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Caicedo Cecilia.

Nota
Literaria

EL HUMOR, LA PSICOTERAPIA
Y LA PSIQUIATRÍA
"el humor en la narrativa
colombiana contemporánea"*

Cecilia Caicedo Jurado de Cajigas**

La narrativa colombiana contemporánea presenta como característica sobre-


saliente una focalización del humor que le permite construir, mediante
parodias, comparaciones o juegos verbales y discursivos, una relectura del
tiempo presente en su complejidad cultural. Esta ponencia propone el estudio
de la vena humorística, desde la cual la literatura desarrolla no sólo su función
lúdica, sino una muy interesante terapia de sanidad social, en correspondencia
a la función catártica que algunos teóricos señalan como parte del oficio
creador. Terapia de lo lúdico que se expresa por parte de los autores más
importantes del país, que significativamente aparece potenciada en tiempos de
crisis. Este trabajo hace parte de un texto de mayores proporciones y alcances.
Se seleccionan unas muestras con las cuales se señalan las características,
verbales o de enunciación humorística más notables.
Palabras clave: focalización, humor, parodias, comparaciones, juegos
verbales, discursividad, lúdica, catarsis, sanidad social, terapia colectiva,
enunciación humorística, recreación simbólica, literariedad.

The contemporary colombian narrative presents as ouststanding characteristic


a focalization on humour which allows it to construct, by parodies, comparisons
or verbal and discursive games, a second lecture on the cultural complexity of
our times. This proposal proposes a study of the humorous vein from which
litterature develops not only its ludic function, but also a very interesting therapy
of social sanity, corresponding to the cathartic function which some theorists
designate as part of the creating labour. Ludic therapy is expressed by the most
important authors of the country, that appears significantly potent in times of
crisis. This work is a part of a text with wider proportions and coverage. With few
selected samples, the most notorious verbal and humorous enunciation
characteristics are designated.
Key words: Psychiatry, joke

* Ponencia presentada en el XXXVI Congreso Colombiano de Psiquiatría, Pereira 1997.


** Doctor en Filosofía y Letras, subsección Filología Hispánica. Universidad Complutense de Madrid.

50 Rev. Col. Psiquiatría, Vol. XXVII, No. 1, 1998.


El humor. la psicoterapía y la psiquiatría

Si el humor, como lo señala Umberto los hombres tanto se desvelan, co-


Eco, es la percepción de lo opuesto, rren, se fatigan, combaten y viajan.”(2)
resulta bien interesante verificar la in-
En otra perspectiva, la gravedad de la
tensidad y sutileza con que se mane-
crisis que corre ha sido leída mejor
jan desde el humor temas complejos
desde el humor que desde la serie-
y difíciles en la literatura colombiana,
dad oficial. Como había señalado en
caracterizada tradicionalmente por el
el simposio de Cartagena, el chiste
uso de un tono entre solemne y paté-
popular colombiano permite recono-
tico.
cer segmentos culturales que la cul-
Esos perfiles y niveles de acartona- tura oficial esconde o enmascara. El
miento ya habían sido transgredidos chiste popular los saca a flote, los
por algunos escritores. Tomás Ca- potencia, los vuelve manifiestos y os-
rrasquilla, Efe Gómez y José Asun- tensibles, y en algunas novelas el lec-
ción Silva, por ejemplo, desacraliza- tor se sorprende por la capacidad de
ron el ejercicio literario, desde el hu- autoconocimiento y autoconciencia
mor. En la tradición '"paisa" que ha que ellas generan.
trabajado tan sostenidamente este
Para la década de postrimería de
tema están, entre otros, los nombres
siglo, es significativa la presencia
de Rafael Arango Villegas, Euclides
abundante de manifestaciones de
Jaramillo Arango, Adel López Gó-
humor. La televisión colombiana ha
mez. Entre los nuevos escritores, la
mantenido durante 25 años los pro-
pluma de Daniel Samper Pizano ha
gramas “Sábados felices” y “Dejé-
refrescado con “La histeria de Co-
monos de vainas y otros de menor
lombia” y con sus crónicas periodís-
duración como “Yo y tu”. Pero esos
ticas el recorrido social del país. (1)
espacios eran de alguna manera so-
Resulta sin embargo de sumo inte- litarios. Al presente, Garzón y su edi-
rés ver como esa actitud, que no es el ficio Colombia, Tola y Maruja con su
denominador común, se intensifica capacidad de parodiar el chismorreo
en la más reciente producción narra- desde el travestismo y el voyerismo
tiva propicia el surgimiento de un tono cultural, el programa de Martín De
o intención paródica, con la utilización Francisco con “lo peor que le pudo
de alusiones en contravía o recorre llegar a la Tele”, los marinillos con un
abiertamente los caminos del humor humor un poco más blando pero no
para zaherir la reciente y dura reali- menos agudo, y -en especial- el es-
dad nacional. pacio de análisis de noticia política y
curso social que maneja Díaz Sala-
Erich Auerbach sostiene que son los
manca (“La luciérnaga”), son mani-
seres superiores, excepcionales en
festaciones culturales que, siguiendo
su conocimiento, los que por medio
a Oscar Wilde, expresan una terapia
de las artes, la literatura, el teatro, etc.,
para los males presentes.
con capaces de recontextualizar su
lectura del mundo desde los resqui- Porque el humor que se concreta en
cios, intersticios y esguinces que po- la risa es un camino propedéutico
sibilita el humor. Señala que el inte- que se instaura como posibilidad de
lectual y el artista que aventura su sanación del todo social. No es sólo
obra desde la superioridad de lo hu- un mecanismo de defensa (3) sino
morístico, legitima su “ desprecio in- fundamentalmente una manera de
creíble hacia todo aquello por lo que asumir el mundo, de ser frente al

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Caicedo Cecilia.

mundo. La lectura de vida cotidiana del humor costeño y caribeño en ge-


está resaltando a primer plano distin- neral.
tos elementos que antes quedaban
De igual manera el humor costeño se
sumergidos frente a la existencia de
presenta abiertamente manejado en
los megarelatos oficiales. Era justa-
la novela “Señora de la Miel” de Fanny
mente la necesidad de verificar los
Buitrago, quien parodia el donjuanis-
paradigmas oficiales lo que había im-
mo criollo y la actitud femenina de
pregnado el grueso de la novelística
sumisión en un texto recorrido por un
colombiana tradicional. Frente a tiem-
carnaval de frases, alegorías y con-
pos críticos, no solo por circunstan-
ceptos sobre la sexualidad desbor-
cias al interior de las fronteras nacio-
dada, que según la cultura coloquial
nales, sino por la incidencia de facto-
acompaña al caribeño, recogiendo
res externos que han creado esa
una amplia gama del vocabulario eró-
cultura favorecedora del “sujeto dé-
tico popular. Particularmente el gra-
bil” como la designó Vattimo, las inte-
cejo popular se establece en un pa-
ligencias literarias más notables del
saje de la novela en donde el número
país han buscado en el camino del
y la algarabía de las relaciones coita-
humor la mejor y más apropiada
les que realiza una pareja son asumi-
manera de refractar la visión de mun-
das por el público provinciano como
do que nos dan en sus novelas. En vía
una lotería en la que crecen las apues-
de ejemplo el mamagallismo de Gar-
tas en dinero, estableciéndose de esta
cía Márquez, recogido del seno po-
suerte un festín sobre la sexualidad.
pular, permite visualizar desde una
Instalada la novela en un lenguaje que
hipérbole humorística el poder de un
no es ni pacato ni pudibundo, en uno
dictador tropical (“El otoño del Pa-
de los tantos pasajes alusivos al hu-
triarca”) en cuyos comedores de cao-
mor se lee la siguiente frase: “Galaor
ba se congregaban las vacas a defe-
no debe entrar ni en tu cama, ni en tu
car, o la parodia a la violación feme-
cuca”. El enunciado discursivo de
nina tradicional cuando Florentino
segundo grado implica una lectura
Ariza, (“El Amor en los Tiempos del
cultural igual a la que se hace acerca
Cólera”) es despojado de su virgini-
del humor, y de manera particular en
dad en un tren en marcha y aprove-
el chiste, que invita al lector a realizar
chando la oscuridad de la noche, sin
una decodificación de la semantiza-
que el pueda saber al día siguiente ción implícita. Según el diccionario
quien fue la victimaria. O el humor “Cuca” es : “especie de torta o galle-
cruel del latinoamericano cuyas des- ta”, pero en el léxico coloquial colom-
gracias en París se explican porque biano tiene además de la anterior
su piélago provinciano le impedía diversas acepciones según el nivel de
saber que estaba exactamente al fren- uso regional. Así, el término se se-
te del hospital que buscaba en “El mantiza como bonito, gracioso, atrac-
Rastro de tu Sangre en la Nieve”. Con tivo, en el habla antioqueña, pero para
García Márquez asistimos a la paro- el nariñense “cuca o cuco” designa a
dia, al manejo de la ironía, la broma, un animal pequeño que causa repul-
el espejo convexo de otras realidades sa . A su turno, el mismo término en
que son atisbadas recurrentemente la cultura costeña o caribeña designa
en su obra voluminosa que está siem- el órgano sexual femenino. Y esta
pre y permanente recorrida por las acepción, que funciona como código
características culturales del manejo cifrado, se retoma en Señora de la

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El humor. la psicoterapía y la psiquiatría

Miel como vocablo que permite en- slogan, las consignas, pero especial-
trar cabalgando en el palacio virginal. mente el título honorífico de “compa-
Buitrago crea así una relación meta- ñero” como significante de compro-
fórica en la cual el acto comunicativo miso político. La crítica apabullante
reconstituye la significación desde el se deja sentir en dos escasos pero no
campo erótico para que el lector in- ligeros renglones alusivos a un per-
fiera el significado apropiado. La ac- sonaje de la novela que es obligado a
ción volcada hacia lo grotesco, pero participar de acciones de subversión
siempre mediada por el humor, apre- urbana, quien responde siempre an-
hende los referentes culturales, pre- tecediendo el “compañero” frente a
servando la memoria popular me- cualquier interrogante:
diante la compilación, por ejemplo, “- No tiene que estar diciéndoles
de los distintos modos de designar la “compañero” todo el tiempo.
genitalidad: “izar el pistolón adormi-
lado, hornilla para freir bananas, sen- -Yo sé. Pero es para practicar. Imagí-
tir mi pala hasta la garganta, florear la nese que de pronto ganen, y yo como
pepita, maripipis diarios echaban un imbécil diciéndoles “doctor”.(4)
Galaor y la Quintanilla, alfajor poblado Sin duda, un autor como Carlos Pero-
de un vello hirsuto y negro, pipí de zzo en su novela “El Resto es Silencio”
oro”, etc. (5)
acudiendo al humor negro, que es
Pero igualmente, en otras regiones el manejo más doloroso del humor,
pone al lector en contacto con el
del país el humor que se trasunta en
descuartizamiento de la moral efecti-
la literatura tiene que ver con las ca-
va como hecho patético de nuestra
racterísticas básicas de las culturas
sociedad colombiana. Altuve, su pro-
locales. Conviene recordar que el
tagonista, durante las primeras cua-
chascarrillo y la chispa del cachaco
renta páginas del libro pasa una y mil
bogotano se transforma para estos peripecias solicitando que le presten
tiempos en Antonio Caballero (1945), un W. C. para solventar una indiges-
que en sus crónicas y columnas de tión estomacal y se encuentra final-
prensa, (siguiendo la connotada tra- mente con un benefactor, que lo de-
dición de su familia en donde sobre- tiene en el momento justo en que
salieron Eduardo Caballero Calderón Altuve ha resuelto hacer sus necesi-
como “Swann” o Lucas Caballero dades fisiológicas en plena calle. Anu-
Calderón cuyas columnas las firmó da su cinturón y sigue con dificultad
con el pseudónimo de “Klim”), ha al tipo que lo ha invitado a subir a su
despertado la conciencia nacional apartamento ubicado en un segundo
desde la humorada certera. Como piso de una casa de La Candelaria.
novelista en “Sin Remedio”, novela Cuando se introducen en la estancia,
de muchos pisos, todos trabajados Altuve descubre que no hay inodoro a
inalterablemente desde el humor que la vista y se dispone a defecar en la
zahiere, gracias a su potencia intelec- cama de su atildado dueño quien
tual, se permite por ejemplo, recon- aprovechando la posición inicial de
textualizando la década de los 60s a Altuve intenta violarlo. El acto grotes-
70s, cuando en nuestro país hacía co en si está descrito para producir no
carrera, como en otras latitudes, la solo el desconcierto del lector sino
dicotomía política de derechas e iz- que además invita a la risa dolorosa
quierdas enfrentadas, recordar los frente a un espectáculo desolador.

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Caicedo Cecilia.

La novela colombiana recogiendo el duda se constituye en parte funda-


patetismo del humor, o el desequili- mental del proceso de terapia busca-
brio de las acciones, o la inoportuni- do y asumido en el inconsciente cul-
dad de los gestos, está recurriendo tural colectivo que modela el chiste
ya no al gracejo simple sino al com- popular. En el texto literario, dicho
promiso del lector con su realidad, a sentido de terapia para la sanidad
partir del humor que es el arma más social es trabajado abierta y decidi-
inteligente y demoledora para instau- damente por las mejores y más lúci-
rar la crítica social. Arma que sin das plumas colombianas.

REFERENCIAS
1 García H. (Compilador) Prosistas humoristicos colombianos. Edilux, 1992.
2 Auerbach E. Mimesis. México: Fondo de Cultura Económica.1979: 260
3 Freud S. El chiste y su relación con el inconsciente. En: Freud S. Obras completas.
Barcelona: Editorial Biblioteca Nueva.
4 Caballero E. Sin remedio. Bogotá: Editorial Oveja Negra Bogotá, 1984: 207.
5 Perozzo C. El resto es silencio. Bogotá: Editorial Planeta, 1993.

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