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Caso 1

Raúl fue un alumno muy aplicado que terminó sus estudios secundarios y obtuvo
su título de Bachiller Contable con muy buen promedio.
Empezó la carrera de Contador Público y paralelamente a buscar trabajo y ¡oh
sorpresa en la Argentina actual! ¡lo encontró!, ingresando a un estudio contable.
La realidad le empezó a mostrar una serie de dificultades que él no había supuesto
ni imaginado con anterioridad.
Raúl había estudiado el modelo de valores históricos (para él el único existente), y
sin ningún replanteo aceptaba sus supuestos, básicamente el de una unidad de
medida sin ajustes y el de costo histórico como criterio de valuación.
Recuerden, para entender esta historia, que Raúl es un joven capaz que vivió toda
su etapa escolar en la era de la convertibilidad, por lo tanto decir que los valores de
entrada son iguales a los valores de salida sonaba muy natural.
Cuando el sol iluminó el comienzo del año 2002, la era de la convertibilidad
culminó sus días. Los medios de comunicación empezaron a hablar de dólar oficial,
dólar libre, moneda flotante. Los comerciantes abrieron sus ojos, recordaron otros
tiempos, y con mayor o menor convencimiento, buscaron en el desván la
maquinita de remarcar. El fantasma de la inflación volvió a cernirse sobre la
Argentina.
El costo de reposición, nuevo valor de entrada, comenzó a diferir de los anteriores.
Ya no sonaba tan natural la igualdad entre valores de entrada y valores de salida.
La moneda dejó de ser estable, tampoco sonaba ya tan natural dejar a la vieja
moneda sin ajustar. Pero más aún ¿cuál es el valor de los bienes? ¿el que tenían al
ingreso al patrimonio o el actual (que difiere con el anterior)?
Esta situación provocó más recesión, dado que la gente restringió sus consumos y
una fuerte caída de las ventas asoló a todos los negocios.
Sin embargo Raúl pudo observar distintas situaciones que lo asombraron:
comerciantes con góndolas llenas de mercaderías preferían no vende y observaban
con complacencia las mismas, sintiéndose en mejor situación que sus colegas más
desabastecidos. Lucían casi, casi... ¿contentos? ¡Pero si no han realizado
transacciones! -pensó Raúl- y luego una peligrosa idea asomó a su mente y muy en
voz baja se preguntó ¿existen ganancias no transaccionales?
Evidentemente el modelo de valores históricos dejaba muchos puntos sin satisfacer
y era hora de que Raúl buscara otros.

(Ron, 2002)

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