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Intimidad versus aislamiento (temprana edad adulta): La persona busca comprometerse

con otras; si fracasa puede sufrir un sentimiento de aislamiento y de absorción de sí


misma. Virtud: el amor. · Productividad versus estancamiento (edad adulta intermedia):
El adulto maduro se preocupa por consolidar y guiar a la siguiente generación o de lo
contrario siente empobrecimiento personal. Virtud: el cuidado. · Integridad versus
desesperanza (vejez): La persona de edad avanzada logra un sentido de aceptación de su
propia vida, bien sea aceptando de su propia vida, bien sea aceptando la muerte o, por el
contrario, cayendo en la desesperanza. Virtud: la sabiduría.

Las 8 edades del hombre- Erikson


Dos antinomias, de las edades propias de Desarrollo III
-La etapa intimidad frente a aislamiento.
-La etapa generatividad frente a estancamiento.
Intimidad frente a aislamiento.
Este estadio suele abarcar desde los 21 a los 40 años.
En este período de la vida la forma de relacionarse cambia, uno comienza a buscar
relaciones más íntimas que ofrezcan y requieran de un mayor compromiso por ambas
partes, una intimidad que produzca una sensación de seguridad, de no estar solo, de
confianza.
El adulto, en esta etapa de la vida, está preparado para la intimidad, lo que supone
formar parte de organizaciones y desarrollar la fuerza ética para cumplir compromisos.
Cuando se evita este tipo de intimidad uno puede estar bordeando la soledad o el
aislamiento que puede derivar en depresión, la mayoría de las veces, la evitación de
estas experiencias tiene su explicación en el temor a la pérdida del Yo.
Si bien el adulto medio se caracteriza más por estar dentro de la siguiente fase del
desarrollo, que en la anteriormente descrita, podemos ver esta necesidad de buscar
relaciones íntimas tanto en aquellos entrevistados que no están casados o en pareja,
como en aquellos, que siendo más grandes y habiendo estado casados, actualmente
siguen manifestando la necesidad o el deseo de encontrar a alguien con quien
comprometerse afectivamente.
Generatividad frente a estancamiento.
Este estadio abarca desde los 40 hasta los 60 años aproximadamente.

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Este es el momento donde la persona se dedica a su familia, a la búsqueda de un
equilibrio entre la productividad y el estancamiento, productividad que está ligada al
futuro, al porvenir de los suyos y de las próximas generaciones. Esta etapa se centra
principalmente en la búsqueda del ser y del sentirse necesitado por los demás.
La generatividad es la preocupación de guiar y establecer la nueva generación, tener
hijos y criarlos. Esta constituye una etapa esencial en el desarrollo psicosexual y
psicosocial.
El estancamiento por el contrario corresponde a ese momento donde uno se pregunta
qué es lo que hace aquí, si no sirve para nada, cuando el sujeto se siente sin
posibilidades de poder ofrecer algo al mundo. Allí es donde se da una regresión a una
pseudointimidad que va acompañada de un sentimiento de estancamiento y
empobrecimiento personal.
La mayoría de los sujetos que entrevistamos se encontraban en este estadio de la vida,
más enfocados en la generatividad que en el estancamiento.

ADULTO JOVEN
Erikson: 18 y los 35 años aproximadamente. El ingreso a este estadio se da con la
culminación de la madurez psicosexual del adolescente en la etapa de la genitalidad, lo
que lleva a que se pueda dar una relación sexual saludable con una persona del sexo
opuesto y en quien se pueda confiar, esto deriva en una de las características más
importantes de este estadio: la intimidad. A su vez, esta etapa presenta otras
características como la consolidación de la identidad, el surgimiento de proyectos y
nuevas responsabilidades.
Según Erikson, la intimidad es el hecho de poder estar cerca de otras personas
cercanas como lo son parejas o amigos, es decir, que se espera que el adulto joven
pueda tener relaciones de confianza con personas como, por ejemplo, compañeros en
el amor y trabajo. Esto supone también, la conformación de una identidad, el saber
quien se es, que lleva a no tener miedo a “perderse” a sí mismo, como sí sucede en el
adolescente. En oposición a la intimidad, el autor nombra la existencia del aislamiento
(afectivo), el cual es el distanciamiento o la exclusividad que se expresa con el
individualismo, egoísmo sexual y psicosocial. Es importante, según Erikson, que pueda
darse un equilibrio entre la intimidad y el aislamiento para fortalecer la capacidad en el
amor y en lo profesional.
Erikson habla del matrimonio o la vida en pareja. Este es un espacio donde uno puede
abrirse con otro sin confundirse, construyendo un espacio psicológico común. El estar
en pareja exige un compromiso, con un proyecto común, siendo la conjunción de dos
personas distintas que buscan algo más extenso que ellos mismos
Así mismo, las relaciones de amistad, según el autor, son menos intensas que en la
adolescencia, ya que se dedica más tiempo a la construcción de la familia y al trabajo,

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al igual que el grupo de amigos se hace más restringido, pero a su vez surgen nuevas
amistades, dado que se abren nuevos mundos para la persona
Jung opina que una de las características principales del adulto joven es que este, al ya
haber superado la caótica etapa de la adolescencia, es que debería salir de la misma no
solamente con cierta independencia sino también con una personalidad más o menos
consolidada, que hará que estos estén concentrados no solamente en las obligaciones
que tienen que ver con la familia, la sociedad sino principalmente en desarrollar o
explotar aquellos aspectos de la personalidad que los ayudarán a alcanzar metas
externas. Es justamente esta búsqueda por parte del joven adulto de poder cumplir
con todas aquellas metas que se propuso lo que le permitirá el desarrollo individual del
mismo. Ahora bien, para que todo esto ocurra, Jung opina que es esencial el proceso
de individuación.
Por individuación entendemos aquella capacidad de los hombres para llegar a ser un
individuo. Para esto, Jung tiene en cuenta por un lado, la individualidad de cada sujeto,
es decir aquella peculiaridad más interna, última e incomparable de cada uno que le
permitirá llegar a ser él/uno Mismo. De esta manera el proceso de individuación se
podría traducir en mismación o autorrealización. Por otro lado, Jung opina que para
que el sujeto pueda ser el mismo, y por lo tanto llegar a ser un individuo, no solamente
requerirá de aquello interno, sino que también de lo externo, y por lo tanto del otro o
los otros. Por esto mismo es que Jung opina que no debemos confundir a la
individuación cómo aquel proceso que se caracteriza por ser egocéntrico y auto
erótico. Sino saber que el Sí-mismo de dicho proceso comprende mucho más que un
mero Yo, es decir la individuación no excluye al mundo, sino que lo incluye, es decir
que la relación interpersonal que el sujeto va teniendo a lo largo de su vida también
serán esenciales en esta conformación del sí mismo del sujeto. Por último, Jung dirá
que las personas que evitan esta transición y no reorientan de manera apropiada sus
ideas pierden la oportunidad de experimentar un crecimiento psicológico.
Rappoport consideraba tres problemas cruciales que dominan la vida de la mayoría de
los adultos jóvenes:
a) La elección de pareja
b) La elección de una carrera u ocupación.
c) Un tercer problema a que denomina “desilusión”.
Nos centraremos en el desarrollo de este último: La palabra “desilusión” no la utiliza
negativamente sino para hacer referencia a la experiencia típica de este periodo de
realización en que los jóvenes revalúan y modifican las ideas que poseen de si y del
mundo. Frente a la niñez y la adolescencia como periodos de momentos mágicos y
encantados, la “adultez joven” es un periodo de desencanto, en que se revalúan los
vínculos de una manera más realista. Mientras que el adolescente realiza fuertes
reclamos a los padres y pretende modificar la personalidad de los mismos, en este
periodo se plantea la relación parental como una coexistencia entre iguales y
disminuye la expectativa de modificar a sus antecesores. Asimismo, se modifican las
relaciones entre los “pares” ya que en la adolescencia los idealizaban, pero ahora los
ve de un modo más realista, con sus aspectos buenos y negativos. En relación con la
percepción de sí mismo abandona la ilusión de ser como la mayoría de las personas y
acepta la necesidad de forjar su propio camino. Debe explorar fuera del sistema de
recompensa y castigo de su hogar, evaluado su eficacia en “el mundo de los adultos”.
Así, es que recorre el trayecto de la “ilusión” a la “desilusión”.

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MEDIANA EDAD
Generatividad frente a estancamiento.Este estadio abarca desde los 40 hasta los 60 años
aproximadamente. Este es el momento donde la persona se dedica a su familia, a la
búsqueda de un equilibrio entre la productividad y el estancamiento, productividad que
está ligada al futuro, al porvenir de los suyos y de las próximas generaciones. Esta etapa
se centra principalmente en la búsqueda del ser y del sentirse necesitado por los demás.
La generatividad es la preocupación de guiar y establecer la nueva generación, tener
hijos y criarlos. Esta constituye una etapa esencial en el desarrollo psicosexual y
psicosocial.
El estancamiento por el contrario corresponde a ese momento donde uno se pregunta
qué es lo que hace aquí, si no sirve para nada, cuando el sujeto se siente sin
posibilidades de poder ofrecer algo al mundo. Allí es donde se da una regresión a una
pseudointimidad que va acompañada de un sentimiento de estancamiento y
empobrecimiento personal.
VER CLASE DE MONTERO.
Montero hace una diferenciación entre transición y crisis de la mediana edad. La
transición de la mediana edad implicaría una serie de micro-procesos continuos de duelo
y elaboración que derivaran en un nuevo equilibrio y el establecimiento del organizador
psíquico adulto. La crisis de la mediana edad se corresponde , con el enlentecimiento, lo
que implica una paulatina detención y la consecuente cronificación en ciertos
estereotipos personales que derivan en alteraciones de la autoestima y en la
imposibilidad de investir nuevos planes o proyectos, casi como si el tiempo se hubiera
detenido, lo que impide los procesos de duelo normal e implica una tramitación
psicopatologicamente melancólica de la transitoriedad. También esta crisis se puede
producir por una aceleración, implicando generalmente intentos de huida hacia el
pasado en un intento de recuperar vertiginosamente el tiempo perdido , y donde también
puede observarse una deficiente regularización de la autoestima, aunque en este caso se
invisten diferentes planes o proyectos en los que el único propósito pareciera ser la
recuperación de la juventud perdida, lo que impide el proceso del duelo normal, e
implica una tramitación psicopatológicamente maniaca de la transitoriedad.

Propone cinco indicadores que serían consecuencia directa de la tramitación del trauma
por la propia muerte futura y del establecimiento del organizador psíquico adulto
durante la mediana edad.
1)Aceptación del odio y la destructividad: La crisis de la mitad de la vida implica no
sólo la aceptación de la propia muerte sino también del odio y la destructividad auto y
heterodirigidos. Esta aceptación es una consecuencia directa de la (relativa) tramitación
del trauma por la propia muerte futura durante la mediana edad, y que debe considerarse
así puesto que decanta en lo fundamental en la (re)actuación y la (re)elaboración del
conflicto de Edipo.
2) Cambio en la percepción subjetiva del tiempo: la transformación de la percepción y
vivencia subjetiva del tiempo resulta una evidencia de la (relativa) tramitación del
trauma por la propia muerte futura en la mediana edad. Colarusso la denomina
“aceptación de la limitación del tiempo personal”. Sostiene que la aceptación de la
limitación del tiempo persona puede ampliar grandemente la calidad de vida en las
personas sanas puesto que estimula una evaluación de propósitos, un re-ordenamiento
de prioridades y una mayor valoración de las relaciones significativas, así como el
verdadero valor del tiempo.

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3)Tolerancia a la incertidumbre de vivir: es un indicador de la tramitación del trauma
por la propia muerte futura en la mediana edad, especialmente por su relación con la
transitoriedad de la existencia. El vínculo con los objetos primarios que caracterizan la
seguridad y confianza, el paso exogámico en la post adolescencia, la verdadera
exogamia, entre otros aspectos, siempre implicaron una certeza relativa respecto de la
continuidad de la vida individual. Se ve reactivado y transformado durante la mediana
edad hasta la adquisición de esta tolerancia de la incertidumbre de vivir, la que también
implica la resolución de un duelo normal.
4)Nueva integración de la historia personal: el proceso de tramitación del trauma por la
propia muerte futura posibilita también una visión de la propia historia personal desde
una perspectiva diferente, algo que promueve una nueva integración de la historia
personal. Esta nueva integración de la historia personal resulta consecuencia de los
múltiples determinantes que se activan desde la realidad externa e interna y que
promueven la modificación de la representación y las relaciones de objeto, ligadas todas
a la reelaboración edípica.
La nueva integración de la historia personal que posibilitan los procesos de duelo
normal y de resignificación aportan una nueva resolución de la novela personal (Freud).
Cuestionar la propia teoría de vida significa para el individuo una amenaza de duelo, no
solo por una condición interna, sino también porque este cuestionamiento sugiere una
reevaluación de la forma en que cada uno ha vivido hasta el momento. Esto incluye una
apreciación y reconocimiento de las limitaciones, capacidades y poderes propios, y el
inevitable temor por aquello que no puede ser y la comprensión de lo que “no será
posible”, algo que es impuesto por la realidad física del espacio y el tiempo que ya no
pueden seguir siendo desmentidos. La tramitación del trauma por la propia muerte
futura en la mediana edad es el momento en que cada teoría de vida halla una
oportunidad para su cuestionamiento, modificación y adecuación.
5)Anclaje de la historia individual en la historia generacional: como consecuencia de
esta nueva integración de la historia personal se produce también un anclaje de la
historia individual en la historia generacional. Este proceso operaria simultáneamente en
dos direcciones. Un vector apunta hacia el pasado y el otro hacia el futuro. El vector que
apunta hacia el pasado implica un proceso que promueve una (nueva) adquisición de la
historia familiar (generacional), diferente a la que se opera con la identificación
primaria (Freud); mientras que el vector que apunta hacia el futuro implica la
delegación de los atributos (símbolo) de la juventud en la nueva generación, proceso
que implica la resolución del conflicto de confrontación generacional, y entre la
transmisión generacional y la claudicación generacional. Esta transmisión generacional
es evidencia de la tramitación del trauma por la propia muerte futura y del
establecimiento del organizador psíquico adulto.
TERCERA EDAD
Erikson ubica la tercera edad como la última etapa en la vida de los hombres. La llama
también la delicada adultez tardía, o madurez. Erikson expresa que la tarea principal de
las personas transitando esta etapa es lograr una integridad con un mínimo de
desesperanza. Nombra diferentes sucesos característicos de esta edad. Primero ocurre un
distanciamiento social, desde un sentimiento de inutilidad existe un sentido de inutilidad
biológica, debido a que el cuerpo ya no responde como antes; junto a las enfermedades,
aparecen las preocupaciones relativas a la muerte. Los amigos mueren; los familiares
también y ello contribuye a la aparición de un sentimiento de desesperanza. Como
respuesta a esta desesperanza, algunos mayores se empiezan a preocupar con el pasado.
Por otro lado, la integridad yoica significa llegar a los términos de tu vida, y por tanto,
llegar a los términos del final de tu vida. Puede ocurrir una tendencia mal adaptativa es

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llamada presunción. Cuando la persona “presume” de una integridad yoica sin afrontar
de hecho las dificultades de la senectud.
8ª etapa (60 años hasta la muerte): Integridad VS desesperación
Es de gran importancia ya que es la que cierra la vida y es importante llevarla a cabo de
la mejor forma posible, pues nos jugamos una vejez feliz y tranquila.
Hablamos de la necesidad de integración, de aportar coherencia y de hacer una totalidad
de lo que ha sido la vida. Consiste en mantener las cosas unidas para dotar de
significado y sentido. En esta etapa se debe ser capaz de hacer un discurso o narración
coherente de tu vida, siguiendo un hilo conductor. El sentido de la vida significa que me
ha merecido la pena vivir, que mi vida ha tenido un orden y una razón de ser. Ese
ofrecer significado a la vida también conlleva aceptar lo que se ha vivido. Con la
aceptación es como uno se puede ir tranquilo (morir). La aceptación de la muerte está
relacionado con esto, por eso hay que ayudarles a integrar, para que sientan que han
vivido para algo, que han tenido una meta.
Por lo contrario, un desarrollo negativo de la vida lleva a la desesperación, donde el
individuo fracasa al aparecer pensamientos sobre haber vivido de forma diferente. Estos
pensamientos llevan a no aceptar la muerte ya que no la vieron cumplida todavía y
sienten que todavía les falta para poder finalizarla de lo mejor posible.

 Si la crisis se supera con éxito tendremos personas con un fuerte sentido vital,
convencidas de que su vida ha tenido sentido, capaces de integrarla y preparadas
para dejar el mundo.
 Si la crisis no se supera lo que tendremos son personas que no están preparadas
para morir y cuyos recuerdos se almacenan sin ningún orden y conexión. Un
desarrollo negativo de esta etapa lleva a la desesperación y al sentimiento de
haber desperdiciado oportunidades en su vida. Las personas que fracasan en la
obtención de esta etapa tienen la certeza de que deberían haber vivido de forma
diferente, lo que lleva a no aceptar el final. Se sienten dispersos, desesperados,
como si su vida no se hubiese cerrado y con la sensación de que aún no pueden
irse. Esto se puede comprobar en el caso de mayores que cuentan historias
incoherentes, sin conexión entre ellas, o repiten muchas de ellas. Es un acto
fallido de llevar a cabo la integración.
Jung propuso que dentro de cada persona existía una orientación hacia el mundo
exterior, que denominó extroversión, y una orientación hacia el interior, el mundo
subjetivo, que llamó introversión. En la juventud y en gran parte de la mediana edad, las
personas expresan su extroversión. Una vez que la familia ya ha salido adelante y la
vida profesional ha llegado a su fin, hombres y mujeres se sienten libres para cultivar
sus propias preocupaciones, reflexionar sobre sus valores y explorar su mundo interior.
Carl escribió: "Para una persona joven es casi un pecado o al menos un peligro
preocuparse por ella misma; pero para la persona que está envejeciendo, es un deber y
una necesidad dedicar seria atención a sí misma". Este cambio de orientación conduce a
las personas mayores a desarrollar con paso firme la tendencia hacia la introversión.
Esta individuación significa, por tanto, una ampliación de la esfera de la consciencia y
de la vida psicológica consciente”.

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