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I. INTRODUCCIÓN
En el protocolo de Kioto se estableció como objetivo reducir un 5% de media, por debajo
de los niveles de 1990, las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2012. La
Unión Europea asumió un compromiso de reducción del 8% que se repartió entre los
Estados miembros otorgándose distintos márgenes a cada país en función de su situación
de partida, y de sus expectativas de evolución y crecimiento. En el caso de España se le
permitía aumentar hasta +15% para el periodo 2008-2012.
Para el caso del Acuerdo de Paris, es evitar que el incremento de la temperatura media
global supere los 2ºC respecto a los niveles preindustriales y promover esfuerzos
adicionales que hagan posible que el calentamiento global no supere los 1,5ºC.
El Acuerdo de París entró en vigor en noviembre de 2016 al haber sido ratificado por al
menos 55 Partes de la Convención que sumaban al menos el 55% del total de las
emisiones totales.
En general el Protocolo de Kioto fue considerado como primer paso importante hacia un
régimen verdaderamente mundial de reducción y estabilización de las emisiones de
(GEI), y proporciona la arquitectura esencial para cualquier acuerdo internacional sobre
el cambio climático que se firme en el futuro.
Ya concluyó el primer período de compromiso del Protocolo de Kioto en 2012 y se amplió
hasta el 2015, tiempo en el que tiene que haber quedado decidido y ratificado un nuevo
marco internacional que pueda aportar las severas reducciones de las emisiones que según
ha indicado claramente el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático (IPCC) son necesarias.
En la Reunión de las partes que se realizará en Paris a finales de 2015, se espera quede
establecido ese nuevo protocolo, vinculante y con contribuciones ambiciosas y
significativas de los países miembro para iniciar nuevamente en el 2020 y luchar para que
la temperatura del planeta no supere los 2 grados, evitando con esto consecuencias que
ponen en riesgo nuestra vida en el planeta.
Fig. 2 Protocolo de Kioto es un nuevo plan para reducir emisiones de gas del efecto
invernadero.
La principal característica del Protocolo es que tiene objetivos obligatorios relativos a las
emisiones de gases de efecto invernadero para las principales economías mundiales que
lo hayan aceptado.
Estos objetivos van desde -8% hasta +10% del nivel de emisión de los diferentes países
en 1999 con miras a reducir el total de sus emisiones de esos gases a un nivel inferior en
no menos de 5% al de 1990 en el período de compromiso comprendido entre el año 2008
y el 2012.
Los compromisos contraídos en virtud del Protocolo varían de un país a otro. El objetivo
global del 5% para los países desarrollados debe conseguirse mediante recortes (con
respecto a los niveles de 1990) del 8% en la Unión Europea, Suiza y la mayor parte de
los países de Europa central y oriental; 6% en el Canadá; 7% en los Estados Unidos
(aunque posteriormente los Estados Unidos han retirado su apoyo al Protocolo), y el 6%
en Hungría, Japón y Polonia.
Nueva Zelandia, Rusia y Ucrania deben estabilizar sus emisiones, mientras que Noruega
puede aumentarlas hasta un 1%, Australia un 8% (posteriormente retiró su apoyo al
Protocolo) e Islandia un 10%.
La Unión Europea ha establecido su propio acuerdo interno para alcanzar su objetivo del
8% distribuyendo diferentes porcentajes entre sus Estados Miembros. Estos objetivos
oscilan entre recortes del 28% en Luxemburgo y del 21% en Dinamarca y Alemania a un
aumento del 25% en Grecia y del 27% en Portugal.
Para compensar las duras consecuencias de los “objetivos vinculantes”, el acuerdo ofrece
flexibilidad en la manera en que los países pueden cumplir sus objetivos. Por ejemplo,
pueden compensar parcialmente sus emisiones aumentando los sumideros, bosques, que
eliminan el dióxido de carbono de la atmósfera, ello puede conseguirse bien en el
territorio nacional o en otros países.
Pueden pagar también proyectos en el extranjero cuyo resultado sea una reducción de los
gases de efecto invernadero. El Protocolo de Kioto ha avanzado lentamente: se encuentra
todavía en lo que se conoce con el nombre de “fase de ratificación”, y es un acuerdo
complicado. Razones no faltan.
El Protocolo no sólo debe ser eficaz frente a un problema mundial también complicado
debe ser también políticamente aceptable.
Los tratados internacionales deben tratar de conseguir un delicado equilibrio. Los que se
proponen conseguir un apoyo general muchas veces no son lo bastante enérgicos como
para resolver los problemas que tratan de solucionar (como se consideraba que la
Convención Marco presentaba esa deficiencia, a pesar de sus numerosas y valiosas
disposiciones, se creó el Protocolo con la finalidad de complementarla). En cambio, los
tratados con disposiciones firmes pueden tener problemas a la hora de conseguir el apoyo
necesario para que resulten eficaces.
Al mismo tiempo, una novedad positiva es que algunos mecanismos del Protocolo
cuentan con apoyo suficiente y se están estableciendo antes incluso de la entrada en vigor
del Protocolo. Por ejemplo, el Mecanismo para un desarrollo limpio –a través del cual los
países industrializados pueden cumplir en parte sus objetivos vinculantes de emisión
mediante “créditos” obtenidos patrocinando proyectos que reducen las emisiones de gases
de efecto invernadero en los países en desarrollo– cuentan ya con una junta ejecutiva que
está preparando algunas propuestas.
El efecto invernadero y el ciclo del carbono. Cada vez es más la energía solar que se ve
atrapada en la atmósfera, y una parte mucho mayor del carbono mundial (en forma de
dióxido de carbono) se deposita en el aire, en vez de en los árboles, el suelo y los depósitos
subterráneos.
Efectos futuros. La complejidad del sistema climático hace que las predicciones varíen
enormemente, pero incluso los cambios mínimos previstos podrían significar frecuentes
inundaciones de las zonas costeras, perturbaciones en los suministros de alimentos y de
agua y la extinción de muchas especies.
El IPCC tiene ahora una función claramente establecida en vez de realizar sus propias
investigaciones científicas, examina las investigaciones realizadas en todo el mundo,
publica informes periódicos de evaluación y compila informes especiales y documentos
técnicos.
Las observaciones del IPCC, por el hecho de reflejar un consenso científico mundial y
ser de carácter apolítico, representan un contrapeso útil en el debate, con frecuencia muy
politizado, sobre qué se debe hacer con respecto al cambio climático.
Para asegurar que los países que ratificaron Kioto cumplen sus obligaciones, el Protocolo
establece un sistema internacional de:
Cómputo: una serie de reglas internacionales que establece qué puede y qué no puede
computarse como reducción de emisiones (por ejemplo, qué sectores y gases) y las reglas
sobre cómo realizar el cálculo (por ejemplo, el establecimiento de un año base -1990-,
reglas de cómputo de emisiones derivadas del sector forestal o el potencial de los
diferentes gases en cuanto a calentamiento global).
Derechos de emisión asignados: estas unidades de emisiones asignadas a cada país como
“derechos de emisión” representan la cantidad máxima de gases de efecto invernadero
que cada país industrializado puede emitir durante el periodo de compromiso. Cada
unidad asignada equivale a una tonelada métrica de CO2. Estos permisos son canjeables
en el mercado de carbono y, en el futuro, podrán ser otorgados a cada país mediante
subasta como una forma justa y predecible de obtener fondos para la lucha contra el
cambio climático en los países en desarrollo.
El objetivo del acuerdo es contener el aumento de la temperatura "muy por debajo de los
2ºC" respecto a la era preindustrial y "de seguir esforzándose por limitar este aumento a
1,5ºC", aunque muchos expertos dudan de que se pueda lograr.
Dos o 1,5°C son objetivos muy ambiciosos, dado el nivel actual de emisiones de gases de
efecto invernadero (GEI). Los expertos del Panel Intergubernamental del Cambio
Climático (IPCC) estiman que es necesario reducir las emisiones entre 40% y 70% entre
2010 y 2050 para permanecer por debajo de los 2°C.
Fig. 3 Imagen de la Ceremonia de Apertura del Acuerdo de París
Ambición: los gobiernos acordaron comunicar cada cinco años sus contribuciones para
fijar objetivos más ambiciosos
El cambio climático es un problema mundial importante que nos afecta a todos. Esta
cronología muestra los pasos que han llevado hasta un nuevo acuerdo mundial
jurídicamente vinculante sobre el cambio climático, el Acuerdo de París, y su
seguimiento. También cubre el papel de la UE en este proceso se ve reflejado en el
ANEXO 1.
Estados Unidos, cuyo presidente actual Donald Trump estudia seriamente retirarse del
Acuerdo de París, se comprometió bajo las riendas de Barack Obama a reducir sus
emisiones entre un 26% y un 28% de aquí a 2025, respecto a los niveles de 2005.
Los planes de acción nacionales evitarían los cataclismos +4/5°C previsibles en ausencia
de políticas climáticas, pero colocarían al planeta en una situación sumamente peligrosa
con +3°C.
Fig. 4 Objetivos del Acuerdo de París
III. CONCLUSIONES
- Los países en desarrollo han excedido o cumplen sobradamente su cuota justa para
reducir las emisiones, mientras que la mayor parte de los países desarrollados se
quedan muy lejos. Concretamente sobre los principales emisores se apunta a que
Estados Unidos y la Unión Europea, sólo habrían asumido una quinta parte del
esfuerzo que les correspondería a cada uno, Rusia habría planteado una
contribución nula respecto a su cuota justa; y Japón, una décima parte de su cuota
justa. Desde la sociedad civil se han evaluado los objetivos anunciados por los
distintos países de acuerdo a sus respectivas responsabilidades históricas y sus
propias capacidades.
- Por otro lado en el borrador del Acuerdo de París no se hace ni una referencia
específica a las energías renovables o el ahorro y eficiencia energética, ni tampoco
a la necesaria reducción del uso de combustibles fósiles y las ayudas públicas de
las que se benefician, tal y como se ha exigido desde la OCDE y el G20. Pese a
ello, sólo la ejecución de las contribuciones ya aportadas por diferentes países
significará 13,5 billones de dólares de inversiones en las energías renovables y la
eficiencia energética en los próximos 15 años, según las estimaciones de la
Agencia Internacional de la Energía. La aplicación de los nuevos objetivos de
China e India por sí solos, significarán triplicar la producción de energía renovable
a escala mundial.
IV. RECOMENDACIONES
- Es imprescindible que el Acuerdo de París contemple un mecanismo de revisión
periódica de la aplicación del mismo que sirva para aumentar las metas de
reducción de emisiones de todos los países, al menos cada 5 años, y así alcanzar
el objetivo de los 2ºC.
- Se debe dar también una señal a largo plazo y establecer un objetivo colectivo a
2030/2050. En el borrador del Acuerdo se contemplan opciones muy distintas que
van desde alcanzar un pico de emisiones en 2030, reducir las emisiones entre un
40-70% a 2050, o emisiones cero para 2050 o 2100.
- Establecer oportunas y efectivas sanciones para los países que no se rigen a estos
protocolos ya que si siguen por el Incumplimiento de los compromisos de
reducción de gases de efecto invernadero pudiendo generar fondos para
compensar los daños ocasionados a los países en desarrollo. Esto generará
recursos financieros que no provengan del Mercado de Carbono o de las
obligaciones financieras actualmente establecidas en el marco de la Convención
de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
V. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
[1]http://www.agroalimentaria.ccoo.es/comunes/recursos/21/doc260253_Articulo_de_la
_Cumbre_del_Clima_de_Paris_(COP21).pdf
[2]https://unfccc.int/resource/docs/convkp/kpspan.pdf
[3] http://www.cambio-climatico.com/docs/pksp.pdf
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CUENCA
UNIDAD ACADÉMICA DE INGENIERÍA,
INDUSTRIA Y CONSTRUCCIÓN
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