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Ahora bien, el 78% de las explotaciones agropecuarias destinadas a vid tienen menos de 25
hectáreas. El gran costo de inversión en máquinas y herramientas hace que solo puedan adquirirlas
aquellos productores que, por las escalas de trabajo, pueden amortizarlas en un tiempo razonable.
Por ello, es necesario pensar nuevas formas de organización del proceso de producción y de
vinculación entre los actores para que las innovaciones tecnológicas alcancen a la mayoría de los
viticultores. Como se sostuvo en los artículos anteriores, el problema no es qué se produce sino
cómo se produce.
b) Los productores cosechan en fechas similares, generándose competencia entre ellos para
conseguir trabajadores (lo que también aumenta el precio del jornal) y largas filas de
camiones en las bodegas provocando deterioro de la calidad de la uva.
Para superar estos problemas, los prestadores de servicios agrícolas que dispongan de tecnologías de
cosecha mecanizada o semi mecanizada (cosecha asistida con bins o carros) serían los nuevos actores
que habría que potenciar. Estos, como nexo entre la industria y los productores primarios podrían
facilitar el acceso a las tecnologías que permitan incrementar la productividad del trabajo.
Las principales ventajas para los viticultores serían reducir su capital de trabajo, porque no les haría
falta adquirir individualmente las maquinarias, y sus costos de cosecha, porque podrían acceder
ahora a las tecnologías que ahorran mano de obra. La industria por su parte, optimizaría la provisión
de materia prima con una mejora sustancial en la calidad, disminuiría sus costos operativos y lograría
una mejor trazabilidad de la uva.
Ahora bien, para que su modelo de negocios sea rentable, estas empresas deberían ofrecer otros
servicios a los viñateros (poda, control de plagas, etc.) y a otras agroindustrias (cosecha de aceitunas,
tomate, etc.) para lo cual podrían utilizar la misma estructura legal y administrativa, los mismos
trabajadores e incluso las mismas máquinas en algunos casos. Este modelo ampliamente difundido
en otros lugares del mundo y en otras agroindustrias del país facilitaría la calificación, formalización y
estabilidad del trabajador rural.
El servicio de cosecha que brindan incluye generalmente el traslado a bodega, frigorífico o secadero,
salvo algunas excepciones en la cosecha de uva de mesa y pasa.
Las cuadrillas que conforman tienen 24 personas en promedio. El 83% de los cuadrilleros suelen
encargarse del traslado de los trabajadores a la finca, aunque en general el pago del seguro de
accidentes de trabajo queda a cargo del productor.
Más del 60% de los entrevistados tienen experiencia en la utilización de cosecha asistida, pero no
poseen las máquinas y los otros elementos necesarios, salvo uno de los casos relevados. Es decir la
aplicación de los nuevos métodos hoy depende de que los productores, las bodegas (como ocurre en
algunas experiencias locales) o los municipios faciliten la tecnología al cuadrillero.
Un problema importante en la vendimia es la demora para el ingreso de los camiones en las bodegas,
que puede variar desde 1 hasta 30 horas según la fecha del año y las condiciones de organización y
tecnología de las empresas. Estos vehículos que utilizan los cuadrilleros son muy antiguos; el
promedio del modelo es 1976 en los casos relevados.
La buena noticia es que el 75% de los entrevistados dijeron que estaban dispuestos a conformar una
empresa de servicios agrícolas formal. Entonces se les preguntó por qué no lo habían hecho antes;
los principales motivos argumentados fueron: la falta de dedicación total a la actividad (el resto del
año tienen otras ocupaciones), los costos elevados que implica tener empleados registrados, la
dificultad de encontrar trabajadores con el perfil adecuado y dispuestos a la formalización, las trabas
burocráticas, la falta de asesoramiento y que la cosecha asistida que facilita el proceso es reciente.
También se indagó acerca de las motivaciones que tendrían para constituir ahora una empresa
prestadora de servicios formal. La respuesta más repetida fue que lo harían para ampliar ingresos,
pero también se expresaron otros motivos: darle trabajo a la gente, aprovechar sus conocimientos
de las tareas agrícolas, insertarse en la cosecha de otras agroindustrias, trabajar más tranquilos, etc.
Es necesario tener en cuenta el perfil social, productivo, técnico y organizacional de estos agentes
para motivar la creación de empresas de servicios agrícolas que utilicen tecnologías de cosecha
asistida o mecanizada, contraten trabajadores cumpliendo requisitos legales y puedan expandirse
hacia otras agroindustrias.
En la mayoría de los entrevistados, si bien las prácticas actuales están caracterizadas por la
informalidad y la utilización de métodos tradicionales de cosecha, existe una intención, no
concretada aún, de constituirse como empresarios prestadores de servicios que contraten
legalmente trabajadores, utilicen formas de cosecha mecanizada y cuenten con la maquinaria
correspondiente. Las políticas públicas pueden tener en cuenta esto para facilitar los procesos.
En el próximo artículo indagaremos más sobre las formas que pueden adoptar los prestadores de
servicios. Los mismos productores pueden compartir maquinarias, gestionarlas y emprender esta
tarea, reduciendo costos y generando una nueva fuente de ingresos. La innovación en el sector
requiere creatividad.
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Contacto: Juan Jesús Hernández (juan.j.hernandez@inta.gob.ar) y Sergio Vega Mayor
(vegamayor.sergio@inta.gob.ar)
Propuestas innovadoras IV Parte. Formas de organización para la innovación en la vitivinicultura y en otras
agroindustrias |Autores: Juan Jesús Hernández y Sergio Vega Mayor | Noviembre de 2017 | Cantidad de páginas: 4