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Obra de teatro – Las cuatro ranas

Título: Las cuatro ranas.

Autor: Adaptado de la Leyenda de las cuatro ranas.

Personajes: Narrador, Rana 1, Rana 2, Rana 3, Rana 4.

Escenario: un rio, un tronco, una cascada.

Narrador: Cuatro ranas se encontraban sentadas sobre un tronco que flotaba en la orilla de un río. De pronto
el madero fue arrastrado por las aguas. Las ranas, sorprendidas por lo que estaba sucediendo observaban
interesadas el movimiento del tronco. Esto es una experiencia nueva para ellas y cada una lo interpreta a su
manera y expresan sus opiniones.

Rana 1: ¡Qué madero tan maravilloso! Es un tronco mágico que se mueve por fuerza propia como nunca
habíamos visto, como si estuviese o vivo, o si tuviese dentro algo que lo impulsa a moverse.

Narrador: La segunda rana mira a la primera con algo de contrariedad y luego se dirige a las otras.

Rana 2: No queridas amigas y compañeras de viaje. El madero no tiene vida ni es mágico. Es como cualquier
otro tronco inerte. Lo que se mueve son las aguas del río que van hacia el mar y arrastran el madero.

Narrador: La tercera rana no quiere quedarse atrás y entra también a la plática para corregir a las primeras.

Rana 3: Ni se mueve el madero, ni se mueve el río. Lo único que se mueve es nuestro pensamiento. El
movimiento está solo en la mente. Lo demás es pura ilusión. Esta es la verdad.

Narrador: En este punto, las tres ranas comenzaron a discutir sobre qué era lo que realmente se estaba
moviendo, sin embargo, no lograban ponerse de acuerdo. La discusión se intensifica. Cada una de ellas
defiende su teoría lanzando nuevos argumentos sin escuchar la opinión de las demás. Así que decidieron
consultar a la cuarta rana, que hasta aquél momento había escuchado todo en silencio.

Rana 4: Se mueve el tronco, el río y nuestro pensamiento. Ninguna se equivoca, todas tienen razón.

Narrador: Al oír esto, las tres ranas de molestaron mucho, porque ninguna quería admitir que la suya no fuera
la verdad completa y que las otras no se hubieran equivocado. Así que juntas, tiraron al agua a la cuarta. Y así
como ellas, las personas tampoco soportamos que nuestras explicaciones no aclaren todas las condiciones de
la vida, y muchas veces preferimos defender nuestras teorías, que atender la realidad.

La cuarta rana, a salvo en la orillas, les grito a las otras tres.

Rana 4: ¡Cuidado! Oigo el ruido de una catarata caerán si no saltamos antes.

Narrador: Pero las ranas estaban tan ocupadas tratando de demostrar que tenían razón, que no escuchan lo
que se les advierte. Insisten en imponer su teoría a las demás y no saltan del madero, caen por la catarata,
mientras el ruido de las aguas ahoga su discusión.

Las ranas obstinadas cerraron sus ojos a las advertencias, cerraron sus oídos al ruido preveniente de la
catarata. Solo les importaba el sostenimiento de su punto de vista y no la verdad.

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