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HUMÁNITAS.

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¿SIMÓN RODRÍGUEZ UN INTELECTUAL ORGÁNICO?

Nº 16, 2002, pp. 223-245

¿Simón Rodríguez un intelectual orgánico?


Apuntes en torno al aparente desfase entre la razonabilidad social
y la razonabilidad teórica de su proyecto político-educativo.
(1823-1849)

ZENAIDA GUÁNCHEZ DE MÉNDEZ


Escuela de Educación

RESUMEN
En este trabajo nos proponemos evaluar la congruencia del proyecto político
educativo de Simón Rodríguez con el «juego de intereses» de los sectores sociales
significativos (élite gobernante) presentes en las recién establecidas repúblicas sur
americanas particularmente en aquellas que sirvieron de escenario para la puesta
en práctica de su «plan educativo» (Bogotá 1823 / Bolivia 1825-1826), tomando
como base las tesis de Gramsci sobre el papel de los intelectuales, a objeto de arrojar
una cierta luz en la comprensión de la trascendencia histórica de la obra y la acción
de Simón Rodríguez.
Palabras clave: INTELECTUAL ORGÁNICO, RACIONALIDAD TEÓRICA Y SOCIAL , ÉLITE GOBER-
NANTE , SOCIALIZACIÓN POLÍTICA.

ABSTRACT
In this paper, we aim to evaluate the congruency between the political project in
education and the “conflicting interests” of relevant social sectors (governmental
elite) present in the South American rising republics, particularly in those becoming
scenarios for the setting up of Rodríguez’s educative plan (Bogotá 1823, Bolivia
1825-1826). For this work we take as a base the Gramsci thesis on the role of inte-
llectuals, in order to shed some light about the comprehension of historical trans-
cendence deserved for the work and action of Simón Rodríguez.
Key words: ORGANIC INTELLECTUAL, THEORETIC AND SOCIAL RATIONALITY, GOVERNMENTAL
ELITE, POLITICAL SOCIALISATION.

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CONSIDERACIONES PRELIMINARES
Si acaso podemos hablar de un ámbito dentro de la realidad en el cual
la mayoría de las veces, las intenciones o propósitos expresados a través de
discursos y/o acciones concretas entran en contradicción con los efectos o
consecuencias que dichos discursos y dichas acciones generan, ése es, sin
lugar a dudas, el de la política.
En efecto, si por un momento revisáramos la historia de la humani-
dad, podríamos encontrar numerosos casos en los que la acción política,
impulsada por las más loables intenciones, ha producido resultados que en
nada tienen que ver con el sentido originario de dicha acción política. Y, es
precisamente, con relación a este muy particular fenómeno de transmutación
que tiene lugar en el marco de la praxis política, que cobra sentido el
planteamiento de nuestro problema, como un intento por analizar las
consecuencias o efectos de las acciones político-educativas ejecutadas por
Simón Rodríguez desde 1823 a 1826 y su relación con las intenciones o
propósitos presentes en su discurso político social y, por ende, en su discurso
pedagógico desde 1828 hasta 1849. En lo que se ha calificado como el
resultado adverso de una empresa político-educativa de una singular
originalidad y que de acuerdo a sus principios resultaba procedente
con los procesos de institucionalización del régimen republicano que
para ese momento histórico, vivían las «Sociedades Americanas».
En la idea de alcanzar este objetivo, nos ha estimulado la lectura
de las reflexiones de Antonio Gramsci en torno al papel de los inte-
lectuales 1 ,2 , lectura que, además, de ser sumamente interesante y
problematizadora, nos ha suministrado algunos instrumentos con-
ceptuales básicos, a través de los cuales poder ensayar una perspectiva
de estudio y análisis de Rodríguez, donde se destaca su condición de inte-
lectual comprometido con la causa social. Perfilando así, un enfoque
interpretativo que nos sirva para redimensionar el significado y la
trascendencia histórica de nuestro autor.
De lo dicho hasta aquí, no debe inferirse que pretendemos desarrollar
1
GRAMSCI, Antonio Los Intelectuales y la Organización de la Cultura, Edit. Lautaro, Argentina,
1960. / La formación de los Intelectuales, Edit. Grijalbo, Colección 70, México, 1967.
2
Ver: «De la cuestión de los Intelectuales a la del Estado», en Christine Buci-Gluksmann,
Gramsci y el Estado, Edit. Siglo XXI, México, 1978, pp. 34-65.

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una interpretación gramsciana de Rodríguez, en el sentido ortodoxo de la


aplicación y uso de todas las categorías, conceptos, etc., siguiendo paso a
paso, la perspectiva de análisis del propio Gramsci; tan sólo se trata, como
ya lo expresáramos, del esbozo de un ensayo interpretativo, que no aspira a
ser concluyente y que presentamos a la consideración de todos aquellos
estudiosos de Simón Rodríguez.

I) SIMÓN RODRÍGUEZ FUNCIONARIO DE LA SUPERESTRUCTURA


(FUNCIONARIO DEL APARATO DE ESTADO)
De acuerdo a los planteamientos de Gramsci, la interrogante sobre
el carácter orgánico de las actividades de un intelectual, sólo puede ser
resuelta con base a la función que éste ejerce en el seno de la superestructura3 .
En el caso de Rodríguez, si bien es cierto, que sus acciones político-
educativas se inician en Bogotá en el año 1823 bajo la protección de
Santander, es concretamente, en Bolivia, en el año 1825, cuando Ro-
dríguez asume, en palabras de Gramsci, el papel de funcionario de la
superestructura. En efecto, el Libertador, el 11 de Diciembre de 1825,
promulga el reglamento donde crea la Dirección General de Ense-
ñanza Pública y designa a Simón Rodríguez como encargado de la
misma en la figura del Director, asignándole un conjunto de res-
ponsabilidades y atribuciones 4 . Ahora bien, en un primer momento,
el hecho simple del nombramiento como Director General de Enseñanza

3
Nos parece indispensable advertir, que si bien es cierto, que el objetivo político fundamental que
orientaba el trabajo teórico de Gramsci (1929/1935, Cuadernos de la Cárcel) era el de proporcionarle
una dirección intelectual y moral a la clase obrera (proletariado) con miras al surgimiento de un
nuevo tipo de intelectual, un intelectual ligado orgánicamente a esa clase social (y que a su vez
permitiera la hegemonía del proletariado), no menos cierto es, que la categoría de intelectual
orgánico tal y como fue construida (teórica y metodológicamente) por Gramsci, puede ser
aprovechada, en el sentido de explorar su versatilidad o sus múltiples posibilidades teóricas,
haciendo los ajustes correspondientes del caso, para analizar y estudiar el papel de los intelectuales
en cualquier momento histórico. Es por ello que nos hemos tomado la libertad de hacer uso de
dicha categoría en el caso de Rodríguez. Un intelectual que actuó en un contexto socio-histórico
totalmente diferente del contexto en el que actuaría ese nuevo intelectual de la clase obrera italiana
del período de entre guerras.
4
FERNÁNDEZ HERES, Rafael. «La Política Educativa del Presidente Antonio José de Sucre en Bolivia»,
en Revista Nacional de Cultura, Nº 297, CONAC / Casa de Bello, Caracas, 1995, p. 195.

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Pública, constituiría, a nuestro juicio, una clara evidencia para inferir el


carácter orgánico de la actividad que le tocó realizar a Rodríguez, sobre
todo si tomamos en cuenta lo esencial y decisiva que es la educación en un
régimen republicano5 y mucho más aun en el caso de Bolivia donde se
ensayaría, a modo de escenario sociopolítico, un nuevo modelo de
Constitución que tenía por norte la libertad civil y la igualdad6 . Por otra
parte, y sin dejar de lado la evidencia, agregaríamos los comentarios de
Rafael Fernández Heres a propósito de la promulgación del decreto del 11
de diciembre, donde destaca lo significativo de la función de Rodríguez:

«En este decreto el Libertador robustece política y administrativamente la


figura del Director General de Enseñanza Pública que además de dirigir los
asuntos propios del ramo, le atribuye responsabilidades sobre economía y sanidad.
Era, pues, Don Simón Rodríguez personaje muy importante en la organización
del nuevo Estado» 7 (Destacado nuestro).

Pero, aun así, nos preguntaríamos: ¿Bastaría la designación


como «funcionario de la superestructura» para garantizar él vínculo
orgánico entre el intelectual (Rodríguez) y la élite en el poder? ¿Qué
hay de la capacidad de compromiso del intelectual (Rodríguez) con
la actividad que le tocó realizar? En todo caso, y frente a estas
preguntas, el propio Rodríguez se encarga de manifestarnos el grado de
conciencia y de compromiso que tenía hacia la función que le había tocado

5
«En el régimen republicano es en el que se necesita de toda la eficacia de la educación (...) pues
solo a través de ella es posible enseñar la virtud política que es el amor a la patria y a la igualdad
(...) y esta virtud política es la que hace mover la república». (Montesquieu, El Espíritu de las
Leyes, Edit. Claridad, Argentina, 1971. pp. 47-49).
6
«Se han establecido las garantías más perfectas: la libertad civil es la verdadera libertad; las
demás son nominales, o de poca influencia con respecto a los ciudadanos. Se ha garantizado la
seguridad personal, que es el fin de la sociedad, y de la cual emanan las demás. En cuanto a la
propiedad, ella depende del código civil que vuestra sabiduría debiera componer luego, para
dicha de vuestros conciudadanos. He conservado intacta la ley de las leyes –la igualdad: sin ella
perecen todas las garantías, todos los derechos. A ella debemos hacer todos los sacrificios. A sus
pies he puesto, cubierta de humillación, a la infame esclavitud». (Simón Bolívar, «Mensaje al
Congreso de Bolivia. Proyecto de Constitución Boliviana», en Manuel Pérez Vila (compilador),
Doctrina del Libertador, Edit. Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1976, p. 238).
7
FERNÁNDEZ HERES, Rafael. Op. cit., p. 195.

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cumplir: «Yo era el brazo derecho del gobierno, (...), yo estaba encargado
de dar ideas, (...) yo me había ofrecido a concurrir con mis conocimientos
y con mi persona a la creación de un Estado»8 (Destacado nuestro). Con
esta afirmación, Rodríguez pone de manifiesto, no sólo su compromiso
político-ideológico, sino que también deja claramente establecida su función
en el seno de la superestructura. Pero, ¿cuál era la misión que Rodríguez
debía cumplir? Aunado a las ya conocidas responsabilidades de tipo
económico (minas y agricultura), sanidad, caminos públicos, etc., la misión
principal de Rodríguez consistía en ejecutar un proyecto político-educativo
o Plan de Educación Popular. Tarea ésta en la cual se perfilaba un claro
objetivo político-ideológico: lograr mediante la educación social, entendida
como proceso de socialización política, que:

«(...) la totalidad de los individuos que conformaban la sociedad tomaran


conciencia, a través de un proceso de internalización y de identificación con
los valores y las normas políticas propias del régimen republicano, de su
condición de ciudadanos. Vale decir, que tomaran conciencia de su condición
de sujetos políticos capaces y dispuestos a participar en pro de la cosa pública,
del bien común»9 .

Siguiendo el principio que caracteriza a una sociedad republicana10


y garantizando así el consenso necesario a toda legitimación del
poder. Visto así, nos parece lógico afirmar, que Rodríguez logró asumir,
con este plan, un compromiso en correspondencia con un objetivo socio-
político necesario a la legitimación del régimen republicano11 . Y, esta

8
Carta de Simón Rodríguez a Simón Bolívar, Oruro, 30 de Septiembre de 1827, en Simón Rodríguez,
Obras Completas. Tomo II, Ediciones del Congreso de la República, Caracas, 1988, p. 511.
9
GUÁNCHEZ DE MÉNDEZ, Zenaida. «Socialización Política y Legitimación del Régimen Republicano
en el pensamiento de Simón Rodríguez (1823-1849)», en Revista de Pedagogía, Volumen XIX-
Nº 53, Escuela de Educación, Facultad de Humanidades y Educación, Universidad Central de
Venezuela, Caracas, Enero-Marzo de 1998, p. 15.
10
«Sociedad Republicana es la que se compone de hombres íntimamente unidos, por un común
sentir de lo que conviene a todos –viendo cada uno en lo que hace por conveniencia propia, una
parte de la conveniencia general». (Simón Rodríguez, «Sociedades Americanas», en Obras
Completas. Tomo I, Ediciones del Congreso de la República, Caracas, 1988, pp. 381-382).

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responsabilidad, entendida desde la óptica gramsciana, quedaría definida


como la de agente organizador y administrador de un sector importante del
aparato de Estado (aparato ideológico de Estado / La Escuela) propicia
para la difusión de «la ideología política del régimen republicano».

II) SIMÓN RODRÍGUEZ: IDEÓLOGO DEL PROYECTO POLÍTICO EDUCATIVO O PLAN


DE EDUCACIÓN POPULAR

«El Plan» (proyecto político-educativo) a desarrollar por Rodríguez


era, en primer lugar, el resultado de un proceso de reflexión de largos años12 ,
y en segundo lugar, el único motivo que justificaba su regreso a América:

«Yo dejé la Europa, (donde había vivido veinte años seguidos) por venir a encontrarme
con Bolívar; no para que me protegiese, sino para que hiciese valer mis ideas a favor
de la causa. Estas ideas eran (y serán siempre) emprender una educación popular,
para dar ser a la República imaginaria que rueda en los libros, y en los Congresos»13
(Destacado nuestro).

Ciertamente, Rodríguez estaba ganado para consolidar, a través


del proyecto de educación popular, el proceso iniciado por la gesta
emancipadora, pero, no obstante, cuando se propone establecer
contacto con Bolívar no lo hace, para persuadirlo de las bondades
de un plan de carácter voluntarista y como tal arbitrario, o en pa-
labras de Gramsci: no lo hace, para inducirlo a desarrollar un plan,
estructurado sobre la base de «pequeños caprichos individuales», sino que
por el contrario, el interés de aliarse con Bolívar responde, al conven-
cimiento de que:

«Sólo Bolívar puede dar a mis ideas su verdadero valor, (...), porque nos gobier-

11
Guánchez de Méndez Ver Zenaida. Op. cit.
12
«...mis borradores sobre la Instrucción Pública tuvieron principio a fines del siglo pasado,
en Europa, donde viví enseñando por espacio de muchos años» (Simón Rodríguez, «Luces
y Virtudes Sociales», en Obras Completas. Tomo II, Ediciones del Congreso de la República,
Caracas, 1988, p. 68).
13
Carta de Simón Rodríguez al general Otero, Lima, 1º de Marzo 1832, en Simón Rodríguez,
Obras Completas. Tomo II, Ediciones del Congreso de la República, Caracas, 1988, p. 516.

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nan las mismas ideas (...) porque nuestros humores, sentidos e ideas dirigen nuestras
acciones al mismo fin (...) Que Ud. (Bolívar) haya abrazado una profesión y yo otra,
hace una diferencia de ejercicio...no de obra»14 (Destacado nuestro).

No hay duda, pues, acerca de la razón y el sentido de la relación,


llamémosla, estratégica de Rodríguez con Bolívar. Y, es en ese orden
de ideas, que debemos visualizar y comprender el objetivo de su
asociación. Pues, si bien es cierto, que el encuentro de Rodríguez
con Bolívar en Perú y el largo recorrido que hicieron juntos hasta
Bolivia, sirvió para estrechar aún más los lazos de afecto y amistad
que existía entre ellos, no menos cierto, es que ésta fue, igualmente,
una ocasión para compartir y reafirmar los principios políticos e ideológicos
que ambos profesaban, para discutir e intercambiar impresiones acerca del
futuro político de las «sociedades americanas», así como también, para dise-
ñar conjuntamente proyectos que consolidaran a las nacientes repúblicas.
Tal y como se desprende de los comentarios formulados por Rodrí-
guez en carta a José Ignacio París:

«Después de algunos días, subimos al Alto Perú, donde pasamos el resto del año. Y dispusimos
la grande empresa de la Educación Popular. A mi propuesta y autorizado por sus decretos, se creó un
fondo de 15 millones de $ para con sus réditos, al 5 por ciento ($ 750 mil anuales) empezar la
obra magna de la Libertad Civil. Obra en que los antiguos no pensaron, de la que los americanos
hablan, sin pensar en lo que dicen; y con cuyo nombre respaldan las mismas injusticias que alegaron
para pelear por su Independencia Política»15 (Destacado nuestro).

De modo pues que no fue por simple amistad, que Bolívar tomó
la determinación de responsabilizar a Rodríguez de la ejecución del
plan o proyecto de educación popular. La decisión respondió fun-
damentalmente a razones de orden político, dentro de las cuales, la más
urgente era la de hacer real y efectivo el régimen republicano en la Amé-
rica Meridional. En efecto, Bolívar aceptó ensayar el plan de educación
popular en Bolivia, pues, consideraba que había encontrado una vía
idónea16 , a través de la cual desarrollar un proceso de aprendizaje político
14
Carta de Simón Rodríguez a Simón Bolívar, Oruro, 30 de Septiembre de 1827, en Simón Rodríguez,
Op. cit. p. 510.
15
Carta de Simón Rodríguez a José Ignacio París, Latacunga, 6 de enero de 1846, en Simón
Rodríguez, Op. cit., p. 533.

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que favoreciera la transición del antiguo régimen (régimen monárquico) al


régimen republicano; vale decir, la transición de súbditos a ciudadanos;
superando con ello, una de las más graves limitaciones que a juicio de
Bolívar atentaban contra la estabilidad y por ende contra el futuro de las
repúblicas:

«Generalmente hablando todavía nuestros conciudadanos no se hallan en aptitud


de ejercer por sí mismos y ampliamente sus derechos; porque carecen de las virtudes
políticas que caracterizan al verdadero republicano: virtudes que no se adquieren
en los Gobiernos absolutos, en donde se desconocen los derechos y los deberes
del ciudadano»17. «Los americanos han subido de repente y sin los conocimientos
previos; y, lo que es más sensible, sin la práctica de los negocios públicos, a representar
en la escena del mundo las eminentes dignidades de legisladores, magistra-
dos, administradores del erario, diplomáticos, generales, y cuantas autori-
dades supremas y subalternas forman la jerarquía de un estado organizado
con regularidad»18 . «Cuanto más pienso en esto, tanto más me convenzo de
que ni la libertad, ni las leyes, ni la más brillante ilustración nos harán hombres
morigenos, y mucho menos republicanos y verdaderamente patriotas. (...), por nuestras
venas no corre sangre sino el vicio mezclado con el miedo y el error. ¡Qué tales ele-
mentos cívicos!»19 (Destacado nuestro).

Bolívar, muy bien pudo haber concluido estas consideraciones,


formulándose la misma pregunta que se hacía Rodríguez: «¿Y con quién se
harán las repúblicas?»20 , Y, respondérsela en los mismos términos,
utilizados por su maestro: «...aquí se van a hacer repúblicas sin
ciudadanos» 21 . Diremos entonces, que es en el proyecto de Rodrí-
16
Recordemos que ya Bolívar había intentado una salida al problema con su Proyecto del Poder
Moral, anexo a la Constitución de 1819, sin éxito alguno. Pues, como le comentaba a Guillermo
White: «...yo tengo muy poca confianza en la moral de nuestros ciudadanos y (...) sin moral no
puede haber gobierno libre» (Carta de Simón Bolívar a Guillermo White. San Cristóbal, Mayo de
1820, en Manuel Pérez Vila (compilador) Doctrina del Libertador, Edit. Biblioteca Ayacucho,
Caracas, 1976, p. 150)
17
Simón Bolívar «Memoria Dirigida a los Ciudadanos de La Nueva Granada» (Manifiesto de
Cartagena). 15 de Diciembre de 1812, en Germán Carrera Damas, (compilador). Simón Bolívar
Fundamental II. Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 1993, p. 16.
18
Carta de Simón Bolívar a Henry Cullen. Kingston, 6 de Septiembre de 1815. (Contestación
de un Americano Meridional a un Caballero de esta Isla. / Carta De Jamaica), en Germán
Carrera Damas (compilador). Simón Bolívar Fundamental I. Monte Ávila Editores
Latinoamericana, Caracas, 1993, p. 103.
19
Carta de Simón Bolívar al General Francisco de Paula Santander». El Rosario, 1º de Junio
de 1820, Ibídem, p. 170.

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guez donde Bolívar logra vislumbrar una propuesta concreta de acción


político-educativa, dirigida a consolidar el futuro del régimen republicano.
Esta propuesta de acción se estructuraba sobre la base de un sistema de
principios políticos, de los cuales vale la pena señalar algunos de los
referidos al origen del poder político y al ejercicio de la soberanía. De los
relativos al origen del poder político elegimos el siguiente: Si la raíz última
del poder político en un régimen republicano reside en el pueblo: «Nada
importa tanto como tener pueblo, formarlo debe ser la única ocupación de
los que se apersonan por la causa social»22 . Y en cuanto a los que
conciernen al ejercicio de la soberanía seleccionamos la siguiente muestra:

«El gobierno republicano es protector de las Luces Sociales, porque sus instituidores
saben que sin luces no hay virtudes. (...) Piénsese en las cualidades que constituyen
la sociabilidad, y se verá que, los hombres deben prepararse al goce de la ciudadanía,
con 4 especies de conocimientos: por consiguiente, que han de recibir 4 especies de
instrucción en su 1ª y 2ª edad: Instrucción social para hacer una nación prudente,
Instrucción corporal para hacerla fuerte, Instrucción técnica para hacerla experta,
Instrucción científica para hacerla pensadora»23 . «El fundamento del sistema
republicano está en la opinión del pueblo y ésta no se forma sino instruyéndolo»24 .
«Nadie hace bien lo que no sabe, por consiguiente nunca se hará república con gente
ignorante» 25 . «Saber sus obligaciones sociales es el primer deber de un
republicano»26 .
Es innegable, pues, que los principios políticos con base a los cuales
se estructuraba el plan de Rodríguez, se encontraban en correspondencia
con los principios políticos que profesaba El Libertador, y éstos en definitiva,
respondían al paradigma político liberal de carácter republicano e ilustrado,
el cual constituía uno de los paradigmas fundamentales del siglo XIX y
comienzos del XX no solamente en Europa, sino también en América Latina,

20
RODRÍGUEZ, Simón. «Sociedades Americanas», en Obras Completas. Tomo I, Ediciones del
Congreso, Caracas, 1988, p. 286.
21
Idem.
22
RODRÍGUEZ, Simón. «Sociedades Americanas», Op. cit., p. 283.
23
RODRÍGUEZ, Simón. «Luces y Virtudes Sociales», en Obras Completas. Tomo II, Ediciones del
Congreso de la República, Caracas, 1988, pp. 129-130.
24
RODRÍGUEZ, Simón. «Defensa a Bolívar», en Obras Completas. Tomo II, 1988, Ediciones del
Congreso de la República, Caracas, 1988, p. 342.
25
Ibídem, p. 343.
26
RODRÍGUEZ, Simón (1828). «Sociedades Americanas», Op. cit., p. 283.

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básicamente, durante el primer cuarto del siglo XIX, cuando se estaban


estableciendo las nuevas naciones y los llamados proyectos nacionales27.
Este hecho, significaba que el plan de Rodríguez era razonable, teó-
ricamente hablando, vale decir, que sus ideas en torno a la educación en
un régimen republicano eran afines con el paradigma político vigente,
con los principios políticos y sociales proclamados por la élite en el poder.
Tan es así, que:

«La Diputación permanente el 9 de noviembre de 1825 luego de conocer acerca


del plan de educación de Simón Rodríguez, decide que se le pase una nota al
Señor Libertador, significándole cuán satisfactorio le era el proyecto indicado;
(...) y después de dar las gracias a S.E. el Libertador por el esmero con que
procura nuestro bien, se le suplicase tenga a bien ordenar cuanto antes se ponga
en planta dicho plan de educación, destinando al efecto los fondos que creyese
más conveniente»28 (Destacado nuestro).

Una prueba mayor de aceptación y de receptividad, del pro-


yecto de Rodríguez, por parte de la élite gobernante, resultaría im-
posible de pedir.
III)SIMÓN RODRÍGUEZ EN SU PAPEL DE DIRECTOR GENERAL DE ENSEÑANZA
PÚBLICA (EJECUCIÓN DEL PLAN O PROYECTO POLÍTICO-EDUCATIVO)

«El plan de educación popular, de destinación a ejercicios útiles,


de aspiración fundada a la propiedad, lo mandó a ejecutar Bolívar
en Chuquisaca»29 . A los efectos, se establecieron las bases jurídicas, en
cuatro decretos promulgados por El Libertador el día 11 de Diciembre

27
«Desde el surgimiento de la idea misma de nación, ocurrido durante el siglo XIX, de lo que
algunos, a partir de un concepto, han llamado proyectos nacionales, ha sido en torno a la
continuidad o discontinuidad con el legado republicano que nuestras historias se han jugado
la viabilidad económica de todos o casi todos los futuros nacionales imaginados y ensa-
yados hasta el presente entre nosotros. De manera más o menos general esos proyectos
nacionales fueron concebidos en relación estrecha con la idea de libertad del republicanismo
como un modo de pensar el espacio, el tiempo, la estructura institucional y el sentido
moral de lo político» (Luis Castro Leiva, «Intenciones Liberales», en Ryan, Dunn, y otros:
El Liberalismo como Problema. Monte Ávila Editores, Caracas, 1992, p.72).
28
LECUNA, Vicente. Documentos Referentes a la Creación de Bolivia. Tomo I. Comisión Nacional
del Bicentenario del Gran Mariscal Sucre, 1795-1995, Caracas, 1995, p. 409. Citado por
Rafael Fernández Heres. Op. cit., pp. 194-195.

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de 1825. Dos de ellos estaban referidos a la forma de financiamiento que


se utilizaría para el plan de educación popular y los otros dos recogían los
principios rectores de dicho plan. En el decreto fundamental, quedaba
claramente expuesta la política del gobierno en materia educativa, a través
de los considerandos:

«1º Que el primer deber del gobierno es dar educación al pueblo. 2º Que esta
educación debe ser uniforme y general. 3º Que los establecimientos de este
género deben ponerse de acuerdo con las leyes del Estado. 4º Que la salud de
una República depende de la moral que por la educación adquieren los
ciudadanos en su infancia»30 .

Y en el segundo de los decretos, donde se establecían los princi-


pios políticos sobre los cuales se montaría la ejecución del plan, se
mandaba a recoger y dar educación a los niños huérfanos31 . Resulta
innecesario decir, que consecuente con su condición de funcionario del
Estado y siguiendo con apasionada fidelidad los principios republicanos con-
tenidos en los decretos, Rodríguez emprendió su gran obra. Sin embargo,
se hace imprescindible recordar, en primer lugar, que este plan de
educación popular respondía a una necesidad política vital para el
sostenimiento de la República: la existencia de ciudadanos. Es por
ello que la educación debía incorporar a todos sin excepción, porque todos
los bolivianos debían adquirir la condición de ciudadanos. De ahí la im-
portancia de la educación y las virtudes cívicas para que todos los
bolivianos sin excepción se transformaran en sujetos políticos aptos
para la vida republicana. Y en segundo lugar, tampoco podemos ol-
vidar, la concepción de ciudadanía política sobre la cual se monta

29
RODRÍGUEZ, Simón. «Defensa de Bolívar». Op. cit., p. 356.
30
BOLÍVAR, Simón. «Decreto del 11 de diciembre de 1825» (Educación General), en Manuel Pérez
Vila Doctrina del Libertador. Edit. Biblioteca Ayacucho, Caracas. 1976, p. 208.
31
«Los considerandos del decreto son: 1º Que una gran parte de los males de que adolece la
sociedad, provienen del abandono en que se crían muchos individuos, por haber perdido
en su infancia el apoyo de sus padres. 2º Que para ocurrir a esta necesidad el gobierno debe
adoptar estos huérfanos. 3º Que por decreto de este día se ha ordenado el establecimiento de
las escuelas primarias en cada ciudad capital de departamento, como escuela madre para
todos los demás lugares de la República». (Simón Bolívar, «Decreto del 11 de Diciembre de
1825» (Educación Huérfanos). Ibídem. p. 211) (Destacado nuestro).

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este plan de educación, una concepción de ciudadanía en la que se había


eliminado la condición de propietario (bienes raíces u otros bienes)32 . De
modo, pues, que para la incorporación plena a la vida ciudadana, de la gran
masa de individuos social y políticamente desarraigados (pardos, mulatos,
indios, etc.), el plan de educación popular incluía la preparación para el trabajo,
definida como actividades destinadas a ejercicios útiles y aspiración fundada
a la propiedad. Con lo cual este plan no estaba haciendo otra cosa más que
responder a las condiciones que debían cumplir los bolivianos para el ejercicio
del poder público, tal y como éstas se encontraban establecidas en la Cons-
titución de Bolivia de 1826. Ciertamente, con la ejecución de este plan se les
enseñaría a leer y escribir, igualmente se les enseñaría un oficio y así se
convertirían en ciudadanos, vale decir, que estarían capacitados «…para
representar la augusta función del soberano»33 .
En todo caso, el trabajo de Rodríguez se caracterizó por dar
prioridad al decreto mediante el cual se mandaba a recoger y dar
educación a los niños huérfanos; pues, de acuerdo a su contenido,
Bolívar había expedido.

«…un decreto para que se recogiesen los niños pobres de ambos sexos... no en
Casas de misericordia a hilar por cuenta del estado, no en Conventos a rogar a Dios
por sus bienhechores, no en Cárceles a purgar la miseria o los vicios de sus padres,
no en Hospicios, a pasar sus primeros años aprendiendo a servir, para merecer la
preferencia de ser vendidos, a los que buscan criados fieles o esposas inocentes. (...)
Los niños se habían de recoger en casas cómodas y aseadas con piezas destinadas
a talleres, y estos surtidos de instrumentos, y dirigidos por buenos maestros. Los
varones debían aprender los tres oficios principales, Albañilería, Carpintería y
32
«Artículo 13. Para ser ciudadano es necesario: 1) Ser Boliviano. 2) Ser casado, o mayor de años.
3) Saber leer y escribir. 4) Tener algún empleo o industria; o profesar alguna ciencia o arte, sin
sujeción a otro en clase de sirviente doméstico» (Simón Bolívar, «Proyecto de Constitución para
la República Boliviana», 1826, en Pensamiento Político de la Emancipación Venezolana.
Compilador Pedro Grases, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1988, p. 332).
33
Tal y como lo expresara Bolívar en su Mensaje al Congreso de Bolivia: «No se exigen sino
capacidades, ni se necesita de poseer bienes, para representar la augusta función del Soberano; mas
debe saber escribir sus votaciones, firmar su nombre, y leer las leyes. Ha de profesar una
ciencia, o un arte que le asegure un alimento honesto. No se le ponen otras exclusiones
que las del crimen, de la ociosidad, y de la ignorancia absoluta. Saber y honradez, no dinero,
es lo que requiere el ejercicio del Poder Público». (Simón Bolívar: «Mensaje al Congreso de
Bolivia», 25 de mayo de 1826, en Pensamiento Político de la Emancipación Venezolana.
Compilador Pedro Grases. Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1988, p. 363)

234
HUMÁNITAS. Portal temático en Humanidades

¿SIMÓN RODRÍGUEZ UN INTELECTUAL ORGÁNICO?

Herrería, (...) Las hembras aprender los oficios propios de su sexo,(...) Todos debían
estar decentemente alojados, vestidos, alimentados, curados y recibir instrucción
moral, social y religiosa. Tenían, fuera de los maestros de cada oficio, agentes que
cuidaban de sus personas y velaban sobre su conducta,...»34 (Destacado nuestro).

El primer establecimiento para la puesta en práctica del nuevo plan


abrió sus puertas en Chuquisaca, en el mes de Enero de 1826, bajo el nombre
de Casa de Artes Manuales:

«…en menos de cuatro meses reunió la casa de Chuquisaca más de 200 niños,
cerca de 50 pobres, y 20 jóvenes de diferentes partes que aprendían para
propagar la instrucción en otras ciudades. A la salida del Director para Co-
chabanba, dejó una lista de cerca de 700 niños pretendientes a los primeros
lugares que se diesen»35 .

No obstante, la puesta en marcha del proyecto de educación


popular, no obtuvo la misma receptividad, ni el mismo apoyo que
manifestara la Diputación permanente. Por el contrario, estuvo sig-
nada por una multiplicidad de conflictos de intereses, esencialmente
de tipo político y económico. Dificultando en extremo el desempeño
de Rodríguez, y como consecuencia lógica, la concreción del plan.
Desde el momento en el que Rodríguez deja Chuquisaca para diri-
girse a Cochabamba, a objeto de continuar su labor, se agudizaron,
aún más, los conflictos, al punto de que el gobierno, por orden de su
presidente, el Gran Mariscal Antonio José de Sucre, terminó cerrando
el establecimiento de Chuquisaca, con base a informes suministrados
por un abogado chuquisaqueño, Mariano Enrique Calvo (prefecto) y por
un sacerdote, el Dr. Manuel Mariano Centeno. Igualmente, el gobierno
decidió limitar el desarrollo de la experiencia únicamente a Cochabamba,
obviando los otros departamentos, por recomendaciones de José Manuel
James y Facundo Infante36 . Desconociendo con estas medidas lo que había
dispuesto Bolívar. Sería muy largo entrar en los detalles, de los informes
que se levantaron en contra de Rodríguez37 , así como también, en las cartas

34
RODRÍGUEZ, Simón. «Defensa de Bolívar». Op. cit., p. 356.
35
Ibídem, p. 357.

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ZENAIDA GUÁNCHEZ DE MÉNDEZ

de Sucre al Libertador38 . En resumidas cuentas, este ensayo político-


educativo apenas alcanzó los seis meses de vida, y el 10 de Julio de 1826,
Rodríguez presentó su renuncia. Podríamos concluir, señalando los tres
momentos trascendentales del plan, utilizando las mismas palabras de
Rodríguez: Éste fue un plan «...propuesto por el autor en Bolivia a fines
del año 25, adoptado y mandado poner en práctica por Bolívar y desaprobado
por el Mariscal Sucre, siendo presidente»39 .

IV) SIMÓN RODRÍGUEZ CONSEJERO POLÍTICO DE LA ÉLITE EN EL PODER

Volviendo sobre la línea interpretativa de Gramsci, observamos


que un intelectual orgánico es aquel que ejerce la dirección ideológica y
política de la clase social que representa, a objeto de que ésta tome conciencia,
en tanto que clase en el poder, del papel que le toca cumplir no sólo en el
plano económico sino también en el plano político y social. Bajo este ángulo,
el discurso político de Rodríguez, construido sobre la base de un
análisis de la realidad socio-política de las nacientes repúblicas de
la América meridional, estaba dirigido a estimular la reflexión y a
mover a la acción a la élite dirigente. Respetando el estilo tradicional
de los consejeros políticos. Vale decir, que las recomendaciones y las
críticas formuladas por Rodríguez partían del reconocimiento del elemento
fundamental en la política: la existencia de gobernantes y de gobernados.
Y en función de este reconocimiento, proponía el modo más eficaz de
gobernar (gobierno republicano) y en consecuencia, el de cómo instruir a
los gobernantes en el arte del gobierno. En este sentido, las recomendaciones
y las críticas de Rodríguez giran en torno a dos aspectos esenciales a la
praxis política: la gobernabilidad y la legitimidad40 . No vamos a entrar a
desarrollar todo lo relacionado a estos dos aspectos, ya que ello nos desviaría
36
Ver: Capítulo VI. Innovación Educativa y Social, en William Lee Lofstrom La Presidencia de
Sucre en Bolivia. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Colección Estudios,
Monografías y Ensayos, Nº 91, Caracas, 1987, pp. 235-308.
37
Idem.
38
Idem. (Igualmente, se puede revisar el trabajo de Rafael Fernández Heres, Op. cit., pp.
205-208).
39
RODRÍGUEZ, Simón. «Luces y virtudes Sociales». Op. cit., p. 112.

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¿SIMÓN RODRÍGUEZ UN INTELECTUAL ORGÁNICO?

del objetivo de este ensayo; en todo caso, nos limitaremos a destacar algunas
de las recomendaciones y de las críticas con las cuales Rodríguez intentaba
orientar la acción de aquellos que pretendían gobernar en las nacientes
repúblicas. Un primer punto a considerar, antes de entrar directamente en
las recomendaciones, sería la relación entre régimen y gobierno. Si las
«Sociedades Americanas» habían escogido el régimen republicano liberal
como el modelo más idóneo para organizar su vida política, este hecho
implicaba, necesariamente, que el establecimiento, la organización y la
acción de los respectivos gobiernos nacionales, así como la elección y diseño
de las políticas, estaría limitada o condicionada por la propia estructura del
régimen republicano. Y uno de los principales requisitos que este régimen
impone, es la presencia de un pueblo (ciudadanos), dado que el origen y el
ejercicio real del poder político en un régimen de este tipo residen en el
pueblo. ¿Cómo establecer un gobierno en el marco de un régimen
republicano si éste no es la expresión de la voluntad de la mayoría? En el
caso de las sociedades americanas Rodríguez les advierte que: «No se llamen
republicanas, porque no lo son y no lo son porque no hay pueblo»41 . La no
existencia de pueblo en las nacientes repúblicas constituía un grave
problema que afectaba los procesos de gobernabilidad y legitimidad del
propio régimen. La única opción posible, era formar el pueblo a través de
la educación. Capacitarlo para el ejercicio del gobierno republicano. De
ahí que el primer llamado de atención que hace Rodríguez a esa minoría
que aspiraba a conducir los destinos de las nuevas naciones, sea para que
tomen conciencia de su rol o papel de dirigentes, bajo los principios
esenciales de un régimen republicano:

«El arte de gobernar se divide en dos partes: 1ª Formar hombres sociables por me-
dio de una buena moral. 2ª Destinarlos a la obra social y dirigirlos en la acción»42 .
«El gobierno debe ser maestro y para formar el pueblo a la república necesita cuando
más cinco años»43 (Descatado nuestro).

40
Ver: «Socialización Política y Legitimación del Régimen Republicano», en «El pensamiento de
Simón Rodríguez», (1823-1849), de Zenaida Guánchez de Méndez.
41
RODRÍGUEZ, Simón. «Luces y Virtudes Sociales». Op. cit., p. 183.

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ZENAIDA GUÁNCHEZ DE MÉNDEZ

Es evidente el interés de Rodríguez para hacer comprender a la élite


gobernante, la importancia de la educación en el régimen republicano. Así
como también su significado como proceso a través del cual se garantiza la
consolidación y reproducción del régimen: «El dogma de la vida social
es... estar continuamente haciendo la sociedad, sin esperanza de acabarla,
porque con cada hombre que nace, hay que empezar el mismo trabajo»44 .
Una de las recomendaciones que Rodríguez presenta a la élite para enfrentar
los problemas de gobernabilidad es la instrucción. Sólo en la medida en
que instruyan se podrá lograr una interacción efectiva entre la autoridad y
el pueblo, manifestada a través del respaldo ciudadano a las medidas o
providencias del gobierno:

«Si el que ha de obedecer no penetra el espíritu del precepto: cumple mal con él si
es dócil, lo elude si es reacio, tergiversa el sentido si es sofista, intriga para
anularlo si es envidioso, o lo quebranta abiertamente si es atrevido. Ojalá
todos los que mandan estuvieran convencidos de estas verdades. La confianza
pública se gana por el buen éxito de las providencias –el éxito depende de la
voluntad del que obedece– y sólo instruyendo se forma la voluntad. Con decretos no
se instruyen los pueblos...»45 (Destacado nuestro).
No menos importante resulta ser la relación entre el proceso de
educación y el proceso de legitimación del régimen. Al respecto Rodríguez
les propone, que sólo educando (transmisión de los valores y principios
políticos e ideológicos) se puede lograr la libre adhesión –sin el uso del
factor fuerza– al sistema político o dicho en otros términos, la obediencia
de las masas:

«A los presidentes toca(...) la propagación de las luces y de las virtudes republicanas...46


La misión de un gobernante liberal... liberal, se entiende... es cuidar de todos
los hombres, en la infancia... de todos... de TODOS, sin excepción, para que cuiden
de sí mismos después, y cuiden de su gobierno»47 (Destacado nuestro).

42
RODRÍGUEZ, Simón. «Sociedades americanas». Op. cit., p. 289.
43
RODRÍGUEZ, Simón. «Defensa de Bolívar». Op. cit., p. 329.
44
RODRÍGUEZ, Simón. «Crítica de las Providencias del Gobierno», en Obras Completas. Tomo II,
Ediciones del Congreso de la República, Caracas, 1988, p. 418.
45
Ibídem, p. 420.

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¿SIMÓN RODRÍGUEZ UN INTELECTUAL ORGÁNICO?

Otras de las recomendaciones que vale la pena traer a colación son


las referidas al aprendizaje político, al que debía someterse por igual, tanto
la élite, como el pueblo, para favorecer el proceso de transición de súbditos
a ciudadanos:

«En otro tiempo podían quedarse millones de hombres, en una absoluta ig-
norancia de las cosas públicas, podían no saber lo que era la moral, y vivir,
hasta cierto punto, bien podían no entender nada de economía, y comerciar,
gobernar sus negocios y los ajenos, y hasta llegar a ser ministros de indias sin
cometer yerros de cuenta, las consecuencias no podían ser fatales. En el día es
menester saber un poco más de todo esto, e ir adelantando medios, como se adelanta
en obligaciones: estos medios son los conocimientos sociales. (Cosa en que no se ha
debido pensar hasta aquí) Todos los han de tener: por consiguiente los gobiernos
deben proporcionar generalmente los medios de adquirirlos y pensar mucho en los
modos de estos medios»48 (Destacado nuestro).

Por último, presentamos otra llamada de atención de Rodríguez


a los gobernantes, a objeto de que reflexionaran sobre su condición
de clase dirigente en un régimen republicano: «Si la Clase Influyente
no aconseja, si no enseña, si no dirige, usurpa los respetos que se le tributan
como consejera, maestra, o directora»49 . «Persuádanse los Jefes del pueblo
que nada conseguirán si no instruyen»50 . Es evidente que Rodríguez quiso
poner al servicio de la élite en el poder su aguda capacidad de análisis y sus
conocimientos para apoyar el proceso de transición (proceso de aprendizaje
político) del antiguo régimen (monarquía) al régimen republicano.

V ) LA RAZONABILIDAD TEÓRICA Y LA RAZONABILIDAD SOCIAL


DEL PROYECTO POLÍTICO EDUCATIVO DE SIMÓN RODRÍGUEZ

El proyecto político educativo propuesto por Rodríguez logró


materializarse en dos experiencias concretas. La primera de ellas en
Bogotá (1823) con la Casa de Industria Pública y la segunda, en Chu-
quisaca-Bolivia (1825-1826) con la Casa de Artes Manuales. Estas nue-
46
RODRÍGUEZ, Simón. «Luces y Virtudes Sociales». Op. cit., pp. 172-173.
47
RODRÍGUEZ, Simón. (1828). «Sociedades Americanas». Op. cit., p. 333.
48
RODRÍGUEZ, Simón. «Luces y Virtudes Sociales». Op. cit., pp. 108-109.
49
RODRÍGUEZ, Simón. «Críticas de las Providencias del Gobierno». Op. cit., p. 411.

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HUMÁNITAS. Portal temático en Humanidades

ZENAIDA GUÁNCHEZ DE MÉNDEZ

vas experiencias educativas, aunque resulte paradójico, luego de ser


aprobadas y apoyadas con recursos institucionales por los respecti-
vos gobiernos, fueron objeto de una efectiva oposición y descalifi-
cación que obstaculizó su pleno desarrollo tanto en Bogotá como en
Bolivia. Es por ello que con relación a las consecuencias o los resul-
tados adversos de esas dos experiencias educativas, encontramos a
Rodríguez manifestándole a Bolívar, entre otras cosas, su disconfor-
midad ante la incomprensión de la cual había sido objeto, a raíz de
sus acciones concretas en pro de la causa social:

«Dos ensayos llevo hechos en América y nadie ha traslucido el espíritu de mi


plan. En Bogotá hice algo y apenas me entendieron; en Chuquisaca hice más
y me entendieron menos»51 .

Una oposición y descalificación que no cesó con el transcurrir


de los años, y dada la firmeza y persistencia de Rodríguez para que
dicho proyecto educativo fuese adoptado y ejecutado por todos los
gobiernos de las nuevas Repúblicas, el mismo Rodríguez terminó
siendo juzgado como excéntrico y enajenado:
«Hace 24 años que estoy hablando y escribiendo pública y privadamente sobre el
sistema republicano, y por todo fruto de mis buenos oficios he conseguido que me
traten de loco»52 .

En todo caso, si decidiéramos movernos en el escenario de este


«juego de opiniones»53 adversas, que oscilan desde una «supuesta
incomprensión» del plan hasta llegar a la descalificación y oposición
total a las acciones educativas llevadas a cabo por nuestro autor, es
muy probable que nuestra percepción del papel de Rodríguez como
intelectual no fuese la más acertada, al punto de que quizás nos sen-
tiríamos tentados a colocar su condición de intelectual en entredicho,
dado que los juicios formulados en su contra (Ej\ Santander y Umaña
en Bogotá / Sucre, Centeno, Calvo, James e Infante en Bolivia) nos

50
RODRÍGUEZ, Simón. «Defensa de Bolivar». Op. cit., p. 329.
51
Carta de Simón Rodríguez a Simón Bolívar, Oruro, 30 de Septiembre de 1827, en Simón Rodríguez,
Obras Completas. Tomo II, Ediciones del Congreso de la República, Caracas, 1988, p. 510.

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¿SIMÓN RODRÍGUEZ UN INTELECTUAL ORGÁNICO?

darían la impresión de estar frente a un proyecto político-educativo de


carácter voluntarista y como tal arbitrario y generador de polémicas. O en
otras palabras, nos mostrarían la imagen de un Rodríguez que se limitó a
construir sobre el papel, un proyecto (orden deseable/deber ser) que si bien
era esencialmente racionalista, presentaba el inconveniente de toda utopía:
carecía de viabilidad y por lo tanto, estaba condenado al fracaso. Pero a
nuestro juicio lo que realmente se pone en evidencia en este «juego de
opiniones» adversas al plan y a la acción educativa de Rodríguez, no es
otra cosa, que el «juego de intereses» de los sectores sociales significativos
(élite gobernante) presentes en las recién establecidas repúblicas. De ahí lo
conveniente que ha resultado la aplicación y el uso de las tesis de Gramsci
sobre el papel de los intelectuales en este ensayo, de interpretación de la
obra (acción/discurso) de Rodríguez, desde su condición de intelectual, y
que nos ha permitido colocar en claro algunos hechos verdaderamente
significativos:
• El primero de ellos, tiene que ver con la razonabilidad teórica del
plan. En efecto, el plan de educación popular era coherente con los
principios políticos proclamados al nivel de todas las constituciones
sancionadas por todas las nacientes repúblicas de nuestra América
Meridional. Vale decir, que se encontraba en consonancia teórica
con la ideología política dominante. Al punto de que fue apo-
yado por Santander en Bogotá y aprobado por los diputados y
el gobierno boliviano.
• Siendo el proceso de transición del antiguo régimen (monár-
quico) al régimen republicano, un proceso decisivo para el fu-
turo de las repúblicas; el plan de educación popular se presentaba
como la vía más expedita para que los fundamentales derechos
del hombre: la libertad civil, la igualdad y la propiedad, dejaran

52
RODRÍGUEZ, Simón. «Extracto Sucinto de mi obra sobre la Educación Republicana», en Obras
Completas. Tomo I, Ediciones del Congreso de la República, Caracas, 1988, p. 225.
53
Es necesario advertir lo contradictorio de las mismas, ya que en un primer momento, las
apreciaciones resultaron favorables al proyecto, y luego en el proceso de ejecución del
plan se transformaron en feroces críticas.

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ZENAIDA GUÁNCHEZ DE MÉNDEZ

de ser una simple referencia constitucional y pasaran a formar parte


del quehacer cotidiano de todos los miembros de la sociedad,
garantizándoles así, su condición de ciudadanos.
• No obstante, al momento de la ejecución del plan, comienza a
desarrollarse todo un movimiento de resistencia, que en el caso
de Bolivia, concluye con la desaprobación del gobierno (Sucre)
y lógicamente con la renuncia de Rodríguez. Situación que ha
conducido a muchos estudiosos e investigadores a responsabi-
lizar a nuestro autor del fracaso del plan, alegando una supuesta
incapacidad administrativa de Rodríguez, o simplemente recu-
rriendo al argumento, tantas veces utilizado, de su personali-
dad conflictiva; cuestionando injustamente la razonabilidad so-
cial del plan. Muy por el contrario, el proyecto de Rodríguez
respondía formalmente a los intereses socio-políticos de la élite en el
poder. Vale decir que respondía a los intereses expresamente formu-
lados en todos aquellos proyectos de construcción y desarrollo del país
(Bolivia) y eso garantizaba su razonabilidad social.
Ahora bien, el punto de desencuentro entre el plan de Rodríguez
y la élite en el poder, se establece con base a las siguientes coorde-
nadas: La primera de ellas tiene que ver con los resultados concretos del
proceso de Independencia de la América del Sur, dicho proceso no logró
erradicar la presencia de estructuras políticas y sociales propias del antiguo
régimen, sino que por el contrario se consolidaron aún más el elitismo
político y la estratificación social54 . La segunda de las coordenadas se
encuentra en correspondencia directa con la primera y su incidencia en el
ejercicio del poder. En este sentido, en el seno de las nacientes repúblicas
persistía un cierto ejercicio del poder político que contradecía todas las
actas, estatutos y constituciones que habían sido elaboradas y sancionadas
a objeto de proporcionar una base legal y al propio tiempo legitimar al
nuevo régimen 55 . En pocas palabras, la estructura del poder seguía
definiéndose con base a los patrones propios del antiguo régimen y como
consecuencia lógica, las «Sociedades Americanas» seguían siendo
esencialmente sociedades del antiguo régimen. De ahí la crítica de

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¿SIMÓN RODRÍGUEZ UN INTELECTUAL ORGÁNICO?

Rodríguez:

«El Pueblo republicano, en la América del Sur, no es el mayor número de


hombres, como lo es en otras partes, sino un número muy corto, que asume
(porque tiene medios pecuniarios o mentales) no sólo la facultad de repre-
sentar al Pueblo en congreso, sino la de responder por él, no sólo la facultad de
mandar, sino la de obedecer o resistir a nombre del Pueblo»56 .
Y este hecho constituía en sí mismo la negación del régimen re-
publicano. Por supuesto que para una sociedad formalmente republicana,
pero en donde la élite sólo buscaba preservar la antigua estructura de poder
interna, la idea de utilizar los fondos públicos para educar a huérfanos,
pobres, indios, negros y mestizos con el objetivo de convertirlos en
ciudadanos y en ese sentido igualarlos políticamente (tal y como
correspondería al proceso de transformación igualitaria que debía producirse
a raíz de la adopción del nuevo régimen), no podía ser bien vista por dicha
élite dirigente. Les resultaba sumamente difícil digerir que el voto de un
pobre campesino, de un indio o de un mestizo podría tener el mismo peso
político que el voto de un rico propietario. Es en este orden de ideas que
podemos percibir la razón por la cual los intereses político-sociales

54
«De la Inglaterra tomamos la Aristocracia de Nacimiento, hay entre nosotros, familias enteras
que en nada ceden a los Lores y a las Ladies. De los Estados Unidos tomamos la Aristocracia
Mercantil, hay entre nosotros negociantes que no se rozarían con menestrales por todos los tesoros
del mundo. De la Francia tomamos la Clase Media, a ésta llevamos muchas ventajas. A más de la
Gentuza, ocupada en oficios bajos, tenemos: Huasos, Chinos, Bárbaros, Gauchos, Cholos,
Huachinangos, Negros, Prietos, Gentiles, Serranos, Calentanos, gente de color, Morenos, Mulatos,
Zambos, Blancos Porfíaos, Patas Amarillas. Y una Chusma de Cruzados: Tercerones, Cuarterones,
Quinterones, y salta atrás que hace como en botánica, una familia de criptógamos» (Simón
Rodríguez, «Sociedades Americanas». Op. cit., p. 320) (Negrillas nuestras).
55
«Declarar la Independencia diciendo que el país no es, ni será jamas propiedad de una persona,
de una familia, ni de una jerarquía, ante familias y jerarquías que se creen dueños, no sólo del
suelo sino de sus habitantes (...) y hacer garante de la declaración a una persona, que espera la
formalidad del nombramiento, para empezar a ejercer las funciones de Rey constitucional. (...)
Contar para el sostén de la Independencia, con esclavos, de cuyo trabajo subsisten las jerarquías,
con libertos, exentos del trabajo, para hacer trabajar. Con descendientes de libertos y otros de
igual condición que ven como una prerrogativa el no poder ser vendidos, y como una fortuna el
no tener voluntad. ¿Parece plan para un Romance?» (Simón Rodríguez. «Sociedades Americanas».
Op. cit., pp. 384-385).
56
RODRÍGUEZ, Simón. «Sociedades Americanas». Op. cit., p. 274.

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ZENAIDA GUÁNCHEZ DE MÉNDEZ

claramente establecidos en todos los documentos oficiales (actas,


constituciones, estatutos, decretos, providencias, programas económicos,
etc.) no guardaban ninguna relación con los «intereses reales» o con los
«reales intereses» que perseguía la élite. Es así como logramos entender el
por qué la élite que se autodefinía liberal y republicana no aspiraba a la
igualdad, sino a la defensa de su estatus y sus privilegios. Y que por encima
de las declaraciones igualitarias y democráticas ellos siguieran conside-
rándose los únicos ciudadanos de pleno derecho. La ejecución del plan de
educación popular propuesto por Rodríguez, motorizaría con el tiempo, un
proceso de redefinición profunda de la sociedad que afectaría las
tradicionales relaciones de poder (antiguo régimen). En este sentido, la
élite quiso asegurarse de que los «cambios» en la estructura del poder social
y económico, que imponía la adopción del régimen republicano, no pasaran
de ser simples cambios formales. Y a nuestro juicio, ésta fue la razón
fundamental que obligó a la élite en el poder a contrarrestar el plan de
Rodríguez, hasta conducirlo al fracaso.
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