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1.

Antropología sexual:
bases teóricas y metodológicas

Edith Yesenia Peña Sánchez

De la visión naturalista-esencialista a la ciencia del sexo


El sexo y la sexualidad han estado inmersos en diversos supuestos
que los han definido, construido y valorado, entre ellos destaca la
visión naturalista-esencialista,1 que sostiene que “lo sexual” opera
en mayor o menor medida debido a la preprogramación biológica
natural de la especie como instinto natural, una forma de fuerza
atávica neurobiológica que nos conduce a actuar de determinada
manera, bajo las pulsaciones sexuales y los instintos de reproduc-
ción y supervivencia de la especie. Postura que sostiene el sentido
de asociación y complementariedad biológica entre los sexos (ma-
cho y hembra), que hacia los albores del siglo xix se diversifica en
diferentes campos del conocimiento y se refuerza bajo la presencia

1. El naturalismo pretendió brindar visiones críticas sobre la variabilidad de


los grupos humanos bajo la influencia de su medio, acepción que forma parte del
marco de referencia de las ciencias naturales y biológicas, que contempla como fin
explicar la realidad de la naturaleza y su relación con el ser humano, razón por la
cual se considera que presenta un enfoque determinista y reduccionista.

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del modelo teórico explicativo del “evolucionismo darwiniano”, que permitió dar
una realidad biológica a “lo sexual” al ubicar el desarrollo y diferenciación de las
pautas sexuales de las especies a través de observar el papel de las formas de selección
sexual,2 particularmente de los mamíferos, y su asociación con el género Homo
sapiens sapiens, por lo tanto, “lo sexual” se visualiza como instintivo y se configura
como un objeto natural, estructural y atemporal [Vázquez y Moreno, 1997:9].
Esto permitió explorar e investigar el dimorfismo sexual humano y la reproducción
con respecto a otras especies a nivel evolutivo y ontogenético (estructura corporal
sexuada, características sexuales secundarias, desarrollo sexual, receptividad sexual,
relación sexual, concepción, tiempo de gestación, vinculación afectiva materno-
infantil, hasta tratar de establecer el origen biológico del comportamiento sexual
humano), que sientan las bases para explicar la adaptación y variabilidad sexual,
generando incluso una explicación del comportamiento sexual humano que rebasó
los límites de la evolución hacia el ámbito sociohistórico, justificando su pertinencia
al devenir ontogenético del individuo en colectividad. Sin embargo, hasta la fecha
no se ha logrado corroborar ningún comportamiento sexual genético en los dife-
rentes grupos humanos, pese al desarrollo de disciplinas como la neurofisiología,
genética, sociobiología y etología. Es decir, existe una serie de reacciones, respuestas,
reflejos y capacidades de orden biológico sexual comunes a todos los seres humanos
pero, a la vez, se ha generado una plasticidad comportamental, y por ello es difícil
objetivizar los orígenes multifactoriales de un comportamiento sexual humano, lo
que nos estaría hablando de una falta de respuestas sexuales específicas debido al
abandono de los instintos a favor de la adaptabilidad ecocultural.
Dentro de la visión naturalista-esencialista que define la base para la concep-
tualización objetiva del contínuum normalidad-anormalidad, sobre “lo sexual” se
construyeron los paradigmas científicos del sexo3 y la sexualidad,4 reduciéndose

2. En la postura darwinista se menciona que la selección sexual es un proceso que moldea los meca-
nismos anatomo-fisiológicos y comportamentales de los individuos para aparejarse y reproducirse. Donde
la competencia sexual por una pareja entre los miembros del mismo sexo condiciona la evolución de
rasgos específicos para dicho sexo.
3. El sexo es considerado una “realidad perceptible que se instala en el cuerpo, que ha sido considera-
do categoría de análisis dentro del conglomerado de las ciencias biomédicas como el conjunto de factores
orgánicos que diferencian al macho (hombre) de la hembra (mujer), que se insertan en la percepción
dimórfica y los posibles comportamientos sexuales diferenciales” [Peña, 2003:43].
4. La sexualidad es una “categoría del comportamiento indispensable para la supervivencia de toda
especie animal que se organiza socialmente. En el caso del animal humano, el Homo sapiens sapiens se
significa social y culturalmente a través de la construcción vivencial y racional que los diferentes grupos

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así su expresión en el humano a un escenario defragmentado del cuerpo sexuado


filtrado convenientemente a través del sentido de la salud y la enfermedad entre cla-
sificaciones anatomo-fisiológicas y reproductivas, prácticas sexuales e incluso iden-
tidades sexuales individuales y colectivas, posibilitando que la psique también sea
defragmentada y controlada su expresión colectiva a través de regulaciones de corte
moral (ideológico-religioso), educativo (aprendizaje-socialización) y legal (leyes-de-
rechos), que permitieron normalizar al cuerpo y direccionar el comportamiento
del sujeto asignando papeles sexo-genéricos. Todos estos elementos regulatorios se
han integrado para la entronización sociocultural sobre la sexualidad en occidente
y en la época actual, tal como lo menciona Vendrell:

Hemos sido “sexualizados”, ya que el dispositivo instaura una sexo-lógica... el proceso ha


seguido muy diferentes ritmos según países, lugares, grupos o personas, pero el resultado
global de la sexologización está a la vista... la scientia sexualis –de donde– derivó posterior-
mente todo lo demás: una “sexualidad” hondamente medicalizada [Vendrell, 2005:10].

Los estudios sobre una noción de la “ciencia del sexo” se iniciaron en el seno
del conocimiento médico y psicológico con exponentes como Richard Freiherr
Von Krafft-Ebing,5 Jean Martín Charcot y Alfred Binet,6 entre otros, que sentaron
las bases de lo que con el tiempo comenzó a adquirir la denominación de sexología
para el siglo xx, que se encargaría del estudio biomédico de la sexualidad con ex-
ponentes como Havelock Ellis,7 Magnus Hirschfeld,8 Alfred Charles Kinsey,9 Wi-

humanos generan y que sus individuos integran a partir de sus experiencias de percepción e interacción,
desarrolladas en diferentes ámbitos: biológico (cuerpo, función y percepción), psicosocial (sentimientos,
personalidad, vinculaciones afectivas, entre otros) y sociocultural (identidad social, tradición y normas,
etcétera)” [op. cit.:41].
5. Manifiesta que el sexo es un instinto natural que “demanda cumplimiento con toda la fuerza y
el poder de un conquistador” [en Weeks, 1998:178]. Además de registrar lo que llamaba “desviaciones
sexuales”.
6. Realizaron estudios a escala psicofisiológica en niños considerados “anormales” y establecieron
algunos comportamientos de origen sexual diferenciados.
7. Manifiesta que el sexo “no sólo es una forma de fuerza demandante sino que: es un elemento
clave en la composición corporal de una persona (como su “constitución”); el sexo aparece como deter-
minante de nuestras posibilidades e identidades” [Havelock, 1946:3].
8. Estudioso de las expresiones de la sexualidad atípicas y fundador del Instituto de Sexología en
Berlín, Alemania.
9. Realizó una encuesta en Estados Unidos a una muestra de 1 200 hombres y mujeres, revela que
el comportamiento sexual es variable, pues de los hombres 37% admitió haber tenido experiencias

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lliam Masters y Virginia Johnson10 y Robert Kolodny.11 Sin embargo, previamente


el psicoanálisis se presentaría como una pauta de explicación sobre la psique sexual
del ser humano con Sigmund Freud,12 y en contraparte con Wilhelm Reich.13
Finalmente la antropología aborda “lo sexual” desde dos posturas, una de clara
conceptualización naturalista hacia el ámbito de las bases biológicas del compor-
tamiento sexual humano,14 comparación somatoscópica y somatométrica de las
características sexuales a nivel adaptativo-ontogenético; y otra desde una antropo-
logía social y/o cultural, donde se desarrolla una postura de descripción del folklore
sexual de los pueblos sobre sus comportamientos sexuales en colectividad. En ese

sexuales con personas del mismo sexo, mientras que 28% de las mujeres también había practicado una
relación de este tipo, además de esto se mostró que las personas tenían diversas prácticas que en ese
momento no eran reconocidas o no se hablaba de ellas. La aplicación de cuestionarios poblacionales
para conocer la sexualidad de los individuos revolucionó el estudio de la sexualidad humana.
10. Estudiaron la respuesta sexual humana observando 10,000 individuos de ambos sexos, además
de caracterizar y diagnosticar disfunciones sexuales para su tratamiento.
11. Contribuyó, en colaboración con Masters y Johnson, en la descripción y abordaje de la sexualidad
y de los comportamientos humanos a través de diferentes dimensiones o esferas de la vida, incluyendo la
social.
12. Freud, a partir del desarrollo del psicoanálisis, da un papel importante a la sexualidad en el com-
portamiento humano, pues discurre que la sexualidad es un elemento importante de la psique humana
que, de alguna manera, influye en el desarrollo de los comportamientos al mismo tiempo que se relaciona
con las etapas de la vida, en particular la psique toma sus construcciones de su biología (anatomía y fisio-
logía), genética y de los contextos en que se desarrollan vínculos, experiencias, emociones, significados,
normas en particular de la familia. Asimismo, desarrolla el concepto de líbido, al que otorga carácter de
impulso al referirse a la sexualidad, también sugiere que la vida mental revela la diversidad de deseos, los
que en un ser humano son potencialmente neutros y diversos. De esta manera, aunque otorga un papel
preponderante a la biología de la psique, al mismo tiempo abre la pauta para considerar que dicha enti-
dad, y en especial la sexualidad, se regula y construye por los ámbitos familiares y vivenciales, los cuales
finalmente tienen un orden social y cultural. Sin embargo, continuó la visión sobre la normalidad de las
prácticas sexuales, las cuales establece que deben orientarse a la heterosexualidad, y atribuyó la presencia
de otras preferencias sexuales a problemas en el desarrollo infantil de tipo psicogénico, por lo que se
refuerza la visión patológica de comportamientos sexuales diferentes al “normal”.
13. Se interesó por el inconsciente, la neurosis y la líbido, para lo cual privilegia una metodología
de percepción sobre las actitudes y movimientos corporales, llegando a establecer que se requiere una
correcta vida sexual (tensión-liberación) para permitir una personalidad integrada en lo individual y en lo
colectivo, ya que la población vive en condiciones de fuerte represión sexual y llega a sufrir patologías
mentales, por lo cual la superación de la neurosis y liberación del líbido se tendría que dar ligada a la
transformación de la realidad.
14. Desafortunadamente a través de la historia, sus aportes han sido utilizados para explicar y hasta
justificar las desigualdades biológicas, sociales y culturales, pero también han permitido establecer una
metodología que se utiliza para plantear problemas desde diversas disciplinas científicas y ubicar semejan-
zas y diferencias entre los grupos humanos [Valls, 1985:34] y brindar una visión que relacione ecología y
biología con sociedad y cultura.

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sentido la antropología, desde sus dos particulares posturas (biológica y social),


brinda elementos de carácter exótico o complementario a la ciencia del sexo. Sin
embargo, la visión antropológica de “lo sexual” fue ampliada gracias a la integra-
ción del sentido histórico de la sexualidad de Michel Foucault [1973, 1984], que
propuso para analizarlo un “dispositivo histórico de biopoder” para conocer cómo
se construye la noción de sexualidad tal y como se presenta en occidente a través
de la medicalización del sexo. Esta visión permite comprender que la sexualidad
se regula socialmente, por lo tanto, más allá de su aspecto biológico, se construye
conforme a las disposiciones, normas, valores, reglas, contexto histórico, social y
cultural en que se desarrollan los individuos. Así, la sexualidad no se trata sólo de
un impulso sino que los comportamientos sexuales que se observan en colectividad
son parte de su bagaje, si se manifiestan en ella es porque forman parte de ella.
A partir de este enfoque se abre un nuevo panorama hacia la visión de “lo
sexual” como construcción histórica y social, por lo que diversas ciencias como
la sociología, la historia e incluso la psicología, lo tomarán como base para desa-
rrollar renovadas posturas teóricas-metodológicas. La antropología, por su parte,
también ha intentado salir de los postulados clasificatorios de lo que Vendrell
[2005:12] llama “proyecto sexológico de la biomedicina”, para generar posturas
socioculturales donde destaca el construccionismo social, pero también ha impac-
tado al campo de la antropología biológica o física, lo que le ha permitido generar
posturas más integrales como la biosocial o biocultural.

Los primeros estudios antropológicos sobre sexualidad


Al realizar un recorrido por los estudios antropológicos que investigan problemas
relacionados con la sexualidad, se observa que es a principios de la década de los
veinte y treinta del siglo pasado cuando se desarrollan las primeras investigaciones
que sentaron precedentes e influenciaron el abordaje de la sexualidad a través del
enfoque sociocultural, como las de Malinowski [1971]15 en La vida sexual de los sal-
vajes del noroeste de Melanesia; Evans-Prichard [1975],16 Algunas expresiones colectivas

15. Desarrolla las costumbres y creencias en torno al amor, la sexualidad, el matrimonio y la repro-
ducción, así como el papel de la magia en este ámbito de la vida. Su estudio refleja que la sexualidad es
una parte fundamental de la sociedad de los melanesios, de esta manera su concepción se encuentra
enmarcada dentro de la cultura y del parentesco, siendo regida por instituciones tales como la familia.
16. Comenta sobre las expresiones sexuales insertas en el desarrollo de diversas actividades de la vida
social de los pueblos africanos [en Vendrell, 2005].

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de la obscenidad en África; Margaret Mead17 desarrolla dos obras fundamentales:


Adolescencia, sexo y cultura en Samoa [1961] y Sexo y temperamento [1972]; Claude
Lévi-Strauss [1972]18 a través de Las estructuras elementales del parentesco. Asimismo,
las conductas, costumbres, representaciones y prácticas sexuales se constituyen en
un ámbito importante para entender la organización social de los grupos humanos,
y son abordadas por Jacobus [1898], Tarnowski [1933], Stern [1934], Bryk [1934,
1964], Roth [1935], Rachelwitz [1963], entre otros.19 Tales estudios ampliaron
los campos del conocimiento antropológico cuando existía un predominio por
trabajar temas como la economía y la política, además de un sinfín de costumbres
que se consideraba no era necesario relacionarlas con la sexualidad, ya que sólo se
permitía debatir sobre el tema y sus modos de estudio en espacios del conglomerado
de las ciencias biomédicas, donde se gestaban los discursos lógicos articulados a
la naturaleza-biología. Discurso reforzado también en occidente por la ideología
judeocristiana, donde las prácticas sexuales sólo eran vistas como válidas si cumplían
con el carácter reproductivo que requería la especie humana para continuar viva.
Expresiones que prescribían un carácter universal a través de binomios incuestio-
nables como el sexo-reproducción y sexo-género.

El paso a la validación académica de la antropología de la sexualidad


A pesar de que algunos autores empezaron a retomar la sexualidad como parte del
quehacer antropológico, todavía era un tema ignorado e incluso rechazado. Nieto
[1996] manifiesta que el reduccionismo biológico no permitía dar otro enfoque e
incluso dichos estudios antropológicos eran tildados como pornografía o se con-
sideraba que no tenían seriedad. En este contexto, hacia la década de los sesenta
y en el marco del movimiento de la revolución sexual la American Anthropological
Association avala académicamente en 1961 a la antropología de la sexualidad [Nie-
to, 1996:360], lo que significó un paso importante en la institucionalización de
la disciplina.

17. Plantea que la manifestación de las diferencias sexuales se simboliza socialmente en términos de
papeles, donde entran en juego elementos como el temperamento (innato al ser humano) y la cultura
(externa al ser humano), la que conforma patrones diversos de comportamiento.
18. Considera que es posible establecer universales, ya que existe la unidad del pensamiento huma-
no sin distinción de raza, tiempo, espacio o contexto histórico, por lo que llega a proponer el “tabú del
incesto”.
19. Al respecto, también puede consultarse el escrito de E. Dávalos y L. Rojas [2000] quienes hacen una
revisión bibliográfica de los principales autores que han hecho estudios antropológicos sobre sexualidad.

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Con esta aportación y la de Foucault, se considera que surge la postura cons-


truccionista social de la sexualidad, que le otorga un gran peso a los diferentes
contextos socioculturales e históricos en que se construye la sexualidad. Otra apor-
tación importante es la de Gayle Rubin, quien establece como categoría el “sistema
sexo/género” [1975], negociaciones mediante las cuales la sexualidad (biológica) se
transforma en un producto humano, posteriormente [1989], considera que tanto
el sexo como el género se constituyen en pilares de las formas de práctica y orga-
nización social. Asimismo, destacan los estudios de corte etnográfico como el de
Marshall y Suggs [1971], quienes intentan hacer un esfuerzo por recabar conduc-
tas sexuales de varios estudios etnográficos. En la actualidad comienzan a surgir
nuevos estudios en el ámbito sociológico y antropológico, como los de Davenport
[1987] y Davis y Whitten [1987], que enriquecerán las posturas y desarrollo de
métodos y técnicas para abordar la sexualidad humana.

Entre biología y cultura: el proceso sexo-sexualidad


Los seres humanos presentan características sexuales de una enorme plasticidad bio-
lógica y comportamental que se hace presente al compararla con los determinismos
biológicos a los que están sujetos otros antropoides,20 que al considerar que existen
en nuestra especie, contribuyen a legitimar discursos normativos sobre el sentido de
lo natural-antinatural y normal-anormal de nuestros cuerpos y comportamientos,
bajo particulares contextos históricos, sociales y culturales. Sin embargo, como
manifiesta Sahlins, no hay que olvidar que:

la biología es una condición absolutamente necesaria para la cultura [para la existencia


humana] y también absolutamente insuficiente e incapaz de especificar las propiedades
culturales del comportamiento humano y sus variaciones de un grupo a otro [Sahlins,
1976:12].

Pero también el hipertexto, como base explicativa, presenta sus problemáticas


según manifiesta Edgar Morin: “La cultura es lo que permite aprender y conocer,

20. Los instintos sexuales que obedecen a un exacerbado dimorfismo sexual y desarrollo de señales
sexuales a escala corporal entre hembras y machos que estimulan la cópula en momentos específicos o
celo, y estaciones determinadas de reproducción. Fuera de dichos momentos no se presenta mayor activi-
dad sexual y se recrean actividades específicas para cada sexo, ya que son animales sociales e inquisitivos
[Ruffié, 1988:152-154].

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pero es también lo que impide aprender y conocer fuera de sus imperativos y sus
normas” [Morin, 2003:40].
Como se observa, la problematización de “lo sexual” es muy compleja, ya que
nuestra especie, Homo sapiens sapiens, desarrolla sociedades con comportamientos
esencialmente adquiridos, cuyas formas de interacción entre sus sujetos obedecen
más al ámbito de significación cultural, aprendizaje y experiencia que al sentido
innato del devenir biológico. De ahí que la biología potencializa las capacidades
sexuales con base en el hecho perceptible del sexo presente en los cuerpos, y la cul-
tura flexibiliza y modifica las conductas y comportamientos al construir e integrar
la sexualidad [Guasch, 1993b], dentro de las pautas de socialización humana que
canalizan “lo sexual” bajo sus fuerzas centrípetas estructurantes y normalizadoras,
pero también dinámicas.
En ese sentido, biología y cultura interactúan a través del contínuum sexo-
sexualidad, que es abordado por diferentes ciencias como las naturales (biología y
etología), el conglomerado de las ciencias de corte biomédico (medicina y psiquia-
tría, además de la psicología, sexología y psicoanálisis, con especificidades que le
otorgan cierta independencia en su desarrollo, más no su génesis), las humanistas
y sociales (antropología, sociología, demografía, derecho y pedagogía). Al cen-
trarnos en la antropología, considero que se debe abordar dicho contínuum de
manera holística, ya que como disciplina científica estudia al ser humano a nivel
biopsicosociocultural en su amplia complejidad contextual: adaptativo-evolutiva,
sociohistórica-cultural y ontogenética-individual. Para ello hace uso de sus cam-
pos del conocimiento disciplinar como la arqueología, etnolingüística, etnohisto-
ria y particularmente antropología física y antropología social y/o cultural. Estas
últimas disciplinas dan cuenta de los procesos de variabilidad y diversidad bioló-
gica de los grupos humanos en relación con sus ámbitos de interacción: biológico,
ambiental, histórico, social y cultural, y de las formas de relación que se establecen
entre los individuos dentro de sus organizaciones sociales y tradiciones culturales,
respectivamente. De ahí que el estudio de “lo sexual” en antropología parta de la
descripción, comparación y análisis del contínuum sexo-sexualidad, proceso que
eslabona hechos que afectan el cuerpo biológico y el ámbito psicosocial, cuyo
sentido y consecuencias son mediadas por la sociedad y la cultura. Dicho proceso
abarca desde el origen y aparición del sexo en las especies que nos antecedieron, la
genética, anatomía y fisiología sexual y reproductiva del Homo sapiens sapiens, así
como la capacidad mental y social de crear un lenguaje que nos permita explicar

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lo que nos rodea y autoexplicarnos para generar un contexto humanizado hasta la


expresión polimórfica del comportamiento, socialización, organización social y
gestión o administración del cuerpo y sujeto sexuados en los diferentes grupos
humanos [Peña, 2003]. Complejidad que da cuenta de que los “sexos, los sexo-
género, las identidades sexuales y los erotismos no son programados biológicamente
ni programables socialmente, sino virtualizados por los afectos y la cultura, por
las significaciones” [Lizarraga, 2001:55] e implicaciones bioéticas. Justificándose
así para su estudio un acercamiento interdisciplinario y multidisciplinario de los
distintos campos del conocimiento.

¿Qué es la antropología de la sexualidad?


Es una subdisciplina antropológica que integra modelos teórico-metodológicos que
posibilitan investigar sobre alguna problemática específica del complicado contínuum
sexo-sexualidad desde la perspectiva sociocultural o antropofísica. La antropología
de la sexualidad o antropología sexual se autodefine en función del enfoque que se
aplique. Por ejemplo, desde el sociocultural, José Antonio Nieto manifiesta que “Es-
tudiar el comportamiento sexual humano desde una perspectiva y con un enfoque
sociocultural es el objeto de la antropología sexual” [Nieto, 1989:13].

La definición anterior es aceptada y ampliada por Oscar Guasch:



El objeto de la antropología de la sexualidad sería el sexo. El sexo en tanto actividad
social. Su objetivo incluiría desde la definición misma del sexo, hasta el análisis de las
normas que lo regulan, pasando por el estudio de su importancia y función social...
que estudia el sexo en tanto que es una actividad social. Debería ocuparse entonces
de definir qué es sexo y qué no y describir qué espacios y tiempos tiene adjudicados,
qué actores lo ejecutan y cuáles no, de qué modo lo hacen y las razones de todo ello.
También sería objetivo de la antropología de la sexualidad el definir categorías ins-
trumentales que permitan la comparación intercultural respecto al sexo. La razón de
llamar a esta parte de la disciplina antropología de la sexualidad, y no antropología del
sexo está en la necesidad de hacer relevante la definición del sexo en tanto que acción
social [Guasch, 1993b:96-97].

Mientras que desde el enfoque antropofísico, Xabier Lizarraga ha trabajado


sobre lo que llama antropología sexológica, que refiere al entendimiento de la

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expansión del conocimiento teórico-metodológico de la sexología hacia la antro-


pología, donde pretende brindar una explicación de la sexualidad humana en los
ámbitos biológico, psicológico y sociocultural a través de su correlación con el
tiempo evolutivo y ontogenético, según sea el caso.
Otros autores intentan construir una definición más integral de la disciplina, tal
es el caso de Fuertes y López, quienes establecen que la antropología sexual tiene un
carácter más integral, “se ocupa del estudio de la evolución de las conductas sexua-
les, la comparación entre las conductas sexuales de las diferentes especies y la varia-
bilidad de las conductas en las diferentes culturas” [Fuertes y López, 1997:37].
De igual manera, Yesenia Peña desarrolla investigaciones sobre la antropología
sexual desde una visión holística e integral antropológica, según el enfoque que se
maneje. La antropología sexual la refiere como una subdisciplina que tiene por ob-
jeto conocer, describir, comparar y analizar la diversidad sexual de nuestra especie
a nivel filogenético y las prácticas y representaciones sexuales que desarrollan los
diferentes grupos humanos, su posible relación transcultural en tiempos y espacios deter-
minados y la cotidianidad a través de la experiencia subjetiva, respectivamente. Dis-
ciplina que se autodefine en función del enfoque del que se parta para problematizar
en el ámbito adaptativo, histórico y ontogenético, algún elemento del contínuum
sexo-sexualidad como el biosocial o biocultural, psicosocial, sociocultural.
Así pues, nos encontramos con que no existe una única definición de la antro-
pología de la sexualidad o sexual. Ante este panorama considero importante hacer
una reflexión sobre la disciplina, sus objetos de estudio y las problemáticas que
pretende abordar, con el fin de encontrar una postura integral lo suficientemente
amplia como para contener los múltiples enfoques que corroboran su pertinencia y
que dan sentido a la evolución, historia y cotidianidad de la vida sexual humana.

Implicaciones teórico-metodológicas de la antropología sexual


Considero que la antropología sexual, en su afán de comprender el contínuum sexo-
sexualidad de manera integral, permite tres perspectivas de acercamiento a dicho proceso
que resumen los principios básicos de los enfoques antes mencionados y la posibilidad
de adscribirse a diversas corrientes teóricas o generar modelos teóricos específicos.

Perspectiva biocultural
Retoma al Homo sapiens sapiens para interpretar la función del sexo y la sexualidad
de nuestra especie y compararla con otras. Además de que considera que tiene un

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Antropología sexual

proceso adaptativo-evolutivo filogenético a lo largo de la historia de la vida y del


contínuum sexo-sexualidad con especificidades grupales y ontogenéticas. Descri-
be y analiza los hechos que afectan al cuerpo sexuado de las personas, pero cuyas
consecuencias son mediadas por la cultura [Vargas, 2003:15], como es el caso de
adaptaciones, modificaciones y tratamientos corporales relacionados con el dimor-
fismo y la salud sexual y reproductiva de los grupos humanos.
Cabe mencionar que este enfoque surge dentro del ámbito de la antropología
física y se le conoce como de integración biopsicosociocultural, que se utiliza tam-
bién para abordar otras problemáticas. Con base en algunos elementos de dicho
enfoque, en la Licenciatura en Antropología Física de la enah se contempla como
parte de su currícula a la antropología sexológica, promovida desde finales de los
años ochenta [Hernández y Peña, 2003]. Grosso modo se observa que hay dos pos-
turas entre los investigadores que se han desarrollado en esta área. Xabier Lizarraga
construye un modelo teórico que genera un puente entre la sexología y la antropo-
logía, por lo que denomina a la disciplina como antropología sexológica, a través
de sus obras [1987, 1989, 2005], donde hace una revisión de la sexualidad como
un imperativo comportamental de nuestra especie, analiza la postura sexológica
para discutir las categorías construidas referentes a las orientaciones, preferencias,
identidades y enfermedades relacionadas con las prácticas sexuales para otorgarles
un sentido antropológico y manifestar su sentido evolutivo, histórico-social y po-
lítico. En este tenor desarrolla la obra Algunos pretextos, textos y subtextos ante el sida
[1990] y La evolución sociocultural sobre la homosexualidad [2003].
La otra postura está representada por la autora de este artículo. Trabajo el
contínuum sexo-sexualidad como un proceso biocultural, donde entiendo que
intervienen factores biológicos y aquellos resultados de la cultura (ya explicados
líneas adelante). Entre los estudios con los cuales ejemplifico dicho modelo están
los trabajos sobre discapacidad: La conducta adaptativa en deportistas discapacitados
[Peña, 1998], La conducta adaptativa y las prácticas sexuales en parapléjicos del Esta-
do de Colima [2001a], Los entornos y las sexualidades de las personas con discapacidad
[2003] y Entre el dilema de la salud y la condición discapacitante [2005]. Sin embar-
go, las investigaciones específicas de la sexualidad en diferentes grupos humanos
al pasar de estudios evolutivos y ontogenéticos a nivel sociohistórico, hacen que la
sexualidad se presente diversa, dinámica y por lo tanto construida, y es ahí donde
requiere retomar otros modelos teóricos explicativos que permitan complementar
las investigaciones. Por ello me apoyo principalmente en el materialismo y el cons-

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truccionismo social, para interpretar las prácticas y representaciones sexuales desde


lo histórico, cotidiano y la experiencia subjetiva. Así, se construye un modelo para
el estudio de la sexualidad desde un punto de vista integral, lo que ha permitido
generar investigaciones que, respetando el punto de vista emic, al mismo tiempo
permiten establecer teorizaciones y generar estrategias de aplicación para medidas
de intervención y políticas públicas o, en su caso, conocer de manera más cercana
las realidades de ciertos sectores sociales. Algunos de los estudios al respecto son
Reflexiones en torno al aborto [Peña y Hernández, 2001], La homosexualidad como
un polimorfismo de la sexualidad humana [2001b], Sexualidad sublimada [Hernán-
dez y Peña, 2005], Las personas con discapacidad: discriminación, vulnerabilidad
y justicia social [2008], Las prisiones del sujeto sexuado en la transexualidad (en
prensa), entre otros.
Asimismo, existen una serie de estudios antropofísicos que recrean algunos
ámbitos biológicos y culturales sobre ciertas problemáticas de la sexualidad y gé-
nero, que plantean diversas formas de acercamiento al fenómeno de “lo sexual”,
como los estudios de características sexuales secundarias y ciclo menstrual [Rosa-
les, 1987; Rivas et al., 2003; Martínez et al., 2003]; salud sexual y reproductiva
[Barroso et al., 2003; Reyes et al., 2003; Barragán y Huacuz, 2005, Espinosa,
2006]; envejecimiento reproductivo [Leidy, 2003; Pérez, 1999; González, 2005];
identidades de género y sexual [San Miguel, 2000; Dickinson et al., 2003; Már-
quez y Hernández, 2003]; estudios genéticos del cromosoma y [Rangel-Villalobos
et al., 2003]; vih-sida [Robles, 2005], entre otros.

Perspectiva sociocultural
Retoma al ser humano a través de su organización sociohistórica y cultural, a fin
de comprender las dinámicas de la variabilidad de los comportamientos sexuales a
partir de la expresión de representaciones y prácticas simbólicas [Fuertes y López,
1997]. La sexualidad se observa como una construcción cultural [Foucault, 1989] y
social, por lo que presenta, de acuerdo con Davis y Whitten [1983, en Nieto 1989],
cuatro parámetros específicos para abordarla como objeto de estudio: “1) su relati-
vismo cultural, 2) su objetivo holístico, 3) su equilibrada perspectiva transcultural21
y 4) su cualitativa naturaleza humanística y simbólica [Nieto, 1989:35].

21. A diferencia de otras disciplinas científicas la perspectiva transcultural que mencionan los autores
refiere que en cualquier cultura o sociedad puede estudiarse a la sexualidad, sin embargo, con sus carac-
terísticas propias y dentro de su esquema social, cultural e histórico, lo que le otorga variabilidad.

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La complejidad de la antropología física
Antropología sexual

Dentro de este enfoque, encontramos aportes de la disciplina sociológica a


través de autores como Jeffrey Weeks [1985, 1986, 1987, 1991, 1998] quien
comenta que la sexualidad involucra, más allá del cuerpo físico, a las creencias,
ideologías e imaginación [Weeks 1998:177], además realiza un recorrido históri-
co de los procesos de construcción de la sexualidad y profundiza en los aspectos
sociales y políticos de la sexualidad, así como las identidades sexuales. Por su
parte, Kenneth Plummer [1991] y Oscar Guasch [1993a, 1993b], en conjunto,
tienen la visión de que la sexualidad es un fenómeno resultante de diversos pro-
cesos históricos, haciendo una fuerte crítica a la visión esencialista. Asimismo, por
sus estudios de corte etnográfico particularmente en la cultura brasileña, destacan
Richard Parker [2001, 2002] y Parker y Barbosa [1966].
En el ámbito antropológico sobresalen Vance [1989, 1991], Rubin [1975,
1989], Nieto [1989, 1991, 1993, 1996], Cardin [1984], Enguix [1993], Ca-
plan [1987], Martín y Voorhies [1978] y Herdt [1994], quienes contribuyeron
a la constitución teórica del estudio de la sexualidad dentro del construccionis-
mo social.22 Postura que permeará gran parte de los estudios sobre sexualidad en
México desde el ámbito sociocultural destacando las investigaciones de Núñez
[1994, 2005], Rodríguez y Keijzer [2002], Ponce [2001] y Vendrell [1999, 2001],
quienes se han encargado de hacer estudios de tipo descriptivo y etnográfico que
contribuyen a visualizar el bagaje cultural de las construcciones, representaciones
y prácticas sexuales. Asimismo, desde la perspectiva sociológica y antropológica
también se ha estudiado a la sexualidad en el ámbito epidemiológico y sociodemo-
gráfico, abarcando temas como la salud sexual y reproductiva,23 donde destacan los
trabajos de Szasz [1998], Szasz y Amuchástegui [1996], Lerner [1996, 1998], Fi-
gueroa [1998a, 1998b, 2001, 2004], Stern y Yanes [2001], Stern y García [2001],
Amuchástegui [1996], entre otros destacados autores.

22. Corriente teórica que retoma las nociones de que el cuerpo sexuado tiene un contexto social,
histórico y cultural en tiempo y espacio, y está cargado de significados, nociones, símbolos, lenguajes que
forman parte del bagaje cultural y de las experiencias de los individuos, por lo tanto, es una realidad cons-
truida colectivamente y modificada por la subjetividad del individuo; asimismo destaca que los significados
culturales cambian y que las culturas privilegian algunos mientras margina otros.
23. Refiere principalmente a las investigaciones realizadas sobre las prácticas sexuales en diversos
grupos de edad (adolescentes y jóvenes), sexos y ámbitos (étnico, rural y urbano), el uso de preservativos,
anticonceptivos y prácticas de riesgo para contraer infecciones de transmisión sexual, el problema de
embarazos no deseados y las prácticas abortivas, el papel del hombre en el proceso de reproducción y
paternidad, el avance de la epidemia del vih-sida en grupos de riesgo.

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Edith Yesenia Peña Sánchez

También existe una tradición e interés por realizar investigaciones de corte


histórico que permitan ver las normas, reglas y procesos que han contribuido a
construir las nociones actuales de sexualidad. Ejemplo de esta corriente es John
Boswell [1981, 1982], cuyas investigaciones se concentran en el desarrollo his-
tórico de la homosexualidad; Marcela Suárez [1994, 2005] devela las normas y
preceptos que han normatizado la sexualidad de diversos grupos; mientras que
Vázquez y Moreno [1997] proponen considerarla como un “epocal”, es decir, una
constelación de acontecimientos que hay que explicar y descifrar.
Por último, existen estudios que sin remitirse a la antropología de la sexualidad
contribuyen al enriquecimiento de ésta, pues han abordado la investigación de las
identidades sexuales y los movimientos sociales, tales son las casos de Miano [2002],
Miano y Giglia [2001], González [2001], Ruiz [2005] y, en el ámbito sociológico,
Mogrovejo [2001]. Amén de los estudios de género, que bajo la perspectiva socio-
cultural apoyan la contextualización y profundización de las investigaciones en el
campo de lo sexual. Destacan en nuestro país Marta Lamas [2002], Marcela Lagar-
de [1990], Carmen Ramos Escandón [1991], entre otras, que han puesto especial
interés en abordar los papeles sociales adjudicados a la mujer y la problematización de
éstos al considerarse desventajosos y desiguales en lo que se considera una sociedad
patriarcal. De igual manera, Daniel Cazés [1994, 1998], José Olavarría [2002] y
Joan Vendrell [2002] han abordado el género desde las masculinidades para tam-
bién esbozar el espacio simbólico y práctico del hombre.24

Perspectiva psicosocial
Esta perspectiva reciente se especializa en el análisis de la experiencia subjetiva
individuo-colectividad, que pretende describir y comprender los mecanismos por
los cuales los discursos sociales y culturales son internalizados y aprendidos por los
individuos de un grupo con prácticas y representaciones sexuales y genéricas espe-
cíficas; un ejemplo de ellos desde el ámbito antropofísico son el estudio de violencia
y género [Herrera, 2004].
Entre las principales corrientes teóricas utilizadas en antropología sexual para
abordar el proceso sexo-sexualidad, según la perspectiva de estudio, se encuentran

24. Si bien los estudios de género no se encuentran dentro de la disciplina que nos ocupa, han
contribuido desde la perspectiva de género a visualizar cómo viven la mujer y el hombre su sexualidad en
nuestro contexto social y cultural.

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La complejidad de la antropología física
Antropología sexual

la sociobiología, el evolucionismo y el materialismo cultural para los enfoques


antropofísicos y la perspectiva biocultural; el estructuralismo, el funcionalismo,
la cultura y la personalidad, el estructural-marxismo y el construccionismo social
para el enfoque y perspectivas socioculturales. Y para el innovador enfoque psico-
social, se encuentra el constructivismo psicosocial, la antropología del aprendizaje
o la cognición y el etnopsicoanálisis. Las investigaciones socioculturales y psicoso-
ciales se han dirigido al estudio del comportamiento sexual en los diferentes gru-
pos sociales y culturales, particularmente en sociedades de occidente y, de manera
escasa, en étnicas y orientales, centrando sus estudios en cinco tópicos conside-
rados de carácter transcultural como son el cuerpo,25 el género,26 el erotismo,27 la
reproducción28 y la vinculación afectiva.29 En éstos se han abordado las dimen-
siones vivenciales que le son significativas al individuo según el grupo social o
cultura de la que forma parte, entre las que destacan el nacimiento, la infancia, la
adolescencia, el primer acto sexual, la masturbación, el noviazgo, el matrimonio,
el ejercicio sexual, los códigos sexuales, el embarazo, la lactancia, la reproduc-
ción, la incorporación de nuevas prácticas sexuales, la monogamia, la prohibición
de prácticas sexuales, el parentesco, las enfermedades sexuales, la salud sexual y
reproductiva, la muerte, entre otros. Mientras que en el ámbito biocultural los
escasos estudios se centran en las diferencias del proceso de trabajo descriptivo-
comparativo sobre las características sexuales del hombre respecto a otras especies,
descripción y comparación de la aparición de rasgos sexologizantes para establecer
el dimorfismo sexual, la percepción y ejercicio sexual, cambios en la etapa puberal,
envejecimiento sexual y reproductivo e infecciones de transmisión sexual entre los
diferentes grupos humanos. Recientemente, se han incorporado problemáticas

25. Planteado en términos de corporeidad, que se entiende como una representación construida
respecto al cuerpo (biológico) que se crea en torno a experiencias personales y la interacción social y
cultural.
26. Que se plantea como una construcción social y cultural que delimita papeles, estereotipos y, por
lo tanto, representaciones y prácticas en las relaciones sociales que en muchos grupos ha tenido como
base el sexo. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que en otras formas de organización no necesaria-
mente se establece con base en este criterio.
27. En este caso lo definimos como el conjunto de experiencias, representaciones y prácticas que se
significan en torno al placer y/o displacer dadas en el seno de procesos de corte personal, social y cultural.
28. La entendemos como una capacidad biológica de dar descendencia y continuidad a la especie,
así como de heredar, que en grupos humanos se permea dentro de un proceso simbólico social y cultural
que delimita su práctica.
29. Es el cúmulo de redes o relaciones que se establecen a escala social, ya sea por medio de lazos de
filiación y/o afiliación que conjuntan redes de interacción o formas de vinculación.

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Edith Yesenia Peña Sánchez

relacionadas con factores biológicos que afectan los esquemas corporales y el ejer-
cicio de la práctica sexual como la discapacidad, estrés, transexualidad, enferme-
dades y nutrición, entre otros.

La aplicación de metodologías y técnicas: cuantitativas, cualitativas o mixtas


Indiscutiblemente, para realizar una aproximación antropológica al estudio de
la sexualidad, debe atenderse a sus aspectos teóricos y metodológicos, desde la
indispensable discusión del concepto de cuerpo, sexo, sexualidad, género e iden-
tidad, hasta la presentación de ventajas o desventajas en el uso aplicativo de he-
rramientas cuantitativas y cualitativas, donde hay que poner especial atención en
la problematización conceptual que se presenta al confrontar el modelo con la
realidad, ya que la mayoría de las veces, cuando se trabaja con grupos humanos
a nivel evolutivo-adaptativo y sociohistórico, éste es rebasado por las representacio-
nes y prácticas cotidianas y subjetivas, particulares de cada grupo humano según la
temporalidad en que se haya planteado el problema de estudio.
Sin embargo, la correlación entre la postura teórico-metodológica es la que
perfila el método y las técnicas que se utilizarán en la investigación. En ese senti-
do, se establecen tres tipos de metodologías: la cuantitativa, cualitativa y cuanti-
cualitativa que son utilizables en antropología sexual.
En el nivel metodológico existe una correlación entre método y técnica, es
decir, a cierto método le corresponde cierto tipo de técnicas:

1. La metodología cuantitativa se caracteriza por generar datos medi-


bles y manejables en términos estadísticos, para encontrar relaciones
significativas entre variables previamente determinadas dentro de un
estudio, donde las técnicas más utilizadas para abordar problemas de
investigación relacionadas con la sexualidad son las encuestas, cues-
tionarios, test o cédulas de percepción, cognición y antropométricas,
para establecer principios descriptivos-comparativos y experimentales.
Presenta límites en la explicación de las interacciones del comporta-
miento sexual ejercido por los sujetos de una colectividad, por lo que
no se llega a generalizaciones sobre lo sexual. Metodología utilizada
principalmente por los antropólogos físicos que estudian la sexualidad
humana a nivel biológico y requieren de comparaciones y estudios
experimentales.

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La complejidad de la antropología física
Antropología sexual

2. La metodología cualitativa se caracteriza por generar datos que no son


mensurables sino descriptivos, cuyo fin es brindar explicaciones contex-
tuales y asociaciones categóricas entre diferentes ámbitos que describen
el fenómeno o proceso de estudio, donde las técnicas más utilizadas para
abordar problemas sobre sexualidad son las de tipo etnográfico, como
el diario de campo para realizar anotaciones descriptivas, la observación
directa e indirecta y participante en algunos casos, las entrevistas semies-
tructuradas y a profundidad, grupos focales, historias de vida y biografías.
Entre las limitaciones que presenta su aplicación se encuentra, en algunos
casos, la pérdida del control interrogativo crítico. Además de que no se
cuenta con bases de datos sistematizados sobre sexualidad, ya que no es su
interés. Sin embargo, dentro de la perspectiva sociocultural es la metodo-
logía más utilizada para describir y analizar problemáticas sobre la sexua-
lidad.
3. La metodología cuanti-cualitativa se caracteriza por generar datos tanto
cuantitativos como cualitativos, por lo cual se realiza una selección de
técnicas de ambos tipos según los requerimientos de la investigación. Los
límites de su aplicación aún se encuentran en debate, pero constituye la
estrategia metodológica más utilizada actualmente en la perspectiva bio-
cultural o biosocial de acercamiento al proceso sexo-sexualidad.

La aplicación de las metodologías cuantitativa y mixta son las más utilizadas en


la antropología de la sexualidad, sobre todo para los estudios bioculturales, mien-
tras que los socioculturales privilegian la utilización de técnicas cualitativas. La
aplicación de dichos métodos y técnicas en el estudio antropológico de la sexuali-
dad, como en cualquier ámbito, implica eliminar juicios de valor, lo cual resulta,
en particular en este campo de estudio, algo muy difícil, puesto que el investigador
se acerca al objeto o sujeto de estudio con una visión muy particular e incluso a
veces con una idea prefabricada del fenómeno, predisponiéndose a dar por hecho
lo que va a encontrar, lo que ocasiona que se adjudiquen categorías en torno
a los comportamientos observados que no necesariamente corresponden con las
realidades o interiorizaciones de los individuos. Muchas veces, estas ideas ya están
impregnadas por el conocimiento que hemos asimilado de lo que hemos oído, las
ideas y preconcepciones que en nuestra cotidianidad manejamos como válidas en
nuestra realidad y contexto, pero no por eso las podemos aplicar como medida

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Edith Yesenia Peña Sánchez

sobre los procesos que estudiamos de otros grupos y sujetos, ya que se puede llegar
a invalidaciones del estudio por errores o manipulación de datos cuantitativos o
problemáticas éticas en la obtención de información cualitativa.
Asimismo, existen problemáticas emergentes que podemos encontrar en el
campo de la antropología sexual desde el enfoque antropofísico, ya que no existe
un corpus teórico metodológico sobre “lo sexual”, por lo tanto, el investigador
que retome el estudio del contínuum sexo-sexualidad como proceso biocultural
tendrá que construir un modelo teórico que sustente la investigación, las catego-
rías e indicadores bioculturales que le permitan investigar un proceso más que
variables aisladas y su relación entre éstas según el nivel de análisis adaptativo-
evolutivo, histórico-grupal e individual-ontogenético o, en su caso, conformarse
con un estudio relacional de los elementos o factores que intervienen. En virtud
de lo anterior surgen problemas derivados de la incorporación de posturas teóri-
cas y metodológicas que llegan a causar confusión en el reconocimientos de los
límites de nuestra disciplina, y por lo tanto, en el establecimiento de problemas de
estudio de corte antropofísico sobre el contínuum sexo-sexualidad, por lo que la
connotación del enfoque antropofísico está basada solamente en la utilización de
alguna técnica cuantitativa, uso de variables ecoculturales, o finalmente, se llega
incluso a manifestar que dicho enfoque no tiene sustento para explicar la realidad
del sexo y la sexualidad.
Lo anterior subraya que todavía no hemos logrado construir puentes biocul-
turales válidos y operativos para el nivel interdisciplinario, multidisciplinario y
transdisciplinario de los resultados del ejercicio antropofísico en su inclusión so-
bre problemáticas sexuales, por lo que se presenta como reto desarrollar modelos
teórico-metodológicos, no sólo para el ámbito adaptativo-evolutivo sino para el
histórico, social y su relación con el individual-ontogenético (que integre y ex-
plique la interacción de los ámbitos ecológicos, biológicos, sociales y culturales).
Finalmente, las relaciones que establecemos obedecen a una realidad que, lejos
de fragmentar la vida de los individuos, se conforma como un todo articulado
que tiene sentido y permite interpretar la experiencia sexual humana desde el
ámbito biocultural o biosocial, psicosocial y sociocultural para reconocer el ca-
rácter holístico de la antropología.

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