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MINERÍA EN PIURA: CONFLICTOS

SOCIALES Y DESVENTAJAS

PRESENTACIÓN
A medida que la industria extractiva peruana ha crecido, el sector ha buscado
nuevas fronteras y puntos para la extracción de minerales. En el sector minero,
Piura ha sido una de estos puntos y desde hace más de una década, la minería
y el incremento de la población relacionada a la misma, han aumentado.

Este trabajo se enfoca sobre los conflictos sociales generados en los procesos
de instalación de compañías mineras en sociedades locales. Donde
abarcaremos mineras y las consecuencias de estas en Piura. Que al igual que
en todo el país han desencadenado un sin número de conflictos sociales que
han llamado la atención de la opinión pública regional, nacional e incluso
internacional y que compromete directamente al Estado y su gobierno.

Edwin Loaiza y Armando Galloso señalan que existen 1 339 derechos mineros
al 4 de agosto de 2010, lo que hace un total de 989 703 ha. Se tiene estimado
un centenar de pequeñas operaciones mineras artesanales. La minería de la
zona se caracteriza porque casi todos los trabajadores son de la Región Piura,
entre ellos pobladores de caseríos y comunidades que, por diversos motivos,
han cambiado la actividad cotidiana por la minera.

Este hecho del cambio de trabajo de la sociedad repercute en la disminución de


la producción de otras áreas a las cuales estaban dedicados. Cabe señalar que
la minería en Piura, tiene legalidad en algunas zonas, mientras que otras trabajan
de manera informal. Esto genera diversos conflictos sociales y afecta el
ambiente.

La inestabilidad generada por estos conflictos plantea, en efecto, serios


problemas de gobernabilidad y tiene consecuencias económicas y sociales que
pueden afectar seriamente las perspectivas de desarrollo sostenible del país.

En el siguiente trabajo, se analizan los conflictos generados en las ciudades de


Tambogrande con la compañía Manhattan, en Huancabamba y Ayabaca con la
empresa Río Blanco y en las ciudades de Suyo, Paimas y Las Lomas,
pertenecientes a la cuenca del Chira.
CAP. I:

MINERÍA EN PIURA

1.1. MINERA DE TAMBOGRANDE MANHATTAN

Desde mayo de 1999 hasta diciembre 2003, las poblaciones de la colonización


San Lorenzo, del distrito de Tambogrande y del pueblo del mismo nombre,
ubicados en el departamento de Piura, mantuvieron un severo conflicto con la
empresa canadiense Manhattan Minerals Corporation (MMC), rechazando el
ingreso de la minera en su territorio por amenazar el carácter agropecuario del
distrito y el desarrollo comercial, agroindustrial y agroexportador de una de las
más importantes zonas frutícolas del país. Como en todo conflicto, la divergencia
de los intereses enfrentados da pie a interpretaciones diferentes que compiten
entre ellas.

En primer lugar los que se opusieron al proyecto minero, fueron los pequeños y
medianos agricultores del distrito, sostenían que la explotación de la mina era
antieconómica, puesto que las ganancias que se generarían no compensarían
las pérdidas en la agricultura y que la actividad minera desplazará a la agricultura
en el valle

Por otro lado un grupo de profesionales que acompañaban a la población en su


lucha manifestaron que diversos factores amenazarían la salud ambiental del
distrito y de la región.

Los que en un inicio se pronunciaron en Piura a favor del proyecto minero,


principalmente empresarios de la Cámara de Comercio, profesores de la
Universidad Nacional de Piura (UNP) y de la Universidad de Piura (UDEP) que
realizaron estudios para la empresa, y el sector minería del aparato de Estado,
pero sobre todo por sus ventajas para la exportación, al encontrarse a solo 106
kilómetros del puerto de Paita.

Respecto a las críticas contrarias, desestimaban el peligro ecológico, puesto que


confiaban en que la empresa respetaría las normas ambientales del sector y que
utilizaría la tecnología apropiada para contrarrestar en forma adecuada y efectiva
los diversos impactos ambientales negativos.

El 25 de septiembre, se dio una marcha y un mitin popular en la Plaza de Armas


de Tambogrande. El enfrentamiento con MMC se agudizó rápidamente,
produciéndose en varias oportunidades (22 septiembre, 15 octubre y 22
noviembre 1999).

A principios de 2000, se formaliza un acuerdo entre el FDVSLT (Frente de


defensa del Valle de San Lorenzo y Tambogrande) y la Mesa Técnica de Apoyo
a Tambo grande.

A pesar de que el Frente tenía desde el inicio suficiente fuerza y legitimidad sus
bases reales de apoyo eran relativamente reducidas, principalmente pequeños
parceleros de la colonización San Lorenzo, organizados por sector de riego,
mientras El MMC avanza en sus actividades de exploración y concentra su
atención sobre un depósito de óxidos de oro cercano a la superficie, el 21 julio
de 2000 presenta su estudio de Línea de Base Ambiental en Tambogrande,
afirmando que son estos estudios técnicos y el futuro Estudio de Impacto
Ambiental (EIA) requisito administrativo para pasar de la fase de exploración a
la de explotación, los que servirán para determinar la viabilidad del proyecto y
establecer las bases para negociar cómo se realiza este, el cual es refutado
públicamente con argumentos tantos técnicos y ambientales como jurídicos y
constitucionales.

Por su lado, la empresa busca transmitir el mensaje de que “minería y agricultura


son perfectamente compatibles” y desarrolla una campaña. Su presencia es
cada vez más notoria (contratación de personal, charlas, construcción de las
casas modelo para el reasentamiento del pueblo), lo que se traduce en un
aumento de las tensiones. La situación se desborda durante el nuevo paro que
la población de Tambogrande realiza los días 27 y 28 de febrero de 2001, cuando
ya estaba en el poder el gobierno de transición, “en protesta por la pretensión de
Manhattan de desarrollar el proyecto a como dé lugar y en contra de la voluntad
de la gran mayoría de los pobladores de esta localidad”.

En abril, a solicitud de la MMC, el gobierno peruano le concede a la empresa una


extensión del plazo de un año (hasta el 31 de mayo de 2004) para ejercer su
derecho de opción en las concesiones de Tambogrande. Sin embargo, fija el 1
de diciembre de 2003 como fecha tope para que la empresa resuelva los
aspectos referidos en dicho contrato al estudio de factibilidad y al Plan de
Financiamiento del Desarrollo del Proyecto Minero. En los meses siguientes, el
Frente concentra sus acciones en torno al Congreso, donde consigue el respaldo
de varios congresistas y que se presente el proyecto de Ley N° 5438, que declara
la intangibilidad de la agricultura en Tambogrande.

El MEM convoca en septiembre, a través del diario oficial El Peruano y otros


medios, a las audiencias públicas como parte del proceso de evaluación del
Estudio de Impacto Ambiental, debiendo realizarse en Lima el 5 de noviembre,
el 6 de noviembre en Piura y el 7 de noviembre en Tambogrande.

El Frente, amparándose en los resultados de la consulta popular, rechaza


participar en las reuniones de diálogo, talleres informativos y audiencias públicas
organizados por el MEM, considerando que, dado que en el Perú ningún EIA
había sido desaprobado, la culminación del proceso de revisión del EIA llevaría
inexorablemente a la aprobación del proyecto minero.

Como consecuencia de las movilizaciones realizadas por la población de


Tambogrande y sus aliados en Piura y Lima, las tres audiencias fueron
suspendidas antes de que se intenten instalar. Las autoridades del MEM, en el
Congreso, en sesión de la Subcomisión de Ecología y Medio Ambiente del 25 de
noviembre, indican que estarían pensando en una nueva convocatoria a la
audiencia pública, que tendría un carácter especial, y dejan abierta la posibilidad
de que el caso se someta a un proceso de arbitraje que podría durar
aproximadamente un año. El 11 diciembre de 2003, en forma sorpresiva, la
empresa estatal Centromin (Heredera de los derechos de Minero del Perú)
comunica mediante nota de prensa que MMC no cumple con los requisitos
establecidos en el contrato para el ejercicio de la opción, y por lo tanto pierde su
derecho de opción sobre el proyecto minero Tambo Grande. De esta manera se
cerraba un capítulo importante de uno de los conflictos más emblemáticos que
había enfrentado a la actividad minera con los intereses de una población.

Si bien el gobierno central ha decidido que Manhattan se retire del proyecto


Tambogrande, formalmente, por no demostrar la capacidad económico-
financiera requerida, “políticamente es un triunfo del pueblo organizado de
Tambogrande y su estrategia de hacer valer la Consulta Vecinal de junio del
2002 frente al procedimiento de las audiencias públicas y al intento de la
Defensoría de propiciar una salida negociada”.

Sin embargo, el hecho que conviene recalcar es que esta salida al conflicto dejó
inconcluso y frustrado el debate sobre los temas de fondo en torno al cual giraba:
las implicancias económicas del proyecto minero, su viabilidad ambiental y, más
que todo, el inadecuado sistema de participación ciudadana.

La cancelación del proyecto minero “Tambo Grande” no significa que el distrito


permanezca como zona protegida contra las actividades mineras. Por el
momento, las amenazas contra la “intangibilidad del valle” no parecen provenir
tanto de la gran minería como del reciente, acelerado y anárquico desarrollo de
la explotación minero artesanal de oro en los alrededores de la colonización.

1.2. PROYECTO RIO BLANCO

El proyecto Río Blanco se ubica en el departamento norteño de Piura, en las


provincias de Hbba y Ayabaca. La colina se encuentra en la sierra de
Huancabamba, en el distrito de Carmen de la Frontera, próxima al área de
expansión agrícola y ganadera de la comunidad de Segunda y Cajas, por donde
se accede a la zona, y cuyos caseríos de Pan de Azúcar y Rosarios Bajo son las
zonas ocupadas más próximas. El terreno sobre el que se sitúa el yacimiento
pertenece a la comunidad de Yanta, ubicada a su vez en el distrito y provincia
de Ayabaca. (Minería y conflicto social / José De Echave, Alejandro Diez, Ludwig Huber,
Bruno Revesz, Xavier Ricard Lanata y Martín Tanaka. Lima, CBC, CIPCA, CIES, IEP, 2009.
(Minería y Sociedad).

El depósito de cobre- molibdeno en rio blanco fue identificado en 1994 por


Newcrest Mining de Australia que luego pasaría a ser propiedad de Monterrico
Metals Plc.

En el núcleo del conflicto se haya la relación entre la empresa y las dos


comunidades campesinas Segunda y Cajas y Yanta en cuyas tierras se ubica el
proyecto. En el caso específico de la minería, si bien las comunidades no poseen
derechos sobre el subsuelo, los comuneros tienen que dar su aprobación. En un
entorno organizativo y administrativo tan complejo obtener el consentimiento
para un proyecto minero no es reto fácil, y cuando comenzó sus actividades
Monterrico parece que siguió los procedimientos legalmente exhibidos para
operar en las tierras de las comunidades campesinas. Tan solo un puñado de
líderes, le otorgaron a la empresa el permiso para proceder y, aun así, tan solo
para la realización de pruebas sísmicas. No se otorgo el permiso para la
exploración minera o el establecimiento de un campamento minero.
Posteriormente, las asambleas de ambas comunidades rescindieron el permiso
y demandaron el retiro de la empresa. En ausencia de una respuesta remitida al
MEN una asamblea de las comunidades dio a la empresa y a l MEN un ultimátum
de 15 días. En el 2004 los ronderos y comuneros marcharon sobre el sitio de la
mina, ocasionando una muerte. Se realizó una mesa de concertación, sin
embargo no se llegó a ningún acuerdo.

En el 2005 se realizó una segunda marcha congregando alrededor de 3mil


ronderos de Ayabaca, así como campesinos de Segunda y Cajas, esta marcha
ocasionó otro enfrentamiento, muertes y heridos.

Al año siguiente el británico Peru support group organizo una reunión en el


parlamento del Reino Unido, donde una activista local y la empresa debatieron
el proyecto, pidiendo enviar un comité de investigación para informar sobre el
caso lo que en efecto se hizo, al mismo tiempo el defensor del pueblo paso a
involucrarse de manera más sustantiva en el conflicto, pidiendo así un informe
completo acerca de la presencia de la minera Majas, este informe encontró
deficiencias en la forma en la que el MEN había otorgado el permiso a la empresa
para explorar en las comunidades de Yanta y segunda y cajas, el fallo fue que
solo se había obtenido la aprobación de los lideres de la comunidad y no de los
tercios de comuneros exigidos por la ley.
La respuesta del MEN fue indiferente, el informe de la defensoría del pueblo
insistia que la empresa debió resolver los problemas legales, afirmando que
estaría yendo en contra de la ley. Sin embargo el problema para la defensoría y
los activistas era que ésta no tenía poder legal para forzar al gobierno a actuar
de acuerdo a sus recomendaciones sino más bien moral.

En el año 2007, se empezó con la emisión de dos decretos supremos del


ejecutivo que limitaban la participación ciudadana y las potestades municipales
para afectar las fases de exploración y explotación de los proyectos mineros. La
defensoria del pueblo identifico en un informe publicado, que las políticas del
gobierno eran una causa importante de los conflictos socioambientales.

En medio de este intenso debate, las actividades de exploraciones quedaron a


la espera mientras se preparaban un proyecto final.

En efecto mientras, el periodo 2003- 2007 había sido uno de creciente tensión y
visibilidad pública para el proyecto, el periodo 2008-2010 se convirtió en uno de
relativa calma. En el proceso de quietud relativa en Piura, varios de los actores
involucrados en el conflicto empezaron a seguir nuevas estrategias. La empresa
reavivo sus esfuerzos para obtener el respaldo para su proyecto. El principal
instrumento fue la intensificación de los programas de relaciones comunitarias
en el área de influencia de la mina. Es importante notar que realizo esas
actividades en colaboración con una empresa vinculada a uno de los grupos
empresariales más importantes del país. Así esta doble estrategia parecía estar
diseñada para ganar tanto el apoyo local como nacional- con la esperanza de
que el vínculo con el grupo empresarial peruano le ofreciera la capacidad de
movilización necesaria para conseguir la aprobación final del proyecto.

En Hbba y Ayabaca, las organizaciones que se enfrentaban a la mina habían


explorado la posibilidad de utilizar un Zonificación Ecológica- Económica y un
ordenamiento territorial como medios para catalizar los debates sobre las
alternativas de desarrollo.

Estas iniciativas prosperaron tanto en Ayabaca como en Hbba, la lógica de estas


iniciativas era que las autoridades locales tuviesen una visión más clara y
estratégica de las formas alternativas de desarrollo local que ellos les gustaría
seguir, para así contar con mejor sustento técnico en las discusiones y saber
cómo combinar en la región la agricultura, la gestión del agua y la minería.

Finalmente a medida que menguo el conflicto abierto, la defensoría del pueblo


redujo su participación directa en el caso.

La industria sigue resistiéndose a la idea de que la geografía de la minería debe


de ser guiada por procesos previos de zonificación y ordenamiento de territorio.
Por lo tanto no se puede decir que cualquiera de estas iniciativas haya culminado
todavía en cambios institucionales vinculantes. El ordenamiento territorial y el
derecho a la consulta previa están ahora, sin embargo, mas firmemente
establecidos en la esfera del debate público, y existen pocas dudas acerca de
que el conflicto en torno a Rio Blanco ha sido crucial en este proceso . (Anthony
Bebbington- Conflicto Social e instituciones emergentes- Piura, Perú)

1.3. MINERÍA EN LA CUENCA DEL RÍO CHIRA

Con el aumento del precio del oro, los pequeños mineros, han optado por seguir
explotando este mencionado mineral. Las ciudades pequeñas, ricas en territorios
en los que abunda este metal, se han visto progresivamente llenas de mineros,
en muchos de los casos, informales.

La zona de estudio se encuentra en la Región Piura, en las provincias de


Ayabaca, Sullana y Piura, e involucra a los distritos de Suyo, Sapillica, Paimas,
Lancones, Las Lomas y Piura, además, comprende los cuadrángulos de Las
Playas, La Tina y Ayabaca.

El estudio tiene como ámbito de influencia de la cuenca media del río Chira, el
cual incluye a los ríos Chira, Chipillico y Quiroz, que se encuentran en la zona de
actividad minera desarrollada por los trabajadores artesanales del lugar.

Según un informe de Ítalo Rodríguez, las unidades que afloran en el mencionado


sector, se componen de rocas volcánicas, lavas y rocas piroclásticas de
composición andesítica que corresponden a las formaciones La Bocana y
Lancones del Cretácico superior.
Se conoce, según Loaiza, E. & Galloso, A. (2009) que los yacimientos más
representativos de estas ocurrencias son Bolsa del Diablo, Alvarado, Chivatos,
Algodonal, Alumbre, Naranjo, Pueblo Nuevo, Guitarras, Chiqueros, Calabazas,
Pilares, Potrero, Suyo, Servilleta, Cuchicorral, Pasallal, El Overal, etc., con
valores de 3 a 4 onzas de Au por tonelada.

La población directamente involucrada en el estudio corresponde


fundamentalmente a los distritos de Suyo, Sapillica y Paimas que conforman una
población mayormente rural de alrededor de 32 147 habitantes mayormente
hombres. El distrito de Suyo tiene una tasa de crecimiento poblacional
intercensal de 1,6% y 3,8% en Paimas. La población con mayor tasa de
analfabetismo es Sapillica con 13,5%, mientras que Suyo tiene 6% y Paimas
8,8%. El índice de incidencia de pobreza total en Suyo es de 68%; en Paimas,
de 72% y en Sapillica, de 92%. La mayoría de la población ocupada se dedica a
la agricultura, sin embargo, en estos últimos tres años, quienes atienden la
agricultura han diversificado su actividad con la minería. Casi el total de los
mineros artesanales de la zona de estudio son de Piura, incluso de los caseríos,
un pequeño porcentaje significativo es proveniente del Sur (Ica, Arequipa).

La población que sirve como punto de encuentro para los servicios es el poblado
de Las Lomas, donde se pueden encontrar todo tipo de servicios logísticos para
la minería, además de alimentos y hospedajes. La distancia muy próxima que
hay de Las Lomas a Sullana hace posible que las necesidades y faltantes
puedan ser superados de manera rápida.

Los mineros del ámbito de estudio tienen representación en un gremio de


Carácter Nacional: la Federación Nacional de Mineros Artesanales del Perú.
Cada grupo ha desarrollado una forma de trabajo de acuerdo a sus propias
experiencias, tomando en consideración aspectos económicos, técnicos y
sociales.

La operación propiamente dicha se realiza de forma individual o en pequeños


grupos integrados por tres a diez personas, quienes generalmente son socios.
El minero artesanal de la zona de estudio extrae el mineral por el método de
«circado» o minado selectivo, que consiste en la extracción de la roca caja piso,
con perforación y voladura, si fuera el caso, para posteriormente solo beneficiar
la estructura mineralizada económica.

Dentro de los sectores del área que ocupan principalmente Suyo, Paimas y Las
Lomas, podemos encontrar los siguientes: Sector Servilleta, Cuchicorral, Roca
Rajada, San Sebastián, Pampa Larga, Jambur.

Y estos sectores a su vez, presentan labores mineras. Que entre las legales
destacan, por sector, las siguientes:

- Sector Servilleta: Veta Leoncio, Labor Medina, Veta Los Vilela, Labor
Isolina, Labor Española, Los pájaros.
- Sector Cuchicorral: Veta Rambo, Veta Franco, Veta de Cuarzo, Labor
Cuchicorral.
- Sector Roca Rajada: Veta Chan, Cerro Pichilingüe-Huásimo.
- Sector San Sebastián: El Overal y El Overal 1
- Sector Pampa Larga: Alvarado y Cerro El Pasallal
- Sector Jambur: Veta Chorrera, Zona Jambur- Cascajal.

Estas labores mineras en su mayoría extraen el oro nativo, cobre, hierro y otros
óxidos. A pesar de que las labores aún son artesanales en estas zonas, la
extracción minera genera muchas desventajas para la naturaleza.

Las alteraciones que, con carácter general, pueden ocasionar las pequeñas
operaciones mineras, pero explotadas de manera intensiva, están relacionadas
a alteraciones en la atmósfera, en las aguas, en la flora y en la fauna, en los
suelos, en los procesos físicos de la morfología del terreno y del paisaje, y
alteraciones del ámbito sociocultural. (Loaiza, E. & Galloso, A. (2009))

Piura tiene alrededor de 1 339 derechos mineros al 4 de agosto de 2010, que


representan a 989 703 ha. La cantidad de solicitudes de derechos mineros ha
incrementado en los últimos años fundamentalmente en la zona donde
actualmente se ubican los mineros artesanales. Esto ha generado diversas
corrientes de opinión por parte de los pobladores de la cuenca media y baja,
donde están instalados los agricultores. En la zona se sostiene el paradigma de
que las pequeñas operaciones perjudican menos que las grandes, lo que
aparentemente suena muy lógico. Este análisis es respaldado por información
publicada respecto de la zona, donde se manifiesta que la población no descarta
que los mineros artesanales del distrito sigan operando, pero que primero se
formalicen, se capaciten y se verifique que no haya contaminación ambiental.

Cap. II

Conflictos sociales
2.1. ORIGEN DEL CONFLICTO

Los conflictos presentes en el sector minero peruano tienen una serie de


orígenes.

 Las comunidades locales perciben escasos beneficios provenientes de la


actividad minera. Los conflictos recientes alrededor de la minería reflejan
reclamos históricos por parte de comunidades rurales que siempre se han
sentido excluidas de los beneficios derivados de las riquezas naturales del país.
El Perú, es una sociedad tremendamente desigual en la cual existen vastas
diferencias en cuanto a riqueza y condiciones de vida, entre las elites urbanas)
y las poblaciones mayoritarias indígenas y campesinas que tienden a vivir cerca
de donde operan las minas. El auge minero que experimenta el país puede estar
exacerbando estas desigualdades, pese a que la ley peruana establece que la
mitad de los ingresos por actividades mineras deben retornar a las zonas de
extracción. En la práctica, las comunidades locales ven muy poco de este
beneficio.
 Las comunidades no confían que el gobierno abordará sus inquietudes y
les protegerá efectivamente de la contaminación y otros riesgos que la industria
minera puede causar.
 La decisión del gobierno de criminalizar las protestas contra la actividad
minera, y de satanizar a las organizaciones ambientalistas y de pueblos
indígenas, presentándoles como los nuevos “comunistas”, sólo ha servido para
incrementar las tensiones.

Las compañías mineras han cometido en ocasiones graves errores en su


relación con las comunidades locales. En las etapas iniciales del auge minero en
el Perú, ello se atribuyó parcialmente a la inexperiencia de ciertas compañías
mineras para operar en un contexto post-conflicto y en una sociedad
tradicional como la peruana. Algunas compañías emplearon a personal que
ostentaba actitudes desdeñosas o incluso racistas hacia las comunidades
campesinas locales. Las compañías también trataron de operar en áreas que
eran claramente inviables. (Conflictos Mineros en el Perú: Condición Crítica Marzo
2009- informe de OXFAM América)

2.2. ACTORES INVOLUCRADOS

Cada conflicto reúne su propio universo fluctuante de actores, en posiciones


particulares, en diversos grados de alianza, concertación o negociación o, en su
defecto, en tensión y roce y, eventualmente, en enfrentamiento y oposición.

2.1.1. Las empresas mineras

Los conglomerados que componen las empresas mineras se articulan alrededor


del objetivo de la implementación del proyecto y de las ganancias generadas por
este. Desde dicha perspectiva, esperan contar con reglas de juego claras y
estables que les garanticen la seguridad de su inversión. Sus vínculos con las
comunidades locales, enmarcados en el mejor de los casos en las lógicas de la
responsabilidad social, transitan bajo criterios de buena vecindad y de buena
voluntad de las empresas y no son en absoluto forzosos ni regulados.

Sus actividades de responsabilidad social pueden eventualmente orientarse al


desarrollo local, pero pocas veces se incluyen en las discusiones locales sobre
planificación y presupuesto y están, al menos en parte, orientadas a minimizar el
descontento de la población local. Para ello, buscan convencer e informar a la
población local de los beneficios que trae la actividad minera al mismo tiempo
que aseguran respetar los códigos del medio ambiente (dentro de los estándares
establecidos) y no competir con la población local por los recursos de la zona.

La mayor parte de las empresas sabe que una nueva operación minera puede
generar protestas y que para operar, además de los permisos y autorizaciones
legales, es necesario contar con una “licencia social” para hacerlo. Por ello, parte
de sus acciones de responsabilidad social y de relaciones públicas está
orientada a disminuir las tensiones existentes y a reducir la eventualidad de una
protesta. Sin embargo, una vez producida esta, se ven en la imperativa
necesidad de aquietarla y sus acciones oscilan entre los reclamos hacia el
control de la situación, la participación en instancias de concertación o mesas de
diálogo y la implementación de campañas para generar una opinión pública
favorable a su posición. Existen también acusaciones sobre acciones de
intimidación, de difamación y de presión judicial contra algunos activistas y
dirigentes contrarios a su posición en el conflicto.

En suma, las acciones de las empresas parecen transitar en cierta búsqueda del
control de las situaciones locales, en un marco de actividad responsable, pero
voluntaria y libremente determinada, con un mínimo de marcos legales que
regulan dicha actividad.

2.2.2. Las comunidades locales

Las comunidades se ven involucradas en conflictos ante proyectos mineros


llegados “de afuera”, que terminan alterando sus vidas y comprometiendo su
futuro hacia vías que, por lo general, no habían considerado ni evaluado
anteriormente. Frente a esta circunstancia, los casos de conflicto analizados y
las posiciones de las colectividades locales implicadas se sitúan frente a dos
situaciones diferentes. De un lado, aquellas en las que ya se implementó un
proyecto minero, planteándose el conflicto en términos de la afectación y de la
participación de los beneficios de la actividad y, del otro, aquellas en las que se
pretende iniciar una operación o ampliar las áreas de operación ya existentes,
en donde los reclamos se orientan a la conveniencia o no de dicha actividad, por
múltiples consideraciones.

Frente a los efectos generados por empresas en operación, las comunidades


locales interponen una serie de reclamos. Estos son eventualmente
manifestaciones de un malestar más general, originado en el cambio acumulado
sobre la forma de vida anterior a las operaciones mineras, agravado muchas
veces por la naturaleza de las relaciones establecidas con sus representantes y
la sensación de desgobierno sobre el propio destino, sumada muchas veces a la
sensación, más que al cálculo, sobre la relación costo-beneficio.

Al respecto, las colectividades locales solicitan y reclaman a las empresas tanto


empleo como obras. Pero dadas las características de la minería moderna, la
oferta de trabajo es siempre insuficiente.
La relación entre las colectividades locales y las empresas (y también con el
Estado) está marcada por las mutuas desconfianzas y la escasa credibilidad en
las acciones y promesas del otro. Detrás de esta actitud hay herencias históricas,
constataciones más recientes, pero también problemas de comunicación
intercultural e incomprensión mutua.

En general, las colectividades locales se enfrentan a la problemática desde una


posición estructural de debilidad económica, técnica-legal e incluso cultural.

2.2.3. El Estado

En los conflictos mineros el Estado peruano supone muchos actores. Sus


diversas instancias y agencias, lejos de comportarse bajo un principio ordenado
de subsidiaridad, muestran diversas estrategias, acciones y propósitos y exhiben
un marcado contraste entre sus funciones reconocidas en la Constitución y los
reclamos de las comunidades locales frente a su comportamiento en el desarrollo
de los conflictos.

En general, la preocupación central del Estado frente a los conflictos mineros


parece enfocarse, por un lado, en el mantenimiento del orden público y, por el
otro, en evitar que las protestas desalienten la inversión minera. Para ello, más
que la represión, busca lograr el consentimiento de la población y su
conformidad, para lo que está dispuesto a mediar y a proporcionar información,
pero poco dispuesto a un diálogo que suponga la posibilidad de que un proyecto
minero no llegue a ejecutarse. (MINERÍA Y CONFLICTO SOCIAL - Martín Tanaka y
Ludwig Huber – IEP, Bruno Revesz y Alejandro Diez – CIPCA, Xavier Ricard y José de
Echave – CBC)

2.3. LO QUE ESTÁ EN JUEGO

En las siguientes líneas se analizará los elementos centrales en los conflictos


mineros que se ha encontrado, es decir, lo que está en juego para los diferentes
actores. Por razones analíticas, estos elementos se presentan de manera
separada, aunque en la cotidianidad de los conflictos a menudo se cruzan, se
superponen y hasta se contradicen de alguna manera.

El medio ambiente y las diferentes percepciones del riesgo

Según el informe de una consultoría encargada por el Banco Mundial sobre las
dimensiones ambientales y sociales de la minería en el Perú, la mayoría de los
conflictos sociales surge de preocupaciones medioambientales. También la
Defensoría del Pueblo, en un reciente informe, identifica como una de las causas
de los conflictos socioambientales al “temor justificado de la población a la
potencial contaminación que pueden ocasionar las actividades extractivas”.

Es reconocido por las mismas empresas que un proyecto minero afecta


inevitablemente al medio ambiente.

La competencia por los recursos naturales como sustento económico

Las disputas por recursos naturales es el aspecto más recurrente en los


conflictos mineros. Sin embargo, aunque este es el aspecto que más interesa a
las organizaciones ecologistas, las comunidades rurales consideran el tema
ambiental también –y probablemente más– en términos de derechos al acceso
a la tierra y al agua, es decir, los medios que constituyen el fundamento de su
economía familiar. En otras palabras, en cuanto a recursos naturales, las
empresas y las comunidades compiten también por los mismos recursos
económicos. A pesar de los esfuerzos de algunas empresas para compensar
adecuadamente a la población afectada por sus pérdidas.

La distribución de los beneficios económicos

Un tercer elemento que sigue causando conflictos entre empresas y


comunidades se refiere a la distribución de los beneficios económicos generados
por la actividad minera. La presencia de la minería no solo ha causado rechazo,
sino también grandes expectativas económicas en partes de la población.

El Estado peruano ha creado algunos mecanismos legales para redistribuir parte


de los ingresos que provienen de la minería a las regiones afectadas, como el
canon minero y las regalías. Sin embargo, ninguno ha logrado cumplir del todo
con las expectativas de la población, en buena medida debido a las deficiencias
en su aplicación.

Una razón evidente para la insatisfacción es que a pesar de las medidas


estatales y de las contribuciones de las empresas, el nivel de vida de la población
en las zonas mineras no ha mejorado sustancialmente. La pobreza y la exclusión
social de las comunidades ubicadas en los alrededores de las minas se
encuentran así, en una contradicción abismal con la riqueza y el poder de las
empresas.

La defensa de la autonomía y la cuestión del poder

Un aspecto que de cierta manera atraviesa a los demás factores hasta ahora
señalados es la defensa de la autonomía comunal. Para las comunidades, la
presencia de las mineras significa la intrusión de un actor externo que trae como
consecuencia una variedad de agresiones que incluye la privación de recursos y
la reubicación de la población. En esta situación, la defensa del territorio expresa
también la preocupación por mantener el control sobre el modo de vida local con
su respectiva organización social, económica y política.

Una vez más, las implicancias políticas son evidentes, pues en los reclamos por
la autonomía se expresa la tensión entre los derechos de una comunidad por
mantener su integridad y los derechos de una compañía que hace inversiones.

ALTERNATIVAS DE SOLUCION SEGÚN DIFERENTES AUTORES

Según el informe (Conflictos Mineros en el Perú: Condición Crítica Marzo 2009 Oxfam
–América) QUEBRANDO EL CICLO DEL CONFLICTO
Para quebrar el ciclo de violencia y conflicto en el sector minero en el Perú, el
gobierno peruano, las compañías mineras, los donantes internacionales y la
sociedad civil deben dar pasos inmediatos. Oxfam Internacional recomienda a
todos los actores en el sector las siguientes acciones:

El Gobierno Peruano

1. Permitir que el Ministerio del Ambiente regule la actividad minera. La decisión


de colocar la actividad minera fuera de la competencia del recientemente creado
Ministerio del Ambiente, fue una medida política que socavó la credibilidad del
Ministerio. El Ministerio de Energía y Minas no debe seguir siendo “juez y parte”
de esa industria. Deben aplicarse las regulaciones sociales y ambientales
para recuperar la confianza en el sector. Para tal fin, el gobierno debe
fortalecer la independencia del Ministerio del Ambiente y asegurar que éste
pueda operar sin una influencia política indebida.

2. Revertir la criminalización de las protestas sociales en torno a operaciones


mineras. Deben derogarse inmediatamente los decretos que criminalizan las
protestas sociales contra proyectos mineros. En una sociedad democrática, los
ciudadanos tienen derecho a expresar en forma pacífica sus opiniones sobre
las decisiones vinculadas al desarrollo.

3. Reconocer el derecho al consentimiento previo, libre e informado. Las


comunidades locales tienen el derecho a otorgar o negar su consentimiento a
proyectos mineros. Éste es un derecho de los pueblos indígenas que se
encuentra firmemente establecido dentro de la legislación internacional. El
gobierno peruano y las compañías mineras deben respetar tal derecho. Hacerlo
ayudará a que las compañías traten de evitar operar en áreas donde haya amplia
oposición a su presencia.

4. El gobierno debe designar áreas donde la minería pueda ser aceptable, y


zonas donde claramente no lo sea por razones sociales, económicas,
ambientales o de otro tipo.La zonificación del país ayudará a las compañías a
evitar áreas donde es probable que aparezcan conflictos y/o donde otra
actividad como la agricultura sea más rentable económicamente.
COMPAÑÍAS MINERAS:

1. Respetar el derecho al consentimiento previo, libre e informado. Las


compañías deben operar únicamente en áreas donde puedan obtener el
consentimiento de las poblaciones potencialmente afectadas. Tratar de forzar
operaciones en áreas que presentan oposición de la comunidad es una receta
para el desastre. Las compañías deben respetar el derecho de las comunidades
a dar su consentimiento a los proyectos, y considerarlas como socias en el
proceso de desarrollo del proyecto. Como socias, las comunidades locales
deben recibir información adecuada e independiente sobre los potenciales
costos y beneficios de un proyecto, y contar con suficiente tiempo para decidir si
apoyan un proyecto propuesto.

Respetar el derecho de consentimiento de la comunidad también significa que


las compañías no deben tratar de revocar ordenanzas, declaraciones u otras
expresiones de la comunidad o gobierno local sobre potenciales proyectos.

Adicionalmente, las compañías deberían:

• Dar a conocer cabalmente cuánto pagan al gobierno peruano en regalías,


impuestos y otros derechos, así como los contratos en base a los cuales se
realizan dichos pagos. Esta revelación puede ayudar a evitar la frustración de las
comunidades sobre las compañías y crear una base para el diálogo con el
gobierno, que en última instancia es el responsable por garantizar el desarrollo
económico local.

• Permitir a las comunidades el acceso a registros de monitoreo ambiental


y otro tipo de información que permitirá a las comunidades tener una mejor
comprensión de la cabal naturaleza del impacto ambiental y social generado por
un proyecto.

• Divulgar los planes de cierre de minas, incluyendo provisiones para


mantener beneficios para la comunidad si la mina cierra debido a una caída en
el precio de los metales.
3. Facilitar que las comunidades cuenten con asesores y expertos
independientes. Dada la limitada capacidad y voluntad del gobierno para
proteger los intereses locales, las comunidades a menudo son dejadas solas
para defender sus derechos frente a las compañías mineras multinacionales.
Para superar este tremendo desbalance de poder, las comunidades deben tener
acceso a expertos independientes que puedan asesorarlos sobre sus derechos
y ayudarlos a entender documentos técnicos sobre los impactos sociales y
ambientales. Las compañías deben establecer fondos que puedan ser
manejados con total independencia de éstas, y que las comunidades puedan
emplear para contratar a sus propios expertos y consultores para asesorarles en
sus procesos de toma de decisiones.

4. Asegurar que cuentan con personal adecuado. En una serie de casos, las
tensiones entre compañías y comunidades locales han empeorado debido a las
actitudes de empleados de las compañías. Éstas deben seleccionar a su
personal para asegurar la contratación sólo de empleados que estén plenamente
comprometidos con la construcción de relaciones positivas con las comunidades.
Ello es particularmente importante en el caso de personal que trata directamente
con las comunidades de manera cotidiana.

5. Condenar todo acto de intimidación y amenaza contra organizaciones de la


sociedad civil. Las compañías mineras deben condenar públicamente cualquier
acto de intimidación, amenaza u otra forma de acoso contra organizaciones de
la sociedad civil que buscan proteger los derechos de las comunidades locales
y cuidar del medio ambiente de manera pacífica. Las compañías deben
asimismo distanciarse públicamente de medios de prensa que lanzan
acusaciones injustificadas contra líderes y organizaciones de la sociedad civil.

Donantes internacionales

1. Fortalecer a las instituciones. En el Perú, todas las instituciones


gubernamentales (ambientales, judiciales, técnicas) involucradas en el sector
minero sufren de debilidades significativas. Las agencias donantes deben
apoyar esfuerzos por parte del gobierno para contratar y capacitar al personal
adecuado que asegure el cumplimiento de las regulaciones sociales y
ambientales, y que responsabilice a quienes las violen.
2. Insistir en la transparencia. Los donantes internacionales deben exigir la
plena divulgación de los ingresos que perciben el gobierno peruano y aquellas
instituciones, como el IFC y la banca privada, que invierten en proyectos mineros.

3. Apoyo a la sociedad civil. Algunos funcionarios de la industria y del gobierno


a menudo emiten juicios de opinión negativos contra las organizaciones de la
sociedad civil en el Perú, que trabajan para vigilar el cumplimiento de los más
altos estándares ambientales y el respeto a los derechos humanos por parte de
las empresas mineras.

Sociedad Civil

1. Incrementar competencias técnicas. Las ONGs locales deben desarrollar


habilidades técnicas sobre temas de minería e impacto ambiental y social. Ello
les permitiría interpretar mejor la información técnica producida por las
compañías mineras, e incidir de manera más efectiva sobre las reformas y
regulaciones relacionadas a la minería. Una mayor competencia técnica podría
también ayudar a establecer un contrapeso con la industria minera ante el
gobierno peruano.

2. Educar a la ciudadanía. La opinión pública en las áreas urbanas de la costa


del Perú a menudo no es favorable a las preocupaciones de las comunidades
afectadas por la minería. Ello puede facilitar que el gobierno y la industria
asuman posturas de línea dura hacia los conflictos que tienen lugar en las
comunidades mineras. La sociedad civil puede hacer más por educar al público
peruano más amplio sobre los costos y beneficios de la minería, y sobre la
necesidad de acciones urgentes y pacíficas para ayudar al país a escapar del
ciclo de conflicto actual.

Según el libro “MINERIA Y CONFLICTO SOCIAL”Martín Tanaka y Ludwig Huber – IEP,


Bruno Revesz y Alejandro Diez – CIPCA, Xavier Ricard y José de Echave – CBC

Los hitos para una nueva agenda minera serían:

Ordenamiento territorial
En el Perú carecemos en la actualidad de una política pública de ordenamiento
territorial y el punto de partida es la elaboración de una Zonificación Ecológica
Económica (ZEE) como instrumento técnico y orientador del proceso que ya está
inscrito en el planeamiento de diversas regiones y provincias.

No es posible resolver el conflicto minero, por lo tanto, sino ensanchado la


discusión al problema mayor del ordenamiento del territorio: distribución de
actividades económicas, planes de expansión urbana, sistemas de
infraestructura vial, etc.

Es solo de esta manera que las poblaciones directamente concernidas por los
proyectos mineros podrán evaluar la pertinencia de la reconversión productiva
de sus territorios (una reconversión que no solo debería contemplar la
explotación minera, sino también el cierre de la mina y sus posteriores
consecuencias) y las oportunidades de reorientación de sus vidas que esta
reconversión implicaría.

La actividad minera en el Perú tiene que ser parte de un proyecto colectivo, que
cobije las peculiaridades territoriales y sociales del país y que brinde la
oportunidad para cambios sociales deseados y no impuestos.

La autoridad ambiental autónoma y la gestión transectorial

La puesta en marcha de un nuevo sistema de gestión ambiental sigue siendo un


tema pendiente que aparece como un aspecto clave en la agenda minera. Todo
indica que el camino a seguir apunta a la creación de una autoridad autónoma,
a fin de independizar el sistema de gestión ambiental del Ministerio de Energía y
Minas, que terminó por debilitar las primeras normas ambientales del país.

En todas las experiencias estudiadas prima el criterio de autoridades


independientes, con peso específico propio y verdadera influencia en la toma de
decisiones, que cuentan, además, con una adecuada capacidad operativa y que
desarrollan un enfoque de gestión ambiental transectorial. Por lo tanto, el objetivo
de contar con una verdadera autoridad ambiental autónoma sigue siendo
prioritario.

Es importante que la nueva autoridad ambiental autónoma esté dotada de la más


alta jerarquía política para que pueda asumir las funciones de fiscalización, de
prevención de impactos y de control de las diferentes actividades de carácter
nacional vinculadas a sectores productivos como el minero.

Fortalecer la participación ciudadana

La revisión de los casos permite confirmar que ni el marco legal ni la


institucionalidad estatal ni los mecanismos voluntarios de las empresas han
podido crear condiciones adecuadas para que se instalen procesos que permitan
abordar los aspectos centrales que están a la base de los conflictos entre
poblaciones y empresas.

Uno de los problemas más graves es que se continúa generando mecanismos


de participación ciudadana de “baja intensidad” que no son útiles para influir en
la toma de decisiones, razón por la que no gozan de una mayor credibilidad en
las poblaciones.

Las características esenciales de una real y efectiva participación ciudadana en


el desarrollo de la actividad minera parecen ser las siguientes:

• Participación informada. El control de la información, de sus contenidos y de


su circulación, es uno de los principales atributos de poder. Es fundamental que
el Estado ponga a disposición de estas poblaciones la información total
disponible y que lo haga además de una forma eficaz y culturalmente adecuada.

• Participación oportuna. Los procesos de información y consulta deben


realizarse a tiempo y en diferentes tiempos. Es necesario definir mecanismos
transparentes y criterios compartidos para poder fijar el momento y los plazos de
la fase de consulta.

• Participación influyente. Las decisiones tomadas en el marco de las consultas


públicas deben generar derechos y deberes de todos, en función de criterios y
procedimientos transparentes. El Estado debe garantizar que los grupos
humanos principalmente afectados tengan influencia efectiva en la decisión
sobre la viabilidad de los proyectos mineros.

• Participación culturalmente adecuada. Todos los mecanismos de


participación anteriormente mencionados tienen que ser culturalmente
adecuados. Se debe respetar las formas de transmisión de información, de
negociación política, de sanción, culturalmente asentadas en los espacios
locales, en particular en los campesino-indígenas.

NUESTRAS IDEAS

- Consideramos que el gobierno peruano, debe incrementar su capacidad


para regular la industria minera y para asegurar el respeto a los derechos
de las comunidades y la protección del medio ambiente

Asimismo, debe fortalecer a la Defensoría del Pueblo para asegurar que ésta
oriente de manera oportuna y transparente los reclamos relacionados a la
minería, monitoreando los acuerdos entre los actores.

- La comunidad y las empresas en general deben conocer un orden


territorial y las zonas económicas y ecológicas. Pues o todas las áreas del
país resultan adecuadas para la minería, aunque contengan depósitos
minerales económicamente viables.
- Debe haber un diálogo directo y continuo entre la comunidad y la
empresa, estas deben divulgar plenamente información sobre los costos
y beneficios de los proyectos.
- Desarrollar capacidades para el diálogo. Las organizaciones de la
sociedad civil deben trabajar con las comunidades para fortalecer sus
capacidades para participar efectivamente en el diálogo con las
compañías y agencias del gobierno. Es importante articular claramente
las inquietudes y los intereses de las comunidades, y construir consensos
alrededor de éstos para asegurar que sean atendidos.
De estas maneras se podrá cambiar progresivamente en las comunidades
con economías de extracción y la interacción redundará en el progreso y
desarrollo local y nacional.
BIBLIOGRAFÍA:

- Loaiza, E. & Galloso, A. (2009) - Actividad minera artesanal en


la cuenca del río Chira (Suyo, Paimas, Lomas) región Piura.
INGEMMET, Boletín, Serie E: Minería, 8, 108 p., 15 mapas.

- RODRÍGUEZ, Italo ; VILLARREAL, Eder Y Otros (2002) Geología De


Yacimientos Auríferos Del Distrito De Suyo – Piura - Perú

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