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El arte como apertura etica: El oroxxo

de Gabriel Orozco
De Ricardo Rafael Paredes Santillán

Una característica del arte, tan entendida que hasta resulta tediosa de tanto haber sido
manoseada, es que se vuelve el reflejo de la realidad. El arte, históricamente, se encuentra
inserto en una determinada época. Los análisis de las obras en la historia del arte logran
ubicar sus dos cualidades fundamentales íntimamente relacionadas a la época en que se
gestan. La forma y el significado son dos momentos que componen toda obra de arte. El
primero se funda en la disposición de los elementos estéticos, el medio con los que la obra
obtiene un “cuerpo” físico, la imagen que genera y a través de qué recursos lo hace. La
segunda es el sentido que la obra, a través de la unión de todos los elementos que forman la
imagen, brinda como reflexión al espectador; como camino que emprende hacia un fin
último. La época, así, va a determinar el sentido de una obra y los medios que ocupa para
construirse y/o desarrollarse.

El arte, así, está íntimamente relacionado a una estética y una política determinada
por su tiempo. En este sentido no es lo mismo el arte barroco que ocupaba sus elementos de
representación con los medios clásicos como el óleo, mármol y el pan de oro (la opulencia
de una aristocracia), la estética del clarooscuro –no existía la luz eléctrica- y el sentido de la
obra era una fuerte representación católica mediada por el Concilio De Trento que era la
fuerza política hegemónica de ese entonces, a obras más contemporáneas como “The
avengers” que como medio utiliza el cine y las grandes producciones Hollywoodenses, la
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estética de los efectos especiales por computadora –en una época en la que permea lo digital-
y cuyo sentido es siempre la libertad, soberanía y poder de un individuo (todos los valores
estadounidenses), tal como es necesario para el Capitalismo neoliberal liderado por Estados
Unidos que es la principal fuerza hegemónica de hoy. En este contexto: ¿Qué expresa la
obra del mexicano Gabriel Orozco, esa que la gente ha bautizado como el “Oroxxo”?

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Los vengadores. (Éxito mundial en taquillas basada en el cómic de la empresa multinacional de cómics Marvel).
Lamento desilusionar a los lectores. No voy a realizar una interpretación y/o
explicación de la polémica obra de Orozco. Eso es fácil; la obra expresa la condición del arte
como objeto de consumo y su cercanía, casi burda, al derroche común: además de su
condición como mercancía. Una crítica al mercado del arte. La obra de Orozco parece tener
cubiertas las dos dimensiones fundamentales de toda obra; la forma y el significado en
contexto político y estético. Lo político se centra en la crítica al consumismo y al estado del
arte como mercancía (objeto de comercio) y lo estético, bueno, dibujó en las papitas una
mini-pintura de su autoría. Va pues, enserio. La forma expresa, al ser un Oxxo el que exhibe
las “obras” a la venta, la estética total del consumismo contemporáneo. ¿Ya está? ¿Terminó
el artículo? Por supuesto que no… y como me gusta dar lata, hay algo que le falta a la obra de
Orozco y a muchas del arte contemporáneo que se realizan en Latinoamérica: Ética.

Si el artista del Renacimiento estaba al tanto del pensamiento de la época –el


Humanismo- y por eso pintaba tanta gente en las obras, pues el pensamiento de su época
coloca al hombre como el centro del cosmos, es natural que la obra exprese esta dimensión
política (sentido) en sus formas (estética). ¿Por qué parece que los artistas latinoamericanos,
incluido Orozco, no estén al tanto del curso de las reflexiones latinoamericanas hoy? La
filosofía de la liberación –que se ha instaurado como una nueva filosofía que incluso compite
y resulta ser más original que el pensamiento francés que se había fundado como el
pensamiento más novedoso en los últimos años- supone una ética. La ética que Enrique
Dussel propone parte de una condición extrema como periferia: en nuestra América Latina
hay gente que se muere de hambre.

El concepto de ética de Dussel podría resumirse así: “el contenido de todo acto
humano tiene que ver, en última instancia, con la producción-reproducción de la vida
humana en comunidad”. ¿El arte no debe ser ético? No debe, además de la estética y la
política, ¿buscar la producción y reproducción de la vida? No sé el lector, pero ahora no me
cuadra que para una obra de arte como el Oroxxo se gaste tanto dinero simplemente para
manifestar la reflexión política del consumismo y la estética de éste mientras abundan las
personas que piden dinero en la calle porque no tienen qué comer, los niños que limpian
parabrisas aspirando a unos mediocres centavos para calmar el vacío de estómago, zonas
rurales a las que no les llega el agua potable por días. Esto es una realidad de la periferia
latinoamericana… ¿Por qué Orozco no la expresa en su obra, si toda obra de arte refleja la
realidad de una época? Es, acaso, ¿qué esa realidad no es la realidad de Orozco?

Como a muchos artistas contemporáneos, él forma parte de la movida globalizada. Es


decir, asume problemas de la gran urbe. De las capitales donde, dicho sea de paso, no
existen las figuras de la mediocridad que hemos mencionado porque la grandiosa escoba del
capitalismo simplemente las barre y oculta bajo la ostentosa alfombra persa cuando caen
visitas a la casa. La ética supone una gravedad. La ética surge de una gravedad que, en este
sentido, azote la producción y reproducción de la vida en comunidad. A los artistas de hoy,
tan entendidos de los medios y reflexiones filosóficas contemporáneas, no les importa esto
porque el arte ha dejado de atender a una gravedad. Es decir, el arte ha dejado de atender al
Otro.

Así, el artista contemporáneo vive la farándula de las exposiciones, de las entrevistas y


los festivales y estímulos creativos que ciertas instituciones dan para… expresar la urgencia de
debatirnos si fue primero el huevo o la gallina. Ciertamente nuestra gente pobre en
Latinoamérica no repara en esta cuestión de índole ontológica; ¡ellos necesitan el huevo o la
gallina para comer! Se me puede reprender cuestionándome: ¿Es que el arte debe estar
dándole de comer a los pobres? Yo respondo: ¿Por qué no? (si el arte puede todo hoy como
ser un Oxxo). El arte, gracias a la filosofía europea del arte por el arte promovida por el
simbolismo, allá en los tiempos de rebeldía de Rimbaud y las joterías –diría don Tulio que se
rompe el lomo por ganar cincuenta pesos al día para comer él y su familia- de Oscar Wilde,
ha perdido un sentido práctico. Funcional.

La Arquitectura, si lo vemos desde la perspectiva que tratamos de tejer aquí,


encuentra en su expresión (estética y política) una dimensión funcional y hasta ética porque
responde a un principio fundamental de la vida: construir espacios para habitar. El arte
debería, pensando en la condición latinoamericana, periférica, de pobreza y marginación,
tener ahora un sentido práctico, no buscar simplemente hacer suspirar a un mundo burgués
con delicados y complejos poemas visuales que despiertan reflexiones que sólo conciernen a
una elite del centro, de las capitales. Pero claro, es más simple y cómodo sentarse a tomar el
té de las cinco con el Capitalismo neoliberal y no decirle que bajo su alfombra hay mucha
mugre. Que en cada resquicio de su inmaculado american way of life2 hay una terrible e
irregular repartición de la justicia. Y encima debemos agradecer por el té.

Concretamente, el arte debería preocuparse por la gravedad absoluta, la que flagela


nuestra tierra –no la francesa, ni la estadounidense- haciendo que la vida peligre. Porque
ninguna actividad está orientándose a reproducir y/o producir la vida en comunidad, porque
mientras Orozco vende una de sus papitas –si es que las vende- a once mil pesos y con eso
cubre, quizá, unos gastos de dos días de lujos, aún existen niños ambulantes vendiendo
chacharitas bajo las aplastantes fauces del dolor de tripas, aún la injusticia, y la irregularidad
que el sistema económico Capitalista genera, permite que el milagro de la medicina sea para
unos cuantos que se pueden procurar unas papitas intervenidas por el Artista mexicano
Gabriel Orozco. Que se pueden detener y reflexionar acerca de lo que Orozco quiere
mostrarnos sobre nuestra sociedad consumista, porque claro, el estómago no les doblega con
su perpetua insistencia de aplacar el hambre.

Con el estómago vacío, no se puede hacer poesía. Que esa sea mi frase más polémica
y molesta para esos oídos que se tapan ante las voces de nuestros hermanos que viven en las
calles. Como diría el Maestro Emmanuel Lévinas; “Todo asombro es poco ante el sordo
lenguaje del hambre (<<Estómago hambriento no tiene oídos>>, afirma el proverbio)”3 La
ética de la liberación apuntará siempre al hecho fáctico, real, de que antes de cualquier
pregunta, antes del Ser, antes de las reflexiones y todo eso; lo primero siempre será que el
ser humano necesita del pan. La ética latinoamericana apunta al Otro. Ese otro es el que me
regresa la mirada y termina por constituirme; eso es comunidad. ¿Pero parece importar que
hoy el Otro se esté muriendo de hambre? Por lo menos les hemos informado que el
consumismo es un problema central. De paso cómprame una Coca-cola. ¿En el Oroxxo?
No, en cualquier Oxxo; no creo que exista diferencia alguna, ¿Tú sí?

2
Modo de vida americano.
3
Véase, Levinas, Emmanuel, Dios, la muerte y el tiempo, CATEDRA colección teorema, Madrid, 2005, Pg. 203.
“Todo asombro es poco ante el sordo lenguaje del hambre (<<Estómago hambriento no tiene oídos>>, afirma el
proverbio), sordo a toda ideología tranquilizadora, a todo equilibrio, que no sería más que el de la totalidad”.

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