.
En una pausa larga, Bocha tomó la palabra y se refirió a
cada uno de sus compañeros.
“En esa fiesta conocí un Bocha que vino muy fuertemente
influenciado por lo que estaba haciendo o por sus propios idea-
les que ya lo superaban”, afirma Miguel.
“Nos bajó la línea a todos nosotros y nos dijo ‘vos sos esto,

60
Florencia María José Zanello

vos sos esto, vos sos esto’. Cuando habló de mi dijo ‘vos te sen-
tís que sos el más lindo de todos, que sos ganador y nunca te
preocupaste por lo que te rodea, así que tratá de preocuparte’ te
lo digo con mis palabras”, es la versión de Jorge Puppo.
“A Jorge Oviedo lo trató mal, lo trató como gorila. Se desu-
bicó porque no era el contexto, era para hablar de amigos que
se reencontraban, algunos ya avanzados en su decisión de vida.
Y este chico que era militar, estaba chocho porque él quería pi-
lotear aviones y lo hacía pero bajo un mando militar que tenía
un sistema que ya sabemos todos ¿no?”, reflexiona Miguelo.
Cuando le tocó el turno al novio, Bocha le recriminó que
llevaba una vida superficial, “color de rosas” y que debía ju-
garsela más.
“Es la traducción que yo hago, por ahí me equivoco ¿no?
Pero me dolió. No se si porque era verdad en parte o porque
no me gustó la actitud en un contexto como era esa despedida
de soltero”.
“Yo me acuerdo que me hizo sentir esa noche, porque estaba
con el dedo así, ‘vos comprometete más, dejá de joder las pelo-
tas, no tanta joda’ ¿entendé? Y eso primero me dolió y después
me hizo pensar e hizo que uno esté interesado un poco en la
política”, aporta Jorge.
Después del episodio, Miguel se fue molesto de la fiesta.
Al día siguiente, después de la ceremonia en la iglesia Don
Bosco, fueron todos al brindis en la Sociedad Española. Los no-
vios se presentaron, bailaron el vals y se sacaron fotos. Cuando
le tocó el turno a Bocha, Miguelo se acercó al oído y le dijo
“No me vengas a armar despelote en mi fiesta”. Bocha sonrió,
beso a su mujer y bailó.
“Él estuvo, participó, o sea es como que no se sintió mal por
lo que desencadenó, a mi entender, la noche de mi despedida
de soltero”.

***

61
Trabajo Integrador Final

Eduardo Donkin junta los platos sucios en silencio. Los lle-


va a la cocina y vuelve con un recipiente. Acomoda la vajilla
nueva y sirve un pedazo de mamón cubierto con queso.
- Yo estoy convencido que él cuando fue a Resistencia
y empezó a militar ahí, después ya se metió de lleno a la
actividad, o sea así como revolucionario- relata Oscar
mientras se lleva a la boca un pedazo de queso- Nosotros
no teníamos esa militacia, nuestra militancia era ‘che esta
noche salimos a pintar Perón Vuelve’.
- Aparte tampoco nunca nos habló- agrega Juan Carlos.
- No, de ese tema nunca.
El Tape retoma su lugar, toma agua con gas y responde:
- Yo la verdad que he hablado con él muchas veces y
era bastante enigmático con esa parte, yo creo que estaba
sí con Montoneros pero no, no se.
- Era un enigma- coincide Oscar- Lo que sí te puedo
asegurar es que hubo un momento que él desapareció
dos o tres meses, nadie sabía absolutamente dónde esta-
ba, ni los padres.
En ese contexto, Bety, fue a buscar a Oscar en un gesto
desesperado: “Oscar, decime ¿vos sabés dónde está mi
hermano?”.
Una de las versiones que corría es que estaba exiliado
con un pariente en Cuba o México.
- Incluso decían “el Bocha se fue a hacer la prepa-
ración guerrillera, por eso desapareció”, eso lo que se
hablaba viste.
- Pero ni los padres sabían.
- ¿Eso fue el mismo año que lo llevan?
- No, fue antes. Dos años antes, capaz.
- Él una vez me mostró algo- dice Juan Carlos con
voz baja y pausada
En uno de los viajes de Bocha a Formosa, fue a visitar a su
amigo y le llevó unos planfletos que había traído de Resisten-
cia: eran unos comunicados de Montoneros.
- Tomá, leelos, cuidalos y guardalos que no vea nadie-
le dijo Bocha y los escondió debajo del colchón de Juan

62
Florencia María José Zanello

Carlos.
Después del golpe militar, Juan Carlos los quemó sin dudar.
- Porque como yo era muy amigo dije ‘bueno en cual-
quier momento me van a caer y me van a meter adentro’
¿entendé?.
- ¿Y nunca estuviste preso?
- No, nunca. Ni siquiera me han mencionado como
amigo de él. Todos los días iba a casa pero nunca.
La mirada de Juan Carlos se pierden en un punto fijo.
Eduardo está concentrado en su porción de postre. Jorge
mantiene su mueca sonriente. Oscar interrumpe el silencio.
- Bocha fue un ideólogo. Te hablaba de economía, de po-
lítica.
- Filosofía.
- Él tenía un término: “no hay que ser enciclopedista”
¿viste? Como que todo lo que nos enseñaban en la escue-
la, aceptarlo, pero salir de eso, buscar otra información,
leer otras cosas ¿entendes?- recuerda el Tape.
- Sí, es cierto, eso es una parte de su personalidad que
por ahí uno lo agarraba para la joda ¿viste? “dejate de
joder, no vamos a hacer esto, vamos a hacer lo otro” pero
no, fue un líder.
- El libro de sociología que nos había recomendado,
de uno que todavía vive el tipo, Juan José Sebreli, un
libro que se llama “Buenos Aires vida cotidiana y alinea-
ción”. No se de dónde mierda sacó el libro ese ¿viste?
¡pero lo leía!- acota Eduardo, el Tape.

La obra es un escrito del año 1964 en su primer edición. A


grandes rasgos, Sebreli presenta un análisis de las caracterís-
ticas de las clases sociales que habitaban la capital del país en
esa época con una mirada teórica marxista.
El timbre de un celular interrumpe la escena: Oscar atiende.
Los amigos no se permiten distracciones: se divierten recordan-
do algunas vivencias que los lleva a tener dieciocho otra vez.
Después de terminar el secundario, se reunían cada sábado
en la confitería “SerSan” que quedaba en la Avenida 25 de

63
Trabajo Integrador Final

mayo y Moreno, frente a la Catedral, donde actualmente hay


un local de Farmacity, en pleno microcentro de la ciudad for-
moseña. Excepto los sábados que Bocha volvía de Resistencia.
- No hay que ir a SerSan, porque es una confitería de chetos.
Vamos allá al frente, al Pingüino, a tomar una cerveza- solía
decirles.
Los amigos sin chistar, cruzaban la avenida de tierra.
- Pero nuestro lugar era aquel viste ¡ahí estaban todas
las chicas, estaba la movida! Nosotros éramos así, pero él
ya no. Decía “no” y nosotros le hacíamos caso- recuerda
Oscar.
En esos encuentros fugaces mediados por la birra, Bocha les
preguntaba qué pensaban de la economía, de la política, de la
situación actual del país. “¿Qué está primero, la economía o
la política?”. Y escuchaba atento las diversas respuestas de sus
amigos, como si les tomara un exámen.
- Imaginate vos la edad que teníamos, diecisiete, die-
ciocho años, lo único que pensábamos era divertirnos,
las mujeres. Y él de a poco nos fue introduciendo en el
interés hacía la política.
Juan Carlos asiente con un gesto.
- Si Bocha no hubiera existido en mi vida, yo jamás me
habría interesado por la política. Él muy astutamente nos
fue metiendo en el interés y la preocupación social de esa
época de nuestro país en esa etapa- agrega Jorge.
El comedor del Tape es amplio. Una puerta de vidrio co-
rrediza lo separa del patio lleno de verde. Los muebles son
todos de algarrobo macizo. La mesa, es ancha y larga. En el
extremo de la cocina, se puede notar un delicado azulejo. Del
otro lado, en la abertura que separa el ambiente del resto de
la casa, hay una mesa esquinero, que tiene algunas fotos fa-
miliares.
- ¿Alguien quiere más mamón?- pregunta Eduardo que oficia
de buen anfitrión.
- Pero deja de joder, que si alguien quiere se va a servir ¡vení y
sentate!- le responde Oscar.
- Bueno, che. Concentrensé en esto que es lo importante.

64
Florencia María José Zanello

Juan Carlos se sirve una porción más.


- Practicaba tiro también Bocha ¿eh?.
- Acá en Tiro Federal- se apura a responder Jorgito Puppo.
- Se iba a practicar a una chacra que yo tenía acá cerca- lo con-
tradice Juan Carlos.
- En Tiro Federal también- insiste Jorge.
Tiro Federal está situado en el Kilómetro 1182 de la Ruta Na-
cional 11, en las afueras de la ciudad. Actualmente se realizan clí-
nicas de tiro y competencias oficiales.
- No, acá también. Cerca del Pucú- opina Oscar.
El Pucú es la zona donde se encuentra el Aeropuerto de Formo-
sa, en el kilómetro 1167 también de la Ruta 11.
- Yo le había dado una pistolita así, una nueve- Juan
Carlos grafica con las manos- una veintidós, cortita y se iba
a tirar a la Colonia.
- Y en auto también practicaba.
- ¿Cómo en auto?.
- En un vehículo que vos manejabas. Él se sentaba atrás
y te decía ‘anda a 30, 40 kilómetros por hora. En movi-
miento abría la puerta de atrás y ¡bang, bang, bang!- relata
Oscar.
- Che, pasame el vino.
Los amigos cambian de tema con una facilidad admirable.
Se permiten ir por las ramas, no se detienen mucho en los deta-
lles. Tocan algunas cuestiones con total ingenuidad. En ningún
momento de la charla, ni de la vida, se cuestionaron por qué
Bocha practicaba tiro. Quizás por indiferencia, por inocencia o
miedo de saber la verdad.

***

- ¿Te acordás esa vez que salimos de la iglesia y estaba


Antinori?
Osvaldo Rodolfo Antinori, alias Rolo, era Teniente Primero
de Infanteria del Ejército Argentino. Formó parte de la Triple
A. En 1971, lo separan de su cargo por haber atentado con una
bomba una sinagoga de la ciudad de La Plata.

65
Trabajo Integrador Final

En ese momento, Rolo aún residía y trabajaba en Formosa.


“Nosotros hacíamos un asado en una chacra y te aparecía
Antinori. Parecía que nos seguía ¿viste?”,recuerda con ingenui-
dad Juan Carlos.
Un domingo que salían de la misa con Bocha, el milico los
siguió.
“Y ese día hubo un entre dicho entre él y Antinori. Era de
nuestra edad, un poquito mayor. Y después Bocha nos dijo a
nosotros ‘mirá, ese es alcahuete’”.
“Era un tipo que ya nos estaba haciendo inteligencia a to-
dos”, reflexiona Puppo.
Una semana antes del casamiento de Bocha, tal como hi-
cieron con Miguel, los amigos le organizaron una despedida
de soltero.
Pidieron prestada la casa de “la gorda”, la novia de un
amigo de la barra. Se encargaron de las invitaciones y la co-
mida.
Entre baile y copa, recordaron anécdotas del secundario.
Juan Carlos fue a la cocina para reponer el vaso de sidra y
cuando volvió, se le heló la sangre:
- ¿Quién apareció? Antinori- dice Oscar.
- No, no fue Antinori. Fueron Baby Mendez, Casco
Miranda y Steinbach.
De “Baby” Mendez no hay información oficial. “Casquito”
Miranda era un civil, íntimo amigo del Rolo, aparente cola-
borador pago de los militares. No está implicado en ninguna
causa de lesahumanidad de las pocas que se abrieron en For-
mosa y actualmente se desconoce su paradero.
- Steinbach era un torturador- dice Jorge con un in-
glés forzado.
Federico Domingo Steinbach, era suboficial mayor del ejér-
cito. Durante la dictadura, se desempeñó como jefe de inteli-
gencia y de grupos de tareas en el Regimiento de Infantería
Monte 29, lugar donde llevaron a Bocha tras su secuestro.
En el 2005, abrieron una causa que lleva su nombre por ser
el principal acusado del secuestro, tortura y muertes de varios
formoseños.

66
Florencia María José Zanello

- Aparecen estos tres tipos,eran amigos de la gorda parece.


Llamó la atención pero seguimos todo normal, no pasó nada
¿o alguien dijo algo?- ayuda a su memoria Juan Carlos.
- No, no. A nosotros nos llamó la atención porque sabíamos
que ellos estaban en esa parte- continúa Oscar.
- En la parte de los milicos.
Los intrusos se fueron y la fiesta siguió. Nadie se cuestionó
nada. Tampoco nadie imaginó que pasaría una semana después.
“Nosotros no entendíamos nada. Todo bien, nadie atacó a
nadie, pero nos sorprendió la llegada de ellos. Se ve que ya lo
estaban siguiendo”, reflexiona Juan Carlos.
Federico Steinbach murió sin ser juzgado el 13 de junio del
2012, siete años después de que le abrieran el proceso judicial
que lo tenía como protagonista. Durante ese tiempo gozó de
vivir en un barrio de la ciudad capital. Tenía 70 años.
Al Rolo Antinori lo detuvieron el 14 de noviembre de 2006,
con sesenta años, acusado de intervenir en el secuestro y des-
aparición de Fausto Augusto Carillo, un abogado paraguayo
que vivió en Formosa durante la dictadura. El ex-teniente, es-
taba veraneando solo en Mar del Plata cuando lo agarraron.
Lo acusaron por privación ilegítima de la libertad, tormentos
agravados y desaparición forzada de personas. Murió impune
años después, sin ser juzgado por los delitos que cometió.
Antinori y Steinbach son ejemplos de otros torturadores que
murieron en la impunidad por la lentitud de la justicia formo-
seña. Como el caso del General de la Brigada, Jorge Eusebio
Rearte, quien fuera Jefe de la Casa Militar durante la presiden-
cia de Menem. O Bonifacio Ramos, un ex policía provincial,
que prestó servicio en la “Escuelita”, otro emblemático Centro
Clandestino de Detención, ubicado en el barrio San Antonio de
la ciudad capital. Bonifacio no se la bancó y se mató.
También existen casos como el del ex Gobernador de facto
Juan Carlos Colombo, quien fue juzgado y condenado a 25 años
de prisión domiciliaria. Murió cumpliendo su condena, aunque
su cuadro aún cuelga en la Casa de Gobierno Provincial.

***

67
Trabajo Integrador Final

En abril del ‘77, siete meses después del secuestro de Bo-


cha, Oscar Sorucco vivía en Las Lomitas, un pueblito del centro
formoseño, a 296 kilómetros de la ciudad capital, por la Ruta
Nacional 81. Allí, se había asentado y conseguido un trabajo
estable, lejos de la militancia del grafitti y del peronismo.
Una noche que volvía de trabajar, lo interceptó un Unimog
lleno de milicos. Lo pusieron de espaldas contra el vehículo, le
calzaron las esposas y sin emitir palabra tuvo que viajar en la
parte trasera del camión.
Después de casi seis horas de viaje, llegaron al Regimiento
Monte 29. Cuando ingresó al lugar, esposado y golpeado, el
“Chancho” Molina, un conocido de él que estaba de guardia
haciendo la colimba, lo reconoció y sus ojos se abrieron como
dos huevos fritos. Corrió hasta la casa de Oscar y le contó al
padre.
Lo metieron en una celda oscura y fría.
La primer y única persona que pudo ver y reconocer fue a
Federico Steinbach: lo visitó ni bien llegó al Regimiento.
Cada vez que lo sacaban para interrogarle, las preguntas
eran recurrentes:
- ¡¿Lo conocés a Bocha Pereira?!- una piña por la ca-
beza.
- Sí, es mi amigo.
- ¡¿En qué organización está ese hijo de puta?!.
- No tengo idea. No lo veo hace mucho.
Volvían a guardarlo y al día siguiente se repetía la historia.
“Cuando fui detenido y haciendo la retrospección, yo ahí
me daba cuenta quiénes eran los tipos que me seguían a mi, y
entre ellos estaba Casquito Miranda, que era el que permanen-
temente estaba donde yo estaba”.
Oscar estuvo secuestrado diez días, sin explicación ni moti-
vo aparente.
- Pero lo que pasa es que en ese tiempo apareció una
pintada que decía “Antinori asesino”- recuerda.
- Ah y por eso vos crees que…- interroga Juan Carlos.
- No, no- interrumpe - ¿te acordás que apareció la
pintada “Antinori asesino”? Y el que pintó fue Bocha.

68
Florencia María José Zanello

- No, no pero vos estás mezclando los tiempos. Lo


tuyo fue en el setenta y siete- opina Jorge.
- Y bueno papá, pero yo estoy contando- levanta la
voz- Claro, eso fue antes del 77’, en el 76’.
- Ah, no, lo que vos estás queriendo decir es que apa-
reció la pintada “Antinori asesino” que pintó Bocha y
que ese también fue motivo para que lo encanen- inter-
preta el Tape.
- A Bocha. El por qué lo persiguen a Bocha - concluye
Oscar.
-
***

69
Trabajo Integrador Final

Abajo a la izquierda Bocha, con Eduardo Donkin, Oscar Sorucco, Jorge Puppo,
Juan Carlos Arévalo y otros amigos en unas bodegas de vino en Mendoza
(AFPA)

70
Florencia María José Zanello

Bocha portando la bandera nacional en la Escuela Normal (AFPA)

Bocha portando la bandera nacional en un desfile público (AFPA)

71
cuatro
EL AMANTE

- ¿Te puedo acompañar?


María del Carmen, tímida, miró a su izquierda.
- ¿Perdón?- le dijo- ¿Te conozco?
Estaban parados en medio de la multitud que salía de la
última misa del domingo.
- Yo soy Julio Pereira y vivo cerca de tu casa. ¿Te pue-
do acompañar?- insistió.
María del Carmen sonrió: sabía perfectamente quién era.
“Yo no lo conocía personalmente porque él ya estaba es-
tudiando en Resistencia. Comencé a ser amiga de amigos de
él y como vivíamos para el mismo barrio caminábamos para
ahí”,recuerda Carmencita.
Era fines del ‘75. Hacía cuatro años que María del Carmen
Olmedo, junto a su familia, se habían mudado desde Salta a la
ciudad de Formosa, con el objetivo de emprender una nueva
vida. Ella, con veintiséis años, trabajaba como preceptora en
la Escuela Provincial de Educación Técnica Nº 1 o “Colegio
Industrial”, como se lo conoce popularmente.
María del Carmen vivía en la intersección de las calles Bel-
grano y Junín, a dos cuadras y media de la casa de Bocha.
- El próximo fin de semana vuelvo y podemos ir a misa
juntos- le dijo Bocha cuando se despidió en la puerta.
Desde esa tarde, se reencontrarían cada fin de semana. Los
domingos, iban a la misa del Padre Benito López que realizaba
la ceremonia en un salón al lado de la Capilla de las Herma-
nitas Cruzadas. El mismo lugar y sacerdote que eligieron para
que los case, nueve meses después.
“Porque aquella misa era más temprano y él después toma-
ba el colectivo para volver a Resistencia”.

75
Trabajo Integrador Final

A pesar de ser dos años menor, a Bocha no le tembló el pulso


para presentarse delante de sus padres.
“Él cayó bien en la familia. Mi papá lo adoraba, mi mamá
también. Se integró enseguida”.
Cada vez que lo nombra, María del Carmen sonríe.

***

Muchos años antes de que Bocha se cruce en la vida de Car-


mencita, cuando cursaba el secundario en la Escuela Normal,
conoció a Marta Frutos, su ex compañera de curso.
Marta usa el cabello caído por encima de los hombros, pro-
lijamente peinado con una raya en el medio de la cabeza. Tiene
sus delgados labios pintados con sutileza. Su piel es trigueña,
su nariz pronunciada y siempre tiene una mueca en la sonrisa.
Tiene los ojos achinados y varios anillos en sus manos.
El calor formoseño de enero le hace elegir una mesa dentro
del bar del Hotel de Turismo, que está frente a la imponente
costanera de la ciudad. De fondo, suena Soda Stereo.
- Yo salí con Bocha acá ¿ves?.
Marta saca de una bolsa una hoja de un álbum de fotos anti-
guo, de esos que se pegaban las fotos con una especie de papel film.
- Acá estoy con él. Yo estudiaba en Resistencia y está-
bamos en el departamento que compartía con otras chicas-
señala una imagen- Este era Bocha, decime si no era lindo.
Y hay fotos de Marta, Bocha, dos mujeres y una niña, senta-
dos en hilera, ella ríe con la boca abierta y los ojos achinados,
él tiene una mueca en la boca, camisa blanca mangas cortas y
anteojos de marco negro y grueso; otra de ambos hablando cóm-
plices en la punta de una mesa, rodeados de vasos y algunas bo-
tellas; en la siguiente Marta y Bocha están abrazados, ella mira la
cámara con la misma risa, él le saca una cabeza de altura, sonríe
con los ojos cerrados, ambos se toman de los hombros.
- Fuimos compañeros a mitad de carrera. Éramos muy
amigos- Marta gira su cabeza para llamar al mozo- él ter-
minó y se fue a estudiar a Resistencia, yo me fui un año
después.

76
Florencia María José Zanello

En el ‘68, cuando terminaron el secundario, los padres de


Marta no compartían la idea que fuera a estudiar arquitectura
a Resistencia, preferían que fuera a Asunción, la ciudad capital
de Paraguay.
Pero por otro lado, Marta había llamado a Bocha por telé-
fono para que la inscribiera en la Facultad de Ingeniería de la
Universidad del Nordeste. Su amigo, le facilitó todos los trámi-
tes burocráticos. Llegado el momento ella fue a hacer el cursillo
de ingreso y a encontrarse con Bocha.
- Convencí a mis padres porque como yo me había
recibido de maestra, les dije “bueno, si no quieren que
vaya a estudiar, voy a trabajar”. Ese fue el detonante y
entonces aflojaron.
Marta pide un café negro.
- Cuando estábamos ahí empezamos. Acá así muy
suave digamos. Después que me fui sí nos pusimos a salir.

***

En febrero de 1976, Bocha empezó a cursar materias del 5to


año de Ingeniería Hidráulica. Además, tenía una sección en el dia-
rio crítico Crisol de Chaco, al que renunciaría meses más tarde.
Entre sus actividades, también daba clases como maestro de grado
en una escuela de Lapachito, una ciudad de la misma provincia,
de menos de mil habitantes. Aquella que visitó muchos años antes
para el experimento francés, cuando era un estudiante secundario.
Ese cargo también dejará cesante luego de un tiempo.
Pero ese febrero del 76’, Bocha y Carmencita se encontraron
en Resistencia para vivir los carnavales correntinos, reconocidos
en todo el noreste argentino por su masividad y puesta en escena.
Ella, en compañía de su amiga, tomó coraje y el primer mi-
cro hasta Chaco, para buscarlo por la puerta de su casa. A Car-
mencita no le importaba hospedarse en la pieza de una pensión
con nueve mujeres, con tal de compartir la festividad con su
reciente novio.
“Casi nos amanecimos, porque Ará Verá, Copacabana, en-
traron como a las cinco y media de la mañana. Yo no sentía la

77
Trabajo Integrador Final

cola de estar sentada en el cordón de la calle.. ¡ay, por Dios!


Y él amaneció con nosotros mirando la comparsa. ¡Era muy
divertido!”
Los días que pasaban en Formosa solían ir a ver los partidos
del Club Estrada, en el entonces estadio de la Liga Formoseña
de Fútbol que quedaba por la Avenida 9 de julio. Se paraban en
los tablones de madera y alentaban con fervor.
“Los amigos le retaban porque me llevaba a mi a la cancha
de futbol. Pero bueno, él me quería llevar, me decía “vamos,
acompañame” “vamos” le decía. Y nos íbamos”.
Los fines de semana solían ir a los boliches. “Caramba” era
uno de los preferidos de la pareja.
“Por ahí entraban, te requizaban, te pedían documento vis-
te. Y él siempre era como que estaba alterado, como que tenía
miedo. Y yo le decía que no, que no tenga miedo”.
Maria del Carmen usa el pelo por encima de los hombros. No
llega al metro sesenta. Siempre está bien arreglada, aunque su
mirada deja ver un rasgo de dolor. Su voz es aguda, no se permite
interrupciones y de a ratos, le sobresale la tonada salteña.
“Era así avasallante él y re cariñoso, re mimoso. ¡Una vez
hasta me lavó la cabeza! Porque yo renegaba, viste que tenés
el pelo largo que te lo tenés que desenredar y me fui al lava-
dero de mi casa y le digo “ay, me tengo que lavar la cabeza”,
yo tenía el pelo más largo ¿no?.“Vamos, dejá de renegar, yo te
voy a lavar” Entonces yo parada, agachada, ahí pa’ lavarme la
cabeza.”, sonríe.
Cuando inició el ciclo lectivo, Bocha regresaba cada fin de
semana a visitarla.
Solía llegar a la casa de Carmencita con sus planos de ingenie-
ría y mientras los desplegaba sobre la mesa, ella le cebaba tereré.
“Cuando venía y se quedaba en mi casa todo el día yo le
decía: tu mamá se va a poner celosa. Y él me decía: pero son dos
cosas distintas, el amor de madre y el amor con vos. Mi mamá
va a tener que entenderme”.
Otras veces, él llegaba cuando Carmencita tenía que lustrar
los zapatos. “Dame que yo te voy a lustrar”, le decía y a ella le
explotaba el corazón de tanto amor.

78
Florencia María José Zanello

“¿Sabés qué era que no le gustaba? Que se haga ostentación


de gasto de cosas. Por ejemplo, yo decía que tengo diez pares de
zapatos, y ya no le gustaba. Y que andemos de confitería en con-
fitería, tampoco. “A otra gente le falta, no tiene para comer ¿y no-
sotros vamos a andar de confitería en confitería?” Así me decía.”
Los días de semana, en que Bocha salía de dar clases en el
Lapachito, mientras esperaba el colectivo para volver, le escri-
bía cartas cortas en papeles amarillos de esquela que después le
hacía llegar por correo. A veces, le relataba cómo estuvo su día,
otras, le contaba sus planes a futuro.
“Cuando vos estés embarazada, yo te voy a sentar al lado
mío y te voy a tocar el piano”.
“Escribía mucho sobre nosotros porque era muy afectivo,
muy cariñoso. Pensaba mucho en el mañana, como profesional,
como político, como iba a integrar la familia, educar los hijos.
“Yo aspiro tener como cinco hijos”, me decía”.
María del Carmen sonríe. De a ratos se sonroja recordando
alguna anécdota perspicaz de su ex futuro marido. Actualmente
tiene una casa de ropas para señoras mayores que también oficia
de regalería en el microcentro de la capital formoseña. Siempre
elige pararse detrás del mostrador, con sus manos apoyadas en
él, firme, como si fuera a jurar la bandera. Cada tanto se ve in-
terrumpida por alguna clienta ansiosa en busca de una prenda.
Bocha solía regalarle libros de poesía. Mario Benedetti era
uno de los preferidos de Carmencita. Todavía conserva dos de
esas obras.
Una vez, Bocha le preguntó: ¿Tenés algo para leer? y le trajo
el nuevo testamento de la Biblia subrayado por partes.
- Si me tildan de comunista, yo voy a decir que el pri-
mer comunista sobre la tierra fue Jesús- le dijo.
“Porque Jesús quería repartir y quería que tengan igualdad
de condición”, así me dijo él. Por eso yo les digo que yo tengo
realmente lo que él pensaba, lo que es la esencia de su perso-
nalidad”.
Les gustaba sentarse a tomar mates y planificar su futura
vida. Bocha quería terminar la carrera de ingeniería y Carmen-
cita planeaba seguir trabajando doble turno en el colegio In-

79
Trabajo Integrador Final

dustrial. Tenían un departamento chico a la vuelta de la casa de


los padres de ella para cuando se casaran. Solían ahorrar plata
entre los dos, pero un día Bocha le hizo un pedido: un com-
pañero de él, Fabián Oviedo, militante sindicalista del Poder
Judicial, había caído detenido por el terrorismo de Estado. En
ese momento, Fabián tenía una mujer y tres hijos.
- Dame la plata, le vamos a llevar a la mujer de Ovie-
do para la leche de los hijos. Total, nosotros para qué
queremos seguir guardando- le dijo Bocha y ella ensegui-
da accedió.
Fabián Oviedo estuvo preso un tiempo en la Unidad 10,
ubicada en el Barrio San Miguel, salió en libertad, volvió a ser
capturado meses después y hoy integra la lista de desaparecidos
formoseños.

***
Durante el primer año de noviazgo, Marta compartía un de-
partamento con otras cinco formoseñas que estudiaban en Re-
sistencia. El lugar quedaba a una cuadra y media de la Catedral,
en pleno centro de la ciudad Chaqueña. Corría el año ‘69 y
Juan Carlos Onganía estaba en el auge de su gobierno de facto.
Bocha, solía visitar a Marta diariamente. Salían a tomar café,
al cine, a pasear, y si era domingo, participaban de la misa uni-
versitaria que se realizaba en la Catedral a las ocho de la noche.
“En plena misa él levantaba la mano y daba su posición.
Viste que el obispo da su sermón, él escuchaba y si había algo
con lo que no estaba de acuerdo o quería ampliar, se levantaba
y hablaba. Al principio, llamaba mucho la atención, porque vis-
te que no es costumbre”, recuerda Marta.
En ese tiempo, Bocha transitaba sus primeros pasos militan-
do orgánicamente en la Juventud Universitaria Peronista. Vivía
en el Colegio Mayor Universitario, una especie de pensión para
estudiantes del interior, manejada por la iglesia católica de la
mano del Movimiento de Curas Tercermundistas, que por una
módica suma te garantizaba un lugar para comer, dormir y es-
tudiar. Y los sábados a la noche, realizaban las peñas universi-
tarias, el lugar preferido de la pareja.

80
Florencia María José Zanello

“Se tocaba guitarra, el bombo, se cantaba, se hacía una vaca,


tomábamos vino y comíamos empanadas. Todos universitarios
de distintas provincias”.
A principios de ese año, el interventor de la Universidad del
Nordeste, Carlos Walker, anunció el aumento de más del cien
por ciento del ticket del comedor, además del cierre los días sá-
bados y feriados y la privatización del mismo. La medida afec-
taba a las facultades que tenían sede tanto en Corrientes como
en Resistencia.
El movimiento estudiantil, de la mano de la Federación Uni-
versitaria del Nordeste (FUNE),no tardó en hacerse eco de ésta
medida que afectaba a cientos de jóvenes, especialmente del
interior. Durante varios meses, se sucedieron asambleas para
decidir y debatir qué medidas tomar. Enseguida, sumaron el
apoyo de sectores como la CGT, docentes y movimientos reli-
giosos como el de los Sacerdotes para el Tercer Mundo.
Las casas de familia, algunos sindicatos e iglesias se abrían
como comedores donde se organizaban ollas populares como
alternativa al ajuste vigente.
Bocha y Marta, participaban de las comidas que se hacían
en la Catedral. Se separaban en grupos y salían a pedir donacio-
nes de alimentos en los comercios de la ciudad.
El 13 de mayo, se realizó en el Aula Magna de la Facultad de
Arquitectura una asamblea estudiantil. Bocha y Marta estuvie-
ron presentes. Nunca se concretó. La policía provincial entró a
los bastonazos a desalojar a casi novecientos estudiantes, hirió
a varios y detuvo a algunos otros. La pareja pudo escapar.
Dos días después, la FUNE convocó a marchar hacia el rec-
torado. Al mediodía, una columna de más de dos mil estudian-
tes, se manifestó contra el ajuste del comedor universitario. Dos
cordones policiales los rodeaban a una cuadra del rectorado.
Hubo palos, gases lacrimógenos y tiros. Un policía disparó di-
rectamente hacia un grupo de estudiantes que había salido de
la manifestación y concentrado en una plaza aledaña. El im-
pacto hirió mortalmente a Juan José Cabral, un estudiante de
medicina, oriundo de Paso de Los Libres, ciudad del interior
correntino.

81
Trabajo Integrador Final

El hecho se conoció como “El Correntinazo” y días después


repercutió en ciudades más grandes, como Rosario y Córdoba.
Y fue el principio del fin para la dictadura de Onganía.
En ese contexto, Bocha buscó otro territorio para su mili-
tancia comprometida. Y las tardes de café fueron reemplazadas
por visitas a los barrios periféricos de la ciudad, las salidas al
cine por clases de apoyo para los pibes que vivían ahí, las peñas
universitarias por ollas populares en las capillas.
“Yo iba a la facultad y cuando él me decía íbamos a los ba-
rrios a ayudar, a enseñar, a ver que necesitaban. Recorríamos y
él se hacía mucho de amigos con las familias de los barrios, le
encantaba mantener esas relaciones, encontró otros valores a
los que les dio más importancia”.
A pesar de los tiempos duros para el amor, Bocha trataba
de no descuidarlo. Un día, sorprendió a Martita con un regalo:
un libro del Martín Fierro que él llevaba a todos lados y al que
recurría diariamente como si fuera una biblia. Ella se sorpren-
dió al encontrar escrito en la primer hoja: “Este libro no se lo
presto a nadie. Julio Andrés Pereira”. Los dos se divirtieron con
la situación. Aún conserva el regalo.
En los siguientes dos años, la militancia de ambos se inten-
sificó. Marta, era hija de un paraguayo liberal opositor a la
dictadura de Stroessner, preso político torturado, exiliado en la
embajada paraguaya de Argentina, sentía que llevaba la lucha
por las injusticias en la sangre. Y a pesar de las intervenciones
del gobierno de facto y los días sin clases, le iba bien con los
estudios. Bocha estaba más preocupado por organizar a las fa-
milias de los barrios populares que por sentarse a dibujar un
plano de una casa que esas familias nunca podrían habitar.
“Mirá Martita, no te vayas muy por el cordón porque cual-
quiera que pasa en vehículo te puede pegar un tironazo” le
advirtió Bocha un día en que caminaban por la calle. En otra
ocasión le avisó: “Si vas muy cerca de la pared, te pueden meter
para adentro de alguna casa”. Y cada vez que le tocaba caminar
la ciudad sola, un miedo indescriptible le invadía el cuerpo. Ya
no estaba segura si podría seguir el ritmo de su compañero que
era cada vez más intenso.

82
Florencia María José Zanello

Una tarde, Bocha la citó en el café de la esquina de su casa.


Sentados frente a frente, la agarró de las manos.
- Porque te quiero tanto, tenemos que separarnos.
Los sentimientos encontrados en la cabeza de Marta, no
podían darle una respuesta concreta. Pero Bocha siguió:
- Despegate de mí, porque se vienen tiempos muy vio-
lentos y te pueden pasar cosas terribles. Aunque no estés
involucrada, por el sólo hecho de estar conmigo.
Y le habló de militares y de picanas, de torturas y de
muertes inocentes. Ella se mantuvo en silencio y asintió
con un gesto desconfiado.
“Y cuando sucedió realmente, yo lo tenía acá al Bocha, no
tenés idea toda la razón que tenía”, dice Marta cuarenta años
después con la mano en el corazón.

***

Pasaron casi dos años para que Bocha se vuelva a cruzar con
Marta. Ella rehizo su vida con otra persona y siguió cursando
la carrera de arquitectura.
En una oportunidad, Marta viajó con su grupo de estudios
a la ciudad Capital del país, para perfeccionarse en algunos
conceptos arquitectónicos. En uno de los recesos, el grupo de
estudiantes, visitó un café para distenderse.
“Y lo veo a él ahí, no podíamos creer, porque hacía mucho
tiempo, años que no nos veíamos”, recuerda Marta.
Se acercó a él lentamente, con los ojos abiertos de sorpresa.
Le tocó el hombro y le dijo:
- ¿Qué hacés acá?
Bocha, con el mismo gesto, la abrazó y le explicó que perdió
uno de sus “pupilent” y que la única manera de que el seguro se
los reintegrara, era yendo a buscarlos a Capital Federal.
En ese entonces, los lentes de contacto valían mucha plata,
por eso se acostumbraba a asegurarlos.
“Pero en realidad el motivo era otro, paralelo hacia su mili-
tancia”, asegura Marta sin profundizar en detalles.

83
Trabajo Integrador Final

Ambos se saludaron y no se volvieron a cruzar durante un


largo tiempo.
El año siguiente, las chicas que compartían departamento
con Marta, decidieron dividirse y vivir de a dos en ambientes
más pequeños. Ella, logró conseguir un cómodo lugar donde
estar sola.
Todavía no se explica cómo Bocha encontró su nueva casa y
cayó una noche a verla.
- Fue a pedirme un favor y se lo hice. Pero no se puede
contar qué fue. Me pidió que le guarde algo y como yo
estaba sola, le guardé por un tiempo, fue a buscar y nada
más. Quizás era grave, no se que me pasó pero no tuve
miedo. Y gracias a Dios salió todo bien, por eso estoy acá.
Marta sonríe y bebe un sorbo de café, mientras de fondo sue-
na Canción Animal.
La ante última vez que lo volvió a ver también fue por sor-
presa. Marta no tenía ninguna certeza de la vida de Bocha, sólo
sabía que seguía en actividad y que salía con una compañera del
barrio donde militaba, pero sin más detalles. Él soltaba pocas
palabras y era muy precavido.
Esa noche, habían pasado algunos meses de que los militares
tomaron el poder a la fuerza. Bocha había recurrido en busca de
un nuevo favor.
- Necesito que resguardes a un compañero acá, por una noche
nada más.
Marta lo miró desconcertada. Una sensación de miedo le
apretó el pecho.
- La cosa está muy fea, Martita. Lo estamos trasladan-
do de un lado a otro para que no lo encuentren.
Ella suspiró profundo, pensó unos segundos, intentó arran-
carse esa sensación que nacía de adentro como un calor en lo
profundo del estómago, pero no pudo.
- Disculpame Bocha, pero no me animo - le dijo- Y si es que
me queres, como me dijiste en alguna oportunidad, que nos se-
paramos para protegerme, deberías entenderlo.
Él la miró con ternura y una mueca se le dibujó en los labios.
- Tenés razón, Martita. Hacé de cuenta que no te dije nada.

84
Florencia María José Zanello

La abrazó y salió apurado. Ella sintió que sería la última vez


que lo vería.
“Nunca más supe dónde vivía. Quizás él también andaba así
de esa manera, porque ellos no se quedaban quietos en un lugar
y entre compañeros se cubrían viste. Cuando él me pide que le
guarde a uno una noche es cuando yo me doy cuenta, tomo no-
ción de que su compromiso ya era mucho más”.
Hacía años que Marta se había alejado de la militancia uni-
versitaria y de base. Estaba cursando las últimas materias del
secundario y pronto conocería a su futuro marido y padre de sus
dos hijos. Pero seguía siendo una estudiante universitaria, que
no zafaba de las requisas sin motivo de las fuerzas de seguridad.
A veces, cuando iba a la terminal a retirar las encomiendas
que le mandaban sus padres, se encontraba con un grupo de civi-
les paramilitares revisándole las cajas que llevaba.
“Sí, yo me sentía controlada, entonces un poco me fui alejan-
do digamos de la militancia pero bastantes años trabajé, estando
en la facultad”.
Era agosto del 76’, cuando Bocha la vuelve a sorprender
con una visita.
- Me voy a casar- le dijo.
La primer reacción de Marta fue felicitarlo ante semejan-
te acontecimiento. Bocha se sentó y profundizó los detalles:
Con quién, cuándo, dónde. Pero no hubo un por qué.
- Yo la conocía de vista, porque la madre tenía un
negocio que era conocido en esa época, estaba en la
calle Belgrano. A todos nos llamó la atención, nos ex-
trañó que se casara con ella.
Largó un suspiro y siguió:
- Nosotros cuando nos reuníamos los amigos, con-
versábamos y todos decían que él se casaba como para
armar una vida normal, como para disimular digamos
porque no quiso irse, no quiso salir del país, porque
decía que no hizo nada malo, al contrario, él ayudaba.
Pero esa noche en que Bocha le dio la noticia, Marta lo
abrazó y se alegró por él. Le deseó lo mejor, confiando, que
esa decisión sería un parate en su vida militante. Y que le

85
Trabajo Integrador Final

traería paz y normalidad por un tiempo a su vida.


Esa fue la última vez que lo vio.

***

- Mi torta de casamiento estuvo guardada en la confite-


ría Baires, por quince días, pero no, no apareció más.
María del Carmen suspira, tiene la mirada resignada.
Una mueca cansada se le dibuja en la boca y pierde la
vista en un punto fijo. Todavía busca una explicación.
- Yo le di a los militares hasta las gotas de sus ojos y
les pedí que me trajeran la alianza y el reloj que le había
regalado el padre, ¡que ilusa! si lo estaban torturando.
Después del fallido casamiento, Carmencita no fue a traba-
jar por dos semanas consecutivas. Pidió licencia y decidió que-
darse en su casa esperando alguna noticia de su futuro marido.
No sabía bien a dónde recurrir o con quién hablar, sólo se sen-
tía segura intercambiando palabras con su suegro, Don Julio.
- La mamá estaba tan dolorida que yo no quería ni
hablar con ella. Porque aparte ellos eran un núcleo ce-
rrado y vos sos la que estás afuera.
Un día, después de tanta agonía, se levantó de la cama y se
dijo: “No, Bocha quería una mujer fuerte”. Y recordó las pala-
bras de él: “Vos no tenés que tener ni odio ni rencor, porque si
no seguís a gente que te hace daño, le seguís dando algo tuyo”.
- Entonces me fui a trabajar, con la cabeza en alto,
porque no tengo de qué avergonzarme. Y nadie me en-
juició ni faltó el respeto, ni mis alumnos, ni mis compa-
ñeros. Todos me acompañaron.
Pero corría el primer año de la dictadura más sangrienta de
la historia argentina. Las fuerzas de seguridad y los civiles co-
paban las calles, pedían documentos a mansalva y requizaban
los lugares sin previo aviso. Y si bien, María del Carmen nunca
militó en ninguna organización política, el contexto que se vi-
vía, llenaba de miedo su cotidianeidad.
Con el correr de los días quemó libros, agendas de Bocha,
escritos y la colección completa de Neruda.

86
Florencia María José Zanello

Cuando iba por la calle, trataba de mantenerse alerta, cami-


naba rápido casi pegada a las paredes y mirando constantemen-
te hacia atrás. De vez en cuando se cruzaba con algún linyera y
soñaba con que podía ser Bocha, camuflado, disfrazado, inten-
tando volver a su casa. Otra veces, salía al jardín delantero de
su casa, miraba a través del portón bajo o lo buscaba entre las
plantas. Pero los vagabundos nunca fueron el que ella buscaba
y la policía nunca siquiera le pidió un documento por la calle.
Incluso intentó instalarse la versión de que Bocha podía es-
tar en México, porque tenía un tío materno que vivía allí. Pero
Carmencita se rehusaba a creer que él no la buscaría por cielo
y tierra si estaba prófugo.
“Me va a buscar, Bocha me va a buscar de alguna forma”,
se repetía a sí misma y le servía de consuelo para afrontar otro
día de angustia.
La misma angustia que, cuarenta años después, se refleja en
su mirada cuando narra la historia.
- Yo nunca más volví a construir un hogar como pen-
sábamos con él, pero no les tengo rencor. Demasiado ya
me quitaron para que les siga dando algo a ellos, viste.
Maria del Carmen se volvió más creyente después de lo que
pasó con Bocha. Pasaban los años y su máximo deseo era tener
un hijo a quién criar. Solía ir a la misa y siempre repetía la mis-
ma oración: “Señor, ya no formé una familia, pero si me crees
merecedora, dame la bendición de un hijo”. Y a los cuarenta y
dos años, fue mamá de una nena.
- A mi hija yo le digo: “nunca vayas a permitir que te
traten mal, de ninguna forma” porque a mí me tenían así-
y forma una cuna que mece con sus manos- y el que más
me tuvo así, a pesar de los nueve meses, fue Bocha.
María del Carmen sonríe risueña. Vuelve a apoyar las ma-
nos sobre el mostrador, cada tanto saluda a través de la vidriera
a algún vecino. Otra veces la interrumpe un llamado telefónico
de alguna clienta amiga.
- Una vez una abogada vino para que yo haga la de-
nuncia y me paguen por la muerte de Bocha. Pero tenía que
buscar testigos, montones de cosas, que ya no me acuerdo.

87
Trabajo Integrador Final

Se refiere a la ley Nº 24.411, promulgada el 7 de diciembre


de 1994, que otorga el derecho de una indemnización, a los
ex-presos políticos y/o familiares de desaparecidos/asesinados,
durante la última dictadura militar. Modificada en 2009, a tra-
vés de la ley Nº 26.564, que amplía el periodo a las víctimas del
terrorismo de Estado desde el 16 de junio de 1955 hasta el 9 de
diciembre de 1983, inclusive.
La abogada le sugirió que sería un precedente nuevo, ya que
siempre fueron los padres, esposas y/o hijos los que reclamaron
la reparación, pero nunca una novia a la cual le faltaban doce
horas para casarse. Pero las amigas de Carmencita le dijeron:
“A lo mejor eso no hubiese sido lo que Bocha quería, porque es
como lucrar con la relación que tuvieron”. Y la convencieron.
- Al final dije que no, es verdad que a Bocha no le hu-
biese gustado que esté lucrando con una cosa que le costó
la vida a él.

***

88
Florencia María José Zanello

Marta Frutos y Bocha, en el cumpleaños de ella. Resistencia, Chaco (Archivo


Personal de Marta Frutos [APMF])

Bocha y Marta Frutos, abriendo regalos en el cumpleaños de ella. Resistencia,


Chaco [APMF]

Marta Frutos y Bocha, bailando. Resistencia, Chaco [APMF]

89
cinco
EL ZAPIOLAZO

- Tere, necesito que me firmes éste petitorio en repre-


sentación de tu colegio.
Bocha sacó un papel que tenía entre las hojas de un libro.
Teresita Cossio lo miró desconcertada.
- ¿Qué es ésto Bocha? ¿En qué quilombo te estás me-
tiendo?
- Ninguno que no implique defender nuestros derechos.

Tere, que en ese momento cursaba el 4to año del secundario


en el Instituto Santa Isabel, de carácter privado y manejado
por monjas, accedió sin desconfiar y se dispuso a escuchar los
argumentos de su amigo.

***

En el año 70’, Bocha ya cursaba algunas materias de su se-


gundo año de ingeniería en la ciudad de Resistencia, Chaco. Se
había adaptado a la convivencia en el Colegio Mayor Universi-
tario y tenía como mentor a su amigo y pariente Julio Cossio,
el hermano de Teresa, unos años mayor que él.
A pesar de la dictadura que acontecía al país, ya daba los
primeros pasos en su militancia territorial en esa ciudad, pero
no dejaba de mirar la situación actual de su tierra natal.
Para ese entonces, algunos de sus ex compañeros como el
Tape Donkin y Miguelito Perez Labarthe, habían vuelto a For-
mosa cambiando los estudios superiores por un trabajo estable.
El Tape había sido papá de una nena y Miguelito se estable-
ció como trabajador del Poder Judicial de la Provincia, mien-
tras estudiaba abogacía a la distancia en Santa Fé.

93
Trabajo Integrador Final

Por su parte, Marta Frutos, en ese entonces pareja de Bocha,


seguía cursando arquitectura en Resistencia.
- Me voy a Formosa el fin de semana - le contó a
Martita una tarde que tomaban el té.
- Estás yendo mucho para allá ultimamente- le con-
testó ella con una sutil sonrisa.
- Cada vez que puedo intento ir. Estamos armando
algo con Ricardo y Ñaño, ya te voy a contar.
Ricardo era Bogner y Ñaño, Gauna, militantes peronistas.
Ricardo cursaba el último año del secundario en la Escuela
de Comercio. Vivía en el barrio San Miguel, por la calle Ituzain-
gó a media cuadra de la Avenida Gonzalez Lelong.
Roberto “Ñaño” Gauna, estudiaba abogacía en la Universi-
dad del Litoral, en Santa Fé, y por esa época empezaba a salir
con Rosita Bresanovich, con quién años después se casaría y
formaría una familia.
Bocha y Ñaño eran vecinos. Éste último vivía sobre la calle
Junin, entre Rivadavia y Moreno, a cuatro cuadras de la casa
de Bocha. Pero además, sus padres se conocían.
Los amigos, se enteraron de que en la ciudad de Formosa se
rodaría una película con actores prometedores de la elite porte-
ña que se financiaría con los fondos provinciales.
- ¡No puede ser! - dijo Ricardo - los muchachos tie-
nen que irse a otros lugares para estudiar cualquier carre-
ra, algunos no van por falta de guita y estos hijos de puta
gastan en una película.
- Tenemos que armar algo, muchachos. Hay que mo-
vilizar a los compañeros para que tomen consciencia de
nuestros derechos - agregó Ñaño.
- ¡Nos quieren ignorantes y priorizan los recursos en estu-
pideces!- sentenció Bocha- Tenemos que llegar a Sosa Laprida.
Desde el año 66’, Formosa había sido intervenida, por se-
gunda vez, por el Coronel Augusto Guillermo Sosa Laprida.
Sosa Laprida nació en Buenos Aires una mañana de enero de
1919 y pisó por primera vez Formosa en abril de 1962, cuando
el entonces presidente de facto José María Guido, lo designó
interventor. Ese periodo concluyó en julio del mismo año.

94
Florencia María José Zanello

Cuando Onganía lo volvió a nombrar gobernador de facto


de la Provincia, Sosa Laprida incorporó a su gabinete a Juan
Julián Palancio Zapiola, un pianista y arreglador orquestal, que
en 1967 se hizo cargo de la creación y dirección de la Orques-
ta Provincial de Música Popular conformada íntegramente por
músicos formoseños.
La Orquesta giró por países vecinos y algunas provincias
pero se desintegró en el 69’ cuando Zapiola se dedicó de lle-
no a la producción, guión y arreglos musicales de la película
“La Pandilla Inolvidable”, cuyos protagonistas eran los jóvenes
Ana Maria Piccio y Pablo Codevila.
Desde el día en que Bocha se enteró de la existencia de esa
película, volvió a Formosa en cada oportunidad que tuvo y se
reunió con los distintos compañeros y compañeras que conocía
de los colegios secundarios, con sus familiares, con sus amigos
que trabajaban en los estamentos del Estado, con sus vecinos.
- Es importante la creación de una Universidad Na-
cional para nuestra provincia- le decía a las compañeras
de Bety que se juntaban en el living de su casa a tomar
el té- imaginen que no van a tener que vivir lejos de su
familia para acceder a la educación superior.
En otras ocasiones, organizaba cenas con referentes estu-
diantiles del secundario:
- Es nuestro derecho la democratización de los sabe-
res y la igualdad de oportunidades para que todos pue-
dan estudiar, no sólo los que tienen plata.
Hasta que en una de las últimas reuniones con Ñaño y
Ricardo, surgió la idea final.
- Firmemos un petitorio y se lo presentamos a Sosa
Laprida el día del estreno- sugirió.

***

El martes 10 de noviembre del 70’, Bocha amaneció en su do-


micilio de Formosa. Tomó unos mates con don Julio, conversó un
rato con doña Doris, le hizo unos mimos a Bety y salió al encuen-
tro de sus compañeros.

95
Trabajo Integrador Final

Esa tarde se estrenaba “La Pandilla Inolvidable” y desde hacía


unos días que un pequeño grupo de estudiantes se juntaba a pintar
carteles y armar consignas que desplegarían en la fecha. Esa maña-
na salieron a convocar al resto. El lugar era el histórico Gran Cine
Italia, ubicado donde actualmente, sobre la avenida 25 de mayo
entre las calles Moreno y Dean Funes.
“No había celulares, nada había. Nosotros sabíamos que te-
níamos que juntarnos ese dia por el tema del colegio secundario.
Y por las relaciones que teníamos con los chicos de otros colegios,
nos juntamos” recuerda Rosa Bersanovich, más de cuarenta años
después, sentada en el living de su casa mientras fuma una pitada.
A Miguelito Perez Labarthe, le llegó la versión de boca en boca,
que esa tarde se congregarían los estudiantes formoseños para ma-
nifestarse a favor de la creación de la Universidad de Formosa. Se
lo comentó a un compañero suyo y ambos emprendieron viaje
hacia el lugar.
“Medio que yo no sabía que iba a estar Bocha, ni que iba a ser
un vocero interpretando la necesidad de todos de tener una educa-
ción superior en Formosa que no existía”,recuerda.
Juan Carlos Arévalo y Jorge Puppo también se acercaron.
Ñaño y Rosita fueron juntos caminando de la mano.
María del Carmen Almirón, la tía de Bocha, vistió a Estela y
la subió al auto. Su marido, Monchi Diaz, lo encendió y enfilaron
para el Cine.
Tere Cossio no pudo llegar porque viajó a jugar un campeo-
nato de voley.
Marta, al tanto de toda la movida, se quedó en Resistencia
para rendir una materia. Al igual que Julio Cossio.
Para las siete de la noche, el Gran Cine Italia se iluminó ínte-
gramente. De las cuatro compuertas de vidrio por las cuales se
accedía salían reflectores de luz que indicaban el camino hacia la
única sala del lugar. En el balcón del edificio, colgaba un promi-
nente pasacalle con el título de la obra.
El reloj marcó las ocho de la noche y afuera del cine se ha-
bían congregado alrededor de dos mil formoseños. La vereda
del lugar y el boulevard estaban repletos de personas. Los más
jóvenes optaron por sentarse en el cordón de la vereda o en la

96
Florencia María José Zanello

misma calle, en rondas, con las piernas cruzadas mientras can-


taban la consigna “Universidad para Formosa”. Los más gran-
des, se acomodaron parados más atrás, acompañando el pedido
de los estudiantes. Algunos grupos desplegaron banderas y car-
teles. El que mejor se pudo leer decía: “¿Cuánto cuesta esta Za-
piolada? ¿Qué cuesta la universidad?”, haciendo un juego de
palabras con el apellido del productor y amigo de Sosa Laprida.
Media hora más tarde se hicieron presentes los invitados del
estreno custodiados por varias decenas de policías armados con
cascos, escudos y armas reglamentarias. Entre los integrantes
del staff de invitados al estreno, se encontraban funcionarios
públicos, médicos reconocidos, fuerzas de seguridad y los pro-
ductores y actores de la obra en su totalidad. A Ana Maria
Piccio y Pablo Codevile, que tenían sólo 13 años, los acompa-
ñaban sus madres. Entraron al cine en medio de un aluvión de
silbidos y cantitos.
La policía armó un cordón humano para que los congrega-
dos no tuvieran acceso al predio.
Los asistentes esperaron pacientes. De vez en cuando un
grupo volvía a entonar las consignas, otros aplaudían, algunos
se mantenían en silencio.
En las tres horas que duró la función, la policía se mantuvo
firme en su lugar sin bajar ningún escudo de chapa. Del otro lado,
en la puerta de ingreso, sólo estaba la prensa que cubría el evento.
Cerca de la una de la madrugada, entre la acumulación de
personas saliendo del cine, apareció Sosa Laprida por el cordón
policial. El Bocha se acercó con la petición en la mano.
“Pero el que toma la palabra es Arigós, el jefe de policía, que
le dice: pendejo de mierda, que querés vos, te vamos a meter
preso. Y sale Pachí Nicora, el doctor y le dice: Arigó, dejale ha-
blar al chico, no tiene ánimos de agredir, sólo quiere expresar
unas palabras”, recuerda Oscar Sorucco.
En la histórica foto está Sosa Laprida, de traje, menudo, con
las manos extendidas y todos los micrófonos de la prensa a su
alrededor, mirando al joven flaco parado frente a él, con los an-
teojos de marco grueso y las manos en la cintura, separados por
una docena de jóvenes sentados en el piso. Al lado de Bocha esta-

97
Trabajo Integrador Final

ba Ricardo Borgner cruzado de brazos y más atrás Ñaño Gauna.


“Mire señor gobernador’, mas o menos así te estoy hablan-
do hace cuántos años atrás, pero más o menos así ‘nosotros
queremos que si hay fondos para éstas cosas, que haya plata
para educación”, recuerda Miguel Perez Labarthe.
“Estaba así el Bocha, lo está señalando y le estaba diciendo
“cómo gastan guita en ésta porquería acá y Formosa no tiene
universidad? Queremos la universidad de Formosa!”, en pala-
bras de Julio Cossio.
Rosa Bersanovich, por su parte, apela a su memoria: “Ñaño
no habló. Porque Bocha en realidad enardecido estaba, y ahí
fue cuando la policía viste, yo no sé si se le faltó el respeto pero
algo se dijo viste y por eso se armó todo. Quisieron dispersar a
la gente y ahí fue la represión”.
Llegó un rastrojero por el que salían policías con palos.
Atrás, cayó el coche bomba de los bomberos que tiraba man-
guerazos de agua a la gente.
Monchi Diaz agarró a María del Carmen y Estela, las puso
contra la puerta del edificio de al lado y se paró frente a ellas,
recibiendo con la espalda los chorros de agua.
A Juan Carlos Arévalo, lo metieron a las patadas dentro del
cine cuando intentó correr. Jorge Puppo se trepó de una palmera.
Rosa y Ñaño se separaron por las corridas. Ella pudo llegar
hasta a su casa. A Ñaño lo interceptaron en la esquina de Riva-
davia y Av. 25 de Mayo, en una confitería, donde recibió varios
palos, pero también devolvió algunos sillazos.
- ¡Dale, cantemos el himno, cantemos el himno!- se
escuchó entre el tumulto de gente corriendo. Y los más
osados entonaron algunas estrofas intentando resistir los
palos. Bocha fue uno de ellos.
En menos de veinte minutos, el frente del cine estaba vacío.

***
Del origen del productor y guionista de cine que le dio el nom-
bre a éste hecho histórico, no hay datos oficiales. Sólo se sabe que
conoció a su futura mujer rodando la polémica película cuando
ella buscaba un papel de extra en el filme. Zapiola creó un perso-

98
Florencia María José Zanello

naje y un guión exclusivo para ella: el Hada de la Esperanza.


Ana Maria Piccio, que interpretaba el papel de Chirola, una
pandillera pobre que tenía amigos por todos lados, se llevó dos
amigos de Formosa a los que luego llevó a conocer el mar en Pi-
namar. Pablo Codevila, que hacía de Marcelo, el chico rico del
pueblo, dio su primer beso durante el rodaje.
Palancio Zapiola y el Hada de la Esperanza, Liliana Rodriguez,
volvieron a Buenos Aires después de la grabación. Se casaron y
tuvieron dos hijas, pero Liliana murió jóven de un cáncer terminal.
De la película nunca más se supo nada hasta que su hija más
chica movió cielo y tierra para encontrarla, por ser el único re-
cuerdo que le quedaba de los padres. Y se reestrenó en Octubre de
1999. Cuatro años después de la muerte de Zapiola.

***

El Bocha logró zafar de los palos de la cana y volvió a su vida


cotidiana en Resistencia. El hecho trascendió en Formosa, aunque
tuvieron que pasar varios años para que se vuelva a hablar de él.
Al día siguiente los medios revolucionaron el país con en-
viados especiales que cubrieron el estreno y de casualidad, la
manifestación. “El estreno del Escándalo” titularon, pero no
hay precedentes de denuncias contra la represión.
Un año después, en marzo del 71’, por convenio del Gobier-
no de Formosa y la Universidad Nacional del Nordeste, se creó
el Instituto Universitario de Formosa, que inicia su actividad el
21 de abril de ese mismo año con carreras innovadoras como
Ingeniería Forestal y distintos profesorados como el de Biolo-
gía o Ciencias de la educación. Estaba ubicado en la calle José
María Uriburu esquina San Martín.
En el año 73’, Rosita Bresanovich inició allí la carrera de
ingeniería forestal.
En 1988, se fundó la Universidad Nacional de Formosa, la
única que se creó durante el gobierno de Alfonsín.
En ningún archivo de la Universidad figuran ni el Zapiolazo
ni el Bocha como antecedente de la misma.
***

99
Trabajo Integrador Final

Al año siguiente del Zapiolazo, Ricardo Borgne fue a estudiar


Ingeniería agrónoma en la ciudad de Corrientes. Allí inició su mi-
litancia en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Cuando
llegó el golpe del ‘76, Ricardo trabajaba en el Poder Judicial, con
quién fue su esposa Mirtha Insfrán. Ese año, los detuvieron en la
ciudad de Tatané, provincia de Formosa, cuando escapaban para
Corrientes en un colectivo de la empresa Godoy.
Ambos continúan desaparecidos.

***

100
Florencia María José Zanello

El gobernador Sosa Laprida rodeado por la prensa, hablando con los estudian-
tes. Frente a él, Bocha con las manos en la cintura (Archivo Registro Único por
la Verdad, Chaco [ARUVC])

101
Trabajo Integrador Final

La policía reprimiendo la manifestación de estudiantes [ARUVC]

Foto de la manifestación que salió en los medios [ARUVC]

102
Florencia María José Zanello

Estudiantes manifestándose frente al Cine Italia [ARUVC]

Bandera que se desplegó frente en la movilización [ARUVC]

103
seis
EL MILITANTE

- ¿Te prendes a un fútbol ésta noche con los muchachos?


Bocha levantó la mirada de su lectura y a través del mar-
co grueso de sus lentes lo observó. El Tape estaba parado en
la puerta de la pieza que Bocha compartía con un compañero
oriundo de Misiones en el Colegio Mayor Universitario de Re-
sistencia, Chaco.
- Claro - contestó Bocha - pero dejame terminar éste
capítulo y arrancamos. Te paso a buscar por tu habitación.
Y se volvió a acomodar en su cama.
- Todo el día comiendo libros, hermano, dejáte de joder
- se burló el Tape - ya te lo dijimos con los muchachos, sal-
gamos a divertirnos y hacer cosas de nuestra edad.
Bocha sonrió.
- Vos deberías dejarte de joder y comprometerte más
con tu realidad Tape- cerró el libro y se lo mostró - Arturo
Jauretche, leelo, uno de los mejores pensadores de los últi-
mos tiempos.
- Sí, sí - ironizó su amigo - después me hago un tiempo
y lo leo - aseguró y encaró para irse.
- No seamos enciclopedistas, Tape - siguió Bocha, mien-
tras volvía a abrir su libro - No nos quedemos sólo con lo
que nos enseñaron en la escuela.
El Tape lo miró con admiración y se le dibujó una sonrisa.
- Te espero en la pieza, amigo.
Era el primer año universitario de los amigos. El Tape Don-
kin estudiaba ingeniería mecánica en la Universidad Tecnológica
Nacional y el Bocha daba los primeros pasos en la ingeniería
hidráulica en la Universidad Nacional del Nordeste.

107
Trabajo Integrador Final

Ambos vivían en el Colegio Mayor Universitario (CMU)


de Chaco, una entidad fundada por el sacerdote Rubén Drí en
1960. Éste tipo de establecimientos contaban con el respaldo
económico de la iglesia católica, a través de los obispados, y
estaban distribuidos en distintas provincias del país.
“Esto lo digo yo de forma muy ácida y bien hija de puta,
hablando mal y pronto: la iglesia decía ‘estos comunistas hijos
de puta le agarran a los mitaí1 que vienen de su casita en el in-
terior, un pobre ingenuo que viene a la universidad y lo meten y
le lavan la cabeza y salen todos comunistas, entonces nosotros
vamos a hacer lo mismo. Eso era el Colegio Mayor”, dirá Julio
Cossio, cuarenta años después.
Luego de la Reforma Universitaria de 1918, que proponía
entre otras cuestiones, el co-gobierno universitario y la autono-
mía política de docentes -es decir, disputar el poder a la socie-
dad conservadora que manejaba las universidades- los Centros
de Estudiantes del país, estaban conducidos en su mayoría por
los militantes reformistas.
Para 1965, las facultades de Resistencia estaban conducidas
por militantes del comunismo.
“Entonces nosotros le disputábamos con una agrupación
similar que se llamaba El Ateneo. El Ateneo universitario de
ingeniería,de arquitectura, de ciencias económicas y ahí noso-
tros íbamos a desarrollar un centro de estudiantes distinto de
los otros, con una doctrina distinta a los otros e íbamos a em-
pezar a difundir la doctrina cristiana en la iglesia para frenar el
avance comunista dentro de la universidad, ese era el objetivo
del Colegio Mayor”, explica Julio Cossio.
El CMU que habitaban Bocha, el Tape y Cossio era exclusi-
vamente masculino y estaba habitado por jóvenes del interior
de Chaco, Corrientes y Formosa, en su mayoría estudiantes de
la Facultad de Humanidades. También existía el CMU de muje-
res pero se creó tiempo después y duró mucho menos.

***

1
Del guaraní, significa niño, chico.

108
Florencia María José Zanello

A Julio Cossio las palabras le salen fácil. Habla sin titubeos,


acompañado por su cuerpo y entre mezclando el guaraní con el
castellano. Está sentado en el escritorio de una oficina al fondo
del comercio de artículos de limpieza que hace años fundó su
familia y es reconocido en el ambiente formoseño.
Le sale gesticular, ponerse serio y tirar algún chiste ácido
para enriquecer su relato.
En 1965 emprendió su mudanza a Resistencia, Chaco, para
estudiar Ingeniería en la UNNE. Vivió unas semanas de prestado
en un colchón tirado en el piso de la casa de un amigo del padre
hasta que salió a buscar pensiones con una lista que heredó de su
hermano Goyo que había estudiado el año anterior en esa ciudad.
Cayó al Colegio Mayor una tarde de recorrida por el centro de
Resistencia. Golpeó las manos y lo recibió el sacerdote a cargo.
“Te cobraban una cuota mínima para solventar los gastos,
no había lucro ahí. La casa tenía cinco piezas donde entraba-
mos tres estudiantes medio apretaditos, entre 15 pagábamos el
alquiler, dos mangos con 50 comparados con todo lo que había,
era re barato. Después estaba gasto de luz comunes, una bolsa
de yerba que era común, el gas era libre y pan. Eran dos mangos
y vos tenias todo eso”, recuerda Cossio.
Julio se anotó entre los aspirantes a vivir ahí y se fue con la
esperanza de que lo llamaran, como le había dicho el sacerdote.
Al día siguiente, las autoridades del CMU mandaron cartas a
Formosa pidiendo referencias y antecedentes de Cossio: inte-
grantes de la familia, referencias políticas y religiosas, buena
conducta, entre otras cuestiones. Casualmente el abuelo de Ju-
lio, Don Benedetto, tenía una estrecha relación con el entonces
sacerdote, Pacífico Scozzina, a quién donó ladrillos para cola-
borar con la construcción de la Catedral formoseña.
- Lo mismo habrán hecho con el Bocha, habrán averi-
guado los antecedentes antes- asegura Cossio con sus enor-
mes ojos celestes - yo tengo constancias de uno o dos casos
que fueron rechazados.
Ya dentro del Colegio Mayor, regido por Rubén Drí, Julio
empezó a cambiar su percepción.
El sacerdote Drí, nació en la ciudad de Federación, Entre
Ríos un once de agosto de 1929. Hijo de padres campesinos y

109
Trabajo Integrador Final

fervientemente peronistas y católicos, Rubén se internó en un


colegio salesiano a los once años, para luego formarse como
licenciado en teología en Italia y volver a la Argentina a consa-
grarse sacerdote en la provincia de Chaco.
Una vez en Resistencia, el religioso se recibió de Profesor en
Filosofía y Ciencias de la educación en la UNNE mientras daba
clases en el Colegio Itatí exclusivo para mujeres. Más adelante
se desempeñaría como docente en la Facultad de Humanidades
de la UNNE.
- Viví tres años con él y el Bocha habrá convivido un
año- asegura Julio - en ese entonces estaba todo el tema
del concilio del Vaticano, eso marcó un antes y un después.
El 12 de octubre de 1962, con el Papa Juan XXII, se realizó
el Concilio Vaticano II, que duró hasta 1965 y a diferencia del
primero, no se reunió para condenar ninguna doctrina o pro-
clamar algún dogma, sino que tenía como objetivo adecuar
a la Iglesia Católica a las condiciones del contexto que se vi-
vía mediante una renovación de sus estructuras y tradiciones
doctrinarias. Un año después, apareció la última encíclica del
periodo de Juan XIII, “Pacem in Terris” -Paz en la Tierra-,
donde el sumo pontífice llamaba al mundo a construir la paz
mundial en medio del clima hostil que se había generado por
la Guerra Fría. Éste hecho, habilitó a muchos religiosos a ac-
ceder a lecturas marxistas para entender la doctrina y entablar
el diálogo con países comunistas y así poder cumplir el obje-
tivo de la paz mundial.
Rubén Drí fue uno de los que más se apasionó con el acceso
a esas lecturas.
- Todas las mañanas durante al desayuno veíamos al
cura con sus libros - asegura Cossio.
En ese entonces, el sacerdote, tenía sólo ocho años más que
los habitantes del Colegio Mayor y la cercanía de edad les per-
mitía entablar relaciones de amistad muy estrechas.
- El cura era un gran compañero con los muchachos, no
lo echamos nunca ni tuvimos conflictos graves con él, jamás.
Los sábados solían armar partidos de fútbol y lo invitaban.
- Pero no te vayas a calentar Rubén eh, con las mismas
cagadas que vos te mandas - le gastaban los muchachos mien-
tras precalentaban en la cancha.

110
Florencia María José Zanello

El cura se reía, pero nunca faltaba alguien a quién se le esca-


pe alguna patada y, como buen jugador de fútbol, se terminaba
enojando.
Dos años después de la llegada de Julio al Colegio Mayor,
en marzo de 1967, el Papa que reemplazó a Juan XIII, Pablo
VI, promulgó la carta encíclica que se llamó “Populorum Pro-
gressio”, el desarrollo de los pueblos en latín. En ella, el sumo
pontífice expresó el conflicto de la desigualdad económica y
social entre los países ricos y los subdesarrollados. Además de
criticar fuertemente al capitalismo y al marxismo y afirmar el
derecho de bienestar de todos los pueblos, propuso como solu-
ción la creación de un fondo mundial para ayudar a los países
en vías de desarrollo.
En este contexto, siete meses después, un grupo de dieciocho
obispos de Latinoamérica, Asia y África liderados por el obispo
de Brasil Hélder Câmara, redactó un manifiesto para apoyar la
encíclica del actual Papa y el compromiso de luchar contra las
desigualdades que allí se expresaban. El primero en recibir el
documento en Argentina, fue el obispo de Goya, Corrientes, el
sacerdote Alberto Devoto, quien con la colaboración de otros
sacerdotes lo distribuyeron en todo el país.
Para el mes de diciembre de ese año, doscientos setenta cu-
ras argentinos habían adherido al manifiesto de los dieciocho
obispos conducidos por Hélder. La carta que enviaron al obis-
po brasileño manifestando su apoyo, se consideró años más
tarde, el documento fundador del Movimiento de Sacerdotes
para el Tercer Mundo.
En Chaco hubo cinco adherentes, entre ellos, Rubén Drí.
Para ese entonces, promovido por el cura Drí, en el CMU
se realizaban reuniones de formación teológica donde se leían
a intelectuales de izquierda como Marx, Heidegger o Engels.
Ésto llevó a un alineamiento de los estudiantes que allí vivían
con el cristianismo social postconciliar, es decir, con el Movi-
mientos de curas tercermundistas. Pero la llegada al Colegio de
estudiantes que militaban en la Juventud Peronista derivó en
las primeras discusiones sobre el fenómeno del peronismo que
estaba emergiendo y a la incorporación a las lecturas de otros

111
Trabajo Integrador Final

autores de izquierda nacionalista, como John William Cooke y


Arturo Jauretche.
Los sábados a la tarde se realizaban cursos de formación
obligatoria para los residentes del Colegio, que tocaba temáti-
cas como religión en lo que respectaba al Concilio II; historia
argentina con sus vertientes revisionistas; psicología y política
nacional, que a veces contaba con expositores invitados.
El resto de los días, los estudiantes del CMU, se dedicaban a
realizar acciones solidarias.
- Militancia de acción católica - corrige Julio Cossio.
Se organizaban en grupos no muy numerosos y trabaja-
ban en los barrios periféricos de la ciudad articulando con
la Liga de Madres de Familia o el Movimiento Familiar
Cristiano, entidades ligadas a la iglesia católica que reali-
zaban acciones caritativas, además de sumar adeptos.
Éstos grupos de trabajo salían a recorrer las calles de Resis-
tencia recolectando ropas usadas y viejas de las casas particu-
lares y los llevaban a un taller de la Liga de Madres, donde dos
mujeres jóvenes se encargaban de arreglarlas.
Y cuando tenían una parva de ropas más o menos en condi-
ciones, a la villa, a repartir- recuerda Cossio.
Al grupo que no iba a las villas, le tocaba asistir a los enfer-
mos del Hospital Perrando de Resistencia. Todos los domingos
a la mañana, después del almuerzo emprendían viaje y volvían
a la noche, para cenar.
Ese lugar era un mundo aparte para los estudiantes univer-
sitarios.
Una tarde de visita, Julio salió a tomar aire a la vereda y le
llamó la atención un hombre mayor que estaba sentado en las
escaleras de la sala de espera, mirando un punto fijo del suelo. Él
lo miró con los ojos entrecerrados.
“¿Pero a éste tipo no lo vi internado la semana pasada?” se
preguntó.
Se acercó, se agachó y lo observó por unos segundos.
El hombre de tez oscura, llevaba puesto un saco de corderoy
y unas alpargatas, por una de ellas, le salía el dedo gordo. Una
boina azul le tapaba unos pocos rulos blancos que tenía detrás
de las orejas. Estaba encogido de hombros y nada lo inmutaba.

112
Florencia María José Zanello

- Che - Julio le apoyó la mano sobre el hombro débil - ¿Vos


no estabas internado acá?
El hombre levantó la mirada.
- Ya me dieron el alta.
- ¿Y qué haces acá? ¡Andate, chamigo, de éste lugar
de porquería!
Volvió a agachar la cabeza.
- No tengo dónde ir- suspiró - No sé cómo llegar don-
de vivo, hace meses no veo a mi familia.
A Julio se le hizo un nudo en la garganta. Buscó un lápiz y
un papel y lo ayudó escribiendo una carta a su lugar de origen.
De otros enfermos, se hacían amigos. Iban los domingos con
revistas de chismes, con la guitarra o con cartas que recibían de
sus familiares para alegrarles el día.
En una ocasión, un grupo de estudiantes, quiso formar par-
te de la cooperadora del hospital que estaba integrado por un
grupo de mujeres mayores. Llevaron propuestas concretas so-
bre acciones para llevar a cabo con un respaldo institucional y
pidieron una reunión con sus integrantes.
- Nos echaron a bolsazos las viejas, no nos dejaron
entrar- abre los ojos Cossio - tuvieron miedo de que ca-
rajo íbamos a hacer nosotros.
Ese fue el punto de inflexión para los estudiantes universita-
rios residentes del Colegio Mayor y militantes de acción católica.
- Muchachos, esto no va - expresó Julio con una mue-
ca en la boca mientras chupaba el último sorbo de mate
- es una gota de agua en una tormenta.
- ¡Ni es una gota de agua! - lo secundó un compañe-
ro - ¿llevas un frasco de remedio a dos boludos y qué?
¿qué haces con cuatro pilchas en una villa donde hay un
montón de necesidades?
- Si queremos dar un saltito, hay que ir por la política,
muchachos- sentenció Cossio- la lucha política conduce
al cambio, sin lucha política no hay cambio.
El 17 de octubre de 1967, un grupo de universitarios del se-
gundo Colegio Mayor Universitario, que se había creado hacía
pocos meses, salió a las calles a tirar petardos en conmemora-
ción de un nuevo aniversario de la mítica Plaza de Perón, en

113
Trabajo Integrador Final

1945, dónde trabajadores autoconvocados fueron a demostrar


su lealtad al líder del movimiento justicialista. Éste hecho hizo
que el Obispo le soltara la mano a los CMU a través de una
carta en la que declaraba que “eran instituciones con persone-
ría jurídica, con comisión directiva y autónomas del obispado
de Resistencia”. Como consecuencia, los habitantes del CMU,
se proclamaron fuertemente peronistas y se organizaron hacia
dentro de la universidad.
“A todos nuestros Ateneos les pusimos integralistas: Ateneo
Integralista de Ingeniería, Ateneo Integralista de Ciencias, o sea
el ‘integralista’ ese significaba peronista y un año después de eso,
estábamos masivamente atrás de la expectativa del peronismo”.
Para 1968, la militancia universitaria junto con los sacer-
dotes y laicos tercermundistas, el Colegio Mayor y la Juventud
Peronista, se integraron en una coordinación política que pron-
to haría ebullición.
- En ese contexto, llegó Bocha.

***

Antenor Argentino Gauna nació en Empedrado, ciudad


de Corrientes en 1912. Cuando cumplió 22 años, se recibió
de maestro y se casó con la tana Elsa Segnana, con la cual
tuvo ocho hijos.
- Gauna, te vamos a designar para que des clases
en Bella Vista.
Pero el funcionario se confundió al tipear unas letras y
Antenor fue a parar a la localidad de Buena Vista en el -to-
davía- Territorio Nacional formoseño.
Tres años después, se establecieron con Elsa en la locali-
dad de El Cogoik, ubicado en el centro de la Provincia a 300
kilómetros de la capital. Ahí construyó la primer escuela con
sus propias manos y ofició de director y docente para los
primeros alumnos del lugar.
Durante ese periodo estrechó relaciones con los sectores más
postergados del campo formoseño, lo que lo convirtió en un refe-
rente de las comunidades indígenas y de los criollos minifundistas.

114
Florencia María José Zanello

Años más tarde, con la aparición del movimiento justicia-


lista en la historia de nuestro país, Antenor se dedicó a militar
activamente desde sus bases.
En 1972, ya era un referente del Partido Justicialista de For-
mosa y formó parte de la comitiva que acompañó a Perón en su
primer retorno al país.
Un año después, ante el deterioro de la Revolución fusiladora
de Onganía por los constantes Cordobazos, Rosariazos y Vibo-
razos, con Perón en España planeando su vuelta y agitando a la
lucha armada como única revolución posible y con la sucesión
de dos presidentes que no pudieron devolver el orden social es-
perado, se convocó a elecciones nacionales sin proscripciones de
partidos políticos y con la posibilidad de ballotage.
“Cámpora al gobierno, Perón al poder” era la consigna que
coreaban los militantes en los actos de campaña.
Cámpora - Solano Lima, fue la fórmula para la victoria pen-
sada por Perón que representaba el Frente Justicialista de Libe-
ración (FREJULI), integrado por varias fuerzas políticas pero
predominada por el peronismo.
En Formosa no se logró constituir ésta alianza y además dos
fórmulas gubernativas se disputaban el control del Partido Jus-
ticialista. Por un lado, Francisco Yacomy-Héctor García, que
carecía de representación del sector obrero, y por otro lado, la
fórmula Antenor Gauna-Ausberto Ortíz, quien en ese momento
era el Secretario General de la Condeferación General del Tra-
bajo (CGT).
Luego de un mes de marchas y contramarchas y congresos
paralelos, la Cámara Nacional Electoral intervino el PJ for-
moseño, anulando los congresos hechos con anterioridad y
llamando a uno nuevo de manera extraordinaria.
El Congreso extraordinario se realizó en Febrero del 73’
y dio por ganadora la fórmula de Gauna-Ortiz, que sumó
nuevos movimientos sociales además de la CGT, como la Ju-
ventud Peronista (JP) de tendencia de izquierda, la Unión de
Ligas Campesinas y estudiantes universitarios que estudiaban
y militaban en otras provincias, por la falta de universidad en
ese territorio.

115
Trabajo Integrador Final

Para 1970, existían muchas fuerzas políticas organizadas


desde el peronismo: además de la mítica Juventud Peronista,
convivían las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), las Fuerzas
Armadas Revolucionarias (FAR) de origen marxista, los Des-
camisados, integrados por militantes del sector cristiano, todos
devenidos en peronistas. En ese mismo año, una mañana de
mayo, hizo su aparición en público la organización Montone-
ros, con el secuestro del ex dictador que derrocó a Perón, Pedro
Aramburu.
Para el armado de las elecciones del ‘73, todas estas fuerzas
políticas confluyeron bajo el ala de Montoneros sobre la base
de tres banderas: el socialismo como objetivo; el peronismo
como identidad política y la lucha armada como metodología.2
“Montoneros era lo más grande que había en el peronismo
porque a su vez había desarrollado una representatividad en
las agrupaciones de juventud peronista de todo el país, toda
la JP eran montos, y todas las unidades básicas de la JP tenían
nombres de montoneros que habían muerto”, recuerda Cossio.
Desde el momento en que se hizo público el llamado a elec-
ciones nacionales, Bocha viajaba con frecuencia a Formosa
para ayudar al viejo Gauna en la campaña de afiliación y re-
organización del Partido Justicialista. Su estrecha relación se
debía al hijo más grande de Antenor, “Ñaño”.
“El Bocha tiene una participación muy activa cuando llega
el proceso electoral del 73’. Porque él hizo una cosa que yo no
hice: militaba en Resistencia y en Formosa”, explicó Cossio.
Todas las semanas Bocha viajaba de ciudad a ciudad, ha-
ciendo la campaña en ambos lugares, llevando materiales como
jingles y consignas.
- Y ya estaba alejado de la facultad, no era el alumno
que iba todos los días - recuerda Cossio con un dejo de
lamento - y venía acá y hacía rosca con el viejo Gauna y
con los hijos que eran compinches.
Cuando concluyeron las elecciones, la fórmula Gauna-Ortiz
arrasó en segunda vuelta con más del 70% de los votos por
sobre la Unión Cívica Radical, constituyéndose como el primer
2
Roberto Perdía en “Montoneros: el peronismo combatiente en primera persona“.

116
Florencia María José Zanello

gobierno peronista en Formosa, luego de su provincialización


en junio de 1955.
Con motivo del triunfo, la fórmula ganadora organizó un
acto público en la plazoleta de la Avenida 25 de mayo, frente
a la catedral de la ciudad, donde se montó un escenario con
un respectivo palco, que quedó rebasado por la cantidad de
público presente.
Después de varios oradores que dieron discursos de agrade-
cimientos hacia el Pueblo y asumir compromisos con el mismo,
el Bocha se acomodó sus anteojos de marco grueso y enfiló
para el escenario.
“Estaban ahí, toda la comitiva que iban a ser gobierno en
el año 73 y Bocha sube y agarra el micrófono. Los dejó ahí a
todos los viejos, a toda la gente, porque no querían que él suba
a hablar”, recuerda Jorge Puppo.
Los presentes se miraban entre sí ante la sorpresa de un nue-
vo orador.
Bocha acomodó el micrófono a su altura, los miró por en-
cima de sus anteojos y levantando el dedo anular de su mano
derecha, les advirtió que:
- Acá hay un programa de gobierno y una plataforma
que desarrollar. Así que tengan en cuenta todos los que
fueron electos, que los compañeros de las organizaciones
FAR, FAP y Montoneros van a venir a pedir cuentas de la
gestión que se haga.
“Y eso que les dijo ¿qué significaba? Primero que él estaba ab-
solutamente consustanciado con las organizaciones armadas, even-
tualmente se podría suponer que integraba una de ellas, y que él
ponía a esas organizaciones como supremo tribunal controlador de
la gestión de gobierno, le daba ese carácter”, analiza Julio Cossio.
“El tipo tenía una presencia, una prestancia en sus conceptos,
en su forma de hablar todo eso...Por supuesto que era una forma
de hablar muy revolucionaria para esa época ¡qué miercole’!”, re-
flexiona Puppo.
Entre el gabinete de gobierno que lo miraba desconcertado, esta-
ba Don Julio Pereira, su papá.
“Lo pinta al Bocha, porque ponele que yo pensaba lo mis-
mo que él en esa época, pero no me iba a subir al palco a decir

117
Trabajo Integrador Final

eso, no por ser un cagón, si no por un problema de la conve-


niencia política de decirlo viste.. el Bocha no se moderó ¡tiró
ahí!. La gente después al Bocha no lo quería mirar más, ni invi-
tar a ningún acto viste”, dice Cossio y una sonrisa cómplice se
le dibuja en los labios.
El gobierno de Gauna - Ortiz duró seis meses y luego fue
intervenido por el gobierno nacional, ya con Perón en el poder
ejecutivo, debido a conflictos intra peronistas entre las fuerzas
que apoyaron la llegada de la fórmula al gobierno, el alejamien-
to del vicegobernador y sus fuerzas a Gauna y la traición de la
cámara de diputados compuesta en su mayoría por peronistas
ortodoxos, en un contexto político en que varias provincias es-
taban viviendo situaciones similares en el país.

***
Dieciocho universitarios divididos en seis piezas habitaban
el Colegio Mayor Universitario en el año ‘68.
El primer año Bocha compartió pieza con Julio Cossio que
oficiaba de padrino en la carrera que eligió seguir: lo orientaba
en la vida estudiantil, compartían horas de estudio, le daba una
mano en algunos conceptos.
- En ese año, nuestro ambiente de vida en el Colegio
Mayor era un centro de discusión espantoso- recuerda
Cossio con el ceño fruncido.
Era habitual presenciar debates en los ambientes comparti-
dos de la casa en cualquier horario del día. Una noche, Bocha
y el Tape Donkin participaban de una discusión tomando pos-
tura frente a otros cinco inquilinos. Cossio observaba de lejos.
- No me acuerdo qué carajo era pero frenética la dis-
cusión y yo con mis dos orejas escuchando.
En ese momento llega de la facultad Luis “Mono”, el her-
mano de Julio.
- Y cuando escuchó, se metió también y empezó a
aportar algo en contra de la postura de Bocha.
A Bocha se le llenó la yugular de sangre.
- Pará Mono, pará- le gritó mientras con un brazo
lo excluía del círculo - Vos recién llegas y ya querés opinar
también, carajo. ¡Limítate a escuchar!

118
Florencia María José Zanello

“Todavía el Mono se acuerda de esa anécdota y se caga de risa.


Ese era el Bocha, viste, temperamental, en principio exigente y se
desbocaba, discutía con énfasis, pero que yo sepa nunca le generó
problemas de violencia, sí gente que por ahí no lo bancaba y se ale-
jaba, pero pelear, no”.
Durante ese año, la agenda del CMU estaba completa: los días
de semana se cursaba, inclusive los sábados por la mañana y los fi-
nes de semana se organizaban las peñas en el comedor universitario
y en los barrios de la ciudad.
- Aunque siempre había lugar para un partido de fútbol.
Se organizaban torneos cortos entre equipos universitarios y los
muchachos del CMU no se quedaban afuera.
- Una vez había un partido, que era un desafío medio pe-
sado y nuestro equipo estaba destartalado, no dábamos pie
con bola.
El Bocha llegó a los cinco minutos del primer tiempo, treinta se-
gundos después del primer gol del partido que los ponía en desven-
taja. Se sacó el buzo y los anteojos, pidió el cambio y entró gritando:
- ¡Vamos compañeros!
Entró jugando arriba, marcó a un par de rivales y generó
situaciones de gol.
- ¿Qué estás haciendo, pelotudo? ¡Corré, la puta!- se sul-
furaba cuando sus compañeros no agarraban los pases.
Después del tercer gol que los ponía dos abajo del rival, mo-
vió al arquero y se calzó los guantes. Desde ahí salía hasta la
mitad de la cancha a generar jugadas peligrosas.
“Y ahí empezó a dinamizar y perdimos igual viste pero se
notó una diferencia del tipo que viene con polenta y tempera-
mento de entrada a dinamizar luego porque estábamos todos
medios fiaquentos3 ese día. Temperamental, eso era”, dice Cos-
sio y los enormes ojos celestes le vuelven a brillar.
Los viernes a la noche organizaban las peñas universitarias:
durante un tiempo las hicieron en el Colegio Mayor pero luego
consiguieron que les prestaran el comedor universitario.
El comedor brindaba el servicio de almuerzo y cena durante
los días de la semana por una módica suma de plata a todos los
3
Término coloquial formoseño que se refiere a estar sin ganas de algo.

119
Trabajo Integrador Final

estudiantes de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE)


de las distintas facultades.
Allí, Victor Gimenez conoció a Bocha. Victor era oriundo de
Laguna Nai Neck, un pueblo a casi 200 kilómetros de la ciudad
capital de Formosa. En el 72’ fue a estudiar Arquitectura en la
UNNE, donde fue electo dos veces presidente del Centro de
Estudiantes por la Juventud Universitaria Peronista (JUP).
“Como éramos de distintas facultades, no nos cruzábamos
en el ámbito académico y yo lo tenía identificado visualmente
como militante de la juventud peronista de allá (Resistencia),
pero no conocía los detalles de su actividad, después me enteré
que trabajaba en los barrios y también acá en Formosa, que
tenía sus actividades políticas”, recuerda Victor sentado en el
escritorio de su oficina en el Instituto Provincial de la Vivienda
de Formosa.
Años más tarde, compartiría cárcel con Bocha.
“El comedor era también un ámbito de charlas, de confe-
rencias, de asambleas, según los acontecimientos que iban ocu-
rriendo en el ámbito político”, agrega Gimenez.
Ese era el ambiente que intentaban generar los estudiantes
del CMU en las peñas universitarias.
Todos los viernes distintos universitarios pasaban por el es-
cenario ficticio del comedor para tocar instrumentos, contar
chistes, cantar chamamé, recitar versos y realizar otros actos
con los que se daban maña para compartir un vaso de vino,
empanadas y música folclórica.
“El fin era difundir, bajabamos línea ahí de todos los co-
lores para empezar. Yo por ahí tocaba la guitarra, dejaba,
tocaba otro y yo ya estaba hablando con otro y ya era rosca
ida y vuelta, porque el otro también muchas veces venía a
tirar rosca. Y así todo viste. Además los contenidos”, asiente
Cossio.
Desde canciones de protesta con contenido político de la
mano de Viglietti y José Larralde hasta cantitos de la resis-
tencia española adaptados a la época.
Para 1972, cuando se acercaba la campaña de la primave-
ra camporista, solían terminar las peñas entonando la mar-

120
Florencia María José Zanello

chita peronista y saliendo por las calles del centro a tirar


petardos y hacer ruido al grito de Perón, Perón, qué grande
sos, hasta que la policía los dispersaba.
- Era un centro de difusión de actividad importan-
te- aclara Cossio.
Los domingos al mediodía replicaban esas peñas en los
barrios de la ciudad. Ayudados por los curas peronistas de
las capillas y con la excusa de una comisión vecinal, reunían
a los habitantes del lugar para generar un espacio de inter-
cambio.
Cuatro o cinco ayudaban con el fuego para el guiso, otros
tres cortaban las verduras, los demás compartían el mate,
otro traía la guitarra y se armaba la peña a medida que ellos
se iban metiendo en su cotidiano.
“Decíamos un discursito, por ahí no faltaba el cura que
hacía un pequeño acto religioso, no misa, pero con algunas
palabritas, todo iba en el mismo sentido. Desde el evangelio
le podías tirar algo, desde la doctrina peronista le podías
tirar algo, todo iba en el mismo sentido”, dice Julio mientras
guiña un ojo.
Un año después, en el 69’, el Integralismo Universitario
del que participaban, da la orden de que todos los compañe-
ros universitarios militantes que tengan los recursos vivan en
los barrios y las villas, en reemplazo de pensiones o alquile-
res céntricos. Y que desde allí desarrollen su carrera univer-
sitaria compartiendo las problemáticas del barrio habitado.
En ese año Julio dejó de vivir en el CMU, pero siguió vi-
sitando a sus compañeros, especialmente Bocha. Unos meses
más tarde, el resto de los estudiantes decidió dispersarse y
habitar otros lugares. El CMU empezaba a transitar su último
ciclo de vida.
“No recuerdo el Bocha donde cuerno fue a vivir, ya no te-
níamos nosotros un trato cotidiano y no está en mi memoria
dónde fue a vivir el Bocha”.
Luego de los Cordobazos, Rosariazos y Correntinazos, con
la muerte del estudiante de medicina Cabral, la UNNE perdió
su primer cuatrimestre de clases con el cierre de las facultades.

121
Trabajo Integrador Final

- Toda nuestra militancia hasta ese momento en lo que a mi


respecta y el grupo más cercano a mí, seguía siendo universitaria
en el Movimiento estudiantil Integralismo y el Bocha con nosotros.
Con la suspensión de las clases, Bocha se alejó de su militancia
en la universidad y perdió contacto con su amigo Julio Cossio.

***

A las once de la mañana del lunes 12 de diciembre de 2014,


el sol pegaba de lleno en la Casa de las Culturas de Resistencia.
Su frente es vidriado y a primera vista parece estar dividida en
dos alas por una pared adrede sin revocar. En el acceso al pri-
mero de los cinco pisos que la componen, se ubica el bar. Des-
de ahí, se puede contemplar el verde de la Plaza 25 de Mayo,
geométricamente ubicada en el centro de la ciudad.
Eduardo Dito Saliva, estacionó su auto sobre la calle Mar-
celo T. de Alvear casi Pueyrredon. Caminó el resto de la cuadra
en bajada, cruzó la calle Mitre y diez metros después apareció
por la puerta de entrada.
Su camisa blanca de seda se le pegó levemente al cuerpo y
sobre su frente ancha y calva aparecieron las primeras gotas de
sudor. Entró sonriente, saludó a su buffetero amigo y se sentó
en la mesa más próxima a la calle y al aire acondicionado.
- Yo lo conocí cuando venía con otros estudiantes a
comprar al negocio de mi papá. Después nos volvimos a
cruzar en actos de resistencia y lucha.
Una sonrisa se le dibujó en sus finos labios pálidos.
- Éramos jóvenes los dos. Éramos jóvenes todos en
ese momento.
Dito Saliva nació en Resistencia el 16 de octubre de 1948.
Cursó sus estudios primarios ayudando a sus padres en el
comercio de la calle Rioja que administraban.
- Él tenía una novia que estaba a una cuadra y media
de mi casa. García era el apellido, pero vos sabés que el
nombre no me acuerdo porque eran varias hermanas.
La familia García era numerosa y fervientemente pero-
nista. La novia de Bocha, al igual que sus hermanos mi-
litaban en la JP y en los barrios periféricos de la ciudad.

122
Florencia María José Zanello

- No la veo a ella hace rato, antes la solía ver, pero


tengo gente que la conoce, te puedo contactar si ella tiene
voluntad- Dito observa por encima de sus anteojos con
marco de metal cuadrado- Ella debe ser una de las com-
pañeras que más debe saber de él viste.
El mozo aparece con una efímera taza de café y la coloca
frente a él, apoya una botella de agua transpirada a su derecha
y la destapa con una mano. Con una leve reverencia, se retira
hacia el mostrador.
El buffet de la Casa de las Culturas está pintado de blanco
radiante. Algunos cuadros coloridos decoran las paredes y ha-
cen juego con las losas que llevan hacia la escalera ondulada
que está a la izquierda de la barra.
- Además con Bocha estuvimos en el mismo club- sigue Dito
después de revolver el café- un club de barrio que estaba muy
identificado con el peronismo.
El Club 12 de Octubre fue una institución conducida por di-
rigentes gremiales de la Resistencia Peronista.
- Eso nos acercó bastante.
Allí ambos practicaban básquet.
- Aunque yo creo que él también hacía fierro porque
era bien esbelto- dice y sus labios finos dibujan una mueca.
A pocos metros de la Casa de las Culturas, por la misma
vereda, se encuentra la Casa de la Memoria de Chaco, insti-
tución emblema de los derechos humanos en la ciudad. Hace
cuarenta años era la Brigada de Investigaciones de la Policía de
Chaco y el Centro Clandestino de detención más significativo
de la región. En la actualidad, está señalizado como sitio de
la memoria y distintas organizaciones llevan a cabo tareas de
recuperación de la memoria colectiva en sus instalaciones. Una
de ellas es la Asociación de Ex Presos Políticos durante la dic-
tadura militar del Chaco, de la cual son parte, junto con Dito,
Ricardo “Ñufi” Ilde y Juan Carlos Goya.
Ambos son oriundos de Resistencia. Ñufi es el actual Pre-
sidente de la Asociación de Ex Presos Políticos. Goya fue de-
signado Secretario de Derechos Humanos de la Provincia del
Chaco bajo la gestión del Koky Capitanich.
Dito, Goya y Ñufi militaron bajo el ala de Montoneros aunque
sus inicios fueron muy distintos.

123
Trabajo Integrador Final

En el año 66’, cuando Ñufi Ilde tenía 17 años lo convocó la


consigna Luche y Vuelve que se comprometía con el regreso del
General Perón al país. Allí, inició sus primeros pasos militando en
los barrios con la Juventud Peronista.
Dito abandonó la vida académica para ponerse a trabajar
cuando estaba transitando los últimos años del colegio secunda-
rio. Un poco por necesidad, otro poco para meterse de lleno en la
militancia.
“Empecé militando en unos sectores del nacionalismo para lla-
marlo de alguna manera, que estaba expresado en sectores como
Tacuara, que eran más bien nacionalistas con Z viste, en dónde
muchos jóvenes encontrábamos, vamo’ a decir, un lugar donde mi-
litar y hacer algo en política”.
Juan Carlos Goya empezó a militar a los 14 años cuando vivía
con su abuela en Cañada Gómez, Santa Fé.
“Yo era de Tacuara, Movimiento Nacionalista Tacuara, veinte
barra once, veinte de noviembre”, asegura.
El Movimiento Nacionalista Tacuara existió en el país duran-
te los años 55’ a 65’. Se caracterizaron por ser jóvenes de clase
media, nacionalistas de ultraderecha, católicos, anticomunistas,
antisemitas con tendencia fascista. Sin embargo en él convivían
actores simpatizantes con el peronismo como también antipero-
nistas de primera línea. Ésta heterogeneidad de actores implicó le-
ves rupturas de militantes con el movimiento a través del contexto
histórico que acontecía.
“El Movimiento Nacionalista Tacuara tenía tres fechas claves
en su calendario. El 17 de octubre, aniversario de la muerte de
Darwin Passaponti. Otra era el 20 de noviembre. Su significado
obvio tenía que ver con que ése es el Día de la Soberanía Nacional,
en memoria de la fecha en que las tropas de Juan Manuel de Rosas
rechazaron a las flotas británica y francesa en la batalla de la Vuel-
ta de Obligado en 1845. Su significado menos obvio era que en la
misma fecha, en 1936, el falangista José Antonio Primo de Rivera
fue ejecutado en una cárcel republicana. Muchos tacuaristas solían
leer con emoción la defensa de sí mismo que había hecho José
Antonio ante el Tribunal Popular de la ciudad de Alicante que lo
condenó. “20 de noviembre es Tacuara” podía leerse en muchas
paredes de la ciudad de Buenos Aires durante esos años (...) Pero

124
Florencia María José Zanello

la fecha de mayor impacto seguramente era el 11 de septiembre,


jornada en la cual la Patria oficial homenajea al prócer que me-
jor encarna los ideales de progreso, civilización, multiculturalismo
y liberalismo que la Argentina hizo propios después de Caseros:
Domingo Faustino Sarmiento. Para contrarrestar la significación
de esa fecha y a falta de tumba de Rosas en el país, Tacuara home-
najeaba cada 11 de septiembre a Facundo Quiroga, en lo que el
Movimiento llamaba “Día de la Barbarie”4
Entre el ‘60 y ‘63 muchos jóvenes militantes migraron para
espacios del peronismo y algunos viejos dirigentes encontraron
su lugar en sectores de la izquierda marxista. En 1961 un grupo
conducido por Dardo Cabo rompió con Tacuara para formar el
Movimiento Nueva Argentina (MNA), una organización peronis-
ta de derecha. Dos años más tarde, Joe Baxter y José Luis Nell,
formaron el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara
(MNRT), quienes conservando el nacionalismo se alejaron de la
iglesia y el antisemitismo y se acercaron al marxismo y el peronis-
mo de izquierda. De allí saldrían más adelantes la mayoría de los
cuadros de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAR) y el Peronismo
de Base (PB) y algunos otros menos de Montoneros y el Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP).
“En la década del sesenta, el nacionalismo en Argentina tie-
ne una gran vertiente que está muy ligada a todos los sectores de
derecha que va buscando su camino y se transforma una parte en
nacionalismo oligárquico y otra parte en nacionalismo revolucio-
nario. Gran parte terminan siendo jefes de la Triple A y los otros
terminan siendo jefes Montoneros. Una cosa sintetizada digamos
¿no? Medio trambótica5, no vayas a tomarlo como un análisis
serio ¿no? Pero nosotros vivimos en una época de ebullición del
pensamiento revolucionario, de búsquedas de camino digamos,
con un sentimiento de patria muy fuerte, muy dominante en to-
dos nosotros, ¿qué hacer con la patria? ¿Cómo colaborar? ¿Cómo
participar?”.
Juan Carlos Goya tiene ojos grandes y verdes. Un poco de
pelo blanco le cubre su cara redonda y unos finos labios delinean
su boca. Habla rápido pero modula las palabras con énfasis.

4
Daniel Gutman en Tacuara: Historia de la primera guerrilla urbana argentina.
5
Derivado de estrambótico: extravagante, irregular y sin orden.

125
Trabajo Integrador Final

- Todo lo demás es verso. No te comas el verso de


la violencia, de que fuimos guerrilleros- levanta el dedo
anular y lo mueve de izquierda a derecha- Nosotros no
éramos violentos, más que nada fuimos idealistas- sonríe.
La habitación donde se encuentran Juan Carlos y Ñufi tiene
aspecto de biblioteca aunque también se ocupa como oficina.
Ñufi está sentado en una mesa cuadrada con el ejemplar del
Nunca Más chaqueño editado en 2011 que minutos antes le
trajo una mujer morocha. Juan Carlos no se sentó desde que
llegó y, aunque no se permite interrupciones, cada tanto charla
con la mujer morocha y chequea su celular.
- Él era amigo de mi hermano. Goya Francisco Luis.
Está desaparecido.
Francisco Luis era cinco años mayor que Juan Carlos y
como él, militó en el Movimiento Nacionalista Tacuara
aunque al Norte de Santa Fé.
- Hay toda una situación de proto organizativa, pre
organizativa y el Bocha viene de los mismos grupos na-
cionalistas que vinimos nosotros digamos, para enten-
der- explica Goya mientras dibuja con los dedos sobre
la mesa círculos invisibles- Ahí sí nosotros estábamos
organizados por células, antes de la integración plena del
peronismo incluso, viste.
A veinte metros del ex centro clandestino de detención deve-
nido en Casa de la Memoria, Dito Saliva sirve agua hasta la mi-
tad de su vaso. Habla fluido con una voz suave y rasposa a la vez.
“Nosotros militábamos antes con Bocha en unos sectores
del nacionalismo para llamarlo de alguna manera. Y si bien él
estaba siempre en la parte universitaria y yo estaba más en la
barrial, hicimos un proceso, aunque no en los mismos lugares
de referencia política sino hacía la misma dirección que fue ir
acercándonos paulatinamente a lo que era la Juventud Peronis-
ta y todo eso”.
Para 1974, Dito era un militante formal de Montoneros.
La madrugada del 27 de julio, regresó a su casa paterna en
la Zona Norte de Resistencia, donde vivía con sus padres, su
mujer y sus hijos. Había viajado al interior de la provincia a
reunirse con militantes de las Ligas Agrarias que trabajaban

126
Florencia María José Zanello

en conjunto con Montoneros y que el día anterior le rindieron


homenaje a Evita por un nuevo aniversario de su muerte.
A las 3 de la mañana llegó a la puerta de su casa que estaba
en una esquina. El comercio familiar de sus padres ocupaba
todo el frente. Dito metió el auto al garage e ingresó al negocio
por una puerta interna para tomar un poco de agua. Mientras
bebía sintió un ruido pesado en la puerta pero no le dio im-
portancia. Cuando se disponía a salir, escuchó un vehículo que
salió disparado y apenas alcanzó a pasar la puerta cuando un
estruendo iluminó todo el frente de la esquina.
Estuvo dos días internado.
- El Bocha fue a verme ya en mi casa. Estuvo conmigo, char-
lamos, nos reímos un poco.
La explosión derrumbó todo el comercio pero no ocasionó
otros daños humanos porque toda la familia estaba protegida
en el fondo de la casa.
- Como me pasó a mí, pasó en todo el país, donde
hubo muertes también. Fue justamente por estos hechos
que Montoneros pasa a la clandestinidad. Eran los para-
militares de López Rega.
Del otro lado de las blancas paredes de la Casa de la Cul-
tura, Juan Carlos Goya y Ñufi Ilde hablan casi sincronizados.
Las palabras de uno completan las frases del otro. Se enojan, se
divierten, se emocionan con cada historia de su relato.
- Nosotros militábamos juntos, sí- aclara Ñufi.
- Sí, sí. En la misma zona.
- Nos pasearon por todas las cárceles.
- Sí, los chaqueños éramos famosos. Somos más lin-
dos que los formoseños y más simpáticos también- dice
Goyito y larga una carcajada- Cossio es algo así ¿viste
que él es simpático? Eso porque vivió en el Chaco.
Cada uno respeta los tiempos del otro para hablar y ambos
construyen el mismo relato. Tienen los mismos recuerdos, la
misma información y no se discuten ningún dato sobre los he-
chos que narran.
Aunque Ñufi Ilde no conoció a Bocha, sabe la historia del
formoseño asesinado en Margarita Belén, como la mayoría de
los ex presos políticos de Resistencia.
Juan Carlos lo conoció un poco más.

127
Trabajo Integrador Final

“En la última etapa que yo tuve relación con él íbamos a


cazar, a pescar con mi hermano y otros compañeros. Él estuvo
de profesor también en la localidad de Las Palmas, cerca de
Formosa, porque como no teníamos laburo había vagos que se
ponían a trabajar de eso. No se qué mierda daba porque yo no
sé qué mierda sabía tampoco pero él andaba ahí de profesor
junto con Atilio Velazquez. Pero era un tipo muy cerrado, o sea
muy cuidadoso. De su última etapa de militancia no se sabe
mucho, sólo que él no llega de la mano de nuestra organización,
que era Montoneros”, sostiene Goya.
“Yo lo conocí así al Bocha militando, ya te digo, en distintos
sectores pero haciendo más o menos esa coordinación que se
hacía de la JP y otros sectores juveniles afines también a la co-
lumna peronista. Ya te digo, él estaba en un sector que era más
bien de una izquierda peronista más a fin a una política, y él yo
creo que también estuvo coordinando mucho después con los
sectores del PRT”, es la versión de Dito.
El Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) se fun-
da el 25 de mayo de 1965 en una especie de frente conformado
por dos vertientes de izquierda: el Frente Revolucionario In-
doamericano Popular (FRIP) y la Palabra Obrera (PO).
El FRIP estaba conformado en su mayoría por estudiantes,
intelectuales de la pequeña burguesía y trabajadores del no-
roeste argentino, sobre todo de Santiago del Estero y Tucumán.
Luego, con trabajo militante, sumarían a sus columnas a los
obreros de los ingenios azucareros, peones y campesinos de
esas provincias. Su corriente era nacionalista antiimperialista
y aunque coincidía con el peronismo fue influenciado fuerte-
mente por el marxismo. La revolución cubana fue el hecho que
abrió una brecha dentro de la organización, al declararse como
socialista. Uno de sus principales referentes era Mario Santu-
cho. Él soñaba con luchar por la revolución socialista en Argen-
tina, como lo fue en Cuba recuperando los ideales del Che y se
apoyaría en el FRIP para llevar a cabo su cometido.
La otra fracción que integró el PRT, fue la Palabra Obrera.
Eran trotskistas que se organizaron después de varios despren-
dimientos y ramificaciones. Su incidencia fue principalmente en
los sectores obreros de los ingenios tucumanos.
Éstas dos vertientes lucharon con los obreros azucareros

128
Florencia María José Zanello

en los años 61 y 62, cuando afrontaban una grave crisis de la


industria del azúcar. Luego de marchas, contramarchas, arres-
tos y represiones, lograron recuperar la Federación Obrera de
Trabajadores de la Industria del Azúcar (FOTIA), que formaría
parte, más adelante, del naciente PRT.
“Él ya se había ligado a un grupo peronista independiente
más marxistoide digamos, no me acuerdo cómo se llamaba que
estaba ligado al PRT, él estaba ligado al PRT, pero en sus oríge-
nes es un compañero del peronismo revolucionario. Era un tipo
militarmente preparado, todos los que estuvimos en Tacuara lo
éramos. Dito también”, agrega Juan Carlos.
El PRT sufrió varias internas al principio de su creación.
Desde el vamos, la PO planteaba la necesidad de construir un
partido obrero que se origine y desarrolle en los sindicatos y el
FRIP pensaba la necesidad de un trabajo político con la clase
obrera y la sociedad en general para formar un partido revolu-
cionario de cuadros políticos.
Respecto a la lucha armada, la PO tenía divisiones: por un
lado un grupo comandado por Angel Benegoechea planteaba
que debían armar un foco de guerrilla, mientras que otro sector
manejado por Nahuel Moreno, se oponía. Por su parte, el FRIP
a través de Santucho planteaba construir un partido revolucio-
nario, incorporar a las masas de la sociedad y desde allí iniciar
la lucha armada.
“Cuando surgió (el PRT), no se trataba todavía de una or-
ganización marxista-leninista ya que, como quedó dicho, con-
vivían en su seno diferencias ideológicas y distintas prácticas
políticas. No era todavía un partido de nuevo tipo, un partido
leninista; no podía serio porque los partidos son fenómenos
históricos y por lo tanto sometidos al desarrollo de la socie-
dad y las condiciones concretas en que se mueve (...) La clase
obrera argentina y demás sectores populares habían acumulado
grandes experiencias de lucha reivindicativa y política, pero el
objetivo de disputar el poder a la burguesía era nuevo”.6
El sol pega de lleno en el asfalto, los autos frenan en los
semáforos de las esquinas, un grupo de pibes se tira en el pasto
a tomar tereré. Dito contempla una de las avenidas principales
de la ciudad a través del vidrio del buffet.

6
”Historia del PRT”, Felipe Pigna. en el Historiador.

129
Trabajo Integrador Final

- Ellos estaban en unas agrupaciones que eran pero-


nistas, ¿cómo te puedo decir? Reivindicaban mucho al
Che Guevara, entonces era una cosa, como si estuvieran
más a la izquierda de la Juventud Peronista. Él no era
Montonero. Estaban cerca del PRT, tuvieron, yo se que
tenían algunos lazos políticos, algunas cosas.
A veces, se pone tres dedos en la frente o frunce el ceño por
unos segundos, como si eso lo ayudara a recordar.
- Yo con él me cruzaba, justamente era una militancia
territorial, que hacíamos nosotros por un lado, porque
antes eran tantas las reglamentaciones que había que por
ahí te cruzabas con compañeros que estaban militando
en otras agrupaciones, en otros movimientos políticos
pero hacíamos coordinado.
En la actual Casa de la Memoria Chaqueña, Juan Carlos
Goya se prepara para dar por sentada la entrevista. Dice que
tiene que ir al lavadero, que recién habló con Dito, que ayer un
cana mató a un pibe y que hoy quisieron reprimir en el velorio.
Se vuelve a sentar. Una mueca seria se dibuja en su cara.
- Yo te contaba recién, nosotros nos manejábamos
por células, ¿me entendés?. De esto te hablo de la década
del 69, 70, 71. Después del 72 ya ganamos más oxígeno
público.
Un silencio limpio invadió la escena. Por la ventana se veía
como el viento caliente del norte levantaba las hojas del patio
de aquel lugar que una vez los alojó como presos políticos y
hoy los recibe como militantes de los derechos humanos.
- El Bocha era muy cerrado, muy. Él fue el primero que
me habló de la organización celular y cómo manejarse.
Pero fue un tipo que militó toda su vida, él anduvo toda
su vida. Vos podés decir medio inorgánico, orgánico viste.
A su derecha, Ñunfi Ilde le daba la razón con un movimien-
to de cabeza.
- Nosotros éramos muy celosos de nuestras organiza-
ciones viste. Y él no, por ahí medio como soco era, viste.
Más libre en ese sentido pero muy comprometido siem-
pre. Nosotros éramos células, compartimentados todos.
Era la resistencia a la dictadura.

130
Florencia María José Zanello

A pocos metros, Dito coincide como en una conexión side-


ral con su ex compañero de militancia.
- La organización de Bocha no me acuerdo, vos sabes
que el otro día estábamos tratandonos de acordar con un
compañero porque era una organización muy chiquita,
una cosa de algunos compañeros universitarios, se ve. Y
no me acuerdo, la verdad que no me acuerdo. Y no cono-
cí gente de acá que estuviera con él. Yo se que había gente
de Corrientes, pero de acá no, no se quienes estaban. Era
una agrupación más chiquita y de carácter universitario.
“Según diversas fuentes, hacia 1975 el PRT tenía células en
más de cuatrocientas de las principales fábricas del Gran Bue-
nos Aires; se mantenía fuerte en Tucumán, Jujuy y Santiago del
Estero; tuvo éxito en organizar grupos de obreros industriales
cordobeses, de los metalúrgicos, obreros de la carne y petro-
químicos de Rosario; y de los petroleros patagónicos. Además,
tenía grupos muy activos en el movimiento estudiantil, entre
los arrendatarios algodoneros del Chaco, y entre los empleados
judiciales y docentes formoseños”.7
En julio de 1968, el PRT realizó su último Congreso, donde
decidieron expulsar la fracción derechista de Nahuel Moreno
y crear el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), con Mario
Santucho a la cabeza.
“Sus filas están ‘constituidas por todos los militantes del
Partido más aquellos combatientes de diferentes capas sociales
y disímiles extracciones políticas que aceptan pelear por el pro-
grama del ERP; este programa es antiimperialista, anticapita-
lista y democrático mientras que el programa del PRT es clara
y definidamente socialista. Para resumir podemos decir que el
ERP tiene un programa “mínimo” mientras que el PRT levanta
un programa “máximo”.8
Además, Santucho creó espacios de formación política y mi-
litar para los cuadros de la organización. Para 1973, el ERP era
la organización armada más significativa del país.

7
De “Los perros”, film de Adrián Jaime, guión Adrián Jaime y Cecilia Merchán, Argen-
tina 2004
8
Felipe Pigna, en El Historiador.

131
Trabajo Integrador Final

- Vos lo que tenés que saber es que el Bocha, su caída


y su relación última de la militancia y su encanada vienen
por una cuerda diferente a la mayoría de los compañeros.
Recién cuando él está en cana es que salta su relación, o
sea, la dimensión de su militancia.
Juan Carlos Goya se vuelve a levantar. Saluda a todos estre-
chando las manos y se retira por la puerta principal.
Del otro lado, Dito bebe el último trago de agua en su efí-
mero vaso de vidrio.
- Cuando Bocha cae, no cae orgánicamente con Mon-
toneros cómo caímos nosotros, él estaba más ligado al
PRT. O sea el paso de él se enfocaba en lo que era en ese
momento todos esos movimientos cercanos al PRT y el
peronismo cercano al PRT.
Dito paga la cuenta y se levanta a charlar con los mozos de la
barra. Tiene ganas de caminar hasta la Casa de la Memoria pero
sabe que su mujer lo está esperando para dormir la siesta norte-
ña. Su caminata es lenta pero segura. Su memoria sigue intacta.
Casi un año después, a las cinco de la mañana del lunes 28
de agosto de 2015, Dito Saliva falleció mientras dormía.

132
Florencia María José Zanello

Bocha hablando en un acto elitista en la Campaña del ’73 en Formosa [ARUVC]

133
siete
EL FUSILADO

“Resistencia, 30 de diciembre de 1976. Al Señor Julio Alber-


to Pereyra. Juan José Silva 36. Formosa. Comunico a usted que
el día 13 de diciembre de 1976, una columna que transportaba
personal detenido desde Resistencia hacia Formosa, a la altura
del kilómetro 1042 de la Ruta Nacional número 11, fue ata-
cada por delincuentes subversivos, con la aparente intención
de liberarlos o eliminarlos, a efectos de evitar declaraciones
comprometedoras. Como consecuencia del choque armada y
posterior intervención de otros efectivos del orden, se produje-
ron bajas en ambos bandos y algunos detenidos lograron fugar.
Cumplo en comunicarle que su hijo Julio Andrés Pereyra, logró
fugar y que aún se encuentra prófugo. Firmado Miguel Aurelio
Baguear, Coronel, Jefe de Grupo Artilleria 7”.1
Don Julio dobló el papel amarillo, lo apretó contra su pe-
cho, cerró los ojos con fuerza y la primer lágrima le rodó por
la mejilla izquierda.

***

Roberto Antenor Gauna era el hijo de Antenor Argentino


Gauna, el primer peronista en ganar la gobernación de la pro-
vincia de Formosa, en el año ‘73. El viejo Gauna fue parte de la
Resistencia y acompañó a Perón en su primer regreso al país.
Ñaño, como lo llamaban sus familiares y amigos, cursó el
secundario en el Colegio Nacional y sus estudios superiores en
la Universidad del Litoral, en Santa Fé, aunque nunca pudo
concluir su carrera de abogacía. En esa época conoció a Rosita,
con quién después se casaría y formaría una familia.
Bocha y Ñaño eran vecinos.
Oscar Sorucco, vivía casi pegado al domicilio de Ñaño.
“Yo lo conocí a Bocha del colegio secundario, aparte él era
1
Comunicado que recibió Julio Alberto Pereira, el 30 de diciembre de 1976.

137
Trabajo Integrador Final

mayor que yo, pero no teníamos mucha relación viste, porque yo


no tuve militancia política digamos. Con Ñaño sí, pero era otra
cosa”, recuerda Rosa Bersanovich, compañera del Ñaño Gauna.
“Lo que pasa que Bocha cuando venía, allá en la época ya
que estuvo muy metido, no tenía el diálogo con nosotros si no
tenía más con Ñaño. Él venía a mi casa a la siesta, después de
comer y de ahí ya se iba a la casa de Ñaño, todos los días. Ellos
sí tenían contacto y conversación horas y horas”, es la versión
de Oscar Sorucco.
Ñaño Gauna, militaba en la Juventud Peronista. En el ‘73,
fue uno de los que encabezó la campaña de su padre.
El domingo 5 de octubre de 1975, durante la hora de la
siesta, un grupo de militantes Montoneros atacó el Regimiento
de Infantería de Monte 29 del Ejército Argentino, que meses
más tarde se convertiría en uno de los Centros Clandestinos de
detención más grandes de la provincia.
El objetivo del ataque era robar armas, pero para sorpresa
de los militantes, en el cuartel dormía un grupo de soldados que
estaba de guardia haciendo el servicio militar.
El saldo de ese enfrentamiento fue de muertos y heridos
para ambos bandos. Y la consecuencia fue la excusa de la cúpu-
la militar para perseguir y detener con impunidad a militantes
de la Juventud Peronista, Ligas Agrarias e incluso la Asociación
Judicial formoseña e infundir el miedo en la sociedad.
Ese mismo domingo a las tres de la mañana, un grupo de
militares allanó la casa de Antenor Gauna, bajo el argumento
de que sus hijos Roberto y Teresa estaban vinculados con el
atentado al Regimiento.
“Vos sabes como yo estaba escuchando ahí al lado de mi casa.
Ahora me vienen a buscar a mi decía yo”, recuerda Sorucco.
Tere, la hermana de Ñaño, estudiaba trabajo social en Co-
rrientes. De allí la detienen al acusarla de haber participado del
atentado, a pesar de que en el horario en que ocurrió el hecho,
ella se encontraba realizando una entrevista en una cárcel y
contaba con los tickets de entrada y salida que lo corrobora-
ban. La soltaron dos años y medio más tarde. Se tramitó la na-
cionalidad italiana de su madre y se exilió hasta la actualidad.
“No sabíamos, yo por lo menos no estaba enterado que iba
a pasar eso, porque se organizó en la conducción nacional de

138
Florencia María José Zanello

Montoneros, tal es así que se hizo más con compañeros que no


eran de la zona, y si hubo eran poquitos”, cuenta Dito Saliva.
Al día siguiente del suceso en el Regimiento formoseño, el
comisario Thomás fue personalmente a la casa de Dito a bus-
carlo para que fuera a declarar sobre el hecho. Dito se encon-
traba trabajando.
- Dígale que pase por la Brigada de Investigaciones
cuanto antes.
Cuando Dito llegó a su casa, se enteró del operativo y que
lo estaban buscando. Se presentó al otro día con dos compa-
ñeros más que también fueron citados acompañados por dos
diputados peronistas y uno radical, todos dirigentes políticos
de distintos gremios sindicales.
“Nos preguntaron nada más dónde habíamos estado ese
día, que se yo. Yo dije que estuve en mi casa y tengo testigos
que lo vieron. Después no me tocaron más, en ese momento”.
A partir de ese suceso, en Formosa, se instaló la teoría de los
dos demonios. El escritor de derecha, Ceferino Reato, escribió
el libro “Operación Primicia” que alimenta ésta idea. El escrito
sostiene la teoría de que ese atentado definió el golpe militar
de 1976, desconociendo la imposición de Videla como coman-
dante en 1975, la conformación de los grupos paramilitares
integrados por civiles y personal del ejército y los más de mi-
les de asesinatos que habían llevado a cabo hasta el momento.
Además de la complicidad civil, económica y eclesiástica.
La causa judicial del hecho, que tramitó durante años el
Juzgado Federal de Formosa, se llamó “Sala Néstor”, por el
militante montonero que fue detenido junto con su compañe-
ra, acusados de participar del atentado. Néstor fue asesinado
en la Masacre de Margarita Belén. Muchos meses después, el
juez federal de ese entonces, Vivas, lo procesó sin sentido. Con
la misma suerte corrieron los demás imputados: secuestrados,
torturados y muertos, por las mismas fuerzas de seguridad que
pretendían juzgarlos.
Casi un año después del atentado, el 20 de agosto de 1976,
dos semanas antes del secuestro de Bocha, Ñaño estaba jugando
un torneo de ajedrez en el Hotel Internacional de Turismo, que se
encuentra actualmente en la intersección de las calles San Martin

139
Trabajo Integrador Final

y Avenida 25 de mayo. Un grupo de tareas del ejército entró en


el salón y lo detuvo. Lo llevaron al Regimiento Monte 29 y allí
estuvo detenido desaparecido por tres meses.
“Ellos caen juntos, medio relacionados, en la misma cosa
que se yo. Conocí una versión que decía que en un apuro el
Bocha le dio un paquete a Ñaño que se lo guarde y que en ese
paquete había un arma, algo así. Yo estuve un día en cana con el
Ñaño, hablamos mucho en el último tiempo, pero de éste tema
no”, sostiene Julio Cossio.
En el Regimiento, Ñaño estuvo en la caballeriza. Aunque
permanecía con los ojos vendados, las muñecas atadas y casi
inconsciente, pudo reconocer una voz.
“Él sabia que el Bocha estaba desaparecido y me cuenta
‘Negra, mira que yo hable con él’. O sea no estaban juntos
pero se acuerda perfectamente de que estuvo con el Bocha ahí
y después el Bocha desaparece. Probablamente lo hayan sacado
y llevado al Chaco”, recuerda Rosita.
Ñaño Gauna recorrió todas las cárceles del país: de Formo-
sa a Resistencia, de La Plata a Devoto y finalmente al penal de
Rawson. Recuperó su libertad en enero de 1983, con la demo-
cracia de Alfonsín.
Desde ese momento se metió a militar de lleno en el sindi-
calismo y su objetivo fue recuperar ATE (Asociación de Tra-
bajadores del Estado). Desde allí, impulsó las denuncias hacia
los genocidas formoseños, fomentó la creación de la Comisión
Permanente por la Verdad, la Memoria y la Justicia y se pre-
sentó como querellante particular en las causas por delitos de
lesahumanidad que se abrirían.
Años más tarde, fue uno de los primeros militantes en rea-
lizar un homenaje a Bocha Pereira, a través de un video hecho
en power point, con fotos que gestionó con María del Carmen
y Estela, que presentó en algunas escuelas de la ciudad. Y que
hasta hoy en día se reproduce en cada espacio de homenaje a la
Memoria todos los 24 de marzo.
Ñaño murió el 3 de octubre de 2010, al mediodía, de una
enfermedad llamada gangrena de fournier causada por las
torturas que padeció en la cárcel. Agonizó treinta tres días en
terapia intensiva.

140
Florencia María José Zanello

***

A Roberto “El Patón” Greca, lo secuestraron el 2 de no-


viembre del ‘76 junto con su compañera que estaba embaraza-
da de Natalia, su primer hija.
Él era oriundo de Paraná, Entre Ríos. Estudiaba arquitectu-
ra en Resistencia y militaba en Montoneros.
El Patón conoció a Bocha en la fila del comedor universitario.
“Por ahí viste a una persona la ves una vez, dos veces, tres
veces y a alguien que es conocido tuya, que viene y lo saluda le
decís ‘che ¿y ese vago de dónde es?’ como cualquier otra per-
sona que vos le encontrás en algún sitio. Y te dice ‘es fulano,
de Formosa”, recuerda Greca una calurosa tarde formoseña
sentado en el patio de su casa con mate en mano.
Estuvo preso en la Alcaldía de Resistencia durante siete años
y dos meses. Su mujer, en ese entonces, salió mucho tiempo
antes y un día fue a verlo a la cárcel para avisarle que no aguan-
taba más, que había decidido seguir su vida con otra persona.
Cuando obtuvo su libertad, lo primero que hizo fue conocer a
su hija Natalia que tenía seis años y que hoy milita en la agrupa-
ción H.I.J.O.S de Formosa. Se recibió de arquitecto y se instaló en
la localidad de San Martín II, un pueblo del interior formoseño.
En la actualidad vive en un barrio céntrico de Formosa, Capi-
tal. Milita en el kirchnerismo y trabaja como Director de la Carre-
ra de Ingeniería Forestal en la Universidad Nacional de Formosa.
En los años en la Alcaldía, el Patón compartió la cárcel con
Victor Gimenez.
Tiempo después, a Victor lo trasladaron a la U7. Luego, pasó
por La Plata, Devoto y Rawson. Recuperó su libertad al cum-
plir 32 años, en diciembre del ‘83, cuando Alfonsín derogó la
Ley Nº 20840 de Seguridad Nacional, creada por los militares.
“Esa ley decía que la Agrupación Juventud Universitaria
Peronista era subversiva, entre tantas otras agrupaciones. Enu-
meraba todas las organizaciones gremiales y estudiantiles que
existían en la época y las caratulaba como subversivas, ergo,
todos los integrantes de esas agrupaciones eran subversivos,
tenían que estar presos, los que tuvimos suerte y otros directa-
mente secuestrados y desaparecidos”, explica Gimenez.

141
Trabajo Integrador Final

Retomó sus estudios como arquitecto. Le reconocieron las


materias que había aprobado y cursó las que le faltaban. Pero
no alcanzó a terminar la tesis y volvió a dejar la facultad.
“Porque tenía que trabajar, me costaba mucho y aparte me
dejé estar, porque me agarró una especie de síndrome carcelario
digamos, que quería ser libre, pero fue un error, porque dejé
pasar el tiempo y no me recibía”.
Volvió al pueblo de Tres Lagunas, en el interior formoseño
y consiguió un trabajo como secretario municipal. Ejerció du-
rante cinco años.
En el ‘95, cuando cumplió 44 años, decidió terminar la carrera.
“Por suerte me volvieron a reconocer las materias, no quedé li-
bre y el compañero Gildo2, me ayudó, me costeó los estudios para
que yo no tenga que trabajar, me propuso que renuncie a mi cargo
allá y que me vaya y me reciba. Gracias a eso me fui y me dediqué
a full, no hacía otra cosa y así me recibí en diciembre del 95”.
En enero de 2016, se cumplieron 20 años que trabaja en el
Instituto Provincial de la Vivienda.

***

La Brigada de Investigaciones de la Policía de Chaco, estaba


ubicada en el corazón del centro de Resistencia, sobre la calle
Marcelo T. de Alvear al 32. Su puerta de entrada era angosta
pero alta. El frente estaba pintado de blanco opaco. Dos árbo-
les tupidos, uno a cada lado, escondían el balcón de grandes
ventanales oscuros. A la derecha, un baldío cerrado oficiaba de
estacionamiento para algunos autos que hacían traslados.
En sentido burocrático, la Brigada dependía de la VII Briga-
da de Infantería, con asiento en Corrientes, comandada por el
general Cristino Nicolaides, aunque el jefe del lugar era Carlos
Alcides Thomas.3

2
Gildo Insfrán. Gobernador de la Provincia de Formosa durante los periodos 1995-99;
1999-2003;2003-2007;2007-2011;2011-2015;2015-hasta la actualidad.
3
“24 de Marzo del 76: El Golpe - De la dictadura de la impunidad a la justicia democráti-
ca”, Comisión Provincial por la Memoria, Chaco- Segunda Edición. Marzo 2011.

142
Florencia María José Zanello

En la parte de adelante del edificio, funcionaban oficinas ad-


ministrativas de la policía provincial en el horario comercial
de 8 a 12 y de 16 a 20 hs. El edificio estaba dividido en dos
por un oscuro patio interno. Del otro lado empezaba el sector
conocido como el Área Restringida de la Brigada. Una escalera
de cemento, sin pasamanos y con un sólo descanso, llevaba a
la planta alta. Allí, se ubicaban las cinco celdas individuales
donde alojaban a los presos políticos. En el mismo piso, frente
a las individuales, había una habitación enorme, que era utiliza-
da como celda colectiva, dónde podían meter hasta a dieciséis
militantes hacinados. Abajo, en el entrepiso, estaba la “Sala Ne-
gra”: un lugar de dos metros por dos metros, donde los dete-
nidos eran concentrados antes de la tortura. Aún más abajo de
las oficinas administrativas, existían dos sótanos. El más chico
tenía una superficie de cuatro metros por cuatro metros. El se-
gundo, más amplio, estaba ubicado al fondo del lugar. Ambos
estaban equipados con las armas más efectivas de torturas: des-
de camas con elásticos de hierro para picanear hasta baldes de
agua fría y sucia para zambullir a los torturados.
A la celda colectiva de la Brigada fue a parar Carlos “Ra-
tón” Aranda una calurosa noche de noviembre del ‘76. El Ra-
tón militaba en la Juventud Universitaria Peronista con armado
en la Facultad de Arquitectura, donde estudiaba. Lo agarraron
en la puerta de su casa y lo llevaron junto con su hermano Julio
a La Jefatura de Policía de Chaco. Estuvo allí trece días, ven-
dado y esposado a una cama de suncho, en la oscuridad. No le
permitían higienizarse y sólo podían ir al baño una vez por día.
En ese tiempo le perdió el rastro a su hermano.
Luego, lo trasladaron hasta la Brigada y lo depositaron en la
celda colectiva. Allí, entre tantos cuerpos cansados, vendados y
débiles, pudo reconocer a su hermano Julio.
Al rato, lo volvieron a buscar. Lo metieron en uno de los só-
tanos, lo desnudaron, lo ataron de pies y manos a la cama con
elásticos de metal y lo picanearon hasta el cansancio. Le pedían
nombres, le hacían preguntas, le golpeaban con los puños ce-
rrados, pero el Ratón no hablaba.

143
Trabajo Integrador Final

“No sé cómo hacía, creo que me abstraía, pero no sentía”,


declaró treinta años más tarde en los juicios por la Masacre de
Margarita Belén.
En la celda colectiva tenían prohibido hablar. Permanecían
atados y vendados. Tenían un solo tarro para que todos los
presos hicieran sus necesidades y podían ir al baño una vez por
día. Si algún compañero llegaba a rebalsar el tarro, el castigo
era introducir su cara dentro de la mierda y el orín.
Las sesiones que le aplicaron al Ratón durante varias sema-
nas, variaron entre la picana eléctrica y el submarino: lo agarra-
ban del cuello y le sumergían la cabeza en una bañera llena de
agua hasta unos segundos antes de que se quedara sin oxígeno,
lo sacaban, contaban hasta tres y repetían el procedimiento por
un largo rato. Pero el Ratón no hablaba.
Un día lo pusieron frente a frente con Raúl “Quique” Caire
y Reinaldo Zapata Soñez, ambos militantes montoneros y pre-
sos políticos, para que se reconocieran entre sí. Ninguno de los
tres emitió palabra.
En otra ocasión, lo mandaron al baño para que se higienice
y cuando terminó su tarea, le trajeron a otro preso político.
- Bañalo a éste, que está hecho pelota- le dijo el ver-
dugo y lo tiró en el piso.
El Ratón, mojó sus manos y se las pasó suavemente por la
cara ensangrentada. Entre los mechones de pelo y los moreto-
nes, pudo reconocer a Carlos Tereszecuk, militante montonero.4
Otro día, desde su celda colectiva, pudo zafar del vendaje.
Miró hacia el frente, se dio cuenta que existían otras celdas in-
dividuales y reconoció a un preso que lo saludaba con los dedos
en V. Era Luciano “Lucho” Díaz, que tenía uno de los dedos
vendados porque en una sesión de tortura le habían arrancado
la uña con una tenaza. En otra de las celdas, estaba Roberto “El
Patón” Greca.
Lucho, Carlos, Quique y Reinaldo fueron asesinados meses
más tarde en la Masacre de Margarita Belén.

4
Página 12, edición impresa. Miércoles 23 de junio de 2010.

144
Florencia María José Zanello

“Por cómo me tenían en el primer momento y que en forma


permanente me torturaban, yo decía bueno, que no cante a nin-
gún compañero para que lo traigan preso, esa era mi máxima
aspiración. Después de eso, era, bueno, vivir, que me dejen vivo”,
relata el Ratón Aranda, cuarenta años después, sentado en el
mismo patio de la Brigada, hoy Casa de la Memoria chaqueña.
Al Ratón lo trasladaron al poco tiempo a la Alcaldía de Re-
sistencia. Allí, estuvo hasta abril del 79’, luego lo llevaron a
la U7, de la misma ciudad, y después lo depositaron en la U9,
con asiento en La Plata. El 19 de abril de ese año, le dieron la
libertad. Pero duró sólo once días, porque lo volvieron a buscar
para someterlo a Consejo de Guerra.
Estuvo preso, recorriendo todas las cárceles del país, hasta
diciembre del ‘83. Siete días antes que asuma Alfonsín.

***

En 1975, Ricardo “Ñunfi” Ilde tenía 23 años. Estudiaba


ingeniería electrónica en la UNNE con sede en Corrientes y
trabajaba como maestro en ciencias prácticas en una escuela
técnica de Barranqueras, una ciudad del interior chaqueño. Mi-
litaba en Montoneros con el rango de miliciano, el primer nivel
en la organización.
“Era como un soldado, iba a pasar a aspirante en segundo
nivel viste. Es decir, se iba conformando a medida que vos tenías
a tu cargo un grupo operativo. En ese momento yo tenía a cargo
un grupo entonces estaba casi en el segundo nivel, faltaba que me
designen pero como era una cosa automática no es que hacíamos
una presentación. En esa situación estaba”, explica Ilde.
El 15 de junio del ‘76, a las 19 horas, lo detuvieron en la
intersección de la Avenida Chaco y Antártida Argentina, a una
cuadra y media de su casa junto a su novia, mientras espera-
ba el colectivo urbano. Le cayeron cinco vehículos de distintas
marcas y colores, en su mayoría particulares. Bajaron Gabino
Manader, los policías Thomas, Silva Longhi, José María Car-
dozo y Félix Cáceres, “El Indio”, entre otros. Los rodearon con
armas de todo tipo y los metieron a uno de los autos.
Al día siguiente a la misma hora, en la intersección de las
calles Arbo y Blanco y Antártida Argentina, el personal del

145
Trabajo Integrador Final

Ejército y la policía del Chaco, con el teniente coronel Alci-


des Larrateguy, y otra vez, Thomas, Lucio Caballero, Carlos
Longhi y José María Cardozo a la cabeza, detuvieron a Juan
Carlos Goya.
Llegaron al lugar en cinco vehículos distintos, uno de ellos,
una camioneta. Lo obligaron a entrar en uno de los autos y lo
golpearon con la culata de un arma. Juan Carlos quedó semi
inconsciente pero reconoció cuando el coronel Larrateguy le
metió un puntapié mientras estaba tirado en el piso.5
A ambos los llevaron a la Brigada de Investigaciones.
El auto en el que trasladaban a Ñufi estacionó en el baldío
de al lado. Por ahí lo metieron a una habitación grande, que era
conocida en el ambiente como “La Cueva de Tarzán”. Le orde-
naron desnudarse, lo vendaron y lo esposaron. Desde el minuto
cero del secuestro, empezó la tortura: lo estaquearon a la cama
con elastico de hierro y le picanearon, las axilas, los genitales,
las encías. Lo devolvieron a una de las celdas individuales de
arriba y lo sacaban sólo para volverlo a torturar.
Al día siguiente de la detención, lo sacaron de la celda a los
golpes y lo metieron en un Torino blanco. Los policías Gabino
Manader, Silva Longhi y Caballero lo llevaron hasta su casa.
Le obligaron a ingresar al domicilio y a mirar cómo entre los
tres rompían sus objetos personales y se robaban todo lo que
tenían a su alcance. El motín fue el sueldo de todo un mes que
Ñunfi tenía ahorrado, varias bolsas de cemento, una bloquera
y el auto marca Gordini -Renault-, que se llevó Silva Longhi.
Después de cumplir con sus deseos, lo volvieron a meter al auto
y lo devolvieron a las patadas a la celda6.
Durante cuatro semanas, todos los días lo buscaron para
aplicarle distintos métodos de tortura: los golpes secos en la ca-
beza, el submarino seco que era similar al submarino pero con
una bolsa de plástico, entre otras técnicas que se ingeniaban los
torturadores. El que más se acuerda Ñunfi es el de los golpes
en los nudillos.

5
“24 de Marzo del 76: El Golpe - De la dictadura de la impunidad a la justicia democráti-
ca”, Comisión Provincial por la Memoria, Chaco- Segunda Edición. Marzo 2011.
6
“24 de Marzo del 76: El Golpe - De la dictadura de la impunidad a la justicia democráti-
ca”, Comisión Provincial por la Memoria, Chaco- Segunda Edición. Marzo 2011.

146
Florencia María José Zanello

“Me sentaban en una silla y me ponían las piernas y los


brazos atrás. Y me empezaban a golpear en todos los nudillos,
rodillas, tobillos, con una maderita, de un pedazo de palo de
escoba, así que parecían como jugando viste. Pero al rato, vol-
vían a golpear en los mismos lugares y se te empezaba a hinchar
y a hinchar y después apenas te tocaban y era un sufrimiento
impresionante el dolor que sufría”.
Después de la sesión, de nuevo a la celda.
Juan Carlos corrió con una suerte parecida. Además de la
picana eléctrica aplicada sobre la cama de metal, con mantas y
correas mojadas para facilitar la conducción eléctrica, le apli-
caban ácido para producirle laceraciones y llagas en las que
luego le volvían a meter picana. Todavía conserva esas marcas
del ácido7.
Estuvieron tres meses secuestrados e incomunicados en la
Brigada de Investigaciones. Nadie sabía de su paradero, ni figu-
raban en ninguna lista de presos del país.
Durante ese tiempo compartieron estadía con muchos ex
presos políticos que luego fueron asesinados en Margarita Be-
lén.
En la primer celda que conformaba los cinco calabozos in-
dividuales, estaba Arturo Fransen, el Colorado, de Posadas,
Misiones. El segundo, lo compartían Ñunfi y el Pato Tierno,
oriundo de La Plata. En el tercero, se alojaba Manuel Parodi
Ocampo, con su señora, también de Posadas, Misiones.
“En el cuarto estaba, Alarcón y un muchacho del norte de
Tostado, de la pcia de Santa Fé, que no me acuerdo el nombre
ahora y después estaba un muchacho Ávalos. Esos fueron los
primeros. Después se construye en el mismo momento lo que
llamaban una leonera más y traen más”, recuerda Ilde.
En esos tres meses, aislados del mundo y sin ningún tipo de
contacto, cada vez era más real la hipótesis de que los vendrían
a matar. Otro sentido no le encontraban a estar tanto tiempo
secuestrados sin ser blanqueados.

7
“24 de Marzo del 76: El Golpe - De la dictadura de la impunidad a la justicia democráti-
ca”, Comisión Provincial por la Memoria, Chaco- Segunda Edición. Marzo 2011.

147
Trabajo Integrador Final

El 9 de septiembre del ‘76, Ñunfi y Juan Carlos, junto con el


grupo de compañeros que ocupaban las celdas de planta alta,
fueron trasladados a la Alcaldía de Resistencia. Y a las pocas
semanas, llevaron a algunos a la Unidad 7.
- Yo estaba en el pabellón 1- recuerda Ilde.
Ñunfi estuvo en la U7 hasta abril de 1979. Luego, lo trasla-
daron a la U9 de La Plata. Allí recuperó su libertad provisoria.
Diez días después lo volvieron a llevar preso a la U7 y luego a
La Plata dónde le iniciaron el Consejo de Guerra que lo conde-
nó a 24 años de reclusión. Desde allí, lo trasladaron a la cárcel
de Caseros y por último a la de Rawson.
Recuperó su libertad el 22 de diciembre de 1983.
Juan Carlos Goya, volvió a la Brigada de Investigaciones en
1977 para una nueva sesión de tortura de veinticuatro horas. El
16 de junio del ‘79 le dieron la libertad desde la cárcel de La Pla-
ta, pero al igual que su amigo, días después lo volvieron a buscar
para someterlo a Consejo de Guerra. Recibió la misma condena
que Ilde. Y ambos recorrieron las mismas cárceles del país.
Salió en libertad el 21 de diciembre de 1983.

***

A Eduardo “Dito” Saliva lo fueron a buscar de su casa, la noche


del 13 de abril de 1976 mientras esperaba la cena con su mujer y
sus dos hijos. Entre el personal de la policía que lo buscó, estaban
Ceniquel, Thomas, Manader, Valussi, Caballero y Silva Longhi.
Lo llevaron a la Brigada de Investigaciones y durante veinte
días no blanquearon su paradero. Allí, estuvo en la Sala Negra,
esposado y vendado, con otros diez presos en la misma situa-
ción que él. Los guardias les permitían ir al baño cuando se les
ocurría y no les sacaban las vendas y esposas ni para comer8.
En la antesala de la tortura, los vigilaba José Marcos Ma-
rín, “el cabo Sotelo”. Éste guardia ejecutaba un viejo acordeón
para que no se escucharan los gritos, gemidos y aullidos de
dolor de la habitación contigua.

8
“24 de Marzo del 76: El Golpe - De la dictadura de la impunidad a la justicia democráti-
ca”, Comisión Provincial por la Memoria, Chaco- Segunda Edición. Marzo 2011.

148
Florencia María José Zanello

“Obligaba a bailar a los detenidos, mientras en la otra habi-


tación torturaban a otros detenidos”, recordó Dito en su decla-
ración en las causas de lesa humanidad de Chaco.
En más de una ocasión, obligó a los hombres a violar a sus
propias compañeras y ante la resistencia opuesta por éstos, les
golpeó con sus propias manos, libres de esposas.
Todos los días lo buscaron a Dito para picanearlo bajo la
supervisión del Jefe de la Policía Provincial chaqueña, comi-
sario Ceniquel. También presenciaron las torturas, los policías
Thomas y Wenceslao. En esas sesiones, además de echarle ácido
en las piernas, Silva Longhi usó una manopla para propinarle
golpes más consistentes9.
Otro de los castigos que aplicaron se llamaba El Teléfono:
el guardia de turno, ahuecaba las manos y golpeaba fuerte y
constantemente sobre los oídos del torturado. Casi siempre ter-
minaba con un golpe seco en los riñones.
A la noche, cuando Dito se disponía a dormir, el guardia de
turno lo levantaba a las piñas y patadas. Y cuando golpeaban
a uno, se generaba una golpiza colectiva. El cabo Sotelo-Marín
preparaba su acordeón mientras el oficial Caballero advertía:
- Hijos de puta, ahora van a ver lo que es el infierno.
“Lo del infierno no es una metáfora, porque el oficial que se
declaraba pastor evangelista, nos torturaba diciendo que él es-
taba destinado a sacarnos el diablo de adentro y que debíamos
agradecer a éstos soldados de la Biblia que venían por nuestra
salvación”.10
Así pasaban los días de cautiverio en la Brigada de Investi-
gaciones de la Policía de Chaco.
“El Bocha estuvo acá también (en la Brigada). Yo no lo vi,
pero me enteré por otros compañeros que me dijeron que lo
vieron. Yo lo vi allá recién (en la Alcaldía)”.
Después de cuarenta y cinco días esposado, Dito no sentía
las manos.

9
“24 de Marzo del 76: El Golpe - De la dictadura de la impunidad a la justicia democráti-
ca”, Comisión Provincial por la Memoria, Chaco- Segunda Edición. Marzo 2011.
10
Jorge Giles, en “Allí va la vida, La masacre de Margarita Belén”; pp.22; Colihue, 2003.

149
Trabajo Integrador Final

Cinco días después lo trasladaron a la Alcaldía policial.


Cuando lo sacaron de la Brigada de Investigaciones, pasó frente
a Ceniquel, que lo golpeó en el estómago y le dijo:
- Ésta vez no te salvaste- con una sonrisa en su cara.
De la Alcaldía lo trasladaron a la U7.
En 1977, lo llevaron veinte días a Devoto y le obligaron a
salir del país como una opción a la libertad de la cárcel. Los mi-
litares le tramitaron el exilio en el Líbano, por su descendencia,
pero su familia pidió si podía irse a otro país.
- Que vaya donde lo reciban- les contestaron.
“Anduvieron recorriendo las embajadas y España la verdad
que no me recibe, sino que dicen que no me iban a hacer nada, sin
trabas y bueno, fui a vivir a España”, explica Dito, cuarenta años
después de haber padecido las torturas en la Brigada.
Durante su exilio siguió militando y teniendo contacto con sus
compañeros de Montoneros.
En 1978, volvió al país en la primer contraofensiva. Sobrevivió
un año y medio y volvió a exiliarse en México. Pasó por Panamá,
Nicaragua, México, de nuevo a España y fue a parar a Brasil. Allí,
estuvo metido en el incipiente Partido de los Trabajadores (PT).
Vivió nueve meses en San Pablo, trabajando en conjunto con un
grupo de curas vascos.
El 30 de octubre del ‘83, regresó al país y votó en las elecciones
presidenciales que dispusieron a Alfonsín como nuevo presidente.

***
- Acá te vas a quedar un buen tiempo, Sala- dijo el
oficial Casco y lo empujó a Néstor “El Flaco” Sala dentro
de una celda del Pabellón 1 de la Unidad Penitenciaria
Nº 7 de Resistencia.
El Flaco nació en Berazategui, en el seno de una familia pe-
ronista. Perdió a su mamá a los quince años y empezó a traba-
jar para mantener a sus hermanos. Estudió arquitectura en la
Universidad Nacional de La Plata y allí se integró a la agrupa-
ción Peronismo Universitario.
En 1971, conoció a Mirtha Clara y juntos se incorporaron a
las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Dos años más tar-
de, Mirtha quedó embarazada y fueron a vivir juntos. Ambos
tenían militancia territorial y universitaria.

150
Florencia María José Zanello

En 1974, nació su hija Eva Mariana y se casaron. En diciem-


bre de ese mismo año, un grupo paramilitar fue a buscarlo a su
trabajo en el Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos
Aires, pero ese día el Flaco se había quedado dormido y no llegó
a tiempo. Sus compañeros de trabajo le avisaron cómo venía la
mano y Néstor, Mariana y Mirtha escaparon a Mar del Plata, la
ciudad natal de su esposa11. Los persiguieron, pero zafaron.
En ese entonces las FAR ya se habían incorporado orgánica-
mente a Montoneros, así que la orga les ofreció cobertura y tra-
bajo militante en Resistencia, Chaco. Allí vivieron en una casa
alquilada cerca del Club Chaco For Ever. Durante ese tiempo, el
Flaco militó en el Partido Peronista Auténtico. Después de unos
meses, Mirtha volvió a quedar embarazada.
El 9 de octubre de 1975, cuatro días después del copamiento
del grupo Montoneros al Regimiento de Formosa, fueron de-
tenidos por la patota de la Brigada de Investigaciones. En ese
entonces, la Brigada se encontraba en la calle Juan B. Justo. Allí,
estuvieron un mes desaparecidos bajo torturas. Su hija Mariana
zafó, porque estaba en la guardería.
“Tal es así que como ya hacían varios días que lo estaban
torturando, torturando y no paraban, entonces decidimos hacer
un operativo”, relata Dito Saliva, que conoció a Néstor Sala
antes de la cárcel.
Un comando de Montoneros pasó en un vehículo y tiroteó
el frente de la Brigada.
“Para que paren, para que vaya la prensa. Porque sabía-
mos que lo estaban matando al pobre y bueno, eso lo salvó
en ese momento”.
Luego del tiroteo, Montoneros lanzó un comunicado con-
tando la situación que estaba padeciendo Sala para llamar la
atención de la prensa. Debido a eso, los blanquearon y trasla-
daron. El Flaco fue a la U7 y Mirtha a la Alcaldía Provincial.
En mayo del ‘76 nació Juan Andrés, su segundo hijo. Ese mes
los trasladaron por separado a Formosa. En ese operativo, el
Flaco logró ver casualmente a su hijo recién nacido a través de la
rejilla de un camión celular. En Formosa lo llevaron vendado y

Sala, Néstor Carlos, en www.robertobaschetti.com.ar


11

151
Trabajo Integrador Final

atado de pies y manos al Regimiento Monte 29. Allí, el General


Jorge Eusebio Rearte - Jefe de la Casa Militar durante el mene-
mismo- hizo formar la tropa en el patio de armas. Lo desnudó y
lo exhibió como un trofeo de guerra delante de todos.
- Vamos, camine Sala, así lo vemos andar- le ordenó
el jefe del Regimiento, Coronel Alturria.
“Para que oficiales, suboficiales y colimbas, vieran en vivo y
en directo, cómo es el rostro de un subversivo, su mirada pene-
trante y perspicaz, su paso huidizo”.12
Lo hicieron recorrer todo el cuartel. En cada habitación Re-
arte le preguntaba quién había formado parte de la comitiva
que atacó el Regimiento el 5 de octubre. El Flaco no contestaba
y el milico menemista, lo torturaba.
“Pero además, si es que existe, eligieron mal el modelo del
“perfecto terrorista”. El Flaco Sala era un típico bonaerense
pintón. Alto, de 1,90 de estatura, con una sonrisa gardeliana
tan grabada en su rostro, que aunque quisiera ponerse serio, no
había caso; la sonrisa tenía vida propia; caminaba como esos
guapos del arrabal, no los pesados, sino esos que parecen tener
resortes en las punteras y se ladean de lado a lado, desgarbados,
desaliñados, un flaco de barrio”.13
Después de una significativa sesión de torturas, los devolvie-
ron a sus respectivas cárceles. Allí lo tiró Casco, el oficial más
temido de la U7.
- Recuperate rápido, chamigo, que pronto se viene
otro paseo- advirtió mostrándole sus grandes y amari-
llentos dientes.
En el pabellón 1 se encontró con Julio Cossio, Ricardo
Ñunfi Ilde, el correntino Jorge Giles y el formoseño José
Saavedra.
José “Pajarito” Saavedra, vivía en El Colorado, un pueblo
del interior formoseño, a 150 kilómetros de la ciudad Capital.
Allí trabajaba en el correo y militaba en la Juventud Peronista
con conexiones en Chaco. Lo secuestraron el 19 de noviembre
de 1975, de su trabajo mientras cumplía con sus tareas cotidia-
nas. Lo sacaron vendado y atado de pies y manos. Mientras,
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.44; Colihue, 2003.
12

13
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.44-45; Colihue,
2003.

152
Florencia María José Zanello

otro grupo fue a su casa, donde estaban su mujer embarazada


de cinco meses y sus dos hijos menores. Entraron gritando su
nombre, destruyeron algunas pertenencias y se fueron.
En el vehículo que los transportaba se encontró con Emi-
liano Peralta, más conocido como “Papalo”, que había sido
secuestrado en Villa 213, un pueblo aledaño. Los trasladaron
hasta Villafañe, a 33 kilómetros de El Colorado.
“El Padre Santiago Renevot estaba ahí, el profesor de la cá-
tedra de Derechos Humanos, Juan Eduardo Lenscak y también
estaban los hermanos Coria, José y María”, recuerda Pajarito
Saavedra, sentado en el living de su casa, al lado de su esposa.
Luego, los llevaron hasta Laishí, a 70 kilómetros de la ciu-
dad Capital. En ese pueblo hicieron otra redada donde detuvie-
ron a otros militantes.
Cerca del amanecer, los trasladaron a todos al Regimiento
de Formosa y los dividieron en celdas. La noche del 13 de di-
ciembre del ‘75, lo llevaron junto con el Padre Santiago y José
Coria a inaugurar el pabellón de presos políticos de la Unidad
Penitenciaria Nº 10, de Formosa Capital.
“Al día siguiente empezaron a traer a todos. Éramos once
en total”.
Después del Golpe, lo llevaron a la U7 de Resistencia.
Pajarito Saavedra compartía la celda Nº 9 con el Flaco Sala.
En la Unidad Penitenciaria Nº 7, había otros pabellones que
se dividían entre presos comunes y políticos. En el pabellón 4
estaba el misionero Luis Arturo Franzen, junto a otros compañe-
ros, entre ellos Juan Carlos Goya. En el 3, se alojaba, entre otros,
el Carau Duarte. En el pabellón 2, compartían las celdas, el cha-
queño José Luis “Barquito” Barcos y Patricio “El Pato” Tierno.
El Pato, era un Montonero Oriundo de La Plata. Fue quien,
mientras llevaban presos a Néstor y Mirtha, se encargó de de-
volver a Mariana Sala a la casa de sus abuelos maternos en La
Plata. La pasó a buscar por la casa de Elsa Quiroz, una militan-
te de la Juventud Universitaria Peronista, le preparó un bolso
con mantas y leche y se subieron al primer colectivo directo a
la ciudad de las diagonales.
Cuando llegaron a destino, Irma, la mamá del Pato, le te-
nía preparada una bolsita de viaje para guardar las ropitas de

153
Trabajo Integrador Final

Mariana. Juntos, la llevaron a la casa de sus abuelos, donde la


protegieron durante todo el tiempo que siguió.
“Más tarde el Pato conoció a Graciela y se enamoraron per-
didamente. Convivieron todo el tiempo que la libertad les per-
mitió. Vivieron el amor con la urgencia de un calendario que se
incendiaba rápidamente. Juan Pablo, el hijo de Pato y de Gra-
ciela, nacería como Juan Andrés entre las rejas. Fue en Devoto,
un 1º de enero de 1977”.14

Graciela, es De La Rosa, formoseña y actual diputada nacio-


nal por el Frente Para la Victoria.

***
En 1976, la Alcaldía provincial de Chaco estaba a cargo del
Inspector Mayor Nuñez. El predio ocupaba un amplio baldío
en las afueras de Resistencia que marcaba el inicio de la zona
rural que bordeaba la ciudad.
La edificación, a comparación del terreno, no era muy gran-
de. En el ingreso se ubicaban algunas oficinas. Luego, un salón
a la izquierda y otro a la derecha, acondicionado para las visi-
tas. Por el mismo camino, se extendía un largo pasillo que des-
embocaba en las escaleras para subir al pabellón de las mujeres
y al amplio comedor de los presos. Por una puerta lateral, se
ingresaba al pequeño patio donde se colgaba la ropa. Frente al
comedor, atravesando un portón corredizo de hierro, se encon-
traba el pabellón de hombres, que estaba compuesto por dos
alas de celdas con un pasillo en el medio. El primer cubículo,
era el cuarto donde el guardia de turno se tiraba a mirar tele. Al
lado, estaba el calabozo de castigo. Enfrente, los baños.. Segui-
damente se extendía la docena de celdas colectivas enfrentadas
entre sí en diagonal, a siete metros del comedor.
Cada celda estaba equipada con ocho cuchetas de hormigón
armado embutidas en la pared. Al lado de cada cuarteto de
cuchetas, había un agujero con dos plaquetas de hormigón que
oficiaba de placard. En la pared que quedaba libre había una
mesada y una ventana que nunca se abría.

14
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.118; Colihue, 2003.

154
Florencia María José Zanello

El Patón Greca, compartía la celda número 2 con otros siete


presos políticos.
“Las puertas eran corredizas y con rejas, o sea que absoluta-
mente transparente y enfrentada con una del otro lado, cuestión
medio rara porque normalmente para que vos no te veas con el
otro te la cruzan, te la corren, pero acá vos te podías ver, no te po-
días hablar pero hablábamos con la mano”, recuerda El Patón.
En una de esas celdas también vivió Dito Saliva.
“En la Alcaldía lo ví al Bocha.Tal es así que tuvimos unas
charlas así de paso, lo que pudimos charlar. Él me dijo que lo
habían golpeado pero que tampoco era mucho, que lo alcanza-
ron a pasar a la Alcaldía, pero que había pasado más o menos
lo que pasamos todos”.
El Bocha ocupaba la celda que estaba frente a la de Victor
Gimenez.
“Bocha estaba alojado en el ala opuesto al ala donde yo
estaba, estábamos en diagonal. Él estaba sólo en la celda, o con
uno más. En cambio yo estaba con seis o siete compañeros”.
En esos días no tenían permitido salir al patio más que para
colgar su ropa lavada. Salían de a uno, con el bollito de ropas
mojadas en las manos. A veces, a alguno le tocaba colgar las
prendas de todo el pabellón. Se tomaban todo el tiempo que
podían, respirando el aire fresco del día y mirando fijo al sol
hasta sentir el ardor en la piel.
Una mañana anunciaron que a partir del domingo siguiente
se desarrollarían misas para católicos en el comedor de la Al-
caldía. Esas ceremonias, que duraron apenas un mes, la ofició
el Obispo Mazori.
“Nosotros íbamos a misa, en mi caso y el de muchos, no por
creyentes sino para salir un rato y para ver otros compañeros”.
El primer domingo, Dito y Bocha se encontraron. Se senta-
ron cerca, aunque no podían cruzar palabra.
- Ustedes están acá porque cometieron crímenes- em-
pezó la misa el Obispo.
Bocha y Dito se miraron. Se observaron un largo rato mien-
tras el representante de Dios en la tierra los trataba de mons-
truos abominables y pecadores. Se miraron los golpes, las mar-
cas de las vendas al lado de los ojos, la piel seca y las uñas

155
Trabajo Integrador Final

negras de cada uno. Y mientras el santo padre terminaba de


decir que confiesen sus pecados, Bocha agachó la cabeza, cerró
los ojos, dibujó una sonrisa en sus labios y se quedó así hasta
que terminó la ceremonia.

***

En la Unidad Penitenciaria Nº 7, también se desarrollaron


misas, a cargo del Padre Brisaboa, los lunes y viernes en la capi-
lla del penal. Además, los presos podían confesarse con el cura
para tomar la comunión.
Las ceremonias no eran muy concurridas, pero se desarro-
llaban con normalidad: el Padre leía la homilía, daba el sermón
y al finalizar preguntaba si alguien quería confesarse. Pero na-
die levantaba la mano. Hasta que un viernes, después de varias
semanas de misas, uno de los presos accedió. Y detrás de él se
anotaron otros seis más.
Para el Padre Brisaboa ocurrió un milagro.
- Padre, nos están matando aquí adentro.
- Padre, tengo malos pensamientos contra los guar-
dias porque nos humillan, todos los días y a cada mo-
mento.
- Padre, vine para mostrarle las marcas que tengo en
el cuerpo ¿las ve, Padre? Son marcas que me dejó la pi-
cana eléctrica.15
El cura con lágrimas en los ojos le dijo al último preso que
confesó:
- Hermano, yo también, como buen cristiano, me
siento un preso.
La siguiente misa, la capilla del penal se colmó de presos y la
lista para confesiones se duplicó. El Padre Brisaboa comenzó a
actuar como vínculo entre los prisioneros y el mundo exterior.
Hasta que en una de las celebraciones más masivas de la U7,
el Padre se paró a dar el sermón bajo la mirada vigilante de los
guardias de turno.

15
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.63; Colihue, 2003.

156
Florencia María José Zanello

- Mis queridos hermanos, hoy debo anunciarles una


triste noticia: ha muerto el Obispo Angelelli, allá en
La Rioja. Dicen que fue un accidente automovilístico.
Yo vengo a decirles que eso es mentira, que el hermano,
nuestro hermano mayor, mi Obispo Angelelli, fue asesi-
nado por aquellos que lo odiaron siempre por defender la
palabra de Dios, pero él entendía que defender la palabra
divina es defender a los pobres, a los injustamente presos,
es denunciar la tortura, la muerte y la desaparición de
miles de hermanas y hermanos, acusados de subversivos
por el sólo hecho de pensar distinto…
- ¡Basta!- gritó el oficial Casco- Todos al pabellón,
terminó la misa.16
Al Padre Brisaboa le permitieron celebrar un par de misas
más, bajo la condición de no dar más sermones ni confesiones.
Tiempo después, no volvió a aparecer por la U7.
El cotidiano de los presos políticos de la Unidad 7 de Resisten-
cia, empezaba a la mañana temprano cuando el guardia de turno
los levantaba a los gritos y tocando el silbato. En ese entonces,
todavía tenían un régimen de celdas a puertas abiertas: podían
circular con libertad durante el día y durante la noche y la siesta,
los encerraban bajo llave. El resto del día salían a un pasillo ancho,
donde había juegos de mesas y sillas y se encontraban a tomar
mate, conversar, hablar de política, entre otras cosas.
“¿Cuál era la obsesión de todo preso compañero? Planificar
la fuga. Y nosotros teníamos como diez planes de fuga, uno más
brillante que el otro, una locura absoluta. Pero sabés ¿cuál era
el mérito de eso? ¿El gran mérito? Que estábamos ocupados”,
recuerda Cossio.
Para noviembre del ‘76, les habían sacado todo tipo de co-
municación con el exterior: las visitas, los diarios, las revistas,
las radios a pila. Y también los elementos de escritura hacia el
interior del penal: biromes, papeles, lápices.

16
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.65; Colihue, 2003.

157
Trabajo Integrador Final

Entonces, los presos políticos decidieron organizarse:


“Alcanzamos a esconder cinco biromes, dos radios a pila,
puñados de pilas en lugares secretos donde nadie los encontró
hasta ahora”, explica Julio Cossio.
La tarea del escondite duró varias noches. El equipo de al-
bañiles, ahuecó con una cuchara una de las paredes hasta con-
seguir el espacio justo para meter una de las radios. Con los
revoques extraídos, hicieron una tapa que calzó perfecta en el
hueco y pasó desapercibida de las requisas inesperadas y los
golpes de los bastones.
La otra radio, se encanutó en el mismo techo del pabellón
gracias a la agilidad de uno de los presos.
Cada noche, después de cenar, los presos tenían media hora
para lavar los platos, ir al baño y volver a la celda. En esos minu-
tos, el equipo de escucha de turno, sacaba la radio y la guardaba
en sus celdas. Se quedaban despiertos toda la noche escuchando
emisoras de distintos países, sobre todo Cuba y un informativo
brasilero que siempre pasaba noticias de Argentina.
“Arrancábamos a las ocho de la noche con las veinte cam-
panadas del mundo de Montevideo, hasta la BBC de Londres
escuchábamos. Radio de Moscú, que transmitía para Chile”,
recuerda José Pajarito Saavedra.
Las emisoras nacionales sólo difundían los comunicados de
la dictadura.
Luego de la escucha, el equipo se disponía a transcribir las
noticias con lápices armados con resto de pilas viejas que res-
cataban del patio.
“Yo fui el responsable, tenía que hacer una síntesis de las no-
ticias y después utilizábamos la hojita para armar los cigarrillos
para escribirlas”, explica Saavedra.
A la mañana siguiente, en los cuarenta minutos que tenían
para higienizarse y lavar las latas de leche que usaban como
baños privados, el equipo de escucha se reunía con el equipo de
prensa de turno para entregarle los papelillos y explicarles los
significados de algunas palabras escritas en la oscuridad de la
celda. Mientras el resto de los presos se dividían las latas de los
equipos afectados para lavarlas.

158
Florencia María José Zanello

Al regreso de las celdas, el equipo de prensa se disponía a


clasificar y descifrar las noticias para traspasarlas al boletín in-
formativo semanal. Así nació “Estrella Federal”.
“El director del periódico era José, el querido Narigón, pe-
riodista de fuste, buen amigo, buen compañero. Los otros que
colaborábamos en la redacción, éramos sus aprendices”.17
Estrella Federal circulaba celda por celda y luego era des-
truída por los propios presos que la confeccionaban.
“Eso era todo clandestino, los destruíamos a todos, porque
a la semana salía otra y a la semana otra, mirá si íbamos a guar-
dar todo eso, ¿a dónde? No se si habrá quedado algún tarado
que escondió y estará ahora. Dios me libre y guarde no creo,
pero no era el criterio, no era guardarlo. Quisiera tener esas
revistas, mataría por tener una”, se lamenta Cossio tomándose
de la cabeza.
- Usábamos una táctica también para cuando nos sa-
caban al patio externo cuarenta minutos- aclara Pajarito
Saavedra- Como para pasar un caramelo, hacíamos un
bodoque y le pasábamos al pabellón siguiente la infor-
mación.
- ¿No tenían miedo de que los descubran?
- Hay una cosa que difiere a un preso común de un
preso político. El preso político está convencido de que
cuando vos militás, asumis un compromiso social, traes
aparejado algún tipo de riesgo, desde caer preso, ser tor-
turado hasta que te maten. Nosotros éramos conscientes,
fortalecidos en una ideología, una mística muy fuerte que
nos llevaba a una convivencia similar.

***
Unos de los últimos días de noviembre del ‘76, los guardias
de la Unidad Penitenciaria Nº 7, les concedieron a los presos
políticos un recreo en el patio externo con precisas instrucciones:

17
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.53; Colihue, 2003.

159
Trabajo Integrador Final

- Tienen media hora para estar en el patio. No pueden


hablar entre ustedes. Van a caminar sin parar, permanen-
temente, de dos en dos. Al que no cumpla, lo sacamos del
patio y al calabozo derecho. ¿Entendieron?18
El silencio era la respuesta afirmativa.
La tarde estaba nublada. El sol salía de a ratos a quemar el
pasto del patio e iluminar la cara de algún recluso. Aunque no
podían charlar entre ellos, decidieron hablar solos: hace cuánto
no salíamos, está lindo el solcito cuando sale, mirá lo que pare-
cemos caminando como sonámbulos.
El correntino Jorge Giles, caminaba en silencio con su com-
pañero de dueto, cuando desde atrás el guardia más viejo de
todo el penal le dijo:
- No se de vuelta, siga caminando. Cuando den la
vuelta y yo quede delante suyo, tiraré una paloma al sue-
lo, recójala y se la lleva escondida al pabellón, después le
explico.19
La paloma en la jerga tumbera era una carta sellada en plástico.
Dieron una vuelta y no pasó nada. Dieron otra vuelta. Giles
relojeó los muros y los guardias que los vigilaban: pensó si al-
zarla o no, si era una emboscada o si podía confiar en un policía
de pueblo.
Pegaron la vuelta. El guardia tiró algo. El preso se agachó,
lo agarró y se lo llevó a la boca en menos de un segundo. ¿Será
una paloma envenenada? se preguntó.
La voz del policía interrumpió sus hipótesis:
- Es la lista de compañeros suyos que vendrán a sacar
para matarlos, creo. La copié de una oficina de adelante;
allí estuvieron ayer los del ejército. No dijeron cuándo
vendrían, pero creo que pronto. Escuche, si lo pesca la
requisa trague la paloma, que si la descubren, lo matan a
usted y a mí juntos, ¿me entendió?.20
-

18
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.67; Colihue, 2003.
19
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.67; Colihue, 2003.
20
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.68; Colihue, 2003.

160
Florencia María José Zanello

Giles asintió con un rápido movimiento de cabeza mientras


su compañero de caminata lo miraba con los ojos más grandes
que nunca.
Cuando terminó el recreo, pasaron por la requisa sin mu-
chos contratiempos. Le palparon los brazos, el tórax, la cintura
y las piernas. Le pidieron abrir la boca y le concedieron seguir
el paso.
“Informé primero a los compañeros a quienes debía disci-
plinadamente informar; nos encerramos en una celda, pusimos
guardia propia y abrimos la paloma. No decía nada, ni una
frase de ocasión. Ni un “lo siento” o “cuídense muchachos”.
Sólo contenía una larga lista de apellidos21”.
La lista la encabezaba Néstor Sala.
“Después, me acuerdo, venía yo, Aníbal y otros y otros y
otros22”.
Había cerca de quince o veinte nombres. Memorizaron la
lista. A la mayoría conocían y al resto se propusieron a averi-
guar quiénes eran. Quemaron la paloma y empezaron a plani-
ficar un plan de lucha.
“Fue acá, no tengo dudas, la discusión más humanamente
profunda y difícil de la que participamos en nuestras vidas, para
siempre23”.
- Primero hay que evaluar la seriedad del mensaje re-
cibido y luego preguntarnos si hay que resistir o no cuan-
do vengan a buscarnos -empezó el Flaco Sala- Yo adelan-
to mi opinión de darle validez y seriedad al mensaje. Este
guardia es un tipo de pueblo, incapaz de jodernos.
El resto de los presos que conformaban la acotada reunión,
lo escuchaban atentos. Un grupo le dió la razón con un gesto
de cabeza. Algunos tenían la mirada perdida en un punto fijo.
Otros, lo veían a los ojos, como buscando una respuesta ante
tremenda noticia.

21
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.68; Colihue, 2003.
22
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.68; Colihue, 2003.
23
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.70; Colihue, 2003.

161
Trabajo Integrador Final

Hay que pensar seriamente un plan para evitar la mayor can-


tidad de compañeros muertos- siguió Sala- no hay que arriesgar
la vida de nadie más de los que estamos ya condenados a morir.
“Y se armó la discusión. La más violenta, la más dolorosa,
la más angustiante, la más huérfana, la más encadenada y la
más rica a la vez24”.
- Hay que resistir, resistir y resistir- opinó un preso.
- Está bien, pero si los milicos vienen decididos a ma-
tar no van a tener ningún inconveniente en abrir fuego
contra diez, cien o mil presos justificando un motín- le
respondió otro.
- A ver, compañeros- siguió otro recluso- los milicos
vienen a buscar compañeros para matarlos afuera simu-
lando un enfrentamiento. Eso es lo que venimos escu-
chando por la radio encanutada que está ocurriendo en
otras cárceles del país- tres presos asentían con la cabeza-
Por lo tanto si nosotros dejamos salir a los compañeros
sentenciados podemos salvar la vida de todos los demás.
- ¡Pensar así es una guachada!.
- ¿Por qué?- contestó otro - Salvar la vida de la mayor
cantidad de compañeros no es una guachada, es un acto
de solidaridad suprema.
El debate siguió por unos minutos. Las voces de los presos
se mezclaron en un solo murmullo.
- Compañeros- interrumpió el barullo uno de los pre-
sos- ¿Cuál es nuestra responsabilidad mayor?- los miró
uno por uno durante unos segundos- Llegar hasta el final
con la mayor cantidad de compañeros vivos. Por eso es
preferible que tengamos la menor cantidad de bajas.
Los presos se miraron entre sí.
- Si podemos guiar el combate- siguió el preso- para
que no tengamos bajas, hagámoslo; si no lo podemos evi-
tar, bueno, es preferible por duro que sea, que caigamos
veinte compañeros y no doscientos ¿está claro?. Corazón
caliente, cabeza fría ¿se acuerdan?.

24
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.70; Colihue, 2003.

162
Florencia María José Zanello

El silencio reinó en la celda. Y el orador aclaró:


- Yo también estoy en la lista.
Uno de los presos rompió el silencio.

- Entonces, con esa consigna, armemos un plan de


operaciones para el día que vengan a buscarnos.

***

El 11 de diciembre de 1976, el sol de la mañana pegaba de


lleno en el techo de la Casa de Gobierno de la Provincia de
Chaco. En su despacho, el gobernador de facto, general Facun-
do Serrano se peinó el bigote negro y prolijo.
Tenía la mirada profunda, el peinado bien engominado y las
orejas puntiagudas. Ojeó unos papeles en su escritorio pulcro
y ordenó:
- Comuníqueme con el coronel José Zucconi, con el teniente
coronel Alcides Larrateguy y el capitán Schenone.
- Lo comunico, mi general- respondió su asistente y corrió a
cumplir la orden.
Diez minutos más tarde, el secretario de Serrano golpeó la
puerta de la oficina.
- Permiso General- se anunció- están acá el coronel
Zucconi, Ministro de Gobierno; el teniente coronel Larra-
teguy, Jefe del Área 233; y el capitán Schenone, Delegado
Interventor de la Ciudad.
- Dígales que pasen.
Uno segundos después, aparecieron por la puerta tres hom-
bres uniformados de punta en blanco. Larrateguy usaba el bi-
gote grueso y bien arreglado. Era petiso, robusto y de papada
prominente.
- Tomen asiento, señores- indicó Serrano señalando
tres sillas de roble frente a su escritorio.
Los observó uno por uno a los ojos y con una mueca son-
riente en los labios continuó:
- Los he citado para invitarlos a ir conmigo a dar una

163
Trabajo Integrador Final

vuelta en helicóptero sobrevolando la zona rural que ro-


dea Resistencia.
Todos asistieron con la cabeza en silencio y Schenone inte-
rrumpió:
- ¿Cuándo salimos, General?.
- Ahora mismo- se apresuró Serrano- siempre y cuan-
do el coronel Larrateguy no se oponga.
Un murmullo de risas cómplices rompió la seriedad de
la escena.
- Perdón, General- cortó el clima Schenone.
- Diga, Capitán.
- Si usted no dispone lo contrario y dada la fecha,
General, es conveniente que ya vaya preparando el tema
fosas en el cementerio.
Serrano quedó en silencio unos segundos.
- Me parece bien, Capitán- siguió- y si los señores
oficiales no disponen otra cosa, lo autorizo a retirarse a
cumplir con sus responsabilidades.
Se hizo un silencio aprobador.
- Me retiro, Señor General, con su permiso.
- Concedido, Capitán- se despidió Serrano.
Schenone abandonó el despacho gubernamental y encaró
directo al cementerio local.
Llegó en compañía de un oficial de grado inferior pero de
absoluta confianza.
- Necesitamos empezar a cavar las fosas- explicó al
personal del cementerio.
Mientras tanto, el oficial de grado inferior fue a dos cono-
cidas funerarias locales a buscar presupuesto de una decena de
los cajones más económicos.
Schenone cumplió la orden y volvió a reencontrarse con La-
rrateguy.
- ¿Y los certificados de defunción?
- No se hagan problemas, para eso está el Doctor Grillo.
- No olvidemos que hay terroristas que están bajo la ór-
bita judicial.

164
Florencia María José Zanello

- Afirmativo- dijo un Teniente.


- ¡Qué afirmativo ni ocho cuartos!- bramó Larrate-
guy- ¡¿Para qué carajo están Córdoba, Flores Leyes y el
otro que no me acuerdo el nombre?!
- Acuerdo totalmente- coincidió Zucconi- Pero tam-
bién hay que tener en cuenta a la Cámara Federal.
- ¿Y desde cuándo hay problemas con Inda? Por fa-
vor señores25.
Al mediodía del 11 de diciembre del ‘76, el helicóptero que
ordenó el gobernador Serrano despegó hacia la ruta 11 que va
hacia Formosa. Del vuelo, también participaron otros militares
uniformados.
Luego de unos minutos en el aire, Zucconi y Larrateguy se-
ñalaron a dúo:
- Ese es el lugar.
- ¿Cómo se llama?- preguntó otro oficial.
- Margarita Belén- respondió Serrano.
- Viene perfecto por estar en línea directa con la Alcaldía.
- Además, ahí no nos verá nadie- reflexionó el gobernador.
“Le gustó tanto la “misión” aérea a Serrano que, cuatro días
después, volvió a sobrevolar el mismo espacio, pero esta vez
subió al helicóptero oficial a otros miembros de su gabinete
y al jefe de la Policía local, comisario Ceniquel. Los asesinos
siempre vuelven al lugar del crimen, dicen los criminólogos26”.

***

El domingo 12 de diciembre del ‘76, amaneció en la U7, como


todos los anteriores. El guardia cárcel de turno despertó a los
presos con el ruido de la traba de hierro y las llaves abriendo el
candado de hierro de cada celda. Eran golpes secos y potentes.
Todos los reclusos, en fila con toalla en mano, pasaron por
el baño a higienizarse. Luego, se encontraron en el pasillo a
tomar mate. Comentaron las noticias que se escucharon el sá-
25
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.77-78; Colihue,
2003.
26
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.78; Colihue, 2003.

165
Trabajo Integrador Final

bado anterior por la radio clandestina, jugaron dominó, char-


laron de pavadas para matar el corto tiempo hasta el mediodía.
A las 12 de la mañana del domingo, la voz seca del guardia
anunció el almuerzo.
- Llegaron milanesas- gritó uno.
Se sentaron en la larga mesa a compartir el pan, el agua y
las milanesas.
- Lastima que no hay vinito- evocó otro preso.
Después de la comida, la sobremesa se dividía entre los que
preferían quedarse teniendo charlas con un dejo de nostalgia y
melancolía, y los que aprovechaban y se tiraban a dormir la reli-
giosa siesta norteña. El Flaco Sala conformaba éste último clan.
Ese domingo, se cantó un tanguito discepoliano y se fue a
descansar.
Mientras tanto, a 5 kilómetros de la U7, en la Alcaldía pro-
vincial, los presos políticos se retiraron a sus celdas haciendo la
siesta obligada de los domingos. Tenían que guardarse, porque
los domingos a la tarde era el horario de visita de los presos
comunes en el comedor de la Alcaldía.
El Bocha, como buen formoseño, no se quejó jamás de que
lo obligaran a dormir la siesta. Aunque le gustaban las sobre-
mesas largas, se retiró a la celda sin chistar. Tardó un rato en
hacer la digestión y se durmió profundo. Del otro lado del pa-
sillo, en la celda de enfrente, Victor Gimenez hizo lo mismo.
A las 2 de la tarde, en la U7, los presos que optaron por ha-
cer sobremesa, comentaron las noticias del boletín Estrella Fe-
deral, recogidas de los medios pro dictadura: la más relevante,
era “la caída de Norma Ester Arrostito y la muerte de decenas
de subversivos esa semana como resultado del enfrentamiento
que libraron las fuerzas de seguridad27”.
- Esto huele a verso- dijo el Tucu- ¿Mirá vos si éstos van a
matar casi cien compañeros en menos de una semana y en en-
frentamientos callejeros? Acá están yendo a buscar a la gente.

27
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.84; Colihue, 2003.

166
Florencia María José Zanello

- Che, ¿vieron quién apareció por el pasillo?- interrumpió


Yuse.
- Casco- respondió Anibal.
- ¿El hijo de puta de Casco?- preguntó José.
- Pero si hoy no está de guardia- dijo Jorge.
Un olor a azufre invadió el pasillo y enseguida se impreg-
nó en las celdas.
- Brocas está desde la mañana- observó Miguel.
- Es su día de guardia- reafirmó José.
- ¿Y entonces Casco qué carajo hace acá?- se pregun-
tó Anibal.
- Che, Miguel, bicheá un poco allá adelante que es muy
raro todo esto- sugirió Jorge, que ya había sentido el olor.
Cuando Miguel se dispuso a levantarse de su silla, los ofi-
ciales Casco y Brocas, se acercaron a las rejas de la entrada del
pabellón 1.
- ¡Sala, Néstor, con todo!- gritó Casco.
Los presos que estaban despierto se fueron contra las rejas.
- Oficial- dijo Miguel - ¿nos pueden informar a qué
se debe esto?
- ¿A qué se debe qué, interno?
- Que llaman a Sala como para un traslado.
- Y, será un traslado- contestó el milico sin mirarlo.
- Oficial, usted sabe mejor que nadie que los domin-
gos no hay traslados de presos.
- ¿Y eso dónde está escrito, Bampini?
La U7 se volvió un alboroto de voces preguntando, alar-
mando, explicando. Mientras un grupo intentaba interrogar a
los guardias, otros repasaban el plan de resistencia previsto y
otros fueron a despertar a los que dormían la siesta.
- Flaco, Flaco, despertate- le dijeron a Sala con un
nudo en la garganta.
- ¿Qué pasa, che, qué es ese quilombo abajo?
- Flaco- susurró José- está Casco allá abajo y vino con
un papel donde está tu nombre con la orden de traslado.
El Flaco los miró a los ojos sin emitir palabra. Se quedó unos
segundos en esa posición eterna.

167
Trabajo Integrador Final

- Voy a bajar.
Sala bajó las escaleras y apareció por las rejas del pabellón.
Los presos se emocionaron al grito de “El Flaco no se va, el
Flaco no se va”. Néstor pidió silencio.

- ¿Qué pasa oficial Casco?


- A mi nada, Sala.
- Pero los compañeros me fueron a decir que usted
me llamaba.
- Apúrese Sala que se va el tiempo- contestó Casco.
- No voy a salir, oficial, si usted no me dice a mí y a
mis compañeros a dónde me llevan, usted sabe que los
domingos…
- Mire Sala- interrumpió el oficial- vamos a cortar por
lo sano. Si no quiere salir, no salga. Yo me retiro con toda
la requisa del penal y entran las tropas del ejército que
están afuera a matarlos a todos por el delito de motín.
Sala lo miró con sus ojos negros más grandes que nunca.
- Es más Sala- siguió Casco- le doy tres minutos reloj
para autorizarle a mirar desde las ventanas de arriba la pla-
ya de estacionamiento de la Unidad. Vaya Sala, mire para
afuera y después vengan a contestarme.
Un par de presos corrió a la ventana más alta del pabellón
a comprobar la amenaza de Casco. En la playa de estaciona-
miento y la entrada del penal, había decenas de soldados, sub-
oficiales y oficiales del Ejército Argentino, uniformados y en
posición de ataque, algunos arrodillados, otros cuerpo a tierra,
apuntando hacia los pabellones.
En el pabellón 2 fueron a buscar al Pato Tierno y a Barquitos.
El Pato acomodó sus cosas, mientras sus compañeros de pa-
bellón entonaban consignas montoneras. Separó un pantalón
vaquero para que los compañeros se lo entregaran a su madre.
En el pabellón 3, el Caraú Duarte se arrancó el reloj pulsera
y se lo dejó a su compañero Juan.
“Pero lo que nunca más me voy a olvidar, los ojos de Duar-
te, cuando me abraza viste, los ojos llenos de lágrimas. Sabía
que iba a la muerte, despidiéndose”, recuerda Goya.

168
Florencia María José Zanello

Desde ahí se escucharon los gritos:


- Trasladan al Caraú Duarte y a Frazen y a Cuevas.
¿Qué hacemos?
- Que no salga nadie hasta saber qué pasa con Nés-
tor- respondieron desde el pabellón 1.
Cuando Néstor Sala supo que afuera estaba el Ejército, re-
unió aparte a cuatro o cinco compañeros de pabellón y les re-
cordó el análisis hecho los días anteriores sobre ese momento.
“Que sabíamos que ésto iba a ocurrir, que éramos conscien-
tes de que vendrían a buscarnos un día para matarnos y que el
día era ese domingo, que él no se iba a morir con la culpa de
provocar el asesinato en masa de los compañeros presos por
negarse a salir y que por lo tanto él iba a salir28”
- Sólo les pido un minuto para hablar con todos los
compañeros- dijo Sala- me quiero despedir.
Los compañeros que compartían la íntima reunión se con-
gregaron en un solo llanto silencioso apretando los ojos, los
dientes y los puños.
- También vinieron a buscar a Parodi Ocampo- inte-
rrumpió otro preso.
- Díganle que ya salimos- musitó Sala.
El Flaco volvió a bajar con su atado de ropas. Algunos pre-
sos lo abrazaban, se colgaban de sus hombros para retenerlo
quebrados en llanto.
- Y, Sala, ¿va a salir o no?- preguntó Casco.
- Si, Casco, voy a salir. Déjeme un sólo minuto para
despedirme de mis compañeros.
- Apúrese.
“Hicimos una silla de brazos y el Flaco subió a ella para
hablar. Y habló para todos. Y para siempre. Néstor Sala, dijo
algo así:
- Compañeros, sé que nos sacan para matarnos. Es
mentira que es un traslado. Y si lo es, es un traslado a la
muerte. Pero quiero que sepan que moriré de pie pelean-
do como pueda, a los mordiscones si estoy atado. Todos
los que hoy nos sacan de la cárcel, los que están aquí
28
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.88; Colihue, 2003.

169
Trabajo Integrador Final

adentro y los que esperan afuera, son culpables ante la


Historia, culpables de la miseria del pueblo y culpables
de nuestras muertes. Sólo quiero pedirles que cuenten de
ésta matanza a mis hijos, cuando ellos tengan edad para
entender qué pasó en la Argentina en estos años y a mi
compañera cuando puedan verla. También les digo, com-
pañeros, que de nada vale este sacrificio nuestro si uste-
des no siguen peleando por mantener viva la memoria
popular; por eso, cuéntenle a nuestro pueblo por qué nos
asesinan y por qué decidimos morir de pie.
Chau compañeros, cuídense…¡Libres o muertos, jamás
esclavos!29”.
El Flaco bajó de los brazos de sus compañeros y caminó
hasta la puerta. Tenía los ojos brillantes, la sonrisa ancha y los
dedos altos en V. Sus compañeros de pabellón lo abrazaban uno
por uno mientras entonaban la marcha peronista agregándole
una estrofa que les daba identidad:
Con el fusil en la mano y Evita en el corazón,
Montoneros, Patria o Muerte, para la Liberación.
Jorge Giles se abrazó con Miguel contra las rejas sin poder
contener el llanto.
Se volvió a abrir la puerta y salió Manuel Parodi Ocampo.
- Quiero decirles que yo también voy a morir digna-
mente- y desapareció por el primer pabellón.
Desde el pabellón vecino, Patricio Tierno los observaba sereno.
“A mi también me habían sacado, nos sacaron juntos a Sala
y a mí de la celda Nº 9, pero a mi me dejaron otra vez en el
pabellón”, explica Pajarito Saavedra.
Del pabellón 4 sacan a Arturo Franzen, que compartía la
celda con Juan Carlos Goya.
Sacaron a los presos de los demás pabellones y enseguida
entró la guardia de turno a los gritos y corridas.
- Todo el mundo a encerrarse.
- Adentro, adentro, adentro o empezamos a sacarlos
a todos.
29
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.89-90; Colihue,
2003.

170
Florencia María José Zanello

En menos de un minuto, los pabellones de la Unidad Peni-


tenciaria Nº 7 quedaron vacíos y en silencio.

***

A las tres y media de la tarde del domingo 12 de diciembre


del ‘76, en el comedor de la Alcaldía Provincial se desarrollaban
las visitas de los presos comunes.
Mientras el resto de los presos políticos descansaba o dor-
mía la siesta en las cuchetas de sus celdas.
El sonido agudo de un silbato interrumpió el clima en el
comedor. Los celadores de turno abrieron de un golpe la puerta.
- A formar, a formar, se terminó la visita- gritaron mien-
tras tocaban el silbato.
- Pero como, oficial, si todavía nos falta un montón.
- Callate y formá, te digo.
- Vamos, señores, vamos señores, afuera, los presos a sus
pabellones y la visita a la calle, vamos, vamos- indicaba uno
de los guardias.
Desde el pabellón de los presos políticos se escucharon los
gritos. Bocha se despertó asustado.
Treinta minutos después, estacionaron en la Alcaldía los
convoy verdes del Ejército. Apagaron los motores y abrieron
las puertas.
Bajaron a los presos políticos vendados y esposados hasta
los calabozos ubicados en la planta alta del edificio.
Una vez ubicados, tomaron lista.
- Tierno, Patricio Blas.
- Presente.
- Parodi Ocampo, Manuel.
- Presente.
- Fransen, Arturo.
- Presente.
“Ahí concentran a los 7 compañeros que traen de la U7,
gente que trajeron de Corrientes, gente que viene de la Brigada
de Investigaciones del Chaco, gente que viene de la Comisaría
4ta de Barranqueras”, explica Julio Cossio.

171
Trabajo Integrador Final

A las 9 de la noche se realizó el cambio de guardia en la Al-


caldía Provincial. El nuevo equipo fue dirigido por el oficial Os-
car Octavio Ayala, e integrado por Jorge Omar Esquivel, Omar
Eduardo Monzón, Miguel Ángel Vittorello, Oscar Alberto Ga-
larza, Juan Rodriguez Valiente y los agentes Maidana, Roldán,
Álvarez, Ramos, Flores e Inchausteguy, entre otros.
Diez minutos después, el oficial Ayala anunció su llegada al
pabellón pisando fuerte con los tacos de sus borcegos negros.
Caminó pausado por el largo pasillo mientras observaba las
celdas enfrentadas y las alumbraba con una linterna.
Cuando llegó al fondo del pabellón, se alumbró el rostro y
gritó en seco:
- Quiero ver a todos bien dormidos; al primero que
encuentro despierto, lo llevo a los calabozos y lo mato a
palos.
Ni los grillos cantaban esa noche.
Ayala volvió hacia el frente del pabellón. Se paró firme y
volvió a ordenar:
- Atención: los internos que voy a nombrar deben prepa-
rar sus cosas porque van a ser trasladados.
El silencio se quebró con el ruido de llaves, candados, borce-
gos taconeando y gritos de órdenes.
Algunos presos fingían un sueño profundo sin inmutarse
aunque se morían de ganas por asomar la cabeza por los fierros
de las celdas. Otros se arriesgaron a entreabrir un ojo y mirar
las sombras que se dibujaban en las paredes. Unos menos, se
dedicaron a rezar bajo las frazadas.
Uno de los guardias depositó a un detenido en el calabozo
ubicado frente al pabellón. Mario que estaba en la primer celda
alcanzó a relojear y lo reconoció enseguida.
- Es el Tiburón- le dijo en lenguaje de señas al com-
pañero que tenía en diagonal a su celda- Tiene la camisa
manchada de sangre.
Al Flaco Sala lo conocían así en el ámbito militante, algunos
por sus dotes nasales, otros por su apetito voraz.
En un descuido del guardia, Mario se acercó a la pared y
pudo ver en el piso la sombra de Sala atajándose el estómago.

172
Florencia María José Zanello

- ¿Sos vos, Tiburón?- le preguntó bajito.


- Soy Néstor Sala- contestó con la respiración entre
cortada.
- ¿De dónde te trajeron?.
- De la U7 primero- un gemido de dolor interrumpió
el relato- y luego nos llevaron a la Liguria.
- ¿Qué te hicieron?.
- Nada.
- ¿Cómo que nada? Si tenés la camisa llena de sangre.
- Es un bayonetazo que me dieron.
Pasaron quince minutos y el oficial Ayala volvió al pabellón
con su tropa de guardias.
- Preparen sus cosas los internos Piérola, Fernando; Za-
mudio, Carlos; Yedro, Roberto; Díaz, Luis; Pereira, Julio.
Volvió el silencio.
Bocha, abrió los ojos a la oscuridad y se sentó de un salto
en la cama. El resto de sus compañeros de celda no se inmuta-
ron ni cuando sintieron el resplandor de las luces del comedor
encendidas.
Bocha no alcanzó a juntar sus cosas cuando Ayala volvió a
aparecer en la entrada del pabellón.
- Los internos nombrados antes van a ser sacados de
sus celdas. El resto a dormir.
Se abrió la reja de entrada, entraron los guardias, salieron
los presos, se cerró el portón con candados, trabas y cerrojos.
En menos de un minuto se escuchó el primer golpe seco.
- No me peguen- gritó Zamudio.
- Te vamos a matar, hijo de puta- bramó entre dientes
el oficial Rodríguez Valiente.
Zamudio intentó correr con los brazos atados. Cayó al suelo y
el celador más cercano le metió tres patadas secas en el estómago.
A Bocha le pegaron entre dos guardias en la esquina del
comedor: uno en la cara y el otro en el vientre.
Las órdenes y contra órdenes de los oficiales se mezclaban
con los golpes secos y los gemidos de los torturados.
- ¡Anda a buscar al que está en el calabozo!.
La puerta del pabellón se volvió a abrir.

173
Trabajo Integrador Final

- ¿Sos vos Sala?- dijo entre risas el guardia.


El Flaco no contestó.
- Dale, levantate, salí- le gritó.
Sala no se movió.
- ¿No escuchaste Sala? Levantate, te ordena el oficial.
Los guardias intentaron levantarlo a las patadas y sacarlo del
calabozo. El Flaco sólo podía atajarse el hueco del estómago san-
griento, sin hacer pie.
El agente Álvarez lo arrastró de los cabellos hasta los baños. Le
tiró agua y se lo devolvió a los guardias. Lo llevaron al comedor y
lo depositaron en un rincón.
En la entrada del pabellón, uno de los presos permanecía de
rodillas, con el torso extendido boca abajo y las manos sobre la
cabeza.
- ¿Cómo te llamas, hijo de puta?- le gruñó el guardia.
- Parodi Ocampo- susurró con la voz entrecortada.
- Hablá más fuerte, zurdo.
- Parodi Ocampo.
Una patada en seco lo levantó de su posición y lo dejó tirado
mirando las luces del comedor.
Desde un rincón, Bocha se arrastró hasta las mesas e intentó
levantarse. Un guardia que pasaba, se quedó observandolo. Detrás
del guardia, apareció Ayala.
- Levantalo a éste y seguí dándole que todavía hay
tiempo.
El guardia lo agarró del hombro de la camiseta y lo paseó unos
metros con los pies colgando.
- ¿Cómo te llamas?- preguntó y lo empujó al piso.
- Pereira, Bocha- contestó mirándolo a los ojos.
El guardia sonrió. Le pisó las piernas y le dio tres golpes en seco
seguidos: dos en los oídos y uno en el tabique.
Fernando Piérola cayó tendido en la entrada del pabellón. Ma-
rio, desde su celda, lo escuchó gemir casi susurrando. El guardia
que lo tiró, volvió a pararse frente a él, lo agarró de los pelos, le
levantó la cabeza y mirándolo a los ojos, le preguntó entre dientes:
- ¿Y usted, por qué está preso?.
Fernando, respiró profundo y con voz clara contestó:

174
Florencia María José Zanello

- Porque soy un oficial montonero.


El guardia volvió a tirarlo al piso y lo llevó a las patadas
hacia el otro extremo del comedor.
Mario, con lágrimas en los ojos, se mordió las manos para no
gritar lo que sentía.
“Grande Fernando”, pensó y se secó las lágrimas con los puños
de la camisa.
Contra una pared del comedor, estaba sentado de cuclillas y
con los brazos ensangrentados cubriéndose la cabeza, el correnti-
no Yedro, abogado de los trabajadores rurales chaqueños.
- No me peguen más- clamó con la respiración agitada.
En los baños del pabellón, el agente Maidana arrastró al de-
tenido Díaz, lo puso bajo el chorro de agua y le dijo riendo:
- Vení, vamos a pasear.
Maidana lo arrastró sobre una frazada por delante de las dos
primeras celdas. Díaz no se movió ni aún cuando dos guardias
hundieron sus botas sobre su cabeza llena de sangre.
Maidana lo tiró en un rincón del comedor y acompañó a Vito-
rello y Álvarez a vigilar que nadie espiara desde su celda.
- ¡Maidana!- gritó el oficial Ayala.
- Sí, señor.
- Tenga listo el llavero que en un rato llevamos a todos a la
guardia.
- A la orden, señor.
Algunos presos quedaron tendidos inmóviles en el piso del co-
medor y otros fueron arrastrados hasta sus celdas.
- Tirale agua a éste y ponelo después en su celda- dijo
Ayala señalando a Carlos Zamudio.
El agente Álvarez con ayuda de otros arrastró a Carlitos Za-
mudio hasta su celda. Zamudio rengueaba, no sentía una pierna
para apoyarla y le costaba mantener el equilibrio.
Logró incorporarse, se palpó el pecho y el estómago, buscando
comprobar si seguía entero. Le costó mantener el equilibrio por-
que le habían quebrado una pierna, pero se mantuvo atajado de
una de las placas de hormigón que oficiaba como cama. La sangre
le manaba de la cabeza y la nariz. Se quedó parado unos segun-
dos, con la mano en el estómago y la pierna colgando. Se mareó y

175
Trabajo Integrador Final

volvió a caer al suelo.


Dos celdas más adelante, otro agente lo llevó del brazo a Bocha
y lo empujó hacia adentro de la celda. El Bocha cayó de costado y
gimió en el suelo. De los oídos y la boca le brotaba la sangre espesa
que manchó el cemento.
“Entonces hay testigos directos de que el Bocha estaba sano
con ellos, volvió hecho pedazos y lo volvieron a llevar hecho
pedazos hacia su destino final. Los compañeros que estuvieron
ahí con el Bocha me cuentan a mi su versión de que efectiva-
mente el Bocha estuvo ahí”,explica Julio Cossio.
Los guardias entraron al baño. Jadeaban y se lavaban la san-
gre y la transpiración de las manos.
- ¿Vieron cómo le di al gorila ese? ¡Mierda que es
grandote! pero lo sacudí de lo lindo- se jactó el agente
Pájaro Roldán sobre la paliza que le dio al Pato Tierno.
“Lo que no decía éste asesino es que el grandote compañero
estaba esposado y encadenado30”.
A las 3 de la mañana, se volvieron a encender los motores
de los vehículos gasoleros afuera de la Alcaldía. Ayala orde-
nó llevar a los detenidos hasta la guardia donde esperaban los
hombres del Ejército.
Algunos, los menos, caminaron por sus propios medios.
Otros, eran empujados desde los brazos por los guardias.
Uno de los agentes entró a la celda de Bocha y lo levantó
de los cabellos. Sin emitir palabra lo arrastró hasta el camión.
Otros presos corrieron con la misma suerte.
En otro lugar de la Alcaldía, los oficiales Ayala y Rodríguez
Valiente escribieron a máquina, la certificación de entrega de
los prisioneros para ser trasladados a la Unidad Nº 10.
- Me presento, Señor Mayor, soy el oficial Ayala.
- Mucho gusto, oficial, soy el mayor Athos Renés.
- Mayor, aquí le hago entrega de toda la documen-
tación pertinente, las respectivas comunicaciones y los
efectos de valor para ser trasladados a Formosa.
- Gracias oficial31- contestó Renés y chequeó la docu-
30
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.106; Colihue, 2003.
31
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.107; Colihue, 2003.

176
Florencia María José Zanello

mentación con el teniente Pateta.


El jefe de la Alcaldía, inspector mayor Nuñez, observaba sin
intervenir.
Desde la Séptima Brigada de Infantería en Corrientes, el ge-
neral Cristino Nicolaides monitoreó todo el operativo militar,
requirió detalles y dio órdenes al teniente coronel Hornos, Jefe
de Destacamento de Inteligencia 124, que estaba a cargo de la
planificación, coordinación, dirección y ejecución del plan de
eliminación de los enemigos.
En la calle, frente a la Alcaldía, esperaban dos camiones per-
tenecientes a la Compañía de Comunicaciones Nº 7, un Merce-
des Benz 114 y un Unimog 416. Además, había un Peugeot 504,
blanco, modelo 1972; una camioneta Chevrolet; un Renault
12, modelo 1971 y una Ford F100.
Los guardias de turno subieron a las patadas a los presos al
convoy verde que estaba en el estacionamiento. Salieron a la
calle y arrancó la caravana.
El Inspector Nuñez observó por la ventana de su oficina y
suspiró aliviado.
Salieron de la Alcaldía Provincial y avanzaron hasta la ruta
11. Desde allí, enfilaron hacia el norte, hacia Formosa Capital.
Unos kilómetros antes de llegar a destino, el convoy se de-
tuvo. Cuatro guardias entraron de golpe al lugar de los prisio-
neros. Bajaron de un tirón a dos mujeres, las apoyaron contra
el vehículo y empezaron a manosearlas. Las presas no podían
mantenerse en pie.
Del otro lado del camión, dos guardias hicieron formar fila
a tres presos. Les cortaron la entrepierna de los pantalones y de
un sólo saque, los castraron.
A algunos presos no pudieron bajar porque estaban desma-
yados o muy desangrados.
Reanudaron la marcha por la ruta 11 y pocos minutos des-
pués volvieron a frenar.
- Acá es el lugar.
- Señores, esto es Margarita Belén.
El oscuro profundo de la noche sólo permitía ver un des-
campado al costado de la ruta.

177
Trabajo Integrador Final

- Corten la ruta, vamos, rápido- dio la orden un oficial.


- Usted póngase allá y usted allá- indicó un Jefe del
Ejército a dos oficiales.
Los otros oficiales se colocaron frente a los autos particula-
res que vinieron en la caravana.
- Coloquen a Sala acá, en el Peugeot blanco, acá al
volante- ordenó otro militar-¿acaso no es un jefe mon-
tonero?.
- Coloquen a éstos dos en el mismo auto que él. Pero
a éstos dos, en el otro Peugeot.
- A éstos los dejamos acá, que luego los haremos co-
rrer un poco.
Los presos que quedaron de pie, estaban atados de pies y
manos con una venda en la boca. Algunos también tenían ven-
dados los ojos. Los pocos que aún eran conscientes no podían
reaccionar.
- ¿Está todo listo?- preguntó Pateta
- Listo, Señor.
El cuerpo interfuerzas armadas estaba en posición. Tres uni-
formados apuntaban a cada Peugeot. Otros diez, estaban en
posición de disparo hacia los presos vendados y mareados que
estaban parados en el medio de la nada. Cada uno de los oficia-
les de las distintas fuerzas, llevaba un arma de distinto tamaño
y calibre.
- Escúchenme camaradas, acá nos jugamos todo ¿eh?
así que a la orden de “fuego” disparamos todos ¿enten-
dido?- dijo Pateta.
- ¡Entendido, señor!- contestaron a coro.
- ¡Más fuerte, carajo!
- ¡¡Entendido, Señor!!- rugieron.
- Apunten…¡Fuego!- ordenó.
Desde una distancia de cuarenta metros, los diez uniformados
descargaron todas sus municiones sobre los presos vendados.
Algunos no resistieron el primer disparo. Otros se habían
desvanecido antes de la orden de fuego. Los pocos que seguían
moviéndose en el piso, fueron acribillados hasta el último respi-
ro. A los que cayeron enseguida, les siguieron disparando hasta
agotar las provisiones.

178
Florencia María José Zanello

En la base militar de La Liguria, el soldado clase 55 Alfredo


Maidana esperaba órdenes de sus superiores para partir hacia
Margarita Belén. Sabía que se trataba de un operativo antisub-
versivo, pero no tenía idea en qué consistía ni cuál sería su rol
esa noche.
En plena madrugada llegaron las noticias sobre el enfrenta-
miento en la Ruta 11. En un Unimog se subió Maidana con dos
suboficiales tucumanos rumbo a Margarita Belén.
Cuando llegaron al lugar, oyó disparos y se tiró del vehículo.
Lo buscaron con una linterna. Lo encontraron y le sacaron a la
fuerza el fusil, el correaje y el casco. Le apuntaron la cabeza y
acercaron el dedo al gatillo.
- No, a mi muchacho no- Maidana reconoció la voz
de su jefe de batería y se le aflojaron las piernas.
El soldado quedó inmóvil tirado en el piso. Desde ahí pudo
ver cómo Pateta llevó al Flaco Salas, esposado y vendado hasta
el Peugeot blanco. Lo sentó al volante, tomó un metro de dis-
tancia y le disparó con una Itaka en el medio de la cabeza.
- ¡Fuego!- gritó.
Sobre el Peugeot dónde pusieron al Flaco Sala, simulando
una fuga, impactaron sesenta tiros de fusiles Fal.
Desde las 6.30 hasta las 7 de la mañana se escucharon los
disparos en la ruta.
Los pájaros no cantaron ese amanecer.
Quince minutos después, el comisario Thomas partió a Resis-
tencia.
A las 8 en punto, volvió con el Teniente coronel Alcides La-
rrateguy, el jefe de policía Ceniquel y los inspectores de policía
Caballero, de Investigaciones y Gómez, de Regional 1. Llegaron
en una camioneta que traía pedazos de carne vacuna colgados de
ganchos, bolsas de carbón y cajones de vinos, jugos y sodas.
Metieron los cadáveres a un camión del Ejército y lo taparon
con un toldo.
Con las ramas de los árboles caídos armaron el fuego para
el asado.
Una hora después, llegó el general Nicolaides y el teniente coro-
nel Hornos. Más tarde, llegaron a compartir el banquete el juez fe-
deral doctor Luis Angel Córdoba, el fiscal doctor Roberto Domingo

179
Trabajo Integrador Final

Mazzoni, el doctor Flores Leyes y el prosecretario Domingo Reska.


Hubo carne, chorizos y morcillas.
En Resistencia, el comisario mayor de la policía chaqueña,
Raúl Omar Pereno llegó a su lugar de trabajo, la Brigada de In-
vestigaciones.
Entró al edificio, saludó a los empleados y en la guardia un
cadete lo llamó aparte.
- Parece que hubo un enfrentamientos con subversi-
vos acá cerca.
- ¿Dónde?- preguntó Pereno.
- Cerca de Margarita Belén, en plena ruta, comisario.
- ¿Y qué dijeron? ¿Es un enfrentamiento grande o no?
- Si, comisario, parece que hay varios muertos.
- Voy para allá entonces, por si precisan refuerzos32.
El comisario enfiló para la ruta 11 pero cinco kilómetros an-
tes de llegar al lugar se topó con una patrulla militar que estaba
desviando el tránsito.
- Soy el comisario Pereno y pido pasar- se identificó.
- La patrulla accedió al pedido y le dio indicaciones
para ingresar.
Llegó al lugar y se puso a las órdenes del jefe de policía Ce-
niquel, confundido por la escena del asado.
- Todo está bajo control, comisario, así que vuelva
nomás a Resistencia.
En ese momento se acercó el coronel Larrateguy, lo saludó
y reiteró:
- Felizmente está todo terminado. Tenemos solamente
uno o dos heridos entre el personal militar.
Pereno se quedó observando la escena desconcertado. 33
El camión del Ejército pasó por la ruta regresando a Resis-
tencia con custodia militar atrás. Larrateguy fijó la vista en el
vehículo.
- Allí van los muertos.

***

32
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.114; Colihue, 2003.
33
Jorge Giles en “Allí va la vida, La Masacre de Margarita Belén”, pp.119; Colihue, 2003.

180
Florencia María José Zanello

El Regimiento de la Liguria fue el destino de los cuerpos ma-


sacrados. Alfredo Pegoraro era soldado conscripto y cumplía
funciones de chofer en el Ejército. Esa mañana, estaba traba-
jando en el taller del Regimiento.
Desde adentro se escuchó estacionar a varios vehículos. Los
oficiales descargaron los cuerpos y los expusieron en el playón
del estacionamiento, uno al lado del otro, como trofeos. Uno
de ellos, mandó a un soldado a llamar a los demás, para que
vean el botín. Según su declaración en los juicios, Pegoraro no
estuvo en esa comitiva.

En el mismo playón, dejaron el Peugeot 504 blanco que es-


taba baleado y tenía sangre adentro. Pegoraro se acercó a cu-
riosear. La cantidad de sangre en el techo, los restos de sesos
y los impactos de balas, le revolvieron el estómago en ayunas.
Después de un mes, el vehículo desapareció del lugar.
“Durante mucho tiempo mis compañeros murmuraban so-
bre cómo estaban los cuerpos (...) Era una alevosía como esta-
ban esos cuerpos destrozados, uno o dos tiros es una cosa, pero
estos cuerpos estaban cortados y destrozados”, relató Alfredo
Pegoraro, treinta y cinco años después, en el juicio por la Ma-
sacre de Margarita Belén.
Juan Carlos Carrera hacía el servicio militar y pertenecía
a la Batería de Servicio integrada por mecánicos y oficinistas,
como en su caso, cuyo trabajo se centraba en el pago de sueldos
y la administración.
El 13 de diciembre, a las seis de la tarde, Carrera estaba en
el Regimiento. Allí vio entrar un Unimog hasta el playón. Dos
oficiales abrieron las puertas traseras y bajaron tres cadáveres
de hombres. El soldado se acercó y pudo reconocer a uno: el
cuerpo de Bocha yacía en calzoncillos y con heridas en el pe-
cho. Lo conoció años atrás compartiendo pensión y cursando
Ingeniería. Carrera aguantó la respiración intentando no hacer
ningún gesto que demostrara cercanía con el muerto.
- Fue un hecho que siempre negué, me impactó mu-
cho, estuve en el lugar equivocado- declaró Juan Carlos
en los juicios por Margarita Belén.

181
Trabajo Integrador Final

***
“Seguimos con las noticias. Repetimos este comunicado que
ya habíamos dado a conocer más temprano. Resistencia, Chaco.
El comando de la Séptima Brigada de Infantería con asiento en
la ciudad de Corrientes informó que, siendo aproximadamente
las 4.45 del día 13 de diciembre, una columna que transporta-
ba detenidos subversivos hacia Formosa fue atacada por una
banda armada en la ruta nacional número 11, próximo a la lo-
calidad chaqueña de Margarita Belén. Tres delincuentes subver-
sivos fueron abatidos en el enfrentamiento producido, logrando
escapar los restantes aprovechando la confusión y la oscuridad.
Dos integrantes de la custodia resultaron heridos. Fuerzas com-
binadas del Ejército, Gendarmería Nacional y Policía provin-
cial operan intensamente en la zona para lograr la detención de
los prófugos. Se solicita a la población colabore con las fuerzas
del orden, proporcionándole cualquier información que facilite
la localización de los delincuentes subversivos”.
José apagó la radio encanutada en las paredes de la U7 y
lloró en silencio, escondido en su celda.

182
Florencia María José Zanello

: Foto del DNI de Bocha, que luego se reprodujo en los archivos de la CONADEP
[ARUVC]

183
ocho
EL REGRESO

“Las cosas hay que llamarlas por su nombre y acá si uste-


des me permiten, ya no como compañero y hermano de tantos
compañeros y hermanos que compartimos aquel tiempo, sino
como Presidente de la Nación Argentina vengo a pedir perdón
de parte del Estado nacional por la vergüenza de haber callado
durante 20 años de democracia por tantas atrocidades. Hable-
mos claro: no es rencor ni odio lo que nos guía y me guía, es
justicia y lucha contra la impunidad. A los que hicieron este
hecho tenebroso y macabro de tantos campos de concentra-
ción, como fue la ESMA, tienen un solo nombre: son asesinos
repudiados por el pueblo argentino1”.

***
La mañana del 3 de junio de 2010, el sol pegaba de lleno en
el edificio del Tribunal Oral Federal de la Provincia de Chaco
(TOF), en Yrigoyen al 33, a media cuadra de la Casa de la Me-
moria y frente a la Plaza 25 de mayo. A las siete en punto, dos
hombres y una mujer vestidos de traje ingresaron al edificio.
Quince minutos después, dos uniformados de obreros, coloca-
ron un televisor plasma de bastantes pulgadas en la pared de al
lado de la puerta principal.
A las siete y media, la bandera de H.I.J.O.S. se extendió sobre
el balcón del primer piso del Tribunal. En menos de media hora,
la calle y la plaza se coparon de artistas, militantes y familiares
1
Palabras del ex Presidente Néstor Kirchner en la firma del convenio de la creación del
Museo de la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos, 24 de
marzo de 2004.

187
Trabajo Integrador Final

de las víctimas del último genocidio de Estado del país. Bande-


ras, bombos, fotos de desaparecidos colgando del cuello, eran el
folclore de la espera: en una hora iniciaría el histórico juicio a los
represores responsables de la masacre de Margarita Belén.
En un extremo del tercer piso del edificio, se conglomera-
ron militantes de H.I.J.O.S., familiares y amigos de las víctimas
de la Masacre que llegaron de todos los puntos del noreste y
el litoral argentino, inclusive de Buenos Aires. A pocos metros
de distancia, se entremezclaban los amigos de los victimarios:
fiscales, abogados querellantes, gendarmes, periodistas y otros
personajes, entre ellos Cecilia Pando2.
En el otro rincón del mismo piso, aislados del resto, estaba
la Secretaría del Tribunal, los defensores y los imputados, vesti-
dos de punta en blanco, con pantalones de lino y camisas bien
planchadas, abajo de los chalecos antibalas. El sector estaba
fuertemente custodiado.
En el segundo piso, un grupo de treinta personas se acomodó
para seguir por pantalla gigante el juicio, que era transmitido por
circuito cerrado. Mientras, los trabajadores de la Dirección de
Cine del Instituto de Cultura de Chaco, se preparaban para hacer
el histórico registro, que se archivaría en la Casa de la Memoria.
A las ocho y treinta en punto, la jueza presidenta Gladys Yu-
nes, se sentó frente al público. A su lado se ubicaron los vocales
Ramón Luis González y Carlos Belforte. Su suplente fue Aldo
Mario Alurralde.
En representación del Ministerio Público Fiscal, los fiscales
involucrados eran Jorge Auat, Carlos Amad, Javier de Lucca,
Germán Wiens Pinto, Horacio Rodriguez, José Benitez y Flavio
Fierrini. Los abogados querellantes eran Mario Bosch, que se
presentó con su particular corbata blanca con las clásicas silue-
tas de Margarita Belén, pintada a mano por el escritor Miguel

2
Presidenta de la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos en Argen-
tina (AFyAPPA), presos políticos entendidos como las fuerzas de seguridad procesadas
por la justicia democrática por los delitos de lesa humanidad cometidos durante el terro-
rismo de Estado. Es esposa del mayor retirado Pedro Rafael Mercado.

188
Florencia María José Zanello

Molfino; y Daniel Domínguez Enaín, por la Secretaría de Dere-


chos Humanos de la Nación; también Bosch y Gerardo Fernan-
dez, por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS); Bosch
solo, por los familiares de las víctimas de la Masacre; Sergio
Quirós y Silvina Canteros por la Subsecretaría de Derechos
Humanos de la Provincia de Chaco; y Ataliva Dinani, Rubén
Billa, Duilio Ramírez y Pedro Dinani, por la Liga Permanente
por los Derechos del Hombre (LPDH).
Los defensores oficiales, al momento, eran Juan Manuel
Costilla y Federico Garniel. Días después se sumó al equipo
Carlos Pujol.
La jueza Yunes, dio apertura al juicio y comenzó a leer la
requisitoria fiscal.
La causa por la Masacre de Margarita Belén, fue conocida
originalmente bajo la carátula de “Causa Larrateguy, Jorge Al-
cides y otros s/homicidio agravado y desaparición forzada de
personas”, pero fue recaratulada como “Renes, Athos Gustavo
y otros s/homicidio agravado” después de la muerte del teniente
coronel Larrateguy. Los genocidas imputados fueron los milita-
res Jorge Daniel Carnero Sabol, Athos Gustavo Renes, Ricardo
Leyes, Aldo Martinez Segón, Germán Emilio Riquelme, Ernesto
Simoni, Luis Pateta, el policía Alfredo Luis Chas, y Horacio Lo-
sito. Éste último, fue juzgado en la causa Regimiento de Infan-
tería 9, condenado a 25 años por crímenes de lesa humanidad
y detenido en la Unidad Penitenciaria Nº 7.
Mientras se leía la requisitoria, Losito tomaba nota en un
cuaderno y hablaba por señas con su familia.
Después de cuatro horas de lectura, la jueza Yunes llamó a un
cuarto intermedio hasta la tarde. La escena se desconcentró: fa-
miliares y amigos de víctimas y victimarios salieron por la misma
puerta. Los imputados se colocaron el chaleco antibalas, que sólo
se sacaban al momento de la audiencia, y en fila fueron acompa-
ñados por la custodia hasta la salida para alojarse en la U7. En
la puerta principal, los esperaba el Servicio Penitenciario Federal
para el traslado. Subieron a los vehículos sin mirar la escena de
afuera. Los coches transitaron despacio por la calle colmada de
personas que insultaban a los genocidas con gritos y gestos. La po-

189
Trabajo Integrador Final

licía reprimió con balas de gomas para desconcentrar el camino.


Durante el receso, los familiares de los imputados almor-
zaron en la confitería San José, mientras los familiares de las
víctimas se sumaron a compartir un guiso popular de polenta
en en Centro Cultural Alternativo de Chaco (CECUAL).
Al regreso, avanzó la lectura de la requisitoria fiscal sin muchas
interrupciones. Los imputados escuchaban atentos, sin inmutarse,
salvo alguno que otro que se levantaba a estirar las piernas.
Luego de dos horas de lectura, la jueza Yunes, volvió a lla-
mar a un cuarto intermedio hasta la mañana siguiente.
Los congregados afuera del Tribunal, fueron los últimos en
abandonar el edificio.
A lo largo de los once meses de juicio oral, pasaron a decla-
rar ciento veinticinco testigos de ambas partes. Los sesenta días
de audiencia se desarrollaron de manera similar. Los mismos
escraches a los genocidas, el mismo intercambio de palabras
entre defensa y querella, la misma incomodidad entre los im-
putados, la misma emoción entre los familiares y amigos de las
víctimas, el mismo deseo de que se haga justicia.

***
A principios del ‘83, antes de obtener su libertad, Juan Car-
los Goya y Ricardo “Ñunfi” Ilde, escribieron un hábeas corpus
desde la cárcel y lo presentaron al juez federal de Rawson.
- Porque los milicos se querían autoadministiar- ex-
plica Goya- En el escrito dijimos que no nos íbamos a ir
en libertad bajo el olvido del genocidio cometido por los
milicos, que nos iban a tener que sacar a pedacitos.
El extenso escrito dedicó un capítulo a los derechos huma-
nos, donde los autores justificaron su actitud histórica en la
lucha armada y explicaron los motivos de la misma. Además,
en ese mismo apartado, inscribieron la Masacre de Palomitas
en Salta3, La ley de fuga en la cárcel de La Plata, la Masacre de

3
Se conoció con ese nombre al fusilamiento de once presos políticos en el paraje Las
Palomitas, departamento de General Güemes, a 65 km de la ciudad de Salta. El hecho
ocurrió el 6 de julio de 1976. El juicio de la causa se abrió en el 2002 y recién en el 2010
fueron juzgados tres altos mandos del Ejército.

190
Florencia María José Zanello

Margarita Belén, entre otros planes sistemáticos de exterminios


de militantes. El juez federal, desglosó ese capítulo y citó a los
demás jueces federales a Rawson y en el 84’, mandaron a juicio
de guerra a los militares.
- Ahí nace el juicio de Margarita Belén, de las Palomi-
tas en Salta- sostiene Goya- ahí se empieza a armar toda
la historia ¿no cierto? Toda la vida denunciamos ésto, no
sólo ahora en los juicios éstos.
Juan Carlos y “Ñunfi”, recuperaron la libertad un día des-
pués que Alfonsín asumiera como presidente de la Nación, en
1983. A los pocos meses, frente a lo que hoy es la Casa de la
Memoria, pero en ese entonces era la Brigada de Investigacio-
nes de Chaco y el ex-Centro clandestino de detención más im-
portante del Nordeste Argentino, realizaron su primer acto de
resistencia ante la impunidad.
Se juntaron con otros ex presos políticos, entre ellos Gregorio
“Chachi” Quintana y Jorge “Mencho” Campos, e iniciaron una
huelga de hambre. Parados frente a la puerta de la Brigada, con me-
gáfono en mano, gritaban a viva voz los nombres de los represores
y las torturas que habían vivido en la cárcel.
La huelga terminó con una convocatoria de miles de personas
pidiendo justicia.
Una compañera, hermana de otro compañero, les grabó con
una casetera durante esos días. Esas cintas sirvieron después para
los primeros antecedentes de los juicios.
El 26 abril de 1984, la Cámara de Diputados de la provincia,
aprobó la Resolución Nº 18/84, por la que se incorpora como Co-
misión Permanente de la Cámara a la Comisión de Derechos Hu-
manos. Luego de la incorporación de sus miembros, uno de ellos, el
diputado Felipe Germán Bittel, presentó e impulsó un proyecto de
ley “con el objeto de poder delimitar y establecer sus funciones y fa-
cultades investigativas4”. A los pocos días, la Cámara de Diputados
sancionó la ley Nº 2971, que fijó a la Comisión sus atribuciones.

4
“24 de Marzo: El Golpe. De la dictadura de la impunidad a la justicia democrática.
Informe final de la Comisión de DDHH de la Cámara de Diputados del Chacho de 1985.
pp.66-67.

191
Trabajo Integrador Final

Finalmente, el 30 de mayo del mismo año, el Poder Ejecutivo


promulgó la norma, “dando el marco indispensable para el fun-
cionamiento y actuación de la Comisión de Derechos Humanos5”.
De esa manera, la provincia de Chaco fue pionera en crear
la Comisión de Derechos Humanos en la Cámara de Diputados
para investigar delitos y torturas durante la última dictadura
cívico-militar.
- Nos toman el testimonio a todos los que estuvimos
detenidos y le llaman, de acuerdo a nuestros testimonios,
a los que nosotros acusábamos. Por supuesto que ellos
lo tomaban como una joda, estaban con todo el poder-
recuerda Ilde.
- Acá están todas las declaraciones nuestras- dice
Goya mientras sostiene el Nunca Más chaqueño redacta-
do por la comisión de DDHH- y después está la historia
moderna, digamos.
Después de unos años, Goya viajó a Las Palmas, el pueblo
chaqueño de donde es oriunda de su mujer, para investigar el
destino de los cuerpos de la Masacre de MB. En el transcurso
conoció a Mario Bosch, quien años más tarde se convertiría en
el histórico querellante y militante por los juicios de lesa huma-
nidad en la región del nordeste argentino. Con Bosch, iniciaron
las primeras investigaciones acerca de los agravios cometidos
durante la última dictadura en la provincia y el destino de los
cuerpos desaparecidos.
- Yo encontré uno- afirma Goya- Un cuerpo que des-
pués terminó siendo un compañero, muerto en Margari-
ta ¿no?, que nosotros no buscábamos. Buscamos el hueso
y después encontramos la identidad.
El 13 de mayo de 2005, por la Ley 5582 de la Cámara
de Diputados de la provincia de Chaco, se creó la Comisión
Provincial por la Memoria. Cuyos objetivos eran el estudio,
la investigación y difusión de las luchas sociales y populares
que se dieron en la provincia y el país, como así también su
contribución a la educación y difusión sobre ese tema, a tra-
5
“24 de Marzo: El Golpe. De la dictadura de la impunidad a la justicia democrática. Infor-
me final de la Comisión de DDHH de la Cámara de Diputados del Chacho de 1985. pp.67

192
Florencia María José Zanello

vés de la recopilación de archivos y la organización de toda


esa documentación, para que sea de acceso público. A raíz de
ello, la promoción de un museo de la memoria que promueva
a no olvidar los hechos cometidos durante la última dictadura
cívico-militar.
Un año más tarde, en diciembre de 2006, el Estado le ga-
rantizó la entrega y preservación del ex centro clandestino de
detención y Brigada de Investigaciones del Chaco, a la comisión
Provincial por la Memoria.
- Yo seriamente no me animo a decir que fueron diez,
veinte, treinta compañeros- explica Goya- No se si hubo
uno sólo, un Margarita, un sólo hecho. Porque tenemos
testimonios contradictorios respecto a fechas. Uno cerca
de Navidad, otro post navidad. Nosotros no avanzamos en
esas líneas investigativas hasta que no se cierre lo que está,
por una cuestión de economía procesal, porque sino des-
pués no los condenan. Si nosotros metemos incidentes de
ésta índole demora todo el juicio. Pero en mi opinión hubo
dos Margaritas. Esto se va a saber bien un día, creo yo.

***

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) se


creó en 1987, como asociación civil sin fines de lucro, “con
el objetivo de practicar la antropología forense aplicada
a los casos de violencia de Estado, violación de derechos
humanos, delitos de lesa humanidad”6. Sus primeros indicios
se dieron en 1984, cuando Abuelas de Plaza de Mayo convocó
a siete miembros de la Asociación Americana por el Avance de
la Ciencia, entre ellos un antropólogo forense de nacionalidad
yanki, que se especializaba en la identificación de restos óseos:
Clyde Snow. La intención fue que Snow pudiera exponer su
trabajo y aplicarlo para la exhumación de los cadáveres encon-
trados como NN. El prestigioso antropólogo, enseguida sumó
a su equipo a cinco jóvenes, la mayoría estudiantes de antropo-
6
“El rastros en los huesos”, Leila Guerreiro en Revista Gatopardo, México, 2008.

193
Trabajo Integrador Final

logía en distintos niveles, interesados en indagar en esa nueva


experiencia nunca antes practicada en el país.
En todos estos años de trabajo identificaron trescientos hue-
sos con su respectiva restitución a familiares: Marcelo Gelman,
hijo del poeta Juan Gelman; el Che Guevara; Azucena Villaflor,
la fundadora de Madres de Plaza de mayo, fueron algunos de
los más conocidos. Pero aún quedan más de seiscientos restos
sin identificar.
Realizaron exhumaciones en casi todos los cementerios del
país, siempre con las autorizaciones judiciales correspondientes
y el pedido o consentimiento de los familiares de las víctimas
del terrorismo de Estado.
El cementerio Francisco Solano, de Chaco, no fue la excep-
ción. En octubre del 2005, el EAAF es convocado por el juez
federal de Resistencia, Carlos Skidelky para exhumar tres cadá-
veres identificados como NN en ese cementerio: dos de varones
y uno de mujer.
Miguel Nievas, licenciado en criminalística, docente y perito
forense, fue uno de los que encabezó la investigación. Se sumó
al EAFF en los noventa, cuando vivía en Rosario trabajando en
una morgue.
Dos años después, en 2007, anunciaron la identificación de
los restos óseos de Alcides Bosch, uno de los cadáveres de varón
que exhumaron.
Un mediodía de abril de ese año, el EAAF, representado por
Nievas, se presentó en el Tribunal Oral de Resistencia, con una
urna de madera barnizada. Los familiares y amigos de Alcides, que
se congregaron desde temprano, observaban en silencio la escena.
Isabel, la esposa de Bosch, y Pablo, su hijo, recibieron la
urna. Isabel la apretó contra su pecho y entre lágrimas agrade-
ció el trabajo del EAAF.
- Después de tantos años que tuvieron que pasar para
este reencuentro, porque no hay derecho para lo que nos
hicieron pasar.
Con el correr del tiempo, el EAAF exhumaría más cadáveres
NN por pedido de la justicia chaqueña.
En el 2009, identificaron el segundo cadáver de hombre de

194
Florencia María José Zanello

la primer exhumación, con un análisis de ADN, al igual que el


de Alcides Bosch. Los restos eran de Luciano “Lucho” Díaz.
El viernes 27 de agosto, se desarrolló la vigésima tercer jor-
nada de juicio oral y público por la Masacre de Margarita Be-
lén. Unas horas después finalizada la audiencia, los familiares,
amigos y compañeros de Lucho Díaz, junto con las organiza-
ciones y militantes de derechos humanos, coparon la sede del
TOF de Resistencia.
El tribunal, con la jueza Gladys Yunes a la cabeza, leyó el
acta de entrega de los restos óseos y luego, Miguel Nievas apa-
reció con la misma urna de madera barnizada en la que entregó
los huesos de Bosch.
La viuda de Díaz, Norma Cajal y su hijo Martín, la recibie-
ron en sus brazos.
- ¡Un aplauso para Lucho!- pidió con un grito Álvaro
Piérola, el hermano de Fernando, cuando el tribunal se
retiraba del estrado.
El día anterior, Miguel Nievas, declaró en el juicio oral y
público de la Masacre de MB. Nievas, desplegó una exposición
en power point, donde mostró el trabajo de investigación, ex-
humación y análisis de los restos óseos pertenecientes a cinco
víctimas de la Masacre: Carlos Zamudio, Carlos Duarte -am-
bos identificados en mayo y julio de 2010, respectivamente-,
Emma Cabral -el cadáver de mujer- y, por supuesto, Alcides
Bosch y Lucho Díaz.
Durante su declaración, el investigador, describió uno por
uno el estado de los cuerpos, sosteniendo la hipótesis de una
fuga imposible.
- Zamudio tenía una fractura perimortem en el fémur
izquierdo. Este tipo de lesiones se producen en el mo-
mento circundante a la muerte, antes o muy poco des-
pués- explicó Nievas- El golpe tiene que haber venido
desde adelante, se descarta que haya sido originada por
un proyectil y devela mucha energía.
En la actualidad, se identificaron y restituyeron los restos de
doce militantes asesinado en Margarita Belén.

***

195
Trabajo Integrador Final

- Después de treinta y un años, un presidente de la


Nación está presente acá.
Un aplauso masivo y gritos eufóricos interrumpieron a Nés-
tor Kirchner. El viento que soplaba del sur, le tiraba el flequillo
canoso para la izquierda de la cabeza. Tenía las manos apoya-
das sobre el atril de madera ubicado a la izquierda del monu-
mento a las víctimas de la Masacre de Margarita Belén, en el
kilómetro 1043 de la calurosa Ruta Nacional 11.
La arenilla que traía el viento lo obligaba a cerrar su ojo de-
recho y con el otro, relojeaba el papel que tenía sobre la madera.
- Y les puedo asegurar, que más allá de mi pensamien-
to no vengo con una actitud individual. Sino vengo con
la expresión colectiva de la consciencia que el Pueblo ar-
gentino ha tomado gracias a Dios sobre estos hechos.
El 15 de mayo de 2007, Margarita Belén presenció uno de
los actos más masivos desde sus primeros homenajes, en el 84’.
En las primeras sillas de plástico ubicadas frente a Kirchner,
escuchaban atentas algunas Madres de Plaza de Mayo. Las
siguientes filas las ocupaban los familiares y amigos de las víc-
timas y los funcionarios nacionales y provinciales.
Más atrás, copando el corto puente de hierro que separa el
cordón de la ruta del Monumento, se ubicaban las organizacio-
nes militantes de derechos humanos y otras afines al kirchneris-
mo, flameando banderas y entonando cantitos alusivos.
Atrás de Néstor se pusieron los funcionarios más allegados
y otros oradores de la ocasión. A su izquierda, Cristina Fer-
nández, de traje negro y mirada profunda lo escuchaba atenta.
No emitía gestos, pero de vez en cuando asentía con la cabeza
alguna frase de su marido.
- Es evidente que es la justicia argentina- hizo una pau-
sa- No me quiero entrometer, porque seguro que mañana
me van a dedicar, no hay problema, decenas de editoriales
como hacen siempre: “El presidente se entromete en la jus-
ticia”. Yo no me entrometo en la justicia, como un argenti-
no más, pido justicia y tengo derecho a hacerlo.
En ese mismo lugar, diez años atrás, se alzó el primer mo-
numento a las víctimas de la Masacre. El artista chaqueño Luis

196
Florencia María José Zanello

Díaz Córdoba tras once meses de trabajo preparó una estruc-


tura metálica capaz de soportar más de cuatro kilos de piedra,
marmolina y cemento, del que están hechas las veintidós figu-
ras, ubicadas sobre una plataforma, que recrean el momento
del fusilamiento.
En el medio del monumento de ocho metros de largo, una
placa rezaba: “Homenaje a los compañeros peronistas monto-
neros fusilados el 13 de diciembre de 1976 por fuerzas conjun-
tas del Ejército, la policía del Chaco y la colaboración de civiles,
durante la dictadura militar. Memoria y gratitud a su sacrificio
por la libertad de la Patria. Brille para ellos la luz que no tiene
ocaso. Todos por la Memoria, la Verdad y la Justicia”.
El cinco de octubre del 2000, casi tres años después, el Mo-
numento amaneció destruído por manos todavía anónimas. Al
poco tiempo, la obra fue reconstruida y en el 2005 declarada
Monumento Histórico.
- Por eso, queridos amigos, tenemos que seguir ésta
tarea que las Madres, las Abuelas y los H.I.J.O.S. nos
marcaron con absoluta claridad- finalizó Néstor y un
aplauso cerrado envolvió la escena.
Todos los doce de diciembre a la noche, religiosamente, se
realiza una vigilia en la Casa de la Memoria, ex-Brigada de In-
vestigaciones y CCD del lugar. El día trece, bajo el imponente sol
norteño y en procesión, familiares, amigos, ex-presos políticos,
funcionarios provinciales, organizaciones de derechos humanos
y militantes del campo nacional y popular, llegan hasta el Mo-
numento de Margarita Belén a rendirles homenaje a los caídos.

***

- Prisión perpetua- sentenció el Tribunal la tarde del


lunes 16 de mayo de 2011, luego de sesenta días de juicio
por la Masacre de Margarita Belén.
Desde las primeras horas de la mañana, organizaciones del
campo nacional y popular, militantes de derechos humanos,
trabajadores provinciales, dirigentes políticos y familiares y
amigos de las víctimas, que no pudieron ingresar al recinto,

197
Trabajo Integrador Final

coparon las calles aledañas y la plaza principal de Resistencia a


la espera de la sentencia.
Aunque era otoño, el sol norteño picaba en la espalda de
los militantes sudados que saltaban y vociferaban “Como a los
Nazis les va a pasar, a dónde vayan los iremos a buscar”, acom-
pañados por bombos y banderas flameando en lo alto. Una de
las más grandes era la de H.I.J.O.S.
En la plaza 25 de mayo, dos ex presos políticos junto con
trabajadores de la Casa de la Memoria, armaron una parrilla
para que no falten los choris.
Frente al edificio del Correo Argentino, se improvisó un es-
cenario donde distintos artistas locales, como el Colectivo Cul-
tura por la Justicia, le pusieron música a la espera.
Dentro del Tribunal, los Piérola, Zamudio, Salas, Fransen,
Díaz, Tierno, Duarte, Tereszecuck, Bosch, Barcos, coparon la
sala. Los acompañaron amigos, ex presos políticos y otros fa-
miliares de víctimas del terrorismo de Estado.
La defensa y la querella se hicieron presentes en sus respec-
tivos lugares.
Los imputados, decidieron no presentarse a la sala y escu-
chaban la sentencia desde una sala contigua. Se los podía ob-
servar por las cámaras del circuito interno. Todos sentados en
fila. La mayoría vestía traje y no se inmutaba ante ningún gesto.
Cuando el Tribunal comunicó la única absolución al policía
Chas por falta de pruebas, el murmullo de desaprobación se
hizo presente. Lágrimas de impotencia en los familiares de las
víctimas y un gesto de desahogo en la figura flaca de Alfredo
Luis Chas. Una de las hijas del policía lloró a los gritos.
- ¡Que nos diga dónde están nuestros compañeros!- le
gritó el sobrino de Fernando Piérola.
La mujer contestó con un insulto y fue sacada de la sala.
- Prisión Perpetua- repitió el juez Eduardo Belforte,
que reemplazó a Gladys Yunes esa tarde.
Aldo Martínez Segón, de traje negro y corbata roja, se paró
detrás de Simoni al escuchar su sentencia.
Gustavo Piérola, de camisa y pullover oscuro, levantó un
prendedor con la foto de su hermano Fernando y los anteojos se

198
Florencia María José Zanello

le empañaron. A su izquierda, su hermana Cristela lo observó en


silencio. A su derecha, su hermano Álvaro sonrió entre lágrimas.
- Prisión Perpetua- se volvió a escuchar.
Patetta, de chomba roja no se inmutó.
- ¡Asesino del Flaco Salas!- le gritó Juan Andrés Salas
y la primer lágrima le rodó por la mejilla.
A su lado, su hermana Mariana no se aguantó el llanto: “Mi
viejo, mi viejo”, susurraba con la respiración entre cortada. Su
mamá Mirta Clara, fue a abrazarla con una sonrisa.
Las hermanas de Luis Arturo Franzen se fundieron en un
sólo abrazo. La hermana de Luis Barcos, lloró sin lágrimas apo-
yada en el bastón blanco de su ceguera.
Los festejos de afuera, tras cada sentencia, retumbaban en el
recinto, entre bombos y cánticos.
- Prisión perpetua- volvió a leer el Tribunal.
Horacio Losito, desde el cuarto contiguo, se paró con el pe-
cho inflado y no movió un sólo músculo de su cuerpo.
El festejo se pareció al de Maradona en el ‘86. Miguel Bam-
pini, Jorge Giles, Mirta Clara y la hermana de la víctima Raúl
Méndez, de pie levantaron sus dedos en V.
Dafne Zamudio, se abrazó con Carlos El Ratón Aranda y
sus lágrimas mojaron la espalda del ex compañero de su padre.
El hijo del Pato Tierno, observó la escena con un silencio
aprobatorio y su mamá, Graciela, le estrujó la mano con ternura.
El hijo de Luciano Díaz, se secó las lágrimas con su camisa.
Su mamá gritó Justicia, con los dedos en V.
Los familiares de los imputados, consumidos por la rabia,
rugieron:
- ¡Viva Argentina!. ¡Viva el Ejército Argentino!
Los presentes le contestaron entonando el Himno argentino
con los brazos en alto y los dedos en V.

***

El once de noviembre de 2014, celular de Estela Díaz sonó


intermitente sobre la cama del hotel en Capital Federal, donde
acompañó a su hijo mayor Patricio, por una operación.

199
Trabajo Integrador Final

- Sí, con ella habla- contestó la mujer.


La conversación duró quince minutos. Cortó. A los cinco
minutos llamó a su mamá con la voz entrecortada.
- Me acaban de llamar los del equipo de antropólo-
gos. Apareció el cuerpo de Bocha.
El 28 de junio de 2006, el Equipo Argentino de Antropolo-
gía Forense, encontró cuatro cuerpos que figuraban como NN
en el cementerio de Empedrado, ciudad correntina que queda a
54 kilómetros de la capital.
Luego de varios años de cotejos y líneas de investigación, el
EAAF detectó que todos los cuerpos tenían rastros de un corte
vertical en todo el abdomen y le faltaban todos los dedos de las
manos: las huellas digitales.
En ese estado, los cuerpos recién fusilados, fueron arrojados
al río de Empedrado. Un par de lugareños encontraron uno de
los cuerpos en la orilla y lo acercaron al cementerio del lugar.
Desde que Estela se enteró del trabajo que realizaba el EAAF,
donó muestras junto con su madre para aportar a la identifica-
ción de los cuerpos de su padre y su primo. Pero, en el caso de
Bocha, las muestras eran muy débiles para cotejar sus huesos,
porque la relación genética no era tan directa.
En julio de 2014, el EAAF volvió a Formosa para exhumar
los cuerpos de los padres de Bocha y extraer muestras óseas
para aportar a las líneas de investigación.
Cuatro meses después, Miguel Nievas llamó a Estela Díaz
por teléfono para comunicarle el resultado.
- Lo identificaron gracias a una muestra ósea de su pa-
dre- explica Estela por teléfono.
A las tres semanas, el informe del EAAF estuvo en el Tribu-
nal Oral de Resistencia y el juzgado correntino, a quién corres-
pondía por jurisdicción, emitió la orden para la confección del
acta de defunción y la restitución del cuerpo.

***

El 3 de diciembre de 2014, el viento norte levantaba la tie-


rra del patio de la Escuela Normal Superior República del Pa-

200
Florencia María José Zanello

raguay. Al fondo del predio institucional, se ubica el salón de


actos, sobre la Avenida Napoleón Uriburu, casi 9 de julio.
Sobre la pared derecha de la puerta de entrada, se desple-
gaba un mural hecho con hojas de papel que reconstruía una
imagen de Bocha, con un texto que rezaba: “Julio Pereyra, sem-
brador del futuro” y firmaba la Comisión Provincial por la Me-
moria en conjunto con H.I.J.O.S.
Adentro, de ambos lados del salón, se extendían sillas plás-
ticas de color blanco acomodadas en hileras. Frente a la primer
hilera, empezaba la última de las dos filas de sillas negras y ta-
pizadas, ubicadas del mismo modo. En el medio, se formaba un
pasillo imaginario que desembocaba en una estructura de bronce
de no más de un metro. Detrás, había una cruz de dos metros con
la imagen de Jesús, la misma que aparece en todas las iglesias. A
cada lado, dos veladores eléctricos que simulaban ser velas.
Detrás de la estructura, había un escritorio tapado con man-
teles blancos y verdes. En ella se veían cuatro porta retratos: El
rostro de Bocha riéndo, Bocha con la bandera del Zapiolazo7,
Bocha portando la bandera de la Escuela Normal, Bocha con su
mamá y su hermana Bety.
Todavía más al fondo, una pared de durlock decorada con
telas ídem a la mesa de las fotos, tenía la imagen del escudo de
la institución en el medio. A la derecha, pegado sobre la tela,
letras de papel negro que decían: “Julio Andrés Pereira”. Del
otro lado, las mismas letras terminaban la oración: “Fallecido
en Margarita Belén Chaco 13/12/1976”.
Rodeaban la escena cuatro coronas de flores sobre unas es-
tructuras de metal. La más grande decía: “Tu tía Cami, tu pri-
ma Estela y sobrinos”.
Miguel Perez Labarthe y Jorge Puppo fueron los primeros
en llegar. A la entrada los recibieron con un libro, para escribir
unas palabras alusivas y una estampita con una foto de Bo-
cha, de perfil riéndo: “En Memoria. Julio Andrés Pereira Bocha.
QEPD. Vivo en una Estrella radiante de luz. No sufran más mi
ausencia, estoy con Jesús”.

7
Manifestación que antecedió a la creación de la Universidad en Formosa. Ver Capítulo 5.

201
Trabajo Integrador Final

Cincuenta metros de patio separaban el aula magna del


portón de ingreso que daba a la calle. En todo ese recorrido,
estudiantes del Normal vestidos con sus pantalones y jumpers
verdes, formaron un cordón humano.
José “Pajarito” Saavedra, Víctor Giménez, algunos docentes
uniformados y periodistas locales, conversaban en el patio.
Quince minutos después, en el aula magna, empezó a sonar
el Ave María.
Los medios agarraron los micrófonos y prendieron sus cá-
maras.
Sobre el cordón de la calle, Estela Díaz estacionó su auto
blanco de alta gama. Bajó en compañía de un tipo con traje.
Abrió el baúl, el de traje sacó una urna de madera tapada por
la bandera argentina y enfiló hacia el cordón de estudiantes.
Detrás de él, se acomodaron Estela, un hombre de camisa a
cuadros y Cami Almiron tomada de la mano de Silvina Araoz,
la Secretaria de Derechos Humanos de la provincia.
Un aplauso masivo acompañó la procesión hasta la puerta
del salón. El cordón humano se dispersó y se sumó a los es-
coltas. El hombre de traje, apoyó la urna sobre la estructura
de bronce y le puso encima una cruz de telgopor cubierta con
flores blancas.
Una mujer de camisa y pantalón oscuro entonó, de nuevo,
el Ave María.
Estela y Cami saludaron a los que tenían cerca, se abrazaron
y caminaron hasta el altar.
Tocaron la urna y se persignaron.

***

A las dos de la tarde, María del Carmen Olmedo entró por


la puerta del aula magna de la Escuela Normal. Estaba vestida
con pantalon y musculosa negra y una camisa de seda del mis-
mo color con rayas blancas. Llevaba anteojos oscuros y estaba
acompañada de otras dos mujeres. En sus manos, tenía un ra-
mito de rosas rojas.

202
Florencia María José Zanello

De fondo, se escuchaba la voz de Estela por el micrófono


que narraba el proceso de investigación del EAAF para identi-
ficar los restos de Bocha.
Cuando terminó, la mujer que coordinaba la lista de orado-
res invitó a Carmencita a pasar al frente.
Ella se acercó, puso el ramo sobre la urna y sin dejar de to-
carla ni mirarla agarró el micrófono.
- ¡Gracias Bocha por enseñarme a sobrevivir!- gritó
entre sollozos- Porque él me preparó para que yo pueda
sobrevivir.
La voz le temblaba.
- Siempre te recordaré como un hombre con una per-
sonalidad plena en el tiempo. Siempre estarás presente y
siempre se te recordará. ¡Hasta cualquier día, Bocha!- fi-
nalizó y acarició la urna con sus dos manos.
Un aplauso masivo envolvió la escena. María del Carmen,
secándose las lágrimas, se acercó a saludar a Cami Almiron que
estaba sentada en la primer fila de sillas negras.
La lista de oradores se abrió desde que la urna llegó. Por
ella pasaron amigos y familiares de Bocha, como Estela, Cami,
Eduardo “El Tape” Donkin; ex-presos políticos como Víctor
Giménez, y Juan Eduardo Lenscak que también es director de la
cátedra libre de derechos humanos de la Universidad Nacional
de Formosa; y militantes por los derechos humanos, como Luis
Zapiola y Juan Carlos Fernández, de la agrupación H.I.J.O.S.
de Resistencia, responsable del Registro Único por la Verdad de
Chaco e hijo del desaparecido Eduardo Lalo Fernández, posible
víctima de Margarita Belén.
También participó de la lista, Carina Gómez, la actual pre-
sidenta del Centro de Estudiantes “Bocha Pereira” de la educa-
ción superior de Escuela Normal y Carlos Quiroga, docente de
la institución y militante del campo nacional y popular.
En el medio de los oradores, se proyectó un power point con
fotos de la vida de Bocha, que la coordinadora del micrófono
presentó como documental.
“Todo está guardado en la memoria, sueño de la vida y de
la historia”, cantaba León Gieco de fondo y por la pantalla

203
Trabajo Integrador Final

gigante pasaba el Bocha en su primer día de escuela primaria,


después Bocha portando la bandera nacional, después Bocha
llevando de la mano a su hermana Bety en su fiesta de egreso,
Bocha abrazando a su mamá Doris.
Néstor Oviedo, el hijo del desaparecido Fabián Oviedo, pi-
dió la palabra. Agarró el micrófono y en un formoseño cerrado
contó su historia.
- Me tocó compartir momentos con Bocha, porque
eran muy amigos con mi papá, iba mucho a casa y había
mucha intimidad digamos en ciertas cosas de pensamien-
to que él tenía en aquella época. Yo era chico todavía,
había cosas que no entendía, pero sí entendía esa amistad
que tenía él con mi papá.
Después contó que cuando terminó el colegio secunda-
rio no tenía traje para presentarse en su colación. María del
Carmen Olmedo, al enterarse, habló con la mamá de Néstor
y le ofreció el traje que Bocha no pudo usar para el casa-
miento y que el Ejército le devolvió todo tajeado.
- Entonces mi mamá, me acondiciona el traje y con
ese yo me presenté en mi recepción.
Un aplauso al unísono interrumpió su relato.
María del Carmen, que estaba sentada en una de las pri-
meras filas, sin micrófono gritó:
- El mejor homenaje que le podía hacer al Bocha en
ese momento, era regalarle al hijo de Oviedo, el traje
que él no pudo usar para el fin que tenía. Entonces yo
consideré que eso a Bocha, esté dónde esté, lo iba a
llenar de orgullo- se emocionó.
Otra vez los aplausos coparon la escena.
En el sepelio también estuvieron presentes sus amigos
Juan Carlos Arévalo, Oscar Sorucco, Juan Pernochi, Julio
Cossio con su hermana Teresita, Rosa Bresanovich, viuda de
“Ñaño” Gauna, con su hijo Mariano, Marta Frutos, Roberto
“El Patón” Greca, con su hija Natalia, militante de H.I.J.O.S
Formosa, integrantes de la Casa de la Memoria de Resis-
tencia, organismos de derechos humanos de la provincia,
funcionarios estatales, docentes y estudiantes de la unidad

204
Florencia María José Zanello

académica, entre otros amigos y allegados de la familia Díaz


Pereira.
Luego de la parte eclesiástica, donde el Obispo de la ciu-
dad Monseñor Ovejero celebró la misa correspondiente, José
“Pajarito” Saavedra, ex preso político y ex secretario de de-
rechos humanos de la provincia, presentó al cantautor for-
moseño Valentín “Banana” del Turco.
“Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin em-
bargo estoy aquí, resucitando”, cantaba Banana a coro con los
presentes, citando a la Negra Sosa y su cigarra mientras tocaba
una guitarra acustizada por micrófono.
A las cuatro menos cuarto de la tarde, una camioneta doble
cabina Hilux gris con el capot acondicionado como coche fúne-
bre, esperaba en el portón de la Escuela Normal.
El Patón Greca, Víctor Giménez, Marta Frutos, Eduardo
Donkin, Julio Cossio y Pajarito Saavedra, se turnaron para lle-
var la urna por el cordón de estudiantes hasta el vehículo.
Durante la procesión, los que escoltaban se acercaban y to-
caban la madera envuelta por la bandera argentina, en señal de
despedida.
La colocaron en el capot del vehículo, que a los costados
llevaba las coronas de la tía Cami y la institución educativa.
La camioneta arrancó, un aplauso masivo inundó la escena.
- ¡Viva Bocha!

***
A las cuatro y cuarto de la tarde, la camioneta Hilux gris
dobló por la calle Brandsen hasta la Padre Grotti. Se estacionó
frente al cementerio Virgen del Carmen, el único ubicado en el
corazón de la ciudad.
Detrás, se acomodó el auto blanco de Estela Díaz seguido
por una fila de vehículos de distintos colores y modelos.
Julio Cossio, Oscar Sorucco y Juan Arévalo se apuraron a
bajar la urna. Desde el bolsillo de la camisa amarilla de Cossio,
sobresalía la estampita con la cara de Bocha sonriendo.
María del Carmen Olmedo, se abrió paso entre la multitud
y se acomodó al frente de la caravana que acompañaría la urna.

205
Trabajo Integrador Final

La procesión salió desde el portón de entrada hacia un pa-


sillo de nichos. El sol formoseño quemaba el cemento de las
tumbas y el calor era sofocante.
Caminaron cien metros por el estrecho camino hasta llegar
a una estructura de cemento que era escoltada por una cruz
negra de dos metros de altura. Allí, el pasillo se bifurcaba hacia
otros panteones.
Sobre la estructura, los tres amigos de Bocha colocaron su
urna que seguía envuelta por la bandera argentina y tenía un
ramo de flores blancas.
Los presentes la rodearon y arrancaron un padre nuestro
descoordinado. Después, el Ave María.
Un grupo de señoras miraba al cielo celeste con las manos
extendidas hacia él.
- Dale señor el descanso eterno- dijo una.
- Y que la luz perpetua lo ilumine- contestaron los
demás en coro.
Cami Almiron se acercó a la urna, la tocó y quebró en llan-
to. Estela corrió a consolarla.
- El Bocha. El Bocha- susurraba entre los brazos de
su hija.
Juan Pernochi, amigo de Bocha, se paró frente a la urna y
desdobló un papel entre sus manos.
- Hoy volves con nosotros a descansar en tu tierra, a pe-
sar que nunca te fuiste de nuestros recuerdos. Como causan-
te de ello, vos, soñador de primera, estuviste siempre presen-
te buscando la realidad en la esencia misma de la vida.
La barra de amigos ubicados a los costados de Juan, asentía
con la cabeza.
- Militante del campo nacional y popular, con profun-
das raíces solidarias en el seno de tu hogar, te llevo desde
muy joven, casi de niño a luchar por el bien común, ofren-
dando tu propia existencia en una militancia comprometi-
da con tu realidad, que hace de tu figura y de tu historia un
ejemplo latente para las generaciones por venir.
Estela seguía abrazando a Cami con lágrimas en los ojos.

206
Florencia María José Zanello

- Julio, los que te conocimos y más aún, compartimos


tus sueños, seguramente dia a dia haremos lo posible por
ser los continuadores de tu fe y hacernos merecedores de
tu legado de esperanza en esta larga labor de ser militantes
de la vida.
Juan bajó el papel y miró la urna con la mano en el pecho.
- Compañero Bocha, descansa en paz.
- Que así sea- contestaron los demás a coro y aplau-
dieron.
Julio Cossio se acercó, juntó sus manos frente a su cuerpo y con
sus ojos celestes puestos en la urna, sintetizó:
- Muchas gracias por tu compromiso que te llevo a don-
de estas hoy, en la historia grande de la Patria. Tus sueños,
hoy son un germen de realidad. La Patria empuja hoy con
toda fuerza aquellos proyectos y sueños que has tenido.
La agrupación JP Descamisados abrió una bandera con el ros-
tro del Padre Mugica.
- Bocha, tu muerte no ha sido en vano, la lucha con-
tinúa, compañero. ¡Hasta la victoria, siempre!- finalizó
Cossio.
- ¡Ahora y siempre!- se escuchó entre el público.
Por última vez, Estela Díaz tomó la palabra para agradecer el
acompañamiento a los amigos, compañeros, organismos guber-
namentales y no gubernamentales, organizaciones de derechos
humanos.
- Bocha fue doblemente desaparecido: hace 38 años y
después ignorado por la sociedad formoseña. Hoy está con
nosotros y como decía un compañero, no se lo entierra, se
siembra. Muchas gracias.
Jorge Puppo alzó la urna.
Juan Carlos Fernandez gritó:
- Julio Andrés Pereira.
- ¡Presente!- contestó el resto.
- Treinta mil compañeros desaparecidos- volvió a gritar.
- ¡Presentes!- volvieron a contestar.
- Ahora.
- ¡y siempre!- sentenciaron y aplaudieron.

207
Trabajo Integrador Final

Los hermanos Cossio y Juan Fernández llevaron la urna


hasta el nicho familiar. Cien metros más de procesión, un des-
vío a la izquierda, otro camino más estrecho lleno de panteones
y la multitud se detuvo.
El panteón familiar es un cuartito blanco, con una puerta
del mismo color. Pegadas en la pared de afuera, están las fotos
de Don Julio, Doña Doris, Bety y Bocha con sus respectivas
lápidas de metal.
Adentro, hay dos separaciones de hormigón. Sobre la más alta
Julio Cossio acomodó la urna de Bocha. Al lado, había una imagen
del Sagrado corazón de Jesús, luego una foto de Bocha, la misma
sonriente que figura en la estampita, al lado, la foto de su hermana
hace poco fallecida, una virgen pequeña y una cruz dorada.
Estela Díaz y Cami Almiron fueron las primeras en pasar al
nicho. Acariciaron la urna por última vez, tocaron la foto de
Bocha, le pusieron flores encima.
María del Carmen Olmedo entró sola. Durante unos segun-
dos apoyó su mano sobre la urna y salió en silencio.
Luego, ingresaron uno a uno sus amigos, compañeros y
otros presentes.
En el pasillo estrecho, el sol empezó a bajar. El calor seguía
emanando desde los panteones de cemento recalentado.
La escena se silenció y unos murmullos se escucharon por
lo bajo.
- Ahora sí, descansan en paz, los cuatro juntos.

208
Florencia María José Zanello

La restitución de los restos de Bocha. Diciembre de 2014, Formosa, Capital


(Archivo Personal [AP])

Estela Díaz y Cami Almiron en la restitución de los restos de Bocha.


Diciembre 2014, Formosa, Capital [AP]

209
Trabajo Integrador Final

María del Carmen Olmedo, en la restitución de los restos de Bocha. Diciembre


2014, Formosa, Capital (Archivo Juan Eduardo Lenscack [AJEL])

Julio Cossio, Juan Carlos Arévalo y Oscar Sorucco llevando la urna de Bocha.
Diciembre 2014, Formosa, Capital[AP]

210
Florencia María José Zanello

Juan Pernochi, leyendo un escrito frente a la urna de Bocha. Diciembre 2014,


Formosa Capital [AP]

Teresa Cossio y Juan Carlos Fernandez llevando la urna de Bocha. Diciembre


2014, Formosa Capital [AJEL]

211
Trabajo Integrador Final

Estela Díaz y Cami Almirón dando el último adiós a Bocha. Diciembre 2014,
Formosa Capital [AP]

De izquierda a derecha: Jorge Puppo, Marta Frutos, Juan Carlos Arévalo,


Eduardo Donkin, Oscar Sorucco, Miguel Perez Labarthe, en el sepelio de Bocha.
Diciembre 2014, Formosa Capital [AP]

212
Florencia María José Zanello

Homenaje a Bocha en el 38º aniversario de Margarita Belén. Diciembre 2014.


Margarita Belén, Chaco [AJEL]

Estela y Cami Almiron en el homenaje a Bocha en el 38º aniversario de Margari-


ta Belén. Diciembre 2014. Margarita Belén, Chaco [AJEL]

213
Fuentes Consultadas

Entrevistados

Eduardo Donkin, Oscar Sorucco, Juan Arévalo, Jorge Puppo,


Miguel Perez Labarthe, Estela Díaz, María del Carmen Almi-
rón de Díaz, Julio Cossio, Teresa Cossio, María del Carmen Ol-
medo, Marta Frutos, Eduardo Dito Saliva, Juan Carlos Goya,
Antonio Prieto, Roberto Patón Greca, Victor Gimenez, Rosa
Bresanovich, Miriam Machuca, Juan Eduardo Lenscack, Luis
Zapiola, Carlos Ratón Aranda, Ricardo Ñunfi Ilde.

215
Bibliografía

BASCHETTI, Roberto (comp.), Documentos (1970/1973), La


Plata, De la Campana, 1995.

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Planeta 2000.

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217
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218
Sitios web consultados

www.robertobaschetti.com.ar

www.elhistoriador.com.ar

www.pagina12.com.ar

www.comisionporlamemoria.chaco.gov.ar

www.chacopordia.com

www.diariolamañana.com.ar

www.memoria.telam.com.ar

219
Declaraciones testimoniales

Testimonio de Alfredo Pegoraro, Juicio Oral y Público por la


Masacre de Margarita Belén, Resistencia, Chaco, junio 2010.

Testimonio de Eduardo Saliva, Juicio Oral y Público por la


Masacre de Margarita Belén, Resistencia, Chaco, junio 2010.

Testimonio de Juan Carlos Carrera, Juicio Oral y Público por la


Masacre de Margarita Belén, Resistencia, Chaco, junio 2010.

Testimonio de Carlos Aranda, Juicio Oral y Público por la


Masacre de Margarita Belén, Resistencia, Chaco, junio 2010.

Testimonio de Miguel Bampini, Juicio Oral y Público por la


Masacre de Margarita Belén, Resistencia, Chaco, junio 2010.

221
INDICE

Prólogo 11

¡Gracias! 13

El Novio 17

El Familiero 25

El Amiguero 49

El Amante 75

El Zapiolazo 93

El Militante 107

El Fusilado 137

El Regreso 187

Fuentes Consultadas 215

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