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Hace uno o dos años en una de las tertulias que organiza José Luis Martínez, la
curadora Sylvia Navarrete me lanzó una idea muy interesante que, sin embargo
idea bajó sola a la tierra es un decir porque resulta evidente que para Iván Ríos
Gascón haber escrito este libro que, trataré de mostrar es una auténtica
exposición del cine de Carlos Fuentes, no debe haber sido fácil. Pero se lee fácil
estaba proponiendo Silvia era posible: una exposición que relacionara las artes
ponerlas en papel, se tata de conducir al lector por un trayecto. El libro está tan
bien escrito y tiene ideas tan interesantes que para mí fue la exposición de la
se hace una exposición de cine? Uno al cine suele ir a sentarse en modo más o
cuadro, pero no nosotros. El libro de Iván Ríos Gascón invita a hacer el famoso
remonta a una historia policiaca de tiempos del Simónides de Ceos un griego del
siglo VI A.C. y más tarde Cicerón la retomó para hacerse un método retórico
Carlos Fuentes y leer la cita de Jack London. Los símbolos han marcado cada
inicia bien porque uno entiende que la intención del autor es hacer suya la visión
de Casirer según la cual ante todo el ser humano es un ente simbólico. De ello
se sigue que serán los símbolos quienes hablen, como debería suceder en una
distinto a lo que uno imagina en un libro sobre cine. Para transmitir el auténtico
entusiasmo que me produjo este libro (de verdad que antes de que me invitaran
a hablar de él había escrito al autor para decirle que me había fascinado) debo
confesar primero que en general los libros sobre cine me parecen aburridísimos.
Cuando yo tenía dieciséis años, mi padre supo que yo quería dedicarme a algo
que tuviera que ver con el cine y la filosofía. Le pareció una idiotez. No porque él
fuera ingeniero sino más bien porque el cine le parecía como a tantos otros un
entretenimiento. Pero yo estaba decidido a demostrar que el cine era algo más,
que era la culminación de una búsqueda estética y por tanto filosófica. Decidí
libro apasionante sobre cine y estética. No había nada. Nada apasionante quiero
pie desnudo un árbol mientras su hermano se tiende en las vías del tren para
transmitir la emoción o, como hace Iván Ríos con respecto a Fuentes, darme
hechos históricos es tan aburrido como leer un libro de embriología, cuando uno
lo que quiero es descubrir el misterio que hay en el placer del amor. ¿Es esto lo
que logra Iván Ríos Gascón? Creo que sí porque si bien es cierto que yo no he
la intuición de que esto es más bien un recorrido, un paseo. Este texto, dice Iván
autor se atreve a dar su punto de vista sin tener que apelar a las autoridades.
Iván no sea erudito, es que no discute cosas sin importancia. Presenta objetos
llama “Apuntes sobre cine y literatura” se nos muestra el desprecio que sintieron
los primeros literatos por este invento. Un desprecio que se remonta a la disputa
foto de su abuela está tan bien escrita que, a partir de aquí ya no pude dejar de
leer. Es el encuentro con dos objetos que admiramos prejuiciosamente. Por una
parte la fotografía que hoy todo mundo piensa que es arte. Pero es cierto lo que
dice Proust: una fotografía jamás será capaz de suplir el afecto que sintió por su
siniestro que en la novela de Tournier El rey de los alisios afirma: “la fotografía
fotografiado.” Porque el objeto real se eleva a una nueva potencia, dice el autor:
la potencia imaginaria que hace del amado real un amado al nivel del sueño: un
alisios graba las voces de los niños que quiere poseer y las mira junto a estas
fotografías. Iván Ríos frente a estos objetos mentales nos dice que el personaje
aspiraba a volverse eso, un mito, era lógico que quisiera entrar en contacto con
el cine redefinido así. ¿Qué literato no querría hacerlo? En la segunda sala o
curada, que poniendo juntos objetos sin relación evidente entendemos mejor las
estado sobre el arte, los grandes fracasos, las triquiñuelas y todo aquello que
Aquí está Octavio Paz pero, antes de seguir adelante y como para no volverse
sus misterios. Aquí se nos muestra cómo fue que la opinión hegemónica en
torno al cine había llevado a este de ser concebido como el invento del diablo a
ellos intuimos la posición que fue adquiriendo Fuentes hasta llegar a 1950
que producen los símbolos cuando se ponen uno junto al otro, nos encontramos
recorrido no deja nunca de ser sabroso, movido, interesante y sobre todo lleno
de esos grandes paisajes intelectuales que llamamos ideas. Porque son ellas
sobre todo las que invitan a leer un libro que tal vez si yo hubiese encontrado en
esa biblioteca a la que entré con dieciséis años hubiera cambiado mi idea de lo
que es un texto sobre cine. Porque esto es un auténtico libro sobre cine, un texto
que es literatura en sí misma, no uno que aspira a escribir de cine como quien
hoy con los libros de cine. Porque independientemente de las escenas y las
como en las novelas policiacas, me hace creer que soy yo quien descubre esos
misterios llamados ideas cuando ha sido él, el autor quien los ha puesto
forma analógica a como las entendió él en un trayecto mucho más largo que el
mío, el trayecto de escribir este magnífico texto. Como dicen que siempre es
necesario dar una conclusión, ofrezco esta: hay que escribir de cine con la
pasión con la que se escribe un poema, una novela o una carta de amor. Sólo
así Fuentes puede estar, como anuncia el personaje del Rey de los Alisios a la
@fernandovzamora