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COZZENS, Susan (1990): “Autonomía y poder en la ciencia”, en Zona Abierta 75 / 76,

1996.

“La ciencia ni es prisionera de sus poderosos mecenas, ni es una búsqueda intelectual,


sino que en ella confluyen los dos aspectos (como nos instan a asumir diferentes
tradiciones teóricas)”. (134)

Cozzens estudia la autonomía “como una manifestación del poder”. (135)

“Una teoría adecuada del poder en la ciencia tiene que ser capaz de explicar la variación
del alcance de la autonomía a través de las dimensiones de la actividad científica”. (135) →
La autonomía variaría de acuerdo a la capacidad de la ciencia para defender sus propias
normas de autogobierno; es decir, de acuerdo al poder que cuente. (Poder de la ciencia)

“Hasta hace poco tiempo, los sociólogos contaban con dos conceptos -legitimación y
resolución de problemas- para justificar el poder de la ciencia y, por tanto, para explicar las
bases por las que la ciencia reclama su autonomía. En este ensayo sostengo que ninguno
de esos dos factores explica por sí mismo por qué la autonomía se concentra en varias
áreas de la ciencia moderna”. (135)

Desde un punto de vista sociológico, la palabra autonomía refiere a la condición de la


colectividad que ha establecido:
• una identidad social,
• una base de recursos relativamente estable, y
• un sistema de control social interno. (135)

“El autogobierno, que incluye el control sobre la agenda de investigación, es un rasgo


distintivo de dicha autonomía en la ciencia” (135)

Tres acepciones del término autonomía en la ciencia:

∗ El ejercicio de la discrecionalidad de los individuos en su trabajo. (136)

∗ La posibilidad, dentro de los grupos de colaboración científica -laboratorios, centros,


equipos de investigación-, de elegir sus líneas de investigación a largo plazo. “Llegados
a este punto, las posibles contradicciones entre la autonomía de la colectividad y del
individuo comienzan a hacer su aparición”. (136)

∗ La “condición de la ciencia como conjunto, o por lo menos a la ciencia de una nación en


particular”. (136-137) La ciencia como actividad propia de una corporación, de un sector
de la sociedad que ha logrado cierta autonomía en el control de esa actividad. Las
últimas investigaciones sobre la autonomía de la ciencia a este nivel han cuestionado
hasta qué punto puede llegar a mantenerse, y han indagado a qué formas se ve limitada
y sometida en las condiciones presentes de financiación gubernamental a gran escala y
de intenso interés por parte de la industria. (137)

Cozzens utiliza el concepto de poder “como un hipotético vínculo entre las tres
características de las relaciones que los científicos mantienen con sus respectivos
entornos”. (137)

Cozzens plantea que las relaciones de los científicos con el ambiente que los rodea tienen
tres características que ella va a tratar de analizar:
− autonomía
− influencia
− límite de la competitividad (137)
1
Estas tres características son para Cozzens “manifestaciones del poder de la ciencia, las
ciencias y los científicos”. (137)

Influencia: “se refiere al respeto acordado en el informe científico y está relacionado con la
común noción de sociológica de que el poder llega de la resolución de importantes
problemas de organización. (...) Los comités consultivos científicos, que ayudan al gobierno
a solucionar los problemas prácticos con los que se encuentra, han proliferado, y las
agencias designadas a asesorar al gobierno en lo relacionado con la ciencia (...) se han
establecido y expandido”. (137-138)

Límite competitivo: “se corresponde con el concepto de poder como dominación, la


habilidad para ejercer la propia voluntad a pesar de la resistencia. Puede hallarse en
individuos, grupos o a nivel de la comunidad, compitiendo ya sea por los recursos o por las
políticas. En el primer ámbito, los científicos ya sean individuos, departamentos,
laboratorios o centros compiten todos contra todos por conseguir los recursos humanos,
organizativos y financieros en la universidad y de los patrocinadores”. “..., pero más a
menudo compiten por el escaso presupuesto. Por último, puede que los científicos se unan
en alguna circunstancia (...) para ejercer su voluntad colectiva en el campo presupuestario.
El resultado concreto de este tipo de poder es la obtención de recursos -y para los grupos
esto significa crecimiento”. (138)
“Un segundo tipo de límite competitivo se ejerce en las arenas políticas, como en los
actuales intentos que se producen en los campus para extender la componente científica
del curriculum universitario o en Washington para defenderse de las acciones del Congreso
para regular el fraude”. “El indicador específico de este tipo de límite competitivo entre los
científicos es la adopción de las políticas que recomiendan”. (138)

Autonomía: “se corresponde con la noción de poder como autoridad o control sobre las
circunstancias oportunas. Combina la adquisición de recursos y la fuerza política defensiva
junto con el autogobierno, que en el caso de la ciencia implica autodirección. El indicador
específico de este tipo de poder es este elemento añadido, el aislamiento de la toma de
decisiones en la investigación respecto al control ejercido por los no científicos. El sistema
de evaluación por los iguales es el último símbolo de la autonomía de la ciencia
norteamericana bajo los auspicios federales...” (138-139)

Cozzens sugiere que “una teoría apropiada del poder en la ciencia debe responder a la
apariencia diferencial de estos tres tipos de poder -influencia, límite competitivo y
autonomía- que aparezcan a través de las diversas dimensiones de la actividad científica.”
(139)
“Por ejemplo, debe responder al más alto y más bajo grado de estos tipos de poder en
diferentes períodos históricos, en diferentes contextos nacionales y entre diversos
conjuntos científicos”. (139)

Teoría actor-red y de la traducción, de Michel Callon (Callon et.al., 1986; Callon, 1987). “Su
estudio proporciona el punto de vista del actor en el mundo de la ciencia...” (140) → «Siga a
los actores»

“En la teoría de la traducción, el poder se acumula y mantiene a través de redes.” La teoría


del actor-red “proporciona una hipótesis sobre cómo opera la red de recursos, a través del
proceso de ‘traducción’ o de ‘reclutamiento’. Los científicos incorporan a sus patrocinadores
en las redes, convenciéndoles de que resolverán mejor sus problemas a través de la
investigación científica. Los científicos presentan a sus laboratorios como el punto de unión
crítico entre los problemas y las soluciones. Automáticamente, este proceso conecta el
contenido de la ciencia a su base de poder. Cuanto mejor funcione el proceso de
reclutamiento, más recursos llegarán a los diferentes tipos de ciencia que resuelven los

2
problemas de los patrocinadores. (...) Así, la búsqueda del poder por los científicos a través
de las redes y de los aliados reclutados moldea las estructuras de la ciencia”. (140)

Redes heterogéneas: “no solo están formadas por investigadores y patrocinado-res, sino
también por las máquinas y por las partes de la naturaleza que necesitan desempeñar los
papeles que les han sido asignados”. (141)

“Cuando los científicos triunfan en la representación de la naturaleza, el poder del posible


patrocinador aumenta y la red se fortalece. Si los científicos no consiguen la colaboración
de la naturaleza, ..., no se alcanzará el poder (ni por los patrocinadores ni por los
científicos), la red fracasa y la actividad investigadora se desvanece”. (141)

Nociones de reclutamiento (concepto de Latour) y cooptación: “¿Qué relación existe entre


el reclutamiento, como fuente de poder, y la autonomía? Por una parte, el proceso es
compatible con la concepción individual de autonomía. Los científicos ejercen libremente su
voluntad con los patrocinadores a los que eligen reclutar, y desde el momento en que los
patrocinadores no intervienen en, ni programan la investigación, los individuos tienen todas
las competencias en el nivel técnico”. (141-142)

Como sugiere Latour, “el proceso de reclutamiento funciona en dos direcciones. Mientras
los científicos buscan recursos para sus laboratorios, los poderosos patrocinadores a los
que se acercan para conseguir su apoyo los incluyen en sus filas. Cuando los resultados
prácticos de la investigación científica se utilizan con éxito para reclutar a los
patrocinadores, éstos aportarán más recursos para lo mismo”. Y así cuanto más recursos
obtengan los científicos para trabajar en una exitosa línea de investigación, más difícil les
resultará pasar a otras líneas de trabajo. (142)

“Además, si un reclutamiento continuado depende de una continua y exitosa


representación de la naturaleza (como propone la doctrina de la heterogeneidad), entonces
tanto la naturaleza como la ciencia están sometidas al control ejercido por la búsqueda de
poder de las actividades de los científicos”. Cuando se logra este control emerge un
triángulo amistoso: patrocinador, científico y naturaleza. (142)

“En la descripción de Latour, la cooptación de la ciencia se incrementa según el tipo de


patrocinador que se involucre. Para establecer redes realmente firmes, los resultados que
surjan del laboratorio deben interpretar un papel partiendo de la base de que estén mucho
más allá de la ciencia, en algún lugar de un mundo más grande. En las imágenes de
Latour, los científicos deben ser capaces de conseguir que millones de personas actúen de
manera que retroalimenten la concepción de los científicos de su lugar en el mundo.
También el público tiene que ser reclutado. La ciencia en sí misma no puede conseguir que
el resto del mundo interprete ningún papel, argumenta Latour; es demasiado pequeña y
desorganizada. La estrategia más exitosa que debe adoptar la ciencia es aliarse con los
grupos que ya han conseguido someter a su control a una gran parte del mundo”. (142)
“Las organizaciones industriales y militares muestran claramente estas características,
señala Latour, como también lo hace la sanidad”. (143)

“Latour argumenta que lo que parece ser la búsqueda de la ciencia ‘pura’, es sólo el interior
de una red que se ha anclado firmemente en el exterior. En una ciencia bien establecida,
hay un sector que trabaja desde el interior de la ciencia y hay un sector que mantiene las
relaciones con el mundo exterior”. (144)
Sin embargo, sostiene Cozzens, en algunos sorprendentes casos el crecimiento de la
ciencia autónoma -es decir, de la ciencia esotérica, la investigación ‘pura’, la que se
encuentra en la frontera del conocimiento- en el mundo contemporáneo no es proporcional
al esfuerzo de las redes exteriores, o, por lo menos, no a las creadas a través del
reclutamiento. (144) → Pone el ejemplo de la edad de oro de la ciencia pura en los EEUU,
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1945-1968. “La financiación de la investigación básica no sólo estaba libre de restricciones
utilitaristas, estaba incluso basada en la falta de dirección”. (144-145)

Como la teoría de la traducción predice que, si la naturaleza no tiene ningún papel que
interpretar, los lazos entre los científicos y los patrocinadores no se mantendrán por mucho
tiempo y la red fracasará. Sin embargo, puede que un procedimiento de reclutamiento esté
activo y que los objetivos del patrocinador estén ligados a largo plazo a las actividades
presentes del laboratorio; el problema es que no hay manera alguna de comprobar esta
relación. (145-146)
“La heterogeneidad no puede explicar el éxito o fracaso de estos procesos persuasivos”.
(146)
“Si el reclutamiento es el método a través del cual los científicos conectan la naturaleza con
los patrocinadores, entonces, la autonomía se da cuando se deja la naturaleza aparte, pero
manteniendo el vínculo ciencia-patrocinador. De acuerdo a estas definiciones el
reclutamiento no puede explicar la autonomía”. (Dejar la naturaleza aparte querría decir –
en este caso- que no fuera necesaria la inmediata colaboración de la naturaleza para que
se mantenga el vínculo patrocinador-científico). (146)

Según Cozzens, muchas veces las dificultades de la teoría de la traducción o reclutamiento


(Callon y Latour) para explicar la capacidad de generar recursos que tiene la ciencia,
procede de afirmar “que el reclutamiento es la fuente de poder en la ciencia”. “Tan pronto
como abrimos la posibilidad de que haya otras fuentes, el problema desaparece”. (...)
“Cuando parezca que la naturaleza no juega ningún papel determinado, deberemos buscar
lo no heterogéneo, o lo que solíamos llamar social, las explicaciones. Entre ellas se
encuentran las que están basadas en la legitimación”. (149)

“La primera generación de sociólogos de la ciencia estadounidenses se preocupaba


fundamentalmente de la propuesta que argumentaba que el carácter especial del
conocimiento científico dependía de la autonomía relativa de un subsistema científico de la
sociedad”. (150)

“En términos de Weber, la autoridad de la ciencia se basa en la legitimidad tradicional,


«reclamado y aprobado partiendo de una base de la santidad del orden y los
correspondientes poderes de control como han sido transmitidos desde el pasado» y
«cultivados a lo largo de un proceso común educativo» (Weber, 1947: 341)”. (151) 1

“El crecimiento de las relaciones entre ciencia y gobierno después de la segunda guerra
mundial, hizo que la explicación de las relaciones políticas de la comunidad científica, en la
teoría de la institucionalización, fuese haciéndose gradualmente inaceptable para los
sociólogos de la ciencia”. (151)

Cozzens sostiene que una teoría adecuada del poder en la ciencia debe dirigirse a
entender/explicar la variabilidad de la autonomía de área a área en la ciencia. (151)

La idea que resume la hipótesis central de Cozzens es:


El poder con que cuenta la ciencia para adquirir recursos no puede explicarse meramente
con la teoría de la traducción/reclutamiento de patrocinantes; en muchos casos la ciencia
obtiene los recursos que necesita por el alto nivel de legitimación social que posee, lo cual

1
Weber, Max (1947): The Theory of Social and Economic Organization. Traducido por A. M.
Henderson y Talcott Parsons, New York, Free Press.

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le permite constituirse en un subsistema relativamente autónomo en la sociedades
contemporáneas.

Esta respuesta, según Cozzens, es la más adecuada para comprender ciertas situaciones
que se dan en la ciencia actual, pero que no pueden ser explicadas desde la teoría de la
traducción/reclutamiento. Por ello, retoma nociones de la sociología clásica que considera
más pertinentes para entender estas situaciones. Y aduce en favor del uso de estas
nociones para determinados casos, ciertas características de esos casos relativas a su
índole eminentemente “social”, situaciones en las cuales el científico no ‘media’ entre la
naturaleza y los patrocinantes.

“Nos hemos ocupado del poder (P) como el resultado, ya sea inmediato (en la teoría de la
traducción) o bien a largo plazo (en la teoría de la institucionalización), de la resolución de
problemas para los poderosos patrocinadores, y de la autonomía (A) como una esfera de
actividad en la que los científicos no están sujetos a un control directo desde el exterior”.
(157)

Cozzens sugiere concentrarse en tres características de la interacción:


∗ autonomía como acción
∗ autonomía como persuasión
∗ arenas de lucha

“La frase autonomía como acción se refiere a (...) la autonomía como la situación en la que
se deja a la naturaleza al margen, pero se mantiene el vínculo entre ciencia y patrocinador.
Si seguimos la pista de los actores, podemos situar aquellos momentos empíricamente. Se
caracterizarán por un fuerte flujo de recursos del patrocinador al laboratorio sin
correspondencia en el flujo de resultados de investigación del laboratorio al patrocinador”.
(157-158)

“La autonomía como persuasión se refiere a la expresión de la ideología de libertad de los


actores para la ciencia. Es otra característica identificable de interacción que puede ser o
no observada conjuntamente con la autonomía como acción. ¿En qué situaciones
concretas aparece este tipo de discurso? ¿Se han modificado estas situaciones a lo largo
del tiempo? Presumiblemente, este tipo de discurso se utilizaba en la edad de oro de la
investigación pura más que en la época actual de investigación básica dirigida.
Probablemente estas etiquetas se refieren a las formas de persuasión que utilizaron. Pero,
¿en realidad, fue más corriente la autonomía como acción durante la edad de oro, y estaba
más concentrada en aquellas partes de la ciencia en las que se utilizaba la autonomía
como persuasión?” (158)

Arenas de lucha donde la ciencia obtiene sus recursos: “No podemos olvidar los procesos
políticos convencionales en los que están incrustados, la rivalidad para conseguir recursos
y las destrezas organizativas de los participantes si queremos comprender los resultados
de dichas luchas”. (158)
Dos mensajes específicos para la sociología de la ciencia: “no se fíe completamente del
reclutamiento para explicar el estatus de la ciencia, pero tampoco confíe plenamente en la
legitimación”. (158-159)

Dice Cozzens: “Mi planteamiento debe comenzar con una premisa, asumida más que
argumentada. De hecho, es la premisa central del movimiento sobre la etnografía de los
laboratorios y del programa empírico del relativismo, dos contribuciones importantes al
desarrollo reciente de la sociología de la ciencia. En términos normativos, la premisa es la
siguiente: no podemos reclamar autonomía partiendo del estatus epistemológico especial
del conocimiento científico, ya que no lo tiene. La ciencia no produce la verdad absoluta,
como se mantiene en estas dos aportaciones. Produce una forma de conocimiento que

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está construída tan socialmente como cualquier otra forma, que es un producto de
elecciones cognitivas de sus creadores y que está sujeta a revisión a la luz de experiencias
más avanzadas”. (159)
La reivindicación de las ciencias para Cozzens sería no que producen la verdad absoluta,
sino que aportan una forma de conocimiento mejor que otras para alguna finalidad
particular. “Lo importante es: ¿qué finalidad?” (160)

Si los últimos trabajos dentro de los estudios sociales de la ciencia -seguramente a raíz de
las críticas realizadas a la sociología del conocimiento científico (o ’nueva sociología de la
ciencia’) por los defensores de las posiciones más clásicas sobre la naturaleza del
conocimiento científico- trataron de recuperar la naturaleza en la explicación de la actividad
científica en un intento por rectificar el “reduccionismo” en el que había caído el Programa
Fuerte al prácticamente “deshechar” en los análisis del conocimiento científico cualquier
variable que no sea social; el trabajo de Cozzens retoma los pasos del Programa Fuerte en
el sentido que para explicar ciertas características de la actividad científica, vuelve a las
condiciones estrictamente “sociales”, “deshechando” nuevamente el aporte de la naturaleza
en los análisis. Esto se nota en que para explicar la autonomía de la ciencia utiliza un
concepto como el de legitimidad, el cual refiere a características propias de lo social, como
la cultura, la tradición, la política, el poder, etc.

RESUMEN de Luis Sanz Menéndez y María J. Santesmases:

“Cozzens debate el concepto de reclutamiento (enrollment) desarrollado dentro


de la estructura conceptual de la teoría del actor-red propuesta en la escuela de
Bruno Latour y Michel Callon. A través de la ‘promesa’ de resolver problemas
prácticos los científicos asocian la naturaleza con los intereses de los
patrocinadores. Las relaciones entre los patrones y la autonomía de la ciencia
son centrales, pero la autonomía de los científicos no se ve como una necesidad
funcional en la búsqueda de la verdad, sino como algo contingente. En el fondo
la imposibilidad de control de los resultados científicos muestra que las
relaciones de científicos y patrocinadores se construyen sobre la presunción de la
confianza entre compradores y vendedores, algo sobre lo que los economistas
han llamado la atención cuando existen profundas asimetrías de información
entre las partes que realizan las transacciones. Sin duda, el texto de Cozzens
contribuye a revisar la idea de que los científicos disfrutan de autonomía de las
fuerzas políticas y económicas que están fuera de sus laboratorios, porque el
aislamiento es esencial para la objetividad y la verdad. Los laboratorios son
fuerzas políticas y económicas, y la autonomía de los científicos es una ilusión
perpetuada por la presunción de que ni el dinero ni el poder son prerrequisitos
auténticos de la ‘gran ciencia’”.2

2
Sanz Menéndez, L. y Santesmases, M. J. (1996): “Ciencia y política: Interacciones entre el Estado y
el sistema de investigación” en Zona Abierta Nº 75 / 76, 1996: p. 16.

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