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Se opera la sucesión de la titularidad del dominio sobre los bienes, cuando una
persona reemplaza a otra en esa calidad, poniéndose en su lugar. El artículo 3262 del
Código Civil argentino, dice que puede ocurrir por prescripción de la ley (sucesión ab
intestato) o en forma voluntaria (sucesión testamentaria, cuando el causante,
previendo su muerte, dispuso su voluntad en testamento válido).
Las sucesiones pueden ser a título universal, transmitiendo todo el patrimonio, o una
parte ideal de éste, sin especificar, o a título singular (uno o varios bienes
específicos). También puede ser inter vivos (entre personas vivas) o mortis causa
(cuando la transmisión del dominio ocurre luego de la muerte del causante, a quien
se va a suceder (herencia). Puede ocurrir la combinación de estas clasificaciones. La
sucesión universal inter vivos fue conocida en el derecho romano en los supuestos
de adrogación, donde una persona sui iuris (cabeza de familia) se incorporaba a otra
familia, bajo la autoridad de otro pater, perdiendo el adrogado esa condición y
también su patrimonio, que era incorproado al del adrogante. Otro caso era la
bonrum venditio, donde ante la venta de los bienes del deudor insolvente, el
adquirente de ese patrimonio, se convertía en un sucesor universal inter vivos del
deudor. La sucesión inter vivos a título particular, se da en los casos de compra venta,
permuta o donación. La sucesión universal mortis causa ocurre en la herencia, y la
sucesión particular mortis causa, en los legados.
El sucesor universal inter vivos o heredero, en el derecho romano, no solo ocupaba el
lugar del causante con respecto a los bienes sino también en su persona, ya que esto
era necesario para la continuación del culto familiar. Por supuesto, ciertos derechos
personalísimos no se transmitían por herencia, como el derecho del esposo sobre su
mujer, o los cargos públicos.
Por supuesto, los sucesores universales, son, a su vez, sucesores particulares de los
bienes individuales que se transmiten. El sucesor no puede adquirir mayores
derechos que su transmitente. Si el título en virtud del cual el anterior dueño
invocaba su derecho, estuviera viciado, estos vicios se transmiten al sucesor, siendo
pasible de perder su dominio.
En el artículo 3279 del Código Civil argentino, bajo el título “De las sucesiones” se
define solo a la sucesión mortis causa, aclarando en la nota a dicho artículo, que en
el campo del derecho, herencia y sucesión son sinónimos, dejando entonces de lado
las sucesiones inter vivos dentro de la denominación.
Las sucesiones mortis causa, o por causa de muerte del titular de los derechos,
transmite al heredero los derechos activos y pasivos del causante, una vez producido
su deceso. Puede ser legítima, o sea, otorgada por la ley, a falta de testamento,
supliendo la ley la voluntad del causante, y otorgándola a los parientes más
próximos, descendientes, ascendientes, cónyuge, y parientes hasta el cuarto grado
inclusive (primos) a quienes también les corresponde la legítima, institución que
impide al testador, disponer de todos sus bienes privando de ellos a sus herederos
forzosos. El heredero más próximo excluye al posterior, salvo el derecho de
representación. La otra forma es la testamentaria, cuando el testador o causante
manifestó su voluntad designando los herederos para después de su muerte. El
derecho romano no permitía que una persona pudiera morir en parte testada y en
parte intestada, o sea, que si no había dispuesto de todos sus bienes por testamento
válido, lo no repartido se asignaba a los designados acrecentando
proporcionalmente lo que ya habían recibido. Actualmente sí está permitido. Ésta
forma se denomina sucesión mixta.
Si no hubiere parientes en grado sucesible, ni testamento, los bienes pasan a
propiedad del estado.
Derecho sucesorio
Es el conjunto de normas jurídicas que regulan el modo en que se transmiten los
derechos activos y pasivos de una persona muerta a sus herederos, en los casos de
herencia o sucesión universal, o de uno o varios bienes particulares, en el caso
del legado.
El heredero adquiere los derechos del causante a título derivado, por traspaso o
transmisión, poniéndose en su lugar y ejerciendo los derechos sucesorios en su
propio nombre.
El carácter de herederos es conferido por la voluntad de causante, expresada en
un testamento válido o por disposición de la ley, a falta de testamento, que lo
confiere a los parientes próximos.
Las normas del derecho sucesorio están contenidas en los códigos civiles de los
diferentes estados, pues corresponden a relaciones entre particulares, y está
profundamente vinculado al derecho de familia, ya que son los parientes los que
heredan al difunto, no pudiendo ser totalmente excluidos algunos herederos
forzosos por el testador (institución de la Legítima) y son los parientes más próximos
los llamados por la ley a suceder en caso de falta de testamento.
En el Código Civil argentino estas disposiciones están contenidas en el Libro IV,
titulado “De los derechos Reales y Personales”, que luego de un título preliminar (De
la transmisión de los derechos en general) trata en la Sección Primera “De la
transmisión de los derechos por muerte de las personas a quienes correspondían”.
Esta sección a su vez, tiene veinte títulos que en total comprenden quinientos
noventa y cinco artículos (3279 al 3874) regulando sobre las sucesiones en general, v
sus clases, la división de la herencia, los derechos y obligaciones de los herederos, la
legítima, las causas de desheredación, de los legados, de la revocación de herencias y
legados, de los albaceas, etcétera. La jurisdicción para entender en estas cuestiones,
le corresponde a los jueces del último domicilio del causante. Si hay un solo heredero
las acciones se deben dirigir ante el Juez del domicilio de ese heredero.
El Código Civil para el Distrito Federal de México trata del Derecho Sucesorio en su
Libro Tercero, que contiene disposiciones preliminares en su Título Primero,
ocupándose en el Título Segundo, de las sucesiones testamentarias; en el tercero de
las formas de los testamentos; en el cuarto de la sucesión legítima, y en el título
quinto de disposiciones comunes a ambas clases de sucesión. A su vez, cada título se
divide en capítulos. En total contiene quinientos diez artículos (1281 a 1791). Como
vemos el tema sucesorio ocupa un lugar destacado por su importancia en las
relaciones privadas dentro del contexto del Derecho Civil.
El Derecho Sucesorio fue conocido desde la más remota antigüedad, legislado muy
detalladamente por las leyes romanas, que concedían al principio al testador las más
amplias atribuciones sobre sus bienes, para luego evolucionar hacia el sistema de la
legítima de los herederos forzosos, y estableciendo además supletoriamente una
sucesión ab intestato para los casos en que no hubiera testamento, o este fuese
nulo. En Roma la sucesión no solo tenía un interés particular, sino familiar y social, ya
que el sucesor no solo sucedía al causante en sus bienes sino como pater,
convirtiéndose en jefe del núcleo familiar, dueño del patrimonio y del culto de esa
familia.
Para fundamentar la existencia de este derecho, se ha pretendido de que se trata de
un derecho natural, de ocupar el lugar de una persona fallecida que ahora se halla
vacante, o que se trata de un derecho basado en motivos biológicos, por el cual los
descendientes continúan la persona del causante, por supuesto no en sus derechos
personalísimos, como en sus cargos y funciones o como esposos, o como padre. Sin
embargo, en este caso no podría explicarse la sucesión que les corresponde a los
ascendientes, a falta de descendientes, o cuando por testamento la herencia pasa a
manos de extraños o parientes lejanos.
Otra teoría considera que el Derecho Sucesorio se basa en el afecto presunto del
causante. Cuando no ha dejado testamento, la ley considera que la persona fallecida
hubiera querido dejarles la herencia a sus próximos parientes, aunque no solo
parece considerar lo querido por el causante, ya que si le dejó la herencia a extraños
desheredando a los herederos forzosos, son éstos los defendidos legalmente,
pudiendo hacer uso de la legítima.
Basándose en estos supuestos, otros doctrinarios opinan que la sucesión se basa en
la copropiedad familiar, pero no explica el traspaso de los bienes a extraños en
algunos casos. La teoría utilitaria sostiene que es el estado que por razones de orden
práctico ha establecido este derecho; y la teoría socialista niega definitivamente el
derecho sucesorio al desconocer la propiedad privada de los bienes.
Orden sucesorio
En el caso de que una persona muera sin dejar su voluntad expresada en
un testamento válido sobre lo que desea que se haga con sus bienes (aunque la
libertad de elección no es absoluta pues se debe respetar la legítima de los
herederos forzosos: hijos, padres y cónyuge supérstite) es la ley la que establece la
forma de deferirla basándose en un orden de prelación, dentro del cual pueden
concurrir varios órdenes hereditarios, compartiendo los bienes.
El Título IX, del Libro IV, Sección Primera del Código Civil argentino, llamado “Del
orden en las sucesiones intestadas) trata del tema en sus artículos 3565 a 3590.
Los primeros en heredar son los hijos, pero en este caso corresponde hacer una
salvedad. Si el causante tuviera cónyuge y los bienes adquiridos lo fueron luego de
casados, integran la sociedad conyugal; por lo tanto la mitad será del cónyuge
supérstite, no como heredero sino como socio. La otra mitad será repartida entre los
hijos, que desplazan al cónyuge en esa parte de la herencia. Los nietos o bisnietos del
causante heredan sólo si sus padres están muertos (por derecho de representación),
porque en este caso el grado más próximo es excluyente del más remoto.
Los ascendientes sólo heredan si el causante no tiene descendientes (también el más
próximo va a excluir al más remoto: el padre al abuelo, y así sucesivamente). Si
existiera cónyuge supérstite y ascendientes, pero no descendientes, el cónyuge
supérstite se queda con la mitad de los gananciales que le pertenecen y la otra mitad
de gananciales los comparte con los ascendientes.
Los parientes colaterales hasta el cuarto grado en el siguiente orden: hermanos, tíos
y sobrinos y primos, heredan solamente si no hay ni descendientes, ni cónyuge
supérstite, ni ascendientes. Los medio hermanos concurren con los hermanos en la
sucesión pero reciben la mitad de lo que les corresponde a estos últimos, salvo que
no haya hermanos enteros, en cuyo caso heredarán como si lo fueran. Si no hay
parientes en grado sucesible los bienes pasan al Fisco.
Declaratoria de herederos
El artículo 3.410 del Código Civil argentino establece que ciertos herederos
(ascendientes, descendientes y cónyuge) entran en posesión de la herencia desde el
día de la muerte del causante, sin que deba mediar forma alguna o intervención de
la justicia, y aún si ignorase su calidad de heredero.
Los artículos 3.412 y 3.413 disponen, que el resto de los sucesores ab intestato, o los
designados en un testamento válido deben pedir al Juez que los ponga en posesión
de los bienes hereditarios, debiendo justificar sus títulos a la herencia.
A pesar de que los herederos mencionados en el art. 3.410 no deben cumplir ningún
requisito, la práctica y la seguridad jurídica exige que todos los herederos presenten
una certificación judicial, llamada declaratoria de herederos que pruebe su carácter
de tal. La necesidad de pagar el gravamen sucesorio y la de que terceros conozcan la
existencia de los herederos, hace imprescindible que todo heredero deba solicitarla.
Sin ella ningún escribano, por ejemplo, trasmitiría el dominio sobre un bien inmueble
o mueble registrable, de una persona fallecida.
El artículo 3.430 dispone que la transferencia de bienes inmuebles a título oneroso
que realice el poseedor de la herencia, sea o no buena fe, son válidos para el
heredero, si el poseedor ha obtenido declaratoria de herederos o la aprobación
judicial de un testamento, siempre que el tercero adquirente sea de buena fe.
Esto ocurre porque la declaratoria de herederos crea una presunción de que los
herederos declarados son los que legalmente corresponden, mientras no se
demuestre lo contrario.
El artículo 700 del Código Procesal Civil y comercial de la Nación dispone que
cumplidos los trámites procesales, y constatado el derecho de los herederos (según
los modos establecidos por el Código Civil) se dictará la correspondiente declaratoria,
que según el artículo 702 se dictará sin perjuicio de terceros. Podrá impugnarse a
posteriori la validez de la declaratoria, excluir al heredero instituido o solicitar se
nombre un nuevo heredero.
Sucesión ab intestato
Se conoce como sucesión ab intestato, legítima o intestada, a aquella que se defiere
por imperio de la ley a falta o invalidez de un testamento, o cuando en éste no se
dispuso de todos sus bienes; a los parientes próximos, estimando el Derecho que esa
hubiera sido la voluntad del causante en caso de haber sido expresada.
Para quienes consideran que los parientes que la ley designa para sucederle son los
que él pondría en su disposición de última voluntad, no es necesario que redacte un
testamento.
Fue recién con el emperador Justiniano que se les dio vocación sucesoria a los
cognados. La esposa solo recibía la Bonnorum Possessio, posesión bonitaria
pretoriana. A partir de este emperador también se concede el derecho de
representación donde los hijos pueden concurrir por la porción hereditaria a de su
padre o madre pre muertos.
En el actual Código Civil argentino se trata este tema bajo el título de las sucesiones
intestadas, donde se las concede por el art. 3545 este derecho sucesorio a los
descendientes del causante, ascendientes, a su cónyuge sobreviviente, y a los
parientes colaterales hasta inclusive el cuarto grado (primos). De no haber parientes
se declara la herencia vacante y pasa al Fisco.
Según el artículo 3546 el pariente más cercano en grado, salvo el derecho de
representación, excluye al más remoto. Esto quiere decir que si hay hijos, ya no
heredan ni los ascendientes ni los colaterales. Si hay hermanos ya no heredan los
sobrinos, salvo que su padre haya muerto; y ellos, por representación heredan en
conjunto su porción.
Indivisión hereditaria
La comunidad hereditaria conformada por los herederos que concurren al
llamamiento a la herencia, produce un estado de indivisión hereditaria temporal, que
termina por lo general con la partición, donde se concreta la cuota abstracta o ideal
que tenía cada uno de ellos sobre los bienes de la herencia. De este estado de
indivisión transitoria ya nos hemos referido al tratar sobre la comunidad hereditaria.
En general, son los hijos (les corresponde como legítima la 4/5 parte de los bienes
del testador), los padres (2/3 de los bienes) y cónyuge (1/2 de los bienes si no existen
descendientes ni ascendientes). Estas porciones son según el Derecho argentino. Los
herederos no forzosos son el resto de los parientes hasta el cuarto grado, que
pueden ser privados de la herencia por voluntad del testador.
Al tratar el tema de la legítima expusimos con detalle las porciones que puede
disponer el testador sin afectar la legítima de estos herederos, cabe aclarar que los
herederos forzosos no pueden realizar renuncia anticipada sobre su legítima futura
(art. 3599 del C.C. argentino).
Si el testador le deja a su heredero forzoso menos de su porción legítima, éste, tiene
solo acción para exigir su complemento (art. 3600) reduciéndose las porciones que
afecten ese derecho (art. 3601).
Una vez satisfecha la legítima de los herederos forzosos, el testador puede disponer
libremente del resto de sus bienes, haciendo legados o mejorando la porción de sus
herederos legítimos (art. 3605).
El Código Civil peruano establece en su artículo 724 como herederos forzosos a los
hijos y demás descendientes, al cónyuge, y a los padres y otros ascendientes. Para los
hijos o cónyuge se reserva dos tercios de los bienes; para los padres y otros
ascendientes, si no hubiera descendientes o cónyuge, la mitad de los bienes.
El artículo 1226 del Código Civil colombiano limita las disposiciones de última
voluntad del testador de acuerdo al artículo 1226 a que respete las asignaciones
forzosas, por alimentos, la porción del cónyuge; y las legítimas, esta porción es la que
corresponde a los legitimarios, que son los herederos forzosos.
Heredero aparente
Es heredero aparente aquel que sin derecho a ello, pues hay parientes con mejor
derecho, se encuentra en posesión de la herencia, y que al ser desplazado por el
heredero genuino, perderá esa pretendida calidad; pero mientras tanto, al haberse
comportado como heredero con calidad jurídicamente reconocida, ha podido
realizar actos, que habrá que determinar si resultan válidos o no.
Sin embargo puede suceder que los herederos tengan previsto vender la propiedad
heredada, por lo cual pueden obviar inscribir la declaratoria e inscribir directamente
la propiedad a nombre del adquirente al que los herederos le vendieron la
propiedad, previa presentación y aprobación de los bienes del causante, justificando
su dominio, la valuación fiscal y la ausencia de anotaciones personales.
Se debe pedir autorización para ello al Juez del sucesorio, y el escribano debe realizar
la trascripción tanto de la declaratoria como de la autorización judicial para la
inscripción, para lo cual necesita contar con los datos que constan en el expediente
sucesorio.
En el caso de existir menores entre los herederos debe pedirse la autorización
judicial, que tramitará por vía de incidente y previa vista al Ministerio de Menores.
La ley que regula este instituto es la 17.801 de 1968 que trata sobre la Propiedad
Inmueble en Argentina. Se ocupa de ello en el Capítulo IV (arts. 14 a 20).
Luego de expresar en los artículos 14 y 15 que deben inscribirse todas las
transmisiones de dominio que se efectúen, en el artículo 16 se exceptúan los
siguientes casos:
1. Cuando el documento verse sobre bienes registrados a nombre del causante, y sea
otorgado por los jueces, los herederos que consten en la declaratoria o sus
representantes, cumpliendo obligaciones contractuales contraídas durante su vida
por el causante o su cónyuge.
2. En el caso de transmisión o cesión de bienes de la herencia por parte de los
herederos o sus sucesores, sobre bienes que se encentren inscriptos a nombre del
causante o del cónyuge.
3. Cuando sea como consecuencia de la partición de los bienes de la herencia.
4. Cuando se instrumenten en forma simultánea negocios jurídicos sobre la misma
propiedad inmueble.
Nulidad del testamento
La disposición de última voluntad del causante puede ser objeto de nulidad como
cualquier acto jurídico, género del cual el testamento es una especie. Además, la ley
establece para ellos, casos específicos, que pueden generar su nulidad total o parcial
o convertirlos en nulos o anulables.
Hay sin embargo casos en no puede hacerse partición privada debiendo efectuase
partición judicial, los que están contemplados en el artículo 3465. Estos son:
1. Cuando haya menores, incapaces o ausentes de existencia incierta
2. Por oponerse terceros interesados (acreedores) a la partición privada
3. Si no hay acuerdo entre los herederos en hacer la partición privada
Los que pueden pedir la partición son todos los que tengan en ella un legítimo
interés (herederos, legatarios de cuota, acreedores de los herederos, herederos de
los herederos, cesionarios de derechos sucesorios, tutores y curadores de
incapaces). Mientras subsista la indivisión, la acción de división de la herencia no
prescribe (art. 3460).
La partición judicial además de estar regulada por el Código Civil se integra por
normas procesales. Comienza con el inventario de los bienes hereditarios. El
inventario debe hacerse judicialmente si así lo solicitaren los herederos o los
acreedores de la herencia o el organismo fiscal, y el juez lo considere procedente. De
lo contrario podrá hacerse una denuncia de bienes. En el caso de que existieran
incapaces, deberá solicitarse la conformidad del ministerio pupilar.
Antes de dictarse la declaratoria de herederos o aprobarse el testamento puede
hacerse un inventario provisional y luego de la declaratoria o aprobación del
testamento efectuarse el inventario definitivo. El inventario podrá ser hecho por un
escribano que las partes designen o en defecto nombrarlo el Juez.
Luego de realizado el inventario se procede a tasar los bienes por parte de peritos. Si
uno de los heredero demuestra que la tasación no coincide con el valor real de los
bienes, el Juez puede ordenar una sobre-tasación (art. 3466 C.C. argentino).
Se da a publicidad por cinco días, y si no hay oposición son aprobados inventario y
avalúo.
La partición estará a cargo de peritos que nombrarán las partes (art. 3468).
La legítima
El testamento, es la manifestación de voluntad de una persona que dispone de sus
bienes para después de su muerte. Solo a falta de testamento la ley llamará a los
familiares que corresponda, para heredar al difunto.
Heredero único
El artículo 3284 del Código Civil argentino, establece que el Juez del último domicilio
del causante es el que tiene jurisdicción en su sucesión, comprendiendo la apertura
de la misma, hasta la partición; la demanda entre copartícipes sobre la garantía de
los lotes; las acciones de reforma y nulidad de la partición hereditaria; las que se
refieren a la ejecución de las disposiciones testamentarias; concluyendo el inciso 4
en incluir a las acciones personales de los acreedores del causante, previas a la
división hereditaria.
Sin embargo, el artículo 3285 establece una excepción para el supuesto de que
existiera un único heredero, en cuyo caso una vez aceptada la herencia, las acciones
deben dirigirse ante el Juez del domicilio de ese heredero.
De la relación entre estos dos artículos surgía la duda interpretativa, sobre qué
abarcaba las excepciones del artículo 3285. Si solo el supuesto comprendido en el
inciso 4, o si también comprende los del inciso 3, o todos los casos contemplados en
el artículo 3284, incluyendo la tramitación del juicio sucesorio.
El artículo 3285 habla de acciones, pero no aclara si esas acciones son sólo las de los
acreedores, o incluye también, por ejemplo las de los legatarios.
La mayoría de la doctrina, entre los cuáles se hallan Maffía, Rébora, Segovia,
Guastavino y Fornieles han sostenido que solo comprende el caso del inciso 4, pues
al abrir la sucesión no se sabe si hay un heredero único, para lo cuál, el Juez del
sucesorio (el del último domicilio del causante) ordenará la publicación de edictos.
El domicilio del causante parece el lugar mas apropiado para que se sustancie el
juicio sucesorio, a pesar de que haya un solo heredero, pues es el sitio donde más se
lo conoce, donde es más fácil localizar a otros herederos, a sus acreedores, y donde
pueden conocerse con más certeza si existen causas de indignidad, si hay motivos
para excluir al heredero de la herencia, o donde puede esclarecerse la verdadera
voluntad del testador, si el testamento contuviera alguna disposición poco clara.
Si bien la Corte Suprema había en un principio sentado el criterio de que el artículo
3285 era una excepción a todos los casos comprendidos en el artículo 3284, esta
postura varió a partir del caso “Himmelpacher, Carlos s/ sucesión” en 1968, donde se
estableció que la excepción del artículo 3285, se refiere solamente a las acciones
personales contra el heredero único.
En el caso “Pinedo Juan Carlos c/ Rey, José s/ sucesión del año 1989 se siguió un
criterio similar. En 1998 se resolvió del mismo modo en autos “Chas, Stella Dina s/
sucesión”.
Comunidad hereditaria
Supone la existencia de coherederos que han aceptado la herencia, ya sea que ésta
se hubiera abierto por testamento o por ley (sucesión testamentaria o ab intestato).
Surge entonces, entre todos los herederos aceptantes, una comunidad de bienes
compuestos por la masa sucesoria, comunidad involuntaria, pues ellos no eligieron
tal situación.
Se asemeja al estado derivada del condominio, donde la característica de
exclusividad del derecho de propiedad se pierde, al existir una propiedad colectiva
sobre un objeto o conjunto de ellos. Las semejanzas con el condominio es que ambas
recaen sobre una porción alícuota o proporcional de la cosa y no sobre una parte
determinada. Sobre esa porción ideal los comuneros y condóminos pueden disponer
libremente y sus acreedores, ejecutarlos. La prerrogativa de pedir la división de las
cosas comunes es irrenunciable en la herencia, y con respecto a las decisiones sobre
la administración de la cosa común, en el condominio se decide por mayoría,
mientras en la comunidad hereditaria si existieran divergencias debe decidir el Juez.
La comunidad hereditaria puede comprender cosas y otros bienes indivisibles, en
cambio el condominio se ejerce en forma exclusiva sobe cosas.
Los bienes comunes pueden acrecentarse durante el período de indivisión, ya sea
porque la cosa hubiera fructificado o crecido por accesión, o por el reintegro de
donaciones inoficiosas.
La comunidad hereditaria se integra con cosas que permanecen transitoriamente
indivisas, mientras que los créditos divisibles se heredan divididos, pues pueden ser
objeto de ejecución parcial.
El código Civil argentino trata del estado de indivisión de la herencia en sus artículos
3449 a 3461, disponiendo que si uno solo toma posesión de la herencia, habiendo
coherederos, esa posesión los beneficia a todos. En caso de que hubiere terceros
detentando bienes inmuebles de la herencia cualquiera de los coherederos puede
reivindicarlos, y puede ejercer en proporción a su porción hereditaria, todas las
acciones conservatorias correspondientes.
La comunidad hereditaria nace para extinguirse ante el pedido de cualquiera de los
coherederos, por sí, o por sus representantes legales, o de quienes ejercieran
derecho de representación por algún heredero fallecido, o de algún acreedor de la
herencia o tercero interesado. No hay acuerdo de partes ni disposición testamentaria
que pueda impedir la partición. El Código Civil de México observa la misma solución
disponiendo en su artículo 1768, que ningún coheredero, incluso por disposición del
testador, puede verse privado de su derecho a la partición, aunque el artículo
siguiente autoriza la indivisión si es por acuerdo entre los coherederos. Dispone que
si hay menores debe oírse al tutor, y al Ministerio Público, estableciendo el convenio
por cuanto tiempo se establecerá la indivisión.
Volviendo al derecho argentino, si solo una parte de los bienes fuera susceptible de
división, la partición se hará con respecto a ellos. Si hubiera un heredero designado
bajo condición suspensiva, él no puede pedir la partición hasta que la condición se
cumpla, pero pueden pedirla sus coherederos, dejando a salvo su porción,
haciéndose una partición provisoria, hasta que se cumpla o no, la condición
suspensiva.
Mientras subsista la indivisión, la acción para pedir la partición es imprescriptible,
pero si alguno de los coherederos ha tomado la posesión de la herencia, como
propia, puede prescribir la acción de los demás contra él, en toda la herencia o en
parte de ella, según que bienes haya tomado en posesión, a los 20 años.
Testamento cerrado
Es un acto jurídico unilateral formal, ya que requiere la intervención de un escribano
público ante quien se presenta esta declaración de voluntad post mortem, en pliego
cerrado, por eso también se lo conoce como testamento místico. La voluntad del
testador recién se conocerá luego de su muerte, cuando se produzca su apertura.
Requiere la intervención de cinco testigos, residentes en el lugar, colocándose en la
cubierta del testamento, un acta, donde el testador manifiesta que dentro del pliego
cerrado se halla su testamento. Deben firmar el acta, el testador (por sí o por otra
persona, o por alguno de los testigos) los testigos (por lo menos tres testigos
deberán firmar por sí, los dos restantes podrán hacerlo a ruego, por otra persona) y
el escribano. Su principal ventaja para el testador, es que al ser secreto evita posibles
represalias por quienes no fueron beneficiados por sus disposiciones.
Fue admitido en el Derecho Romano, por los países de la Costumbre en Francia y por
el Código de Napoleón.
Es seguro, a diferencia del ológrafo, pues puede quedar en poder del notario, en
Argentina, o depositado en el archivo judicial en México, aunque la presencia del
escribano lo hace más oneroso. Con respecto al testamento abierto, ambos son
seguros y se hacen ante notario, pero en el abierto, al conocer el escribano el
contenido puede contribuir a su redacción y evitar defectos de forma. Además puede
quedar tanto en poder del escribano como del mismo testador, y en este caso vuelve
a aparecer el tema de la falta de seguridad.
Además de la capacidad jurídica general para los actos jurídicos, se requiere que el
testador sepa leer, aunque no sepa escribir, pues puede hacerlo por él un tercero, y
luego él firmarlo. Los ciegos solo pueden testar de esta forma si se hiciera en Braille.
No poseen impedimento alguno los sordos ni los mudos, en el último caso, que
sepan leer y escribir.
El pliego puede estar manuscrito o hecho a máquina o por un tercero, salvo que
fuera mudo, en cuyo caso deberá redactarlo él de su puño y letra. En todos los casos
es imprescindible la firma del testador, o sea, que el que no sabe o no puede firmar
no puede testar de esta manera, según la ley argentina. No se necesita colocar la
fecha pues la que se tomará en consideración, será la que se coloque en la cubierta
durante el acto notarial, que debe realizarse en un solo acto, para impedir el cambio
de pliego. En la cubierta, el escribano colocará el nombre, apellido y domicilio del
testador y de los testigos, y el lugar y fecha del acto.
Ocurrido el deceso del causante, el escribano que tuviera un testamento de este tipo
en su poder está obligado a dar conocimiento a los interesados, quienes deberán
presentarlo ante el Juez del último domicilio del testador. Se procede al
reconocimiento de firmas ante el juez, y la declaración de los testigos y el escribano
de que el testamento se halla en las mismas condiciones otorgadas. Luego se abre el
testamento, rubricando el Juez, el principio y fin de cada página, para luego proceder
a su protocolización.
La cubierta del testamento es un instrumento público, pero el testamento en sí solo
valdrá como tal, luego de su protocolización. Si el testamento cumpliera las
formalidades del testamento ológrafo, pero le faltaran las formalidades del
testamento cerrado, valdrá como el primero.
Estos requerimientos corresponden a lo exigido por el Código Civil argentino en los
artículos 3665 a 3671.
El Código Civil de México lo trata en los artículos 1521 a 1549. En estas exigencias se
destaca que puede ser realizado en papel común, escrito por el mismo testador o
por un tercero a su ruego, debiendo firmar cada hoja él o el que firme por su cuenta.
En caso de que la firma hubiera sido puesta por un tercero éste acompañará al
testador y a los testigos ante el notario que consignará tal circunstancia, firmando
todos en la cubierta del testamento. Se requieren tres testigos. Si al momento de
firmar el acta el testador no pudiera hacerlo deberá hacerlo otra persona, pero no
uno de los testigos, que solo podrán firmar por el testador u otro testigo, en casos de
suma urgencia. Una vez confeccionado el testador puede conservarlo, o entregarlo a
una persona de su confianza o depositarlo en el archivo judicial. No tendrá efecto el
testamento cerrado, si estuviera abierta la cubierta, o roto el pliego interno, o con
deficiencias en las firmas.
Relacionados
Testamento abierto
Son aquellos testamentos que se realizan ante un oficial público, habiéndose
practicado desde larga data, ya por ejemplo, en el imperio romano. Es más seguro
que el testamento ológrafo, pero también más oneroso, y al ser más formal, más fácil
de caer en causas de anulabilidad.
En Argentina se lo llama testamento por acto público. Luego de enumerar quienes no
pueden testar por acto público (el sordo, pues no puede escuchar la lectura del
testamento, el mudo, razón no justificada, tomada del derecho francés que exigía el
dictado de las disposiciones testamentarias, y el sordo-mudo) y otorgarles esa
capacidad a los ciegos, el Código Civil argentino excluye como escribano a los
parientes en línea recta del testador, y a los colaterales hasta el tercer grado. Recién
luego, en el artículo 3654, dice que, como requisito para que exista un testamento
por acto público, se requiere la presencia de un escribano público y la de tres
testigos domiciliados en ese lugar.
Las disposiciones pueden entregarse al escribano por el testador ya escritas o
dictárselas (entendiéndose que le explica al escribano lo que quiera que contenga en
forma oral, y no que necesariamente le dicte palabra por palabra) o darle solo las
disposiciones que desea se incluyan y que sea el escribano el que las redacte en la
forma requerida legalmente.
Los requisitos esenciales de la escritura testamentaria son: 1. Lugar de otorgamiento,
no el lugar donde se escribe, aunque en ciertos casos puedan coincidir (requisito
prescindible en los testamentos ológrafos, pero que en este caso reviste importancia
para determinar a competencia del notario). 2. Fecha, correspondiente al acto final,
pudiendo ser día festivo o no laborable. 3. Nombre de los testigos, su lugar de
residencia y edad, y 4. La forma en que fue confeccionado, o sea si fue dictado o al
escribano, o si éste lo recibió ya escrito.
Otra exigencia que de no ser cumplida, traería la consecuencia de la nulidad del
testamento, es que éste debe ser leído al testador, ante testigos, y todos, deben
firmarlo. Si el testador no sabe o no puede hacerlo, puede firmar por él otra persona
o uno de los testigos, dejándose constancia en la escritura de la causa de que el
testador no firme. En el caso de los testigos, aunque sea uno de ellos debe poder
hacerlo por los otros dos, y el escribano, no puede prescindir de su firma.
Si el testador miente sobre su incapacidad para firmar por no saber hacerlo, el
testamento será nulo. Si comenzó a firmarlo pero falleció sin poder completar la
firma, el testamento no es válido.
Si el estamento se hiciera en idioma extranjero deben ser traducido al idioma
nacional por dos intérpretes, escribiéndose en ambos idiomas. Los testigos deben
comprender los dos idiomas.
Si en el lugar por ser rural no existieran escribanos, se debe otorgar ante el Juez de
Paz del lugar, u otro funcionario municipal en su defecto, y tres testigos que residan
en el municipio.
En caso de peste o epidemia, también puede suplirse la presencia de escribano, si no
hubiera por otro funcionario.
El Código de México lo denomina testamento público abierto, caracterizándolo en el
artículo 1511 como el otorgado ante escribano y tres testigos con idoneidad. Sus
diferencias con el derecho argentino son: En el caso de los sordos, el artículo 1516,
les permite testar de esta manera, pudiendo leerlo por ellos mismos si supieren, o si
no saben leer por medio de otra persona por ellos designada. El artículo siguiente
trata el tema de los ciegos estableciendo que se debe leer el testamento dos veces,
por el escribano, y además, por uno de los testigos o por persona designada por el
testador.
El artículo 1064 del Código de Colombia, dice que los testamentos abiertos
nuncupativos o públicos son aquellos en los que el testador hace conocer sus
disposiciones a los testigos y al escribano. Los testigos requeridos son tres, salvo que
no hubiese notario en el lugar en cuyo caso los testigos deberán ser cinco, y en este
caso se requiere la publicación ante Juez competente. Pudo haber sido previamente
escrito, pero siempre debe ser leído.
Testamento ológrafo
Es el testamento redactado en forma privada, de puño y letra por el testador, con
pluma, o bolígrafo, y aún con lápiz, pero este no es aconsejable, pues al poder
borrarse, incluso por sí solo por el transcurso del tiempo, le quita certeza, y no con
máquinas de escribir o computadora, en escrito separado de cualquier otro, en todas
sus partes, bajo pena de nulidad, incluyendo la fecha, que debe especificar día, mes
y año, o de cualquier manera inequívoca, por ejemplo navidad del año 2000, y la
firma, pudiendo usarse cualquier idioma en su redacción.
Fue ya usado por los romanos, y en el derecho francés de los países de la Costumbre
pero no en los del Mediodía (al sur) donde solo se lo aceptaba para ciertas
disposiciones hacia los hijos. Fue recepcionado por el Código de Napoleón. En la nota
al artículo 3639, se explica que fue aceptado por la legislación argentina esta forma
de testar siguiendo la tendencia europea, por su facilidad, por tener la posibilidad el
testador de releerlo cuando quiera, a efectos de meditar su decisión, y en su caso,
rehacerlo, calificando de remota la existencia de algún peligro.
Es una forma simple y económica, pero un tanto insegura, ya que al ser realizado en
forma privada, es susceptible de ser destruido por quienes se vieran perjudicados
por sus disposiciones (a pesar de que en la nota al artículo citado de hable de
posibilidad remota). Veremos que en otra legislaciones, como la mexicana se
guardan mayores recaudos para evitar esos riesgos.
Se han presentado dificultades interpretativas en lo que respecta a que sea un acto
único, pues puede estar incluido dentro de otras anotaciones, pero contener
independencia. La jurisprudencia ha resuelto por ejemplo, que si un testamento
estuviera dentro de un libro de contabilidad integrando un asiento contable, no
valdría como testamento ológrafo, pero si se lo hiciera en una hoja en blanco del
mismo, susceptible de separación y que no tuviera dependencia con el resto de las
anotaciones, sí valdría como expresión de última voluntad. El artículo 3648, también
excluye a las cartas misivas de las formas que puede tener un testamento ológrafo,
habiéndose entendido, que son tales las dirigidas a terceros, que no prueban su real
voluntad, pero probada la intención del testador, y estando escrita de puño y letra y
firmada, no habría obstáculo en que fuera un testamento válido.
¿Qué pasaría si dentro de las manifestaciones de voluntad consignadas en el
testamento, aparecieran algunas escritas con otra letra, por una persona distinta? En
este caso se debe diferenciar si lo escrito forma parte del testamento y ha sido
escrito por pedido del testador, por ejemplo, porque ya no podía seguir escribiendo
por algún impedimento físico, en cuyo caso el testamento será nulo, o si fue hecho
maliciosamente por un tercero para perjudicar su validez. En este último caso el
testamento vale, no tomándose en consideración lo agregado. Tampoco afecta la
validez, si lo escrito no formara parte del cuerpo del testamento, por estar escrito al
margen.
Si la fecha tuviera algún error o se hallara incompleta, y del resto de lo escrito
pudiera deducirse con certeza, no afecta el acto. Si el testador no ha sufrido ninguna
capacidad en el período, la jurisprudencia admitió la validez de un testamento
ológrafo, en el que solo se mencionaba el mes y el año.
El testamento ológrafo puede ser redactado en partes, en fechas distintas, pero
integrando un solo cuerpo. Puede poner a cada disposición o conjunto de
disposiciones la fecha o fecharlas luego todas juntas, al concluir el acto. Si solo la
última disposición tuviera fecha y firma, y las anteriores solo estuvieran firmadas, el
testamento es válido. La indicación del lugar no es un requisito esencial.
Es facultativo para el testador, si desea darle mayor eficacia probatoria y seguridad a
su testamento, sellarlo, autorizarlo con testigos o depositarlo en una escribanía.
Dijimos al principio que el testamento ológrafo se redacta privadamente sin la
presencia de oficial público, aunque el artículo 3623 del Código Civil argentino lo
caracteriza como un acto público y solemne en su validez. La doctrina francesa e
italiana sostienen que es un acto privado, y otro sector doctrinario sostiene que es
un acto público a pesar de que no interviene un oficial público, pues lo que le da esa
particularidad es que sea tenido como auténtico.
Producido el deceso del causante, el testamento ológrafo debe presentarse en la
forma en que se halle, ante el juez del último domicilio del otorgante. En el caso de
que el testamento estuviera cerrado, el juez será el encargado de realizar su
apertura, y se examinará en presencia de dos testigos, aportados por los que
pretenden hacer valer el testamento, al reconocimiento de la letra y la firma para
verificar su correspondencia con la letra del testador. Luego el juez rubricará cada
página a su inicio y al final, para enviarlo a posteriori, al un escribano para que lo
protocolice.
Estas disposiciones estudiadas corresponden al Código Civil argentino que trata de
esta forma testamentaria en los artículos 3639 a 3650. En el Código de México, está
tratado en los artículos 1550 a 1564, con algunas particularidades. Para surtir efecto,
debe haberse depositado en el registro Nacional de Notarías, y con respecto a la
fecha especifica que debe contener día, mes y año. Si hubiera palabras tachadas,
enmendadas o interlineadas, no salvadas, la validez solo afectará a esas palabras.
Debe hacerse por duplicado y cada hoja deberá contar con la impresión digital del
testador. El original quedará en poder del Archivo General de Notarias, adonde será
llevado por el propio testador, que si no es conocido del encargado de la oficina debe
ir acompañado de dos testigos que certifiquen su identidad, y el duplicado será
conservado por el causante. Ambos documentos (original y copia) en sobre cerrado y
lacrado. Se tomará nota en el Libro correspondiente. El testamento podrá ser
retirado por el testador, dejándose constancia por sí o por mandatario con poder
especial, realizado en escritura pública.
Al promoverse el juicio sucesorio, lo primero que hará el Juez es solicitar informes al
Archivo de si existe algún testamento ológrafo a nombre de ese causante. Si el
testamento archivado ha sido destruido o robado podrá atenderse a la copia
otorgada oportunamente.
Herencia en vida
La herencia es una típica sucesión de bienes por causa de muerte, por lo cual hablar
de herencia en vida aparece como una contradicción.
Los pactos sobre herencias futuras son admitidos por muy pocas legislaciones, como
por ejemplo la alemana. Los Códigos francés, holandés, uruguayo, chileno, argentino,
italiano, y peruano entre otros, siguiendo la tendencia romanística, no los aceptan.
El artículo 1175 del C.C. argentino dispone que la herencia futura no puede ser
objeto de contrato. El artículo 848 dispone que los derechos sucesorios eventuales o
la sucesión de una persona viva, no son factibles de ser objeto de transacción. El
artículo 1449 entre las cesiones de derechos prohibidas, enumera las esperanzas de
sucesión, y el art. 3311 prohíbe la aceptación o repudio de la herencia antes de su
apertura, careciendo esta aceptación o repudio de valor si se la hiciera (art. 3312).
Sin embargo, a pesar de estar expresamente prohibidas las herencias futuras hay
medios legales que indirectamente o aún directamente, las permiten. Los artículos
3514 y siguientes del mismo texto legal (Código Civil argentino) posibilitan que los
padres u otros ascendientes puedan repartir sus bienes entre sus hijos u otros
descendientes ya sea por testamento o por donación inter vivos, en este caso, solo
sobre bienes existentes y no futuros. Es susceptible de revocación si defrauda a los
acreedores del ascendiente.
El artículo 1805 considera como adelanto de la legítima las donaciones que los
padres o uno de ellos le hicieren a sus hijos.
El artículo 3604 establece que si los herederos forzosos han recibido
contractualmente en propiedad algunos bienes de la herencia, esto será imputado a
la porción que el testador puede disponer. Si la excede, volverán a la masa
hereditaria en lo que afectara las porciones legítimas de los coherederos, salvo que
los herederos forzosos hubieran consentido la enajenación.
La herencia
La herencia (“hereditas” en latín) es un caso de sucesión, que implica la transmisión
de los bienes universalmente considerados, de una persona fallecida a otra viva, que
ocupa patrimonialmente su lugar como titular de los bienes. El llamado a recibir
estos bienes se denomina heredero y se caracteriza por su vocación a la
universalidad, lo que no significa que no puede compartir el acervo sucesorio con
otros coherederos, pero si algunos de ellos no puede o no quiere aceptar la herencia,
el heredero acrecentará proporcionalmente su cuota hereditaria. En esto se
diferencia la herencia del legado que si bien es una sucesión mortis causa lo es a
título singular o particular, sobre uno o varios bienes determinados de la herencia.
La herencia puede pasar a manos de los herederos ya sea por voluntad del causante
si ha expresado dicho deseo un testamento válido, o en su defecto por imperio legal
(sucesión ab intestato).
En la Antigua Roma la herencia cumplía una función no solo económica sino social y
religiosa, ya que implicaba que un pater sucedía a otro en el mandato de la familia
agnaticia, como jefe supremo de la religión familiar. Además, se establecía en interés
de los acreedores, y del propio causante que al tener quien se encargue de sus
deudas evitaba en caso de ser insolvente que se lo tachara de infame. El traspaso de
las deudas al heredero sucedía solo en caso de los herederos necesarios, que eran
los esclavos, ya que a los suyos y necesarios (descendientes directos) se les permitió
no hacerse cargo de las deudas si se abstenían de entrar en posesión de los bienes.
Actualmente puede aceptarse la herencia con beneficio de inventario.
Ya desde la última época del Derecho Romano se impidió al causante disponer de
todos sus bienes por testamento, dejando sin herencia a ciertos herederos llamados
forzosos, por su vínculo directo con el testador. Esta institución
llamada “legítima” subsiste hasta nuestros días.
Sustitución de herederos
En la sucesión ab intestato (sin testamento) los herederos son llamados a recibir la
herencia de acuerdo a una cierta prelación, donde existiendo herederos de un grado
preferente, desplazan al posterior. Por lo tanto se van sucediendo los herederos de
acuerdo a su posición, en ausencia de los que están por encima de ellos. Eso se
denomina orden sucesorio.
Renuncia a la herencia
Ya hablamos de la aceptación de la herencia, y como esta es una opción para el
heredero, también cabe la posibilidad de que decida renunciarla. La renuncia
significa un acto jurídico unilateral que implica rechazar su calidad de heredero, con
efecto retraoactivo, considerándolo como si nunca hubiera sido heredero, y por lo
tanto no le incumbe el acervo sucesorio con sus derechos y obligaciones.
La oportunidad de renunciar se pierde para el derecho argentino, luego de 20 años
de la apertura de la sucesión, que se produce a la muerte del causante, siempre que
el heredero conociera su condición de tal. Si hasta esa fecha no renuncia, de acuerdo
a lo que hemos explicado al referirnos a la aceptación hereditaria, se lo considera
aceptante, para la mayoría de la doctrina.
Si el heredero, aunque sea por un solo instante, sobrevive al causante, transmite su
derecho de opción a sus propios sucesores, quienes podrán ejercer la facultad de
aceptar o rechazar la herencia (arts. 3316 y 3419).
El artículo 3345, establece que la renuncia a la herencia debe ser expresa ya que no
se presume. Si es hecha por escritura pública será plenamente eficaz, y es en
principio irrevocable (art. 3347). Aunque el artículo 1186 del C.C. inc. 6 establece que
debe hacerse por escritura pública (instrumento público), la aceptación y la renuncia
de los derechos hereditarios, no establece la nulidad en caso de que así no se hiciera.
Puede hacerse por instrumento privado (art. 3346) pero en este caso los
coherederos no pueden oponérsela al renunciante, antes que ellos la acepten. Esto
último genera un problema de interpretación ya que parecería que se necesita para
renunciar la conformidad de los coherederos lo que quitaría al acto su carácter de
unilateral. Sin embargo, siguiendo a Lafaille, entendemos que es simplemente a los
fines de que se hallen los coherederos notificados.
Siguiendo con la confusión interpretativa que origina la defectuosa redacción de
estos artículos, el artículo 3322, en su segunda parte, establece que si alguien
renuncia a la herencia por un precio o gratuitamente a beneficio de sus coherederos
no se considera renunciante sino aceptante. La mayoría de la doctrina entiende que
si la renuncia beneficia a todos los coherederos y no solo a algunos, habría realmente
renuncia a la herencia.
La renuncia al igual que la aceptación de la herencia, no puede estar sujeta a plazo
ni condición, ni solo comprender una parte de la herencia. Si se hace una renuncia
parcial o a plazo, no valdría como renuncia sino como aceptación. Bajo condición no
produce efecto, ni como aceptación ni como renuncia (Art. 3317).
Dijimos que la renuncia es “en principio” irrevocable, pero el artículo 3350 autoriza al
renunciante a pedir la anulación de su renuncia dentro de los cinco años de
realizada, en ciertos casos: cuando no se han cumplido las formas exigidas para suplir
la incapacidad de quien ha renunciado, cuando se renunció por vicios de la voluntad,
cuando no se han cumplido las formas, cuando fue parcial, a condición o plazo y
cuando se hubiera renunciado a una herencia futura.
Terceros interesados también pueden solicitar la revocación de la renuncia que los
ha perjudicado en sus intereses. Esto es lo que prescribe el artículo 3351 que
legitima a los acreedores anteriores a la renuncia y a todo otro perjudicado (no
sabemos quienes pueden ser afectados además de los acreedores) para ejercer los
derechos del renunciante en la medida de su perjuicio. Aquí se trata de una renuncia
hecha en fraude de los acreedores que autoriza el ejercicio de la acción pauliana, y
además, de la acción subrogatoria.
Petición de herencia
29 de Junio de 2009 Publicado por Hilda
Basándonos en el Código Civil argentino (arts.3.421 a 3.428) podemos decir que es la
acción que posee el heredero testamentario, o sucesor ab intestato, con vocación
actual, o en caso de inactividad de éste, otros parientes en grado sucesible, para
reclamarles, ante el juez de la sucesión, que es el del último domicilio del causante; a
quienes han tomado posesión de los bienes hereditarios también en calidad de
herederos, que el accionante desconoce y reclama para sí. También poseen
legitimación activa el legatario de cuota, el cesionario de los derechos hereditarios y
los acreedores en ejercicio de la acción subrogatoria. La acción es transmisible a los
herederos de los legitimados activos.
Actualmente en todas las legislaciones se exige que debe estarse para testar, en uso
pleno de las facultades mentales, lo que se presume, aunque las legislaciones de los
distintos Estados divergen en cuanto a la edad mínima para ser testador.
Según el artículo 3611 del Código Civil argentino, la capacidad del testador se rige
por la ley del domicilio de éste al tiempo de testar, y debe tenerse en cuenta si era
capaz al hacer el acto aunque se incapacite luego (art. 3613). En esto difiere del
Derecho Romano que exigía ser capaz al tiempo de la confección del testamento y al
morir, a efectos de poder cambiar su voluntad.
En el actual Derecho argentino, se requiere para poder testar válidamente tener al
menos 18 años (artículo 3614) pudiendo hacerlo tanto varones como mujeres. Los
sordo mudos pueden hacerlo si saben escribir (art. 3617). En el derecho español se
requiere contar con 14 años como mínimo, y hallarse en su sano juicio (artículo 663
C.C. español). En México se requiere una edad mínima de 16 años, además de
requerirse la salud mental (art. 1306).