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Cultura

Arte
Su arte, plasmado en estatuas y relieves murales, está muy ligado a la
arquitectura. Representaban a sus dioses y personajes en esculturas de piedra,
murales, cerámicas, pinturas y en trabajos de artesanía.
Arquitectura
Es indudable que los toltecas aportaron cambios importantes en cuanto a las
normas arquitectónicas que existían en Mesoamérica en el siglo IX; uno de ellos
es el empleo de esculturas antropomorfas que sostenían con la cabeza el techo de
una habitación, logrando así un gran espacio interior, como se aprecia en el
templo de Tlahuizcalpantecuhtli El Señor del Alba.
Se estima que Tula albergó alrededor de 30 000 habitantes, los cuales vivían en
grandes complejos de una planta con techos planos básicamente de piedra y tierra
y acabados en adobe. Excluyendo la zona ceremonial, el diseño de las zonas
habitables de Tula refleja una planta cuadriculada que definía claramente los
diferentes barrios. De los elementos arquitectónicos más significativos destaca la
pirámide B, con sus mal llamados atlantes, figuras de 4,6 m de altura que alguna
vez sostuvieron el techo de un templo. Según los estudios, estos atlantes estaban
decorados con mosaicos enjoyados y plumas. Restos de pintura indican que
probablemente fueron pintados para representar al guerrero tolteca-chichimeca de
Mixcóatl (padre de Quetzalcóatl) o al dios estrella de la
mañana Tlahuizcalpantecuhtli. También construyeron columnas en forma de
serpiente emplumada, con la cabeza al suelo y la cola hacia arriba, sosteniendo
el dintel que formaba parte de la entrada a la gran habitación.
En el ámbito doméstico poseían tres distintas clases de conjuntos habitacionales,
el grupo de casas, las unidades residenciales y las residencias palaciegas.
Gastronomía
De acuerdo a investigaciones realizadas en Tepetitlán, área rural de Tula, Hidalgo,
los especialistas Guadalupe Mastache y Robert Cobean descubrieron que
el amaranto era esencial en la alimentación de la cultura tolteca, ya que evitó que
estas tribus pasaran hambrunas durante las épocas de sequías. Actualmente el
amaranto produce "alegrías", mezcla de este producto con la miel, el cacahuate y
las pasas; el amaranto, huautli o alegría, nombre con el que se le conoce en la
actualidad, fue en época prehispánica un cultivo básico en diversas culturas del
país, entre ellas la que se asentó en Tula, Hidalgo, como lo refieren evidencias
arqueológicas y datos etno-históricos sobre su cultivo. Por su parte, Nadia Vélez
Saldaña, arqueóloga especialista en paleobotánica y miembro del equipo de
investigadores de la Zona Arqueológica de Tula, explicó que esta semilla no sólo
fue importante para esta población de Hidalgo, sino también en toda
Mesoamérica, debido a que era una planta fácil de cultivar, además de tener un
alto grado de resistencia a las temporadas de sequías y heladas:
El amaranto es más resistente, y crece en toda clase de terrenos abonados, por lo
tanto, a falta del grano, el huautli era el que cubría las necesidades alimenticias de
la población.
Otra de las características del amaranto, es su posibilidad de almacenamiento en
ollas de barro, por largos períodos de tiempo, sin descomponerse. Lo anterior,
asociado a su alto valor nutritivo, lo llevó, en ocasiones, a ser considerado el
cultivo más importante de Tula, incluso más que el maíz, de hecho, uno de los
tributos que las provincias de Ajacuba y Jilotépec, entre las que quedaba
comprendida Tula durante el Posclásico Tardío (entre el 1200 y el 1521), daban a
la Triple Alianza ―además de maíz y frijol― era precisamente amaranto, lo cual
indica que esta planta era un cultivo importante durante ese período. El amaranto
no sólo se utilizaba como alimento, sino también como parte de las ofrendas y
rituales; en este sentido, Vélez Saldaña mencionó que el uso del grano fue
documentado por Bernardino de Sahagún y otros cronistas, quienes describen su
utilización en algunas ceremonias donde se usaban figurillas hechas con amaranto
aglutinado. Las figurillas rituales de huautli eran elaboradas con la técnica que hoy
en día se utiliza para fabricar los dulces de amaranto, relató la investigadora.
Tostaban el amaranto y después lo mezclaban con miel de magüey para obtener
una masa maleable para formar las figuras antropomorfas de algunas deidades,
que eran utilizadas en las ceremonias.
Finalmente, Vélez Saldaña señaló que, según parece, pudo haber sido su
importancia ritual la causa de su prohibición a partir de la conquista, decreciendo
su cultivo hasta casi desaparecer de algunas regiones durante la época colonial.

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