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Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Leidy Dayana Amarillo Fernández


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20 de Febrero del 2018

“ Pero eso no es cierto — dijo la sollozante señorita Fellowes — . Tú lo sabes, Timmie. Eres un niño
de verdad. Un niño encantador, y el mejor del mundo. Y nadie, nadie volverá a separarte de mí.”

La señorita Fellowes estaba desconsolada. Si bien sus últimas esperanzas de que Estasis no
regresara a Timmie al pasado habían sido destrozadas con el aplastante éxito del experimento Edad
Media, sabía que el incidente con Jerry haría que la llegada de ese momento, ya inevitable, se
aproximara a mayor velocidad.

Después de un largo rato ensimismada en sus pensamientos y su angustia, la señorita Fellowes


percibió con sorpresa que ya habían pasado casi dos horas desde que se había dado la pelea entre
los niños y aún no se presentaban ni el Doctor Hoskins, ni su esposa, ni ningún otro empleado de la
compañía a recoger a Jerry. El hijo del científico yacía en profundo sueño en unas de las habitaciones
de la casa de muñecas, en donde había caído dormido tras recibir la inyección antitetánica, bastante
fuerte para un niño de su edad. Incluso Mandy, la nueva designada de la Sesión Uno, había
desaparecido.

— Seguramente están todos sonriendo, posando y respondiendo el frenesí de preguntas y flashes de


cámaras de los periodistas — Pensó la señorita Fellowes con desprecio — ¿Cómo he podido
esperar que el Doctor Hoskins protegiera a Timmie sobre sus intereses si no es capaz de poner a
Jerry, su propio hijo, sobre su ambición y ego científico?

Entonces, tras reflexionar sobre este pensamiento, la señorita Fellowes supo que hacer. Tan rápido
como pudo tomó a Jerry y lo llevo al cuarto de Timmie, quien también dormía. Aún con el niño en
brazos la señorita Fellowes despertó a Timmie suavemente y le pidió que se levantara de la cama, y
en su lugar acostó a Jerry Hoskins, quien apenas si sintió el cambio de lugar. Vistió a Timmie con sus
ropas usuales, cubrió sus manos con guantes de lana, su cabeza con un gorro del mismo material y
finalmente le tapó la cara con una bufanda.

— Voy a llevarte afuera, Timmie. Al lugar de tus sueños.


— ¿Mis sueños?
— Sí, pero deberás confiar en mí. En un momento vendrán personas que quizás no conoces y te
llevarán fuera de este lugar, solo tendrás que permanecer en silencio y fingir que duermes. No
importa que escuches o que pase, tu no digas una palabra hasta que estés seguro de estar muy lejos
de aquí. Yo te veré afuera.

Pasado algo menos de una hora la señorita Fellowes escuchó que alguien entraba. Como lo
esperaba, Hoskins no había ido personalmente a recoger a Jerry, sino que había enviado a su
secretaria por él.

— Jerry duerme profundamente, el pobre ha tenido un día muy duro, intente no despertarle — Dijo la
señorita Fellowes intentando mantenerse lo más calma posible mientras dejaba el niño en brazos de
la secretaria. Ésta lo recibió extrañada por la cantidad de ropa que tenía encima, pero podía ser una
precaución para no exponer más su salud tras el ataque de aquel niño mono —pensó.

Sin más intercambio de palabras la secretaria aseguró al niño en sus brazos y abandonó la casa de
muñecas. La señorita Fellowes apenas podía mantener su atención en un solo pensamiento. No
sabía bien que acababa de hacer ni mucho menos que haría después, luego pensaría en eso. De
repente el sonido de las máquinas y aparatos electrónicos dejó de escucharse y una completa
oscuridad se apoderó del lugar. La señorita Fellowes respiró aliviada.

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