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UNIDAD
DEL SICLO XIX E A.J: L e<s ü e.-.1 ua,,.. ~s
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Arle y rtalidad

El ane moderno no nació de una evolución del arte del siglo


xrx; por el contrario, nació de una ruptura de los valores de
ese siglo. Pero no se trató de una simple ruptura estética. Bus·
car una aplicación de las vanguardias anísricas europeas inves-
tigando sólo las mutaciones del gusto, es una rnrea que no puede
1encr éxito, puesto que a una invesrigación de ese tipo esca·
parían, inevitablemente, las causas que dieron vida al fenómeno
del arte moderno.
¿Qué cosa fue, entonces, lo que provocó esa ruptura? La
respuesta sólo puede hallarse en una serie de razones históricas
e ideológicas. Pero la misma pregunta plantea también, Ílll·
plícirnmente, otra cuestión: la de La ~.n.i!l.ad.espicit11al y cultural
del siglo XIX. Fue c.sta unidad la que se guebro, y de~
1
l~m)ca, la !?!:?.!_esta, la rebeli~n surgida en el seno de esa unidad,
surgió el ílrt~_nucvo.-····
1
El siglo XIX europeo conoció una tendencia revolucionaria
1
1 de fondo, alrededor de la cual se organizaron el pensanúento
1 filosófico, político, literario, la producción artística y la acción
de los intelectuales. Esto aconteció particulannente en los trein-
ta años que precedieron al año de las revoluciones, al año 1848.
I
Namier puso en evidencia, justamente, este «momento• uni-
tario del siglo XIX cEl continente europeo -escribe- reaccionó
a los impulsos y al dinanúsmo íntimo de la revolución con una
,.

4 o MAXIO DE MJCKEL!
5 o LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SICLO XX
uniformidad notable, a pesar de las diferencias de lengua y de
roza y pese al distinto nivel político, social y económico de los tre.los insurrectos, con el rifle al hombro. Nunca tantos poetas
pafses interesados; pero en esa época el denominador común y Jiterat_os ~ h~ mezclado as! a una revolución ...•' El propio
era ideológico, e incluso literario; y en el mundo intelectual Baudcfaire dio vida en aquellos dfos a un periódico revolucio.
del continente europeo habfa una unidad y uoa cohesión fuo· nario, Le Sa/111 Public; y todavfa en 1852 escribió el .prefacio
damcntales, como suele suceder en los períodos culminantes a las poesías de Pierre Dupont, Canto a los Obreros, en el
del desarrollo espiritual. El 48 no sobrevino como repercusión cual, entre otras cosas, definía como «pueril» Ja teoría del arte
de In guerra y la derrota, como fue el caso de tantas revoluciones por el arte. Las páginas de ese prefacio son un documento
de nuestro siglo; fue resultado de treinta y tres años de paz muy significath•o de su actitud ante los sucesos de 1848. AJ
europea, cuidadosamente mantenida sobre una base conscien- hablar de los versos de Dupont, de pronto exclama: «Desapa
temente contrarrevolucionaria. La revolución brotó de las es- rcced, sombras falaces de Rcné Obcrmann y de \Vertber; huic
peranzas casi en igual medida que del descontento. Odilon en las nieblas del vacío, monstruosas creaciones de la pereza :
Barrot, uno de los jeíes de la oposición dinástica durante Ja de la soledad: como los cerdos en el lago de Genesaret, regresac
monarquía de julio, escribe: "Nunca pasiones m~s nobles ha· a las selvas encantadas de donde os han sacado las hadas ca1
bían movido el mundo civil, nunca un impulso más universal neros presos del vértigo romMtico. El genio de la acción ' y
de almas y corazones había invadido Europa de un cabo a no os deja lugar entre nosotros... Haber sido el primero e
otro... ''»' abatir Ja puerta será honor eterno de Pierre Duponr. Con ,
En los treinta años que preceden al 48, alcanzan su ma- hacha en la mano, ha quebrado las cadenas del puente Jevadii
durez las ideas y los sentimientos que habían encontrado su de Ja fortaleza; ahora la poesía popular puede pasar... Ve ho
afi rroación victoriosa en la Revolución francesa. En esa época cantando hacia el porvenir, poeta providencial, tus cantos con
coma consistencia la noción moderna de pueblo y Jos conceptos reflejo luminoso de las esperanzas y de las convicciones p
de libertad y progreso adquieren nueva fuerza y se concretan. pulares.»1
La lucha por la libertad es uno de los ejes de la concepción En el curso del movimiento revolucionario burgués, la p.
revolucionaria del siglo XJX. Las ideas liberales, anarquistas, sión de las fuerzas populares, que en todo ese período se
socialistas, impulsan a los intelectuales a combatir, no solamente hecho cada \·ez más enérgica, es percibida por los intelectua
con sus obras, sino con las armas en la mano. como un elemento decisivo de la historia moderna. Tamb
el arte y la li1cratura, por consiguiente, se ven como espejo
¡ Philippe de Cbenevieres, al describir las jornadas parisinas
esa realidad, como expresión activa del pueblo. En sus leccio·
1 de febrero de 1848, relata: cAlgunas horas más tarde supe
que mi amigo Baudelaire había sido visto mientras grirnba en-
l Philippe de Chetievieres: Sn11vtn11·1 0'1111 Dirweur des Bt,

j
llrts (Rernerdos dt un director de 8dfas Arte<)· •Le Musée du Lot
1 J.ewis 13. Nomier: La revoluci611 de /01 in1e/ectui1/es. <n 1848•, París, 1886. Ver Europe, Por!s, cncro'.mar1.0 1948, p. 221.
l Baudelaire: Reflexiones sobre mis contcmporáneo1.
6 o MARIO DE MJCHELI 7 o LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX

en d Colegio de Francia, en víspelllS de la rcvoluci6n de 1848, cepciooes y representaciones... Se debe decir, además, que el
Julcs Michelct subrayaba con insistencia la necesidad de la pre- poeta crea para el público, y en primer lugar pasa su pueblo
sencia del pueblo en la cultura: «La generación pasada fue 11n3 y su épooi, los cuales tienen derecho a pedir que una obra de
gencracién de oradores; sea la actual una gencnci6n de vcrd3- arte sea comprensible para el pueblo y cercana a él.• /:. la in·
deros prodriclores, de hombres de acción, de trabajo social. Y versa del formalismo estético kantiano, el idealismo objetivo de
de acci6n en muchos sentidos. La literarura, saliendo de las Hegel restituía a fo actividad estética un contenido histórico es-
sombras de la fontasfo, tomará cuerpo y realidad, será una forma pecífico. Por algo Engels, todavía en L89 l, aconsejaba a Con-
de la acción; ya no será diversión de algunos individuos, o de rad Schmidt la lectura del texto hegeliano.
los perezosos, sino la voz del pueblo al pueblo.• Por otra parte, es natural que en un periodo de convulsión
Estos mismos cooceptos los reiterará Michclet en su fo. revolucionaria como ése, la realidad también constituyera el
mosa lccci6n sobre Géricault, que no pudo pronunciar debido problema central en la producción estética, desde la pocsia hasta
a que el curso fue suspendido por intervenci6n directa del go- las artes figurativas. He ahí por qué la gran época del realismo
bierno. En CSil lccci6n incitaba a los arcistas a crccorrcr la in· :ilcanza su máximo esplendor precisamente entonces.
mensidad de las profundidades sociales, en lugar de mantenerse
En todos los Cllllpos, es la realidad la que insrn, la que
en la superficie y ceder a las comodidades para subir•. Par.i
Michclet, desde este punto de vista, Daumier era d artista más J irrumpe y decide. Las instancias de la libertad son reales, con-
cretas y definidas: sociales, políticas, culturales. Y además son
signifiattivo, puesto que su arte se revelaba precisamente como
independientes, imposibles de imaginar por separado. Ese des-
una tic esas formas de acción que él auspiciaba. Convencido de
cubrim iento de la realidad daba a Bielinski casi un sentido de
esto, Michelet le escribía: cVeo con satisfacción occrcariw d
embriaguez: cEn la &agua de mi esplritu se ha ido forjando
día en que, al llegar el pueblo al gobierno y volvr.r~~ ¡: i ,J11 •
cador, apelará ciertamente al genio de usted. Muchcs ngrudnn, un significado particular de la gran palabra realidad; yo miro
pero solamente usted posee esa potencia. Y es por mroio de ln realidad, que antes despreciaba tanto, y tiemblo... Realidad
usted como el pueblo podrá hablar al pueblo.•' -<ligo desde que me levanto de mi cama hasta que me acuesto
La claridad, la evidencia, el compromiso, cons1itulan el ca- a dormir, de dfa y de noche-, y la realidad me rodea, yo la
rác1cr fundamcntal al que el ane en su cendencia general, debla siento dondequiera y en cada cosa, hasta en mi mismo, en
esa nueva transfonnación que, día traS dla, se vuelve siempre
aspirar. llaci1 el final de su vida, o sea hacia 1830, en sus
secciones de est~tirn, ¿el propio Hegd no había puesto el acento más evidente en mí.:t5 Pero esa realidad que en los años treinta
todavía era para Biclinski algo que debía aceptar incondicional-
sobre el mismo problema? cEl artista pcrtencct a su tiempo,
mente, aun en sus aspectos negativos ineluetablcs, después de
vive de sus costumbres y de sus ha'biros, comparte sus con-
1840 se convirti6 en materia que el hombre debía transfor·
' Alexandcr: H. D•umitr: Canas d< Michclet a Daumicr, Laurens
París, 1888. s K. Lowith: De Hegtl a Nietuci,..
8 0 MARJO DE MICHELI 9 Ej LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DSL SIGLO XX

mar. El poeta debe vivir en el cdesarrollo del csp(ritu del en su desenvolvimiento; Balzac se vela obligado a contradecit,
úempo>, escribía Biclinski. Y ese esp!ritu era precisamenle el a pesar suyo, sus propias convicciones políticas.
de 1848. «El poeta -añadía- ya no puede vivir en el mundo La realidad histórica llega así a constituir el contenido de
de los sueños, ya es c.iudadano del reino de la realidad que ,\ la obra a través de la fuerza creadora del artista, quien, lejos
le es concemporánca; todo el pasado debe vivir en él. L1 so- de traicionar sus caracteres, pone en evidencia sus valores. En
ciedad quiere ver en él, no ya un consolador, sino un intérprete otras palabras, la realidad-contenido, al actuar con su prepo-
de su propia vida espiritual, ideológica¡ un oráculo que con· ccn1e impulso en el interior del artista, determinaba ~ambién la
teste a las preguutas más difícilcs ...»6 fisonomía de la obra, su forma. Éste es otro punto firme de la
estética que maduró en aquellos años del siglo x1x.
Ciraremos todavía a Hegel: «Es el contenido el que decide,
El contenido y la forma as! en el arte como en todas las obras humanas.»
Mas si en Hegel, en última instancia, el contenido histórico
El rechazo del romanticismo ya es ne10, intransigente. Goethc, y oocial del arte sigue siendo siempre la « Jdca» que ~ realiza
en sus Co11versaciones con Eckermann, había dacio ya un juicio en el aspecto sensible de la cBelleza>, no sucede lo mismo '?º
fulminante sobre la cuestión: «Todas las épocas de regresión De Sanctis, quien somete la estética hegeliana a una crl11ca ~er·
y disolución son subjetivas, mientras todas las épocas progre. gica, poniendo en claro que en ella la unidad cn1rc el co~tem~o
sis1as tienen una oriemaci6n objetiva.> Ahora bien, en !~ y la forma está comprometida precisameme por la. precxastcnoa
años que nos interesan, esta objetividad se manifiesta en las de la «Idea». El crítico hegeliano, dice De SanctJs, «en teoría
obros más significativas. Y esto se debe a la rozón profund~ nos habla de unidad orgánica, pero de hecho sie111e una ten·
de que en la realidad, en el choque de sus propias contradk tación irresistible a separar el contenido ele Ja forma, y, del
dones, se manifestaba objetivame11te el movimien10 de ten· contenido, la idea. El problema , p:1ra él, es el de buscar antes
dencia revolucionaria de las fuerzas burguesas populares. fo. que nada la idea, y después comparar con ella la forma: hay
cluso un escritor cómo Balzac, quien declaraba explícitamente un antes y un después...» Para De Sanctis, en c~m~10, «la
que cscribfo «a la luz de los sumos principios: Dios y la Mo- forma no es una idea, sino una cosa; y, por consiguiente, el
narquía•, revelaba después en las páginas de sus novelas la poeta tiene ante sí cosas y no ideas».7
verdad del movimiento histórico, basta llegar a ser el escritor E.s1os pensamientos desanctisianos son de 1858, pero ha-
preferido de Marx. Al mirar la realidad sin que ningún lente da tiempo ya que su convicción se apoyaba en e5:?5 supuestos,
deformantc se inlerpusiera entre sus ojos de artis1a y los hechos por lo menos desde que había empezado a ensenar en la es-
cuela napolitana, o sea poco antes de meterse con iodos sus
• Z. V. Smirnov.: Arle y Lilmtura tn I• URSS, •El problcmo del
realismo en 13 e>1ética de Bielinskí». Y ••mbién, V. Bidinski: Texlor . N"•p<>
fi/osóficor escogidos, •Ú idea del ane•, Ediciones en lcn8'1as exarnnjerns, 1 F. De Sanctis: Opere complete (Obm completas), Coraese,
Moscú, 1948. Jcs, 1910, pp. 239-244.
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alumnos en las barricadas de 1848 y de que lo hicieran prisio- Sólo un romanticismo basado en el curso vehemente de la his-
nero. Este hecho resulta claro en su libro de memorias, La toria y de los sentimientos que en ella surgían, podía encontrar
¡uventuá: «Yo deda: el estilo es la cosa, y por cosa entendía lo una adhesión plena: es decir, un romanticismo de fondo rea-
que más adelante se llamó el argumento o ti contenido. Si el lista como el de Pctofi, quien, en 1847, dos años antes de
estilo es la expresión, ésta extrae su substancia y su carácter de morir en la última carga de caballería magiar en Segesvar, se
la cosa que se quiere expresar: en esto reside su raz6n de ser... dirigía a los poetas del siglo xr:x: cNadic haga vibrar fatua-
Pero Ja cosa no debla considerarse de manera aislada. La cosa mente / las cuerdas de la lira. / A obra grande se entregue /
vive en: el espacio y en el tiempo que forma su atmósfera, to- quien ahora toca esas cuerdas. / Si no sabes mis que cantar / tu
mando modo y color de este o aquel siglo, de esta o aquella alegda o tu angustia, / no eres útil al mundo /. Deja entonces
sociedad. Esos elementos tcnfan una gran importancia en la de lado ese sagr:ido instrumento.JO O como el romanticismo de
detcnninación del estilo. Expresar la cosa en su verdad, eso Heine en la Canción Je los teieáores Je Silesia; o, también, como
era el estilo.>1 el de Víctor Hugo, el poeta que y.a en I8n, en su prefacio al
De Sanctis enriquecerá este núcleo de pensamiento estético, Angel, había escrito: cEn el siglo en que vivimos, el horizonte
que ve en el contenido una rcalidad viva y determinante, con del arte se ha ensanchado grandemente. Otrora el poeta decía:
una serie de formulaciones ulteriores, según las cuales el arte no el público; ahora el poeta dice: el pueblo.JO
puede ser más que una representación objetiva de la realidad,
una expresión no deformada de ella. De esta posición nacer:í
también su aceptación de.I naturalismo de Zola. Pero esa con- Rechazo del arle por el arte
cepción del a.rte ya se había difundido y conquistado definiti-
vamente a artistas y escritores. En diciembre de 1861, cuando La doctrina del arte por el arte bab!a encontrado en Francia
un grupo de jóvenes le había pedido que abriera una «escuela las condiciones más favorables en el período ele la Restaura-
realista», Courbet no se había expresado en térm inos muy dis- ción, pero ya la revolución del 1830 habla dado un golpe serio
tintos. Para él también «lo bello, al igual que la verdad, está a esa teoría. Las «tres gloriosas jornadas» de julio habían exal-
ligado al tiempo en que se vive y al individuo que está en con- cado a artistas y poetas. Daumier se habla revelado como di·
diciones de percibirlo», y el arte consiste sólo en «saber en· señador y Delacroix había pintado La Libertad en las barricadas.
contrar.la expresión más completa de la cosa exisccnte».9 El gobierno de Luis Felipe, sin embargo, revelaría muy pronto
Pero volviendo a los años que prepararon el 48, resulta su esencia verdadera. Con Luis Felipe -como escribió Sten-
evidente el motivo por el cual el subjetivismo romántico era juz. dhal en Lucien Leuwen- había llegado al gobierno el «Ban-
gado muy severamente o rechazado con uan condena drástica. co, esta nueva nobleza conquistada aplastando la cabeza a la
1
Revolución de julio•. Alcxandrc Decamps, en el Nalional del
F. De S:anctis: •U juventud•, ob. ci1., p. 105
9
18 de marzo de 1838, describía muy bien los gustos estéticos
G. Cowbct: El rt11fümo.
12 0 MA RIO DE MlCHELI
... ' "\ 13 0 •LAS VANCVARll11S ARTfSTICAS DEL SIGLO XX

'
de la nueva bÚrguesla financiera que dominaba a Francia:.. «Las fiesa a Castagnary el 8 de octubre de 1868- mi pintura qtú·
obras de arte de una originalidad demasiado independiente; de zós nunca se hubiera visto.> Y unos años más tarde, volviendo
una ejecución demasiado atrevida, ofenden los ojos de .nuesfra sobre e;e argume.nto, afirma: «Al renegar del ideal falso v con·
sociedad burguesa, cuyo esplritu limitado no puede ab~ar vencional, en 1848 levant~ la bandera del realismo, la. única
ni las vastas concepciones del genio ni los impulsos generosos que pone el arte al servicio del hombre. Por eso he luchado, ló-
del amor a In humanidad. La opinión marcha a ras del suelo; gicamente, contra codas las formas de gobierno autoritario v he-
todo lo que es demasiado vasto, todo lo que se eleva por encima redado por derecho divino, deseando que el hombre se gobierne
de él, se le escapa.» El conformismo, efectivamente, se había a sí mismo según sus occesidades, en su provecho directo y
ido extendiendo rápidamcnie; los cuadros en alabanza de Luis siguiendo una concepción propia.» 11
Felipe se multiplicaban a la par de los cuadros religiosos. En Los defensores del romanticismo y el clasicismo quedaban
J 833 Thiers habla afirmado en nombre del gobierno: cEn cuanto vencidos por la fuerza histórica de esas convicciones. El hom-
n los cuadros de iglesia, el gobierno ya no los encarga: los bre, desprovisto de exaltacione; místicas y de abstracciones aca-
artistas han perdido el gusto de hacerlos y casi todos ellos démicas, «sin coturnos en los pies, ni aureolas en la cabeza»,u
los rcchazan.» 1º se convertía en el centro de la nueva estética. Nacía el socialismo
Unos años después, sin embargo, lns cosas eran distintas. científico; el espíritu de la ciencia se difundía en todas las dis·
Tanta era la influencia que había recobrado el clero, que se ciplinas; los progresos de la técniCfl daban una impronta distinta
reanudaron los pedidos oficiales de cuadros de tema religioso. a la vida; la exigencia de una visión fuerte y veraz se imponía
E11 el Salón de 1837, el número de cuadros rel igiosos superaba
en todos lo campos. El re11lisrno tenía así su origen en esa
el de l1Js de batallas. espesa confluencia de CÍJ:CUnstnncias histórims; y para los rea·
Pero las fuerias políticas y culturales más abiertas reaccio· listas, precisamente, el hombre era el eje a cuyo alrededor se
naban con energfo, preparando el e.lima de 1848. La conciencia ngrupabno tod:1s esas circunstancias. Regla fundamental del rea.
J e la estrecha interrelación entre el ane y el pueblo, entre el
lismo era, por consiguiente, el lazo directo con todos los aspectos
arre y la sociedad, estaba viva como nunca. Bastatía hojear
de la vida, aun con los más inmediatos y cotidianos: quedaban
el órgano de los republicanos demócratas, La Reforma, o el
excluidos la mitologfo, el cuadro de evocación histórica, la be·
diario de los republicanos burgueses, el Natio11al, para encon·
lleza convencional de los cánones clásicos. Y a esta regla, a esta
trar en cada número artfculos que subrayan ese punto esench1l
poética de la realidad, los anistas más representativos de la e;.
con la mayor insistencia.
cuela realista -Courbet, Daumier, Millet- se mantuvieron
En los escritos de Courbet, esa conciencia se manifiesta 'de
la manera más descubierta. «Sin la revolución de febrero -<0n· " G. C.Ourbet : ob. cit.
11Mm y Engds: Sur la Ullrr•turt ti /'Ar1 fSobrt la li1trat11ra y
'ºL. Roscnth:IJ: Du fl.om1111111mt a11 Rtalis11u (Dtl Rommticismo ti drlt), por Jean Fltvillc, Ecfüions Sociales, P3!ís, 19>6, p. 132. l:i
al R..l1smo), Laurcns, Pub, 1914, p. 53. cxpraióo es de Mmc. [Edilsclo en esta mism• rokxción.]
¡.¡ o MARIO Oll MICHl!LI 15 o LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX

fieles, siguiendo cada uno de ellos sus inclinaciones propias, sus J'edención de la patria y del arte, y surgieron los maccbiaioli.»
propias ideas particulares. •Al pintar (a los campesinos y a los Los ideales democráticos y patrióticos del Resurgimiento pene·
burgueses) en ramaíío natural, y al darles el vigor y el carácrer tran dondequiera y encienden el alma de los intelectuales, de los
que hasta eoconces estaban reservados a los dioses y a los Jié. escritores y anistas, en Jtalia y en otros paises. Primero caen
roes, Courbet llevó a cabo una revolución artística», escribe las fórmulas del neoclasicismo imperante, para dar paso a un
Castagnary u romanticismo de inspiración histórica, hasta que toma impulso
un arte fresco y vital. Las escuelas regionales, y sobre iodo
La insistencia en hablar de Francia (y podemos decir me-
los maccbiaioli, están animadas por esie impulso. Las famosas
jor, de París), se debe a la particularidad de la situación fran-
reuniones de 1850 en el Café Miguel Angel de Florencia -reu-
cesa. París es verdaderamente, en el siglo xtx, la capital de las
niol](S que más adelante llevarían a la organización del grupo-,
arres y las nuevas ideas políticas. Junto con los patriotas exi-
escogfan a CISi iodos los pintores que habían participado en la
liados, los forajidos, los poetas y literatos revolucionarios, lle-
campaña de Lcmbardía en 1848 y tomado parte en la defensa
gaban a París los arriscas demócratas de rodas parte, que que-
de Venecia, llolonia y Roma en 1849. Como sucede entre ar.
rían renovarse y crear un arte nuevo. Mas el proceso revolu-
tistas, en esios encuentros las discusiones asumían a menudo
cionario alcanzaba ya también a aquellos países de Europa que
carácter iécnico. Fue precisamente en ellas donde nació la teo-
todavía no poseían una cultura nacional verdadera, como Ilun·
ría de pintar por manchas. Pero el fondo de la cuestión no era
gría, Rumania o Bulgaria. Es precisamente en esos años cuando
iémico, o mejor dicho, no era sólo t6cnico. La teoría de fa
se desarroUa en estos países una conciencia renovadora; empie·
mancha, como escribió Fnuori, no es más que una «nueva bús-
zan a florecer los csiudios sobre la historia nacional y el arte
qued:1 de •verismo, que se va desarrollando actualmente y que
se libera del influjo bizanrino para orientarse hacia la obscrv,1-
ción de la realidad. También parn Italia esa éporn mat'Ca el represen ta la realidad de la impresión verldica de lo verda·
despertar de fa cultura nacional y del arte figurativo en pnr1i.. dcro».14 Las palabras verismo y realismo se rcpctlan a menudo
cular. Cualquiera que pueda ser el juicio es¡x>clfico ace1-a1 del en esas discusiones. Lo que los 111ucc/1iaiolí querían alcanzar
arce de nuesiro siglo x1x, sobre esie hecho no caben dudas. Los era sobre iodo esto: sinceridad de expresión, verdad, adherencias
arrisias nuevos, desde Nápolcs hasta Florencia, desde Milán a las cosas.
hasta Turín, son prec.isamente los que están más ligados a la~ El movimiento artístico iialiano más avanzado estaba orien-
vivencias y los sentimientos del Resurgimiento. «Yo era el via· t:ido, pues, en el mismo' sentido en que se movía todo el arre
jante de la revolución,., solía decir Fauori. Y más tarde al re· europeo democrático: hacia un arte vivamenie injertado en los
cordar en sus memorias los aconrecimienios históricos de 1859, problemas, la vida y las preocupaciones de la historia en curso.
escribió: «Llegó el año de 1859 y fue una revolución pua la Por consiguiente, desde el punto de vista de las posiciones cuJ.

ll G. Co11r/,,1, 56 vit :1 m O<'U<Tts (.fu <id• y sus obr#S) Picnt " Úlltrt Jri m«cbüioli (úrw Je los m«ehüi;,,/i) Einaudi Turln
Caillu, Ginebra, 1948, p. 101. ' 1953, p. 93. , , ,
16 0 MARIO DE MICHEJ..l J7 0 LAS VANGUARDIAS AJtTÍSTICAS DEL SIGLO XX

curales, no puede decirse que los artistas italianos no ' mar· fal!~cimiento de un esplritu trascendente como parecen creer
chasen también sobre una línea justa y actual. Si después los algul)OS críticos. Sus razones están y permanecen en la historia.
resultados artiscicos no tuvieron la amplitud ni la intensidad . En líneas generales el inicio de la crisis puede hacerse coin- .
que alcanzaron los de otros artistas en Francia, esto debe im- cid\c con la liquidación de las revoluciones europeas, hacia la
purarse cal vez a las mismas limitaciones de nuestro Resurgi- mitad del siglo x1x; pero sólo se trata de un inicio. Los sín·
miento, que no tuvo la profundidad ni el carácter consecuente tomas serán más evidentes después de 1871, luego de los trá-
del proceso histórico francés. gicos acontecimientos de la Comuna de París. Esta página de
historia tiene importancia decisiva, porque representa una de
las últimas ocasiones en que un amplio sector de escritores,
poetas y artistas participaron en una acción política de alean·
Epílogo trágico ce excepcionaJ,tS y también porque, precisamente por la derrota
de la Comuna, las contradicciones ya existentes en el cuerpo de
De todos modos, lo que aquí nos in teresa es sobre todo esa la sociedad nacida de las revoluciones burguesas adquieren en
«unidad» histórica, política, cultural de las fuerzas burguesas coda Europa máxima violencia y aceleran el desarrollo de la
populares en los años en torno a 1848; porque es precisamente crisis en proceso.
de la «crisis» de esa unidad y de la «ruptura» de "
esa unidad
,.-- . '
de donde nacen, como se ha dicho, el arte dé vanguardia y gran is Cuando el 5 de abril Courbct convocó a los artistas de la capital
sitiada por Jos prusianos, cl gran anfiteatro de la Facultad de Medicina s<
parte del pensamiento cootemporfoeo. Es obvio obser~~~ que llenó de pintores y escultores; entre los nombres de los que resultaron
en el seno del mismo movimiento general que tiene su eje electos en el Comité de la fcdcraci6n de los Artistas figuroban los de
los más grandes maestros franceses: Corot, Courbet, DnuJnier, J\ianet. La
en 1848 existían ya contradic~iones y divergencias que des- ~dhesión de los :u:tistas a la Comuna fue tan rápida, espontánea, vivaz,
pués iban a ser más fuertes y que serían causa de la .crisis; que éstos constituyeron, con sus solas fuerzas, una compañía de comba
tientes. Pero también dieron su adhesión cientlficos, músicos, actores,
pero ~asta esa época el movimi.ento histórico de las fue¡-za~ bur- estudiantes. En cuanto a !O<s escritores y los poetas, basta r«ordar a
guesas populares conserva, salvo en casos especiales, ~n. ca- Verlaine, quien cubñó el cargo de jefe de la Oficina de Prensa de la
Comuna; más tarde, habiendo huido a Londres, '"permanecerá hga~ . al
rácter que se puede denominar . unitario. El año de 1848 . re· ambiente de los .communards. ptoscri1os y escribirá para el pen6dico
pre~enta justamente el ip,ice de esa unidad. Por con,siguiente, de EugCne \Tcnnersch, el pOCta amigo de Courbet, UJHl sene de .c~arte.cas
agresivas e incendiarias contra Jos hombres de Vmalles. Tamb1en Run-
hay que analizar los fa~tores que determinaron la crisis para baud íue ccom1nunard». 1\lgunos escritos suyos sobre ese tema se ~an
petdido, pero nos quedan dos poemas: •Les mains de Jeanoe-~rie>
poder rea:mocer el significado que_.fueron adquiriendo ~u~ . ele-
. . - '•l• ! lt
(•Las manos de Jeanr.e-Marie.), dedicada a una muchacha proletaria, l
mentos desencadenantes: éstos se irán definiendo de acuerdo «Paris se rcpcuplc. C.Pads se vuelve a poblar»), sobre el regr""o de la
con la forma en que Írii~rvienen"~~ ella~ Sin ~1~bargo;· i~ que
«corte> de Thiers a París. A estos dos poemas se debe añadir la •l.ettre
L du Baron de Pctdechevrc• («Carta del J3aron de Petded1evre• l, descu·
ya .se puede decir . des~~ al¡ora -~ que e$a: qj.sis, no. ~s.i.~Jló"por i; bicna s61o en 1848 y que es un agudo escrito polémico contra los malos
hábitos de Versalles. La Comuna remún6 con hts matan2'ls perpetrada!
causas metafísicas; es decir, no fue engendrada pói el <les· por las tropas de Thiets: treinta mil parisienses fueron fusilados.
)8 0 MARJO DE MICHELI 2. LAS SENALES
} DE LA CRISIS
El rraurna de esta derrota influirá duramente sobre mu- 1
chos intelectuales. Desde luego, no todos los intelectuales de '
entonces estuvieron en la Comuna; la unidad que se habla es-
tablecido alrededor del 48 ya habla sufrido violentas sacudida.!;

i
no obstante eso, la Comuna fue un acontecimiento glorioso de
aquella unidad. Tras ese episodio puede considerarse concluido
el periodo en que los pensadores, los literatos y los artistas di- El drama hist6rico Je Van Gogh
rectamente comprometidos habían actuado en el seno de la vida
social y pol!tica sin que, en general, pensaran tener que aban-
1 ' Van Gogb llegó a París en febrero de 1886. Tenfo treinta y
tres años y vivirla cuatro nños más. Su trabajo verdadero de
donarla. Ahora, después de Jos hechos dolorosos de 187 L, se
precipita la cásis que ya se había revelado a raíz del 48. La pintor, había empezado en octubre de 1880: una vida breve,
inconformidad entre los intelectuales y su clase se hace más
aguda, las grietas subterráneas asoman a la superficie, el fenó-
meno se vuelve genera l, la ruptura de la unidad revolucion:1ria
del siglo x1x ¡·a es un hecho consumado. Por largos años, hasta
nuestra época, sus consecuencias dominarán los problemas de la
1 fulgurante, intensa. Ésta fue su historia de bombres y de artista.
Pero ¿cuáles son . los sentimientos, Jos pensamkntos, los
propósitos que Van Gogh lleva consigo a Ja capital de Francia?
Conocer la fonnación espiritual de Van Gogb, anterior a su lle-
gada a París, es de una importancia decisiva para comprender
cultura y del arte. sus reacciones en los últimos cuatco años de su existencia.
Hijo de un pastor calvinista, sensible y apasionado en una
époc:i agitada y conmovida por las ideas de redención social
que desde Francia se hablan extendido n las naciones vecinas,
V:m Gogh acababa de escoger como vocación de su vida la
predicación evangélica entre los mineros belgas del Boi·inage,
el cpaís negro>. En este ccurso gratuito en la gran univer-
sidad de la miseria»,' había tomado sus primeras, humanísimas
Y dramilticas lecciones. Sus compañeros ccan la Biblia y La
Revolució11 fra11cesa de .Michelet; Dickcns, Hugo y, un poco
más tarde, el Germinal de Zola, o sea de ese Zola que escribía
a su traductor holandés, Vnn Santen Knlff: «Todas las veces
1
Esta ciu y !:is siguientes son cxtraícm d<l lihro: Lmrer dt V. V1n
Got,b J sonJrm lb&> (Carras dt V. v... Goih • "' bmnon" Této),
Grnsiet, \"''.'• 1937; y de Let1res d Von R4pp.rd (Cortas a Va11 Rapp.rd),
Gr:IS!C1, l ans, J950.

1
. .. 0
21 0 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DFL SIGLO JC(

·''
20 MARIO DE MICHELI
predicador, siempre es éste el mundo que sigue ínteresándole:
i que ahora emprendo un estudio, me topo con el socialismo.•' .Me lcvanlé temprano y vi a los obreros que llegaban al trn·
Los libros de Z.Ola ya eran para Van Gogh •los mejores trata- bajo con un sol magnífico. Te hubiera gustado ver el aspecto
dos sobre la ~ actual•. As!, el evangclismo y el socialismo particular de este río de personajes negros, grandes y chiquitos,
humllll.Ítario habían encontrado en él un punto de fusión, de en la calle estrecha donde apenas babia un poco de sol pri-
incandescencia, que lo colocaban contra la religión. formalista mero, y después en el trabajo (agos10 1877) ... Los obreros
de tantos hermanos suyos de predicación, quienes m1rnban •las de esta mina son generalmente flacos y páLidos de fiebre, tienen
cosas espirituales -decía él con lenguaje áspero- desde el un aspecto fatigado y raído, son oscuros de piel y viejos antes
punto de vista típico de los borrachos•, y «eran }ncapac;s de de tiempo; las mujeres son débiles y marchitas. Alrededor de
experimentar emociones humanas». Él, en ~mb10, tenia de In mina, miserables viviendas de mineros, con algún árbol muerto
Ja religión una idea viva, incorporada a la re~hdad de aque.llos ennegrecido y setos de zarzas, montones de desechos y cenizas,
hombres en medio de los cuales hubiera quendo pasar su vida; montañas de carbón inutilizable (abril 1879) ... Los obreros
para él, en suma, Pablo de Tarso era cun obrero con los s.i~ de las minas de carbón y los tejedores son una raza un poco
del dolor del sufrimiento, del trabajo, sin ninguna apanenaa distinta de la de los demás trabajadores y artesanos, y yo siento
de bcll~, pero con un alma inmortal•; y, viceversa, el minero hacia ellos una gran simpaúa... El hombre del fondo del abismo,
que salía de los pozos llevaba consigo la imagen de Dios. 1 de pro/undis, es el minero; el otro de aire pensativo, como
Las cartas que Van Gogh escribió durante esos años son ~ de soñador, de sonámbulo, es el tejedor. Hace casi dos años
que vivo con ellos y be aprendido a conocer bastante su
ricas en indicaciones en este sentido. Todo lo que ve Y ob-
serva todo lo que lo conmueve se coloca ya en una perspectiva carácter original, sobre todo el de los mineros. Y cada día
poéti::n, figurativa. Él lo advierte con claridad. Ya en noviem· encuentro algo conmovedor, hasta desgarrador, en estos obreros
bre de 1878 escribe: «Si yo pudiera trabajar por dos o tres pobres y oscu ros, los más desvltlidos de todos, puede decirse,
meses en silencio en una región como ésta, y aprender Y ob- los más despreciados, los que en general, con imaginación vi-
servar constantemente, no regresaría sin tener algo que decir, vaz pero falsa e injusta¡ nos · representamos como una raza
algo que valga verdaderamente la pena de ser escuchado; Y de malhechores y bandidos (agosto 1880). Nunca oyes que-
digo esto con toda humildad y &anquez:a.• jarse a los tejedores, a pesar de que llevan una vida ruda.
0

Desde Amsterdam a Laeken, Wasmes, Etten Drenthe, Nue- Su pongamos que un tejedor que trabaja duro haga una pieza
nen, en todos los lugares donde estuvo antes de su viaje a de sesenta aunes en una semana. Mientras él teje, es necesario
Par!s, la realidad que había observado constantemente era una que una mujer se ocupe de los carreteles, o sea, que éllrolle
sola la de los hombres que trabajan en las f~bricas, en las mi- el hilo en los husos; de modo qoe son Jos las personas <toe
nas.' en los campos. Incluso cuando suspende su actividad de trabajan y tienen que vivir· de· este mbajo·. Sobre esta pieza
el tejedor gana neto, por ejemplo, euatro florines y medio; 'l
1 E. Zola: Corrcspomle11c; (Correspondencia), E1icnnc Fasquelle, Pa·
r[s, 1908, t. 11, p. 661 .

.. ....
--~~·- • '
22 0 MARIO DE MICHEU 23 0 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX

cuando la lleva al fabricante, a menudo se le dice, hoy en pregunto si están a la venta las láminas de Daumier a buen
día, que sólo podri recibir un nuevo pedido dentro de ocho o precio y, si así fuera, cuáles son. Yo siempre lo .encontré fuerte,
quince días. Luego, no solamente el salario es bajo, 1ambi~n pero solamente en estos últimos tiempos he empezado a ercer
el trabajo escasea. Así, esta gente es a menudo nerviosa e que tiene una importancia aún mayor de la que pensaba.• Pero
inquieta. Es un csrado de ánimo distinro del que conod entre también Millet le interesa por esa capacidad particular de «re-
los mineros de carbón, un año en que hubo huelga y muchos cargar> la expresión. El pensamiento de t.Wlet que más le gus-
incidentes (1884 )... Me me:zdé íntimamente a la vida de los taba era el que dice: cEs mejor callar que expresarse débü-
campesinos, a fuerza de verlos continuamente a tocias horas mente.:t Ya desde esos años querla hacer cuadros, dibujos que
tanto que no me siento atraído por ninguna otra idea ...• ( 1885).' tuvieran como primera cualidad la ge «impresionar». También
éste fue el mundo en el que maduraron los sentimientos Courbet ve sobre todo d valor del color, usado no en sentido
de Van Gogh y su vocación de artista. Por consiguiente era naturalista, sino expresivo: cUn retrato de Courbct tiene un
lógico que se orientara en sentido realista y hacia un realismo valor más airo, es enérgico, libre, pintado con toda la gama
preciso, cargado de contenido social. Su poética estaba bien de los bellos tonos profundos, de rojo pardo, dorados, violeta,
definida: •La mano de un trabajador es mejor que el Apolo más fríos en la sombra, con el negro ... es m:ís bello que el re·
del Belvedere.» Así se expresaba. Y todo su trabajo consistió trato de cualquiera que hubiese imitado el color del rostro con
en tratar de encontrar la manera más eficaz de representar esa una horrenda exactitud.»
"'.•no. Era natural, pues, que escogiera como maestros pre· Es ptceisamcote al considerar los retratos de Coubcrt cuando
asamente a aquellos pintores que más se habían dedicado 3 Van Gogb tiene, en 1884, la primera revelación del valor de
representar a campesinos, obreros, artesanos y gente del pue- traslación del color: cEI color expresa algo por sí mismo.,. Era
IJlo: Millet, Courbet, Daumier, el Delacroix menos literario. esto Jo que buscaba: la intensidad de la expresión, a In cual
En esos pintores vela ejemplos, indicaciones valiosas para hacer sacrificaba cualquier otra preocupación. Pero siempre ln ex-
lo que «sentía.. De Daumier amaba sobre todo la manera presión de la realidad, o mejor todavfo: del hombre a6ndidc
ancha Y 5enc:illa y la capacidad de captar sin vacíbcioncs el cen· a Ja naturaleza. Esta vieja definición baconiana de la t&:nica,
tro del argumento. A propósito de un dibujo de él, afirmaba: Van Gogh la adoptaba con un significado espiritual rico en ten-
d)ebc ser bueno scnt.ir y pensar de esta manera, y pasar por sión emocionante: cNo conozco mejor definición de la palabra
alto un montón de detalles para concentrarse sobre lo que hace arte que éstn: el ar}{ es el. hombre a1iadiáo a la natura/eta; la
pensar, y sobre lo que concierne de la manera más directa al naturaleza, la realidad, la verdad, pero con un significado, con
hombre como hombre, en lugar de ocuparse de los prados y una concepción, con un carácter que el artista extrae y a los
las nubes.• Daumier le coscñaha la manera de acentuar la ex- cuales da expresión.>
presión mediante la deformación rcallita. La grandeza expresiva Para él, pues, la expresión consistía en este cextraer• de
Je Daumier se le h.b!a revelado claramente en 1882: . Te las cosas su significado más verdadero; pero este principio no
1
l 25 0 LAS VANGUARDIAS ART(STlCAS DEL SICLO XX
24 0 MARIO DE MICHE.Ll

traicionaba la verdad de lo real, puesto que estaba firmcment


l
11
cslOS huracanes. Pero una cosa importa, Y es no dejarse en·
gañar por la falsedad de su propia época o, por lo menos, no
convencido de que hubiera faltado cuna sólida base• si un~ hasta el punto de no reconocer en ella las horas funestas, so-
se olvidara de «que la naturaleza existe•. Con este esp!ritu 'iC focantes y depresivas que ptteeden la tormenta. ¿Ves? Lo que
enfrenta al tClllJI de Los comedores de papas. La verdad la rea· conforta es no tener que correr siempre con los sentimientos
lid~d, el sig~cado de esos campesinos, integraban ~na his· propios y las ideas propias, es poder colaborar y trabajar con
tona de traba¡o duro y de penuria. Y esto era lo que se debía
un grupo.•
«extraen. He aquí donde la deformación realista de Daumier En Parls busca uD clima, un ambiente, un grupo, pintores
lo ayudaba; simplificar e intensificar, pasando de In caricatura que «Sientan» como él: en suma, busca todavla un Parls pare·
n la concentración dmmática. Pero cl alma de Van Gogh se- cido al de Míllet, de Courbct, de Daumicr. Mas Paris ya ha
guía nnclada e~ los valores. humanos más profundos del siglo cambiado profundamente.
XIX. «~e querido dar conocnzudamente la idea de esta gente Millet ha muerto en Barbiz6o en 1875; Courbct se ha apa·
que, ba10 b lámpara, come sus papas con las mismas manos con gado en el c.úlio dos años más tarde. Daumier ha cerrado los
que ha ~nbajado la tierra. Mi cuadro exalta el trabajo manual ojos en Valmodois en 1879. El reflujo revolucionario. ha creado ,
l' los aluncntos que ellos, por s1 mismos, se han ganado hon- una situación dura, difícil para todos aquellos artJStas -los
radamente.• más vivos, Jos más grandes de Francia- que de alguna manera
!!sic era Van Gogh antes de llegar a Parls en 1886. Es se ligaban con el movimiento del arte de.~árico. El aire de
un hombre que está al lado de los valores del 48. Al imagi· la Tercera República está lejos de ser vwificantc.
narse a si mismo vivo en esa época, no vacilaba en escoger su Por parte de las esferas oficiales siempre habla existido des,
puesto como «revolucionario y rebelde» en las barricadas, y confianza y repulsa hacia Jos artistas realistas. Fr?nte a !os
con lmpctu exclamaba: «En cuamo a hombres y pintores pre- cuadros de los pintores realistas, Nieuwerkerke, el director un-
fiero la gencrnci6n del 48 a la del 84, pero en Jo que concierne pcrinl de Bellas Artes bajo Napoleón lll, habla afirmado des·
al 48.' no a los Guizot, sino a los revolucionarios, MichelcL y, dcñosamente: «Es pintura de demócratas, de gente que DO se
también, los pintores campesinos de Barbiz6n.» cambia de ropa y quiere imponerse a la gente de sociedad;
3
es
un arte que no me gusta, es más, que me disgusta.• Y ésta, en
En los años anteriores a su viaje a Parls ya había pintado
general, siempre habla sido la actitud de la critica .de moda.
sus cuadros
• • oscuros-. los ..--- JCS de su sent1m1cnto;
""""'na· . . tenía Se podrlan reunir cientos de ~as de impropenos contra
conv1c:ooncs meditadas largo tiempo dentro de si y entusias-
los anistas rcalisus, ojeando los periódicos de la époal. Pero
mos geru:rcsos. Poco antes de salir hacia la capital francesa si antes los crlcicos se lanzaban, para citar un caso, contra la
todavla escribía a su hermano Théo: cNosotroS estamos 1
imagen violenla del Hombre con la 111.ada de Millet, ahora,
u'l umo
. cuarto de un siglo que se acabar' con una granen re-e
vol~ción. Ci~tamente, nosotros no conoceremos los tiempos
l Rcwald: Historia del Imprtrioni1mo.
me1ores, el am: puro y toda la sociedad renovada después de
26 0 MARIO DE MICHEU

despu~ de la Comuna, veían los ~plandores de los incendi~s


l 27 0 LAS VANCUARDJAS ARTÍSTICAS DEL SIGL() XX

detalles. Hasta los poetastros unieron sus voces a este triste


:," "IC•S de los campesmos en rebeldfa hasta dctras coro. Así, por ejemplo, Émile Bergerat concluía una poesía
de las figuras aP3áblcs del Ángelus. En 1876 Charles Iriarte suya sobre Courbet: cDía y ooche puesto en la picota. ¡ que
explicaba en la Goielle des Beoux-Arts la~ ccscena~ lasti~ras» reviente de vejez entre cuatro gendarmes.• 1' '
v el .lenguaje lleno de amargura» del pintor realista hungaro Este odio para Courbet, que tiene su culminación en la
~Iu nkócsy, que vivía en París en aquellos mios, declarando: sen1cncia del pintor Meissonier, déspota del Salón de J872
«Yo creo que sus objetivos se explican con rnwoes políticas.»' («Para nosotros ya es necesario que Cou'.bet esté muerto•) ,10 se
y hablando también de Munkácsy a propósito del cuadro de habla extendido también a los expres1onistas, pintores que pro-
Cristo anle Pila/os, el crítico Buysson exclamaba algunos años cedían en general, precisamente de las posiciones estéticas del
mós tarde: «pero ¡éste es un nihilista delante del 2at!i>5 Las re:ilisn;o. Esta polítim discriminatoria hacia los impresionistas
¡nvectivas más feroces y los escarnios peor intencionados, sin conti.nuó por mucho tiempo. A este ~ropósito, Robert Rey
embargo, ernn para Courbet. Alejandro Dumas, hijo, se habfa relata un episodio muy significativo, acaecido alrt(ledor de 1919.
encarnizado contra él, después de la Comuna, con virulencfa li- Una mañana de ese año, el ministro francés de Instrucción Pú-
teraria: c¿Bajo qué cielo, con la ayuda de qué estercolero, de blica visitó el museo, del Luxemburgo, acompañado por el con-
qué mixtura de vino, cerveza, moco cor=ivo y flatulenta tu· servador Léonce llénédite. De pronto se paió ante el Hombre
mefacción ha podido desarrollarse esta calabaza sonora y peluda, con camisa rojo de Carolus Duran, Y presa de desconfianza ante
este vientre estético, encarnación del Yo imbécil e impotente?.' tanta abundancia de bermellón, apuntó con su paraguas hacia
Barbey de Aurévilly había declarado: «Serla necesario mostrar la teb y dijo, dirigiéndose al conservado~ en tono confidencial
a toda Francia al campesino Courbet encerrado en una jaula y al mismo tiempo lleno de _sospecha: «D:game, Bénédire, pero,
de hierro a los pies de la Columna Vendome. Se pagarfo para ver- ¿no es 1111 poco impresiomsta, este amigo de usted, Carolus
Jo.»7 Por su parte, Francisque Sarcey, periodista de moda, ha-
Duran?»11 ...,
bía propuesto, con noble desprecio, otra forma de castigo: «Sea
castigado con el silencio público.»8 Pero eso no es todo. La idea Esta presión hostil de la critica, Pl'Omovida por el repli_c-
de exponerlo al ludibrio de la gente de bien parecía gustar par- guc de la burguesía hacia posiciones conse~a?oras absolutas,
ticularmente a los enemigos de Courbet, porque es una idea fue -junto con el derrumbe Y el .d~svanec1m1ento del fervor
que se encuentra e.xpresada en muchos artículos con lujo de ideal que había enriquecido el movlllllcnto anistico en sus mo-
mentos mejores- una de las causas que ak;aron a los artistas
• L. Vcgvari: L'Att dt M. Munkácsy (El ate t!t M. M1mkksy), de la visión realista precedente y, en gtnera), de toda aquella
Ins1i1ut d<s rdttions culrurcllcs, BU<bpcst, 1952, p. 29.
s ldem, p. JO. ' ld<m, p. 305.
6 G. Courbct: oh. cit., t. II, p. 302. lt L. Ani,gon: oh. cit., p. 13.
1 L. Arogón: Courbet, Ccrdc d'An, París, 1953, p. ]).
11 R. Rey: L.i peinture moJerne (Lz P1111•fl 111odrtnu), Prcssc:s Uni-
• G. Courbc1: ob. cit., t. 1, p. 283. , ersii oires de Fronce, París, 1941, p. 25.
28 0 MARIO DE MICHELI 29 0 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX

pinrura de ideas, de pensamiento, de narración, de la cual más 48, con la pasión por un artc'rcalista, y se encuentra un ambiente
o menos todos los nuevos impresionistas habían partido. Los completamente distinto. El terreno histórico y cultural sobre
problemas de las relaciones entre cienci~ y pintura, los de la d cual había crecido el arte que él amaba ya estaba alterado 0
téccica, la luz, el objctivismo en la transición plástica ele Ja clcstruido; los impresionistas, únicos_ herederos de aquellos prin-
visión de la naturalm, tienden ahora a sustituir, y sustituyen, cipios, se descuartizaban en cdesastrosas guerras civiles», tra-
a los problemas de contenido que ya habían atormentado a Jos tando de «comerse las narices unos a otros con celos dignos
artistas realistas y a los románticos. Desde la primera exposición de mejor 01usat. ~l, que hasta ese momento había hecho una
de !,os impresionistas ~ 1874 hasta el año en que Van Gogh pintura oscura, en.si sin color, ahora se siente sacudido por
Uego a París, la cvoluoón progresiva de aquéllos en este sen- las telas luminosas, claras y brillantes de los impresionistas; es
tido se acentúa, salvo alguna c:xccpci6n, basta Uegar a las ex- más, acoge con entusiasmo su nueva teoría y su nueva técnica,
periencias del Jivisionismo. 11 El grupo de los impresionistas cuyas posibilidades extraordinarias ve; pero dentro de él crece
reprei;cotaba, sin embargo, una fuerza, una unidad vital. Pero también una irreprimible desorientación. Pensaba que en París
este hecho tampoco debla tener consecuencias en aqud 1886. encontrarla apoyo a sus sentimientos, a sus aspiraciones; creía
En ,efecto, es en ese año cuando la unidad de Jos impresionistas encontrar «hombres» y, en cambio, como escribe en el verane
es1a destinada a quebrarse.u También Zola, el amjg0 de Mane1 de 1887, sólo encuentra «pintores que le: disgustan como hom-
Yele Cézanne, primer defensor autorizado de los impresionistas bres.. Su fervor choca contra una realidad fría, limitada, que
se separa de eUos, publicando en el mismo año su novda r,; considera como «literatura. las verdades en que él habla apren-
obra; en ella describe el fracaso attfstico de un pintor en el dido a creer entre los mineros, los campesinos y los tejedores
qL:e se han querido reconocer los rasgos de Manet y de Cé· de Bélgica.
znnne. Y esa obra sólo era un anticipo de lo que Zola escribirfo Se habfo derrumbado un mundo, el fracaso de la Comuna
años más tarde, cuando lamentará explfcitamente haberse ba. habfo excavado un surco profundo y definitivo ante d pasado;
tid~ ~or «aquellas manchas, aquellos reflejos, aquella descom- y Van Gogh, oon aguda sensibilidad, siente todo esto como
pos1c16n de. In luz.» :~ la cual, afirma, se había agotado la fuerza un espasmo, oomo una contracción dolorosa.
de h emooón prim1uvn de los impresionistas ante la realidad." Advierte que ya los artistas no están injertados en la so-
futa es la situación que Vnn Gogh encuentra en París. Llega ciedad; son «Opuestos• a In socied2d, «rechazados• por ella, al
con los problemas, las ansiedades, los deseos de un hombre del igual que la prosútuta, •muestra hermana y amiga» en este
destino. I'ero no por eso <leja de buscar lo que anhela. Toda
11
1 , Técni~de I~ ~in10«S ímpmiooisra.s que consistió <n''UXlaponet su vida tendrá ahora ese fin único y desesperado: buscar lo
~':(Ñ. Jtl E.) cruo <n vez de mml.trlos pl'<VÍJllneÍirc c:n la que ya, históricamente, no podcl encontrar nun01 más. Y así,
u J. Rcwald:
ob. ci1., pp. 217-229. esa carga sentimental que ha ido acumulando dentro de sf, al
" E. 7.ola: N011rrllt ""'f'4t11t, üknnc F:isqudlr, Pirls. 1897, p. 97. no encontrar manera de salir al exterior, estalla dentro de él,
,30 0 MARIO DE MICHELI Jl 0 LAS VANGUARDIAS AltTÍSTICAS DEL SIGLO XX

y lo desgarra. Empieza, pues, a mirar la realidad a través de quiere, también las mentiras, pero mentiras que sean. más ~er­
esa desesperación; es decir, proyecta sobre la realidad su exa!. daderas que la verdad literal.• Un arte, pues, no de 1mpres16n,
tnda sed de amor a los hombres, embiste la realidad con su sino de expresión; un arte que exprese, no la verdad aparente
sentimiento que no ha encontrado desahogos naturales en un de las cosas, sino su sustancia profunda. Y esta verdad del
movimiento concreto, en una historia común. Pero esto no lo hombre la sigue buscando y la buscará siempre entre la gente
salva. Se siente solo con sus sentimientos, y es presa fácil sencilla obrera y campesina: cAh, mi querido hennano... la
de ellos: esos mismos sentimientos quemarán su existencia como gente no verá más que caricaturas en C:Sta exag~ra~ión. Pero
la llama de una antorcha. nosotros bemos leído 1..4 lierra y Germinal, y s1 pintamos un
En los cuadros de los impresionistas, Van Gogh advierte campesino, quisiéramos hacer ver que esa lectura ha acabado
la ruptura inicial que va produciéndose emre el arte y la vicl.1. por ser una so1a cosa con nosotros.•~
No son la técnica, la luz, las teorías divisionistas las que pueden Buscar una explicación di! Van Gogh en el ámbito de la
decidir sobre la obra: «Ah, creo cada vez más que los hom- patoloAía, como hicieron algunos, es una manera ele desviar
bres son la rafa de todo, y de nhl me viene conlinuamen1c un el problema. Van Gogh no es un «caso», o, por lo menos, no
sen1imien10 de melancolía por no estar en la verdadera vida, es un •caso aislado.. Una vez reducido Van Gogh :11 puro
en el sentido de que quisiera más trabajar en la carne que en caso patológico y explicado su suicidio a la luz exclusiva de la
el color.> ciencia médica, quedarían por aclarar otros numerosos casos
l!sta es una carta de 1888. Ya está en Arles. El pintor que son similares, en parte o completamente, al de él. ~
que más le inter~a es Gauguin, quien ya ha formulado en sus cambio, Van Gogh es el primer caso evidente de toda una sene
discursos la crítica fundamental del impresionismo, aunque só- de otros casos; y precisamente por eso deja de ser un caso para
lo m:ls tarde fijad en el papel los tét·minos de esa crítica: «Los indicar una situación; es decir, la situación de crisis que iba a
impresionistas miran a su alrededor y no al centro misterioso del manifestarse como un hecho general de la culrurn. Destruida
pensamiento... Cuando hablan de su arte, ¿de qué se trata? De Ja base histórica sobre Ja cual se habían formado los intelec-
tuales, entran en crisis los valores espirituales que antes pa-
un arte puramente superficial, hecho de coquetería, meramente
material, en el que no existe pensamiento alguno.,.is En d fondo, recían destinados a durar permanentemente.
lo que Van Gogh quiere hacer es una pintura de ideas, \'olviendo
a recoger la experiencia fonnal de Los comedores de papas, o " En cuanto a Zola, tambim es not>ble su ten<knci• • tniur ,.,;,.
cbderos nonatos fí1icos con un ¡us10 que subroya y cxogel'll ~ elementos
sea, los modos expresivos de la deformación: «Mi gran deseo som~ticos para acentuar su Cllr4cter. O sea, 8 también se Slf\"C, en lite-
es aprender a hacer deformaciones, o inexactitudes, o muta· ratura del principio de la defonnad6n: simplifica, hace soi:nccos, P~
• ' · · ·' · · · persona¡-
1,¡ propio ueillpo cíu:accs, 1c11sucos y perentorios, sus . . "V • """"
b''
dones de lo verdadero; mi deseo es que salgan a flote, si se de su descripción Hsica. No fue solamente de Daum1cr, sin<;> taoT icn
de Zola pues de quitn Van Go~ aprendió a us.ar la deformac16n. am·
11 bitn ~ este' sentido el n1iuralismo es, sin duda, padre en gran parle
R. Rci•: ob. ci1, p. 51. del expresionismo.
J2 0 MARIO DE MICHELT 33 0 LAS VANGUARnlAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX.

Va.:1 GQgh fue el primer caso evidente en el arte, al igual Gogh se desencadena cuando quiere reparar, él sólo y a fuerza-
q~e Rimba~d ~ue el primer caso evidente en literatura, en los de amor, el derrumbe de aquellos ideales en los cuales creía
anos que siguieron a la Comuna. La prosa convulsa de U11a como en la única salvación. No quedarse solo, no «e~tar en-
temporada en el Infiemo se asemeja a ciertos cuadros aluci- fermos porque, si lo estamos, quedamos más aislados; trabajar
nantes Y frenéticos de Van GQgb: «Mi salud fue amenazada. en grupo»: he aquí en lo que Van Gogh cifr6 su fe en poder
Venfa el terror-, Caía en sueños durante muchos días y, al superar la angustia y hacer un arce verdadero: «Cada día me
levantarme, contmuaban los sueños más tristes. Estaba maduro convenzo más de que los cuadros que se deberían hacer para que
para I~ muerte y mi debilidad me conducía, por una vía llena la pintura actual se vuelva verdaderamente hacia sí misma y se
de peligros, hacia los confines del mundo...» eleve a una altura equivalente a las cimas alcalizadas por los
Al igual que Van Gogh, Rimbaud había visto destruirse escultores griegos, los músicos alemanes, los novelistas fran•
todo. ~quello en que creía. Él también había soñado con la re- ceses, deberían superar la potencia de un individuo aislado.
denoon: «Hay destrucciones necesarias ... Hay otros viejos ár- Así, serán probablemente obra de grupos de hombres que se
boles que se deben cortar y otras sombras seculares cuya cos· unirán para poner en ejecución una idea común.»
tumbre amable perderemos. Esta misma sociedad: pasnriín Ésta también es una carta de 1888. En ese mismo período,
sob_'.°e ella las hachas, fas azadas, las aplanadoras. "Cada valle Paul Signac, quien fue a verlo, cuenta: «Nunca olvidaré aquel
sera colmado y las colinas apla11adas, los senderos tortuosos se cuarto tapizado de paisajes delirantes de luz ... Todo el día
volverán rectos y los accide11tados se volverán l/a11os." Se arra- me habló de pintura, literatura, socialismo.»" Pero precisa-
sarán las fortunas, se abatirán los orgullos individuales. Un hom- mente él, que sentía más que nadie la necesidad de no estar
bre ya no podrá decir: soy más poderoso porque soy más rico. solo, acabó por quedarse en la soledad. También Gauguin,
La ama~a envidia y la estúpida admiración serán sustituidas por llegado a Arles a mediados de octubre de 1888, lo abandonó
la pacifica concordia, la igualdad, el trabajo de todos para 0 0<.'0 tiempo después.
todos.>17 Van Gogh dio un significado al tiro de revólver con que
¿No hay, en es.t~s líneas, la misma visión vangoghiana de puso fin a su vida el 28 de julio de 1890.. Desde hacía unos
una futura revoluoon? ¿No hay la misma ansiedad que se años ya había pensado en el suicidio como la única manera de
expresaba en Van Gogh en el deseo de «tiempos mejores», de «protestar contra la sociedad y defenderse>. ¿Qué más podía
«aire puro», de una «sociedad renovada después de los grandes hacer un hombre solo, abrumado de esperanzas frustradas, sin
• huracanes»? La renuncia de Rimbaud a la poesía Y a su ver- un camino ¿e salida, sin una vía de salvación ante su propia
dadera vocación de hombre ~s este un hecho cierto- madura inquietud?
con el derrumbe de este sueño; la fiebre vertiginosa de Van En los últimos tiempos había buscado un aturdimiento,
una especie de embriaguez en el trabajo. Son su inquietud 'Y
17
A. Rimbaud: Oeuvres compUter (Obras complttas) NRF p ,
1954, p. XXII. • , nris, 1• D. Fonnaggio: Va11 Gogb, Mondadori, Milán, 1952, p. 169.
1
34 0 MARIO DE MfCHEU l 35 Ü LAS VANGUARDIAS ARTÍS'flCAS DEL SICLO XX

su ardor quienes guían su mano sobre la tela. Ln realidad de suaestiones abstractas. Todav!a en febrero de 1890, a propósito
las cosas se deforma a tr.l\'és del lente de su agitación interior: de" un artículo donde se habla de él, escribe: «El artículo de
«En lugar de tratar de dar exactamente lo que tengo anee Jos Aurier me alentaría, si yo me atreviese a dejarme ir, a arries-
ojos, me sirvo de los colores arbi1rariamenre para expresarme gar una evasión de la realidad y hacer con el color como un~
de m.mer:i más fuene.» Ese «arbitrio•, ese uso violentamente música de tonos... Pero he tomado tan a pecho la verdad, as1
sicológico ele! color constituye una de las claves del subjeti- como el tratar de hacer lo verdadero, que finalmente creo pre-
vismo moderno: «He tratado de expresar con el rojo y con el ferir el oficio de iapnrcro al de músico de los colores.»
verde -continúa- las terribles pasiones de los hombres.• Testigo viviente de la crisis de los valores espirituales del
La ley na1uralisu del color de los impresionisias ha caducado. siglo :iox, Van Gogb abre así el camino a esa lnr~a ~mente
El color tiene ahorn paru Van Gogh el valor de una metáfora :u-tística de co11te11ido que es la corriente expresionista mo-
violenta, adquiere una virtud de persuación autónoma, aunque derna · corriente que tendrá éxitos distintos y, a veces, hasta
no distinta de la inspiración general de Ja obra: «En mi cuadro contr;sranccs, y que, sin embargo, reconocení casi siempre en
Café de 11oche, he trat:ido de decir que el café es un lugar el hombre el centro de sus intereses.
donde uno puede arruinarse, volverse loco, cometer un delito.
En íin, he tratado -con contrnstcs de rosa 1ierno, ele rojo
sangre y heces de \ino, de dulces verdes Luis XV y Veronés El 111oralis1110 irónico de E11sor
contrascantcs con los verde.amarillos .v los du ros verde·nzules'
en una a11n6sfera de C-Jldera infernal, de pálido azufre -de Pero Van Gogh no es entre los artisias el único qu~ advierr~
expre¡.ar algo parecido al poder de !ns tinieblas de un la ci·isis en b unidad espiritual del XIX al final del siglo. C~s1
matadero.» en el mismo período un pintor belga, James Ensor, Y u~ pm·
Ya había observado en Dclacroix que el color puro se tor noruego, Eduard Munch, <lescu~rínn, aun.que de d1st111ta
volvfa forma, o sea, que se podfa modelar direcrnmenre con el manera, inquietudes análogas y manifestaban iguales p~nu-
pincel. Y es precisamente esto lo que ahora hace, una vez dueño . tos . El hecho notable es que también estos dos amsta~
m1en . fl .
de la libcrcad del color conquistada por los impresionistas. procedlan de una experiencia realista (en Bé1gica, e1 in u¡o
Pero sustituye la pincelada impresionista, que tiende al toque de Courbet fue casi absoluto desde 1850 hasta 1880), Y que
rápido y menudo, con una pincelada más larga, ondufoote, cir· se hablan alimentado igualmente Je instancias sociales. La c?sa
cular. «Yo trato de encontrar una técnica cada vez más simple, es natural, puesto que solamente quien posee un vtvo scntt~
que quizás no sea impresionista>>, escribe. . Y, efectivamente, de In sociedad es capaz de darse cuenta, antes que los dcm~s,
ya no es «impresionista». Para Van Gogh el color no tiene un.1 de Jos fenómenos que se manifiestan en el cuerpo de la socie-
función decorativa como para Gauguin, no apunta a la armonfo dad misma.
de las relaciones, no es un vehfculo de evasión en un sueño de
36 0 MARIO DB MICHELI 37 0 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SICLO XX

Si se miran los dibujos de Ensor del período entre 1879 y quía intelectual, partiendo de las del socialismo utópico o hu-
1880, puede reconocerse en ellos algo más que una coinciden- manitario del x1x: «Siempre se quema lo que se adoró... -es-
cia con los del primer Van Gogh. Durante diez años, Ensor cribe- ¡Debemos ser rebeldes a las comuniones! ¡Para ser
pinta a Jos personajes más humildes de Ostende, pescadores, artistas se debe vivir escondidos ...!· Todavfa ciclos duros, cielos
mineros, lavanderas, vendedores ambulantes, y los tipos ql1e dcsorovistos de bondad y amor, cielos cerrados a vuestros ojos,
encuentra en el barrio medieval de la Puterie en Bruselas. Es ciel~s pobres, cielos desnudos sin consuelo, ciclos sin sonrisa,
el período durante el cual inicia su relación con el poeta Émile ciclos oficiales, todos los cielos, en fin, agravan vuestras ¡:e-
Verhaeren; es la época en que Constantin Meunicr elige como nas, pobres despreciados, condenados al surco. Oprimidos bajo
argumento de sus escuhuras a Jos obreros, los estibadores del risotadas y silbidos malvados, vosotros no podíais creer en
puerto, los campesinos, y cuando grupos de intelectuales se la bondad de los hombres, en la clarividencia de los ministros;
:1dhieren a las ideas socialistas, reuniéndose alrC<lcclor de Le y Jos \·erdugos de las oficinas os maltt;ataban. A veces os mo-
Coq Rouge, el periódico fundado por el propio Verhaeren; y ríais escupiendo contra las estrellas, y vuestros esputos de des-
éste empieza a escribir una serie de poemas que son ya pt·eludio precio constelaban el ciclo de los pintores de entonces...» Y
de los de impronta populista y revolucionaria de los Pueblos Ensor se pone al lado de estos artistas; entre ellos estaban Ja-
ilusorios y las Ciudades le11tac11lares. cob Smith y Meunicr, y hace notar que, precisamente a causa
En un escrito autobiográfico Ensor confesará explícitamente de esta posición suya, su cnombre fue borrado de la lista ...
su adhesión a esra experiencia de orientación socialista: cSí de los amigos innovadol'CS.'> por los críticos oficiales de la bur·
dirá-, he ofrecido sacrificios a la roja diosa de las mara- guesfa. En suma, en Ostende sucedía lo mismo que en París.
vi Itas y los sueños: necesidad complementaria indispensable "Pero no agravemos --observa En sor- fas glaucas sensibili-
para el artista, pero del ito imperdonable a los ojos de algún dades de estos ccfolópodos enúntadísimos.»
buen apóstol disrribuidor de fama burgucsa.»19 Florent Fels subraya justamente esta actitud de Ensor, quien
Esta posición no durnrfa mucho. Agudo, cáustico, intole· se encerraba en una soledad desdeñosa. Un din e11 que habla
rante, rechazado por la hipocresía de ciertas posiciones semi- ido a verlo con algunos amigos de París, el fiel servidor Au-
mentales y advirtiendo, al propio tiempo, en la lúcida sensibi- guste le conrestó: «Imposible, está haciendo sus necesidades.•
lidad de ~-u espíritu, la falacia de una predicación humanitaria No se trataba solamente de un episodio flamenco di\•ertido Y
a la cual no veía una base efectiva, se desplaza hacia posicicfl(S
grosero.
de rebeldía individual. Desde este punto de vista, Ensor es uno
de los primeros mistas que alcanza las posiciones de la anar· Ensor construyó una soledad critica, sin prejuicios, burlo-
na, dentro de su casa, que no abandonó nunca m6s, ni siquiera
19 Sobre los esairos de Ensor, de donde se han cx1rofdo esrn cila durante Ja guerra, y donde murió en octubre de 1949, a la edad
y las siguientes, ver LuIGrill de J11111es Ensor (1.m tscritos de James de ochenta y nueve años. No tiene la pasión de Van Gogh,
E11sor), Sélcction, Bn:selas, 1921; y Les écrits de James Ensor (1928-
1934). L'Art coatcmporain, Ambc,cs, 1934. que se quiebra entre espasmos contra las circunstancias de una
38 0 MARIO DE MlCHELI 39 0 L~S VANGUARDIAS ARTÍSTIC..\S DEL SICLO XX

historia que ha Clínbiado. Si acaso, Ensor es un moralista, no haeren, escritos precisamente en aquellos años, alrededor de
un predicador. Sus humores acres, mordientes, patéticos y cí- 1890. Como en estos versos, por ejemplo:
nicos al propio ºtiempo, toman forma en fantasías grotescas de
m6scaros y calaveras, en p:idcomimas de esqueletos atavfados de Y la Muerte co111e11z6 a beber, los pies junto a la esl11/a;
plumns y trapos coloreados. A veces emana de esas telas una has/a dejó salir a Dios, si11 po11erse de pie.
amargo vis comica, un gusto macabro; otras veces, un cspírirn cuando pasó a stt lado;
de gran fiesta popular. Surgen así los esqueletos infantiles de tal modo que aquellos q11e la veían sentada
enmascarados que quieren calentarse; las máscaras enanas, joro- pensar011 q11e sus a1111as habían comprometido.
badas, finas, temblorosas que degüellan, al compás de la banda,
·otra máscara de casaca bermeja: surgen las máscaras que rodean Así, durante días -¡ dlas -¡ más días,
:1 la muerte burdamente vestida de vieja señora; surgen los hizo la Muerte deudas e hizo duelos
esqueletos que se disputan ni ahorcado; las pordioseras, con e11 la Hostería de los Tres Ata1ldes;
su brasero a los pies, vigiladns por calaveras curiosas... Es un y luego, 11110 111a1ía11a, herrando su caballo de hnesos,
mundo lleno de alusiones, alegorfos, símbolos; un mundo de le puso sus alforjas sobre el h11eco del lomo
comedia absurda, una kermesse de las comradicciooes y de la y se fue ca111ino11do a través de los campos.
ausencia de sentido, a veces recorrida por una alegría funesta, De cada a/Jea, Je cada pueblo
a veces fijada en una absmcción alucinada. Con esos cuadros, venía11 las gentes o/rtcib1dole vino,
Ensor llenaba su voluntaria soledad y contradecía el filiteís1no para impedir que sufriendo del hambre o la sed
reinante. En este mundo suyo realizaba la libertad de su espí- se detuviera en sus ca111i11os.
ritu, aquella libertad que no babia encontrado fuern de sf. Traían los viejos come y ¡1n11,
Salud y escepticismo, conffooza en los poderes Hberndores de las frescas /rulas de sus lmcr/11s, las mujeres
fa fontasln y claridad despiadada al mirar su propio destino y le bri11daba11 ett ramos y cestas,
el de los demás; conciencia de censor de los vicios privados lo miel de los obeias le tendían los niiíos.
y públicos y naturaleza sentimental desenfrenada: esto es En-
sor. Y sus cuadros son, de vez en cuando, la conciencia de es.is Vagó la Muerte largo tiempo
oposiciones. Es una historia profundamente distinta de la de por el país de los humildes,
Van Gogh, a r.esar de que las dos estaban determinadas por 110 quería mucho, 110 so1iaba mucho,

causas históricas comunes: Ju soledad que mató a Van Gogh la cabeza teca
fue parn Ensor una especie de oxigeno trágico e hilarante. como 11110 bola.
Algo de este mundo de .Ensor, aunque menos seco, menos
destructor, puede hallarse en algunos poemas de su amigo Ver·
1
40 0 MARIO DE MICHELI 1 4l 0 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS OllL SIGLO XX

llevaba un andrajoso monto rojo «Charangas doctrinarias>, se lee en el letrero de la banda de


con grandes botones de ca.saca militar, música. Bufones, beatas, prostitutas, soldados, máscaras, es-
un bicornio con penocbo re/rt:elúrio queletos ron sombrero de ropa, los gordos y los flacos, auto-
y botas altos basto las ~dillas. ridades religiosas y civiles, una multitud de rostros extraños,
Su blanco cabo/lo /a;1tasmol deformados, fantasmales, brutales, bufonescos llenan este cuadro
a1Yaslraba 1111 viejo trotecillo lento amplio, en una atmósfera de excitación carnavalesca de feria
1ie jamelgo reumático y barracón, de la cual forma parte también Cristo sobre el asno
sobre las piedras de la carretera. como uno de tantos personajes.
Pero lo que da al cuadro una crepitante energía satírica no
Y las 111ulti111des, sin importarles hacia dó11de es sólo este desfile irreverente de In sociedad; es, además, su
[eg11ía11 at gran esqueleto amable y borracho, invención pictórica, la acidez de las disonancias cromáticas, la
que so11reía frente a su pánico riqueza pura, ruda y violento de la paleta. En este cuadro
y que sin miedo y sin horror
descubrió, por instinto, las leyes del color que los artistas de
vela retorcerse, bajo stt abierto túnica, París presumían lograr a través de las ciencias; aqul la intui·
un manojt¡ de gusa11os blancos que le cb11paban e{ corazón.w ción llega al mismo carbitrio» a que Van Gogh está Uegando
en Provenza. Sin contacto ron la capital francesa, Ensor había
Ensor utilizó t0dos esos temas en sus numerosos agua·
fuertes; en dios· el sarcasmo moralista llega n menudo al ex·
.
' arribado a las conclusiones más avanzadas del impresionismo,
y aun m:ís allá.
tremo, como en un autorretrato de 1889 donde representa su En realidad, a pesar de que h:ibfo pasado de uo periodo
propio cuerpo en descomposición dejando intacto solamente el oscuro a uno claro, al igual que Van Gogh, no puede llamarse.
rostro. Pero es en la Entrada de Cristo en Drusela.r, ese gran impresionista ni mucho menos divisionista ni punti llista. «Yo
cuadro pintado en 1888, donde puso lo mejor de su abundante detesto la descomposición de la luz -escribla-; el puntillismo
vena satírico-grotesca. Muchos crlúcos buscaron en esta obra tiende a matar el senúmiento y la visión fresca personal. Yo
referencias precisas; entre otras cosas, alguien declaró que el vuelvo a probar todos los métodos o modelos, todas las me·
cuadro crn una afirmación en fovor del sufragio universal. En didas o enseñanzas forzadas. Todas las reglas, todos los cá-
realidad, aparece como una gran farsa, una secuencia de extra· nones clcl arte vomitan la muerte ...• Poro antes había afirmado:
vagancias, un espectáculo de muecas, mofas y bromas. eViva «La razón es enemiga del arte. Los artistas dominados por
la Social• está escrito en un cartel que atraviesa la calle; cViva ella pierden todo sentimiento, el instinto potente se debilita,
Jesús» está escrito a la derecha, sobre un pequeño estandarte; la inspiración se vuelve pobre, el corazón carece de impulso.
En el nudo corredizo de la soga de la rozón está colgada la
211 Es d fngmento final de la poesla •Le Fl~out (cEI ílagdo•), dcl
lt'bro /.;uC4mpiñas alucinad.,, 1893. enorme idiotez o la nariz de un pedagogo. He condenado !os
¡
42 0 MARIO VE MJCHELI , 43 0 LAS VANCUAJ\DlAS ARTÍSTICAS DFI. SIGLO XX

procedimientos árido.> y repugnantes de los puntillistas, ya No es suficiente recordar a Breughel o Bo,;ch para entrat
muenos para la luz y el arte. Ellos aplican fríamente y sin en el mundo de Ensor, a pesar de que C"'1S referencias son
sentimiento sus punticos entre líneas frías y correctas, consi· oportunas para establecer algunas de las fuentes en que ~u
dcrando solamente uno de los aspectos de la luz, su vibración, 1
'.
fontasía encontró puntos de partida culturales. Del mismo
sin llegar a representar su forma. El procedimiento impide modo, se puede recordar a Jordaens, Suyder o Fyt para ex-
amplinr las búsc¡uedns: arte de frío cálculo y visión estrecha:~ plic'1r cierta consistencia vulgar de algunas de sus naturalezas
La Gr1111de falle de Seurat fue expuesto en Bruselas en muertas. Pero la visión de Ensor es algo que antes 110 existía,
1887; pero n diferencia de muchos otros artistas belgas, como algo inquietante, demonfoco; algo que, cn1re otrns cosas, atrajo
Villy, Finch o Théo van Rysselbergh, Seurat no acogió las ,1J más agitado expresionista alemán, Emil Nolde, quien en·
indicaciones ncoimpresionistas. El año anterior habían sido con1 r6 en las máscaras de la E11trodn de Cdsto e11 Bruselas
expuestos algunos Monct y algunos Renoir. Pero el problema fa cla\'C de muchos de sus cuadros.
de b luz, de una pintura clara, Uegaba hast.a Ensor desde otra
parte; más bien desde la escuela inglesa, y cspecialmen1c de
Tumcr. Bas1a mirar sus Máscaras e11 la playa para advenirlo. 1\luncb, o sobre el terror
Ya JI. de Braekcleer, el pintor que también Van Gogh
había aprendido a estimar en su período de Amberes, había Ensor se alejaba de sus colecciones de cspec1 ros )' máscaras
iniciado un impresionismo flamenco, entre noviembre de 1885 para buscar la naturaleza, especialmente el mar: •¡Oh mar
Y febrero de 1886. Pero el impresionismo flamenco no renun- puro! -escribía en tono bodcleriano- inspirndor ele energía
ciaba al tono en favor de la luz, no disociaba su valor sttcri- y consrnncia, insaciable bebedor de soles c11s:mgren1ados.»
fidndolo al luminismo. En sus búsquedas, también Ensor Sus ma tinas, sus cielos altos sobre playas bajas poseen una
había procedido en esle sentido. Pero en la Ent.rnda de Cristo fueria que subyugad a Permcke. Pero la norn fu11dame11l'al de
e11 Bruselas toda búsqueda es1á sometida al impulso creador, Ensor segui rá consistiendo sobre todo en su ironía despiadada,
al capricho más desenfreoado, a la necesidad de 1raslndar sin en esa 111uchedumbre agitada de esqueletos y diablos que ha
dilación sobre la tela los humores interiores. La misma com- lanzado por el mundo como mensajeros de un terror invisible
posición obedece a este ardor. Es la e~11resión la que deter- que promo habrfo de angustiar a Jos hombres.
min~ hasia el. fondo la forma y el color. Las reglas que El sentimiento del terror ya tocaba a la puerta de Eduard
gobiernan la pintura realista del siglo xrx caen una trns otrd· i\Juoch cuando llegó por primera vez a París en 1885. Muncb

Y. en esas máscaras torcidas, cargadas de rojos, azules y ama· tenia veintidós años y se había formado en el ámbito del rea·
rrllos ya se ha apagado la ,·isión que sostenía a los artistas en lismo naturnlista de Christian Krogh y Hans Ileyerdahl. Su
la mitad del siglo. enfoque Clt.iturnl tendía ya hacia una posición ele crítica del
ambien te ibseniano que babia frecuentado y seguiría frecuen-
44 0 MARIO DE MICHELI 45 0 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SICLO lOt
1
tando en el Café del Gr:in Hotel, de Oslo; en 1902 har1 una viejas banderas y revelar toda fa verdad, aunque esa vertlad
litografía de lbsen sentado en una sala de ese centro de reunión inspirara horror y desorientación.
intelectual. Por consiguiente, es de Ibscn, de su problemática,
de quien había aprendido el odio a la moral convencional, a
Es precisamente lo que Munch hiro, y la visión de la
nerdad. perturbó su alma. Sin embargo, no llegó de golpe
Jos prejuicios burgueses y la sociedad en que se apo¡·aban.
a las extremas ron!'CCl!cncias del pánico que lo invadió cuando.
Ibsen era el campeón irreductible de la libcnad iDdividual
desgarrando el velo de las «mentiras•, logró fijar la c•erdad,._
contra cualquier tipo de mentiras oficiales, a pesar de que no
Son muchos los hechos que lo condujeron hasta este punto,
hubiera sabido decir qué cosa es realmente la libertad, ya que y en primer lugar su amistad roo August Strindbcrg, quien
su '~si6n social no superaba los límites de su individualismo. también había partido, en literatura, del realismo naturalista·
Pero la pol~mica de Jbsen, sobre todo al comienzo, o sea, pero su punto de llegada fue un nihilismo total. En los tiempos'
anees de que desembocara en un fatalismo sin salid., tenía de que estamos hablaodo ya Strindbcrg habfa escrito Esposos.
~
una fuerza desgarradora sin precedente. Su lección no podía 1 es decir, un tcx10 de áspera polémica contra la institución ma-
dejar de dar frutos. En cierro punto de El palo salu•ie, uno trimonial. En su actitud rebelde se mezclan también preocu·
de sus personajes afirma: «Quitad al hombre corriente su paciones ele natumleza socinlista¡ pero lo que guía su vida de
mentira virnl y le quitaréis al propio tiempo la dicha.» Esto escritor en los años siguientes es siempre el demonio de un
es precisamente lo que lbsen hizo: sus personajes burgueses, ¡. OSt"Uro pesimismo moral. En él, la crítica de los «valores»
despojados del decoro de sus hipocresfos, aparecieron mez· burgueses es despiadada, a veces paroxística; destruye una tras
quinos y repugnantes. De este modo, lbsen se oponfa a la otras las ilusiones, hasta alcaOMr la desi.lusión absoluta, porque
clase de la cual había salido, la rechnzaba, fo condenaba y, solnmcnte a este precio se puede «verdaderamente ver algo».
jumo con ella, condenaba a la sociedad que de ella había bro- Mas ¿qué es Jo que puede verse? A esta pregunta, uno de
tado. Al igual que El\Sor, lbsen ero un moralista soli1 ario, no sus personajes contesta: «iA si mismo! Pe<o cuando uno se
se sentía sumergido en una corriente ideal junto a un movi- ha vi~to a si mismo, se muere.»2'
mienio his1órico que lo sostuviera. Su oposición es la de un Munch trabará una amistad estrecha ron Strindberg. Ten-
rebelde aislndo. Pero desde ese momento debido también a drá con él ideas comunes, proyectos comunes; inclusive se
su fuerte ejemplo, urranc:tr las •mentiras» de la burguesla se enamorar11n de la misma mujer, esposa de un amigo de ambos;
transformó en una de las actividades fundamentales de los ylos dos llegarán, como Van Gogh, ru umbral de la locura.
intelecruales. De toda esa grandeza pasada sólo le quedaba En su primera y breve estancia en París, Munch se interesa
a la burguesía cierto residuo de frases, una envoltura de la por las experiencias impresionistas; pero es solamente durante
que se había cxtraldo la sustancia. Por consiguiente, también su viaje siguiente, en el invierno de 1889, cuando su pinrura
había que arr-Jncar a roda costa estos últimos jirones de las
21 J. A. Suindbcrg: El incendio.
46 0 MARIO DE MICHELI 47 0 J.AS VANGUARDIAS ARTÍS"flCAS DEL SICLO XX

sufre un cambio decisivo. También él, al igual que V311 Gogh, f comentario: c¡Sicnto el grito de la naruralC?.a!• La defom1a·
posee un mundo poético autónomo, en el que utiliza de Ja ción de la figura ha alcanzado un límite desconocido en aquella
manera más libre los nuevos descubrimientos pictóricos fran· época. El hombre en primer plano, con la boca abierta en el
ceses. Asimila determinadas indicaciones de Van Gogh, dE 1 grito y las manos en los oídos para no escuchar su propio
Gauguin, de Toulouse-Lautrec, sin ningún espíritu de sumi- alarido incontenible, que es también ele la naturaleza, queda
sión, mezclando estas indicaciones con elementos de simbo- rcclucido a una mísera apariencia ondulante en un paisaje de
lismo florea! e indinándose hacia una pintura visionaria. Uno delirio. Aquí también todo se apo¡'lt en In expresión: diseño,
de los pri meros cuadros que anuncian su virnje es La noche, color, composición.
de J 890: al comparar este cuadro con los precedentes, en· Pero estos contenidos de terror se fundfan, ta1110 en Munch
seguida se norn que Munch ha abandonado la visión naturalista como en Striodbcrg, con actitudes polémicas todavla más des-
y que su paleta, m:ís clara por los problemas de la luz solar cubierms. Es el caso, por ejemplo, de un cuadro como La
en la época de su primer viaje, ya está sustituida por los tonos r•irgm, de 1894-9.5. La dulce figura femenina de la icono-
sombríos, oscuros de las noches nórdicas, o por los amarillos graífa católica ha desaparecido. En su lugar Munch ha pintado
y rojos inquietos del ocaso. el demudo de una cmujer perdida., de una belleza depravada
El cuadro Tarde e11 /a Avenida Karl ]oban, el paseo \ esper·
0 por el exceso se~-ual, enmarcada por una decoración compuesta,
tino de los burgueses de Oslo, es de 1892. En él pintó una no de flores, sino de espermatozoides serpenteantes. /
multitud de espectros, de seres desencarnados, en los que aso- Esrn Virgen sacrílega es para Munch una «verdad» que él qf
man loi colores lívidos de la desolación interior: amarillos, opone a las •mentiras» moralistas de una sociedad sin mor:ú.
azules, bl:incos, morados. Es un cuadro de una fuerte exaltación Strindberg dirá: «Si se nace sin venda en los ojos, se ve la
lírica y, sin embargo, profundamente disti.nto de los de vida )' los hombres tal como son... y es preciso ser una bestia
Van Gogh: en este último persistía una cnergíu vitnl, una inmunda para prosperar aquí, en la basurn ...»12
apasionada comunión con la naturaleza, una desesperada vo- Ternas de muerte y temas eróticos, de un erotismo que
luntad de sal\laci6n; aquí, en cambio, fo exal~ación es fría y irrumpe a través de la costra barnizada del puritanismo nór-
1urbia al mismo tiempo; un aliento de subrerr:lneo recién dico, ocupan a Muncb hasta 1909, cuando una perturbación
abierto emana de esta procesión de fantasmas. En las máscaras síquica profunda, que lo lleva a un sanatorio de Copenhagueo,
de Ensor se podfa encontrar una vena sanguínea, prepotente, interrumpe su actividad; de allí saldrá solamente para cefo·
un espíritu burlón que conservaba un vigor a lo Ulenspiegel; gfarse en la soledad de un fiordo noruego, donde se quedará
en Munch, la sangre ha palidecido, se ha helado en las venas.
hasra su muerte en 1944. Como en el caso de Ensor, su acú-
.M:ls cargado de desorientación y terror es El grito, de vidad se aplacará, perderá agudeza y fuerza en los años del
1893. Es un cuadro famoso. En una litografía sobre el mismo
argumento realizada Jos años más tarde, Munch escribió este ll J. A. Srrindber~: El incendio, p. 76.
48 0 MARIO DE MIOIEU 3. LOS .MITOS
DE LA EVASióN
siglo XX. Efectivamente, no era posible seguir viviendo en el
estado de alarma en que habla vivido durante casi veinte aiios.
Este periodo intenso lo habla como vaciado, lo había dejado
exhausto, relegado para siempre, al igual que Ensor, en la
soledad.
Van Gogh, Ensor, Munch: tres artistas, tres destinos, tres
hombres que el hilo de una historia ata, a pesar de la di ve1~ Volverse salvaje
sidad de su coocieocia, de su temperamento, del ambiente en
que se formaron. En ellos, que ciertamente están entre los El art~ oficial burgués nace y se consolida cuando In burguesía,
artistas más gr.rndes de su época, las señales de la crisis del <lcspués de haber conquistado el poder, se prepara a defenderlo
siglo x1x se Jnanifestaro11 con particular evidencia y antes que de cualquier ataque. O sea, nace en el momento en que la
en Jos demás: eran las señales de una crisis europea. Se ce- burguesía se da cuenta de que «todas las armas que ha forjado
rraba así una época y se abría otra. Ame las naáooe. y los contra el feudalismo se vuelven contra su propia civilización;
pueblos se levantab:tn problemas de alcance histórico excep- que todos los dioses que ha creado han renegado de ellas•.'
cional. Otras fuerzas en eroban en juego. Los síntomas de la Por consiguieote, aunque a menudo mantuviera una apariencia
crisis se trnnsformarían dentro de poco en crisis verdadera. rcnlisrn, el arte oficial no podía ser m:ís que antirrealista o
¿Cómo se comport.1rían Jos intelectuales? ¿Qué cam ino to- scudorrealista, en cuanto su función yn no era la de expresar
marían los artistas? Tal era la interTOgadón que se planteaba b verdad, sino la de ocultarla. El arte oficial sólo ten[a una
al iniciarse el siglo. función apologética, cclebrativa; cubrfa con un velo de hipo-
cresía agradable las cosas desagradables, y trataba de mantener
la ilu~i6n de las virrudes pasadas, cuando éstas ya habían de·
jado el 1>uesto a vicios profundos. Aunque es después de 1879
cu:mdo los productos de ese arte oficial se difunden descarad1-
mcme en el meroido de la cultura, sin embargo, el fenómeno
h:ibfo ido adquiriendo consistencia ya desde los años inme-
d iarnmente posteriores a 1848. Pero los artistas más despiertos
y sc11sil>les, aquellos n quienes el fracaso de las ideas revolu-
cionarias había turbado profundamente, se oponen con viva-
cidad a estas manifestaciones de la cultura oficial.

K. Marx: El 18 Dru111orío.
51 0 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX
)0 Q MARIO DE MICHl'LI
•No me vieron votar; es una decisión que he tomado espon-
En 1851, C1.1ando el ministro Fauche'. instituyó un~ serie
· · nora obras teatrales «concebidas p<1ra scmr a la
\ táneamente. El dos de diciembre me ha quitado las ganas de
hacer política. Ya no hay ideas generales. París se ha vuelto
de premios r- d ·d 1
-
easenanza u ·'e las clases traba¡" adoras con la propaganda e 1 eas
. 1 totalmente orleanista: éste es un hecho, pero no me concierne.
~.-táculo de los buenos ejemplos•, Baudela1re Si hubiese votaclo, no habría podido votar más que por mi
sanas y d ••r-- . 1
protestó violentamente en un articulo utulado clas nove as mismo. ¿Acaso el porvenir pertenece a los individuos
, los dramas honestos•. llaudelaíre vcfa d problema con clesplazados?t3
}d ·nble claridad y lo at0c:tba con una critica despíadad;i: El alejamiento de las posiciones políricas y culturales de
:i: premios académicos -(SCTíbla-'. los P[Oem~~ de ~irrud,
- L-~iones, todas esas invenciones diabólicas ; alientan
su clase, llevad a los intelectuales mejores a vivir por largo
1aS CODOO.-V1.o~ . tiempo en l1ll3 protesta hecha sobre codo de evasión. Ya 10$
Ja hipocresía y bloquean los impulsos de un corazon libre. primeros románticos habían dirigido una polémica contra «lo
¿Quién puede impedir que dos canallas se pon~an de. acuerdo burgués•; pero a menudo se trataba más de una actirud que
para ganar el premio Montyon? Uno simulara la m1se:rn, el de un com•encimiento radical. Ahora, y sobre tocio después
otro Ja caridad. En un premio oficial hay algo que hiere al de los años 70, esa actitud se tiñe en muchos casos de razones
hombre y a la humanidad, y ofende el pudor de la virtud. cada vez más especificas y sentidas. El rechazo del •mundo
Por mí parte, nunca quisiera ser amigo de nadie que hubiera burgués» se convierte en un hecho concreto, en el rechazo de
ganado un premio de virtud: temerfo encontrar en él a un una sociedad, de un hábito, de una moral, de un molde de
tirano implacable.»' vida. En su Voyage, compuesto en 1859, Baudebi.J:C rueg~ a
Unos días después de la publícocí6n de este artículo, el la Muerte qÚe Jolleve consigo a un luga; donde haya algo
2 ele diciembre, el pre:.ídcnte de la nueva república, Luis Na· distinto de la vulgaridad tediosa del presente:
poleón, llevó a cabo el golpe de estado que restablecería. el
Jmperío. La actitud de Baudclaire es un ejemplo de la reatx:1ón ¡Oh Muer/e, viejo copitá11, yo es bora! ¡levemos el a11cla!
general de los intelectuales. El 5 de ma~o de 1852, en una Este pais nos hastía, oh Muerte, ¡icemos las velas!
carta a su consejero judicial Ancclle, alcalde de Neu1lly, donde Si el cielo y el mar so11 negros como tinta,
estaba inscrito en las lisias electorales, Baudelaire afirmaba: ¡Nuestros corazones, que tú conoces, está11 llenos de l11z!
' P. p:a: &11deloirc, :t.d. du Sroil, Pufo 19,8, ,PP· 121·122. Con ¡V1érte11os tu ve11e110 para que nos reconforte!
mayor insclencia, en un !~guaje provocidor que m•~ odcla~t~ se vol._
vctfa típico de gr>n P"l'tC de l• van11uardia, llaudclai"' escribió <!' Mr Queremos, tanto 11os quema el cerebro este fuego,
camón.; desnudo: •Todos los ~b6:il~ de b Bur,gucsfa que 1001aonan Lanzamos al fondo del abismo, Infierno o Cielo, ¡qué imparta?
sin ces:ir w pobbros: inmoral, mmonü1d>d, mor2lidad ~I orte Y ouas
nccedad<S, me rccu<rd•n • Louisc ViUcdicu, una prosututa de •, c111C0 ¡AJ fondo de lo Desconocido para encontrar algo nuevo!
franros: una """ que me 1K01Dpolló al Louv..,, donc:lc nuoot hab1a en.
tJ1ldo, cmpaó • ~ane, a tl(Olldcr b cara 1n1e )as csu11m y los
cuadros ÍDllX'ruld, ¡y • .rttl'!"tlllllC.cómo en posible que se e:<JlU" J P. Pú: IMuJtl..irt, p. i9.
sicnn públicamml< pa.omd1' 1nd<ccnc1os!•

\
52 Ü MARIO DE MICHELI 53 0 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SICLO lCX

Es la fuga de la civilización, unn huida individual, una Volverse. salva;e: era este uno de los meclios para evad.irse
solución individual, porque ya no hay «ideas generales». de una sooedad que se había vuelto insoporrable. y
pu! G . b., es 1o
También kconte de Lisie había expresado un concepto aná- que a augwn taro ien trató de hacer y que dio a su
logo en el prefacio a la primera edición de sus Poemes anliques, ª'·enrura un carác~er que podríamos calificar de ejemplar.
publicados en 1852: «La poesía realizada en el arte ya no en- Desde luego, el auto de lo salvaje no era nuevo, y mucho
gendrnrá acciones heroicas, ya no inspirará virtudes sociales; menos e~ In culturn francesa : está presente en ella durante
la lengua sagrada, reducida, como sucede en todas las épocas todo el s'.glo XV~!~. Para el iluminismo, salvaje era un con-
de decadencia literaria, a expresar s6lo las mezquinas impre- ccp!o activo, dmgtdo contra las restricciones inherentes a Ja
siones personales... ya no es capaz de enseñar nada al hombre.• sociedad feudal, contra los prejuicios de la moral corriente y,
Pero en la época más aguda de la crisis, lo que en aquellos en suma, contra todo lo que tendía a deformar la esponta-
años todavía era un irrumpir lírico de los sentimientos o una neidad libre y natural del hombre. El hombre natural de
consrniación amarga se convierte en decisión real, en gesto, Rousse~u es}~ transformación del mito del buen salvaje en
en aa:ión. Muy a menudo, la poética se transforma~n la 1deolog1a polfoca. Durante la Revolución francesa, el Esrado
práctica de la evasión. r
que Rousseau anhelaba había acabado por realiz.1rse en la
Constitución revolucionaria. El J 4 de julio de 1790 a raíz
El caso de Rimbaud es el mas típico: su renuncia a la de la proclamación de los Derechos del Hombre en 'Jos fes-
poesín a los diec.inueve años, su tentativa obstinada de em- tejos del Campo de Marte había participado también un negro·
brutecerse para después regresar a vivir en la sociedad aco· cuatro años más tarde, el 17 de febrero de 1794, un «salvaje»'.
raz.1do contra sus ofensas («Volveré con los miembros de un negro de Santo Domingo que disfrutaba de los mismos
hierro, l'On Ja piel oscuro, con ojos furibundos; por la máscara derechos que los parisienses, había intervenido en Ja Asamblea
que tendré, me juzgarán de raw fuerte. Tendré oro, seré pe- legisbtiva; y mientras el presidente y los diputados lo abra-
rezoso y brutal... Participaré en Jos nsuntos políticos. Sal- zaban y besaban, se oyó Ja voz de Robespierre, resonante como
ado,.), su huida al Africa, todos sus gestos revelan claramente siempre, pronunciar estas palabras: «Presidente, en la tribuna
el senrido de sus palabras: «Yo soy el que sufre, el que se del público hay en primera fila una vieja negra. Se ha des-
rebeló.• Y su rebeldía fue completa. Quiso sacudirse de en- mayado de felicidad. Te invito a ordenar que Jos secretarios
cima el cristianismo y las leyes «mornles» que gobernaban la eternicen este acontecimiento en el protocolo.» Y, poco des-
sociedad, en la cual se senLía incapaz de vivir: «Curas, proíe- pué.•, el Presidente habla declarado: «En nombre de la Revo-
luci611 francesa decrernmos que Ja esclavirud está abolida en
sores, maestros, os equivocáis al entregarme a la justicia. Yo
todos los territorios de Francia y en todas sus colonias, por
nunca fui cristiano; soy de la raza que cantaba durante el
toda la eternidad.•'
suplicio; yo no entiendo las leyes; no tengo sentido moral;
1
soy un bruto.» ~brc este l~mn ver G. Cocchiara: 11 mito del b11011 sclvaggio,
Ed. D Annn, Messm•, 1948, pp. 2().JO.
54 0 MARIO Df. MICHf.LI 55 0 LAS VANCUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIClO XX

Ahora ya no era con ese mismo espíritu como se miraba a no hubiera debido nbolír la confianza del hombre en si mismo
los salvajes. El miro del buen salvaje ya no era un argumento y en la belleza de los instintos primitivos•. En la sociedad se
que se empicara para modificar una sociedad y darle un fun· siente, por consiguiente, como un desplazado, y también imcn-
damen10 libre y natural. La sociedad aparecía ya como irrc- ta, ames de la huida final, la solución del suicidio con arsénico.
medfoblcmeme perdida y el mito del buen salvaje sólo era un Estas razones hacen que el exotismo de Gauguin no tenga el
vehículo para evadirse de ella. De mito co11verge11te sobre la rea· tono de una simple divagación y que adquiero un claro signifi-
Jidad social para modificarla, deviene mito divergeute de tal cado de renuncia.1
realidad, para encontrar fuera de ella y de su brurnlidad una In1entó su evasión en dos direcciones: la pri mera, en füe-
dicha no contaminada, inocente. Para algunos todavfo ese tafia, hacia el mito de la espiritualidad popular; la segunda
mito se resuelve solamente en un exoúsmo pintoresco, en un liuda el mito de lo primitivo, en sus dos viajes a Tahit( y en
estímulo literario, en un deseo vago, como en Mallanné: «Par- su última estancia en la isla Dominica de las Marquesas, donde
tiré. ¡Barco que columpias tus m:ístiles I zarpa hacia una na- murió en mayo de 1903.
turaleza ex6tica.•5 Para otros se convierte en una úhima ten·
cUsted es un fanático de París --<scribc 2llgu~ a su
tativa real de salvación. Aun con sus contradicciones• éste es amigo Sch3uffenccker-, yo quiero a Bretaña. Al encuentro
precisamente el caso de Gauguio. Debemos añadir que, entre
!o salvaje, lo primitivo.• Lo cpñmitivo» lo descubría en las
otras cosas, después de 1870 Francia ya estaba muy alejada de
grandes crucifixiones toscas, simples, ingenuamente m!sticas,
las premisas ideales de la gran Revolución y rcconsrituyendo
esculpidas en madera por manos artesanas y campesinas, se-
su imperio colonial, que se habla desmoronado con la caída de gún esquemas hieráticos antiguos. Bretaña era, sin duda, la
Napoleón. Es este el punto de partida de toda una producción región más elemental de toda Francia, la más poblnda de le-
artf;tica y literaria fácil, equívoca, dediCllda al exotismo. Pero yendas, la menos concaminada por la civilización; pero el ais-
no vale la pena que nos ocupemos de esta producción «oficial». lamien10 en Bretaña todavía no era absoluto. De allí su de·
Hay en Gauguin una hostilidad verdadern hacia la socie- cisión de irse a las islas de Oceanía.
dad «criminal», mal organizada y «gobernada por el oro»'; hay Quiet-e liberarse de esa lepra invisible que son los prejuicios
un desprecio auténtico para «la lucha europea por el dinero•. de una moral convencional. En él hay un fervor mfstico y na-
Al igual que Rimbaud, él también piensa que el cristianismo turalista al propio tiempo. Está convencido de que hu encon-
trado en las islas de Oceanía el paraíso terrenal mi como era
: '>. Mallami: ~obier, cllrise Marino, NRP, Par!<, 1913, p. 43.
antes del pecado original. Dejarse penetrar por la (ucl7.3 de esa
T<'<!•s CS!IS ª'ª' h:111 sido extr.1í<bs de los <isuicn1cs ICXIOS de
P. Gaufuin: NOd-Noa, La Plume, París, 1900; Au1nt ti 1p,.¡s, !!d. Crés, naruralcz:i significa para él rescatar su propia existencia, pu-
Paris, 903; l.tllrts. ª" ptilztre dllrtois Willemsm, Les 1113rgcs, Parls,
rificarla. Le vuelven a la mente sus lecturas iluministas• el
1918; Ltllm tl D•nrtl de Monfreid, Ed. Crés, Parls, 1919; Lt11m ;
t'.mtle Ikr1~ard, Ed. de fa Rénovation Eslhétiquc Tonn<rrc 1926· NOd-
,'loa e!''" srrilli, &mpiani, Milán, 1941, por Íl. ~lorosidi; Lttim di 7 Sobre cs1c 1cma ver A. Merlin: G1uguin e l'esotim10, Cedam
G1ugum, Lonsancsi, Milán, 1948. P•dua, 1943.
56 0 MARlO DE JVUCHELI 57 0 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SICLO XX

tmile de Rousseau, el Voyage arllour Ju monde de Bougain- brc que los policías hacen tráfico de esclavos con el consen-
ville, el Supplément au voyage de Bougailiuille, de Diderot. cla timiento tácito de las autoridades, afronta el juicio y la prisión
educación de Emilio: qué problema para muchas personas de para defenderlos.
bien. Es la cadena más pesada que el hombre haya tratado ja- L.1 evasión de Gauguin tiene una causa, y un fin. Será
más de romper. Yo mismo en Francia, nunca hubicm renido también su sangre impetuosa, su temperamento violento, Jo
el valor de pensar siquiera en ello. Aqul, en cambio, todo se que dar:i a su vida un sentido amargo; pero todo esro no es
me ha aclarado y escas cosas se miran con serenidad.» suficiente para comprender el sentido de su drama. La verdad
El erotismo es el medio fundamental para llegar a ese con· es que no puede haber evasión. Maurice M:ili11gue afüma que
mero perfecto con el estado natural, pero ese erotismo tiende Gauguin «muri6 de hambre y de desesperación». El Edén
a volverse cósmico: «Esos diablos Je los griegos, que todo Jo habla revelado al final ser un infierno. Pero lo que para noso-
entendían, habían imaginado un Anteo que recupera sus fuer· tros queda claro y no se puede discutir es su obstinado intento
zas tocando la tierra. La tierra: he ahí nuestra animalidad.» de superar, en la vida y en el arte, la enajenación del hombre
Confundirse con la naturaleza; tal es su aspiración: cLa civi- tal como se había producido en la involución de la sociedad, que
lización se va alejando poco a poco. Empiezo a pens:1r con se lrnbía alejado de sus premisas revolucionarias. La de Gau-
sencillez, a semir por mi prójimo solamente un poco de odio, guin ser.í la misma niieriencia de muchos otros anistas que
e inclusive a amarlo. Tengo todas las alegrías de la ,,ida ani· confusamente iban en busca de un modo de vencer el empo-
mal y humana. Me escapo de Jo ficticio, entro en la Natu- brecimiento progresivo de los valores humanos, de los mismos
rnl~za.• valores espirituales, para salvaguardar su propia integridad ame-
•Te forurm> -aquí se hace el amor- escribió en lengua naznda por una realidad desgarradora. iCufotas huidas en bus-
maorí a la enLrada de su casa, en la que terminaría sus días. ca de pu reza, de una virginidad, de un estado de gracia; Y
El amor se convierte para él en el eslabón mágico de conjun- cu:ínros regresos amargos, desolados: cuántas derrotas!
ci611 con el misterio que fermenta en fa vida del universo. Con Tras el ejemplo de Gauguin, Kandinsky fue a Africa del
e~c motivo, sostiene polémicas vivaces contra los misioneros Norte; Nolde a los mares del Sur y a Japón; Pechstein, a las
católicos que corrompen la «inocencia» de los moradores de Islas Palau, a China, a la India; Segall, a Brasil; Klee y Macke,
las i~la.s. Contra los misioneros esculpe tablillas obscenas, que a Túnci; Barlach, enrre los miserables de Rusia meridional.
se d1v1crte en mostrar a los salvajes. Pero hace todavía algo Otros escogieron el suicidio como solución: Kirchner, Lehm-
más: bloquea b entrada de la escuela misionera a los niños bruck... Pero el retiro de Fattori en Maremma, ¿no fue también
maoríes, gritando: •No tenéis ninguna necesidad de ir a la una tentativa de evasión en la pureza de la naturaleza? Sus
e1>CUcla: la escuela es la Naturaleza.» pastores, ¿no fueron un poco Ja traducción provinciana de los
En suma, quiere defender a los salvajes de la «civilización», maoríes de Gauguin? Y, naturalmente, no fueron los artistas
trata de convencerlos de no pagar los impuestos; y cuando descu- los únicos que emprendieron esta huida de una civilización que
58 Q MARIO DE M!CHELI 59 o LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX

les pareda ya definitivamente comprometida, sino también los y no encontrar otro en el que asentar sus raíces, los arristas de
escritores, los poew: todavía en 1924, Éluard intenta otra la vanguardia se transforman en déraci11és (en desarraigados).
vez la misma ruta de Gauguin hacia Tahití. ¿Y no hay un sig- Sin embargo, sería un error mezclar en un juicio apresurado
nificado análogo, un significado parecido al de Rimbaud, en la 1 esos artistas con el decadentismo verdadero. Desde luego, no
vida de gaucho, de carbonero, de minero, de polidn, de gitano son pocas las experiencias del vanguardismo que coinciden se·
en una rribu de bosiakis rusos, de saltimbanqui, de gerente de riamen1e con las del decadentismo, o forman parte de él; pero
un tiro al blanco, de vagabundo de todos los paises, que llevó existe en la vanguardia un espíritu revolucionario (es su es-
Dino Campana antes de terminar su existencia en el manicomio píritu verdadero) gue de ningún modo se puede liquidar en
de Castel Pulci? forma apresurada. La existencia de este espíritu se bace evi-
En estos artistas, los mitos de lo salvaje y lo primitivo for- dente 1:2da vez que un verdadero artista de la vanguardia en·
man parte de una búsqueda afanosa para renovarse a sí mis- cuentra para sus raíces un terreno histórico nuevamente favo-
mos, para renovar su propia felicidad, su propia naturaleza de rable; o sea, un terreno capaz de devolverle la seguridad de
hombres, foera de la hipocresía de los convencionalismos y las que la únim salvación consiste en la presencia acriva dentro
corrupciones. Antaño, en el fervor de una historia revolucio- de la realidad ,v no en b evasión.
- - -
naria, se había podido tener la esperanza de cba11ger la vie En el decadentismo, en cambio, hay sobre todo una posi-
(cambiar la vida), como decía Rimbaud; ahora, caídas las es- ción de aquiescencia; falta en él un sentido específico de la
peranzas, era necesario encontrar c11 otros lugares una condi- ruptuni histórica que se ha producido; hay una _extenuación es-
ción que no habla sido posible crear dentro de l:1s fronteras piritual m:is que una rdieli6n. En general, el decadentismo
de Europa. De modo que, sumergido en esta experiencia, tam· lleva hasta sus últim:is consecuencias el espíritu antiiluminista
bién cl grito más angusiiado de Rimbaud encuentra su expli- de gmn pa rt e del romanticismo, que ames habla sido una reac·
cación: «La vida verdadera está ausente. Noso1 ros no esLamos ción con1rn el proceso revolucionario en curso. Se pueden en·
en el mundo.» Y cuando esta operaci611 también resulta inútil, cootrar en el decadentismo elementos polémicos antiburgueses;
entonces no quecla otra cosa que ensayar nuevos caminos y bus- pero se trata en general de un retomo a la nostalgia de un es-
car la libertad en el ensueño, o en el silencio del propio Yo
tado prerrevolucionario, ~!_~sto por una civili7.ación desapa·
interior, o en soluciones metafísicas. recida o que va desnpnreciendo y, por consiguiente, al júbilo
por ·;odo lo que revela en sí los signos fatales de la muerte.
Si la opo~ici6o de los hombres de la vanguardia a las duras
V 011g11ardia y decadelllismo contradicciones de la sociedad burguesa se tiñe muy a menudo
de socialismo, no sucede lo mismo con la oposición decaden·
~sta es In situación que da origen n gran parte de la vanguardia tista. Y cuando por casualidad ésta sale de su turbio regusto
artística europea: al abandonar el terreno de su propia clase de la muerte, casi siempre es para rccurrir a los mitos m~s
60 0 MARIO DE 1'flCHEl.I
61 0 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX
exasperados dd nacionalismo. Piénsese en Barres y co
D'Annunzio. de columnas robustas como pilastras románicas, esmaltadas de
. Parn comprender mejor esta diferencia, basta comparar uo azulejos polícromos, incrustadas de mosaicos, taraceadas con
arusta como ?ustave Moreau, no decimos con Van Gogh, pero lapislázuli y sardónica, en un palacio ¡xirccido a una basílica.
si con Gaugum. La «materia» que Moreau trata en sus telas ~e una arquitectura musulmana y bizantina al mismo tiempo.
es muy parecida a la que Ddacroix emplea en numerosas fn el centro del tabernáculo situado encima del altar y pre-
obras: exotismo, voluptuosidad, muerte. Sin embargo, mientras cedido por escalones en semicírculo, estaba sentado el tetrarca
el rom:mticismo de Delacroix exahaba, con su ímpetu, esa 1lcrodes con una tiara en la cabeza, las piernas unidas, las
«m:iterin» Y le infuodfa uoa pasión dram:hica, el decadentismo m:•nr.s sobre bs rodillas... Almlcdor de esa esrn tua inmóvil,
de Moreau fa enfriaba en una lascivia cerebral.' No advenía Íii't en una postura hierática de divin idad hindú, los perfumes
ni la más pequeña incitación a romper los dnones de la tra- ardí.111 y levantaban nubes de 1rapores, horadadas por el fuego
dición. Le bast:ba con los maestros del pa~ado, que le brin- ,te b~ joyas engarzadas en las paredes del trono como ojos
dab:in ~todos• los consejos para no hacer cun arte pobre,.. fosforescentes de felinos. En el olor perl'CTSO de los perfumes,
En sus cuadros, los temas del romanticismo :.e a¡;otahan así en h .11m6~fera candente de esa iglesi;1, con el br37,o izquierdo
en un.1 C:pecie de .sonambulismo estático y morboso que ex- Je..ai;tado en un ~esto de mando y el derecho doblado, soste-
clufa de s1 la turbulcnaa de las p::siones y cualquier otra sos- niendo a la altura del rostro una gran ílor de loto, Salomé
¡i«ha de vida «natural•. ~\'Ml73 lentamente sobre la puma de los pies, al compás de una
El sentido del arte ele Moreau ha sido admdo :•mplia- guitarr:l en cuyas cuerdas toca una mujer acu rrucada. Con su
mente ['\lr !Iuysmans en un texto que :;e h,1 conside1.,1do, con rostro compuesto, solemne, ca~i augusto, Salomé empieza la
r.ll~n, como la biblia del decadentismo: A rebours. En las dam;1 lúbrica que ha de despertar los sentidos amodorrados
p(igmas de Huysmans no sólo está iluminudo el ~igni[icado de del viejo Herodes; sus senos ondean y, ni contacto con los
lo.s cuadros de Moreau; rnmbién está puntualiindo todo el collares que se agitan, sus puntas se yerguen; sobre el brillo
c!una dd dt'Cadentismo, con sus predilecciones y sus repul- <1c su pie, los c'iaJllantes adheridos ccnicllean; l:is pulseras, los
siones. Lo qce marcó el éxito de Morcau fue el Salón de 1876. cinturones, las sonijas lanza~ chispas; sobre el 1·estido triunfal
l luysmaos narrJ que Des Esseimcs, el protagonista de ,.; re- entretejido de pellas. bordado de plata, lamin.1do de oro, la
bours, ha adquirido dos obras de More:iu y se pasa larnzs horas cor:i2a CU)'as mallas son alhajas entra en combustión, entrelaza
en co 1temp'ació; ante, cllas; sobre todo ante la de Sal~mé, que serpientes de f~c¡;o. y sobre la C-Jme opaca, sobre la piel rosa
Hu) 'lllJns describe as1: «Un trono ¡xirccido al altar ma"or de té. parecen hormiguear unas insectos resplandecientes coo
una catedral ~urgía bajo innumerables arcos que br~taban élitros relumbrantes veteados de carmín, salpicados de ama-
rillo ;mrora, jaspeado de azul acero, atigrados de verde dorado.
'.}l.TP~: La «rne, I• 111orlt t il dÍ4t.'Oio ntll• ltlltWura rom•ntica.
Ein3""'• Concentrada, con los ojos fijos, parecida n una sonámbula, no
unn, pp. 303-319.
ve ni al tetrarca que se estremece ni a su madre, ni a la feroz
¡. 62 0 MARIO DE MICHELl 6) 0 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX
1

Heroclías que la vigila, ni al berma&odita o al eunuco que está tica verdadera que bro1a de la ruptura de la unidad del siglo x1x
a _los pies del crono ron su sable en el puño: una figura te- no roza a los artistas como Moreau: en ellos solamente hay
rrible, velada basra _la~ mejillas, y cu,·o pecho de casi rado pende un proceso de descomposición fosforescente de iodo lo que
fláccido sobre la lumca ¡aspeada de anaranjado... En fa obra ha dejado de vivir desde hace tiempo.
de M?reau, Des Esscimes veía finalme111e realizada aquclb También un ar1ista como Odilon Rcdon forma 1mte, nun
Salome ~brehumana y extraña con que había soñado. Ya no con agudeza suscep1ible de brindar argumentos inicresantes,
ern la bmlarinn que con una depravada con1orsión del lomo del ámbito del decadentismo. Según Huysmans, !os dibujos
arranca ni viejo un gri10 de deseo y dicha; que ngicando sus de Rcdon «cst:ibnn fuera de todo; en su mayoría iban más
senos, culebreando, es1remeciendo los muslos, quebranta la allá de los lími tes de la pintura, inauguraban una fantasía muy
ener.sr_a _de un. rey ~ dcbiliia su volumnd. Se transformaba en especial, una foniasfa de enfermedad y delirio ... evocaban ...
la d1v1rudad s1mb6l1ca de Ja Lujuria indestructible e 1 d. recuerdos de fiebre 1ifoidea, recuerdos de las noches ardientes
dlff · · a l ,na1osn
e . a 1s1er1a mmor~. ' en la Belleza maldita, elegida cmre y las visiones de micclo de la infancia»-" Dclacroix, Durero,
1odas ~r In Carnleps1a que entumecía sus carnes y endurecía Rembrand1, Goya eran sus maestros; pero en él, una 1écnica
sus m~sculo~; en la Bes1ia monstruosa, indiferente, irrespon- consumada y una famasía alucinada y monstruosa, dominada
sable, msens1ble que envenenaba, como Helena de Grecia, iodo 1 por una lógica ahmac:a y por una inteligencia rigurosa de
lo que se le acercaba, todo lo qt:e miraba, todo lo que lo absurdo, daban vida a imágenes de playas tropicales inva-
tocaba.»' didas por una vegetación voraz; a llanuras desérticas, áridas,
Co'.no se ve, estn visión impregnada de libldine cruel, de lunares¡ a volcanes en wzobra; en suma, a paisajes de terrores
nc~ros1s .sexual, de erotismo mental, es1,¡ muy alejada de Gau. misteriosos, o bien :1 figuras humanas que viven en dimensiones
g~m. M1ent ~s el exotismo de Gauguin encierra un impu lso 11 J. K. Huysmnns: oh. cit., p. 82.
vual Y se nmma con una actitud de protesta, el de Morenu es
sunplcmenic fruto de mezcolanzas híbridas de
Je 1 • • • gustos sacrí· desmesur.1dos que d arte debe magnific:u:.• Adem~s¡ el propio Morcau
gos, <e concaminacrones de misa negra.'º Pero In problemá- interpretoba del mismo modo sus obros. Por ejcmp o, sobro su ruadro
Chimbe, escribió: .Esta isla de los sueóos fan1ósticos encierro tocias
J.s formos de l• posión, de i. fanwla, del capricho de Jo mujtr. La
7 l,6~·
9
pp. lluysm•ns: A rtbors (Al reuis), Eiicnnc Fasqudlc, Patfs, Mujc:r, en su csencfa primaria, <S el ser inconscien1t, loco, de lo incog-
nosciblt, del misterio, esclava del m2i bajo la forw de b Sálucci6D
'° Ary R= y orros aílicos •
d• Morcau por Huysmans· sin cm...~r coa~ ~ inrcrpttt:acicSn
perversa y d~bólia. Sueños de niños, sueños de los se.nidos, sueños
por oo diftralcianc en ' · · ~sv, mtcrprctaóóo de Ren1n oc:ibo monstruosos, sueños mebncólicos, Sll<ños que 1111Sladan el C$píriru y el
?."' ~OIUU pide al texto :;.i:, ~ :i!:u:~
~. ruya fuerza rtSidc en su bdleu camal
Se¡ún Ren111, lo
es «Un i~nS1ruo
alma (a Ja Vf&U~) de los espocios, al misterio de la sunbra, tocio
debe aen1ir el influjo de los siete pcados capi1:ales, y iodo se rcóne
en este dominio de S.t111:ís, en el cúculo de los vicios y los ardores
anifiaos maldi1os, en la malignidad :in<:a ' ~ la prácuca de culpables... A lo lejos, la Ciudad muerta, de la.s pasiones 1do~dos;
~ -<X>nrinlla Renan- el dpont 0 sugcndu. «lo sirf1ca
venganza que Ja domina se l:isro .eseo ~e ha concebido o por la
Ciudad medieval, óspcra y silenciosa...• Este ínigmcn10 está ar.do por
Montcsquieu en su ensayo Altesse Sérénissime, cLc Lapidairct, Juvcn,
briag1dora y armoniosa ~etgía del Mtl•
d rnac:iódn de uno ~·
enattífi eooa
ce e uno e C$0S deluos Parls, 1907, p. 7. Ver también M. Praz: ob. ci1., p. 310.
64 Q MARIO DE M TCHl!Ll
65 0 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX 1 !

físicas y sicológicas deformadas, con vivencias espirituales


ambiguas. literario a las damas de la aristocracia romana. El nuevo Es-
Es posible que estas breves indicaciones ofrezcan ya una tado italiano, nacido del Resurgimiento y que o~vidaba a Pattori,
primera idea del decidenrismo. Per~ se debe añadir que el Je encargó el friso del Parlamento, de cu~troc1entos metros ~e
fenómeno tiene una ampli11.1d de alcance europeo y que los largo con 275 figuras de hombres y antmales, que Sartorio
nombres son muchos, rnnto los de los liccratos como los de ejecutó en 930 dfos. Además, llegó también a diputado y en
los anistas: desde poetas como Stcfan Gcorgc en Alemania, 1928 hizo el retrato de Benito Mussolini a caballo.12
Swinburnc y Wilde en Inglaterra, Sologub y Zinaida Gippius Los artistas que en Italia se ali mentoron en la fuente del
en Rusia; desde pintores como Félicicn Rops hast:i los prerra- cl1..-cadc11tismo fueron muchos, aunque se trntn de artist,1s olvi·
foelis1as Rosset1i, Hugues y Millais. Los elementos en que se dados, como Giacomo Grosso, cuyo E11c11entro supremo causó
bnsn su poética son siempre los mismos: espiritualismo, mis· tamo ruido en la Primera Bienal de Venecia en 1895; o como
!Ícismo erótico, simbolismo, placer por In crueldad, rcch37.o Romolo Romani, que dibujaba preferentemente argumentos
romámico de la prosaica «nonnalidad» burguesa. Un mundo como la Libldi"e, el Placer, la Pesadilla. Pero, en general, se
de flo~ venenosas, de herrumbres, de maniquíes de cera, de trata más bien de aficionados del decadentismo. 1\1.ls rico en
espcc1ros sulfúreos, de mitos orientales, de p;ílidos, ambiguos moth•os, aunque paródicos, es el cnso del poeta ~~arinetti.
y extenuados amanres, dominaba los versos y los cuadros de El padre del futurismo sale directamente de las hv1das en-
esos fieles sacerdotes de la perdición decadentista. trañas del decadentismo francés, aliado ruidosamente al fana-
tismo por Nietzsche y su superhombre. i:'.ste es un. hech? que
D'Annunzio y Sartorio representan algo análogo en Italia. hay que subrayar, en vista del juicio que a su ~leb1~0 _tiempo
El poeta abruzo y el pin tor romano se conocieron en el am- se deberá formular sobre este movimiento artfst1co 11aliano.
bie111e de fas Cr611icas biw11ti11as de Sommaruga. En esos años
Yn en su poema La conquista de las estrellas, de 190~,
D'Annunzio escribe Isaol/a G1111adá11ro y el poema paradi-
Mnri uetti revela su origen simbolis1·a-dccade111e; pero su, fi-
síaco El triunfo de la muer/e y El i11oce111e. Todo Jo que el
li ación aparece aún más clara en su segundo poema, Destrucc1611,
decadentismo francés e inglés ha producido, D'Annunzio lo
cscri co dos años más tarde. En este poema ham el mar se
recoge y Jo amplifica en sus poesías, en sus novelas, en sus
obras de teatro. En 1866, Sartorio ilustra la hao/la G1111a- ll Para definir mtjor la actirud chistóricu de Sanorio, puede ah!
dá11ro; unos años más tarde pinta sus cuadros más conocidos: in1C1U11n1e ver sus respuestas a Gustavo Macd1i, un .l'C!ioclist• que es
la gorgo"a y los héroes y Dia11a áe 11/eso y los esclavos, este llevando a oibo una encuesta entre los intcl«'IUll~ nah"'.'05 para COOOC:
S11 orimtación con respecto al socialismo. M.00-.1 rcuru6 bs respu:!as
último inspirado en una 'obra de Morcau. Ecléctico, elegante, de 193 li!crutos, científicos y mis12S; soLun<nte ~ de esas .respu ...,.
frío, Sartorio mezclaba académicamente el prerrafaelismo coo fueron oc¡aúvas. He aquí la oontest.Oón de Sar!o~o • b. P~,;.
l!llnl• (•;Qué actilUd toma uste?. frente al ~:iJ1smo?>)ic,,•del soch·

el clasicismo alejandrino y el simbolismo. Pronto llegó a ser y a la ttrecta pregunta (c¿Admitictl<lo la, aphcnaón pr:lct ¡ '!tima
un pintor oficial, y nadie como él sabfo adornar de idealismo lismo a qué cosa conducirfa?•), respond10: •CrooAlique
ruina' de lo hum:mid:td.> (II Sodalismo giuáicato,
cf
pr:lll i ,
¡,{¡¡~
1 u1893
• • •
1'- 100.)
66 0 MARIO DE MICHELI
67 0 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX

transforma en una hembrn fatal fría lasciva, prototipo de


la mujer CICada por el decadentis:no: '
Pero donde d decadentismo de Marineui llega a su pa·
~ ¡Mar, cortesana s11blime! ro:cismo es en Ma/arka el /11111risto. En este libro, que bajo
¿Quiln en tu borrascosa alcoba ciertos aspecros puede considerarse como '3 carianura de la
u hospedará esto noche? novc'3 Salamb6 Je Flaubert, el gusto por In ntr«idad se con-
¿Quié11 acariciará las espiras omellazodoras vicrre en ostcnwci6n grotesca, el erotismo en una parlería des-
de tu cuerpo de serpiente? ¿Qlliéll enfrenada y África en un bazar estereotipado. Todo el ins-
morderá hasta lo sangre, en 1111 estci·/or de 'lluerle, trumental del decademismo es uti lizado aquí sin reserva ni
fas p1111tos de Juego de tus senos moderación, con una gesticulación frenética y nni[icial. Algunos
que apuntan colllra Dios, e11 la te111ptstad? capítulos son famosos a causa del juicio por ofensa ni pudor
instruido en 1910 contra la traducción al franc6.1l
No vale la pena citar las páginas que fueron incriminadas,
. Se ~ª. componer un florilegio original y divertido con pero sí puede resultamos útil volver a leer el fragmento en
ot:is del siguiente poema de Marineui:
el que Mngamal, el hermano de Maforka, es transformado
,Oh ltígubre, lúgubre coito en un monstruo libidinoso: cPero, ¿dónde estaba Marabelli,
de 1111 deuo sobreh11mono, la joven novia de Magamal? Mafarb a\•anzó en la oscuridad
presa del tenebroso delirio ¿e mis mallos de la hnbicaci6n nupcial ... Resbaló sobre una especie de fango
ante el l~olo que se resquebrajo, hlnndo, y no entendió. Pero un olor caliente y Julce a semen
e1111cgrectdo! ... humano y a putrefacción hirió su olforo; y sus ojos, que poco
Lc111os uogab1111Jos de mis i11a11os /oscinados a poco hablan ido acostumbr:índose a la penumbra, descu-
que se. orrostra11 hacia lo pipa adormecida... ' brieron los trows de un cadáver femenino esparcidos por la
¡Oh dtSpensodoro del éxtasis pródigo de olvido! habitación, a su alrededor, siniestramente, como en una flage-
Lel.'/a~ ft~mad~s..; ¡La pipa, entre mis dedos, parcela lación... El lecho estaba sucio de una especie de fango escar-
11
~ ~lfrano 11111111sculo miembro virfl osificado! ... lata, y parecía haber sido desfondado en una lucha diabólica.
i :.st otrora, amor mío, eit tu CJr~e cu:sJd.z Entre '3s almohadas empapadas de sangre, se veían cabeUos,
busqul el oh-ido en las volc1hicas vértebras y huesos que parecían masticados por los dientes de
profundidades de la lu¡urio, quebrando un tigre cachondo. Y Mafarka, con el corazón oscilante y
el or~11llo del pensamiento en mi! ma'1Ías siniestras como en un sueño, miró largamente aquellos restos miserandos
Y doblegando la espalda, con:o un esdavo que m:umaban un negro olor a lujuria. ¡Nada más que eso,
bajo el flagelo de la Muerte! '
ll La novela de Marineui fue publicnd• en Francia en el mismo año.
68 0 MARIO DE MICHELI 69 0 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX

nada m3s quedaba de la divina Marabelli-Ciarciar! ... Pero una De este modo, después de la huida hacía el exotismo, Ma-
gran mancha oscura atrajo su mirada llena de horror. Pegada rinetti voh•la al orden de la burguesía industrial milanesa sobre
al arco del techo, se veía una extraña figura acurrucada, adhe- el pájaro mecánico de Mafarka. Su «estética de la máquina»
rida al capitel de una columna: un monstruo negrui:co que se estará hecha en gran medida con las alas de este vehículo de-
parecía a una gran limaza y, al propio tiempo, a un colosal cadente; sus gritos belicistas, sus frases pa1riotcras e interven-
pájaro nocturno. Pero ese monstruo tenía las contorsiones de cionisias se compondrán de los párrafos de su novela africma.
un gorila c~lgn11do de una rama, con el cuerpo encogido y la
cabcz:a hund1:l:1 en los hombros ... Mafarkn reconoció de pronto,
sobre el capitel, el cuerpo contraído ele Maga111:1l.» Primiliuismo )' negrísmo
Esta novela de Marinetti no podía traicionar el movimiento
al cual habfa dado vicia. Por esa razón, tuvo que introducir El exotismo de Gauguin, la protesta de Van Gogh, el mora-
e~ el desenvolvimiento de su cuento una invención significa- lismo cáustico y alucinado de Ensor, así como la rebeldía del
llva: Maforb, el rey negro, en cierto momento se dedica a propio Munch, eran de una natunilcza complc1amente distinta.
«In constn1cción de pájaros mecánicos, o sea, de aviones; y en L1 posición de esos artistas estaba tan :alejada del decaden-
uno de sus aparatos alza el vuelo y ¡desaparece en el cielo!» tismo, macerado en ungüentos y vicios mentales, de los varios
El genio de l\forinerri no se detenía ante ningún obstáculo. Moreau, como del decadentismo eufórico de los Marinetti. Es
~sistimos así a la mororización del decadentismo en una pá- deci r, es una posición de rebeldía crítica ante una sociedad
~u- a ~velador~: «Yo construyo y engendro a mi hijo, pájaro históricamenie constituida; rebeldía individual, desde luego,
mvenoble Y gigantesco, de grandes alns flexibles hechas para pero no en nombre de una pura negación nos1álgica de épocas
abrazar las estrellas... iYo lo traba jo con mi cincel durante superadas, ni mucho menos en apoyo a la si1uación de aquel
la noche, a In luz de las estrellas!... De dfn lo cubro con momento.
pi.eles de 1igre, para que los obreros no lo ensucien con sus En el fondo, el exotismo de esos :m isrns, de los pintores
m'.rn~os b~utales... Los herreros de Milmillnh construyen, bajo y escu ltores de la vanguardia, surgía de una repulsa activa.
rn1 d1recc16n, una gran jaula de hierro y encina que ha de En los primeros años del siglo esa repulsa se hace siempre
defender n mi hijo contra la rapacidad del vienio. Son dos más radical, y el rechazo abarca también muchos de aquellos
m~l, barridos a l~tiga2os fuera de las aldeas, y subyugados por aspectos de la culrura que la historia había creado frucruosa-
rru voz... Los te1roores de Lagaho1mo preparan mientras tamo mente. Inclusive, se llegó a rech3zar en las arres la gran
el. tc}!do robusto y ligero que cubrirá las alas palmeadas de herencia figurativa de Europa occidental. Es en esta actitud
llll h1¡0. Es una tela indestructible, hecha con fibras de palma polémica, ligada a condiciones históricas específicas, y en
Yse tiñe, al sol, de las diversas tintas del oro, el orín y 1: ninguna otra, donde tienen sus raíces las búsquedas poéticas
sangre.» de In vanguardia verdadera, la aspiración a un esrado de pu·
70 0 MARIO DE MICHELI 71 0 LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SICLO XX

reza, la voluntad de encentrar un lenguaje virgen, fuera de ya no brindaba las oportunidades de otrora. Ya estamos ~ la
b rradici6n ya contaminada y rransform:ida en el canijo ¡r.mi· época de los artistas individuales; el «taller•, las corporaaones
monio del arte oficial. Cuando Rimb:iud cscribla: cYo juz. se han aaibado. Ahora solamente quien disfruta de medios
gaba ridículas las celebridades de la pintura y la poes!a econ6micos o de determinados apoyos puede lleg;1r a ser pintor.
modernas; me gustaban los cuadros idiotas, las cornisas, Jos De modo que quien tenía el instinto sin poseer los medios,
escenarios y las telas de los saltimbanquis, los r6tulos popu- se puso a pintar sin dejar de dedicarse simultáneamente a otro
lares; me gustaba la literatura pasada de mocfo, el latín de la oficio. l!ste es el motivo de que los pintores ingenuos, tan
Iglesia, los libros eróticos sin ortografía; las novelas de poco frecuentes en los siglos prececlentcs, se hicieran tan nu-
nuestros abuelos, los cuentos de hadas, los libritos para los merosos desde el siglo x1x en adelante.
niños, los viejos libretos de las óperas, los refranes insu lsos Sin embargo, todo esto no sería su ficiente para explicar
y los ritmos ingenuos.¡ cuando Rimbaud escribfa estas palabras, la rápida fortuna que los pintores «primitivos• tuvieron ya a
ya estaba sumido en la exigencia surgida de las circunstancias partir de los primeros años del siglo xx, si no hubiesen exis-
reales de una situación. Y esra confesión de Rimbaud es, tido bs razones que explicamos precedentemente.
quizás, la primera formulación de una poética que hizo la for- El mundo cándido de Rousseau era aquel mismo oasis Je
tuna de los pintores y escultores llamados primitivos o in· paz viva y serena que Gauguin había ido a buscar, inútilmente,
genuos; de esos artistas-empleados, marineros, barberos, por· en las islas MarGuesas: un oasis que Rousseau había encon-
ceros, bodegueros, albañiles, campesinos, guardbs municipales, trado por gracia espontánea, ignorando la problemática des-
que pimaban por placer y ron inocencia de coraz6n siempre gorradorn nacida de las bruscas contradicciones de la hist?da.
que conseguían robar algunas horas a su trabajo diario. Nítido, neto, esmaltado, seguro y sereno, el mundo poeuc?
También esta última indicación viene de Francfo y se ex· de Rousseau emanaba a través de sus cuadros un encanto ma·
tiende después por toda Europa. Artistas ingenuos y primi- gico, ofrecfo una visión de frescura, ele libertad espi ri t~al, r~·
tivos, o pintores de domingo, siempre los hubo, a decir verdad; presenrnba Ja evasión en una fábula humana, en un remo sm
pero como observaba justamente Anntolc Jakovsky,14 antes de discordias, sin monstruos, sin violencias. De nh( el éxito de
la abolición de las corporaciones, si alguien tenía inclinación Rousseau.
por la pintura acababa por emrar en algún taller de artistas Sus maneras figurativas son libres y sueltas, siguen una
y, tr:is el obligado aprendizaje, dejaba de ser un pintor ingenuo famasfa sin prejuicios, con todo lo que el arte of~ci~ no er::
en potencia para con\·ertirse en un profesional de la pintura. comunicación directa, sinceridad, pureza. lA adm1rac16n haaa
A esto se debe que en el siglo XtX y a principios del xx los sus cuadros aumenta de acuerdo con la lucha, ya abierta Y
artistas ingenuos se multipliquen. lA época burguesa-liberal violenta, que se había desenC:1denado contra todas las acade·
mias contra todas las formas tradicionales. De este modo
"· A. Jakovsky: Ltt ~intm naif<, La Bibliotbiq11t tlt< Artt, •
Parls, 19,6, p. 15. Rousse:m llega a ser el símbolo de esa lucha, y abre las puertas
72 0 MARIO DE MlCHELJ 7} 0 LAS VANGUARDIAS AR1'ÍSTICAS DEL SICLO XX

de la historia del arte a quienes le siguen: An<lré Baucham, Según cuenta Francis Carco,15 fue Vlaminck quien «des-
~mile Blondel, Camille Bombois, Louis Déchcleue, GertruJ cubrió» una escuhura negra en una taberna de Bougival, por
O'Brady y nuestro Metelli... Tambi~ el caso de Ulrillo, en el año 1907; llITó la estatua al estudio de Derain, que en
algunos de sus aspectos encuentra aquí una aplicación. aquel entonces era su amigo inseparable, la puso sobre un
Pero por ese camino del reconocimienio de la pintura in- caballe1e, la contempló y dijo: .qEs casi 1n11 linda como la
genua se ha ido mucho más allá, y se hn llegado a In evaluación Venus de Milo!» «No, es tan linda como ella», contestó Derain.
hiperbólica del dibujo infantil y de la actividad gráfica de los Como no llegaban a ponerse de acuerdo, los dos amigos
dementes: resuhado extremo de la poética de la evasión. Desde fueron a ver a Picasso para pedirle su opinión. Picasso miró
los primeros años del siglo, numerosos indicios figurativos a su vez la escultura, escuchó el juicio de Vlaminck, el de
de ese tipo constituyeron para muchos artistas una fuente ilimi- Derain, y después sentenció: «Los dos están equivocados; ¡es
tada de sugerencias. Basta recordar los nombres de Klec y Miró. mucho más linda!»
Tocio lo que podía ayudarlos a de~prcnde~c de las reglas de Según otros historiadores del arte moderno, el «descu-'\
una cuhura que a sus ojos estaba comprometida, los artistas bridou sería Matis.se: en aqu~l mismo año }.latisse compro
lo acogieron y lo utilizaron. Los \'Crdes paraísos infantiles, un fe!ichi: africano en la tienda de Heymnn, en la calle de/
que Baudelaire había C\·ocado, constituyeron así otro asilo, Rennes, y fue el primero que llamó la atención de los artistas
otro refugio. sobre el arte ncgro.16
Por los mismos mo!ivos, surgió un interés parecido por Entonces no se hadan muchas distinciones, se llamaba
ei arte arcaico, por la escultura arcaica especialmente. Los •arte negro» tanto a la escultura africana como a la de los
hallazgos que en aquellos años se iban realizando, fruto de pueblos de Oceanía, de Polinesia en panicular, de donde. los
intensa actividad en las excavaciones, ponfon ni descubierto mercantes coloniales franceses trufan a menudo alguna pieza
tc:.oros de obm primitivas, que fascinaban n los anisrns con en sus viajes de regreso a la paui:1. Sólo mtÍs t:mlc se empezó
su novedad expresiva. Todo lo que era «b~rbaro», todo lo a establecer una .diferencia ele origen y a descubrir cliversi<lad
que no era Grecia clásica, o Renacimiento o tradición relacio- de carácter entre las obras de las dis!intas razas, regiones Y
nada con él, atraía con una violencia insólita. La forma en tribus. En aquellos años lo que cont;iba era otra cosa. Era el
que los :.rtims se ""olvían hacia lo arcaico, lo barbárico, el encanto de una visión nueva, espejo de un alma colectiva libre
folklore campesino o las civilizaciones preclásicas, no era de todo vínculo de esclavitud civil. No fue por casualidad por
siempre la misma y no siempre daba los mismos resuhados, lo que Vlaminck, o Matisse, o algún otro «descubrió• el arte
pero se apoyaba una ,.ez más en el denominador común de negro. El descubrimiento correspondía a la exigencia general
la evasión.
En este sentido, no cabe duda de que el influjo mayor as F. Caico: Dt Montm..-trt au Qr1arti<r L4tin, Albín Micbcl, Par!$,
1927, p. 36.
sobre los artistas europeos Jo ejerció la escultura negra. 16 M. Rousscau: L'art océanien, Apam, Paris, 1951, p. 124.
74 0 MAlllO DE MICHEU 75 0 LAS VANGUARDIAS AJtTfSTICAS DEL SICLO XX

de los 3rl istas de 13 vanguardia, puesto que en esa cxigenda por un rosco cuchillo en una selva del Congo o de las islas
se rcfleíaban todas las razones de la rebeldía contra la cultura, polinesias, la imagen vivía en la inmovilidad contraída de una
los dnones, los convencionalismos vigentes. En cZonn, Apo- forma absoluta.
llinairc romaba: Pero mientras para los artistas que después darían vida
al cubismo 13 lección del arte negro era sobre iodo de natu·
Ttí caminas hacia l111tetlil. puedes regresar a pie a t11 casa raleza formal, para orros, en cambio, y especialmente para los
para dormir e11/re tus fetiches de Ocea11ía o de Guinea¡ exprcsionistas, el al'te negro tuvo un significado más profundo.
so11 los Cristos de otra fe y de otra forma, Éstos sintieron que el valor de ese ane superaba los simples
ro11 los Cristos inferiores de las oscuras espera11ws. daros formales. En esas estatuas, en esas miíscaras anchas de
oíos ahuecados y dientes descubienos, maquillados con creta
Hubo pintores, como los cubistas, que sacaron del arce roja y amarilla, encontraron algo que estaban buscando. Sin-
negro sobre codo una lección formal. Los impresionó princi- rieron palpitar en el corazón de los fc1iches las potencias os-
p3lrncnce la enérgica fuerza de síntesis que predominaba, sobre curas del cosmos. Todo lo que emanaba de ellos, el terror
cualquier otro valor plástico, en las máscaras y los fetiches a la n.11uraleia, la amenaza incesante de las fiebres, de los
negros. De esta observación los arásias derivaron la necesidad vientos, de los ríos en marcha a tra\'6 de las selvas, la tristeza
de construir el cuadro con maneras más decididas, con un di- primitiva de la muerte conmovfa panicularmenrc el espíritu
seño m:ls definido, m:ís marcado; de crear, tanto en la estatua de los exprcsionistas. En esas estatuas se rcflejabao como en
como en d cuadro, una estructura firme, neta, como en las un lago negro; parcela como si los artistas negros hubieran
escuhuras negras. Se trataba de una lección sin ptcccdcntes. logrado sacar en sus obras a la supedicie ese sentimiento td.·
Jnso1isíechos con las últimas espumas de la elocuencia rom:ín- gico ele la. existencia que ellos querían expresar.
tica y el revuelo del tan fácil impresionismo, reconocfon en En esta interpretación de la escultura negm hay muchas
esas esrnc uas bárbaras una enseñanza gobernada por un rigor ilaciones; en el fondo, los artistas europeos no hadan más que
extremado; comprendían que su eficacia depcndfa de que en proyectar en esa escultura sus propios problemas, lo~ pr~
esas esculturas el procedimiento narratil'O esraba reducido a 1 blcmas que más los apremiaban. De todos modos, el 10flu10
lo esencial: para los artis"1S negros, no se trataba de describir de ese arte fue muy fuerte y duradero, y lo fue también por
1
una emoción, •Íno de enunciarla sin dividirla o dispersarla mul- el interés que demosrraron en ese sentido, ya desde el prin-
tiplicándola en emociones menores. Los modos plásticos cipio, algunos poetas destinados a tener gran importancia en
negros eran marcados, secos, simplificndos al má~imo: planos b vida ardstíc:i europea de la vanguardia: Apollinaire y Tz:ira.
anchos, volúmcn~ ne:os, deformaciones someras. Ninguna pe- Apollinairc fue el primero en escribir una serie de agudas
rffrasis, ningún sofisma figurativo. En esas maderas negras, observaciones sobre la escultura negra -aunque fueran obser-
en esas estatuas salidas de las manos de un salvaje, esculpidas v.1ciones discutibles desde el punto de vista científico- en

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cAurelio C11
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76 0 MARJO DE MlCHllLI 77 o ;
LAS VANGUARDIAS ARTIS1'1CAS DEI. SIGLO XX ' '

su pre~acio a un libro editado por Paul GuiUaume, el primer de Klcc a Miró... Dirigirse, no solamente hacia las sugestiones
comc:oan1e de ane moderno que se ocupó, en un plano co- de los mitos primitivos tomados en sí mismos, o sea, en sus
~emal, de l~ escultura africana y de Oceanía a partir del aspectos de inocencia, pureza e ignorancia de la sociedad bur-
ano 1913. Sm embargo, las observaciones de Apollinaire na- guesa deprroida, sino también a las formas en que esos mitos
cfon. sobre todo de preocupaciones estéticas, ajenas en cierto se expresaban, era una manera m:ís para llevar adelante, hasta
scnudo al mundo que la escultura de los sa lvajes representaba. sus últimas consecuencias, la rebeldía contrn los módulos fi.
Fue Tzaru quien puso el acento, en 1917 y 1918 sobre e] gurativos de la tradición europea, que en el siglo xtx habían
significado poético de esa escultura, ligada ínriniam:nte a una nlcanzado, no obstante, algunos resultados de gran madurez.
concepción del mundo propia de aquellos anistas pri1uitivos Pero esto era una consecuencia inevitable. No Cue el capricho,
Y d~ los pue~fos a que pertenecían." Desde luego, tampoco ni la excentricidad, ni un afán de originalidad, lo que guió a
su 1111erpretoc1ón podía dejar de sufrir el inílujo de sus hu- los nrtistas, sino toda una serie de motivos graves. Incluso
mores dadaístas. De modo que es todavfa el apremio de Rim- cuando la actitud rebelde asumió conos de broma, cuando eligió
baud, el volverse saiva¡e, lo que se pone de manifiesto en su el camino del juego, de la burla, de la mistificación, del ci-
página: •Ü~: botón, ábrete ancho, redondo, agudo, pam pe- nismo, en todo eso estaban también encerradas ra~ones graves.
n_ctrar en mis. huesos y en mi fe. Transforma mi país en ora- El significado que la conocida fórmula épater le bourgeois
c1~n de alegria o de anguscia. Ojo de algodón, viértete en (escandalizar al burgués) llegó a asumir en ese período, puede
m1 sangre. El arte, en la infancia del tiempo, fue oración. ser revelador. Escandalizar al burgués, hacerle bromas pesadas,
Modera y piedrJ fueron verdad. En el hombre yo veo a la dar una zancadilla al filisteo, poner en la picota a los confor-
luna, las plantas, el negro, el metal, la estrella, el pez. Cómo misws, reírse en los entierros y lloror en las bodas llegó a ser
se es.curren ge<>métricamente los elementos cósmicos. Deformar, una práctica común de los arriscas de In vangu:mlia, una pr:íc-
hervir. IA mano es fuerte, grande. La boca contiene la po- tica que tenía una raíz histól'ica mucho m:is seria de lo que
ce~1cia de l:t oscuridad, sustancia invisible, bondad, pureza, se crefa. El gesto de Max Jacob, quien, según se dice, pintaba
miedo, sabiduría, creación; fuego.» pequeños cuadros con materias fisiológicas desagradables para
.En v~rias formas l' en distinta medida, lo exótico, lo negro, venderlos a los turistas de lujo, no esrnba completamente des-
lo mfanul'. lo arcaico, fascinaron a los artistas de toda Europa provisto de cierta lógica propia e histórica. Pero más allá de
en los ~n~ros años del siglo: desde Picasso hasta Léger, esos gestos, la polémica y la protesta ya estaban entrando en
desde L1pchnz a Laurenz, Brancusi y Modigliani; desde Bar- una etapa de gran aspereza, de agresividad borrosa. El arrista
lach a Marcini; desde Kirchner a H~kel, Nolde y Pechstein; tendía cada vez más a transformarse en sig1111111 contradictio11is.
Se pasaba así de los síntomas aislados de la rebeldía al se-
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Lt '!· Tzara: •Note. sur l'art negre-, en Sic., París, 1917, y cNote sur g1111do 1ie111po, o sea, a la organiz.1ción de los movimientos de
p. ~'.º ncgrc., en Sic, París, 1918; y también M. Rousscau: ob. cit., rebelión.
78 o MARJO DE llllCHEU

El expresionismo, el dadaísmo, el surrealismo por un lado;


el cubismo, el futurismo y el abstrnccíonismo por el otro, son
Jos «movimientos» en que se articulaba ese segundo tiempo.
La vida de esos movimientos constituye la historia de las
vanguardias arústicas modernas.

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