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«¿Por qué hablo de descolonizar? Por dos motivos principales. Uno por esto
que llamamos el sistema, que hoy funciona como la vieja colonia. ¿Cómo
funcionaba la colonia? Llegaban los conquistadores españoles, destruían lo
que había –mayas, aztecas– y se apropiaban del oro, de la plata, de las
riquezas, esa era la forma en la que funciono el colonialismo siempre. El
sistema actual reproduce las fases más fuertes del colonialismo, hoy
vivimos una forma en la cual el capital se acumula robando, se llama
acumulación por despojo o por desposesión, es una forma en la cual ya no
es –aunque también funciona esa– que te pagan un salario, para que
trabajes en una empresa, el capitalista se beneficia y bueno, tú tienes tu
salario, tu seguro social. Eso funciono un tiempo. Ahora han vuelto otra vez
con toda la fuerza de la apropiación, del robo y el robo tiene muchas caras,
es la minería a cielo abierto, que tira toneladas de dinamita para destruir las
piedras y llevarse los minerales, es los monocultivos de soya, de palma
aceitera, de caña de azúcar, que donde crece eso, no crece más nada y
expulsa al campesino. Son estos emprendimientos inmobiliarios urbanos,
las grandes represas hidroeléctricas, puertos, aeropuertos, etcétera, que los
usan una minoría. Entonces el capitalismo volvió a funcionar de esa
manera, una manera mucho más agresiva en los últimos diez años que los
periodos anteriores. Entonces esa actualización del colonialismo nos hace
volver a pensar y revisar; si nuestras formas de resistirlo son las
adecuadas.
Pero esto segundo que quería decir, es importante para quienes somos,
digamos, de izquierda y queremos un cambio anticapitalista. Como ellos se
han apropiado del Estado, reclamarle al Estado, tiene poca utilidad. Poder
llegar a tener un presidente, como Lázaro Cárdenas, amigo de la gente, con
todo lo que se le pueda criticar –que nacionalizaba empresas, que creaba
puestos de trabajo– ya ese Estado no existe. Entonces va a ser muy difícil
poder tener un presidente que responda a lo que nosotros queremos
¿verdad? Por que las multinacionales han forzado a los estados a modificar
las leyes, a modificar el sistema tributario, hoy porcentualmente paga más
impuestos cualquiera de ustedes que una multinacional.
«Como dice Raúl, soy un joven de 80 años. Antes yo luchaba por que la
gente fuera igual, porque todos fuéramos iguales, pero ahora hay un tema
más importante que ese. ¡Para que la humanidad, siga existiendo! Porque la
humanidad está amenazada, el gran capital que gobierna el mundo, tiene
un sólo gran mandamiento: cómo ganar más dinero en el menor tiempo
posible. Si para eso tienen que atacar a la naturaleza, atacan a la
naturaleza. Si para eso tienen que atacar a la humanidad, atacan a la
humanidad.
Esa amenaza hay en el Perú, están queriendo dejar sin agua a la gente, por
eso la gente lucha. Preferimos morir de un balazo, que sin agua, dicen. Para
defender la agricultura, la ganadería y su vida misma. Eso hay en varias
partes y uno de esos lugares, que es un valle donde se produce mucha
agricultura para alimentar a la gente no sólo de ahí, si no de varios lugares
del Perú, ahí quieren abrir una mina, de una compañía mexicana, Grupo
México. Y las autoridades peruanas y el presidente del Perú, así como las
autoridades de acá de México, no son más que sirvientes del gran capital.
Entonces ellos prefieren mandar a la policía, que metan bala a los
campesinos, que impedir que se haga la mina, actualmente se está llevando
esa lucha. Y hemos sabido que acá en México, la misma compañía, Grupo
México, está envenenando los ríos y matando a la gente acá. Son muchas
formas de lucha que se dan apoyando y defendiendo a la naturaleza y la
vida y espero que ustedes contribuyan con ellas».
Enrique Reynoso, de la OPFVII, durante la presentación en la UACM
«Han querido detener el curso de la historia, nos han querido ocultar con las
mentiras oficiales, que al igual que hace siglos la miseria de siempre afecta
a la mayoría de la población. Han querido ocultar el despojo de siempre con
nombres diferentes. El despojo disfrazado de programas oficiales, el
despojo disfrazado de caridad, el olvido y la indiferencia como única
respuesta a las necesidades de siempre. Como siempre y desde siempre la
salud es para quien la pueda comprar, la justicia y la educación es de quien
pueda pagarlas, para el pobre la cárcel como siempre. Para el pobre, todo el
peso de la ley. Para el pobre la muerte vestida de sicario, de policía, de
soldado, de enfermedad, de hambre.
Pero los dueños del dinero, esos que intentaron inculcar entre las nuevas
generaciones la desinformación, el conformismo, olvidaron que la rebeldía
no puede acallarse con mentiras. Que la historia, esa historia que se escribe
desde abajo día tras día, no puede ser borrada de los libros de texto,
porque nunca estuvo ahí escrita. No pudo ser borrada pese a los asépticos
esfuerzos de los historiadores oficiales, porque está escrita con sangre,
dignidad y esfuerzo colectivo. No pudo ser borrada porque esa historia se
transmite de boca en boca, de generación en generación, porque esa
historia habla de nosotros todos, habla del pueblo, de los pueblos, porque
esa historia colectiva es la suma de millones de historias individuales.
Quizá por eso, nunca como ahora la necesidad de mirar hacia atrás, de
rescatar nuestro pasado, de fortalecer nuestras raíces, de extenderlas.
Nunca como ahora, la urgencia de escuchar las voces de aquellos a los que
la muerte no pudo callar, de conocer y enorgullecernos de nuestros
orígenes, de encontrar en ellos la fuerza necesaria para enfrentar esta
ofensiva feroz, que amenaza con destruir al mundo. Nunca como ahora la
necesidad de reconocernos, de encontrarnos, de unirnos, de enlazarnos, de
sabernos. De dejar de ignorarnos, de temernos, de despreciarnos, de
desechar la indiferencia, la apatía. De rescatar la memoria colectiva, de
hacernos uno con la historia, la nuestra, de demostrar, de demostrarnos,
que si hay ayer y que el futuro lo vamos construyendo desde ya, con el
esfuerzo de muchos, de millones.
De eso habla justamente este libro, aunque de mucho mejor manera, por
supuesto. Aunque también y en honor a la verdad, no sólo este libro, si no
toda la obra de Raúl Zibechi.
Fonte: http://subversiones.org/archivos/117972