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Aprovechan las cuentas de Facebook,

Whatsapp y Skype para atraer a niños y


adolescentes a integrar una red
de tratantes de personas. Los menores son
las víctimas, pero no lo saben. Los tratantes
suelen esconderse en nombres falsos y, la
mayoría de veces, les ofrecen trabajos con
pagos tan atractivos que no pueden
rechazar. A las adolescentes les dicen que
las harán modelos cuando finalmente las
convierten en damas de compañía. En
algunas ocasiones, hasta recurren a los
chantajes y extorsiones con fotos íntimas.

Las cifras demuestran que este tipo de


captación de menores-a través de redes
sociales-ha ido en aumento. Las denuncias
de este tipo recibidas en la línea gratuita
(1818 opción 1) del Ministerio del Interior
(Mininter) en el 2016 (18%) se han
duplicado en comparación con las
recibidas en el 2015 (9%).
Algunos le llaman “espacio cibernético”, otros le llaman “vía digital”. Cualquiera que sea

el nombre, hay millones de personas que hoy en día que conectan sus computadoras

personales a línea telefónicas con el fin de estar “en línea

El chantaje, ciberacoso o envío de contenidos con escenas explícitas de sexo se han vuelto una
amenaza creciente para adolescentes y niños que tengan una computadora con acceso a
internet o teléfonos con conexiones a redes sociales donde se convierten en potenciales
víctimas de trata de personas.

De las variables violencia de género y redes sociales puede derivar una mezcla explosiva en la
relación de pareja entre menores, produciendo violencia de género virtual. Más en concreto,
el pretendido amor mostrado en internet por la pareja o ex pareja de la menor víctima se
transforma en (1) ciberacoso psicológico, con el objetivo de anularla mentalmente y someterla
a su voluntad por medio de contenidos multimedia, pudiendo ser estos insultantes, ofensivos y
humillantes; (2) ciberacecho (ciberstalking): el menor quiere controlarla en todo momento
mediante la lectura de sus mensajes privados, la monitorización de la webcam , la utilización
de programas espías para su localización geográfica en cada momento, persecución obsesiva a
través de internet, etc; (3) acoso sexual (sexting), consiste en la difusión de imágenes de
contenido sexual y pornográfico de la menor víctima sin su consentimiento; (4) ciberextorsión
sexual (sextorsión): su finalidad es obligar a la menor víctima a realizar determinadas
conductas no consentidas por ella como tener relaciones sexuales, entregar más contenido
erótico o alguna otra contrapartida bajo la amenaza de difundir imágenes o vídeos de
contenido sexual y pornográfico sobre ella. A su vez, estos contenidos hirientes sobre la menor
víctima pueden ser utilizados por otros millones de internautas, compartiendo dicha
información incesantemente entre ellos de forma viral: rápida e inmediata, produciéndole
ciberacoso y acentuando su revictimización

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