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DIFERENCIA ENTRE NULIDADES PROCESALES Y

SUSTANCIALES
Cuando nos referimos al concepto de nulidad sustancial, estamos frente a un acto o
contrato al que le falta alguno de los requisitos que la ley prescribe para su valor, de
acuerdo a su especie, calidad o, estado de las partes, esta clase de nulidad la
encontramos en el artículo 219 del Código Civil.

Artículo 219º.- Causales de nulidad

El acto jurídico es nulo:

1.- Cuando falta la manifestación de voluntad del agente.

2.- Cuando se haya practicado por persona absolutamente incapaz, salvo lo dispuesto
en el artículo 1358.

3.- Cuando su objeto es física o jurídicamente imposible o cuando sea indeterminable.

4.- Cuando su fin sea ilícito.

5.- Cuando adolezca de simulación absoluta.

6.- Cuando no revista la forma prescrita bajo sanción de nulidad.

7.- Cuando la ley lo declara nulo. (*)

8.- En el caso del artículo V del Título Preliminar, salvo que la ley establezca sanción
diversa.

La nulidad procesal se presenta en forma exclusiva en el procedimiento cuando no se ha


cumplido con las normas que garantizan el debido proceso, es una sanción de ineficacia
respecto de los actos jurídicos del proceso por el incumplimiento de algunos de los
requisitos que la ley prescribe para su validez. Especialmente se habla de nulidad
procesal cundo no se han cumplido las normas que regulan el derecho de acción,
derecho de contradicción, derecho de pruebas u oíros.
I. Las nulidades de carácter sustancial, en un proceso son separadas o sea se
tramita en un proceso de conocimiento o en otro proceso de termina con una
declaración judicial en una sentencia. El juez declara la nulidad sustancial
después de haber seguido todo proceso y haber llegado a la convicción de
certeza, que efectivamente existe causal de nulidad o anulabilidad en el acto o
negocio jurídico. En cambio las nulidades procesales, el juez lo declara de oficio,
cuando se trata de nulidades insubsanables.
EL PROCESO DE IMPUGNACIÓN DE LAS NULIDADES
I. LEGITIMACIÓN PARA RECLAMAR LAS NULIDADES
Acerca del problema de quien tiene legitimación para reclamar las nulidades, la
respuesta debe ser en primer plano, que quien tiene interés en ellas. En realidad,
el interés es la medida de la actuación procesal, en general. En este sentido es
lógico que lo tengan, en primer lugar, las partes. Para justificar ese interés
debemos de recurrir a os principios generales relativos al accionar en justicia,
consagrados en nuestro propio proceso. En tal sentido aceptamos el principio
del Código Civil para la nulidad absoluta siendo más específico en el artículo
1561, cuando dice “todo el que tenga interés en ello”. Queda excluido de la
aplicación del principio general, quien ha cometido la nulidad a sabiendas del
vicio que invalidaba este acto. En conclusión pueden reclamar las nulidades
procesales las partes que tienen interés en ellas, salvo que las hayan provocado
a sabiendas de su ilicitud.
También podrá solicitar la nulidad el ministerio público. En primer lugar, porque
puede ser parte o tercero y como tal va a gozar de los mismos derechos de las
partes y la misma legitimación para solicitar las nulidades. Pero además este
órgano tiene legitimación especial, derivada de su función de defensa de la
causa publica, es decir que si se da el caso, aun cuando no intervenga en el
proceso puede solicitar la nulidad, principio consagrado expresamente en el
derecho civil, para los casos de nulidad absoluta (artículo 1561).
La cuestión principal es determinar si la nulidad puede ser declarada de oficio
por el juez y en qué casos. El sistema jurídico actual permite que el juez pueda
declarar de oficio la nulidad del acto o negocio jurídico cuando ésta sea absoluta
y manifiesta. El artículo 220 del Código Civil prescribe:
“Artículo 220.- La nulidad a que se refiere el artículo 219 puede ser alegada por
quienes tengan interés o por el Ministerio Público. Puede ser declarada de
oficio por el juez cuando resulte manifiesta. No puede subsanarse por la
confirmación”.
Esta norma no constituye una creación del legislador del Código Civil de 1984,
pues tiene sus antecedentes legislativos en el derogado Código de 1936, que
prescribía:
“Artículo 1124. La nulidad a que se refiere el artículo anterior puede ser alegada
por los que tengan interés y por el Ministerio Público, siempre que le cupiera
intervenir. Puede ser declarada de oficio por el Juez, cuando resulte
manifiesta”.
La posibilidad que franquea el artículo bajo comentario, que se sustenta en el
interés basado en el orden público, es de alcance indiscutiblemente importante,
y supone que la nulidad de ese acto jurídico no es materia de las pretensiones
formuladas en el proceso, tanto por la parte demandante como por la demandada
en caso de reconvención. Se trata, pues, de una declaración judicial efectuada
sin que medie petición de parte ni de ningún ente.
A. PRINCIPIO DE CONGRUENCIA
En este punto, dado que la nulidad declarada de oficio por el juez constituye una
excepción al principio de congruencia, resulta conveniente detenerse un
momento para recordar en qué consiste éste. El petitorio de una demanda se
encuentra compuesto por el petitum (lo que se pide) y la causa petendi (los
motivos del petitum). Por su parte, la causa petendi se encuentra compuesta por
una causa petendi fáctica (las razones de hecho del petitum) y una causa petendi
jurídica (las razones de derecho del petitum). Por el principio procesal de
congruencia el juez tiene la obligación de “mantener un nexo de causalidad entre
el petitum y la causa petendi fáctica, de un lado, y la resolución de la controversia
concreta, de otro, de manera tal que el juez no pueda pretender otorgar algo más
de lo que se pide (sentencia ultrapetita) o distinto de lo que se pide (sentencia
extrapetita), ni pretender acusar la existencia de hechos que no han sido
alegados por las partes.
Tras el principio de congruencia subyace pues una garantía del derecho de
defensa de las partes, de forma tal que al juez le quede proscrita la posibilidad
de enervar la estructura que ha tomado el contradictorio en el devenir del
proceso.” Como puede apreciarse, el principio procesal de congruencia reviste
especial importancia, dado que se encuentra estrechamente ligado al derecho
de petición, por el que debe resolverse lo solicitado en un plazo razonable y de
manera congruente; por tanto, de resolverse sobre algo distinto a lo pedido se
violaría el principio de congruencia y también el derecho de petición.
En apretada síntesis, el principio de congruencia, el derecho de petición y el
derecho de defensa están íntimamente vinculados, no siendo aceptable que una
decisión judicial resuelva cuestiones que no fueron sometidas a debate y sobre
las cuales las partes no tuvieron posibilidad ni ocasión de defender sus
respectivos puntos de vista. Ello vulnera la interdicción constitucional de
indefensión, así como la seguridad jurídica, fracturándose el equilibrio entre las
partes.
La nulidad de oficio del acto jurídico constituye una excepción al principio
procesal de congruencia entre el petitorio y el fallo, y las razones para semejante
atribución son, como se explicará, contundentes.
B. Caracteres de la nulidad a ser declarada de oficio: absoluta y manifiesta

1. Nulidad absoluta
La norma bajo análisis remite al artículo 219 del Código Civil 3 (CC), que
establece los supuestos o causales de la denominada nulidad absoluta – también
conocida como nulidad radical o de pleno derecho–, lo que constituye una
exigencia explícita, referida a que el defecto del acto debe ser estructural e
insalvable, esto es, que tal defecto sea gravísimo e insubsanable en la estructura
del acto jurídico; tan importante y relevante que resulta imposible su subsanación
a pesar de que el sistema en general se esfuerza por conservar la eficacia y
validez de los actos jurídicos.
Por ello se dice que las causales de nulidad absoluta del acto jurídico son de
orden público. En cuanto a las adjetivaciones que se le atribuyen a este tipo de
nulidad debemos precisar que se le denomina “absoluta” porque se hace
referencia a la posibilidad de ser peticionada o alegada por cualquiera, a
diferencia de la ‘relativa’ o anulabilidad, que solo puede ser declarada a petición
de parte (Código Civil, art. 222); y “radical” porque hace referencia a la
imposibilidad de su convalidación, incluyendo la imprescriptibilidad de su
declaración; mientras que “de pleno derecho” señalaría la no necesidad del
ejercicio de una acción y de una resolución judicial.
Al respecto, Betti señalaba que es nulo el negocio jurídico que, por falta de algún
elemento esencial, es inapto para dar vida a aquella nueva situación jurídica que
el Derecho apareja al tipo legal respectivo, en conformidad con la función
económica y social que le es característica.
De los Mozos, por su parte, considera que se sanciona el acto que es contrario
al ordenamiento jurídico, y que las dos categorías que la doctrina en general
distingue (actos contrarios a ley y falta de requisitos esenciales del acto o
negocio) en esencia se tratan de lo mismo. Para el profesor español, la nulidad
absoluta es una forma de ineficacia que es intrínseca al negocio mismo,
impidiendo que éste produzca los efectos que le son propios, sin necesidad de
una previa impugnación o declaración judicial; empero, si el negocio nulo llega a
producir, por vía excepcional, otros efectos, no serán éstos los propios del
negocio, sino efectos secundarios o accesorios o los derivados de la creación de
una apariencia jurídica que a veces será necesario destruir por medio de una
acción declarativa.
Respecto al concepto de la inexistencia del acto jurídico, parte de la doctrina
peruana considera que ésta solo se acepta en los sistemas que no admiten la
nulidad virtual, a fin de que cumpla el mismo rol; en tanto los sistemas que –
como el peruano– admiten la nulidad virtual además de la nulidad textual, no
tienen necesidad de acudir a la categoría de inexistencia.
Morales Hervias, al respecto, ha indicado que la discusión sobre la inexistencia
y nulidad quedó aparentemente terminada con la idea de la admisión legislativa
de la nulidad virtual, pero que reapareció a propósito del tema de la
autosuficiencia de la oferta y de una posición minoritaria que promueve la
inexistencia en el Código Civil.
En síntesis, el acto jurídico que adolece de nulidad absoluta, que de acuerdo a
nuestra normatividad es nulo de pleno derecho, jurídicamente inexistente,
pertenece al ámbito del orden público; ello significa que por su relevancia social
escapa a la esfera privada, lo que explica que no sea un derecho disponible
(como consecuencia, no es confirmable). Por tanto, su declaración judicial no
puede ser promovida exclusivamente por las partes, sino también por entidades
tutelares como el Ministerio Público (como lo prevé la ley) y el propio juez al estar
facultado a declararla de oficio.
2. Nulidad manifiesta
Además de la remisión a la nulidad absoluta, la norma establece como condición
que la nulidad sea manifiesta, esto es, que la causal que la produce se evidencie
de manera insoslayable, sin necesidad de otra comprobación.
Así, la nulidad manifiesta “puede ser aquello ostensible, patente, que se expresa,
muestra, expone, evidencia y revela por y en el acto mismo y que, por tanto, no
requiere de prueba extrínseca de su demostración”; es decir, cuando se presenta
al descubierto, de manera clara y aparente, por lo que el juez fácilmente se
percata de ella.
Al respecto, Ospina señala de acuerdo a lo prescrito por el ordenamiento civil
colombiano que la actuación oficiosa de los jueces para pronunciar en concreto
la declaración de las nulidades absolutas está circunscrita a los casos en que
estas aparezcan de manifiesto en el acto o contrato, lo que supone que dicho
acto o contrato haya sido traído a un proceso en el que se pretenda su validez,
y que la causal de nulidad absoluta sea manifiesta, esto es, patente, ostensible,
evidente, de modo tal que para establecerla el juez no tenga que ocurrir a otros
actos o medios probatorios distintos .
Lohmann considera que la nulidad es manifiesta en el caso de la falta de
formalidades legales por ejemplo, la escritura pública en el caso de donación de
inmuebles o el caso de la anticresis sin tal formalidad, en tanto que la nulidad no
está de manifiesto y requiere de prueba en las siguientes hipótesis (por lo tanto,
en estos supuestos no cabe su declaración de oficio):
Simulación, pues se presume la autenticidad del acto.
Objeto indeterminado pero cuya determinabilidad no consta del acto, pues
se supone la determinabilidad del objeto y no que las partes han querido
lo impreciso.
Objeto cuya imposibilidad física sea relativa o singularmente subjetiva,
pero no objetiva y absoluta, pues se supone la posibilidad del objeto, no
que las partes han querido lo imposible.
Finalidad ilícita que no conste del propio acto y que requiera ser
comprobada, pues se presume la rectitud así como la licitud (como la
buena fe), no un propósito del acto que el ordenamiento repudie.

II. VÍAS Y PROCEDIMIENTO PARA SOLICITAR LA NULIDAD.

La nulidad se impone en virtud de que se ha privado al acto procesal de poder


producir efectos jurídicos normales propios de un acto regular. Los actos
procesales afectados de la nulidad requieren de resolución judicial que los
declare inválidos, la cual puede ser de oficio o a petición de las partes.
Cuando la parte perjudicada solicita la nulidad del acto debe adecuar el medio
impugnatorio que utiliza el acto procesal que impugna. Nuestro código procesal
civil establece que los medios impugnatorios, se clasifican en remedios y
recursos.
“los errores de actividad del acto jurídico procesal, tiempo, lugar y, forma, se
atacan con reposición o con la apelación y el procedimiento mismo”. Esto quiere
decir que, la nulidad procesal en algunos casos será atacad a través de un
recurso y en otros a través de un remedio, ya sea que el acto procesal
cuestionado se encuentre contenido o no en una resolución judicial.
El recurso para solicitar la nulidad, de conformidad con el régimen general de
ellos, se interpone en el término perentorio previsto, ante el inferior y juntamente
con el recurso de apelación. Y se funda en el mismo escrito, en la materia civil y
en escrito separado, si es contra la sentencia definitiva, en la materia penal.
Cuando se interpone contra una interlocutoria, además de la apelación, debe
acompañarse del de reposición, siendo los oíros dos subsídianos de este. La
jurisprudencia es firme al señalar que así no se procede, el recurso esta al
impuesto y puede ser rechazado.

OPORTUNIDAD Y TRÁMITE DE LA NULIDAD


1. En la primera oportunidad, la parte perjudicada debe mostrar el interés e
impulsar la nulidad, antes de que se emita la sentencia de primera instancia,
el juez responder a la petición, previo traslado a la otra parte en un plazo de
3 dias.
2. Después de ser emitida la sentencia de primera instancia, en el escrito que
sustenta el recurso de apelación. En este caso, la sala civil, resolverá oyendo
a la otra parte.
3. Si los vicios ocurrieron en segunda instancia, serán formuladas en la primera
oportunidad que tuviera el interesado para hacerlo. La sala civil resolverá de
plano u oyendo a la otra parte.
EFECTOS DE LA NULIDAD
De acuerdo con Véscovi, las nulidades procesales tienen límites subjetivos y
objetivos. Límite subjetivo es el que se refiere a las partes intervinientes en el
acto procesal; la nulidad no debe afectar a un tercero. En efecto, “un acto puede
ser nulo para unos y no para otros. Así, la notificación hecha a la persona jurídica
y a la persona física en un mismo domicilio, puede ser nula para la una y no para
la otra (nula para la que no tiene ese domicilio y no para la otra que lo tiene). En
general, la nulidad no debe afectar al tercero, sobre todo de buena fe.

El artículo 173 del Código Procesal Civil, sólo aborda los límites o efectos
objetivos. El acto procesal se tiene por viciado, desde su origen mismo. La
declaración de nulidad de un acto procesal no alcanza a los anteriores ni a los
posteriores que sean independientes de aquél.

La norma citada agrega que, la invalidación de una parte del acto procesal no
afecta a las otras que resulten independientes de ella, ni impide la producción de
efectos para los cuales el acto es idóneo, salvo disposición expresa en contrario.
Estas disposiciones expresas del C.P.C. en contrario son: artículo 380 (nulidad
o revocación de una resolución apelada sin efecto suspensivo) e inciso 2 del
artículo 396 (efectos del recurso de casación sustentado en un error in
procedendo).

La nulidad es de carácter declarativo. El acto procesal es ineficaz desde su


origen mismo.

En puridad, si se trata de actos anulables, la nulidad no se produce hacia atrás,


sino hacia adelante: V.gr., en la Audiencia respectiva el juez no actúa los medios
probatorios de una tacha de documentos y una oposición a una pericia
(cuestiones probatorias); ello no va afectar el trámite de conciliación, ni la
enumeración de los puntos controvertidos, ni la admisión de los medios
probatorios. En los actos nulos, el efecto nulificante es total, como es el caso de
la demanda que sea planteada por un interdicto.

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