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Rocha Rosario Fernando

24/04/2018

Sobre algunos capítulos de En defensa de la intolerancia

Parece que el fin de Žižek es activar la política ―desde la idea de Rancière―, y


una forma de ello es controvertir la unanimidad multicultural y tolerante, es decir,
estimulando el disenso. Para ello Žižek remembra la hegemonía explicada por
Laclau mediante el significante vacío: grosso modo, una universalidad
―conformada por la equivalencia de singularidades― es representada
hegemónicamente por una particularidad, lo que ocasiona la cancelación del
significado de ambas y de todas las demás particularidades. Pero Žižek añade algo:
los conceptos susceptibles a ser hegemónicos son aquellos que resultan “típicos”
en la vida: aquellos que permitan a los individuos comprender más sus experiencias;
y el fin de la hegemonía no es imponer significados particulares sino convertir éstos
en universales, es decir, no emplear sino apropiarse de la universalidad. Para ello,
Žižek expresa que esa universalidad debe deformar e incorporar el significado
auténtico para legitimar y preservar un significado específico.

Asimismo, Žižek rememora las negaciones de la política expresadas por Rancière:

 La archi-política: donde la sociedad es un organismo por lo que cualquier


división es un problema.
 La para-política: donde existe la competencia, pero bajo reglas
consensuadas.
 La meta-política: donde sí se reconoce el conflicto, pero éste es relacionado
con aspectos ajenos, por ejemplo: los procesos económicos. Los sujetos se
convierten en objetos.

Y añade:

 La ultra-política: donde las relaciones son meramente bélicas.


 La post-política: donde no sólo reprime al conflicto al apaciguarlo, sino que
también lo excluye.
Bibliografía
Žižek, S. (2007). En defensa de la intolerancia. Sequitur.

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