Sie sind auf Seite 1von 9

Sobre el significante.

A mis compaññ era de Cartel, por la zafra.


A la Uñiversidad por hacerme agricultor.

“Hombres, escuchad os doy el secreto. Yo, la verdad, hablo.”


-Jacques Lacañ

Iñteñtareé eñ esta ocasioé ñ decirles algo sobre el sigñificañte. A maé s de


medio siglo de la iñauguracioé ñ del discurso de Lacañ, este iñteñto podríéa parecer
trivial, pero como coñ cualquier fuñdameñto merece la peña abordarlo y re-
descubrirlo. Por comodidad o costumbre muchas veces tomamos las cosas por
señtado olvidañdo sus implicacioñes, quizaé s deberíéamos seguir el coñsejo de
Nietzsche y teñer maé s facultades boviñas: “Hablo de la facultad de rumiar…”
(2003, pg. 18)

Iñteñtareé decir algo sobre el sigñificañte y lo hareé , iñevitablemeñte


utilizañdo sigñificañtes. Siempre que hablamos a otros, o a ñosotros mismos,
usamos sigñificañtes, auñque esteé ñ escoñdidos eñ lo que comué ñmeñte
deñomiñamos palabras, sigños o síémbolos. Claro estaé , todo esto existe, pero si
quiero decirles algo del sigñificañte es precisameñte para darle su lugar
privilegiado, me atreveríéa decir, su lugar elemeñtal.

Noé tese que ño es lo mismo uñ elemeñto que uña uñidad. Si digo que el
sigñificañte es uñ elemeñto es precisameñte por ño hacer uño, siño por siempre
ligarse a otro. Uñ elemeñto implica, principalmente la posibilidad de
combiñacioé ñ, ño la coñ-fusioé ñ. La ñocioé ñ de coñjuñto se basa eñ esa premisa.
Seraé por su capacidad de combiñarse, pero ño coñfuñdirse, que se podraé operar
sobre dichos elemeñtos, aué ñ cuañdo su cañtidad sea fiñita o escasa. 2

1
Poñeñcia preseñtada eñ el XVII Coloquio del Taller del Discurso Añalíético
titulado Derivas del lenguaje, el díéa vierñes 17 de diciembre de 2010
2
Y port al razoé ñ uñ Uñiverso simboé lico puede ser fiñito e iñcluso pequeññ o. Por
ejemplo, los 4 elemeñtos ñaturales formabañ el coñjuñto del Uñiverso; al igual
que las 52 ñaipes formañ uñ uñiverso simboé lico, o sea, uñ coñjuñto.
Desigñar al sigñificañte como elemeñtal es poñerlo eñ el corazoé ñ de la ñocioé ñ
de estructura, segué ñ Lacañ. ÉÉ ste dice: “La estructura es primero uñ grupo de
elemeñtos que formañ uñ coñjuñto co-variañte.” (2002, pg. 262) de hecho es aué ñ
maé s categoé rico, a mi eñteñder, al subsumir uño al otro, cito: “De hecho, cuañdo
añalizamos uña estructura, se trata siempre, al meños idealmeñte, del
sigñificañte. Lo que maé s ños satisface eñ uñ añaé lisis estructural, es lograr
despejar al sigñificañte de la mañera maé s radical posible.” (ibid, pg. 262)

Ésto quiere decir que la estructura, el Ordeñ simboé lico, iñcumbe al sigñificañte
eñ uña suerte de autoñomíéa coñ respecto a cualquier otro registro. Autoñomíéa
que ño implica que ño pueda relacioñarse, o sea uña total iñcoñexioé ñ, siño que
tieñe su propia loé gica: simboé lica, estructural. Pero, ¿a que ños referimos cuañdo
hablamos de sigñificañte? ¿Por queé lo tomamos de mañera aislada como si ño
tuviera ñada que ver ñi coñ la palabra, ñi coñ el sigñificado, ñi coñ el sigño?

Éñ la liñguü íéstica iñiciada por De Saussure el sigñificañte es uña de las partes


que compoñeñ al sigño liñguü íéstico. Seraé la uñioé ñ del sigñificado – o coñcepto- y el
sigñificañte –imageñ acué stica- la que daraé cuerpo al sigño liñguü íéstico, sigños que
se viñcularaé ñ luego por oposicioé ñ uños de otros. Para De Saussure el sigñificañte
ño es uñ mero soñido, ya que ño lo ubica del lado del foñema, siño uña huella
psíéquica de este. Cito a De Saussure: “La imageñ acué stica ño es el soñido material,
cosa purameñte fíésica, siño su huella psíéquica, la represeñtacioé ñ que de eé l ños da
el testimoñio de ñuestros señtidos;” (De Saussure, 1972, pg. 138) És mi lectura,
que, para De Saussure, el sigñificañte es el retorño de uña experieñcia, fijada a
coñdicioé ñ de su ligazoé ñ coñ el sigñificado, o sea de su participacioé ñ eñ la
formacioé ñ de sigño. Liberado de esta ligazoé ñ el sigñificañte se volveríéa mero
soñido. Ésto me parece evideñte eñ la siguieñte síéñtesis que hace el grañ maestro
suizo:

“Podemos, pues represeñtar el hecho liñguü íéstico eñ su coñjuñto, es decir la


leñgua, como uña serie de subdivisioñes coñtiguas marcadas a la vez sobre el
plaño iñdefiñido de las ideas coñfusas (A) y sobre el ño meños iñdetermiñado de
los soñidos (B)” (ibid, pg.185)
És lo que represeñta eñ este esquema.
Siñtetiza dicieñdo: “La liñguü íéstica trabaja, pues,
eñ el terreño limíétrofe doñde los elemeñtos de
dos oé rdeñes se combiñañ; esta combinación
produce una forma, no una substancia” (ibid, pg.
186)

Para la liñguü íéstica es la combiñacioé ñ, por difereñcias, la que produce la forma,


y por tañto la articulacioé ñ por oposicioé ñ. Pero eñ esta formulacioé ñ el sigñificañte
es coñyugue del sigñificado. ¿Queé hace Lacañ coñ esto? ¡Lo subvierte! Le atribuye
al sigñificañte la primacíéa sobre el sigñificado al decir: “…es que todo verdadero
sigñificañte es, eñ tañto tal, uñ sigñificañte que ño sigñifica ñada” (Lacañ, 1956,
pg. 264), luego aclara: “Él sigñificañte debe coñcebirse como difereñte de la
sigñificacioé ñ. Se distiñgue por ño teñer eñ síé mismo uña sigñificacioé ñ propia”
(ibid, pg. 284) Obviameñte, lo que dice Lacañ ño emañcipa totalmeñte al
sigñificañte de su relacioé ñ coñ el sigñificado. Éñ su propuesta aué ñ existe la
sigñificacioé ñ, o sea, la articulacioé ñ de uño coñ el otro, pero lo que implicañ estos
eñuñciado de Lacañ es que, a difereñcia que eñ la liñguü íéstica, el sigñificañte, siñ la
ñecesidad del sigñificado, ya tieñe forma. ¡Ya estaé cortado! Él sigñificañte, siñ
ñecesidad de uña sigñificacioé ñ precisa ya hace sigño.

Siguieñdo esto, el esquema de Saussure cambia de la siguieñte mañera, cito a


Lacañ:

“ … [el ñivel superior] lo llamaremos provisioñalmeñte la masa señtimeñtal de


la corrieñte del discurso, masa coñfusa doñde apareceñ uñidades, islotes, uña
imageñ, uñ objeto, uñ señtimieñto, uñ grito, uñ llamado. És uñ coñtiñuo, mieñtras
que por debajo, el sigñificañte estaé ahíé como pura cadeña de discurso, sucesioé ñ
de palabras, donde nada es aislable” (ibid, pg. 373)

Él sigñificañte teñdraé su propia loé gica, cuya base diacroé ñica es la coñcateñacioé ñ,
esa “pura cadeña de discurso” evideñte cuañdo hablamos: una palabra tras de
otra. Éste seraé el priñcipio de la trama sigñificañte, su articulacioé ñ posicioñal seraé
su fuñdameñto. Se trata de uñ feñoé meño de desplazamieñto iñevitable, uñ
sigñificañte desplaza, es coñtiguo, a otro, su eé ñfasis cambia de uño a otro. Éste
desplazamieñto articulado seraé la base, el fuñdameñto irreductible de la red
sigñificañte, y precisameñte aquello de lo que depeñderaé la sigñificacioé ñ, o sea la
atribucioé ñ de sigñificado. És lo que Freud siempre eñfatizoé al hablar de la protoñ
pseudos histeé rica o de la sigñificacioé ñ ñaü chtraglich (eñ castellaño, de efecto
retardado).

Tomemos el tíétulo de esta poñeñcia como ejemplo. Si aññ ado otro


sigñificañte, a los ya articulados podreé cambiar su señtido. Por ejemplo, decir
“Sobre el sigñificañte padre”, coñvoca otra gama de sigñificacioé ñ.

Ademaé s si cambio el ordeñ de los sigñificañtes tambieé ñ afectareé la


sigñificacioé ñ de la frase. No es lo mismo decir “Sobre el sigñificañte” que “el
sigñificañte sobre”. La sigñificacioé ñ cambia radicalmeñte. Maé s aué ñ cuañdo el
sigñificañte, que ño sigñifica ñada, coñvoca abiertameñte a sus posibilidades de
sigñificacioé ñ. “Él sigñificañte sobre” ¿queé quiere decir? ¿Queé el sigñificañte estaé
sobre algo, lo que sigñificaríéa uña frase iñcompleta; o que el sigñificañte estaé de
maé s, o sea que sobra? ¿acaso sigñifica que me estoy refirieñdo a uñ sobre –
mañila o de carta- desigñaé ñdolo eñ su fuñcioé ñ como sigñificañte? ¡No hay forma
de saber¡ Él sigñificañte y su estructura iñtroduceñ el problema del
maleñteñdido, del cual ño hay salida ya que realmeñte ño existeñ síémbolo
ñaturales ñi coñveñcioñales, cada cual los apropia a su mañera. Éñ palabras de
Lacañ, ño soñ arbitrarios, siño sobredetermiñados.

És solo a partir de la creacioé ñ de lugares eñ la cadeña que se puede producir


uñ efecto de trañsfereñcia de sigñificados por la sustitucioé ñ de sigñificañtes. Por
ejemplo, es solo por los lugares que podraé ñ darle tañtos señtidos como puedañ a
la frase: “Mi vida de frijoles”. Por su posicioé ñ eñ la cadeña podraé ñ trañsferirle
sigñificado a frijoles y darle uñ efecto metafoé rico para que sigñifique: “Mi vida
coñsiste eñ muchas pequeññ as cosas”, “Vivo uña vida eñcapsulada”, “Mi vida
comestible”, “La comida es mi vida” etc. Éñ palabras de Lacañ: “La trañsfereñcia
de sigñificados, tañ eseñcial eñ la vida humaña, soé lo es posible debido a la
estructura del sigñificañte.” (2002, pg. 326)

Él sigñificañte determiña, coñ sus operacioñes, los feñoé meños del leñguaje,
operacioñes reducidas por Lacañ y Jakobsoñ a los mecañismo freudiaños de
desplazamieñto y coñdeñsacioé ñ; o como se coñoceñ eñ retoé rica: metoñimia y
metaé fora. És este fuñcioñamieñto del leñguaje, fuñdameñtado por el sigñificañte,
lo que eñcoñtramos cada vez que escuchamos o hablamos coñ otro. Siñ embargo,
hay algo que determiña al sigñificañte, eñ tañto siempre estaé ligado a otro, algo
muy particular: uñ campo.

Éste campo es el campo del Otro. Al hablar , como lo estoy hacieñdo yo ahora,
ño solameñte ños dirigimos a quieñes se eñcueñtrañ freñte a ñosotros, siño que
tambieé ñ ños dirigimos a otro. Uñ otro radical, el otro de la palabra, otro, eñ
palabras de Lacañ, Absoluto. Aquel que Lacañ desigña como Otro, que ño se
subsume a ñiñgué ñ persoñaje, siño que compete a uñ lugar, a uña ñecesidad loé gica
de la palabra. Toda la accioé ñ sigñificañte tomaraé lugar allíé, eñ este campo del
Otro, “recoñocido, pero ño coñocido”. És lo que me permite comprometerme coñ
ustedes y tomar a la palabra eñ su lugar. Me permite decirles: “Iñteñtareé eñ esta
ocasioé ñ decirles algo sobre el sigñificañte”, auñque ño teñga forma de garañtizar
que realmeñte les esteé dicieñdo algo, o que ustedes me esteé ñ escuchañdo. Éñ los
sigñificañtes que les dirijo, tomo a la palabra eñ su lugar, siñ darme cueñta me
afiañzo del Otro y le hablo a eé l, al mismo tiempo que les “iñteñtoé ” decir algo a
ustedes. Cada vez que hablo del sigñificañte, o coñ el sigñificañte,
iñevitablemeñte me eñcueñtro coñ ese Otro, que es correlato del sigñificañte, ño
por que le briñde su estructura, siño porque delimita su campo de operacioé ñ.

Ésto quiere decir que al abordar al sigñificañte, ademaé s de coñstatar la


estructura del ordeñ simboé lico, coñstatamos la estructura del sujeto eñ tañto que
ser del leñguaje. Cuañdo el sujeto se eñfreñta al sigñificañte y a su ordeñamieñto,
tambieé ñ lo hace coñ ese grañ Otro y a su des-coñocimieñto. Ésto provoca eñ el
sujeto ciertos eñigmas, priñcipalmeñte: ¿queé quiere de míé? O sea, ¿cuaé l es su
deseo?, y su correlato: ¿coé mo le respoñdo? Él recoñocimieñto del Otro, por medio
del sigñificañte, iñtroduce la dimeñsioé ñ del deseo como uñ eñigma. Él eñigma, al
igual que la preguñta, solo es posible mediañte el síémbolo, y solo eñcueñtra
respuesta eñ eé l. ¿Queé ocurre si a su ñivel ño se eñcueñtra esa respuesta? ¿Queé
ocurre cuañdo la estructura se eñcueñtra coñ aquello que la desborda, coñ sus
vicios? Hacia eso me quiero dirigir al hablarles del sigñificañte, hacia lo que ño se
dice, auñque eso hable: hacia la verdad.
Que la verdad hable ño sigñifica que la verdad sea dicha. Que el sujeto hable ño
quiere decir que el sujeto sea dicho. No es lo mismo eñuñciar que ser eñuñciado.
Siñ embargo, para vislumbrar lo que ño se dice hay que eñteñder lo que se dice y
sus efectos. Hemos dicho que el sigñificañte es el elemeñto de la estructura, pero
hemos evadido uña particularidad cualitativa del sigñificañte, por ño calificarla
de eñtrada como ontológica.

A difereñcia que para De Saussure, para Lacañ el sigñificañte ño es “la


represeñtacioé ñ que de eé l ños da el testimoñio de ñuestros señtidos”. Él
sigñificañte ya estaraé eñ el muñdo, como elemeñto discreto, discoñtiñuo, basado
eñ la oposicioé ñ coñ otros, ño como uñ correlato de la experieñcia. Al coñtrario,
seraé muy distiñto cualquier experieñcia. 3 Nuñca se ligaraé a la cosa real, ñi le
serviraé de íéñdice, se trata de otro registro coñ uños atributos y loé gica propia.
Precisameñte esto distiñguiraé al humaño, y su realidad.

Lacañ lo formula eñ su siguieñte tesis: “La realiteé est marqueé e d’embleé e de la


ñeañtisatioñ symbolique” (La realidad estaé marcada de entrada por el
añoñadamieñto simboé lico) (Ibid, pg. 214). Segué ñ eé l, si la realidad existe para el
sujeto es porque lo simboé lico tieñe uñ efecto iñmediato de añoñadamieñto sobre
lo real. Éste añoñadamieñto puede tomarse eñ distiñtos señtidos. Él primero y
maé s importañte, a mi eñteñder, es el de reducir a la nada, ¿queé ?... el ser. Él
síémbolo opera sobre lo real robaé ñdole su certeza y su ser, eñfreñtado al ser real
coñ el ser que le plañtea el síémbolo, o sea, el sigñificañte. Para Lacañ el
sigñificañte es “uñ ser que ño estaé eñ ñiñgué ñ lado” que aparece y desaparece,
pero eñ su auseñcia ño deja de ser. Se trata de uña dimeñsioé ñ oñtoloé gica
particular del registro simboé lico que afecta la cosa para el humaño. Él eñigmaé tico
ser del síémbolo se le preseñta al ser real del sujeto, robaé ñdole algo, dejañdo uña
marca, y coñ ella uña heñdidura (beé añce). Él síémbolo iñtroduce la preguñta por el
ser, y como toda preguñta busca su respuesta eñ su registro. ¿Queé pasa eñtoñces
cuañdo el sujeto, ser legal, simboé lico, ño eñcueñtra respuesta eñ la estructura? Si
su ser real, su carñe, ño puede eñtrar por completo a la loé gica del sigñificañte,

3
Él sol, eñ tañto sigñificañte, sera muy distiñto a la luz o el calor, o a cualquier
objeto que se eñcueñtre eñ eé l. Él sol sera coé digo sigñificañte eñ tañto se articula
como tal, coñ posibilidad de coññotar preseñcia o auseñcia de síé.
¿queé pasa coñ ese desfase del ser? Mi respuesta, hasta ahora, al eñigma: ¡Éso se
mueve!

Imagíéñeñse uñ muñdo coñ sigñificañtes perfectameñte estructurados y siñ que


ñada falte: ¿Acaso eso implica que hay que hablar? ¿Por queé ? ¿Queé se queríéa
decir? ¿Se podríéa decir aquello que se quiere decir? ¿Luego queé ? A mi eñteñder, la
estructura ño es suficieñte para hacerla fuñcioñar, hace falta algo maé s, algo maé s
allaé o maé s acaé que la poñga, y mañteñga, eñ movimieñto.

Se trata de la fuñcioé ñ de la falta, de aquello que coñstatamos gracias a la


estructura pero que ño se eñcueñtra eñ sus domiñios, siño como agujero.
Recordemos que para Freud lo ué ñico que puede poñer eñ movimieñto al
psiquismo es el deseo. Deseo que se sostieñe de la bué squeda del objeto origiñal,
perdido, que ñuñca estuvo ahíé doñde lo su-pusimos pero buscamos
iñcesañtemeñte eñ la realidad y/o eñ la deriva de las represeñtacioñes. Él deseo
ñecesita de la falta que lo cause, de esa peé rdida eñ fuñcioé ñ de auseñcia radical,
para asíé poder ser eñ la metoñimia de los sigñificañtes y hacer que eso se mueva.

La iñtroduccioé ñ del sigñificañte, y del Otro, operañ irremediablemeñte eñ el


sujeto, y eñ su cuerpo. Ésta operacioé ñ, de añoñadamieñto, deja algo fuera, que
operaraé desde eñtoñces como falta irreductible. Iñstaura uñ imposible – de decir,
de ser, de teñer- como ñué cleo del ser y, por tañto, del deseo, hacieé ñdolo, como
dice Freud, iñmortal. És mi lectura, que la verdad, esa que habla, pero que ño se
dice, la verdad sobre el deseo, ño del añhelo siño sobre su causa, es aquello que
ño se puede decir. Pero ño se puede decir, eñ la medida eñ que se habla, o sea, eñ
que algo síé se puede decir. Éñ lo real, por síé solo, ño hay verdad. Si ño se hablara
ño habríéa verdad, ñi sujeto. ¡Queé grañ leccioé ñ para todos los que trabajamos por
medio de la palabra!

És precisameñte el abordar la autoñomíéa sigñificañte y la existeñcia del Otro,


lo que distiñgue al psicoañaé lisis, eñ tañto sigue las eñseññ añzas de Freud. Al teñer
eñ cueñta los efectos de estructura, coñ sus ‘gaps’ y sus vicios, ños situamos eñ el
legado del maestro, eñ su abordaje del pathos humaño y su iñeé dita coñcepcioé ñ de
la coñdicioé ñ humaña. Seguir el legado de Freud implica, juñto coñ eé l uñ
compromiso coñ la verdad, y su acercamieñto asiñtoé tico por medio del
sigñificañte. És uñ compromiso eé tico coñ lo imposible y coñ la siñgularidad de
cada sujeto que ños aparta de la teñtacioé ñ de querer teñer como ñorte el señtido,
o peor aué ñ, querer impoñeé rselo a ñuestros pacieñtes.

Todo aquel que eñ la clíéñica trabaje por medio de la palabra ño podraé hacerse
de la vista larga de estas implicacioñes ya que si se sirve del sigñificañte tambieé ñ
eso se mueve eñ eé l. Éñ eé l la verdad habla, y ya ño podraé hacerse el sordo añte eso
que ño se dice y que le iñcumbe. Recoñocer el sigñificañte es, de eñtrada,
recoñocer el aé mbito de la eé tica y la respoñsabilidad subjetiva.

Asíé coñcluyo siñ añtes decir, que si algo puedo decir sobre el sigñificañte
siempre seraé poco y a la vez demasiado. No importa realmeñte que el sigñificañte
sobre, lo importañte es la falta que lo mueve, aquello iñefable que ños
compromete a cada cual cada vez que la experieñcia le recuerda su coñdicioé ñ
añoñadada dicieé ñdole, por medio de sigñificañtes: “tué derivas del leñguaje”.

Muchas Gracias.
Referencias

Lacañ, J. (2002) Él semiñario de Jacques Lacañ: Libros 3: Las psicosis 1955-1956.

1ed. 12 reimp. Paidoé s: Bueños Aires

Nietzsche, F. (2003) Genealogía de la moral. Mesta edicioñes: Éspaññ a

De Saussure, F. (1972) Curso de lingüística general. Aliañza Éditorial: Madrid.

Das könnte Ihnen auch gefallen