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Las tortugas, que a menudo reciben el nombre de quelonios, son animales que pertenecen al orden de los
reptiles, al igual que las serpientes, los cocodrilos y los lagartos. Como parte de su clasificación, las tortugas se
dividen en dos tipos: acuáticas y terrestres, y según las investigaciones realizadas, se conoce que estos animales
existen en la tierra desde el período Triásico, o sea, hace unos 220 millones de años atrás compartían la tierra con los
dinosaurios. Si quieres aprender mucho más sobre estos animales acorazados, te recomendamos que nos sigas
leyendo.
Características de las tortugas
Tanto las tortugas marinas como las tortugas terrestres, poseen
cualidades comunes y características de la especie, como por ejemplo su
duro caparazón. Esta formación ósea, fusionada con la columna vertebral, se
compone de placas que van aumentando de tamaño con los años.
Para endurecer su caparazón y defenderse de los depredadores, las
tortugas toman el sol varias veces en el día, y en cuanto a sus colores y
diseños, estos varían en dependencia de la subespecie, el género, y las
condiciones climáticas. Por otra parte, las tortugas presentan cuatro
extremidades y una cabeza grande y característica que puede ocultar dentro
de su caparazón cuando se encuentra en peligro.
En cuanto a los ojos, estos son capaces de distinguir los colores, pero no
poseen una visión muy acertada. El pico de las tortugas, en el caso de las
especies marinas, es de formación dura y puntiaguda, mientras que sus patas
anteriores representan verdaderas aletas para impulsar su movimiento por
el agua.
Una tortuga en estado adulto puede alcanzar los 30 centímetros de
longitud, aunque se conocen especies mucho más grandes. Al igual que los
reptiles, las tortugas son ectotérmicos, lo que en otras palabras significa que
se encuentran fuertemente ligadas con la temperatura exterior (cuando
arriba el invierno suelen entrar en un período de hibernación).