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All content following this page was uploaded by Arturo Aguirre Moreno on 07 June 2016.
nuestro
espacio doliente
reiteraciones para pensar
en el méxico contemporáneo
DOI: 10.13140/RG.2.1.1569.4967
ISBN: 978-607-8013-36-4
Afínita Editorial
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Colección
Transeúnte
nuestro espacio doliente
consideraciones filosóficas
para pensar en el méxico contemporáneo
Arturo Aguirre
Editores:
Arturo Romero Contreras
Ignacio Hernández Parra
Afínita Editorial
La edición de este libro se financió con recursos del PROFOCIE.
Usted es libre de copiar y difundir esta obra por medios mecánicos, electró-
nicos, digitales y todos aquellos posibles, siempre y cuando se atenga a no
alterar los contenidos, no lucrar y refiera en todo momento a los créditos de
autoría y créditos editoriales.
Prólogo • 13
Intelectual en vértigo • 25
11
Asimismo, un agradecimiento a los apoyos brindados
por la Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado
de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (viep-
buap), como al apoyo de los recursos del Sistema Nacional
de Investigadores (sni-conacyt) que han respaldado el desa-
rrollo de esta escritura sobre nuestro espacio doliente.
A. A.
12
Prólogo
13
nuestro espacio doliente
14
prólogo
1
Fredric Jameson, «Cognitive Mapping», en C. Nelson y L. Grossberg
(eds.), Marxism and the Interpretation of Culture, Chicago, University of
Illinois Press, 1990, pp. 347-360.
15
nuestro espacio doliente
2
Ibid., p. 349.
16
prólogo
17
nuestro espacio doliente
18
prólogo
19
nota de edición
25
nuestro espacio doliente
rías ante una realidad que se torna cada día más compleja,
como reticular, homogénea y anónima en sus causas y sus
imprevisibles efectos, nos vemos arrinconados a la esquina
de las figuras, parábolas, alegorías y metáforas, o bien a
la descripción de las dinámicas de lo social con recursos de
una psicología incipiente y tergiversada. No obstante, no
se trata en absoluto aquí del vértigo del intelectual, ya que
si se lo mira bien, podríamos hablar de la universidad y el
vértigo, o anteponer a la simple como minúscula ye, cual-
quier figura que se quiera para disertar sobre el magisterio,
la educación, el libro, el conocimiento, el saber y la sociedad
contemporáneos; en fin, cualquier sujeto, figura, o bien
figuras subjetivadas de la realidad sociocultural actual, míni-
mamente apreciados, pueden ser objeto de la vertiginosidad
o desequilibrio de nuestro tiempo.
26
INTELECTUAL EN VÉRTIGO
1
Asumimos con conciencia plena la diversidad, matices y sinembar-
gos que existen para hablar de una manera tan general del intelectual.
Este escrito no es, entonces, sino una reflexión o un ejercicio reflexivo
entre muchos otros posibles para pensar los límites, posibilidades y
alcances del quehacer propio.
2
Alain Minc, Una historia política de los intelectuales, Barcelona,
Duomo Ed., 2012.
27
nuestro espacio doliente
3
Para ampliar véase Paul Berman, La huida de los intelectuales, Barce-
lona, Duomo Ed., 2012.
28
INTELECTUAL EN VÉRTIGO
29
nuestro espacio doliente
30
INTELECTUAL EN VÉRTIGO
7
Véase el artículo de Julio César Schara, «La Universidad Clásica Medieval,
origen de la Universidad Latinoamericana», Reencuentro, núm. 45, mayo,
2006, disponible en http://www.redalyc.org/pdf/340/34004511.pdf
31
nuestro espacio doliente
32
INTELECTUAL EN VÉRTIGO
8
Raymond Aaron, El opio de los intelectuales, Buenos Aires, Siglo
Veinte, s.d., passim.
9
Cf. A. Minc, Una historia política de los intelectuales, op. cit., p. 186.
33
nuestro espacio doliente
10
Juan-Ramón Capella, Entrada en la barbarie, Madrid, Trotta, 2007,
p. 94.
34
INTELECTUAL EN VÉRTIGO
35
nuestro espacio doliente
11
Véase José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, 34a. ed., Madrid,
Revista de Occidente, 1960, vii. «Por qué las masas intervienen en
todo y por qué solo intervienen violentamente», p. 115 y ss.
12
Rancière, El maestro ignorante, op. cit., p. 63.
36
INTELECTUAL EN VÉRTIGO
37
nuestro espacio doliente
38
VIOLENCIA Y FRAGILIDAD HUMANA
16
Véase Eric Hobsbawm, Guerra y paz en el siglo xxi, Barcelona, Crí-
tica, 2006, cap. «Guerra y paz en el siglo xx», pp. 23-40. Asimismo
véase Robert J. Sternberg y Karin Sternberg, La naturaleza del odio,
Barcelona, Paidós, 2010, cap. «Aplicación de la doble teoría del odio
a las masacres, los genocidios y el terrorismo», pp. 219-248.
39
nuestro espacio doliente
17
Véase Félix Duque, Terror tras la Posmodernidad, Madrid, Abada,
2005, p. 77.
18
Hay un conjunto de factores en juego para comprender, percibir
o reconocer desde variantes históricas, sociales o culturales qué es
40
VIOLENCIA Y FRAGILIDAD HUMANA
41
nuestro espacio doliente
20
Cf. ibid., pp. 89-95, cap. 5 «Ciudad pánico».
21
Sobre el «espacio doliente» véase Arturo Aguirre, «Nuestro espacio
doliente. Sobre la violencia», en Arturo Aguirre y Anel Nochebuena,
Estudios para la no-violencia I. Pensar la fragilidad humana, la condo-
lencia y el espacio común, Puebla, Afínita-3 norte, 2015, pp. 59-73.
Asimismo véase el desarrollo del trabajo de memoria sobre espacios
de violencia en Lilián Paola Ovalle y Alfonso Díaz Tovar, «Memo-
ria de la "narcoviolencia" en México. Registro visual de un disposi-
tivo para la desaparición», Revista de Historia, núm. 31, enero-junio
2014, pp. 43-60. Disponible en https://www.researchgate.net/publi-
cation/295569161_Memoria_de_la_narcoviolencia_en_Mexico De
igual manera véase Pamela Colombo y Stela Schindel (eds.), Spaces
and the Memories of Violence. Landscapes of Erasure, Disappearance and
Exception, New York, Palgrave MacMillan, 2014.
42
VIOLENCIA Y FRAGILIDAD HUMANA
22
Adriana Cavarero, Horrorismo… op. cit., p. 14.
43
nuestro espacio doliente
23
Jean-Luc Nancy, Ser singular plural, Madrid, Arena Libros, 2006,
pp. 11-12. (El subrayado no es del autor.)
44
VIOLENCIA Y FRAGILIDAD HUMANA
mundo o el globo, sino sobre este ser de cada cual que puede
ser cualquiera de nosotros.
Esta intensificación y propagación de actos violentos,
ejercidos y padecidos de uno(s) a otro(s), no nos exime y sí
nos exige emprender la búsqueda de una comprensión de la
violencia que deconstruya la supuesta relación invariable de
causa-efecto; para que en su deconstrucción se neutralice y
desactive el dispositivo que hace imposible pensar el acon-
tecimiento del dolor y sus consecuencias simultáneas, en
este espacio en donde nos hacemos espacio para existir, para
exponer nuestra existencia. En este territorio de encuentro
y roce, lo que sabemos ahora es que la intensidad e imper-
sonalidad de la violencia, las cotas de crueldad que operan
en los actos de violencia por el control o la ganancia, hacen
desatinado cualquier discurso que justifique o glorifique las
acciones.
Estamos ante una historia sin gloria, ante su furia desnuda,
ante la acción que no co-opera, que no genera nada sino
que devasta: no hay aquí violencias emancipatorias ni fun-
dantes de poder, ni metafísicas negativas de la violencia y lo
humano, o contraposiciones de civilización y barbarie; hay,
se muestra y se da en actos diversos, la propagación violenta,
contagiosa, aleatoria y también precisa, metódica y racional
que hace mella en la vida singular de cada uno de noso-
tros.24 Estamos ante una transformación temporal que en
las formas de la violencia repercute en una diseminación, no
correspondida con las experiencias categoriales filosóficas,
tanto ontológicas como afectivas, pertinentes que comple-
jicen y evidencien las relaciones de fuerza y sus agentes, sus
pacientes y sus lamentos neutralizados por reflexiones que
24
Véase Arturo Aguirre, Primeros y últimos asombros. La filosofía ante
la cultura y la barbarie, México, Afínita, 2010, disponible en http://
es.scribd.com/doc/298921629/Primeros-y-u-ltimos-asombros
45
nuestro espacio doliente
46
VIOLENCIA Y FRAGILIDAD HUMANA
25
Porque en realidad, parece que el cuerpo no ocupa un lugar ni
el hombre un puesto sino es como lo expuesto. Lo que somos, esta
exposición, no se trata, ni se concentra o irradia desde el pecho, el
cerebro, ni en oscuras categorías afenomenológicas como espíritu,
mente, consciencia o alma. Por ello mismo no puede haber una onto-
logía del cuerpo, porque precisamente toda ontología presupone todo
este que somos. El cuerpo, si se insiste en este término, es el ser de la
existencia en el espaciamiento de su ser. No acontece mi presencia
como expresión de mi cuerpo, sino como ser yo este ser expuesto, tan
expuesto como usted, como tú.
47
nuestro espacio doliente
26
Véase Eduardo Subirats, «Violencia y civilización», Filosofía y tiempo
final, México, Afinita, 2014, p. 72.
48
VIOLENCIA Y FRAGILIDAD HUMANA
27
A. Cavarero, Horrorismo… op. cit., p. 17.
49
nuestro espacio doliente
28
Esta declaración de una expresión sonora debe rastrearse en la
Metafísica de la expresión de Eduardo Nicol, en la crítica histórica
que hace del desarrollo, estructura y fundamentos de una metafísica
de la razón que omitió el constituyente de la expresión, de la capa-
cidad comunicativa, no solo significativa, por cuanto la relación de
la consistencia ontológica de la realidad y la aprehensión racional:
«En la medida en que el logos se purifica, dentro de una metafísica
de la razón, en la misma medida deja de ser para el filósofo lo que sin
duda es y nunca deja de ser: esencial comunicación. El logos, en teoría,
tiene que despojarse de su facultad expresiva para servir a la verdad y a
la ciencia. El despojo concluye en una lógica formal. Verdad y expre-
sividad parecían incompatibles». (E. Nicol, Metafísica de la expresión,
México, fce, 1989, p. 14.)
29
La distinción entre criterios y síntomas la retomo como una suge-
rencia de aproximación de Jesús Padilla: «Mi acercamiento al pro-
blema pasa, sin más rodeos, por distinguir los criterios de los síntomas»
(J. Padilla Gálvez, «Cambio social y terrorismo», en Olga Belmonte
García (coord.), Pensar la violencia, la justicia y la libertad, Madrid,
Biblioteca Comillas, 2012, pp. 348-349). El síntoma, teóricamente
hablando en este caso, remite a la relación entre el fenómeno y la
percepción teórica del hecho; mientras que el criterio pertenece a
estructuras de análisis que ponderan al fenómeno mismo. Sobre las
nociones de criterio y crítica véase Walter Benjamin, Crítica de la vio-
lencia, Madrid, Biblioteca Nueva, 2010, pp. 87-88.
50
VIOLENCIA Y FRAGILIDAD HUMANA
30
Un problema tan evasivo y poco determinado como la violencia,
hemos mencionado, hace que desistamos de un empeño por com-
prender las circunstancias que han hecho posible un singular fenó-
meno violento, véase Eduardo González Calleja, La violencia en la
política: perspectivas teóricas sobre el empleo deliberado de la fuerza en los
conflictos de poder, Madrid, csic, 2002, pp. 16-19; este trabajo, más
propio del filósofo social, del politólogo o del sociólogo pretende, a
su vez, la interpretación de la estructura histórica en una sistemati-
zación de acontecimientos. Investigación cuanto más necesaria, pero
distinta de aquella que desde su disposición científica misma no pre-
tende sistematización alguna de acontecimientos, sino la mostración
del acontecimiento como tal: un acto que rompe las relaciones de
tiempo, espacio, alteridad, historia. El fenómeno violento, pues, se
desentraña como único, es decir, singular en su acontecer e imposible
de integrarlo a sistemas, estructuras.
51
nuestro espacio doliente
31
Tomo en préstamo la expresión de Derrida en relación con la
deconstrucción de la justicia, llevándola a la deconstrucción de la
violencia. Véase Jacques Derrida, Fuerza de ley. El fundamento místico
de la autoridad, Madrid, Tecnos, 1997, p. 44.
52
VIOLENCIA Y FRAGILIDAD HUMANA
53
nuestro espacio doliente
***
32
En el primer decenio del siglo xxi Hobsbawm afirmaba lo siguiente
en el capítulo arriba citado: «en el siglo xxi la guerra no será tan
sangrienta como lo fue en el siglo xx, pero la violencia armada,
que dará lugar a un grado de sufrimiento y a unas pérdidas despro-
porcionadas, continuará omnipresente y será un mal endémico, y
epidémico por momentos, en gran parte del mundo. Queda lejos la
idea de un siglo de paz». (Guerra y paz en el siglo xxi, op. cit., pp. 39-40.)
54
VIOLENCIA Y FRAGILIDAD HUMANA
55
DE la FUERZA FÍSICA A LA ESPACIALIDAD
DEL TERROR
57
nuestro espacio doliente
33
Eduardo González Calleja, La violencia en la política: perspectivas
teóricas sobre el empleo deliberado de la fuerza en los conflictos de poder,
Madrid, csic, 2003, p. 13.
34
Véase Lorenz Puntel, «Filosofía y violencia», en Olga Belmonte
(coord.), Pensar la violencia, la justicia y la libertad, Madrid, Univer-
sidad Pontificia de Comillas, 2012, p. 19.
58
DE la FUERZA FÍSICA A LA ESPACIALIDAD DEL TERROR
35
Ibid., pp. 65-66.
59
nuestro espacio doliente
36
Cf. Eduardo Nicol, Crítica de la razón simbólica, México, fce,
1982, p. 174.
60
DE la FUERZA FÍSICA A LA ESPACIALIDAD DEL TERROR
61
nuestro espacio doliente
62
DE la FUERZA FÍSICA A LA ESPACIALIDAD DEL TERROR
39
Véase el extenso estudio sobre el dolor de Elaine Scarry, The Body
in Pain. The Making and Unmaking of the World, New York, Oxford
University Press, 1985, p. 28 y ss.
40
Agustín Serrano de Haro, «Atención y dolor. Análisis fenomeno-
lógico», en AA.VV., Cuerpo vivido, Madrid, Ed. Encuentro, 2010,
p. 139 y ss.
63
nuestro espacio doliente
***
41
Véase Keimpe Algra, Concepts of the Space in Greek Thought, New York,
E. J. Brill, 1995, p. 15 y ss.
42
Véase Doreen Massey, «Geometrías del poder y la conceptualiza-
ción del espacio», disponible en http://iner.udea.edu.co/grupos/GET/
Seminario_Geografia_Perla_Zusman/7-Massey.pdf
64
DE la FUERZA FÍSICA A LA ESPACIALIDAD DEL TERROR
43
Cf. Jean-Luc Nancy, La comunidad desobrada, Madrid, Arena,
2001, p. 15.
44
Cf. Jacques Derrida, El tocar, Jean-Luc Nancy, Buenos Aires, Amo-
rrortu, 2011, p. 113.
45
Cf. Martin Heidegger, Ser y tiempo, Madrid, Trotta, 2009, §24.
65
nuestro espacio doliente
***
66
DE la FUERZA FÍSICA A LA ESPACIALIDAD DEL TERROR
46
Cf. Vittorio Bufacchi, «Dos conceptos de violencia», en Arturo
Aguirre y Anel Nochebuena, Estudios para la no-violencia I. Pensar la
fragilidad humana, la condolencia y el espacio común, Puebla, Afínita-3
norte, 2015, p. 15 y ss.
47
Wolfgang Sofsky, Tratado sobre la violencia, op. cit., pp. 9 y 17.
67
nuestro espacio doliente
48
Cf. Felix Duque, Terror tras la Posmodernidad, Madrid, Abada,
2005, pp. 15-17.
49
Sobre la violencia y el uso político del terror véase Ted Honderich,
Terrorism for Humanity, Londres, Pluto Press, 2003, p. 15.
68
LA VIOLENCIA EN EL ESPACIO
Y LA INTERRUPCIÓN
Estas tres figuras son retomadas del análisis que desarrollan Michael
50
69
nuestro espacio doliente
70
LA VIOLENCIA EN EL ESPACIO Y LA INTERRUPCIÓN
51
Cf. Jean-Luc Nancy, La comunidad desobrada, Madrid, Arena,
2001, p. 17.
71
nuestro espacio doliente
52
Véase Mariflor Aguilar Rivero (ed.), Depredación: ciudades rurales,
comunidades intervenidas y espacios en conflicto, México, unam, 2013.
72
LA VIOLENCIA EN EL ESPACIO Y LA INTERRUPCIÓN
53
Véase Arturo Aguirre, «Crítica del exilio. Signatura de la violencia»,
en Arturo Aguirre, Antolín Sánchez Cuervo y Luis Roniger, Tres estu-
dios sobre el exilio. Condición humana, experiencia histórica y significa-
ción política, Madrid, Edaf, 2014, p. 37.
54
Véase infra «La sonoridad y el llanto».
73
nuestro espacio doliente
74
LA VIOLENCIA EN EL ESPACIO Y LA INTERRUPCIÓN
***
56
Véase Eduardo Nicol, El porvenir de la filosofía, México, fce, 1972,
«Duda metódica y duda final. Meditación de la violencia», p. 45 y ss.
75
nuestro espacio doliente
76
CONSIDERACIONES SOBRE LA FOSA COMÚN
Y SU ESPACIO. Hacia la oquedad
57
Un discurso que fluye con fuerza y arremolinado por debajo del
serpenteante discurso político, o mediático, o bien filosófico sobre la
fosa común es el discurso del victimario. Desde hace tiempo sabíamos
de una terminología esotérica propia del crimen organizado, pero se
hizo evidente en los últimos meses en México sobre el asesinato y
levantón de estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa. La fosa
común sería el tiradero, a diferencia del discurso oficial que habla
desde hace pocos años en México de fosas clandestinas. Al escribir estas
líneas somos conscientes del limitado alcance de nuestro marco de
trabajo (categorías sociológicas, filosóficas, antropológicas, culturales
y políticas) que hacen una «polémica de sombras» frente a un len-
guaje que agencia de manera directa la indolencia y analgesia frente
a sus propios actos.
77
nuestro espacio doliente
58
Cf. Jacqueline de Romilly, La Grecia antigua contra la violencia,
Madrid, Gredos, 2010, p. 10 y ss.
59
Considérense las reiteraciones de Norberto Bobbio sobre el pro-
blema de la violencia contemporánea, así como la no-violencia en su
trabajo El problema de la guerra y las vías de la paz, Barcelona, Gedisa,
1982, II. «Derecho y guerra», p. 95 y ss.
60
El acto violento parece quedar, en ese horizonte de sentido, fuera
de aquello que es seguido por la justificación inicial y final: el acto
suelto, banido de razones y motivos. El acto violento, a diferencia
de la agresión, parece necesitar siempre su justificación para iniciar
su agencia. (Cf. Hannah Arendt, Sobre la violencia, Madrid, Alianza,
2013, p. 105.)
61
Cf. Eduardo González Calleja, La violencia en la política: perspec-
78
CONSIDERACIONES SOBRE LA FOSA COMÚN Y SU ESPACIO
79
nuestro espacio doliente
65
Cf. Antolín Sánchez Cuervo, «Fuera de lugar: en otro tiempo. El
exilio como figura política», en Arturo Aguirre, Antolín Sánchez
Cuervo y Luis Roniger, Tres estudios sobre el exilio. Condición humana,
experiencia histórica y significación política, Madrid, Edaf, 2014, pp.
178-179.
66
Cf. Giorgio Agamben, La comunidad que viene, op. cit., p. 26 y ss.
80
CONSIDERACIONES SOBRE LA FOSA COMÚN Y SU ESPACIO
***
67
Adriana Cavarero, Horrorismo. Nombrando la violencia contemporá-
nea, Barcelona, Anthropos, 2009, p. 25.
81
nuestro espacio doliente
68
Véase para las consideraciones de estas distinciones Emmanuel
Levinas, «El sufrimiento inútil» en Entre nosotros. Ensayos para pensar
en otro, Valencia, Pre-textos, 1993; así como José Ovejero, La ética de
la crueldad, Barcelona, Anagrama, 2012, pp. 35-45; W. Sosfky, Tratado
sobre la violencia, Madrid, Abada, 2006, p. 88 y ss; Primo Levi, «La
violencia inútil», en Los hundidos y los salvados, Barcelona, Muchnick
Editores, 1986.
69
Cf. «World Report Human Rights 2014», disponible en https://
82
CONSIDERACIONES SOBRE LA FOSA COMÚN Y SU ESPACIO
www.hrw.org/world-report/2015/country-chapters/mexico
la entrada World Report 2014: México, de igual manera cf. «World
Report Human Rights 2015» la entrada World Report 2015: México,
disponible en https://www.hrw.org/world-report/2015/coun-
try-chapters/mexico
70
Reténgase para páginas posteriores los ejemplos de los pozos en
Gran Bretaña, las fosas de los Campos de la muerte en Camboya, las
del estalinismo en la Gran purga, las de Hart Island en EE.UU. como
producto del aprisionamiento. Para ampliar véase Joseph Cummins,
The World’s Bloodiest History. Masacre, Genocide and the Scars the Left
on Civilization, Beverly MA, Fair Winds Press, 2010.
83
nuestro espacio doliente
71
Véase el recuento incontenible día a día que en México se da sobre
fosas clandestinas, cementerios ilegales, tiraderos y narcocementerios, que
están presentes en las notas de la prensa nacional. Por poner ejem-
plos: en periódicos como El Universal (M. Muedano, «Más de mil
cuerpos, en fosas clandestinas», El Universal, 2013) y Milenio (V. H.
Michel, «A la fosa común, seis cuerpos al día desde 2011», Milenio,
2013).
72
Sobre la tipología que permite comprender los alcances del daño,
la transgresión y la culpabilidad de diferentes instituciones, indivi-
duos o grupos (que se extiende a compañías, gobiernos y multina-
84
CONSIDERACIONES SOBRE LA FOSA COMÚN Y SU ESPACIO
85
nuestro espacio doliente
86
CONSIDERACIONES SOBRE LA FOSA COMÚN Y SU ESPACIO
76
Paul Virilio, Ciudad Pánico, Buenos Aires, Libros del Zorzal, 2006,
pp. 36-41.
77
Véase la por demás interesante propuesta de análisis sobre el terror
desde la fenomenología que realiza Hernán Alonso Jaramillo Fernández,
en La constitución originaria del terror. Saturaciones negativas de la
carne y del rostro. Esbozo fenomenológico, Tesis de Maestría, Universi-
dad de Antioquia, Medellín, cap. vii. «Saturaciones. Por una estética
del terror», p. 184 y ss.
78
Sobre la propagación mimética tenemos en mente a René Girard
cuando afirma: «Mientras exista en el seno de la comunidad un capi-
tal acumulado de odio y de desconfianza, los hombres no dejan de
vivir de él y de hacerlo fructificar. Cada uno se prepara contra la
probable agresión del vecino e interpreta sus preparativos como la con-
firmación de sus tendencias agresivas. De manera más general, hay que
reconocer a la violencia un carácter mimético de tal intensidad que la
violencia no puede morir por sí misma una vez que se ha instalado en
la comunidad». (R. Girard, La violencia y lo sagrado, 5ª ed., Bar-
celona, Anagrama, 2012, pp. 89-90.) Así, la producción de la fosa
común se extiende a grupos criminales, instituciones policíacas, mili-
87
nuestro espacio doliente
88
CONSIDERACIONES SOBRE LA FOSA COMÚN Y SU ESPACIO
89
nuestro espacio doliente
***
82
Véase C. Lara, «Fosas clandestinas», El Universal, 2014.
83
Véase el estudio de Óscar Moisés Romero Castro, «La comunidad
y su violencia: la fosa común y el detrimento de la vida en común»,
Reflexiones Marginales, disponible en http://reflexionesmarginales.
com/3.0/la-comunidad-y-su-violencia-la-fosa-comun-y-el-detrimen-
to-de-la-vida-en-comun/
90
CONSIDERACIONES SOBRE LA FOSA COMÚN Y SU ESPACIO
84
Cf. René Girard, La violencia y lo sagrado, op. cit., p. 332 y ss.
85
No podríamos decir que hay una historia de la violencia, sino que
hay una continuidad que atenta contra la relación de vínculos que se
generan en las creaciones humanas: el conflicto pone en juego a los
actores; la violencia nulifica o pone –acaso– en una situación de total
y absoluta asimetría al violento y al violentado.
91
nuestro espacio doliente
86
Ha sido el giro del paradigma del tiempo (y su desborde en la
filosofía del siglo xx y en general en las ciencias humanas) el que
ha dado pie a la atención más detenida del espacio y la espaciali-
dad. Desde el «giro espacial» hasta las más recientemente «Spatial
Humanities» se ha abierto un campo interdisciplinario de interés aca-
démico-científico sobre el espacio en un enfoque cualitativo de la
formación de espacialidades desde lo geográfico y conceptual, el cual
es de gran apoyo para la investigación sobre la violencia y su espa-
cio. Sobre estas humanidades espaciales véase Anne Kelly Knowles,
Tim Cole y Alberto Giordano, Geographies of the Holocaust, Indiana,
Indiana University Press, 2014; así como Allen Feldman, Formations
of Violence, Chicago, University of Chicago Press, 1991.
87
Jean-Luc Nancy, en El sentido del mundo, mira la razón por la cual
92
CONSIDERACIONES SOBRE LA FOSA COMÚN Y SU ESPACIO
***
93
nuestro espacio doliente
94
OQUEDAD DOLIENTE.
EL ESPACIO DE LA FOSA COMÚN
89
Véanse el Informe de la OMS (http://www.who.int/violence_
injury_prevention/violence/world_report/es/summary_es.pdf ), así
como el Conflic Barometer 2015, disponible en http://www.hiik.de/
de/konfliktbarometer/
95
nuestro espacio doliente
90
Karla Zabludovsky, «Nadie sabe cuántas fosas comunes hay en
México. Mucho menos el gobierno», disponible en http://www.buzz-
feed.com/karlazabludovsky/nadie-sabe-cuantas-fosas-comunes-hay-
en-mexico-mucho-menos-e#.xpdW22M3D
91
Cf. oms, «Disposal of Dead Bodies in Emergency Conditions»,
disponible en http://www.who.int/water_sanitation_health/hygiene/
envsan/tn08/
96
OQUEDAD DOLIENTE. EL ESPACIO DE LA FOSA COMÚN
92
Cf. Jean-Luc Nancy, Ser singular plural, Madrid, Arena, 2006,
p. 194.
97
nuestro espacio doliente
98
OQUEDAD DOLIENTE. EL ESPACIO DE LA FOSA COMÚN
95
Véase Martin Heidegger, Ser y tiempo, Madrid, Trotta, 2009,
parágrafo §16. «La mundicidad del mundo circundante».
99
nuestro espacio doliente
96
Véase oms, «Disposal of Dead Bodies in Emergency Conditions»,
op. cit.
100
OQUEDAD DOLIENTE. EL ESPACIO DE LA FOSA COMÚN
97
Véase la tesis de Moisés Romero Castro sobre el tema del estatuto
jurídico de las fosas comunes en México dentro de los cementerios.
(Consideraciones filosóficas sobre la violencia y la comunidad desde el
fenómeno de la fosa común, Puebla, ffyl-buap, 2015.)
101
nuestro espacio doliente
102
OQUEDAD DOLIENTE. EL ESPACIO DE LA FOSA COMÚN
98
Véase Adriana Cavarero, Horrorismo. Nombrando la violencia con-
temporánea, Barcelona, Anthropos, 2009, p. 25.
103
nuestro espacio doliente
99
Agradezco a Gerardo Castro (joven investigador de la ffyl de la
buap) la remisión a aikía en la obra de Jean-Pierre Vernant; véase de
este autor El individuo, la muerte y el amor en la antigua Grecia, Bar-
celona, Paidós, 2001, p. 71 y ss.
100
Véase Wolfgang Sosfky, Tratado sobre la violencia, Madrid, Abada,
2006, p. 88 y ss.
101
Cf. Jean-Pierre Vernant, El individuo, la muerte y el amor en la
antigua Grecia, op. cit., p. 71.
102
Uno de los testimonios literarios de Occidente más relevantes, en
relación con los muertos (enemigos), se registra en Las suplicantes de
Eurípides: ellas, quienes piden, suplican el derecho sagrado de sepul-
tar a sus hijos (caudillos caídos en batalla), que no pueden quedar
a la intemperie y a la humillación de ser comidos por los animales
carroñeros: «Devuélveme a mis hijos, no dejes los miembros de los
muertos en manos de la muerte que los miembros desata ni como
bocado de fieras montaraces» (Eurípides, Las suplicantes, Madrid,
Gredos, 1978, parráfos 44-45). Aunque el respeto a los muertos y la
104
OQUEDAD DOLIENTE. EL ESPACIO DE LA FOSA COMÚN
105
nuestro espacio doliente
***
106
LA SONORIDAD Y EL LLANTO
104
Cf. Kreiman Jody, Diana Sidtis, Foundations of Voice Studies. An
Interdisciplinary Approach to Voice Production and Perception, Malden,
Willey Blackwell, 2011, p. 45 y ss.
105
Wilhlem von Humboldt, Gesammelte Schrifen, Berlín, BAW,
1903, vol. iv, p. 26, citado por Michael Losonsky (ed.), Humboldt:
«On Language»: On the Diversity of Human Language Construction,
Cambridge, University Press, 1999.
107
nuestro espacio doliente
106
Cf. Kreiman Jody, Diana Sidtis, Foundations of Voice Studies… op.
cit., p. 160.
108
LA SONORIDAD Y EL LLANTO
109
nuestro espacio doliente
107
Cf. Marshall McLuhan, La galaxia Gütenberg. Génesis del homo
typographicus, Buenos Aires, Aguilar, 1969, p. 42 y ss.
108
Utilizo la primera persona del plural del presente de indicativo del
verbo haber para comprender esta forma de tratar, de estar en trato
con la voz, el mundo y el ser, pues tratamos con lo que se tiene y en
esas maneras de ser tenido.
110
LA SONORIDAD Y EL LLANTO
109
Giorgio Agamben, La comunità che viene, Turín, Einaudi Ed.,
1990, p. 59.
110
Jean-Luc Nancy, La comunidad desobrada, Madrid, Arena, 2001,
p. 53.
111
nuestro espacio doliente
111
Ibid., p. 67.
112
LA SONORIDAD Y EL LLANTO
***
112
Eduardo Nicol, Crítica de la razón simbólica, México, fce, 1980,
p. 46.
113
nuestro espacio doliente
215.
114
LA SONORIDAD Y EL LLANTO
114
Afirma Aristóteles: «La razón por la cual el hombre es un ser
social, más que cualquier abeja y que cualquier animal gregario,
es evidente: la naturaleza, como decimos, no hace nada en vano y el
hombre es el único animal que tiene la palabra (lógos). Pues la voz
(phoné)es signo del dolor y del placer, y por eso la poseen también
los demás animales, porque su naturaleza llega hasta tener sensación
de dolor y de placer e indicársela unos a otros. Pero la palabra es
para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo
injusto. Y eso es lo propio del hombre frente a los demás animales:
poseer, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto,
y de los demás valores, y la participación comunitaria de estas cosas
constituye la casa y la ciudad». (Política, 1253a.)
115
Jacques Rancière, El desacuerdo, Buenos Aires, Nueva Visión,
1996, pp. 16-17.
115
nuestro espacio doliente
***
116
LA CIUDAD-UNO
Y UMBRALES DE EXCLUSIÓN
Lo uno
Véase Paul Virilio, Ciudad pánico, Buenos Aires, Libros del Zorzal,
116
117
nuestro espacio doliente
117
Cf. Jacques Rancière, En los bordes de lo político, Madrid, La cebra,
2007, p. 38.
118
Cf. Mario Constantino Toto, «Participación ciudadana», en Juan
Carlos León y Ramírez et al., Ciudadanía, democracia y políticas públi-
cas, México, unam, 2006, p. 509.
118
LA CIUDAD-UNO Y UMBRALES DE EXCLUSIÓN
119
nuestro espacio doliente
Los muros
119
Cf. Émile Benveniste, Vocabulario de las instituciones indoeuropeas,
Madrid, Taurus, 1983, p. 234.
120
Véase «Rómulo», en Plutarco, Vidas paralelas I, Madrid, Gredos,
2001, pp. 10-13.
121
Cf. León Battista Alberti, De re ædificatoria, Madrid, Akal, 2007,
p. 176.
120
LA CIUDAD-UNO Y UMBRALES DE EXCLUSIÓN
122
Cf. Kaldone Nweihed, Frontera y límite en su marco mundial:
una aproximación a la «fronterología», Caracas, Equinoccio, 1992,
p. 23 y ss.
123
Cf. Arjun Appadurai, Modernity at Large: Cultural Dimensions of Glo-
balization, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1996, p. 29.
121
nuestro espacio doliente
124
Cf. George Steiner, Extraterritorial, Madrid, Siruela, 2002, p. 30
y ss.
125
Edward W. Säid, Reflexiones sobre el exilio, Barcelona, Debate,
2005, p. 18.
122
LA CIUDAD-UNO Y UMBRALES DE EXCLUSIÓN
La comunidad
126
Jean-Luc Nancy, La comunidad desobrada, Madrid, Arena, 2001,
pp. 20-21.
123
nuestro espacio doliente
La reunión
124
LA CIUDAD-UNO Y UMBRALES DE EXCLUSIÓN
127
Cf. É. Benveniste, Vocabulario de las instituciones indoeuropeas, op.
cit., pp. 197-208.
125
nuestro espacio doliente
128
Ibid., p. 201.
129
Cf. Aristóteles, Política, Madrid, Gredos, 2008, 1252b6-10.
130
Cf. Werner Jaeger, La alabanza de la ley, Madrid, Centro de estu-
dios constitucionales, 1953, p. 18.
126
LA CIUDAD-UNO Y UMBRALES DE EXCLUSIÓN
La puerta, su umbral
127
nuestro espacio doliente
131
Cf. É. Benveniste, Vocabulario de las instituciones indoerupeas, op.
cit., p. 203.
128
LA CIUDAD-UNO Y UMBRALES DE EXCLUSIÓN
132
Ibid., p. 204.
129
nuestro espacio doliente
Ciudad íntima
133
Cf. Giorgio Agamben, Homo Sacer i, Valencia, Pretextos, 2002,
p. 222.
130
LA CIUDAD-UNO Y UMBRALES DE EXCLUSIÓN
131
nuestro espacio doliente
***
134
Cf. Michael Hardt y Antonio Negri, Declaración, Madrid, Akal,
2012, pp. 9-10.
135
Véase Paul Virilio, Ciudad pánico, op. cit., p. 76 y ss.
136
Cf. Zigmunt Bauman, Miedo líquido. La sociedad contemporánea y
sus temores, Barcelona, Paidós, 2007, pp. 51-52.
132
LA CIUDAD-UNO Y UMBRALES DE EXCLUSIÓN
137
Recordemos en este punto a Aristóteles: «…la ciudad es por natu-
raleza anterior al individuo, pues si el individuo no puede de por sí
bastarse a sí mismo, deberá estar con el todo político en la misma
relación que las otras partes lo están con su respectivo todo. El que
133
nuestro espacio doliente
134
Consideraciones sobre el mundo en furia
139
Véase John Keane, Reflexiones sobre la violencia, Madrid, Alianza,
2000, p. 15 y ss.
140
Achille Mbembe, Necropolítica, Madrid, Melusina, 2011, p. 42.
135
nuestro espacio doliente
141
Véase Felix Duque, Terror tras la Posmodernidad, Madrid, Abada,
2004, pp. 7-21.
142
Véase Jean Baudrillard, La violencia del mundo, Barcelona, Paidós,
2004, p. 27.
143
Véase Jean-Luc Nancy, La creación del mundo o la mundialización,
Barcelona, Paidós, 2003, p. 31.
136
consideraciones sobre el mundo en furia
144
Véase E. Nicol, Metafísica de la expresión, México, fce, 1957,
parágrafo I. «La crisis de la metafísica. Dificultades preliminares»,
p. 15 y ss.
145
Cf. Nicholas Carr, Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con
nuestras mentes?, Barcelona, Taurus, 2011, passim. Véase Alberto
Constante (comp.) World Wide Web y la formación de la subjetividad,
México, Afínita, 2015.
137
nuestro espacio doliente
146
Véase Paul Virilio, Ciudad pánico. El afuera comienza aquí, Madrid,
Zorzal, 2007, p. 37.
147
Véase Bernard Sichère, Historias del mal, Barcelona, Gedisa, 2012,
pp. 27-31.
148
Cf. Conflict Barometer 2015, emitido por el Heildelberg Institute
for International Conflict Research, disponible en http://www.hiik.
de/en/konfliktbarometer/pdf/ConflictBarometer_2015.pdf
138
consideraciones sobre el mundo en furia
149
No queremos sostener en relación con la filosofía la manida fór-
mula del «amor por la sabiduría», porque decantados y herederos
de un amor romántico (mimético y destructivo) o melodramático y
astringente, canalizado por las industrias culturales desde la editorial
hasta las más vulgares de la cinematografía infantil y la telenovela
latinoamericana, decir amor por la sabiduría, en este contexto, solo
puede indicar una noción vaga y poco esclarecida en la actualidad del
saber en el mundo. (Véase René Girard, Geometrías del deseo, México,
Sexto Piso, 2012, sobre todo el ensayo «Pasión y violencia en Romeo
y Julieta», p. 61 y ss.)
150
Obsérvese que la traducción del término eros para el Renacimiento
será «furor» en textos de Marsilio Ficino (Comentario al Banquete de
Platón) o lo Heroicos furores de Giordano Bruno. Además remito al
ensayo de Rafael del Águila, Sócrates furioso. El pensador y la ciudad,
Barcelona, Anagrama, 2004, passim.
139
nuestro espacio doliente
151
Remito al texto de Giorgio Agamben, Desnudez, Barcelona, Ana-
grama, 2011, «¿Qué es lo contemporáneo?», pp. 17-27.
152
Sobre la idea de la novedad y los nuevos véase Edmund Husserl,
La renovación del hombre y la cultura. Cinco ensayos, México, Anthro-
pos-uam, 2002, p. 196 y ss. Para el Husserl de los Cinco ensayos, la
renovación o reconstrucción del hombre parte de la comprensión
no solo la creación objetiva del mundo, la ordenación y regulación,
sino, sobre todo, la exigencia de constitución de los otros nuevos y
las relaciones de reciprocidad de la existencia. Es con respecto a esta
conformación, a esta responsabilidad formativa hacia ellos y de confor-
mación entre todos, que en cada uno de nosotros se genera el «sentido
de la responsabilidad» –a decir de Husserl– que reafirma la identidad de
la persona en sus relaciones culturales y comunitarias: responsabilidad
con respecto al «mundo de la vida», a la intemperie del hombre en
relación con el mundo; responsabilidad, añorada por Husserl, con
respecto al bien común y a un interés público que no se reducen a
conductas sociales, a tareas políticas; responsabilidad compartida que
solo es pensable y posible como reciprocidad y renovación solidaria
de la cultura. Aun en la década de 1930, Husserl advertirá una con-
vicción contracorriente del proceso que en su tiempo ya marcaba una
orientación: la fragilidad de las bases de la comunidad que la Moder-
nidad misma fundó y que aquí llamamos mundo en furia.
140
consideraciones sobre el mundo en furia
153
Pocos libros editados hasta ahora sobre la filosofía en México y
de México pueden dar cuenta de la herencia y la orfandad filosó-
fica como el inquietante y furioso estudio de Alberto Constante, Los
imposibles de la filosofía en México frente a Martin Heidegger, México,
Ed. Paraíso, 2014.
141
nuestro espacio doliente
154
Como referente de esta afirmación véase J. L. Nancy, La creación
del mundo o la mundialización, op. cit., «De la creación», p. 55 y ss.
155
Cf. Neil J. Kressel, Mass Hate… op. cit., passim.
156
Emmanuel Levinas, «El sufrimiento inútil», disponible en http://
www.vivilibros.com/excesos/14-a-04.htm
142
consideraciones sobre el mundo en furia
157
Véase la relación de estas afirmaciones con las de Eduardo Nicol
cuando reflexiona sobre el porvenir de la filosofía y el «régimen de
fuerza mayor», en E. Nicol, «El porvenir de la filosofía», en Ideas de
vario linaje, unam, 1990, p. 313 y ss.
158
Véase Eduardo Subirats, Filosofía y tiempo final, México, Afínita,
5. «Violencia y civilización», pp. 53-61.
143
nuestro espacio doliente
159
E. Nicol, El porvenir de la filosofía, op. cit., parágrafo 5. «Duda
metódica y duda final. Meditación de la violencia», p. 45 y ss.
160
Reflexiones aproximadas en A. Aguirre, Primeros y últimos asom-
bros. Filosofía ante la cultura y la barbarie, México, Afínita, 2011,
passim.
161
R. J. Stenberg, La naturaleza del odio, Barcelona, Paidós, 2010, 7.
«Aplicación de la doble teoría del odio a las masacres, los genocidios y
el terrorismo», pp. 161-206. Asimismo véase puntualmente Adriana
Cavarero, Horrorismo. Nombrando la violencia contemporánea, Barce-
lona, Anthropos, 2009, passim.
144
consideraciones sobre el mundo en furia
162
Véase sobre el discurso performativo («realizativo») de la
universidad en Jacques Derrida, Universidad sin condición, Madrid,
2002, passim. Disponible en http://www.ses.unam.mx/curso2010/
pdf/M3S1-DerridaJacques.pdf
145
nuestro espacio doliente
163
Cf. Robert Muchembled, Una historia de la violencia, Barcelona,
Paidós, 2010, p. 45 y ss.
146
Fuentes documentales
147
nuestro espacio doliente
148
Fuentes documentales
149
nuestro espacio doliente
150
Fuentes documentales
151
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152
Fuentes documentales
153
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154
Fuentes documentales
155
nuestro espacio doliente
ce_injury_prevention/violence/world_report/es/
summary_es.pdf
156
Fuentes documentales
157
nuestro espacio doliente
158
Semblanza del autor
159
nuestro espacio doliente
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