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Causas de los problemas sociales

1. Pobreza
2. Falta de educación
3. Falta de valores
4. Desintegración

Objetivos

Describir las causas de la Migración de Honduras a EE. UU y otros Países, así


mismo el riesgo que lleva la ruta hacia otros países, los problemas que se
tendrían al Migrar fuera de Honduras, y calidad de vida que ellos llevarían o
mejoría que tendrían en sus vidas para poder tener una mejor vida “El sueño
americano”.

Migración

Por migración hondureña internacional aquí se incluyen a los nacionales que se


van al extranjero para trabajar, en busca de una mejor vida para ellos y su
familia. Al menos el 90 por ciento de los que se van, termina “su viaje” en
Estados Unidos (de ahora en adelante EE. UU), país de destino preferido por el
emigrado hondureño. En consecuencia, ya en ese país del Norte vive alrededor
de 1.2 millones de inmigrantes de origen hondureño, equivalente al 14% de la
población total de Honduras. En términos alegóricos, ellos forman el
Departamento número 19 de la nación hondureña. Otros 300,000 paisanos
están regados por el resto del mundo, concentrados en España, Canadá e
Italia.

Históricamente, el éxodo masivo de hondureños hacia EE. UU empezó a


hacerse visible a partir de 1990, coincidiendo con el fin de los conflictos de la
Guerra Fría en Centroamérica. Los hondureños se aprovecharon de la apertura
que se dio en El Salvador, por razones geopolíticas, para emigrar a Estados
Unidos. Al efecto, un buen número de hondureños, muchos de ellos con sus
respectivas familias, se aprovecharon de la apertura y salieron “legalmente”
hacia Estados Unidos a través de El Salvador, haciéndose pasar por
“salvadoreños”, habilitados con documentación falsa de ese país.

En Honduras, la emigración hacia Estados Unidos se disparó después del Mitch,


desde noviembre de 1998. De acuerdo al Instituto Nacional de
Estadísticas/INE, el 81% del total de los hogares hondureños reporta tener uno
o más miembros que se fueron al extranjero en los últimos 10 años, los
mayores contingentes salieron entre 1998 y 2005.

La migración internacional ayuda a Honduras en dos formas. Sirve de válvula


de escape a la presión que produce internamente por la creciente demanda
insatisfecha de bienes y servicios públicos y sociales de parte de la ciudadanía,
Además, los significativos montos de remesas --que en forma continua llegan a
Honduras enviadas por los migrantes-- constituyen la mayor fuente de divisas
para el país, con un impacto decisivo en la estabilidad macroeconómica de
Honduras.

Pese a que la migración se ha convertido en un componente estructural de la


vida nacional, hasta la fecha ha beneficiado a ciertos sectores, sin relación con
el desarrollo incluyente y a largo plazo continuo que necesita el país. Este
voluminoso movimiento de nacionales, con los productos que acarrea y genera,
ya beneficia a sectores muy específicos de la sociedad hondureña, entre ellos,
casas remedadoras, cambistas y especuladores de divisas, Banco Central de
Honduras, sector bancario nacional y extranjero, cooperativas de ahorro y
crédito, importadores y comercializadoras de muebles y electrodomésticos.
Aún no existe una política nacional migratoria, con objetivos y metas a
mediano y largo plazo, que proteja a los migrantes, ordene legal y
operativamente el éxodo, al igual que el retorno de nacionales, y vincule todo
ello al desarrollo personal, local, territorial y nacional. Estamos hablando en
total del equivalente anual de 4 mil millones de dólares que debería estar
orientando al desarrollo personal, local, territorial y nacional, y no sólo a
grupos de intereses, como sucede ahora. Siempre está formando parte del
Producto Nacional Bruto –que técnicamente es la suma de lo que se transfiere
desde exterior con lo que se produce aquí, expresando el gran total en
unidades monetarias, en lempiras o su equivalente en dólares.

Según el INE, en una época normal, la corriente migratoria hondureña hacia


EE. UU atrae un promedio de 25 personas por hora, sumando entre 80 mil a
100 mil hondureños por año. Los que se van, en su gran mayoría, son jóvenes;
más hombres que mujeres, pero no por mucha diferencia. Ambos con menos
de 30 años de edad. Se van más casados o en unión libre que solteros,
aumentando con ello la feminización de los hogares hondureños. Se van los
que tienen una mayor escolaridad, sin sobrepasar el nivel primario de
educación. La mano de obra que sale al exterior posee baja calificación. No
tiene los conocimientos y destrezas propias de estos tiempos, y mucho menos
los que competiría ventajosamente en Estados Unidos para lograr un empleo
de buena paga y estima social.

Muchas de las características anteriores, sin embargo, se convierten en ventaja


al momento que un inmigrante hondureño busca empleo en EE.UU. a nivel de
los estratos más bajos, en las llamadas “posiciones de entrada” del mercado
laboral. Los nacionales de EE. UU. no quieren ni siquiera competir como
candidatos para esas posiciones, ni siquiera los afroamericanos desempleados
que viven de la pensión del gobierno que les manda mensualmente el
Departamento de Bienestar Social, conocido popularmente por “Welfare”. Casi
todas esas posiciones son de baja paga –escasamente de salario mínimo-- y
socialmente gozan de poco reconocimiento. En consecuencia, en los mercados
laborales de un país desarrollado como EE.UU. hay una oferta deficitaria
permanente de mano de obra nacional para las posiciones de entrada al
mercado laboral, aún en épocas como la actual, caracterizada por alto
desempleo y bajo actividad económica.

Los hogares hondureños con migrantes sobresalen en promedios con relación a


las medias nacionales de ciertas variables relativas al Índice de Desarrollo
Humano/IDH, demostrando con ello que sus miembros en Honduras no
pertenecen a los estratos socioeconómicos más bajos en Honduras. Son mucho
más urbanos. Las personas que se encuentran al frente de dichos hogares han
terminado más años de educación secundaria o de estudios superiores. Y sus
jefaturas tienden a ser más femeninas. Por último, los hogares con migrantes
se encuentran ubicados en los Departamentos de menor pobreza en Honduras:
Cortés, Francisco Morazán, Olancho, Yoro, Valle y Atlántida, que juntos
contribuyen con el 58% de la emigración total.

Desde el segundo semestre del año 2008, el flujo de hondureños hacia EE. UU.
ha disminuido. Hasta el momento, nadie sabe a ciencia cierta en cuánto se ha
reducido por el impacto de la crisis. Pero atreviéndome a dar un estimado en
rangos probables, la caída podría estar oscilando entre el 30% y 40% de lo
habido en tiempos normales. Es decir, si antes del 2008 se iban entre 80,000 y
100,000 al año, actualmente podrían estarse yendo entre 50,000 y 60,000
hondureños al año para EE. UU. No olvidemos que en ese estimado siempre
van incluidos algunos deportados a Honduras por vía aérea. Los deportados
desde, que pisan suelo hondureño, y son entrevistados en el Centro de
Atención al Migrante Retornado/CAM, dicen que no quieren quedarse en
Honduras, sino regresar a EE. UU, no importa como sea, aún como
“irregulares”.

Entre los que se van, una buena parte lo hace por tierra, en forma
desordenada, y sin la documentación que exigen las autoridades migratorias –
México país clave de tránsito en la ruta-- y Estados Unidos, país final de la
travesía. Sin embargo, contrario a lo que se cree, la mayoría de los
hondureños que se van por tierra e intenta llegar a tierras norteamericanas, lo
logra. De lo contrario, jamás se hubiera tener la numerosa diáspora hondureña
que vive hoy en suelo estadounidense.

La condición migratoria de los hondureños en territorio norteamericano es


diversa. Dentro de los 700 mil hondureños que tienen edad de trabajo en EE-
UU, un poco más de la mitad esta “irregular”, sin documentación para residir y
poder trabajar en condiciones legales en ese país. Y dentro de los 300 mil que
están en situación migratoria “regular”, se cuentan los residentes de EE.UU
(con Green Card/Tarjeta Verde), los naturalizados con ciudadanía
norteamericana que no pasan de 250 mil y los 75 mil hondureños que siguen
protegidos por el Permiso Temporal de Trabajo/TPS; un programa solidario
concedido por el Gobierno de EE.UU a Honduras en compensación por la
tragedia del Huracán Mitch, que produjo 6,800 muertos, 3,900 desaparecidos,
12,000 damnificados y pérdidas materiales por unos 5,000 millones de dólares.

Hay también diferencias significativas en la historia y demografía de los


hondureños, como parte de la población de origen latinoamericano en Estados
Unidos, estimada hoy en unos 50 millones. Los latinos están considerados “la
minoría de mayor y más rápido crecimiento en Estados Unidos”. La población
de EE. UU, se estima para el 2010 en unos 300 millones de habitantes.

Los hondureños constituyen la comunidad de inmigrantes más pequeña en la


población de origen latino en EE. UU. Los hondureños ni siquiera llegan al 3%
de ese total, contando “documentados” e “indocumentados”. La diáspora
hondureña es además de reciente formación, de aparecimiento tardío, en
relación al resto de los centroamericanos (guatemaltecos, salvadoreños y
nicaragüenses) y los caribeños (dominicana y cubana). Quizás por ser la más
pequeña y la de más reciente despegue, la comunidad migrante hondureña
muestra el mayor crecimiento entre los éxodos latinos asentados en EE. UU.

Las comunidades de origen hondureño y de otros países latinoamericanos que


se formaron antes se vuelven importantes para el recién llegado. Estas
comunidades tienen acumulado un capital social útil al inmigrado para
satisfacer sus necesidades e intereses de llegada, y después, para socializar,
expresarse y prosperar dentro de las estructuras establecidos. El capital social
mide la colaboración social entre los diferentes grupos de inmigrantes. El
término también es aplicable a colectividades locales, regionales y nacionales,
sean asociaciones de paisanos, clubes sociales, deportivos, recreativos,
ecológicos, de defensa de los derechos, iglesias, cooperativas etc. A nivel
individual el concepto mide las oportunidades que surgen a partir de esa
colaboración, con atención a tres fuentes: la confianza mutua, las normas
efectivas y las redes sociales.

Muchos migrantes hondureños lograron llegar e instalarse en EE. UU, gracias a


la ayuda que recibieron de otros que antes habían emigrado. Con esas ayudas,
en forma de préstamo o gratuita --dinero e información-- resolvieron las
necesidades de viaje –durante la travesía o el viaje-- y a la llegada, también
solucionaron las exigencias de vivienda, muebles, enseres, ropa, transporte y
conectes para conseguir trabajo.

Estos hechos demuestran que la migración internacional hondureña puede


explicarse, al menos, por tres causas: 1) por redes de apoyo creadas por
migrantes anteriores, 2) por factores de expulsión en el país emisor, que por
negativos –salarios bajos, empleos precarios, servicios públicos insuficientes
en calidad o cobertura, y falta de oportunidades-- le obligan a irse de Honduras
y 3) por factores de atracción del país receptor, valorados positivamente –
salarios más altos, empleo fijo y mercado laboral en crecimiento constante--
que alimentan el sueño de vivir y trabajar en el país receptor, en este caso,
EE.UU.
El párrafo anterior sugiere que le echemos un vistazo a la literatura
especializada para saber qué son las migraciones internacionales, por qué
suceden y qué resultan de las mismas. En un rápido análisis encontramos 8
distintas teorías que identifican las migraciones internacionales como un
fenómeno humano, con características multifacéticas y de interés
multidisciplinario, y son las siguientes: De la Economía Neoclásica, de los
Sistemas Mundiales, De las Redes, Institucional, de la Acumulación Causal, de
los Sistemas de Migración, del Modelo Histórico Estructural y del Mercado Dual
de Trabajo. Aunque entre ellas predominan las de tipo economicista, el resto
recalca variables de tipo cultural, social u organizativo. Cada una de esas
concepciones y enfoques, en su calidad de teorías válidas, permite entender
las migraciones internacionales por sus características, y explicarlas por sus
causas y efectos. En un escrito como éste, no procede desglosar cada teoría.
Entraríamos en una disgregación especulativa, de demasiado contenido.

Pero teniendo en cuenta lo producido, nos damos cuenta de que, entre las
migraciones latinoamericanas en Estados Unidos, la mexicana atrae el mayor
número de cursos universitarios, diplomados, centros de conocimiento, de
investigación y de políticas públicas. Así como el mayor inventario de
monografías, informes y revistas especializadas. Las características de la
migración mexicana justifican el caudal acumulado.

Migración y violencia

La migración y las diferentes formas de violencia plantean grandes desafíos. El


gran número de hondureños que trabaja en el extranjero envía remesas por un
valor equivalente al 21 % del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Además,
la migración tiene consecuencias sociales negativas, como la desintegración de
las familias y las comunidades. Por su parte, los huracanes y las tormentas
tropicales frecuentes afectan periódicamente al país, en especial a los niños y a
las poblaciones vulnerables.

Las diversas formas de violencia contra niños y adolescentes han aumentado


en los últimos años, aunque no se dispone de información fiable. El Gobierno y
la Sociedad Civil aún carecen de modelos con eficacia demostrada y de
políticas integrales basadas en los derechos humanos para prevenir y mitigar
ese problema. La explotación sexual de niñas y niños con fines comerciales
sigue siendo un reto importante, aunque el Gobierno, con el apoyo del UNICEF,
ha reforzado la persecución y la prevención de esos delitos.

Se calcula que el 9 % de los niños y el 4 % de las niñas de entre 5 a 14 años


trabajan. El entorno legislativo para la protección de los niños ha mejorado,
aunque siguen existiendo algunas incoherencias con el marco normativo
internacional. La capacidad institucional y política de los organismos nacionales
responsables de velar por el cumplimiento de los Derechos de los Niños es
limitada.

Causas de los problemas sociales

1. Pobreza
2. Falta de educación
3. Falta de valores
4. Desintegración

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