Sie sind auf Seite 1von 21

Sentencia 026 de mayo 10 de 2006

INDIGNIDAD DEL PADRE PARA SUCEDER


REGRESAR A: PROVIDENCIAS MEMORABLES CIVILES

REGRESAR A: RELATORIA DEL TRIBUNAL SUPERIOR DE BUCARAMANGA

RAD: 412/2003 Interno: 026/2006.


PRO: ORDINARIO (Indignidad para suceder).
DTE: OFELMINA DÍAZ
DDO: EUDORO SUÁREZ BOHÓRQUEZ.
ALZ: Apelación - Sentencia.

TRIBUNAL SUPERIOR DEL


DISTRITO JUDICIAL DE
BUCARAMANGA
&SALA CIVIL – FAMILIA&

Magistrado Ponente: DR. ANTONIO BOHÓRQUEZ ORDUZ.

Bucaramanga, diez de mayo de dos mil seis.


(Proyecto discutido y aprobado en Sala Civil – Familia de Decisión de
fecha 04 de mayo de 2006).
▲□□□□▲□□□□▲□□□□▲

Resuelve la Sala, en esta oportunidad, el recurso de apelación formulado


por la parte actora contra la sentencia de fecha 30 de noviembre de 2005,
proferida por el Juzgado Tercero Promiscuo de Familia de
Barrancabermeja, dentro del proceso ordinario de declaratoria de
indignidad para suceder, instaurado por OFELMINA DÍAZ contra EUDORO
SUÁREZ BOHÓRQUEZ.

El Tribunal procede a resolver el recurso teniendo en cuenta los siguientes


aspectos:

ANTECEDENTES

En escrito presentado el 24 de noviembre de 2003, OFELMINA DÍAZ, por


medio de apoderado judicial, presentó demanda ordinaria de
declaración de indignidad para suceder contra EUDORO SUÁREZ
BOHÓRQUEZ, en la cual solicita que se hagan las siguientes declaraciones y
condenas:

1. Que se declare que el demandado EUDORO SUÁREZ BOHÓRQUEZ,


padre extramatrimonial de EDUARD ALFONSO SUÁREZ DÍAZ (fallecido),
es indigno de heredarlo, de conformidad con lo dispuesto en el artículo
1025, numeral 3 del Código Civil, puesto que no lo socorrió durante el
tiempo que duró su existencia, pudiéndolo hacer.
2. Condenar en costas al demandado.
De modo subsidiario, la demandante pidió que se declare que el
demandado EUDORO SUÁREZ BOHÓRQUEZ ha sido desheredado por su
hijo EDUARD ALFONSO SUÁREZ DÍAZ, ya fallecido, al tenor de lo dispuesto
en el artículo 1266, causal 2ª, del Código Civil. Consecuencialmente que el
demandado carece de todo derecho a heredar al referido hijo.

Los hechos que sirven de sustento a las anteriores pretensiones son los
siguientes:

1. La señora Ofelmina Díaz, mientras laboraba en la panadería de la


madre del demandado, en el municipio de San Andrés, Santander,
durante 8 meses aproximadamente, en el año 1975, tuvo una relación
sexual con el demandado Eudoro Suárez Bohórquez. Como
consecuencia de dicha relación sexual nació Eduard Alfonso Suárez
Díaz (q.e.p.d.) .
2. A los seis meses de embarazo Ofelmina Díaz fue despedida por la
madre del demandado, Guillermina Bohórquez, al conocer el estado
en que se encontraba la demandante para entonces. Desde esa
fecha, Eudoro Suárez Bohórquez no ha prestado ayuda moral, ni
económica a Ofelmina Díaz y a su hijo.
3. El señor Eudoro Suárez Bohórquez reconoció a su hijo Eudoro
Alfonso, el 18 de abril de 1979, es decir, cuando éste contaba con 3
años y diez días de edad, toda vez que Eduard Alfonso, se aprestaba a
iniciar sus estudios en la escuela de San Andrés (Santander).
4. A pesar de que el demandado conocía de la precaria situación
económica por la que atravesaban Ofelmina y su hijo y de las súplicas
por parte de Ofelmina para que le ayudara voluntariamente, el
demandado siempre hizo caso omiso a prestar su colaboración
económica y moral.
5. En vista de lo anterior y en atención a su enorme necesidad, la
señora Ofelmina Díaz instauró una demanda (sic) por alimentos ante el
Instituto de Bienestar Familiar de Málaga (Santander), recepcionada
bajo el número 00477 de abril 25 de 1977 ( fl. 9 cuaderno ppal.). Sin
embargo, no pudo volver a realizar las gestiones ante el ICBF de
Málaga, por cuestiones de trabajo, por lo que se cerró el trámite el 13
de junio de 1996 (fl. 8 cuaderno ppal.).
6. Eduard Alfonso (q.e.p.d.) trabajó para ayudarse en sus estudios
vendiendo dulces, queso y confites por las calles. En medio de esas
condiciones de pobreza y limitaciones económicas, Ofelmina Díaz
logró, con el producto de su trabajo y la ayuda de parientes y amigos
cercanos, sacar adelante a su hijo EDUARD ALFONSO SUÁREZ DÍAZ
(q.e.p.d.), quien culminó estudios secundarios en la Normal Nacional
Mixta de Piedecuesta.
7. Con posterioridad Eduard Alfonso Suárez Díaz (q.e.p.d.) realizó
diversos estudios en el SENA, pero a instancia de un tío político, quien le
consiguió el cupo, se fue a estudiar a Barranca convenio SENA –
ECOPETROL y fue así como luego de culminar sus estudios ingresó a
trabajar con ECOPETROL en Barrancabermeja.
8. El demandado EUDORO SUÁREZ BOHÓRQUEZ nunca socorrió a su
hijo, ni le colaboró con los gastos de crianza, educación y
establecimiento, nunca lo visitó ni se preocupó por su salud y bienestar,
solo apareció en el momento en que EDUARD ALFONSO SUÁREZ DIAZ
falleció y tan sólo a reclamar lo que, según él, tenía derecho: la
pensión en ECOPETROL, los seguros y actualmente es parte en la
sucesión que se está tramitando ante el Juzgado 3º Promiscuo de
Familia de Barrancabermeja, radicado bajo el número 2002/493.
9. Durante la vida de Eduard Alfonso Suárez Díaz, la señora Ofelmina
Díaz, ayudada por sus amigos y parientes y con la colaboración del
mismo menor, fue quien logró sacar adelante a Eduard Alfonso Suárez
Díaz hasta que culminó sus estudios y se ubicó laboralmente en
ECOPETROL.
10. El señor Eudoro Suárez Bohórquez, incurrió en la causal tercera del
artículo 1025 del C.C., causales de indignidad, con respecto a su hijo
Eduard Alfonso Suárez Díaz, que consiste en QUE COMETIO GRAVE
ATENTADO CONTRA LA VIDA DE ESTE, PUES NO LO SOCORRIÓ CUANDO
EL HIJO MÁS LO NECESITABA, violándole derechos fundamentales
contemplados en el art. 44 de la Constitución.
11. En el Juzgado de conocimiento de esta causa también se inició,
por parte de la señora Ofelmina Díaz, el proceso de sucesión de su hijo
Eduard Alfonso Suárez Díaz, proceso que al momento de presentar esta
demanda se encontraba para efectuar el trabajo de partición.

El juzgado, por auto del 1º de diciembre de 2003, admitió la demanda y


ordenó correr traslado de la misma al demandado, quien se notificó
personalmente de la providencia el día 4 de febrero de 2004.

CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA

Dentro del término legal, el demandado EUDORO SUÁREZ BOHÓRQUEZ, por


intermedio de apoderado judicial, contestó la demanda y expresó lo
siguiente:

Se opuso a todas y cada una de las pretensiones, ya sean principales o


subsidiarias, por carecer de fundamento legal y estar cimentadas en la
avaricia, la codicia y egoísmo de la demandante.
En cuanto a los hechos, afirma que el primero es cierto. Considera
parcialmente ciertos los hechos segundo, porque no tuvieron solo una
relación sexual, sino varias, pues convivieron juntos y si no se casaron fue
por ella, por su “actitud de parrandera” y el once, aduciendo que la
demandada debe probarlo.

Son completamente falsos, según el demandado, los hechos tercero,


cuarto, doce y trece; por tanto exige que los pruebe la demandante. De
igual forma considera el hecho quinto como un hecho sin sentido, porque
la edad escolar no empieza a los tres años y diez días, menos en un
municipio en donde los jardines infantiles para la época eran inexistentes.
Con respecto al sexto, lo considera completamente falso porque desde el
momento en que el demandado tuvo relaciones sexuales con ella, la
ayuda no se hizo esperar, aclara el demandado en este hecho que, “la
señora madre de la demandante era quien no quería al demandado, por
lo tanto, no quiso que éste se acercara a ella, y era a través de su sobrino
Javier con quien el demandado le enviaba: leche, pañales, mercado, etc;
una vez el niño supo caminar, era en la panadería en donde trabajaba su
padre en donde permanecía, allí era bien atendido por el demandado,
sus parientes, amigos, etc.”

En cuanto al hecho séptimo, el demandado alega que es falso, pues el


informe, allegado por la demandante, del Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar, habla de un prediagnóstico de demanda de alimentos,
luego no puede tergiversarse la verdad para hacer incurrir en error al
juzgador y así legitimarse en una causa injusta; la codicia no es fuente de
derecho.
El octavo hecho no es cierto, pues se funda en una simple queja para
justificar un interés mezquino con el fin de quitarle al demandado lo que
por ley le corresponde. Así mismo considera el hecho noveno, pues el
demandado si le suministró lo necesario al menor. En cuanto al décimo,
hace alusión a que este hecho no concuerda con lo dicho por Ofelmina
Díaz en el noveno, pues en este último afirma que el muchacho se
dedicaba a la venta de dulces y quesos, para su educación y en el
décimo hecho afirma que fueron parientes y amigos los que le ayudaron.

Finalmente, el demandado tiene como absolutamente falso el hecho


catorce, pues su hijo jamás estuvo demente, siempre fue una persona
cuerda. El demandado no conoció que estuviera en sanatorio alguno
para prestarle asistencia, además tampoco tuvo conocimiento que
estuviera destituido para darle el apoyo que necesitaba.

A su vez, el apoderado del accionado formula la siguiente excepción de


mérito:

 FALTA DE MEDIO ESPECIAL DE PRUEBA, ESTO ES SENTENCIA


PRECEDENTE QUE TENGA SELLO DE EJECUTORIA EN DONDE SE HAYA
ESTABLECIDO LA INDIGNIDAD:

Señala el apoderado de la parte demandada que, en el evento que aquí


nos ocupa, no obra sentencia alguna en donde se demuestre que Eduard
Suárez Díaz, habiendo estado demente o destituido, su padre, hoy
demandado, no le hubiera socorrido, pues en ningún momento fue llevado
a estrados judiciales, ni por la madre, ni por el hijo, tal como señala la Corte
Suprema de Justicia en concordancia con el art. 1031 del C.C., que para
demandar la indignidad ha de preceder una sentencia ya ejecutoriada en
donde se demuestre que efectivamente se configuró la causal de
indignidad.

Además, alega que el causante en ningún momento padeció de dichos


estados, por lo tanto carece de asidero la demanda impetrada por la
demandante.

 EXCEPCIÓN DE FONDO DE FALTA DE CAUSA PARA IMPETRAR LA


DEMANDA.

En el caso que nos ocupa no existió el antecedente, el estado de locura o


destitución del causante; no hay prueba alguna, menos sentencia
ejecutoriada que demuestre que el demandado fue llamado a responder
por dichos estados; por consiguiente, no existiendo la causa eficiente,
desaparece para el demandado la obligación para cumplir con (sic) una
obligación inexistente.

DECISIÓN DEL A QUO

Evacuadas las subsiguientes etapas procesales, el Juez de primera


instancia profirió sentencia el 30 de noviembre de 2005, en la cual resolvió
declarar no probadas las excepciones de mérito propuestas por la parte
demandada. Igualmente declaró imprósperas las pretensiones principales
y subsidiarias propuestas en la demanda, por las siguientes razones:

El Juzgado concluyó, de acuerdo con las pruebas recaudadas en el


proceso, que no es cierto lo afirmado por la demandante, en lo que se
refiere a la falta de ayuda moral y económica de Eudoro Suárez
Bohórquez, pues tanto los testigos de ésta, como los del demandado, dan
fe de las buenas relaciones existentes entre el demandado, su familia y el
fallecido. Igualmente, el a quo resalta la actitud del hijo para con el padre,
cuando lo inscribió como beneficiario del seguro, cuando se vinculó con
ECOPETROL

En cuanto a las circunstancias socio-económicas que rodearon a Eduard


Alfonso, el Juzgado establece que durante su infancia estuvo junto a su
madre en San Andrés donde la progenitora se desempeñaba como jefe
de cocina en la Escuela Normal, dirigida por monjas, y que fueron estas
últimas las que le enseñaron las primeras letras y lo llevaban a la panadería
de los abuelos paternos, manteniendo lazos de familiaridad con sus
hermanos paternos y progenitores. Ya mayor, el fallecido decide colaborar
en el hogar vendiendo quesos, más no por ello, dice el juez, se puede
predicar que estaba destituido. Después, tampoco lo estuvo cuando se
traslada a Barrancabermeja a capacitarse con el Sena, lo hizo con
patrocinio de ECOPETROL S.A. y la ayuda influyente de su tío político, y se
vinculó laboralmente con esta entidad.

En cuanto a la causal de indignidad alegada, que contempla el numeral


3º del artículo 1025 del Código Civil, el Juzgado hace ver que para el
nacimiento de su hijo, ambos padres eran inmaduros y dependían de sus
respectivos padres; por tanto, Eudoro sólo colaboraba con lo que podía
brindarle, de acuerdo con lo devengado por colaborar a sus padres en la
panadería.

El Juzgado al estudiar la pretensión subsidiaria fundamentada en la causal


2 del artículo 1266 del Código Civil concluye que, “la razón de ser del
instituto jurídico del desheredamiento, tiene dicho la doctrina, es la falla de
conducta del heredero forzoso en sus relaciones personales con el
testador, o con los parientes cercanos de éste; de allí que es un fenómeno
exclusivo de la sucesión testamentaria. Para que proceda debe haber
testamento válidamente otorgado, y en el proceso no se tiene noticia de
que el extinto Eduard Alfonso lo hubiera otorgado”.

EL RECURSO

Inconforme con la decisión, la apoderada de la parte demandante


interpone recurso de apelación contra el fallo de fecha 30 de noviembre
de 2005, por las siguientes razones:

Señala que los testimonios de la parte demandada son incoherentes,


amañados, toda vez que siempre dicen que el padre colaboraba con
todos los gastos de Eduard Alfonso (q.e.p.d), pero al concretárseles cuál
era la ayuda que aquél brindaba a su hijo, y a través de qué medios lo
hacía, la respuesta es que no tienen conocimiento sobre ello. En cambio,
asevera la apoderada del demandante, los testimonios que esta parte
presentó guardan coherencia, pues todos coinciden en afirmar que quien
estuvo al frente de la crianza, sostenimiento, cuidado personal y
educación de Eduard Alfonso Suárez Díaz (q.e.p.d.) fue su madre Ofelmina
Díaz, con la colaboración generosa de sus parientes allegados y a su vez
todos coinciden en afirmar la indiferencia del progenitor, frente a las
necesidades de su hijo.

En cuanto al interrogatorio de parte, el apoderado afirma que con él se


constata la irresponsabilidad del demandado por el hecho de haber
dejado de consignar las cuotas establecidas (sic) por el I.C.B.F., durante 3
años, con la excusa de no saber donde se hallaba el menor y también el
haber reconocido a su hijo 3 años después de su nacimiento y todo por las
súplicas de Ofelmina.
También recalca que, el proceder del demandado es mezquino, porque
después de haber recibido una millonaria suma de dinero de ECOPETROL,
se negó a prestar su colaboración económica para el pago de un
investigador privado con el fin de esclarecer los autores del asesinato de su
hijo, tal como consta en el interrogatorio de parte.

Adicionalmente, la abogada de la demandante enumera otras


inconformidades con la sentencia de primera instancia, así:

1. El testimonio rendido por la señora Luz Marina Caballero Delgado


debe ser descalificado totalmente por cuanto son flagrantes las
contradicciones y las mentiras que en el mismo consigna.
2. La señora Juez a quo justifica en su providencia la omisión de ayuda
por parte del padre frente al niño EDUARDD ALFONSO SUÁREZ DIAZ,
bajo el argumento de que EUDORO era una persona carente de
capacidad económica para ello, puesto que era dependiente de
sus padres. Se cae de peso esta consideración realizada por la
señora Juez, porque si el Bienestar familiar le impuso la obligación de
suministrar una cuota alimentaria de $200 mensuales fue sin duda
porque se encontró debidamente probada su capacidad
económica y su renuencia a prestarle la colaboración a su menor
hijo. Alega finalmente, sobre este punto, que sí faltó voluntad por
parte de Eudoro para ayudar a su propio hijo, pues sí pudo ayudar a
la hija de la señora LUZ MARINA CABALLERO DELGADO, quien dice:
“El señor Eudoro y la señora Tilcia son compadres, son los padrinos de
mi hija y me la ayudaron a sacar adelante, a darle la educación,
toda la primaria y el bachillerato”.
3. En cuanto a la máquina de escribir que le regaló EUDORO a su hijo,
Ofelmina señala que se trató de una máquina de escribir vieja y
dañada que nunca tuvo provecho de ella, y que fue el tío político,
señor RAMIRO CACERES, quien le regaló la máquina de escribir.

CONSIDERACIONES DEL TRIBUNAL

Sea lo primero de advertir por el Tribunal que la sentencia a proferir será de


mérito, pues no encuentra la Corporación razones para una sentencia
inhibitoria, ya que las partes tienen la capacidad para ocupar esa
posición, como personas naturales que son, y la demanda no ofrece
obstáculos formales capaces de impedir una sentencia de fondo. De otro
lado, no se observan causales de anulación procesal que deban
declararse de oficio o ponerse en conocimiento de las partes, pues el
asunto se tramitó de acuerdo con los cánones legales, las partes se hallan
debidamente representadas y las autoridades judiciales, incluido el
Tribunal, que han conocido del asunto son las legalmente competentes
para dirimirlo.

La indignidad es una sanción legal, que exige para su imposición


declaración judicial, que implica la pérdida de asignación y que se
impone al heredero que ha incurrido en faltas graves, hechos u omisiones
en perjuicio de su causante. Se trata de un desheredamiento legal que, a
diferencia del testamentario, no necesita un pronunciamiento del
causante, pues es el legislador quien lo ha determinado. Aunque se trate
de dos institutos que tienen un origen similar, el agravio contra el causante,
el desheredamiento exige testamento, la dignidad exige sentencia judicial.

La jurisprudencia nacional, a lo largo del siglo XX, ha decantado


claramente que la indignidad exige sentencia judicial declarativa.
¿Implica lo anterior que, como lo alega la parte demandada, debe existir
una sentencia de condena, antecedente del proceso de indignidad, que
haya declarado la comisión de la falta de conducta del heredero? Para el
Tribunal la respuesta es no, salvo en la causal segunda de indignidad,
puesto que la norma expresamente exige tal sentencia anterior. Pero que
tal causal la exija no implica que el requisito sea extensible a todas las
demás causales de indignidad. En los demás casos, la exigencia de
sentencia judicial, para que el juez de la sucesión tenga al heredero por
indigno, no es otra que la misma sentencia de indignidad, pues es claro
que el juez de la sucesión no puede pretermitir el juicio de indignidad y
declarar tal situación, sin fórmula de juicio.

De modo que, en el caso presente, la sentencia que debe definir si el


demandado incurrió en la falta que se le atribuye no es otra que ésta, la
que defina el proceso declarativo de indignidad. Ello indica que la primera
de las excepciones de fondo está llamada al fracaso.

Si bien en la demanda que impulsó el inicio de este proceso se confunden


dos de las causales consagradas en el artículo 1025 del Código Civil, por la
narración de los hechos es claro que se trata de la causal tercera (así lo
indica el texto de la pretensión) y no de la segunda, pues al referirse la
redactora del libelo al “grave atentado” significa, como en la propia
demanda se dice, que el demandado, como padre del causante, no le
socorrió en su temprana niñez, pudiendo hacerlo.

Alega el demandado, en actitud que puede considerarse como elusiva,


que su hijo nunca estuvo demente, ni destituido, como para que él le
hubiese negado su ayuda y que, por consiguiente, habría “falta de
causa”. Que no estuvo demente es obvio, pues en la demanda jamás se
alegó tal cosa. El demandado se defiende de lo que no se le acusa. Pero
omite hacer un análisis similar respecto de si estuvo “destituido”.

La expresión fue puesta en la norma para indicar que una persona, el


causante, se hallaba en situación de extrema pobreza, como al unísono lo
han concluido jurisprudencia y doctrina. En realidad el causante sí estuvo
destituido, pues su condición de niño, hijo de empleada doméstica,
privado de la presencia del padre, lo coloca en una situación
extremadamente vulnerable, no sólo desde el punto de vista económico,
sino también desde el punto de vista moral y afectivo. No en vano nuestra
Constitución Política ha situado los derechos de los niños como
fundamentales y preponderantes en relación con los derechos de los
adultos. Y que no se diga que la Carta no se hallaba vigente en la época
en la que Eduard Alfonso era niño, pues para cuando nuestra norma
superior actual se puso en vigencia, el hoy fallecido apenas tenía quince
años y, de todas maneras, para cuando Eduard Alfonso era infante, si la
Constitución no hablaba del tema, sí lo hacía la ley con profusión, en el
Código Civil, artículos 250 y siguientes y 411 y siguientes.

Ahora, no puede alegarse que los hechos que sirven de sustento a la


demanda no son los contemplados en la causal tercera de indignidad,
que es la realmente alegada. El deber de socorro debe ser impuesto de
manera más severa al padre, respecto de sus hijos menores. No es posible
aceptar, en tal caso, como socorro, que el padre “le colaboraba”
ocasionalmente, “en lo que podía”. Un padre, por deber constitucional y
legal, debe ser obsecuente frente a las necesidades de su hijo, en todos los
órdenes. El demandado no lo fue. Se sabe en el proceso, pues los testigos
de ambas partes lo indican, que la demandante, en la época del
embarazo, del parto y de la infancia de Eduard, era persona de muy
escasos recursos económicos. Luego mayor debió ser el desvelo que el
padre debía haber puesto de manifiesto con su hijo, y mal puede decirse
que no se hallaba “destituido”.

¿A quién correspondía la carga de la prueba? El demandado se equivoca


en materia grave cuando, a los hechos en los que se le acusa
directamente de no haber proveído a la manutención de su hijo, niega el
punto y exige que se pruebe, cuando en realidad la carga de la prueba
corresponde al enjuiciado, pues es éste quien puede demostrar el hecho
positivo de haber pagado sus cuotas alimentarias y de haber suministrado
al menor lo necesario para su subsistencia.

Al efecto, solo adujo prueba testimonial, bastante mal recibida por el


juzgado comisionado en cada caso, debido a que se permitió sin pudor la
pregunta insinuante. Pero aún, suponiendo que pudiese hacerse caso
omiso del defecto de la práctica de la prueba, lo cierto es que tales
testimonios no pueden tomarse como prueba fehaciente del cumplimiento
por parte del demandado de sus deberes como padre, de asistencia
moral, afectiva y económica a su vástago. Como se verá, los testigos del
demandado afirman que éste “le colaboraba” a su hijo, repitiendo casi
invariablemente el contenido de la pregunta. Y cuentan que el niño iba,
con alguna frecuencia, a la panadería donde trabajaba su padre.
Así, por ejemplo, Élcida Suárez de Noriega, hermana del demandado, lo
cual da a su declaración un obvio tinte de sospecha, cuenta que el
fallecido Eduardd reconocía a su padre como tal, y lo ayudaba, pues lo
vinculó al “seguro”, “quería mucho al papá”, pero no sabe si su hermano
“le colaboraba” al niño; lo único que recuerda es el pedido que su
hermano le hizo de ayudar a Ofelmina durante la época del parto, cosa
que la testigo hizo. Supone que su hermano era responsable con el niño,
pero no lo sabe.

Gloria Sierra, en quien no concurren causales de sospecha, repite en el


tema clave, lo que la pregunta le sugiere. Pero al continuar su relato se
cae en la cuenta de que la testigo simplemente veía al niño en la
panadería de su padre, ocasionalmente por vacaciones, y también
cuando vivían en el pueblo, y ello la hace suponer que el padre le
proporcionaba todo lo necesario. Al indagársele sobre detalles concretos
de la asistencia del padre, no los conoce. Supone también que el
demandado “colaboraba” con la educación del joven Eduard, porque
éste lo llamaba al teléfono, en casa de la testigo, y ésta supone que lo
llamaba para pedirle para los gastos de estudio. Pero la declarante nunca
vio que efectivamente hubiesen tales aportes.

Tilcia Peña de Suárez, esposa del demandado, declarante también


obviamente sospechosa, por su relación con el demandado, asegura que
éste apoyó económicamente al menor, “en lo que podía” y repite la
historia de que el niño era llevado a la panadería donde trabajaba su
padre, los fines de semana. Y cuenta, además, que Eduard mantuvo
comunicación con ella misma y con sus hijos, hermanos paternos.

Pedro Antonio Peña Pedraza, quien fuera el patrono del demandado en la


época del embarazo de Ofelmina y de la niñez de Eduard, ante claras
preguntas insinuantes cuenta que el demandado sí “colaboraba”
económica y afectivamente con la crianza del hijo, y señala que el padre
consignaba mensualmente cierta suma “en el juzgado”. Si tal cosa fuese
cierta, habrían aparecido las pruebas documentales de tales
consignaciones, hechas durante toda la niñez de Eduard. Tal cosa no es
más que una suposición del testigo. Este declarante, sin embargo, da
cuenta de que el demandado “colaboró” con la madre de su hijo, pues le
proveía comestibles, le pagó ropa en algún almacén del pueblo y vio que
entre ellos existía un trato de padre a hijo. En todo lo demás, las preguntas
insinuantes, contentivas al detalle de las respuestas, que el testigo repite, a
veces con otras palabras, impide la credibilidad de la declaración.

Eugenio Castellanos Gómez es testigo de nada, trabajó con el


demandado en la panadería y veía, simplemente, que llevaban al niño
hasta el establecimiento y allí lo dejaban a veces largos ratos y otras veces,
poco tiempo. Asegura que vio que Eudoro “le daba plata a los
muchachos” con destino a la madre del niño. No precisa cuáles
muchachos y nada sabe de lo demás que se le pregunta, relevante para
el proceso.

Del testimonio de Luz Marina Caballero Delgado, citada también por el


demandado, sólo es claro que el demandado “le colaboraba” al niño,
pero de su relato se infiere, más bien, que era la familia de Eudoro, incluso
la esposa de éste, quienes por caridad cristiana se ocuparon de darle
algunas ayudas económicas al niño.

En los testimonios recibidos a instancias de la demandante se cuenta


cómo Ofelmina acudió a amigos y parientes en procura de ayuda para
sacar avante la tarea de criar a su hijo. Que durante el embarazo y el
parto fue una hermana del demandado quien la socorrió; que durante la
temprana niñez el padre no se ocupó del hijo, y quienes compartieron con
él su adolescencia y juventud, no vieron muestras de una relación cercana
entre el padre y el hijo, como se afirma por el demandado.

Pero en realidad, aún prescindiendo de estas declaraciones, el


demandado, frente a las afirmaciones de la demanda, debía asumir la
tarea de probar, de modo claro, que sí cumplió sus deberes de padre, no
de manera ocasional, sino permanente, como corresponde a un padre
responsable, máxime si, como se sabe, la madre del niño, por su
ocupación en oficios domésticos no tenía los medios económicos
suficientes para sobrellevar la carga.

La corta edad del padre, contra lo que dice la señora jueza de la primera
instancia, en absoluto justifica el abandono de un hijo, pues el problema
de la “destitución” de que habla la norma no es sólo económico, sino la
privación de todo tipo de asistencia en todos los niveles. Y, en modo
alguno, el hecho de que algunos miembros de la familia del padre hayan
asumido una actitud de caridad con el niño, lo relevaba de cumplir sus
deberes.

Nótese que se dice, por los testigos, que “le colaboraba”, le compró
alguna ropa, medicinas, que le envió alimentos, pero ninguno de los
declarantes del demandado cuenta que tal hubiese sido una conducta
permanente, que les conste que todos los meses, como deber sagrado, le
enviaba “la colaboración”, o que le hubiesen visto visitándolo, sin esperar
a que se lo llevasen al lugar de trabajo, o que le hubiesen visto en
actividades de atención al niño: un paseo, un juego, muestras de afecto. El
niño creció sabiendo que él era su padre, es cierto, porque las monjas,
para quienes la madre trabajaba en oficios domésticos, le llevaban al niño
al lugar de trabajo. La madre, Ofelmina, es notable, lo crió sano, sin
rencores, y ello explica porqué, en vacaciones, Eduard visitaba a la familia
de su padre, y también explica el hecho de que hubiese gestionado la
inclusión del padre como beneficiario de los servicios de salud de
ECOPETROL, pero no demuestra, en absoluto, que el padre había sido
responsable con el menor. Y era al padre, se repite, a quien correspondía
probar el punto.

Ahora, la indignidad como sanción legal, no tiene término de caducidad;


la prescripción sólo puede ocurrir después de la posesión de la herencia o
legado, artículo 1032 del Código Civil, y el perdón sólo puede ocurrir por
testamento, según se infiere de lo dispuesto en el artículo 1030, ib. El
legislador sanciona la omisión de los deberes de socorro, aún en los casos
en los que la víctima ignoraba que le habían sido infligidos tales agravios,
aunque admite que los pudiese perdonar por testamento sin conocerlos.
La conducta del demandado, durante la infancia del causante, fue
reprochable, aún más, se repite, si era el padre. Sólo lo reconoció cuando
ya tenía tres años, y su socorro al niño no ocurrió en toda la medida en la
que el derecho exige que un padre actúe.

En consecuencia, las pretensiones de la demanda sí tenían vocación de


prosperidad, por lo cual la sentencia será revocada para que el Tribunal
haga la declaración que se negó en la primera instancia.

DECISIÓN
Con apoyo en lo expuesto, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bucaramanga, en Sala Civil- Familia de Decisión, administrando justicia en
nombre de la República de Colombia y por autoridad de la ley,

RESUELVE

PRIMERO: Se revoca la sentencia apelada del 30 de noviembre de 2005,


que pronunciara el Juzgado Sexto Civil del Circuito de
Bucaramanga, dentro del proceso ordinario de declaración de indignidad
para suceder promovido por OFELMINA DIAZ contra EUDORO SUÁREZ
BOHÓRQUEZ.

En lugar de lo revocado se dispone:

Se declara que el demandado Eudoro Suárez Bohórquez es indigno de


suceder a su hijo EDUARD ALFONSO SUÁREZ DÍAZ. En consecuencia, no
podrá recoger herencia en su sucesorio y deberá restituirla si ya la recogió.

SEGUNDO: Se condena en costas del proceso a la parte demandada.


Tásense las de esta instancia.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE.

ANTONIO BOHÓRQUEZ ORDUZ


Magistrado ponente
AVELINO CALDERÓN RANGEL MARIANELL GONZÁLEZ CASTILLO
Magistrado Magistrada

REGRESAR A: PROVIDENCIAS MEMORABLES CIVILES

REGRESAR A: RELATORIA DEL TRIBUNAL SUPERIOR DE BUCARAMANGA


Iniciar sesión|Informar de uso inadecuado|Imprimir página|Eliminar acceso|Con la tecnología de Google Sites

Das könnte Ihnen auch gefallen