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Nota
Literaria
EL HUMOR, LA PSICOTERAPIA
Y LA PSIQUIATRÍA
"el humor en la narrativa
colombiana contemporánea"*
Miel como vocablo que permite en- slogan, las consignas, pero especial-
trar cabalgando en el palacio virginal. mente el título honorífico de compa-
Buitrago crea así una relación meta- ñero como significante de compro-
fórica en la cual el acto comunicativo miso político. La crítica apabullante
reconstituye la significación desde el se deja sentir en dos escasos pero no
campo erótico para que el lector in- ligeros renglones alusivos a un per-
fiera el significado apropiado. La ac- sonaje de la novela que es obligado a
ción volcada hacia lo grotesco, pero participar de acciones de subversión
siempre mediada por el humor, apre- urbana, quien responde siempre an-
hende los referentes culturales, pre- tecediendo el compañero frente a
servando la memoria popular me- cualquier interrogante:
diante la compilación, por ejemplo, - No tiene que estar diciéndoles
de los distintos modos de designar la compañero todo el tiempo.
genitalidad: izar el pistolón adormi-
lado, hornilla para freir bananas, sen- -Yo sé. Pero es para practicar. Imagí-
tir mi pala hasta la garganta, florear la nese que de pronto ganen, y yo como
pepita, maripipis diarios echaban un imbécil diciéndoles doctor.(4)
Galaor y la Quintanilla, alfajor poblado Sin duda, un autor como Carlos Pero-
de un vello hirsuto y negro, pipí de zzo en su novela El Resto es Silencio
oro, etc. (5)
acudiendo al humor negro, que es
Pero igualmente, en otras regiones el manejo más doloroso del humor,
pone al lector en contacto con el
del país el humor que se trasunta en
descuartizamiento de la moral efecti-
la literatura tiene que ver con las ca-
va como hecho patético de nuestra
racterísticas básicas de las culturas
sociedad colombiana. Altuve, su pro-
locales. Conviene recordar que el
tagonista, durante las primeras cua-
chascarrillo y la chispa del cachaco
renta páginas del libro pasa una y mil
bogotano se transforma para estos peripecias solicitando que le presten
tiempos en Antonio Caballero (1945), un W. C. para solventar una indiges-
que en sus crónicas y columnas de tión estomacal y se encuentra final-
prensa, (siguiendo la connotada tra- mente con un benefactor, que lo de-
dición de su familia en donde sobre- tiene en el momento justo en que
salieron Eduardo Caballero Calderón Altuve ha resuelto hacer sus necesi-
como Swann o Lucas Caballero dades fisiológicas en plena calle. Anu-
Calderón cuyas columnas las firmó da su cinturón y sigue con dificultad
con el pseudónimo de Klim), ha al tipo que lo ha invitado a subir a su
despertado la conciencia nacional apartamento ubicado en un segundo
desde la humorada certera. Como piso de una casa de La Candelaria.
novelista en Sin Remedio, novela Cuando se introducen en la estancia,
de muchos pisos, todos trabajados Altuve descubre que no hay inodoro a
inalterablemente desde el humor que la vista y se dispone a defecar en la
zahiere, gracias a su potencia intelec- cama de su atildado dueño quien
tual, se permite por ejemplo, recon- aprovechando la posición inicial de
textualizando la década de los 60s a Altuve intenta violarlo. El acto grotes-
70s, cuando en nuestro país hacía co en si está descrito para producir no
carrera, como en otras latitudes, la solo el desconcierto del lector sino
dicotomía política de derechas e iz- que además invita a la risa dolorosa
quierdas enfrentadas, recordar los frente a un espectáculo desolador.
REFERENCIAS
1 García H. (Compilador) Prosistas humoristicos colombianos. Edilux, 1992.
2 Auerbach E. Mimesis. México: Fondo de Cultura Económica.1979: 260
3 Freud S. El chiste y su relación con el inconsciente. En: Freud S. Obras completas.
Barcelona: Editorial Biblioteca Nueva.
4 Caballero E. Sin remedio. Bogotá: Editorial Oveja Negra Bogotá, 1984: 207.
5 Perozzo C. El resto es silencio. Bogotá: Editorial Planeta, 1993.