Tras los pasos de Simone de Beauvoir.
Notas sobre la experiencia corporal
Por Rosana Rodrigues’
No se nace mujer, Hega una a serlo
Rescatar Ja importancia cognoscitiva de la experiencia corporal,
implica realizar un trabajo de resticucién reflexiva y critica de los
aportes tedricos que realizan al feminismo las corrientes fenome-
nolégicas y existencialistas, Sin lugar a dudas se hace obligatoria
Ia referencia al Seguido Sexo de Simone de Beauvoir, considerado
como un texto denso, de una vigencia inusitada por su capacidad
de anticipacién teérica y por la relevancia de sus planteos concep.
tuales. Simone de Beauvoir desarrolla en este libro su perspectiva
en torno de los (nuestros) cuerpo de las mujeres como un mapa,
un tettitorio que el dominio patriarcal invade con sus multiples
estrategias de apropiacién, En oposicisn a las explicaciones biolo-
Universidad Pablo Olavide - Sevilla ~ Expatiagicistas y deterministas, la filésofa francesa niega la existencia de
Flo femenino” y afirma las complejas raices culturales y sociales
del significado de ser (0 més bien devenir) una mujer. Del largo
texto de Beauvoir emergen las mujeres en la ambivalente posi-
cidn que las ubica como encarnacién de los deseos ¢ ilusiones de
‘otros, de los pacriazcas que han opuesto resistencia al ejercicio de
sus (nuestros) derechos y su (nuestra) autonoma, a la capacidad
para decidir sobre sus (nuestros) cuerpos. A menudo de la lectura
ddl libro ha surgido Ia idea de que la carnalidad parece residit
s6lo en las mujeres sellando para ellas un destino amarrado fa-
talmente a la biologia. Es en los cuerpos de las mujeres donde se
aloja el peligro tenebroso de la fecundacién, de la propagacidn de
la vida, pero también de la muerte. EI cuerpo, la carne, el sexo,
la animalidad, la finiud y la fragilidad conforman lo femenino y
aprisionan a las mujeres en sus Cuerpos. Atin asf, es preciso decir
que la biologia no consticuye destino.
La tarea feminista de hacer visible la experiencia de las mujeres
frente al poder falogocéntrico tuvo su punto de fugaa partir de los
afios’80, cuando las tedricas post-estructuralistas comenzaron a
considerar que la apelacidn a la experiencia y a los cuerpos de las
‘mujeres eran la base de una ideologta por asi decir esenciaista,
En parte del predominio de posiciones post-estructuralistas de-
tiva la pérdida de la aucoridad epistemolégica que el feminismo
otorgaba a la “experiencia corporal”, hasta tal punto que incluso
se podria afirmat que ha sido decididamence descartada.
En Jos iltimos afos ferninistas provenientes del Tercer Mundo
se proponen rescatar, sin por ello naturalizarlas, las historias de
‘experiencias marginalizadas, de subalternidad, de opresién, dis
ctiminacién y exclusién de las mujeres. Desde sus perspectivas el
relato de experiencias puede proporcionar una mirada critica de
las condiciones sociales, politicas, culturales, raciales, es decit,
del mundo que les toca vivir a las mujeres como sujetas encarna-
das y de las estrategias para transformarlo, Es en ese sentido que
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‘me interesa pensar la teoria feminista, y el valor que desempefia
la experiencia subjeciva de la corporalidad.
La cuestion de la Alteridad
Para Simone de Beauvoir, a diferencia de Metleau Ponty, la cues-
tién de la otredad, surge de la necesidad de escibir su experien-
cia vivida, por este motivo, como sefiala Lépez Pardina la fildsofa
que hay en ella, ademés de la escritora, se plantea la siguiente
pregunta qué ha significado para mi ser mujer? Pregunta que
Ja Mleva a ahondar por diversos caminos en la investigactén, de
modo que debe inftingir los limites de su experiencia personal
para poder analizat las condiciones de posibilidad de la experien-
cia como mujer (Lopez Pardina, 1998: 127).
Asi sus primeras indagaciones se refieren a los mitos construi-
dos por los varones para encerrar a las mujeres, y tego continua-
ri sus investigaciones en la biologia y en la cultura. Ahora bien,
lo primero que Simone de Beauvoir encuentra es que la alteridad
de la mujer se explica como una categoria teciproca en relacién
alos varones. No cs similar a la categoria “otro” utilizada para
designar a extranjeros o a grupos sociales diferentes en razén de
la clase ola raza, No hay reciprocidad entre los sexos, porque uno
de los sexos se afirma como esencial, el vardn y niega y define a su
correlato como inesencial condendndolo a la alteridad:
“allo que define de forma singular la siteaciin de In mujeres
ue, siendo como todo ser humano una libertad autSnoma, se
descubre y se clige en un mundo en que los hombres le impo-
shen que se asuma como la Alteridad; se pretende petrficarla
como objeto, condenarla 2 la inmanencia, ya que su trascen-
cdencia serd permanentemente trascendida por otra conciencia
‘sencial y soberana, El drama de la mujer en este conflicto en-
109ce la reivindicacién fundamental de todo sujeto que siempre
se afirma como esencial y la exigencias de una siuacién que la
convierte en inesencial” (Beauvoir, [1949] 1999 Vol. I: 63).
Esta nocién de autre referida a la mujer, en Beauvoir se ubica
en una concepcién deudora de la dialéctica hegeliana de! amo y
el esclavo (Hegel, 1966: 113-121). Se trata de que una autocon-
ciencia aleance la verdad, el ser para si mediante la negacién de
otro como alteridad, Pero para que la certeza alcanzada se trans-
forme en verdad no sélo es necesatio el reconocimiento de st,
sino también el reconocimiento de uno al ot10, no como cosas,
sino como autoconciencias. El modelo hegeliano del amo, dis-
puesto a poner en riesgo la vida para el logro del reconocimiento
y el esclavo como conciencia sujeta a la voluntad del sefior y sue
‘ida en la coseidad es el teldn de fondo de la lecrura de Beauvoir.
En la lucha por el reconocimiento, la conciencia descubre que la
vida es tan esencial como la autoconciencia y se escinde en dos:
una conciencia libre, que es la que no teme perder fa vida y otra
conciencia esclava, sumida en el mundo de las cosas, respecto de
las cuales tiene la potencia de transformarlas (Hegel, G. W. F,
1966: 118). El amo es amo porque no teme perder la vida, por-
que es reconocido por el esclavo y éste se recanoce como esclavo
en la conciencia libre de su amo, El esclavo, como si no tuviera
conciencia, vislumbra al amo como su esencia, su ideal, y el amo
a su verse reconoce en Ia conciencia servil del esclavo, que al mis-
‘mo tiempo es dependiente de la suya. La operacisn del esclavo
slo tiene sentido por el amo, dado que depende de su operacién
sential y de este modo ef ano aparece al esclave como la verdad
que es exterior a él, mientras que la verdad de la conciencia del
amo es la conciencia inesencial del esclavo (Lépez Pardina, 1998:
130- 133).
Simone de Beauvoir toma este modelo de Hegel para analizar
la desigualdad entre conciencias y especificar el lugar de las mu-
no
jeres, esas otras que se construyen en relacién a los varones sin
reciprocidad en el reconocimiento. Desiguales e inferiores a los
hombres, a dialéctica hegeliana del amo y el esclavo se aplica a la
relaciOn entre varones y mujeres porque:
“El privilegio del amo... viene de que afirma el Espiritu con-
tra la Vida por ol hecho de arriesgar su vidas en realidad el
esclavo vencido ha conocido el mismo riesgo: sin embargo,
a mujer es originariamente un existente que da la Vida y no
artiesga su vida; entre el vardn y ella nunca hubo combate; la
definicién de Hegel se aplica especialmente a ella” (Beauvoir
[1949] 1999 Vol. 1: 129).
Lépez Pardina seftala que son tres las explicaciones en las que
centra Simone de Beauvoir su andlisis: la tensién conflictiva de
la relacién amo/esclavo en Hegel la relacién de reciprocidad en-
we el “pata si” y el autre en Sartre, y la téoria del parentesco de-
sarrollada por [a antropologia de Lévi-Strauss, de la cual toma-
14 la connotacién universal de la categoria “Otra” en lo social,
cuando el autor sostienc que el paso del estado de naturalera a
la cultura se caractetiza por la capacidad que tienen los huma-
nos de pensar las relaciones biolégicas bajo la forma de sistemas
de oposiciones binarias. De Sartre tomar la reciprocidad como
tun elemento connotativo en la pugna entre las conciencias, que
concibe como una disputa entre libertades y de Lévi-Strauss la
idea de que los grupos humanos (de varones, agregard Simone
de Beauvoir) establecen entre s{relaciones de teciprocidad a cra-
vés de un término de intercambio: las mujeres (Lépez Pardina,
1998: 133). Lépez Pardina sintetiza los aportes de Beauvoir en
su estudio de [a historia:
“Beauvoir muestra... desde los primeros tiempos del pa-
triarcado, los hombres han mantenido a las mujeres en es-
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