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Biografía de Manuel Gonzales

Prada
Perteneciente a una familia de costumbres coloniales, nació en Lima. Estudió
en Valparaíso, Chile, y de retorno en Lima, cursó estudios en el Seminario de Santo
Toribio, para pasar luego al Convictorio de San Carlos, donde estudió Derecho, pero no lo
concluyó. Se dedicó al periodismo y a la
explotación agrícola, en la hacienda de su familia.
Durante la guerra contra Chile, participó en las
batallas de San Juan y Miraflores. Al producirse
la ocupación de Lima por las tropas chilenas, se
recluyó en su casa en señal de protesta (1881-
1883). Tras la partida de los invasores, reinició su
labor periodística y esta vez desató su ira contra
los vicios nacionales que habían causado el
desastre bélico, con un verbo muy elocuente e
incisivo. En 1885 tomó la dirección del Club
Literario, que luego se convirtió en la Unión
Nacional, entidad política de principios radicales.
Algunos de sus discursos tuvieron gran
resonancia, como el leído en el teatro Politeama
en 1888. A finales de 1891 viajó a Europa donde
permaneció alrededor de siete años. A su regreso
al Perú, persuadido de las ideas anarquistas,
reinició sus críticas contra la corrupción política,
identificándose con la clase obrera. En 1912 se le
confió la dirección de la Biblioteca Nacional en
reemplazo de Ricardo Palma. Ejerciendo dicha
función, falleció a causa de un mal cardíaco.

Casado con Adriana Verneuil (francesa de nacimiento), tuvo tres hijos, de los cuales solo
sobreviviría el menor, Alfredo González Prada, diplomático y escritor que reunió
celosamente las obras póstumas de su padre, labor que continuaría Luis Alberto Sánchez.

Su padre fue Francisco González de Prada Marrón y Lombera, quien fue vocal de la Corte
Superior de Justicia de Lima y Alcalde de Lima(1857-1858). Su madre fue María Josefa
Álvarez de Ulloa y Rodríguez de la Rosa, hija de Domingo Álvarez de Ulloa e Isabel
Rodríguez de la Rosa y O'Phelan. Su familia descendía del general Jerónimo Marrón de
Lombera y estaba vinculada con el español Antonio de Ulloa.

Fue bautizado el 8 de enero de 1844, en la Iglesia de San Sebastián por el arzobispo de


Lima, siendo su padrino el obispo José Manuel Pasquel.

En 1855, el presidente Ramón Castilla, ordenó el destierro del padre de González Prada,
ya que este era partidario del derrocado presidente José Rufino Echenique (del cual había
sido vicepresidente). Esto obligó a la familia a trasladarse a Valparaíso, Chile, donde
Manuel asistió al Colegio Inglés dirigido por mr. Goldfinch y herr Blühm. Al regresar
al Perú en 1857, su padre ocupó la alcaldía de Lima y lo inscribió en el Seminario de Santo
Toribio, que abandonó para inscribirse en el Convictorio de San Carlos (que luego formaría
parte de la Universidad de San Marcos), donde iniciaría estudios de Derecho y
Humanidades, los cuales no terminaría.
En 1863, cuando tenía 19 años, su padre murió a los 48 años y fue enterrado en
la Basílica y Convento de Santo Domingo. Abandonó entonces abruptamente el
Convictorio de San Carlos, y empezó sus tanteos en el terreno de la poesía y el drama.

Por entonces empezó a dar a luz sus primeros ensayos y creaciones poéticas, aunque con
pseudónimo. En el diario El Nacional aparecieron artículos suyos de dura crítica y evidente
radicalismo, y en El Comercio, fue publicada su primera letrilla, con fecha del 18 de
septiembre de 1867.

En 1868 viajó a la zona minera de Cerro de Pasco, empujado por su deseo de conocer el
Perú profundo y fue testigo de la situación del indio. En 1871, antes de partir hacia
“Tútume”, la hacienda propiedad de su familia, situada en Mala, escribió una suerte de
biografía suya y eliminó la partícula nobiliaria “de” de su apellido, llamándose desde
entonces “González Prada” y ya no “González de Prada”, como era su apellido original.
Con ello rompía simbólicamente con el pasado suntuoso de su familia.

Otra de sus rebeldías fue adoptar una peculiar ortografía fonética inspirada en los
principios de Andrés Bello. Sin estudios disciplinados, pero de amplia y profunda cultura
(dejó una biblioteca de tres mil volúmenes cuidadosamente leídos), durante ocho años
vivió recluido en su hacienda de Mala dedicado a los trabajos del campo y a
investigaciones químicas para fabricar almidón industrial a base de yuca, para luego
dedicarse muy activamente al periodismo, en publicaciones para algunos diarios y revistas
de Lima, como por ejemplo El Comercio, diario del que fue expulsado.

En 1878, González Prada tuvo una hija pre-matrimonial, con Verónica Calvet y Bolívar, la
cual se llamó Mercedes González Prada Calvet, quien se casó con Teodosio Cabada y
murió en 1940.

Durante la guerra contra Chile, participó en las batallas de San Juan y Miraflores, por la
defensa de la capital peruana. En Miraflores, fue segundo jefe del Reducto del Pino (15 de
enero de 1881). Al producirse la invasión de Lima por tropas chilenas, se recluyó en su
casa en señal de protesta (1881-1883).

Retirados los invasores tras el Tratado de Ancón, González Prada reinició su labor de
periodista. En 1885 publicó sus artículos “Grau” (notable semblanza del héroe de
Angamos) y “Hugo” (en ocasión de la muerte del célebre literato francés Víctor Hugo).

En 1887, se casó con la francesa Adriana Adelayda Verneuil Conches, a quien había
conocido en Lima en 1877, y declarado su amor en 1884. Sus dos primeros hijos, una
mujer (Cristina) y un varón (Manuel), murieron antes de cumplir el primer año de vida
(1888 y 1889, respectivamente). Un tercer hijo nacería más tarde, en París: Alfredo, quien
si sobrevivió a su padre.

En 1886, pasó a formar parte, como vicepresidente, del Círculo Literario, nacido del
grupo Bohemia Literaria, comandados ambos por Luis Márquez y opuesto al oficialista
Club Literario, encabezado por Ricardo Palma. Se alzó así contra la literatura oficial,
enarbolando al mismo tiempo la crítica social y política. Desde esa tribuna lanzó
combativas proclamas nacionalistas, por las cuales mereció el calificativo, por parte de su
propio panegirista Rufino Blanco Fombona, de "gallardo animal de presa". Era un enemigo
de todo lo viejo y decadente en ideas y literatura y un gran partidario de la europeización
del Perú. Su postura hipercrítica en el terreno de las ideas y de la literatura le granjeó no
pocos enemigos y le metió en variopintas polémicas periodísticas, en las que, a la manera
de uno de sus modelos, Ernest Renan, nunca se defendió y siempre atacó.
Su primer discurso célebre fue leído en El Ateneo de Lima, en 1886. Famoso es también
su discurso del Politeama en el año 1888, donde proclamó: "¡Los viejos a la tumba, los
jóvenes a la obra!", convocando a la lucha por el cambio social, contra las malas ideas y
los malos hábitos, contra leyes y constituciones ajenas a la realidad peruana, contra la
herencia colonial, contra los profetas que anunciaban el fracaso definitivo de América
Latina. Cabe acotar que todos estos discursos no eran pronunciados por el mismo
González Prada, sino por otras personas, ya que el mismo don Manuel tenía voz de tiple y
que, de haberlos pronunciado, les hubiera quitado a sus palabras toda la fuerza de su
protesta.

En 1891, el Círculo Literario, pasó a constituirse en el partido político Unión Nacional.


Convertido en la voz del nuevo Perú, que debía surgir después de la Guerra del Pacífico,
denunció los males que el país arrastraba por siglos, entre ellos la indiferencia por la
condición infrahumana del indígena; su prédica, hecha en un estilo implacable y
cientificista con raíces positivistas (fue un gran divulgador del pensamiento de Auguste
Comte), si bien luego se volvió hacia lo que más detestaba este, el anarquismo, que fue
creciendo en él en intensidad y radicalismo, como lo demuestran sus obras. El gobierno
de Remigio Morales Bermúdez quiso ofrecerlo un puesto muy rentado (para así poder
acallarlo), pero González Prada respondió que no se alquilaba.

A fines de 1891, viajó con su esposa Adriana a Europa, donde permaneció siete años.
Recorrió Francia, Suiza, Bélgica y España. En París nació su hijo Alfredo, quien sería
escritor y diplomático. En dicha ciudad tuvo un curioso lance con Paul Verlaine al insultar
este, bajo los efectos del alcohol, a una señora que se hallaba en la vía pública. Conoció
también a grandes hombres de letras como Zola, Renan y Unamuno. En París apareció
también la primera edición de su libro Pájinas libres (1894). Al volver a Lima en 1898,
empezó a divulgar las ideas anarquistas que había descubierto en Barcelona, y fue
identificándose cada vez más con los movimientos obreros anarcosindicalistas.

Gobernaba por entonces el presidente Nicolás de Piérola, elegido constitucionalmente tras


la guerra civil de 1894-1895. González Prada, antipierolista recalcitrante, emprendió una
campaña de violentos discursos y reuniones públicas en las que atacaba al gobierno, y en
especial, a la persona de Piérola. Particularmente, le reprochaba no haber realizado
reformas en los temas agrario, obrero e indígena. Para dicho fin utilizó como vehículo los
diarios Germinal y El Independiente, fundados por él mismo. Se mostró también anticlerical
y se identificó con la clase obrera; sin embargo, no quiso presentar su candidatura en las
elecciones de 1899 (en las que se eligió al sucesor de Piérola) y cuando su partido se alió
en 1902 con los liberales, renunció públicamente a él, declarando ser contrario a toda
componenda política.

En 1901 publicó su primer libro de poesía, Minúsculas, en una edición doméstica de solo
cien ejemplares. Colaboró, de 1904 a 1909, en el periódico mensual Los parias, con
artículos sociales. En 1905, invitado por la Federación de Obreros Panaderos de Lima a
conmemorar el 1.º de mayo, dictó su conferencia “El intelectual y el obrero”. En 1908
publicó en Lima su libro Horas de lucha, y en 1911, su segundo libro de poesías Exóticas.

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