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"Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y

estaba allí la madre de Jesús. También fueron invitados a las


bodas Jesús y sus discípulos."
Muchos creen que la presencia de María, la madre de Jesús allí,
se debía a que ella era pariente de los que se casaban, o por lo
menos de una de las familias. Creemos que esta es mayormente
una suposición, pero, bien puede haber sido éste el caso. El Señor
Jesús y Sus discípulos, también fueron convidados. Y como ya
dijimos, veremos aquí a Jesús hacer Su primer milagro. Aquí en
este capítulo 2 de San Juan, Jesús cambiaría el agua en vino. Se
cree que esta referencia al "tercer día," significa que esto ocurrió
en los últimos días de Febrero, o en los primeros días de Marzo
del año 27, después de Jesucristo. Lo verdaderamente
interesante es que Juan dio con mucho cuidado los lugares
geográficos. En el último capítulo, estuvimos en Betsaida y ahora
nos encontramos en Caná de Galilea. Luego, más adelante,
veremos que Jesús irá hasta Capernaúm, según dice el versículo
12, y de allí a Jerusalén, según el versículo 13. De modo que Juan
nos dio aquí muchos datos geográficos. Como ya hemos visto,
Juan dijo que la madre de Jesús estuvo allí. Ahora, no sabemos
por qué, pero Juan nunca la llamó por su nombre, María, en su
evangelio. Bueno, en esta ocasión, ella vino a Jesús con una
petición bastante extraña. Prestemos atención a lo que le dijo a
Jesús. Versículo 3:
"Y faltó vino. Entonces la madre de Jesús le dijo: No tienen vino."
En aquel entonces, el vino era parte integral, una parte principal
de la dieta. Sin embargo, la embriaguez era condenada
categóricamente. También es cierto, que usaban vino en las
ceremonias levíticas. Era en la libación, cuando se derramaba
vino con la ofrenda. Una boda era una celebración religiosa, y
éstas eran personas que creían en el Antiguo Testamento. Y
puede observarse que no hubo ningún caso de embriaguez en
esta fiesta nupcial.
Ahora, la boda es una figura de otra boda futura. El Señor
Jesucristo comenzó Su ministerio en la tierra, en una boda y lo
terminará, en cuanto a la Iglesia, con la celebración de Su boda
con ella. En la cena de las bodas del Cordero, la Iglesia le será
presentada como novia.
Este, pues, es el primer milagro que hizo Jesús. El primer milagro
público de Moisés en Egipto, en la primera de aquellas diez
plagas, fue el de convertir las aguas del río Nilo en sangre. El
primer milagro de Cristo, fue el de transformar el agua en vino.
En este punto es interesante que, como Juan mismo nos dijo en
el capítulo anterior, la ley fue dada por medio de Moisés, pero la
gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. ¡Qué
contraste!
Ahora, ¿qué quiso decir María con su declaración? En primer
lugar, es bueno que nos demos cuenta del hecho de que esta era
una familia muy pobre. Simplemente, no había suficientes
bebidas. En su comentario, Bengal dijo que cuando ella le dijo al
Señor que no tenían vino, quiso indicar con delicadeza que Él y
Sus discípulos deberían salir. Ahora, otro comentarista escribió
que la observación de María era una sugerencia para que Él
entretuviese a los convidados con un discurso. Este escritor creía
que la madre de Jesús habría querido decirle: "¿Por qué no les
presentas alguno de tus famosos discursos? Bueno, el caso es
que Él todavía no había pronunciado ningún discurso, porque este
era el principio de Su ministerio público. Pero, algunos creen que
bien pudo haber sucedido de esa manera.
No creemos que el contexto aquí admita ninguna de estas dos
interpretaciones. No creemos que la intervención de María fuera
una sugerencia para que Él saliese de la fiesta. Tampoco creemos
que fue una sugerencia para que entretuviera a los invitados.
Creemos francamente que lo que ella, con toda sencillez le estaba
diciendo fue: "Haz un milagro. Esta es una ocasión apropiada".
Ud. recordará que cuando el ángel Gabriel se le apareció a María
y le dijo que ella sería quien daría a luz al Mesías, María le
preguntó al ángel en cuanto al nacimiento virginal. Según el
capítulo 1 de San Lucas, versículo 34, ella le preguntó: "¿Cómo
será esto? pues no conozco varón". Y Gabriel le indicó con toda
claridad, que el Espíritu Santo vendría sobre ella y que el Ser que
nacería de ella sería divino y santo. María entonces demostró su
fe y su sumisión cuando dijo en el versículo 38 de Lucas 1: "He
aquí la sierva del Señor". Y desde ese momento en adelante,
durante los años siguientes, siempre hubo dudas sobre su
virginidad. Los hombres, de hecho, le hacían preguntas en cuanto
a Jesús. Y creemos que aquí, en la boda de Caná, ella realmente
le quiso decir a Jesús: "Aquí tienes tu oportunidad de hacer un
milagro y demostrar que yo tenía razón, cuando dije que Tú
tuviste un nacimiento virginal, y que Tú eres el que yo he
declarado que eras". Pero Jesús le dio una respuesta muy clara.
Leámosla aquí en el versículo 4, del capítulo 2 de San Juan:
"Jesús le dijo: ¿Qué tiene que ver esto con nosotros, mujer? Aún
no ha llegado mi hora."
Él le estaba diciendo: "Esta no es la ocasión. Yo te vindicaré, pero
no aquí". Cuando Jesús colgaba de la cruz y Su madre estuvo bajo
aquella cruz, usted recordará que Él la miró y le dijo, según el
capítulo 19 de San Juan, versículo 26: "Mujer, he ahí tu hijo". En
ese momento, Su hora había llegado y estaba por morir. Pero
dentro de tres días, resucitaría de los muertos.
Creemos que cuando los discípulos se reunieron en el aposento
alto, después de la resurrección y ascensión de Jesucristo, le fue
entonces posible a María mirar a su alrededor, y decirle a cada
uno de esos discípulos: "¿No te dije que Él era el Hijo de Dios?"
El apóstol Pablo dijo, escribiendo a los Romanos, en el capítulo 1
de esa carta, versículo 4: ". . . que fue declarado Hijo de Dios con
poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre
los muertos".
De modo que, aquí ella le estaba pidiendo a Jesús que hiciera algo
que demostrase quién era Él, y que la vindicase a ella. Entonces,
Él le dijo que haría exactamente eso, pero que la hora aún no
había llegado. Ahora, ¡Esa hora sí llegaría! Su resurrección
comprobaría quién era. Y no olvidemos que la resurrección
también probaría el nacimiento virginal de Cristo. Somos
propensos a considerar el nacimiento virginal, solamente durante
el tiempo de la Navidad y como un hecho aislado. Pero, éste tiene
una íntima relación con Su resurrección, que probó que Jesucristo
era quien dijo ser. Leamos ahora el versículo 5 de este capítulo 2
del evangelio según San Juan:
"Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que él os diga."
¡Qué consejo tan bueno! Sería un buen texto para un sermón en
el día de la madre. "Haced todo lo que os dijere". El título del
mensaje sería: "El Consejo de una Madre". Creemos que fue un
buen consejo. De hecho, un excelente consejo. Continuemos con
los versículos 6 y 7 de este capítulo 2 del evangelio según San
Juan:
"Había allí seis tinajas de piedra para agua, dispuestas para el rito
de purificación de los judíos; en cada una de ellas cabían entre
cincuenta y setenta litros. Jesús les dijo: Llenad de agua estas
tinajas. Y las llenaron hasta arriba."
Nuestra atención ahora, es dirigida hacia estas seis tinajas de
agua. Las usaban en los ritos de purificación externa. Esta era
una familia pobre, y evidentemente estas tinajas eran viejas, muy
usadas, y probablemente las habían guardado aparte en algún
lugar. Esperaban que cuando los convidados vinieran, ninguno se
fijara en ellas. Y creemos que nuestro Señor debe haberle
causado a esta familia una cierta sensación de incomodidad,
cuando pidió que trajeran estas tinajas. Pero luego Él les
explicaría lo que quería que hiciesen y entonces, las llenaron
hasta el borde. Leamos ahora los versículos 8 al 10:
"Entonces les dijo: Sacad ahora un poco y presentadlo al
encargado del banquete. Y se lo presentaron. Cuando el
encargado del banquete probó el agua hecha vino, sin saber de
dónde era (aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado
el agua), llamó al esposo y le dijo: Todo hombre sirve primero el
buen vino, y cuando han bebido mucho, el inferior; sin embargo,
tú has reservado el buen vino hasta ahora."
Ahora, no quisiera que nos desviemos del Tema aquí, y que
entremos en discusiones sobre si este era un vino con, o sin
alcohol. No creemos que tal tipo de discusiones sean
provechosas, y más que eso, ésta no es la cuestión de
importancia en este pasaje.
Observemos que aquí hay un detalle que se omite. ¿Dónde estaba
la novia? No la encontramos en ninguna parte. Y, ¿cómo era el
traje de la novia? ¿No era esto acaso, lo más importante de la
boda? Quizá usted, al igual que yo, ha presenciado muchas bodas
y se habrá dado cuenta que, cuando el que tiene a su cargo el
servicio religioso entra en la iglesia, nadie tiene verdadero interés
en él. Luego, entra el novio y francamente, tampoco muestran
mucho interés en él. La única persona que le da una sonrisa al
novio, es la madre de él. Pero entonces entra la novia y todo el
mundo la mira y admira. Ahora, qué tipo de traje tenía esta novia
de Caná, no lo sabemos. Jesús y aquellas tinajas para el agua,
son aquí lo más importante. Estimado oyente, en esta escena hay
algo que es maravilloso. Jesús tomó unas tinajas y mandó que
las llenaran de agua. Luego, sirvieron el agua y creemos que el
milagro se produjo cuando llevaron el agua y la sirvieron a los
convidados. El agua se transformó en vino. Creemos que así fue
como el milagro tuvo lugar.
Y aquí tenemos una gran lección espiritual para nosotros. Jesús
nos usa hoy en día, como utilizó a aquellas tinajas de agua.
Somos como tinajas usadas y maltrechas. No somos atractivos,
y por eso debiéramos ser apartados y ocultados de la vista. Pero,
Jesús quiere usarnos. Quiere llenarnos de agua. Ahora, ¿cual es
el agua? El agua, estimado oyente, es la Palabra de Dios. Quiere
llenarnos a Ud. y a mí del agua de la Palabra de Dios. Luego,
después de habernos llenado del agua de la Palabra de Dios,
quiere que la compartamos con los demás. Y cuando hacemos
esto, sucede algo que no sabemos cómo explicar; porque cuando
el agua es vaciada de las tinajas y llega hasta los sedientos, es
entonces transformada en vino, en el vino de la alegría, por medio
de la operación del Espíritu Santo. En la carta a los Efesios,
capítulo 5, versículo 18, se nos manda lo siguiente: "No os
embriaguéis con vino, pues eso lleva al desenfreno; al contrario,
llenaos del Espíritu Santo". El Espíritu Santo, estimado oyente,
toma esa agua y hace un milagro en el individuo. No lo podemos
explicar, porque se trata de un hecho sobrenatural; pero sabemos
que sí sucede porque lo hemos visto y experimentado.
Son varias las personas que nos han escrito y que nos han
contado que han sido salvadas, simplemente al escuchar la
Palabra de Dios, por medio de este programa. No lo podemos
comprender. Porque somos simplemente como una de aquellas
viejas tinajas, y tenemos dentro de nosotros un poco de agua de
la Palabra. Tratamos de compartirla con usted, estimado oyente,
y utilizamos la radio como un medio para compartirla. Allí donde
usted se encuentre, Dios transforma esta agua en el vino de la
alegría, cuando usted la recibe.
Es precisamente por eso que enseñamos la Palabra de Dios con
tanto ahínco en este programa. Creemos que lo que le falta a
usted es, figurativamente hablando, el vino de la alegría en su
vida. Y nada menos que la Palabra de Dios puede traérselo. Y
sabemos que esto es verdad, porque hemos recibido muchas
cartas que así lo manifiestan. Leamos ahora el versículo 12 de
este capítulo 2 del evangelio según San Juan:
"Después de esto descendieron a Capernaúm él, su madre, sus
hermanos y sus discípulos; y se quedaron allí no muchos días."
Creemos que esto se refiere a ese tiempo en que Su pueblo natal
no le quiso aceptar. Usted recordará que en aquella ocasión
trataron de acabar con Él. El evangelio de Lucas 4, nos cuenta
que cuando Jesús entró en la sinagoga y leyó del libro del profeta
Isaías, y dijo que estas profecías se cumplían con Su venida, el
pueblo no le creyó y dijeron: "¿No es éste el hijo de José? (Lucas
4:22). Entonces se produjo un grave incidente e intentaron
destruirle en aquella ocasión. Por tanto, cambió su centro de
actividades a Capernaúm y, que sepamos, ése continuó siendo el
centro de operaciones de Jesucristo, durante su ministerio público
de tres años.
En este pasaje Bíblico hemos visto a Jesús presente en una boda.
Más adelante en nuestro estudio le veremos entrevistándose con
hombres y mujeres de condiciones sociales opuestas, y también
en la casa de una familia embargada por la tristeza, porque un
ser querido acababa de morir. En fin, le veremos en las más
variadas situaciones humanas, llenando con Su Palabra y Su
presencia las vidas de las personas en sus momentos de alegría,
como en nuestra escena de hoy, pero también en los momentos
de soledad e incertidumbre, en los casos de otros individuos. Para
cada uno, tuvo las palabras apropiadas. Y lo mismo sucede hoy.
Estimado oyente, la Palabra de Dios quiere llevarte hacia un
encuentro con el Salvador y el Señor, quien por su obra en la cruz
y su victoria en la resurrección, puede transformar las vidas de
todos aquellos que acudan a Jesús.

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