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Democracia y socialismo: confrontación de ideas sin verdades "a priori"

Jesús García Brigos

Nota introductoria: el presente trabajo fue presentado en el XIV Encuentro de Filósofos


Cubanos y Norteamericanos celebrado en La Habana durante los días 24 al 28 del pasado mes de
junio. En el marco de estos encuentros, ya a lo largo de 20 años, filósofos, politólogos,
economistas y estudiosos de las ciencias sociales en general, no solo de Cuba y los Estados
Unidos sino de los más diversos rincones- desde América Latina y Europa, desde China y la
India, por ejemplo- vienen celebrando importantes intercambios académicos, que no sólo ayudan
al desarrollo científico sino al acercamiento entre los pueblos.

El tema que aquí presentamos pretendió en ese contexto, y lo logró, plantear nuevamente un
debate necesario. Lo traemos a Cuba Siglo XXI buscando hacer aún más amplio este debate.

Muchas Gracias.

Quizás el elemento que podría caracterizar más integradoramente las "reglas del juego
democrático", es el diálogo entra las partes.

Y paradójicamente, en los cauces por los que se ha desenvuelto la democracia como práctica
política, los propios fundamentos objetivos de esa práctica real, han hecho imposible que ese
diálogo pueda efectivamente establecerse, o al menos contribuir a los más puros ideales que se
declaran asociados al concepto de democracia. ¿Qué entendemos por democracia, qué es
democracia, cuál es la verdadera democracia? Son preguntas que podrían servir para tratar de
dialogar. Aunque quizás sería mejor partir de otra, mucho más científicamente rigurosa a nuestro
juicio: ¿tienen algún sentido hablar de "democracia" en general? Vivimos en un mundo en el
que, invocada con sin par recurrencia como categoría operacional del discurso político, tanto por
la derecha como por la izquierda, los más puros y legítimos ideales de emancipación humana
asociables al concepto de democracia se muestran cada vez más lejos de su realización.

En los círculos académicos y en el discurso político contemporáneos tiene lugar un curioso


proceso con los conceptos de democracia, gobernabilidad, sociedad civil, participación y otros,
que nos hace incluso testigos de combinaciones por lo menos "confusas", tales como democracia
participativa, gobernabilidad democrática, ...etc.

Este proceso tiene fundamentos materiales objetivos que no se pueden ignorar. Pero tiene
también otros condicionantes que lo privan de la originalidad que se le pudiera atribuir como
portador de nuevos aires en la política, como ciencia y como actividad cotidiana, en el contexto
liberal predominante.
Cuba, aunque en lo interno orientada esencialmente distinto al contexto internacional en que se
desenvuelve, no puede mantenerse ajena a ese proceso. Y de hecho, tanto la actividad académica
como la práctica social cotidiana, en particular la política, dan muestras constantemente de ello,
en un proceso esencialmente contradictorio y no excento de potenciales conflictos.

Cuba no puede ignorar los resultados alcanzados por las ciencias sociales en otras épocas y
contextos, muy especialmente los de la ciencia política.

No los puede ignorar, y no los ignora, por un elemental principio del proceso del conocimiento
científico. Y no los puede ignorar, y no los ignora, porque el desarrollo cubano no tiene lugar en
condiciones ideales de laboratorio, sino en una relación muy estrecha con el resto de los países.

Pero, ¿hasta qué punto es posible explicar y actuar en la realidad de un proceso de


transformación comunista, a partir del subdesarrollo, y en condiciones de sistemático y creciente
hostigamiento, trasladando acríticamente las categorías desarrolladas durante el largo periodo de
desarrollo formacional anterior? ¿Hasta que punto es posible incluso combatir con eficacia desde
dentro de las sociedades bajo el dominio neoliberal actual, con las reglas de juego para la
actividad cotidiana y con el aparato conceptual que han desarrollado esas sociedades, aplicados
acrìticamente a las nuevas realidades? Cuba y las fuerzas progresistas tienen la necesidad, el
derecho y el deber de enfrentar y resolver el reto al quehacer teórico, que representa una práctica
encaminada a establecer un modo de desarrollo social esencial y radicalmente nuevo en su
naturaleza.

El concepto de democracia surgió y se ha consolidado en su versión moderna, como punto nodal


de una red conceptual que es expresión de modos de desarrollo con un elemento común
determinante:

la existencia de desigualdades sociales sustentadas en la enajenación del individuo respecto al


proceso de producción social, enajenación que alcanza su expresión más refinada con la
consolidación de las fuerzas del capital.

En sus diversos enfoques dentro de la ciencia política contemporánea el concepto de democracia


resulta una herramienta eficaz para describir los procesos, e incluso abordar en la práctica
cotidiana las contradicciones y conflictos dentro de los marcos de un proceso de producción
social sobre las bases del capital como relación de producción determinante.

Pero si buscamos recoger conceptualmente las tendencias asociadas a la diferenciación de los


individuos dentro del tejido social, a su autoorganización y autorealización, en su contraposición
a las tendencias universalizadoras, integradoras de lo común como seres sociales, dentro de una
socialidad en la cual el pleno y libre desarrollo de todos y cada uno de los individuos sea premisa
y resultado del pleno y libre desarrollo del sistema como un todo, dentro de un proceso de
emancipaciòn históricamente pleno y verdaderamente universal, necesitamos un sistema de
categorías nuevo.
O, al menos, afrontando los riesgos de las trampas terminológicas,- necesitamos contenidos
nuevos para términos viejos, que los hagan así capaces de expresar y ser eficaces para actuar ante
procesos contradictorios e incluso conflictivos, de otra naturaleza.

Con el triunfo revolucionario de 1959 el orden social existente comienza a destruirse desde los
cambios en la política. Y el mismo poder político que se empieza a establecer, como
materialización de un nuevo contenido de la política, es fuerza directriz y expresión de una
socialidad que emerge diferente, del complejo juego de acciones y reacciones desde los
fundamentos económicos hasta las expresiones en las formas ideológicas más alejadas, pasando
por los diferentes momentos socializadores.

En el centro de este proceso está la relación individuo- sociedad, que se ha desenvuelto con toda
su riqueza de contradicción dialéctica, expresándose en todas las esferas de actividad, desde el
propio desarrollo del sistema de las fuerzas productivas.

Precisamente cuando desde la política se había identificado la necesidad de erradicar deficiencias


en el funcionamiento del sistema de relaciones en construcción, y desde la política se empiezan a
promover cambios dirigidos en su esencia al proceso de dirección de la sociedad, tienen lugar los
procesos que llegan hasta la destrucción de la Unión Soviética y actúan como catalizadores de la
grave crisis económica que hemos denominado Periodo Especial.

En el enfrentamiento a esa crisis ha resultado decisivo el estadio alcanzado por la relación


individuo- sociedad durante los años de revolución socialista, al desenvolvimiento de la
contradicción dialéctica entre centralismo democratismo, especialmente en su expresión en lo
concerniente a los mecanismos, estructuras y modos y vías reales de funcionamiento de nuestra
forma de democracia.

Expresión y portadora esencial de esa relación, la democracia socialista cubana ha mostrado el


peso de sus fortalezas, ante todo en la realidad de un organismo que, sobre la base de los propios
esfuerzos de sus individuos organizados, y sin estallidos sociales, no solo ha emprendido la
superación de la crisis, sino que lo ha hecho introduciendo cambios apreciables en la
determinante actividad económica, al tiempo que continúa su sistemático esfuerzo en la
consolidación de la nueva socialidad, atendiendo en primer lugar a las debilidades identificadas
como obstáculos históricamente condicionados, al desarrollo de las potencialidades individuales,
en un proceso complejo y contradictorio.

El mantenimiento del sentido emancipador en el desarrollo de la contradicción dialéctica


individuo- sociedad que debe distinguir a un proceso de construcción socialista, se enfrenta a
importantes desafíos vinculados a los nuevos escenarios.

En la fase actual, la acción de los elementos externos al desarrollo de la sociedad cubana en el


sentido planteado casi cuarenta años atrás, ha sufrido un cambio cualitativo que ha renovado y
reforzado su influencia, con trascendencia en la conformación de las posibles tendencias de
evolución de nuestra sociedad, al estar conformado un escenario político- económico
internacional determinado por las leyes del desarrollo capitalista.
El estado actual de la interacción entre la base económica de la sociedad y los restantes
momentos del proceso de producción y reproducción de los individuos socializados, coloca en
primer plano de importancia el fortalecimiento del papel del Estado socialista en la actividad
económica, el papel del plan económico como elemento ordenador, aglutinador y regulador en la
estructuración de la base económica, en la condición de componente de la unidad que debe
conformar el plan de desarrollo social en su contenido más amplio. Y, vinculado a todo lo
anterior, el fortalecimiento del papel del Partido Comunista en su condición de máximo dirigente
político, desarrollando su labor de "conducción"/Ché Guevara/ del desarrollo de la sociedad.(i)

Lo concerniente al Estado particularmente, significa ante todo el indispensable


perfeccionamiento de la gestión de gobierno y administrativa, que permita elevar el volumen y la
eficiencia de los resultados de las actividades vinculadas a elementos estatales de propiedad,
eliminando las inarmonías, deficiencias e insuficiencias actuales.

En el momento actual esto obliga, desde la economía, al perfeccionamiento del carácter


socialista del Estado cubano, lo cual en la etapa actual se halla aún vinculado al fortalecimiento
de su lugar como vehículo de participación en el proceso de dirección de la actividad social, en
particular la económica:

el perfeccionamiento de las vías y modos de la participación popular en la dirección del


desarrollo social, atendiendo en primer lugar a lograr la correlación que resulte históricamente
progresista entre democracia directa e indirecta, democratismo y centralismo, mecanismos
directos e indirectos de participación, necesidades individuales, particulares y sociales, ante
todo de la esfera económica.

Este perfeccionamiento necesariamente ha de pasar a través del fortalecimiento del papel de los
colectivos laborales y de los territorios en la labor de los Organos del Poder Popular(ii), siempre
como acción sistémica sobre todos los elementos que conforman esta forma de organización
estatal. Y necesariamente, acompañados del perfeccionamiento de las vías propias de
participación en la dirección del proceso social creadas para la actividad laboral.

En la situación actual se presentan potenciales conflictos, con alcance social y salida incluso a la
actividad política.

Han ocurrido cambios en los sujetos sociales, -muchos de ellos debidos incluso al propio
progreso en el desarrollo de una individualidad nueva como consecuencia del proceso
revolucionario-, y han ocurrido cambios en el contexto en el que se desenvuelve el proceso social
cubano, condicionantes de una correlaciòn de intereses nueva.

Se han generado condiciones para dinámicas que inevitablemente buscan su expresión final en la
actividad política, como la vinculada directamente al ejercicio del poder, y por tanto las
posibilidades de cambio.

Una vez planteado el problema en este plano, entran a jugar otros muchos factores que
complejizan enormemente su solución socialista, de no haberse preparado adecuadamente el
sistema con anterioridad.
No estamos ante un proceso lineal, todo lo contrario. Grande es el desafío de mantener la
orientación socialista un país pequeño como el nuestro, en el contexto actual de globalización
neoliberal agudizado por la posición de los gobiernos de los Estado Unidos hacia Cuba.

En el enfrentamiento a este desafío se juega el destino de la Nación cubana, y lo mejor de su


pueblo está decidido a salir victorioso.

Entremos en el diálogo, honrando sobre todo los esfuerzos que representan estos encuentros,
como oportunidad de debates para hacer ciencia para el hombre, -quizás incluso superior a otras,
por múltiples aspectos-, que ya por veinte años venimos desarrollando iniciados en los marcos de
los intercambios entre filósofos cubanos y norteamericanos.

Y sin quizás, la importancia de estos intercambios académicos se refuerza en el contexto actual.


Y en particular, la importancia de tratar en ellos el tema de la democracia... sin verdades "a
priori".

Notas

i) El papel del Estado, interactuando dialécticamente con el Partido Comunista, formando parte
ambos del "nuevo estado" en el sentido de "organización del poder público" de que hablaran
Marx y Engels, es decisivo en el proceso de construcción socialista. Acerca del Estado cubano
ver :"Gobernabilidad y Democracia. Los Organos del Poder Popular en Cuba", Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 1998.

ii) Limia David, Miguel; García Brigos, Jesús P.; Delgado Díaz, Carlos, et. al., "Las
contradicciones esenciales del desarrollo de la sociedad cubana contemporánea. Informe Final de
Investigación", Mayo de 1990, p. 51 (Instituto de Filosofía). García Brigos, Jesús P.,
"Gobernabilidad y Democracia. Los Organos del Poder Popular en Cuba", Editorial Ciencias
Sociales, La Habana, 1998.

Dr. Jesús P. García Brigos Instituto de Filosofía, CITMA

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