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2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si
estas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley.
pabellón de “los Inmortales” charlando animadamente
con sus homólogos.
El aspecto físico de Kafka 2104 había sido,
ciertamente, objeto de polémica. Dado que no podía
envejecer ni cambiar de forma, un potente ordenador
había promediado los parámetros de su apariencia
externa a lo largo de toda su vida y el proceso había
dado como resultado un Kafka ambiguo que en
determinadas poses parecía un escritor maduro y en
otras un adolescente aniñado que empezara a
descubrir el mundo. Cuando digo adolescente aniñado
me refiero sólo a su aspecto exterior, pues en lo
mental el supuestamente ingenuo Kafka estaba dotado
de una extraordinaria precocidad, como correspondía
al tipo de cerebro (llamado “alfa”) que se le había sido
asignado, verdaderamente potente y propio de un ser
de su clase, un verdadero genio literario.
Hasta aquí todo es normal, nada que se salga de lo
que esperaríamos. Y todo hubiera seguido así de no
ser porque Kafka decidió, en un gesto de rebeldía,
romper el protocolo que debía obedecer. Reconozco
que un acto luciferino, como el del adolescente que se
subleva contra su padre en un ataque de locura.