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Los secretos del mapa medieval que inspiró el viaje de Colón

AGENCIAS@ABC_ES / MADRID

Día 16/06/2015 - 03.02h

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Varios investigadores han logrado desvelar tras 5 siglos los misterios del plano ideado por
Henricus Martellus

ARCHIVO ABC

Además de Colón, otros tantos marinos y cartógrafos se basaron en este mapa para llevar a
cabo sus viajes

Año 1492. Esa fue la fecha mágica en la que Cristóbal Colón llegó a lasAméricas creyendo, eso
sí, que eran las Indias. Desde entonces, la creencia general es que aquella idea novedosa de
circunnavegar una buena parte del mundo nació en su mollera. Sin embargo, la bombilla del
marino se encendió tras ver un mapa sumamente detalladodel mundo conocido creado
por Henricus Martellus, un alemán del S.XV afincado en Florencia. Ahora, cinco siglos después,
se ha conseguido restaurar esta obra maestra de la cartografía desvelando parte de sus secretos.

Los misterios de este mapa han estado ocultos desde 1962, año en que fue cedido a
la Universidad de Yale por un donante anónimo. Sin embargo, tras una profunda restauración,
los investigadores y especialistas han logrado recuperar una buena parte de la información que
contenía gracias a un proyecto de formación de imágenes multiespectrales. Así pues, han
logrado establecer que el documentodata de 1491 y representa pormenorizadamente la
superficie de la Tierra desde el Atlántico al oeste, hasta Japón.

Entre los lugares más destacados que describe es reseñable el pueblo deBalor, ubicado en
el norte de Asia. De él se dice que «vive sin trigo y subsiste sin carne de venado». Chet Van
Duzer, el historiador de mapas que lidera el proyecto, se detiene a su vez en la región de
los Panotii, de los que su autor afirma que tenían unas orejas tan grandes que «podían
utilizarlas como sacos para dormir».

Las revelaciones más interesantes, según los investigadores, son las que se pueden ver en el
África meridional. Y es que, para representar regiones como la de «Egyptus Novelo», Martellus
se basó presuntamente en tres manuscritos de la «Geografía» de Ptolomeo, datos de nativos
africanos (no de exploradores europeos) y en la información compartida por tres delegados
etíopes en el Concilio de Florencia en 1441.

Fuente de otros mapas

A su vez, los datos obtenidos han ayudado al investigador a determinar cómo el mapa influyó
en cartógrafos posteriores y que es similar a uno dibujado por el cartógrafo alemán Martin
Waldseemüller en 1507, que fue el primero en aplicar el nombre «América» para el Nuevo
Mundo. De hecho, de todos los continentes representados, Van Duzer cree que los
descubrimientos más destacados son los que se han hallado en África, pues está elaborado en
base a fuentes africanas por un occidental.

U.Y.

Las nuevas imágenes muestran, por otro lado, que la representación del mapa de Martellus
del sur de África se extiende más hacia el este que las versiones conocidas del Egyptus Novelo.
Las imágenes multiespectrales muestran muchos de los mismos textos en el mapa Martellus «en
los mismos lugares que en el mapa 1507, lo que confirma que el mapa de Martellus era una
fuente esencial de Waldseemüller», dice Van Duzer.

Colón vio el mapa

Pero Waldseemüller no fue el único en contemplar el trabajo de Martellus. Van Duzer cree que
es muy probable que Colón examinara este mismo mapa, u otro muy similar. Escritos del hijo de
Colón indican que el explorador esperaba encontrar Japón donde Martellus lo representaba, y
con la misma orientación, lejos de la costa asiática, y con su eje principal corriendo de norte a
sur. No hay otros mapas de la época que muestren a Japón con esa configuración, dice Van
Duzer.

Además, el diario de uno de los miembros de la tripulación de Colón, que creía que la expedición
estaba navegando a lo largo de cadenas de islas en el sur de Asia, describe la región como se
representa en el mapa Martellus. La revelación de los detalles descoloridos del mapa
proporciona una imagen más completa de la percepción de Colón de la geografía, señala el
historiador. «Siempre es interesante saber cómo las personas conciben el mundo en ese
período de la historia», dice Van Duzer.

Había estado Cristóbal Colón ya en América antes de su famoso viaje?

CÉSAR CERVERA / MADRID

Día 25/03/2015 - 19.31h

El misterioso navegante llevaba dos cuentas diferentes durante la primera travesía. Una, la que
enseñaba a sus capitanes y anotaba menos leguas de las recorridas, y otra correcta que
guardaba en secreto. Su oscura biografía alimenta las dudas

ABC
Retrato de Cristóbal Colón conservado en la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de
América.

La expedición castellana que Cristóbal Colón condujo hasta el Nuevo Mundo, aunque entonces
nadie pensaba que se trataba de un nuevo continente, inició un encuentro entre dos
civilizaciones que cambió la Historia. No eran, sin embargo, los primeros europeos en llegar a
sus costas –sí los primeros en establecer una ruta fija– puesto que hay pruebas claras de que los
vikingos estuvieron en la costa noroccidental de Terranova. Otras tantas teorías sitúan a
navegantes chinos, turcos e incluso romanos en las costas americanas muchos siglos antes que
Colón. Y puede que ni siquiera fuera el primer hispánico: los balleneros cántabros y vascos
habían frecuentadoTerranova sin que exista consenso sobre la fecha en la que comenzaron sus
primeros viajes.

La hipótesis de que Cristóbal Colón pudiera haber estado anteriormente en América, o en


contacto con marinos que lo habían estado, nace de su injustificado convencimiento en que
lograría su propósito –a pesar de que fue incapaz de demostrarlo desde un punto de vista
científico frente a los Reyes Católico– y de la siempre misteriosa biografía del
descubridor. Nacido probablemente en Génova, dentro de una familia de tejedores de clase
media, Colón se vinculó desde la juventud con el mar y la navegación, pese a que en su estirpe
no había tradición marinera. «De muy pequeña edad entré en la mar, navegando, y lo he
continuado hasta hoy», declaró en una ocasión el navegante a los Reyes Católicos. En valoración
de Lourdes Díaz-Trechuelo y Spinola, autora de «Cristóbal Colón: primer almirante del mar
océano» (1991), lo hizo a los 14 años como grumete en un mercante genovés.

Colón sirvió a Renato de Anjou, rival de Fernando «El Católico» en Nápoles

Si bien no hay duda de que Colón tuvo contacto con la vida marítima desde muy joven, más
difícil es atestiguar que tuviera conocimientos avanzados de astronomía, cosmología, geometría
y navegación; ciencias necesarias para plantear una expedición que desafiaba a todo lo
conocido en la época. Al contrario, el genovés aprendió las primeras letras en una escuela que
el gremio de artesanos, al que pertenecía su padre, sostenía en Génova, pero resulta poco
probable que estudiara latín y gramática en la Universidad de Pavía como relató Hernando
Colón, el hijo del navegante. No obstante, los historiadores que han buscado alguna referencia
o matrícula en esta universidad han fracasado y consideran que fueron adornos del hijo para
revestir a un hombre que fue completamente autodidacta.

El último documento firmado por Colón en Génova es del 7 de agosto de 1473: los siguientes 5
años resultan casi desconocidos para los historiadores. Según Díaz-Trechueloy Spinola, Colón
pasó aquellos años embarcado como comerciante y corsario en aventuras que más tarde se
cuidó en ocultar. Una de las banderas bajo las que sirvió fue la de Renato de Anjou,
pretendiente al trono de Nápoles, que permanecía bajo el control de Aragón. Porque quizás no
estaba interesado en que después se conociera su pasado hostil a la causa de Fernando «El
Católico» se difuminaron los detalles de su participación como corsario en esta empresa.

Portugal le pone en contacto con otros aventureros

Tras adquirir una amplia experiencia en el Mediterráneo, Cristóbal Colón se lanzó al Atlántico
a través de la Corona portuguesa, muy activa en la costa africana a finales del siglo XV. «Fue en
el Atlántico, en sus islas, en sus costas, donde Colón concibió la gran idea de buscar el Levante
por el Poniente», narra Paolo Taviani, autor de «Genesis de un descubrimiento». Para llevar a
cabo su empresa, Colón tuvo la suerte de contar con las escrituras y cartas de marear de su
difunto suegro Bartolomé Perestrello y estuvo en contacto con marineros que habían alcanzado
los límites de lo que se consideraba el fin del mundo. Un piloto –así lo recoge el propio
navegante– le dijo que a 450 leguas al oeste del cabo de San Vicente había encontrado en el
agua un madero labrado por manos de hombre. Otro marinero daba fe de dos cadáveres de cara
ancha naufragados en el cabo de la Verga, en la costa occidental de África. No en vano, Colón
reparó en que los avistamientos de islas hacia poniente, donde se suponía que no había nada,
se repetían frecuentemente entre los habitantes de Madeira, las islas del Hierro, Gomera y las
Azores. No podía ser casualidad.

Coincidiendo con los testimonios que alcanzaban sus oídos, Colón entró en contacto en Portugal
con el médico florentino, aficionado a la Cosmografía, Paolo del Pozzo, que le sirvió en bandeja
la parte teórica para confeccionar su plan. Las autoridades portuguesas preguntaron al
florentino sobre la posibilidad de buscar una ruta para el comercio oriental, puesto en jaque
con la toma de Constantinopla por los turcos en 1453, a través de occidente. Toscanelli propuso
navegar hacia el oeste desde Europa, sin sospechar que antes de llegar a las cosas orientales de
Asia se interponía todo un continente. La posibilidad de realizar este viaje la avaló el florentino
con una errónea medida basada en la longitud que Ptolomeo dio al grado terrestre. Colón tuvo
acceso a esta información, incluido el error de cálculos, y elaboró un proyecto que presentó ante
la corte portuguesa primero y ante la española después.

WIKIPEDIA

«Llegada de Cristóbal Colón a las Indias Occidentales», por John Vanderlyn

Es complicado situar a Cristóbal Colón en otras expediciones previas al Descubrimiento, puesto


que su biografía en los años portugueses cuenta con claridad los detalles de esta parte de su
vida, pero hay indicios de que personas de su entorno pudieron viajar al Nuevo Mundo poco
tiempo antes que él. El primer cronista de las Indias, Gonzalo Fernández de Oviedo, recoge en
sus textos una noticia que algunos han catalogado de leyenda. A una carabela que navegaba de
España a Inglaterra le sobrevivieron vientos contrarios y «tuvo necesidad de correr al poniente
tantos días que reconoció una o más islas destas partes e Indias». Bajó a tierra y halló gente
desnuda. En la travesía de regreso murieron casi todos los hombres y solo el piloto (Alonso
Sánchez de Huelva) y otros cuatro marineros llegaron a Portugal, tan enfermos que en pocos
días fallecieron. El piloto, que era «muy íntimo amigo de Cristóbal Colón», fue a parar a su casa
y en ella murió, pero antes pudo darle información del viaje, e incluso una carta de marear en la
que había señalado las tierras que había visto.

«Como si en ellas hubiera estado ya»

Otro importante cronista del periodo, Bartolomé de Las Casasaporta un dato de interés al decir
que los indios de Cuba tenían reciente memoria de que habían llegado a la vecina isla Española
(Santo Domingo) «otros hombres blancos y barbados antes que nosotros no muchos años». Se
trata de un testimonio que refuerza la teoría del predescubrimiento.

«Tan cierto iba de descubrir lo que descubrió como si dentro de una cámara con su propia llave
lo tuviera»

A su vez, fray Ramón Pane, compañero de Colón en el segundo viaje, recoge una creencia
indígena, según la cual, llegarían a la isla «hombres vestidos, armados, de espadas capaces de
dividirnos de un solo tajo, a cuyo yugo habría de someterse nuestra descendencia». Frente a
estas evidencias, el profesor Juan Manzano afirmó en su libro «Colón y su secreto » (1976) que
sin duda algunos portugueses habían llegado por azar a las islas antillanas, a La Española y,
concretamente, a la región de Cibao. El encuentro entre algunos de estos marineros y Colón
tuvo lugar, en opinión de Manzano, en Madeira hacia 1478, lo cual explicaría la seguridad con
que el genovés defendía su proyecto «como si en ellas personalmente hubiera estado», que
escribió Las Casas.

«Tan cierto iba de descubrir lo que descubrió y hallar lo que halló como si dentro de una cámara
con su propia llave lo tuviera», dejó también registrado Bartolomé de Las Casas sobre la
inquebrantable seguridad de Cristóbal Colón durante todo el viaje. Aunque el proyecto no
había podido ser respaldado con argumentos científicos sólidos –tanto los asesores portugueses
como luego los castellanos habían desaconsejado su ejecución–, fue finalmente aprobado por
empeño personal de los Reyes Católicos que, fiándose de su instinto, abrazaron la interminable
confianza que parecía radiar Colón. Presumiblemente, el navegante sabía más de lo que decía
como atestigua el hecho de que llevara dos cuentas durante todo el viaje. Una, la que enseñaba
a sus capitanes y en la que cada día anotaba menos leguas de las recorridas, y otra, secreta y
acertada. La supuesta razón de portar dos cuentas era «porque si el viaje fuera luengo no se
espantase ni desmayase la gente».

El hijo bastardo de Cristóbal Colón que acabó en la corte del rey

M. MOGUERABCDESEVILLA / SEVILLA

Día 19/06/2013 - 12.22h

Hernando Colón fue cosmógrafo, escritor, jurista, paje real, aventurero, bibliófilo, biógrafo,
embajador y viajero incansable
BIBIOTECA COLOMBINA

Hernando Colón

ABC

La Biblioteca Colombina
 1

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Hernando Colón, aunque nacido en Córdoba en 1488, se hizo sevillano con el paso de los años.
No solo vivió casi toda su vida en la ciudad y está enterrado en la Catedral, sino que además le
donó su mayor tesoro: su biblioteca particular, que reunió a lo largo de su vida y que fue una
de las más grandes del mundo. Este hijo bastardo de Cristóbal Colón -nació de la relación del
descubridor con una mujer soltera- heredó una gran fortuna de su padre y la gastó en lo que
más le gustaba: libros y cultura.

ABC

Un documento de la Biblioteca Colombina

La vida de este joven, que podía haber sido la más común de las vidas, se convirtió en
unasucesión de aventuras y logros que lo convirtieron en un auténtico hombre del
Renacimiento. Cosmógrafo, escritor, jurista, paje real, aventurero, bibliófilo, biógrafo,
embajador... Hernando Colón cultivó todas esas artes y acabó siendo uno de los personajes
fundamentales en la Corte.

Cristóbal Colón conoció a Beatriz Enríquez de Arana, la madre de Hernando, años antes de
embarcarse con la Pinta, la Niña y la Santa María rumbo a lo (entonces) desconocido. El
hermanastro de Diego Colón -hijo legítimo el almirante- nació de hecho cuatro años antes de
que Rodrigo de Triana gritara «¡Tierra!» y su padre pasara a la historia como el descubridor de
América.

Infancia en la Corte

Tras el segundo viaje de Colón, Hernando y su medio hermano, Diego, fueron enviados a la Corte
como pajes. Era este detalle parte del pago de los Reyes Católicos por los servicios de su padre
a la Corona con el descubrimiento de América y explica que un hijo bastardo acceda a un
ambiente que normalmente tendría vetado.

Con solo 13 años, Hernando acompañó a su padre en el cuarto viaje que hacía al Nuevo Mundo.
Lejos de ser un estorbo, el propio Colón destaca su valiosa ayuda en los diarios que escribía de
sus aventuras. Esta expedición, que partió en 1502 y regresó en 1504, no sería el único viaje de
Hernando a América. En 1509 acompañó a su hermanastro Diego cuando éste tomó posesión
como gobernador.

Pleito contra el Rey

Con Diego Colón en América, Hernando asumió la representación de su familia en España. Aquí
veló por los intereses de su hermanastro y pleiteó contra la Corona por los derechos de su familia
sobre los nuevos territorios. Aunque finalmente perdió en sus pretensiones por una sentencia
del Consejo Real de 1512, eso no empeoró sus relaciones con el monarca. Prueba de ello es que
en ese mismo año se trasladó a Italia como embajador real ante la Santa Sede.
Esta estancia en Italia, así como diversos viajes por Europa en esos años, no hacen sino engordar
su gran pasión: la biblioteca que estaba reuniendo en Sevilla. Diversos estudiosos creen que al
final de sus días su colección alcanzó más de 15.000 volúmenes, algo más que meritorio para la
época. Estos fondos pueden consultarse hoy en labiblioteca colombina que atesora la ciudad
de Sevilla. El mérito de tamaña colección estriba no solo en el número de libros, sino en su
calidad también. Y, para completar el valor de Hernando, inventó un sistema de catalogación
que hizo más sencillo el acceso a sus fondos y la categorización de las obras.

Geógrafo, cosmógrafo y biógrafo

El amor de Hernando Colón por el conocimiento no se centró solo en los libros. También él
mismo aportó a la cultura europea de la época con el estudio de la geografía de la Península
Ibérica. Afamado cosmógrafo, fue llamado por Carlos I para que formara parte de la Junta de
Badajoz, consejo científico que debía determinar el dominio sobre las Islas Molucas, en litigio
con Portugal. La Corona también le encargó que hiciera un mapa de las Indias Occidentales.
Nada más apropiado, puesto que él era hijo de quien las puso en el mapa. Añadió así el oficio
de geógrafo a su larga lista de profesiones.

Destaca especialmente entre sus obras la biografía de su padre, Cristóbal Colón: «Historia del
almirante don Cristóbal Colón». Relata Hernando en este libro los viajes de su padre al Nuevo
Mundo, además de hacer un recorrido (más que polémico y discutido) por la biografía del
marino.

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