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Noé tese que ño es lo mismo uñ elemeñto que uña uñidad. Si digo que el
sigñificañte es uñ elemeñto es precisameñte por ño hacer uño, siño por siempre
ligarse a otro. Uñ elemeñto implica, principalmente la posibilidad de
combiñacioé ñ, ño la coñ-fusioé ñ. La ñocioé ñ de coñjuñto se basa eñ esa premisa.
Seraé por su capacidad de combiñarse, pero ño coñfuñdirse, que se podraé operar
sobre dichos elemeñtos, aué ñ cuañdo su cañtidad sea fiñita o escasa. 2
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Poñeñcia preseñtada eñ el XVII Coloquio del Taller del Discurso Añalíético
titulado Derivas del lenguaje, el díéa vierñes 17 de diciembre de 2010
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Y port al razoé ñ uñ Uñiverso simboé lico puede ser fiñito e iñcluso pequeññ o. Por
ejemplo, los 4 elemeñtos ñaturales formabañ el coñjuñto del Uñiverso; al igual
que las 52 ñaipes formañ uñ uñiverso simboé lico, o sea, uñ coñjuñto.
Desigñar al sigñificañte como elemeñtal es poñerlo eñ el corazoé ñ de la ñocioé ñ
de estructura, segué ñ Lacañ. ÉÉ ste dice: “La estructura es primero uñ grupo de
elemeñtos que formañ uñ coñjuñto co-variañte.” (2002, pg. 262) de hecho es aué ñ
maé s categoé rico, a mi eñteñder, al subsumir uño al otro, cito: “De hecho, cuañdo
añalizamos uña estructura, se trata siempre, al meños idealmeñte, del
sigñificañte. Lo que maé s ños satisface eñ uñ añaé lisis estructural, es lograr
despejar al sigñificañte de la mañera maé s radical posible.” (ibid, pg. 262)
Ésto quiere decir que la estructura, el Ordeñ simboé lico, iñcumbe al sigñificañte
eñ uña suerte de autoñomíéa coñ respecto a cualquier otro registro. Autoñomíéa
que ño implica que ño pueda relacioñarse, o sea uña total iñcoñexioé ñ, siño que
tieñe su propia loé gica: simboé lica, estructural. Pero, ¿a que ños referimos cuañdo
hablamos de sigñificañte? ¿Por queé lo tomamos de mañera aislada como si ño
tuviera ñada que ver ñi coñ la palabra, ñi coñ el sigñificado, ñi coñ el sigño?
Él sigñificañte teñdraé su propia loé gica, cuya base diacroé ñica es la coñcateñacioé ñ,
esa “pura cadeña de discurso” evideñte cuañdo hablamos: una palabra tras de
otra. Éste seraé el priñcipio de la trama sigñificañte, su articulacioé ñ posicioñal seraé
su fuñdameñto. Se trata de uñ feñoé meño de desplazamieñto iñevitable, uñ
sigñificañte desplaza, es coñtiguo, a otro, su eé ñfasis cambia de uño a otro. Éste
desplazamieñto articulado seraé la base, el fuñdameñto irreductible de la red
sigñificañte, y precisameñte aquello de lo que depeñderaé la sigñificacioé ñ, o sea la
atribucioé ñ de sigñificado. És lo que Freud siempre eñfatizoé al hablar de la protoñ
pseudos histeé rica o de la sigñificacioé ñ ñaü chtraglich (eñ castellaño, de efecto
retardado).
Él sigñificañte determiña, coñ sus operacioñes, los feñoé meños del leñguaje,
operacioñes reducidas por Lacañ y Jakobsoñ a los mecañismo freudiaños de
desplazamieñto y coñdeñsacioé ñ; o como se coñoceñ eñ retoé rica: metoñimia y
metaé fora. És este fuñcioñamieñto del leñguaje, fuñdameñtado por el sigñificañte,
lo que eñcoñtramos cada vez que escuchamos o hablamos coñ otro. Siñ embargo,
hay algo que determiña al sigñificañte, eñ tañto siempre estaé ligado a otro, algo
muy particular: uñ campo.
Éste campo es el campo del Otro. Al hablar , como lo estoy hacieñdo yo ahora,
ño solameñte ños dirigimos a quieñes se eñcueñtrañ freñte a ñosotros, siño que
tambieé ñ ños dirigimos a otro. Uñ otro radical, el otro de la palabra, otro, eñ
palabras de Lacañ, Absoluto. Aquel que Lacañ desigña como Otro, que ño se
subsume a ñiñgué ñ persoñaje, siño que compete a uñ lugar, a uña ñecesidad loé gica
de la palabra. Toda la accioé ñ sigñificañte tomaraé lugar allíé, eñ este campo del
Otro, “recoñocido, pero ño coñocido”. És lo que me permite comprometerme coñ
ustedes y tomar a la palabra eñ su lugar. Me permite decirles: “Iñteñtareé eñ esta
ocasioé ñ decirles algo sobre el sigñificañte”, auñque ño teñga forma de garañtizar
que realmeñte les esteé dicieñdo algo, o que ustedes me esteé ñ escuchañdo. Éñ los
sigñificañtes que les dirijo, tomo a la palabra eñ su lugar, siñ darme cueñta me
afiañzo del Otro y le hablo a eé l, al mismo tiempo que les “iñteñtoé ” decir algo a
ustedes. Cada vez que hablo del sigñificañte, o coñ el sigñificañte,
iñevitablemeñte me eñcueñtro coñ ese Otro, que es correlato del sigñificañte, ño
por que le briñde su estructura, siño porque delimita su campo de operacioé ñ.
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Él sol, eñ tañto sigñificañte, sera muy distiñto a la luz o el calor, o a cualquier
objeto que se eñcueñtre eñ eé l. Él sol sera coé digo sigñificañte eñ tañto se articula
como tal, coñ posibilidad de coññotar preseñcia o auseñcia de síé.
¿queé pasa coñ ese desfase del ser? Mi respuesta, hasta ahora, al eñigma: ¡Éso se
mueve!
Todo aquel que eñ la clíéñica trabaje por medio de la palabra ño podraé hacerse
de la vista larga de estas implicacioñes ya que si se sirve del sigñificañte tambieé ñ
eso se mueve eñ eé l. Éñ eé l la verdad habla, y ya ño podraé hacerse el sordo añte eso
que ño se dice y que le iñcumbe. Recoñocer el sigñificañte es, de eñtrada,
recoñocer el aé mbito de la eé tica y la respoñsabilidad subjetiva.
Asíé coñcluyo siñ añtes decir, que si algo puedo decir sobre el sigñificañte
siempre seraé poco y a la vez demasiado. No importa realmeñte que el sigñificañte
sobre, lo importañte es la falta que lo mueve, aquello iñefable que ños
compromete a cada cual cada vez que la experieñcia le recuerda su coñdicioé ñ
añoñadada dicieé ñdole, por medio de sigñificañtes: “tué derivas del leñguaje”.
Muchas Gracias.
Referencias