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U NI VE R S ID AD D E P ALE R MO

SENSACIÓN Y PERCEPCIÓN

Comisión: Martes turno vespertino


Caso: Madeleine J.
Unidad: 7
Bibliografía: Sacks O. (1985). El hombre que confundió a su mujer con un sombrero.
Barcelona: Anagrama. Capítulo. 5 ( “Manos”, pp. 70-77).
Integrantes: Bárbara Statuto, Patricio Ruiz y Johanna Raña.

Madeleine J. es una señora de 60 años que ingreso en un hospital de


Nueva York. Ella padecía, ceguera congénita con parálisis cerebral
(además de espasmodismo y atetosis, esto es movimientos involuntarios
en ambas manos), durante toda su vida había recibido los cuidados de
toda su familia.
Al ser analizada, el Dr. se encontró con una persona que hablaba con
“fluidez y elocuencia, de una inteligencia excepcional.” Al encontrarse
con esta situación, el Dr., pensó que era una señora que había leído
mucho, y que manejaba a la perfección el método braille. Para su
sorpresa tampoco fue así, Madeleine no sabía leer ni una sola palabra en
Braille, sus lecturas eran producto de libros hablados o bien de lo que le
leían otras personas.
Ella con sus manos no podía hacer nada, las sentía como “una masa
miserables e inútiles.”
Al Dr., esto le resulto muy sorprendente, pues la parálisis cerebral no
suele afectar las manos, o si los hace es de una manera más leve. Su
capacidad sensorial se encontraba intacta, lo pudo comprobar con un
leve roce, el dolor, la temperatura, el movimiento pasivo de los dedos.
Por lo que no había trastorno alguno en la sensación elemental, pero si
había un profundo trastorno de la percepción. El Dr. le puso en las
manos todo tipo de objetos, pero no era capaz de reconocer nada. No
podía identificar y tampoco exploraba, sus manos eran tan inactivas
como “masas de pasta”.
No había déficit sensorial grave por lo que había capacidad potencial
para ser unas manos perfectamente normales.
El Dr. decide recurrir a un libro un libro de rehabilitación de la función
manual de Leont’ev y Alexander Zaporozhets (ambos psicólogos
soviéticos que se dedicaron a la psicología del desarrollo) en el mismos
se trataba sobre casos de soldados con una alienación similar, pero
resultantes de heridas graves e intervenciones quirúrgicas, ellos sentían
sus manos inútiles a pesar de que sus sistemas sensoriales y la parte
neurológica se encontraban en buen estado. Ambos autores indicaban
que los sistemas gnósticos que permiten que se produzca la gnosis o
uso perceptivo de las manos podían disociarse. En el caso de los
soldados ellos tenían manos normales antes de las heridas, pero
Madeleine nunca las había utilizado, es decir se trataba de que
aprendiese a utilizarlas.
El Dr. se propuso que Madeleine pudiese utilizar sus manos, que pudiese
integrar sus manos y actuar con ellas. Siempre hay un primer
movimiento, una primera percepción, un primer impulso.
Para comenzar les pidió a las enfermeras que muestren menos solicitud
al darle de comer. Así que un día con hambre, en vez de esperar, estiro
su brazo y agarro un pedazo de rosca de pan. Fue su primer uso con las
manos, era su primer acto manual, su primera percepción manual.
Luego de esta primera percepción el progreso fue muy rápido, lo
primero la comida, pero luego la exploración de recipientes y alimentos
diversos. El reconocimiento lo tenía que lograr por medio de una especie
de deducción, a ella la ayudo su cultura y su inteligencia con una gran
imaginación sostenida y aprovisionada por las imágenes de otros.
Así que pronto fue reconociendo objetos inmediatamente por lo que
eran. Esto la llenaba de gozo. Luego pidió barro y comenzó a modelar
figuras, su primera escultura fue un calzador. Pero luego comenzó a
modelar cabezas y figuras y en un año era famosa en un lugar de
esculturas ciega.
Por ultimo, puede decirse que las capacidades básicas de percepción
que normalmente se adquieren en los primeros meses de vida, y que no
han hecho puedan adquirirse a los sesenta años.
Al año del caso de Madeleine, aparece el señor K., con una parálisis
cerebral y un trastorno profundo en las manos, el a diferencia de la
señora las había utilizado muy poco. Así que el método utilizado en el
caso Madeleine se utilizó en el caso del señor K., así que al cabo de un
año se había convertido en una persona muy habilidosa, y sobre todo
disfrutaba realizando tareas simples de carpintería (esto es destacable
ya que el señor K. a diferencia de Madeleine padecía de un retardo).
Con lo que puede decirse que la inteligencia en cuanto tal, no influye e n
la cuestión, sino simplemente es necesario su uso. Es crucial lograr que
pacientes con estas afecciones, que por lo común no son casos agnosia
del desarrollo sino adquidas, comiences a utilizar tanto manos como pies.

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