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LA ANTROPOLOGÍA DEL CONFLICTO

Y LOS MÉTODOS DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS


EN OTRAS CULTURAS
Tomás Austin M.
Sociólogo, Antropólogo Social.
Julio 1990
Subido a Internet 2007

Este ensayo fue escrito como punto de partida de varios estudios sobre los aspectos culturales y sociales del conflicto humano. Buscaba
reunir alguna información básica para enfrentar la resolución de conflictos en grupos humanos pequeños –organizaciones de base
principalmente—y de rango medio. La investigación recayó principalmente sobre textos funcionalistas porque eran los únicos que tenía a
mano en esos años, espero no ofender con ello a tantos colegas que han aprendido un antifuncionalismo casi religioso.

1. INTRODUCCIÓN

El esfuerzo de este abajo está destinado a encontrar formas en que se manifiestan y resuelven los conflictos, tal como lo presenta la
Antropología Social y Cultural.
La antropología estudia la unidad de la especie humana en toda su diversidad cultural y desde ese punto de vista antropológico es posible
percibir que si bien pueden haber una variedad de razones que dn origen a conflictos de intereses en distintos pueblos de la tierra, éste es un
fenómeno típico de los seres humanos en cualquier parte del mundo.
Puede parecer ajeno a nosotros tratar de buscar la naturaleza de un fenómeno como el conflicto mirando hacia culturas distantes y distintas
para después ver cómo este mismo fenómeno se produce entre nosotros. Al respecto, dice la antropóloga Lucy Mair, que si estudiamos la
sociedad ñeque vivimos y la comparamos con otras formas de vida “...podremos ver que ciertos principios fundamentales de la vida en
sociedad se encuentran en nosotros y también en ellos. Es comparando muchas y diferentes clases de sociedades que la gente
encuentra los principios comunes" (Mair, 1972:2)

Comenzamos estudiando el conflicto en sociedades de pequeña escala, con la esperanza de encontrar algunos elementos comunes mínimos
que nos permitan aprovechar la información etnológica para ver la calidad social y colectiva de los choques de intereses y también para
aprovechar esta información en la búsqueda de una mejor comprensión de los conflictos colectivos al interior de nuestros propios grupos
humanos.

Sin lugar a duda, uno de los antropólogos que dio más importancia al estudio del conflicto fue Max Gluckman, quien no titubeó en comparar
las manifestaciones de conflicto en la vida tribal con los que se observaban en la vida cotidiana occidental, particularmente la británica; es
siguiendo su ejemplo que aquí buscamos entender el conflicto desde la perspectiva antropológica para luego extender esa comprensión a
nuestro propio medio ambiente social.
Por lo tanto, es posible buscar una mejor comprensión del conflicto en el nivel social a través de los estudios etnológicos, para esclarecer la
manera en que el fenómeno que llamamos conflicto se ve envuelto en las costumbres, las valoraciones sociales y sus representaciones
simbólicas, para encontrar finalmente el rol de conflicto en las redes de relaciones que convierten a un grupo humano en una cultura viva.
Comenzamos estudiando el conflicto en sociedades de pequeña escala, con la esperanza de encontrar algunos elementos comunes mínimos
que nos permitan, por un lado aprovechar la información etnológica para ver la calidad social y colectiva de los choques de intereses y
también para aprovechar esta información en la búsqueda de una mejor comprensión de los conflictos colectivos al interior de nuestros
propios grupos humanos.

1.1 Evolución y Conflicto

El ambiente de interrelaciones en que se desenvuelve el ser humano, con su consiguiente resultado de conflictos, paz y statu quo, parece
haber preparado al hombre biológicamente para la lucha física o verbal, que es la forma más activa y directa con que comúnmente
entendemos al conflicto.
Desmond Morris, en un libro bastante conocido, describe muy bien el proceso biológico de excitación agresiva en un individuo que se
apresta a la lucha: Una sucesión de cambios preparan al animal para el combate,
“como por arte de magia, eliminan instantáneamente la fatiga y suministran grandes cantidades de energía para la prevista lucha
física para la supervivencia. La sangre es vigorosamente impulsada a los sitios donde es más necesaria: el cerebro, para activar el
pensamiento y a los músculos, para la acción violenta. El incremento del azúcar en la sangre aumenta la eficacia muscular. La
aceleración de los procesos de coagulación significa que, se produce una herida, la sangre se coagulará más rápidamente y en e
consecuencia, será menor la pérdida de ella. El suministro acelerado de glóbulos rojos por el bazo, en combinación con la
creciente velocidad de la circulación sanguínea, ayuda al sistema respiratorio a incrementar la absorción de oxígeno y la expulsión
de anhídridos carbónicos. El erizamiento de los pelos pone la piel al aire y contribuye a refrescar el cuerpo, lo mismo que el sudor
segregado por las glándulas sudoríparas. Así se reducen los peligros de un calentamiento desmedido, debido al exceso de
actividad” (Morris, Desmond, 1976:125).
¿Por qué el proceso evolutivo se vio en la necesidad de mantener y desarrollar la capacidad de lucha en el ser humano, quién además,
recibió el don de la inteligencia que le da la capacidad de razonar, sobre, supuestamente, los beneficios del acuerdo y la concordia?
Leaky y Lewin (1982) aparecen sugerir una respuesta. Ellos dicen que “e l compartir es la clave para la transformación de una
criatura social más parecida a un mono, en un animal cultural viviendo en una sociedad altamente estructurada y organizada.
Compartir las tareas y trabajos, tanto como el alimento”. A continuación, ellos mismos se preguntan que, si compartir es la clave, ¿Por
qué en el historia se da el conflicto en lugar de la compasión y el entendimiento?
“Sugerir que la respuesta está en el cambio de forma de vida, de cazadores y recolectores a la agricultura ... el cazador y recolector
es parte del orden natural, el agricultor necesariamente lo distorsiona, y más importante aun, las comunidades sedentarias de
agricultores tienen la oportunidad de acumular posesiones que liego deben proteger. Esta es la clave del conflicto humano, el que
es grandemente exagerado en el mundo altamente materialista en que vivimos ahora” (Leaky y Lewin, 1982:9-10).

De esta manera, desde el punto de la antropología funcionalista surge como el producto del ordenamiento que se dan las sociedades y de la
necesaria protección y defensa que estas sociedades deben procurar e los bienes materiales e inmateriales que poseen los grupos humanos
de una sociedad, incluyendo en ello a su propia cultura.

1.2 El conflicto en la Antropología Social.

La antropología, aparte de indicarnos cómo viven los seres humanos en otras culturas de pequeña escala, nos revela los elementos básicos
del comportamiento del hombre en sociedad, desprovistos de los aspectos engañosos de la vida moderna y de las múltiples influencias de
ésta y que a menudo son de alcance mundial.

Víctor Barnow en su Introducción a la Antropología (1979) resume lo que fue la visión tradicional del conflicto en la Antropología hasta la
década de los años 70.

“Los conflictos ocurren en todas las sociedades y esto no es necesariamente afortunado o peligroso. En algunos casos, el conflicto
dentro de un grupo puede ayudar a establecer o restablecer la unidad. En efecto, Lewis Coser en 1956, argumentó que tales
conflictos pueden ser positivamente funcionales para la estructura social cuando ellos conciernen metas, valores o intereses que no
contradicen las presunciones básicas en que se fundan las relaciones sociales. Sin embargo el conflicto puede ser percibido como
tensionante y peligroso por los miembros de una sociedad, especialmente por partidarios del statu quo. Es de su interés y a
menudo en el interés de la mayor parte de los miembros de la sociedad, resolver los conflictos y prevenir su expansión futura[1].
Llamemos ley o no a esto, alguna forma de resolver los conflictos debe existir. Esta es otra función de la autoridad política”
(Barnow, 1979:299)

Laura Nader agrega:

“El conflicto aparece en todas las sociedades humanas, pero difiere en grado y forma de expresión. En unas sociedades la
agresión verbal es más frecuente que la física, mientras que en otras predominan formas de expresión más pasivas. Hay pueblos
que inhiben la agresión en el seno de la comunidad local, pero a costa de la guerra con los grupos vecinos (...) parece que la
competencia entre grupos que pretenden explotar el mismo territorio o recurso conduce al conflicto” (Nader, 1979:22)

Para el desarrollo de este trabajo, exploraremos tres tipo de conflictos, corrientes en los estudios de la antropología funcionalista de los años
60s.

1. El tipo de conflicto beneficioso par el orden interno, que es aquel que se produce entre grupos, segmentos o instituciones y agencias
de la sociedad, sin que amenacen o destruyan los aspectos básicos o fundamentales en que se sustenta el orden social mismo. Este
es un argumento típico de las antropología funcionalista de las décadas de os años 50 y 60.

2. El tipo de conflicto social provocado por presiones externas sobre los elementos fundamentales que sostienen al grupo o cultura
unido. Es este caso la resolución de los conflictos solo es posible cambiando la antural3aza misma del grupo social. Los estudios
de estos fenómenos han estado corrientemente agrupados en la investigación del cambio social y la modernización.

3. Un tercer tipo de conflicto, menos conocido, pero que también vale la pena examinar por su importancia en la conducta social de
los grupos de pequeña escala, es el que surge de la línea freudiana de la antropología psicológica, más conocido como Cultura y
Personalidad.

2. EL CONFLICTO COMO RESTAURADOR DEL ORDEN SOCIAL.

Quién más contribuyó al conocido argumento antropológico sobre el efecto restaurador y benéfico del orden, que aporta el conflicto a la
vida social, fue Max Gluckman. Este, en su libro La Costumbre y el Conflicto en África (1973), establece reiteradamente en su libro que
los conflictos que surgen en el micronivel, entre los múltiples subsistemas que componen una sociedad, tales como grupos, familias, clanes,
villas, instituciones, etc., al ser resueltos de acuerdo a las valorizaciones, costumbres y leyes de la sociedad, permiten que ésta reacomode
periódicamente y en distintos niveles a las partes y elementos sociales que se sitúan en posiciones de roces o discrepancias antagónicas[2].
En otras palabras, Gluckman postula que la armonía y el equilibrio social dependen de una posición balanceada en las instituciones y el
comportamiento social (Reay, 1976:194)

Para algunos, el conflicto es “cualquier estado antagónico entre dos o más partes, que surgen de intereses incompatibles” (Hunter y
Whitten, 1976). Max Gluckman, usa la palabra conflicto para referirse solo a “conflictos entre principios de organización social ...sólo
en ese contexto”[3]. De manera que el término es reservado a discrepancias en los elementos principales del sistema social. Precisando,
dice que conflicto se refiere a “la relación entre discrepancias que establecen una cadena de procesos que producen alteraciones en
el personal de la posición social, pero no produce alteraciones en el patrón o pauta de las posiciones mismas” (Gluckman,
1977:109). Además, este autor prefiere el término ya establecido de contradicciones para aquellas relaciones entre principios discrepantes
en la estructura social que inevitablemente dirigen hacia cambios radicales en el patrón o pauta social.

Esta precisión en cuanto al término conflicto es muy útil y necesaria por cuanto suele hacérsele homólogo a varios otros conceptos ligados
más a la idea de lucha abierta que a discrepancias en torno al orden que las partes desean establecer en su medioambiente. Sin embargo el
conflicto no solo es choque frontal, también puede ser un deseo no expresado que surge de oposiciones de intereses que se manifiestan en
formas muy variadas, incluyendo a las actividades rituales.

La sociedd tribal o de pequeña escala es vista como una gran red de interacciones reguladas por costumbres y valores compartidos por
toda la nación o grupo étnico. El surgimiento de conflictos de intereses dentro de esas redes es inevitable, pero Gluckman muestra cómo la
necesidad de subsistir obliga a las partes en conflicto –a pesar de la amplitud de los grupos arrastrados en él—a aceptar tarde o temprano
una forma de solución que se ajusta a las costumbres, valores y leyes compartidas por todos. De esta forma la red de relaciones se
mantiene estable y descargando las tensiones provocadas por los choques de intereses a través de los conflictos, sin peligro de que surja un
estado tal de caos, provocado por los antagonismos múltiples, que la sociedad entera llegue a desintegrarse en un verdadero estado de
“todos contra todos”.

Algunos de estos conflictos son expresados a través de rituales, especialmente cuando afectan a sectores o valores muy amplios de la
sociedad, como veremos más adelante.

En el trabajo de Gluckman, los ejemplos para probar esta tesis se multiplican, tomados desde las distintas especialidades de la Antropología
Social y Cultural: desde la antropología política, tanto de las sociedades sin jefes como de Reinados Divinos; desde la antropología de las
relaciones de familia; la antropología de las creencias mágicas y la que estudia las prácticas ritualizadas, finalizando con la de separación
entre razas.

Sin embargo, para este trabajo mostraremos sólo tres casos: Cómo las sociedades segmentadas mantienen la unidad con la colaboración
del conflicto, los choques de intereses entre lealtades en los conflictos de autoridad y los ritos de reversa en que los elementos del conflicto
son instituciones fundamentales.

2.1 La Paz de la Venganza

El ejemplo clásico lo presentan los Nuer del Alto Nilo, una sociedad tribal sin jefes o castas de mando político-administrativo sobre los
demás miembros y en que, en apariencia, se daban todas las condiciones para carecer de orden o paz interna alguna, todos podrían atentar
contra todos, puesto que nadie mandaba para imponer orden y respeto mutuo.

Reconociendo en la práctica el principio de no hagas a los demás lo que no quieres para ti mismo, las disputas y los conflictos que surgían
en la sociedad era resueltos dentro de los mecanismo dispuestos por la cultura Nuer, los que se expresaban básicamente por mecanismos
de venganza que se hacían efectivos a través de alianzas de familias y clanes, para la ofensa y para la defensa. La ofensa hecha a una familia
era retribuida en un autentico ojo por ojo, diente por diente. Si una familia no se hallaba capaz de corarse satisfactoriamente de la ofensa
que había recibido, podía recurrir a otras familias amigas o a su clan para la defensa. Si la ofensa lo justificaba, podría llegarse a una guerra
entre clanes. Sin embargo, era la calidad y la cuantía de la ofensa la que determinaba la extensión de la sociedad en conflicto. Asesinar a un
jefe podría significar una guerra entre clanes, robar una vaca, un conflicto entre familias. El caso es que siempre se llegaba a un punto en
que la concordia pesaba más que los costos de una guerra fratricida que perturbaría el orden de la nación Nuer incorporando al conflicto a
gentes y familias lejanas al punto de origen del mismo. Des esta manera, un continuo proceso de conflictos Inter. Grupos que se resolvían,
en la que también se destacaban las costumbres rituales (el intercambio de regalos y símbolos de amistad para asegurar la firmeza de las
alianzas), permitían que se lubricaran las relaciones entre familias y clanes, manteniendo la integridad de la cultura total.

2.2. La Debilidad de la Autoridad

El caso del punto anterior se refiere a un tipo de sociedad de estructura simple, sin embargo el resultado suele ser el mismo en sociedades
tribales más complejas, con instituciones administrativas y políticas verticales, con reyes poderosos y con su respectiva corte de jefes
subalternos.

En el nivel de la estructura política, en que se administra el orden público y se ejerce el control tribal, según algunos autores, es posible
encontrar dos sistemas de acción: un sistema administrativo en el que se toman decisiones, se protegen derechos y se establecen las
obligaciones y un segundo sistema en el que compite por el poder tribal (Gluckman, 1973:165).

En esta estructura, los cargos del sistema administrativo tribal se convierten en premios de poder en la competición y hay lucha por
privilegios de administración jurisdiccionales o el poder de tomar privilegios de los impuestos u otras granjerías.

Cada uno de estos niveles y estamentos son de por sí fuente s de conflictos constantes, en que los roces y choques pueden darse tanto entre
instituciones de la sociedad política como en conflictos de un cargo específico; entre los intereses de la autoridad superior y al mismo
tiempo, en contra de esa autoridad al representar los intereses de los miembros subordinados del clan o villa. Este último es el caso de
aquellos jefes tribales que por una parte debían guardar o velar por los intereses del rey, mientras por otro lado debían respetar y
representar los intereses y deseos de su propia tribu, estableciéndose un difícil conflicto de roles en el nivel de una sola persona.

Por estar concentrada en seres humanos, la autoridad es frágil, porque los deberes ideales que acompañan al cargo de jefe de un grupo
pequeño o grande a menudo son puestos en entredicho a causa de las debilidades humanas de quienes ocupan esos roles de jefatura. Así
es más probable qu4 cuando un líder muestra sus debilidades, sus subordinados puedan comenzar a cuestionar su autoridad. Si surge el
conflicto, éste puede dar lugar a una rebelión. Gluckman, citando a Platón, nos recuerda que la característica de la rebelión es que “lejos de
destruir el orden establecido, trabaja de manera que incluso lo apoya”, (porque) “la rebelión ataca al personal en el cargo, no a
los cargos mismos” (1977:28-46).

Basándose principalmente en material etnográfico de los Zulúes y los Borotse Gluckman toca una serie de conflictos que a su juicio existen
en todo el sistema político.

“Hay conflictos entre los intereses de distintos individuos dentro de un grupo y entre los intereses de los grupos menores dentro de
una sociedad mayor. Hay también conflictos entre la sociedad con sus leyes y los individuos y grupos que componen la
sociedad[4]. Esos conflictos se enfocan en los líderes que tienen que aplicar la ley. Sugiere también que de la resolución de las
disputas u otras acciones de los líderes, surge la hostilidad en contra de la autoridad, la que es planteada en términos del conflicto
entre los ideales del cargo y la fragilidad de la persona que ocupa ese cargo en cualquier momento. Aquellos que no están
satisfechos no se culpan a sí mismos ni a la situación de conflictos contrapuestos: ellos dicen que el líder es insatisfactorio”
(1977:37).

En resumen, “primero, las disputas surgen entre los hombres, porque tienen que vivir en sociedad. Segundo, cada sociedad tiene
costumbres que establecen la forma que toman estas disputas. Y, tercero, hasta cierto punto, la costumbre también dirige y
controla las disputas a través de conflictos de lealtad, fidelidad y devoción, de manera que, a pesar de la rebelión, el mismo
sistema social es reestablecido sobre amplias áreas de la vida comunal y por largos períodos de tiempo” (Gluckman, 1977:47)

De manera que, de nuevo se cumple la tesis funcionalista que indica que la constelación de conflictos en el micro nivel es beneficiosa a largo
plazo, porque reestableciendo el orden tradicional, mantiene viva y estable a la sociedad como un todo.

2.3. Rituales De Rebelión O Reversa

En tercer lugar, entre las formas de conflictos restauradores del orden social, tenemos el conflicto que se origina en los valores
fundamentales de la cultura, es decir, que mantienen o dan forma a la estructura social. Los conflictos que surgen en este nivel fundamental
de la sociedad tribal son absorbidos y reconocidos ritualmente, a través de los ritos de rebelión o de reversa. En otras palabras, sona ctos
rituales en que los actores simulan un conflicto o una rebelión y en que se ejecutan actos que en la vida cotidiana normalmente son
rechazados y severamente castigados por la ley tribal o por tabúes ancestrales.

Dos ejemplos bastarán para ilustrar este caso. En para ilustrar este caso. En primer lugar, está el caso de la rebelión y rapto ritual del
heredero del trono en el Reino Divino de los Shilluk, pueblo africano en que el Rey es símbolo de la unidad nacional. Allí los príncipes
herederos viven lejos de la capital tribal, en las aldeas de los parientes maternos; cuando uno de ellos hereda el trono de Nykang y con ello
el espíritu ancestral que origina el reinado divino Shilluk, el príncipe debe viajar ceremonialmente desde su aldea natal hasta la capital en
donde reinará a toda su nación.

Sale de la aldea como príncipe heredero, acompañado de sus amigos y parientes. Durante el trayecto, guerreros de otras aldeas simulan
dos ataques ritualizados a la comitiva y en donde el heredero es raptado, primero de su grupo de amigos y parientes, y después de sus
primeros raptores, para finalmentye ser recibido como Rey y Nykang sagrado a la capital Shilluk, sin mediar otro tipo de ceremonia en su
ascensión al trono que esos dos raptos rituales que duran un día completo y en los que, naturalmente, toman parte todos sus súbditos. En
este caso, el conflicto representado en el rapto ritual, institucionaliza el choque de intereses de diversas aldeas y de familiares aspirantes al
trono divino y a su corte, a la que ingresan parientes y amigos del Rey, pero a la que puede llegar un solo individuo con sus amigos, en
representación de una sola aldea. En este caso, el conflicto se da al nivel de las redes de relaciones entre aldeas en igualdad de derechos
como aspiraciones al trono, y en donde hay que aceptar que solo una aldea o grupo puede llegar al trono, de manera que las aspiraciones al
trono crearían trizaduras entre los grupos al interior de la nación Shilluk. Esta situación es hecha social y culturalmente aceptable por el ritual
de ataques y raptos simultáneos con que el Rey es instalado en su trono.

El segundo ejemplo de conflicto básico lo presenta la oposición entre los intereses de hombres y mujeres en los sistemas de relaciones de
parientes en ciertas sociedades africanas.

En varias de estas sociedades, como los Zulúes en el siglo pasado, los Tembu y otras naciones del Sur de África, hay días de ceremonia en
que las mujeres y jovencitas so comportan como si fueran hombres, lucen vestimentas y armas masculinas y se expresan rudamente como
los hombres. Las mujeres Tsonga incluso cantan canciones obscenas y maltratan a cualquier hombre que se les acerque.

Estos rituales son expresados como ceremonias propiciatorias para la agricultura y en ceremonias matrimoniales de los zulúes; para liberarse
de pestes y enfermedades en los Tsonga, o en ceremonias Ndembu, para celebrar la llegada de la pubertad de las jóvenes, para propiciar
su fertilidad y salud. En general, se les considera como una bendición para la comunidad por las muchas buenas cosas que podría traer. Lo
destacable es que en estas sociedades la mujer suele ocupar una posición bastante subordinada frente a los hombres.

Estos ritos de reversa muestran la forma en que la sociedad tribal busca alivio o escapa el fenómeno de la inconsistencia que se produce
entre la posición privilegiada de los hombres, quienes son los portadores, dueños o autoridades de todo lo que resulte socialmente
importante en las aldeas, pero donde las mujeres –el sector social más subordinado— son las que tienen la importantísima responsabilidad y
rol de dar a luz a los hijos que harán grande, fuerte y rica a la familia, además de ser los herederos del padre y continuadores de su linaje, en
las sociedades patrilineales. De manera que en último termino, el rol más importante de la familia, su engrandecimiento y continuidad, queda
en mano del sector más débil y subordinado.

Esta forma de conflicto cobra varios matices, según las sociedades sean patri o matrilineales, viri o matrilocales. Por ejemplo, en el caso de
sociedades matrilineales la incompatibilidad o inconsistencia se produce entre la esposa que debe ser productiva, fortaleciendo con su
trabajo al grupo del marido, y el hecho de que ella es a su vez continuadora del linaje de su propia familia de origen, no la del marido
(Gluckman, 1977:224-25). En otro caso, los Ndembu, que poseen familias matricéntricas, matrilineales, pero virilocales, el conflicto es
entre madres e hijas. Entre los Ndembu, la madre es el centro de la sociedad y portadora, en primer término, del linaje familiar, pero la hija
será su continuadora en el linaje y además, se puede ir a la aldea del marido, lejos de su control. En esta sociedad el comportamiento de
reversa es en rituales que celebran la llegada de la pubertad de las jóvenes y durante el rito las mujeres no solo se comportan como hombres
sino que los atacan si los sorprenden cerca. (Turner, 28-7 y 61-2).

Dice Gluckman que, “hay evidencia para sugerir que el conflicto básico en inherente en la posición de las mujeres en todas las
sociedades tribales, matrilineales y patrilineales (...) a lo mejor, el conflicto básico está en el hecho que las mujeres crían niños que
serán herederos competidores por el poder social, cuya posición y propiedad es fundamentalmente de los hombres” (1977:225). Lo
cierto es que en todos los casos un rito expresado en reversa a la realidad parece servir de válvula de escape a algo, como lo que sucede,
por ejemplo, en el caso de los Suazi, que consiste en expresiones de rebelión en que el Rey de los Suazi aceptaba y permitía, durante todo
un día del año, no solo que sus súbitos y miembros de la administración lo rechazaran, sino que también lo insulten públicamente, todo
dentro del ambiente ritual y ceremonial.

En todos estos casos de ritos en que se contravienen normas y costumbres cotidianas, o ritos de rebelión institucionalizados, el conflicto que
surge de los valores más básicos de la sociedad, es expresado pública y ritualmente como dramas de conflicto y conducidos en una
atmósfera religiosa, “como una suerte de catarsis que desvanece la amenaza de desunidad impuesta por los conflictos” (Norbeck,
1967:198), la que es una línea de razonamiento usual en los argumentos funcionalistas en cuanto al rol del conflicto, si bien, como lo destaca
el mismo Norbeck, Gluckman fue mucho más lejos y profundo en esta misma línea, aunque dejó en claro que los ritos institucionalizados de
conflictos pueden existir solo en sociedades en las que el orden social está establecido y sin que nada lo amenace.

3. CONFLICTOS Y CAMBIO SOCIAL

El segundo tipo de estudio etnológico sobre el conflicto agrupa situaciones en que las divergencias de intereses envuelven a personas y
grupos de tal manera que la única forma en que se resuelven es por transformación de la naturaleza misma del grupo, que sea
fraccionándose en agrupaciones distintas, cada una con su propia identidad, o cambiando la estructura o valoraciones institucionales del
grupo. En todos los caos lo que surge después del conflicto es una agrupación diferente en alguna medida, un grupo nuevo, una sociedad
nueva.

En palabras de J. Beattie, corresponde a la clase de conflictos “más radicales (porque) es el cambio en el carácter del sistema social
mismo (...) y los conflictos a lo que da lugar no se desenvuelven en términos de los valores existentes en la sociedad. Son nuevas
clases de conflictos y la tradición no provee ni precedentes, ni cura para ellos. Si el sistema tiene que persistir, más tarde o más
temprano tendrá que hacer más modificaciones radicales y así la sociedad se volverá una cosa distinta y diferente de lo que fue
originalmente” (Beattie, 1964:247) Es decir, que “Los conflictos que no pueden resolverse dentro del sistema social existente
acaban provocando cambios en la estructura social” (Nader, 1979:22)

F.G. Bailey en un trabajo sobre los Kond de la India describe un caso en que el conflicto se produce entre instituciones tradicionales de esa
sociedad, debido a cambios ocurridos en su contacto con otra cultura étnica vecina y también con la administración estatal moderna,
específicamente en materia de derecho sobre la tierra, por lo que los Kond deben reajustar su estructura social para readecuarse y resolver
el conflicto. Bailey deja en claro que en un conflicto entre instituciones de una sociedad, cuando no hay otras formas que puedan manejar el
conflicto, la única manera de resolverlo es modificando la estructura misma de la sociedad (Bailey, 1967:419).

En general, los conflictos que terminan con la transformación de un grupo social, han constituido buena parte del material de estudio del
cambio social, excepcionalmente en materia de cambios que van transformando a las sociedades étnicas o tradicionales campesinas,
incorporándolas a la cultura occidental, al sector socialmente dominante, o permitiéndoles desenvolverse mejor en ellas.

Los conflictos entre instituciones que terminan con cambios de la esencia o la identidad de una sociedad humana pueden ser pequeños,
sucesivos y persistentes, transformando lenta y progresivamente a la sociedad, o pueden ser súbitos y devastadores como producto de
guerras o revoluciones. El resultado es el mismo, la desaparición de una forma de relacionarse socialmente, para dar nacimiento a otra
nueva y distinta, o simplemente, su fusión dentro de otra sociedad mayor.

Cabe destacar que este tipo de conflictos puede tocar diferentes aspectos de la vida social. Al respecto R. Firth (1959) agrega una clase
de cambios que él llamó organizacionales y que vale la pena mencionar. Estos son cambios en la forma de hacer las cosas, o de disponer la
división social del trabajo. Las transformaciones pueden ser sutiles o complejas y afectar a diferentes rangos de las relaciones sociales
dentro del grupo social, sólo que en esos casos el reacomodo social, aunque puede llegar a ser extenso no transforma la naturaleza del
grupo.

Este caso par5ticular puede ser considerado intermedio entre el tipo de conflicto “absorbido por la sociedad” como los que mostramos en
primer término y los conflictos que sólo se resuelven con un cambio social complejo y amplio.

4. CULTURA, PERSONALIDAD Y CONFLICTO

El tercer tipo de estudio antropológico sobre el tema del conflicto, corresponde al área de cultura y personalidad, menos conocida por su
otro nombre actual de Antropología Psicológica o de Etnopsicología (en Francia). Este campo de estudio fue fuertemente influenciada por
la psicología y sus diversas formas, por lo que , como su nombre lo indica, se busca encontrar la relación que hay entre la cultura de una
sociedad, su influencia sobre la personalidad de sus individuos y viceversa.

Freud, fue probablemente el primer psicólogo teórico en enfatizar el carácter procesal del desarrollo de la personalidad y en particular, en
puntualizar el rol decisivo de los primeros años de la infancia y la niñez par establecer la estructura básica del carácter de una persona.

Para Freud, la personalidad se desarrollo en respuesta a cuatro fuentes mayores de tensiones: (1) el proceso de crecimiento fisiológico, (2)
las frustraciones, (3) los conflictos y (4) las amenazas. Como consecuencia directa de la intensificación de la tensión que emana de estas
fuentes, la persona es forzada a aprender, a crear, nuevos métodos o formas de actuar par reducir la tensión. Este aprendizaje es lo que se
quiere significar por desarrollo de la personalidad. La identificción y la evaluación son dos métodos para los cuales el individuo aprende a
resolver sus frustraciones, conflictos y ansiedades (Hall y Lindzey, 1967:19). En cuanto a personalidad y conflicto, la importante para la
antropología de Cultura y Personalidad era encontrar las fuentes del conflicto en el ambiente en que se desarrolla el individuo, para ver cual
era su efecto sobre la personalidad y luego sobre la cultura de la sociedad; de allí también el interés de este tema para el presente trabajo.

En 1928, Margaret mead, refiriéndose al enorme rol que tiene el medio ambiente en los primeros años del niño, decía que “los niños que
han tenido un mal comienzo, a menudo se desempeña más adelante, cuando tiene que enfrentar elecciones o decisiones
importantes y sabemos que cuanto más severa la decisión, mayor el conflicto. Cuanto más intensas las demandas hechas sobre el
individuo, mayor es la neurosis resultante” (Mead, 1957:166)

En su forma más simplificada, el argumento dice que durante su desarrollo, el niño resuelve las presiones que le imponen las frustraciones y
conflictos presentes en su ambiente cultural o material incorporado en su personalidad los métodos con que resuelve esas presiones (los
principales de ellos catalogados como identificación y evasión). Como las mismas presiones son ejercidas sobre todos los miembros de la
sociedad, las respuestas adaptativas desarrolladas por ellos se convierten en le estilo particular que esa sociedad impone a su cultura y con
ésta, a las relaciones entre sus miembros.

Los estudios de cultura y personalidad contienen muchos ejemplos acerca de esta argumentación. En el caos de Samoa, podemos
encontrar un primer ejemplo donde la falta de conflictos en una determinada área de conducta termina en ausencia de frustraciones. Allí la
libertad sexual durante el crecimiento de las niñas samoeses –tomado como causa de la ausencia de presiones para tener relaciones sexuales
con jóvenes de las aldeas, y por lo tanto fuentes de frustraciones que alimentan lo conflictos—explica el por qué las jovencitas no
experimentaban crisis y frustraciones durante su adolescencia (Mead, 1928).

Por el contrario, entre la gente de Alor, donde la madre dejaba a sus hijos al cuidado de parientes o hermanos mientras debe ir a trabajar
fuera de la aldea, los niños sufren primero la ausencia de la madre y después, ya un poco más grandes, deben sentir la presión de las bromas
que provocan celos entre hermanos, practicado por los padres. Además, los jóvenes so amenazados en bromas por los adultos, “con
cuchillos y amenazas de cortar sus manos y orejas”. Las explosiones temperamentales son aspectos comunes de la niñez aloresa.
Como resultado de estas presiones en su infancia, los aloreses son desconfiados y sospechan unos de otros; son pasivos y poco creativos,
carentes de metas que envuelvan esfuerzos sostenidos. Dan rienda suelta rápidamente a sus explosiones emocionales, rabia y mal genio y
no suelen tener amistades estrechas. Las relaciones entre hombre y mujer son tirantes y tienen un promedio de dos divorcios por persona.
Para Kardiner y Cora DuBois, los principales investigadores de la gente de Alor, la explicación para los rasgos de personalidad aloresa se
encuentran en las frustraciones de la niñez, ya mencionadas. (Cora Dubois, 1944; A. Kardiner, 1955; Barnow, 1979).

En otro caso, el de los Pilga del Chaco Sudamericano, estudiados en 1937, las costumbres para la distribución de los escasos alimentos
fortalece la hostilidad entre individuos. “Los síntomas de conflicto en los niños Pilga son suficientemente obvios para ser notados tan
pronto uno ingresa a la comunidad. Son hambrientos de atención y extremadamente violentos y peleadores” (Henry, 1967:167).
Como en el estudio de Alor esta situación luego se revierte sobre las relaciones entre adultos y en el caso de los Pilga, se produce gran
hostilidad entre mujeres y hombres.

Los estudios sobre cultura y personalidad ha evolucionado mucho en las décadas pasadas y la corriente psicoanalítica dentro de ella
contiene muchos estudios en que se investigan las distintas presiones que puede ejercer el medio, tanto social –como en el estudio de Alor
—como ambiental –caso de los Pilga--, que originan conflictos que impresionan la personalidad desde la niñez, para establecer ciertos
rasgos culturales del comportamiento social, colectivo, adulto. De manera que podemos inferir que en muchos casos los conflictos en un
grupo humano pueden surgir más por tratarse de formas de conducta impresa en la cultura de algunas personas, como respuestas y ajustes
de personalidad adquiridos en la infancia, que por conflictos de intereses debido a desajustes en la estructura o los valores del grupo social
total.

CONCLUSIONES

El conflicto es un fenómeno natural en el hombre social, pero habría aumentado su acento a partir del momento en que la humanidad
comenzó a asentarse, cambiando de vida nómada por el sedentarismo de la villa, los pueblos y ciudades, superando definitivamente el
estado de recolectores y cazadores. A partir de ese momento también aumenta la intensidad y la calidad de las actividades compartidas, lo
que da paso al surgimiento de intereses de competencia con mucho más frecuencia que en la vida nómada. De todo ello se desprende que
el estado de conflicto es un proceso natural en la vida social, por lo que vendría a ser un error pretender que no deberían ocurrir conflictos
en absoluto en la sociedad. Lo que debería suceder es comprender la naturaleza del conflicto para resolverlos con mayor beneficio
colectivo.
Los conflictos surgen a partir del momento en que dos o más conjuntos de interese comienzan a competir para que uno de ellos se convierta
en la alternativa dominante.
La agudización del conflicto en estos términos puede llegar a convertirse en disputa abierta, usualmente traducida en argumentaciones con
lógicas discrepantes, pero que no superan el nivel verbal; al aumentar la intensidad en acciones o hechos concretos, se llega a la lucha
abierta. Como el dictum que dice que la guerra es la continuidad de la política por otros medios, la lucha es la continuidad del conflicto
por otros medios.
A través de la investigación antropológica queda en claro que las diferencias envueltas en un conflicto de carácter grupal o social, pueden
surgir de dos fuentes claramente establecidas: (a) de los valores y costumbres de los grupos humanos, es decir, de los intereses puestos en
juego, y (b) de formas de conductas que se encuentran envueltas en estilo o de personalidades que surgen de las presiones del
medioambiente y la cultura.
En el primer caso, los estudios etnológicos muestran que el conflicto puede ser resuelto dentro de una sociedad determinada, sin alterar la
naturaleza de ésta e incluso beneficiándola al absorber o reacomodar intereses discrepantes, o bien, el conflicto se resuelve cambiando de
alguna forma la naturaleza del grupo, para acomodarlo a la naturaleza de la realidad externa y los factores que sentaron las bases para la
existencia del conflicto; en definitiva, corresponde al llamado cambio social.
En el segundo caso, el de la personalidad y cultura, situaciones presentes en el ambiente de un grupo social pueden establecer condiciones
que presionen para formar una cultura que propenda a crear personalidades conflictivas frente a ciertos aspectos de las relaciones humanas.
Se trataría de personas que al manifestarse en el nivel grupal o en contacto con otros, va a tender a crear conflictos a partir de su
personalidad, sin que pueda evitarlo y la más de las veces sin que siquiera se de cuenta de esta característica de su personalidad.
Situaciones que puede manifestarse en las relaciones de pareja, por ejemplo; por los medios de subsistencia; entre roles y estátuces
familiares y de organizaciones; por el control de medios, recursos, poder, del grupo, etc.
En una situación de búsqueda de métodos de resolución de conflictos, esta relación de personalidad – conflicto – cultura es más que nada
un factor a tener en cuenta, ya que por sí misma no ofrece mucha sugerencias para aportes a los métodos de resolución de conflictos, salvo
estar atento a la aparición de este tipo de personalidad. En cambio, en los conflictos de valores y costumbres, queda en claro que en
muchas oportunidades estos pueden ser resueltos dentro del grupo humano, con beneficio para su desarrollo, permitiéndole el reacomodo
de las situaciones que han creado la situaciones antagónicas.
Si no hay posibilidades de resolución del conflicto dentro del grupo, la solución tendrá que buscarse por el lado del reacomodo del grupo a
su contexto mayor, pero aun así, se ve que el conflicto ofrece posibilidades y oportunidades para buscar soluciones a partir de las propias
reglas de los actores.
De manera que, por desagradable que resulten los conflictos, por lo que significan en materia emocional o de choque de intereses, es
posible encontrar formas, modelos o estilos en que cada grupo humano reserva sus conflictos, porque a juzgar por la información
etnográfica, es posible pensar que estar formas existen. Por eso pareciera que un punto interesante de explorar es el de tratar de encontrar o
identificar los mecanismos de resolución de conflictos naturales en un grupo establecido. Incluso se trata de un choque de intereses en las
bases mismas de las valorizaciones y costumbres que una la grupo, también en ese caso parece posible encontrar mecanismo para la
resolución del conflicto o de valores últimos y trascendentes. Sin embargo, al buscar mecanismos, estilos o formas de resolución de
conflictos, también puede quedar en claro que su origen está en presiones muy fuertes del medio externo al grupo, en este caso habrá que
buscar formas de resolución que permitan armonizar los intereses grupales con los del ambiente externo, hasta donde sea posible, aunque
eso va a significar un cambio en la naturaleza, composición o fines del grupo.-

BIBLIOGRAFÍA

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[1] En el mismo párrafo, Barnow(1979) agrega que “l control social y la resolución del conflicto concierne al orden interno. El orden
externo concierne a la guerra”.

[2] Esta tesis central se encuentra repetida reiteradamente en el libro mencionado (Gluckman, 1973), en páginas 2-25-47-64-78-100 y
138.

[3] Gluckman (1977:106) agrega que “para disturbios en la superficie de la vida social usará, dependiendo de su naturaleza:
competición, disputa, discusión, refriega, disensión, contienda, pelea, etc. Reserva lucha para eventos de raíces más profundas y
fundamentales”; por conflicto se refiere a discrepancias en el corazón del sistema” y es mucha más preciso conceptualmente que el
término conflicto en otros autores. Comparar, por ejemplo con Bohannan (1967) donde el concepto incluye incluso a la guerra.

[4] Para una información más amplia ver Gluckman (1977)

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