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A DIEZ AÑOS DE LA CRISIS

Luis Valdivieso: “El Perú fue


austero [al inicio de la crisis]
cuando se reclamaba reactivación”
15 SEPTIEMBRE 2017

A diez años de la crisis. Luis Valdivieso, ministro de Economía y Finanzas entre 2008 y
2009, cuenta cómo el Perú enfrentó la crisis financiera global.

POR ÁLVARO LEDGARD

15 septiembre 2017

Luis Valdivieso fue elegido ministro de Economía y Finanzas en junio del 2008 por el
entonces presidente Alan García. El gobierno aprista decidió traerlo al Perú debido a su
experiencia en el Fondo Monetario Internacional (FMI) como director para la región Asia-
Pacífico.
La tarea que Valdivieso tenía al frente era titánica. La burbuja crediticia en los Estados
Unidos ya había colapsado y las señales de un contagio global en el sistema bancario
internacional, y luego una crisis económica mundial, eran cada vez más claras. El
economista llegó, pues, en un momento en el que había que preparar al Perú para encarar
una desaceleración mundial de magnitudes no vistas en 80 años.
A diez años del inicio de la crisis financiera, SEMANAeconómica conversó con el
exministro Valdivieso, quien ahondó en el plan del gobierno aprista para minimizar el
impacto: ser contraintuitivo, ahorrar y ‘aguantar’ un poco la política fiscal expansiva.
¿Le sorprendió la magnitud de la crisis? ¿Pensó que las consecuencias
serían tan graves como terminaron siendo?
Para mí, la respuesta de política por parte de Estados Unidos fue una sorpresa. Dejaron caer
a Lehman Brotherscomo decisión de política, para darle una lección al sistema y que éste
rectifique su comportamiento. La caída de Lehman Brothers es el hito que hace
transparente la magnitud de las deudas y del rol de los endeudamientos en los mercados
mayoristas de dinero de las instituciones financieras. Tuvo un efecto revelador enorme en el
sentido de que comenzó a reducir la liquidez en el sistema, incrementó los temores en otros
agentes del mercado, y el gobierno [de EEUU] dice “bueno, no podemos dejar caer más”.
La magnitud y la profundidad de la crisis fue otra sorpresa para mí. Por mi trabajo previo
como representante del departamento asiático del FMI en la evaluación del orden
económico mundial, estaba familiarizado con los indicadores y sabíamos que habían
excesos de créditos. Pero había muchísima deuda escondida, lo cual intensificó la gravedad
del problema una vez que estalló la crisis.
Lo que nunca imaginé fue el colapso del comercio internacional. Fue dramático y rápido.
Acá en el Perú, incluso peor. En septiembre del 2008, la inversión privada cayó en 20% en
términos reales. El mercado internacional para nuestros commodities colapsó. Fue
dramático en el Perú y a nivel global.
Cuando lo llaman para ser ministro, ¿cuál era la percepción sobre la crisis?
La razón por la que decidí venir es por mi experiencia en estabilización. Sabíamos que la
cosa venía mal, pero no sabíamos de qué tamaño era el daño. Al mismo tiempo, teníamos
dos problemas externos como país: uno era el precio del petróleo a US$150/barril y los
precios de los alimentos, que estaban subiendo de 10% a 12%. Cuando me llaman en julio
del 2008, el presidente García tenía gran preocupación de no entrar en un espiral
inflacionario. En ese momento todavía no había habido el colapso de los términos de
intercambio. La demanda mundial por nuestros productos todavía era sostenible, pero se
venía desacelerando.

Cuando se empezó a dilucidar la magnitud de la crisis, ¿qué se hizo para


evitar que ésta arrastre al Perú?
En primer lugar, se trató de ahorrar lo máximo posible de la bonanza de los commodities,
que venían al alza por tercer año consecutivo, a fin de poder usar esos recursos en el
momento en el que se requiriera. Queríamos salir de una eventual crisis sin necesidad de
endeudarnos, sino usando nuestros propios recursos. Esto exigió un poco de austeridad en
un momento en el que todo el mundo reclamaba la reactivación. El momento para ser
expansivos era al ver la verdadera magnitud de la crisis, y no al inicio.
Nuestro plan de reactivación estuvo listo el 8 de diciembre [del 2008]. Se dejaron los
elementos automáticos de estabilización fiscal. Segundo, se hizo un plan de reactivación de
tres puntos porcentuales del PBI. El plan se hecha a andar en diciembre, en el momento en
el que ya habíamos sentido que se habían caído los precios y la demanda, y los pedidos
futuros estaban en su punto más bajo. El BCR no actuó sino hasta febrero o marzo del 2009
con política monetaria expansiva. El BCR estaba muy preocupado con la inflación
subyacente, que aún no bajaba a niveles razonables para ellos. Por esto, toda la carga de
aguantar la caída, en un primer momento, recayó en el sector fiscal, que por sí sólo no
podía tener un programa de reactivación sin estar acompañado de una posición más relajada
monetaria. El plan tardó dos trimestres en tener efecto y tuvimos la mejor performanceen la
región ante la crisis. Mucha gente criticó que caímos de 9% a 1%, pero esto se explica por
nuestra altísima volatilidad en el producto. Somos uno de los países más sensibles al ciclo
internacional.
A ocho años de su salida del MEF, ¿qué reflexiones hace sobre aquel
período?
Yo sentí y tuve todo el apoyo político del presidente García para actuar como actué, que es
muy difícil, porque es contraintuitivo. Las crisis son situaciones excepcionales y requieren
medidas excepcionales. Ser austeros en los momentos iniciales de la crisis fue como decir
“no salgan corriendo de un incendio, sino caminen”. Pero todo el mundo va a correr si hay
un incendio. Es muy difícil convencer a la gente de que mantengan la cama cuando hay una
crisis. Pero lo importante es tener una visión de cómo vas a salir de una crisis. Puedes estar
equivocado, puede no funcionar, pero para salir adelante tienes que tomar una decisión.

En ese sentido, yo considero que no nos equivocamos con lo que hicimos en el 2008 y
2009, a pesar de que la gente no aceptó la idea de que cayéramos de 9% a 1%. Sin
embargo, rebotaron los precios de los commodities, se empezó a estabilizar el resto del
mundo y rebotamos muy rápido.
Incluso con vientos a favor, si no tienes una vela, no avanzas. La vela es la confianza del
sector empresarial, la del consumidor y la convicción con la que se lleva adelante una
política. Pasó en el 90, en la que se dejó a un grupo tecnocráta implementar un programa
durísimo pero que tuvo resultados en términos de estabilización y fue necesario, porque lo
que dejó el primer gobierno del Apra fue desastroso. En el 2008 también hubo convicción.
Hubo mucho rechazo por lo contraintuitvo que fue ahorrar en un momento en el que la cosa
venía difícil. Todos querían correr del incendio.

¿Cuál debería ser el legado de la crisis financiera a nivel local?


El legado de una crisis no puede ser sólo estabilizar la economía. El legado debe ser que se
comience a crecer de manera sostenida, y eso requiere cambios estructurales, no sólo
medidas de emergencia en política monetaria y fiscal. Requiere una política de crecimiento
a largo plazo.

Las crisis no solamente deben dar una oportunidad para desarrollar buenas políticas
económicas sino también para desarrollar indicadores y evitar que una situación difícil se
vuelva una caótica. Porque el caos lleva al colapso.

Por último, creo que en el Perú se rige la teoría de la catástrofe o de la no-continuidad de


las variables: se pasa de un estado a otro. En este país hay expectativas catastróficas. Se
pasa de la depresión a la euforia y viceversa con demasiada facilidad. Cuando yo llegué en
el 2008 a pedido de García, al cual no conocía, había euforia en este país. Llegar a una
fiesta donde todos están eufóricos y decir “señores, hay que bajar el volumen y se acabó el
trago” es rol es muy difícil de jugar, pero alguien lo tiene que hacer.

¿Cuáles fueron las lecciones a nivel regulatorio?


El rol preponderante que tuvieron los movimientos de capitales en la propagación de la
crisis es muy importante, pues da lugar a la mayor represión en el período poscrisis. El
papel de los controladores de capital, el de las normas macroprudenciales, todo surge a
partir de la crisis como elemento para controlarla y tratar de prevenirla. La crisis nos hizo
darnos cuenta de que somos mejores para curar las crisis que para prevenirlas. Ahí hay una
lección importante que aprender.

La regulación tiene un rol muy importante que jugar, pero debe ser calibrada de acuerdo a
la situación de los mercados locales. El diseño de una política siempre debe hacerse
preguntas como: ¿el mercado es perfecto? ¿es competitivo? ¿existe buena cobertura para
los riesgos que pueden darse? Hay una línea muy tenue entre lo que es regulación y lo que
es restricción.

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