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"El Auto que era alérgico al Helado de Vainilla"

Recopilación y adaptación Ernesto Yturralde

En una división de automóviles de la Pontiac de GM de los Estados Unidos se recibió un curioso


reclamo de un cliente. Y esto es lo que él escribió:

"Esta es la segunda vez que les envío una carta y no los culpo por no responder. Puedo parecerles
un loco, pero el hecho es que tenemos una tradición en nuestra familia que es el de tomar helado
después de cenar. Repetimos este hábito todas las noches, variando apenas el sabor del helado;
y yo soy el encargado de ir a comprarlos. Recientemente compre un nuevo Pontiac y desde
entonces las idas a la heladería se han transformado en un problema. Siempre que compro
helado de vainilla, cuando me dispongo a regresar a casa, el auto no funciona. Si compro
cualquier otro sabor, el auto funciona normalmente. Pensarán que estoy realmente loco y no
importa que tan tonto pueda parecer mi reclamo, el hecho es que estoy muy molesto con mi
Pontiac modelo 99".

La carta generó tanta gracia entre el personal de Pontiac que el presidente de la compañía
acabó recibiendo una copia del reclamo. Comprensiblemente él era escéptico acerca de la carta,
pero decidió enviar de todos modos a un ingeniero para que verifique el caso.

El ingeniero y el "demandante" – un hombre exitoso y dueño de varios autos – fueron juntos a


la heladería en el infeliz Pontiac. El ingeniero sugirió sabor vainilla para verificar el reclamo; y el
auto efectivamente no funcionó.

El ingeniero regresó durante tres noches seguidas. La primera noche el hombre eligió sabor
chocolate, el auto arrancó. La segunda noche eligió frutilla, el auto arrancó. La tercera noche fue
el turno del helado de vainilla... y el auto no funcionó. En este punto el ingeniero, un hombre
lógico y racional, se resistía a creer que el auto de este hombre tenía una suerte de alergia al
helado de vainilla. Decidió continuar con sus visitas hasta tanto encontrara una solución al
problema, y comenzó a tomar notas. Registraba todo tipo de información, la hora del día, tipo
de gasolina usada, horario de salida desde la casa, de llegada a la heladería, del momento en
que el hombre tomaba el pote de helado de la exhibidora en el local.

En poco tiempo tuvo una pista: El hombre demoraba menos tiempo en comprar el helado de
vainilla que el que tardaba en comprar cualquier otro sabor. La respuesta estaba en la
distribución del local, en la disposición de las heladeras exhibidoras de donde el hombre tomaba
los potes de helado.

El helado de vainilla, que era el sabor de mayor venta, estaba ubicado separado de otros
sabores, cerca de la entrada al local para facilitar a los clientes un rápido auto-servicio. Todos
los otros sabores, estaban conservados en otras congeladores, en el fondo del negocio, a una
mayor distancia y demandaba un tiempo considerablemente mayor, poder encontrar el sabor
deseado y luego pasar por el check-out para pagarlo.

Ahora la pregunta para el ingeniero era porqué el auto no arrancaba cuando el dueño demoraba
menos tiempo. Una vez que el tiempo pasó a ser el problema - y no el helado de vainilla - el
ingeniero rápidamente encontró la respuesta: como el tiempo de compra era muy reducido en
caso de la vainilla en comparación con el tiempo de otros sabores, el motor no llegaba a enfriar.
Con eso, los vapores del combustible no se disipaban, impidiendo que un nuevo arranque del
motor fuese instantáneo.
A partir de ese episodio, la GM en el Pontiac cambió el sistema de alimentación de combustible
e introdujo una alteración en todos los modelos a partir del modelo 99.

El autor del reclamo obtuvo un carro nuevo y además de la corrección del que tenía que "no
funcionaba con el helado de vainilla".

La GM distribuyó un comunicado interno, exigiendo que sus empleados lleven en serio hasta
los reclamos por más extraños que pudiesen parecer, "porque puede ser que una gran
innovación, este por detrás de un helado de vainilla", dice el comunicado de GM.

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